GinerMaestro/Cap19/04

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19.04. Salió el Fundador a fundar en Nápoles

El lector se habrá percatado de que no siempre Berro es exacto en sus noticias, a no ser en casos en que es protagonista o testigo de vista o de oído, y aun entonces tampoco goza sin más de plena credibilidad en todos los detalles, pues escribe a treinta o cuarenta años después de los hechos.[Notas 1] Tanto sus noticias como las de su compañero en vida y Memorias, Caputi, han de ser confirmadas con documentos, si es posible, o dejarlas avaladas por su palabra, cuando no hay otra fuente documental. Y esto sea dicho porque al contarnos Berro la ida del Fundador a Nápoles empieza diciendo que 'cuando llegó el P. Pedro [Casani] obtuvo todas las licencias necesarias para abrir casa e iglesia, tanto del Ordinario como de los Regulares y del Virrey, Duque de Alcalá. Por lo que N. V. P. General y Fundador pensó en trasladarse allá, como lo hizo, saliendo de Roma el 4 de octubre de 1626 con tres compañeros'.[Notas 2] Ninguno de los datos es exacto: ni Casani consiguió las licencias, ni el Duque de Alcalá era virrey, ni el General salió el 4 de octubre, ni llevó a tres compañeros solamente. La realidad fue otra. El P. Casani salió de Roma el 19 de marzo de 1626 con dos compañeros camino de Mesina, pasando por Nápoles, donde debía esperar embarcación para Silicia. Fue recibido amablemente por D. Carlos Tapia, como antes Alacchi y sus compañeros. Se dice que estuvo en Nápoles dos meses esperando, pero no es verosímil que en dos meses no zarpara ninguna nave de Nápoles para Mesina. De todos modos, hablaría con el marqués de Belmonte y con otros de la ansiada fundación de Escuelas Pías, pero no dio ningún paso importante, causando la impresión al marqués de “ser más bien contemplativo que activo”.[Notas 3] El 14 de julio estaba Casani ciertamente en Mesina, pues recibió en tal día la profesión de un religioso.[Notas 4]

Quien llevaba entre manos el asunto de la fundación napolitana era el P. Melchor desde Roma, como se desprende de la carta del Sr. Tapia, dirigida a dicho Padre el 7 de julio, alegrándose de su restablecimiento con estas amables palabras: 'He recibido grandísimo consuelo con la carta de V. P. de 17 de junio, viéndole, gracias a Dios, libre de la larga y peligrosa enfermedad que ha tenido; como grande ha sido el disgusto que he sentido por el peligro que amenazaba de perder un amigo religioso, a quien he tenido siempre particularísimo afecto. Ahora ruego al Señor que le aumente las fuerzas, como cumple a su santo servicio'. Y le contesta a tres cuestiones referentes a la fundación, propuestas por Alacchi en carta anterior, “la cual -añade el marqués-nos ha dado más luz de la que teníamos en torno a este asunto y al modo que se observa en esas escuelas”. Y decía luego: “Mientras tanto procuraremos arreglar el asunto con el Sr. Cardenal, que viene muy a gusto, y esperamos que cuando refresque [en otoño] podremos con la gracia del Señor empezar alegremente una obra tan santa y deseada en extremo por toda esta ciudad”.[Notas 5]

El nuevo arzobispo, cardenal Francisco Boncompagni, dio su licencia por escrito el 15 de agosto de 1626.[Notas 6] Y no fue difícil para el marqués de Belmonte, 'que hoy es el primero en el gobierno después del Virrey', como dirá Calasanz[Notas 7] , conseguir la autorización de las autoridades civiles, sobre todo del virrey mismo, que lo era don Antonio Alvarez de Toledo, duque de Alba (1622-1629), y no el duque de Alcalá, don Fernando de Ribera -como dijo Berro-, que fue su inmediato sucesor (1629-1631).

No estaba para muchos trotes el Santo Viejo, con sus achaques y sus sesenta y nueve años cumplidos, para un viaje tan largo, pero cedió a las instancias del marqués de Belmonte, como confesaba ya en Nápoles: 'el haber venido yo a Nápoles fue más por fuerza que por voluntad, habiendo hecho desde aquí tanta insistencia el Marqués de Belmonte con Nuestro Señor y a su vez Su Santidad encomendó nuestra obra al Sr. Card. Boncompagni, Arzobispo, y este Sr. Cardenal la ha favorecido y favorece muchísimo'.[Notas 8] Venciendo, pues, cierta natural resistencia, decidió emprender el viaje cuando la templada atmósfera otoñal hacía más llevaderas las largas jornadas de camino.

Jamás en toda la vida del Fundador hubo una expedición tan numerosa y bien preparada como esta que le llevó a Nápoles. Eran 17, divididos en dos grupos; unos fueron por mar y otros por tierra. La página que escribió Morandi en sus anales tiene todos los aires de una efemérides histórica, que empezaba así:

'A 18 de octubre de t626. El M. R. P. José de la Madre de Dios, Ministro General, habiendo dejado por Ministro local de la casa profese de las Escuelas Pías en S. Pantaleón al P. Jacobo [Graziani] de S. Pablo, partió de Roma para Nápoles para fundar las Escuelas Pías en el barrio de la Duquesca, por la mañana, a buena hora, después de haber celebrado la Santa Misa. Fue en litera por su indisposición de la pierna, y por su avanzada edad de casi 70 años[Notas 9]

Y sigue la enumeración de los acompañantes. Junto a él, en la litera, tirada probablemente por dos caballos según usanza de la época, le acompañaba un joven clérigo, Juan Meirana, de Carcare, y con ellos iban a pie dos hermanos profesos, a los que se añadió un tercero en Genzano; otros dos iban a caballo, y eran el P. Francisco Trabucco y otro hermano; duró el viaje cinco días. La expedición por mar la dirigía el P. Melchor y de sus nueve acompañantes dos eran clérigos profesos, dos clérigos novicios y cinco hermanos profesos. Llegaron a Nápoles en dos días.

Al día siguiente de la llegada escribía el Fundador al P. García: 'Hemos llegado a Nápoles con salud, gracias al Señor; y hemos encontrado a la gente muy amable y dispuestos a gastar cuanto sea necesario para nuestra obra. V. P. haga oración al Señor y hágala hacer a todos los de casa y también a los alumnos para que el Señor nos dé gracia para hacerlo todo a su santo servicio'.[Notas 10] Y el domingo siguiente, 25 de octubre, escribía al P. Maestro de novicios, Glicerio Cerutti, con muestras de gran satisfacción: “Llegamos aquí el jueves pasado [día 22] todos con salud, gracias al Señor, y hasta hoy domingo han venido a ofrecernos tres sitios, todos óptimos, para abrir las escuelas y dos para noviciado sin gasto alguno nuestro, y en éste donde hemos venido, hemos encontrado la casa preparada con 20 camas a modo nuestro y todos los demás objetos necesarios. Mañana nos compran una lista de libros por 20 o 25 escudos de cosas de humanidades y devoción. Se muestran tan amables y deseosos de nuestra obra, que si fuésemos aquí muchos, podríamos abrir en tres o cuatro lugares las escuelas pías”.[Notas 11] El 30 de octubre volvía a escribir al P. García con nuevo entusiasmo:

'Aquí nos piden todos los días que tomemos sitio en esta o aquella parte de la ciudad, proveyéndonos de casa y de iglesia, y se pasmaría de la competencia que hay entre los barrios y el disgusto que muestran algunos porque hemos tomado el barrio de la Duquesca por estar en un extremo de la ciudad y ser de gente pobre o muy ordinaria. Pero ésa es la voluntad del Sr. Regente Tapia, Marqués de Belmonte, y también del Sr. Vicario General que quiere que el primer sitio sea el de la Duquesca. Tendríamos aquí necesidad de muchos sujetos, pues la gente me parece muy devota e inclinada a hacer limosna'.[Notas 12]

Y en carta al P. Graziani, del primero de noviembre, le pide que vayan en seguida a Nápoles otros tres.[Notas 13]

Con admirable rapidez arreglaron los locales y el día 5 de noviembre empezaron las clases. El solicito Hº. Morandi anotó en su crónica el hecho, especificando que fue 'con grandísimo aplauso de todos y con grandísimo concurso y número de alumnos'. Y añade: “el lugar donde se fundaron dichas escuelas pías era un reducto de mil maldades y pecados, y refugio de casi todos los pícaros, malvados y jugadores. Donde se hizo la iglesia antes era salón de comedias y donde están las escuelas era donde se jugaba y se hacían otros males. Todos quedaron maravillados de que un lugar donde se cometían tantas maldades y ofensas a Dios se hubiese convertido en lugar sagrado en que se servía y alababa a Dios continuamente y se ejercitase una obra tal como nuestro instituto. Y todos daban gracias a Dios”.[Notas 14] No exageraba Morandi, como puede comprobarse en este párrafo escueto eufemismos del propio Fundador én carta al P. Cherubini, un mes exacto después de la inauguración:

'Aquí hemos abierta las escuelas en el barrio de la Duquesca y para entrar nosotros han hecho salir a más de 600 rameras que vivían aquí, y nos han dado para iglesia un edificio grande que servía para hacer comedias, de modo que donde antes tanto se ofendía a Dios, ahora es alabado por más de 600 muchachos'.[Notas 15]

Exactamente una semana antes, el sábado día 28 de noviembre, se había inaugurado solemnemente la nueva iglesia, bajo la advocación de la ‘Madre de Dios de las Escuelas Pías’, según consta en el indulto o licencia concedida por el Cardenal Arzobispo para edificar casa e iglesia.[Notas 16] La ceremonia de la bendición la tuvo don Juan Tomás Eustaquio, ,obispo de Larino, de la Congregación del Oratorio, tal como había suplicado el P. Fundador, acompañado por otros cinco sacerdotes y tres clérigos del mismo Oratorio, 'por afecto especial hacia dichos Religiosos [de las Escuelas Pías]', dice el acta oficial en la que no falta la alusión al uso profano anterior del nuevo templo.[Notas 17] De sus dimensiones había dicho Calasanz: “tendremos para iglesia un local que antes servía para comedias, tres o cuatro veces mayor que San Pantaleón”.[Notas 18]

Los aires de Nápoles hicieron rejuvenecer los muchos años del Santo Viejo. Y no precisamente por la maravilla de su espléndido paisaje de tierra, cielo, mar y Vesubio, que una vez vistos puede ya uno morirse, según el dicho: ‘veder Napoli e poi morire’. Lo que al anciano maestro le conmovía era la infinidad de niños que llenaban todos los barrios altos y bajos de aquella inmensa metrópoli, quizá cinco veces mayor que Roma con su medio millón de habitantes. Y la mayor parte eran gente sencilla, y todos querían escuelas. En el primer mes de fundación repite en sus cartas entusiasmado que los niños van aumentando. En menos de ocho días son más de 400; al cabo de dos semanas llegan a 500; al cumplirse el mes, pasan de 600, y 'si hubiera lugar suficiente, tendríamos un millar'. Y, en contraste, lamenta que los maestros son pocos y las ofertas muchas: “si en vez de 20 fuéramos cien, podríamos aceptar cuatro lugares buenísimos”.[Notas 19]

Rebosa satisfacción al ver tan solicitadas sus escuelas, y la gente tan bien dispuesta y entusiasmada con aquella novedad. Incluso, sin solicitarla, le ofrecen una parroquia, pero lo que más le emociona es la 'infinidad de niños pobres' a quienes quisiera atender, pero no le llegan las manos. Escribe al P. Cherubini:

'Los de Santa María de la Scala donde hay muchos comerciantes, se ofrecen a pagar muchos miles de escudos; si queremos tomar mañana posesión de su iglesia en la Calle de Toledo nos ofrecen una parroquia con una casa adjunta. En Chiaia nos ofrecen también otro lugar, donde hay infinitos muchachos pobres de aquellos pescadores, y entre los que vienen a las escuelas los hay de óptimo talento y son muy dóciles, y vienen con gran diligencia a las escuelas. Pienso que en Nápoles hay tres veces más muchachos que en Roma y no bastan tres ni cuatro lugares de los nuestros para dar satisfacción a la ciudad'.[Notas 20]

'No podía faltar en Nápoles alguna manifestación taumatúrgica del Santo Fundador, corno ocurrió en Cárcare. Hubo, en primer lugar, una curación milagrosa en la persona del Sr. Anielo di Falco, uno de los primeros bienhechores, en cuya casa precisamente se abrieron las Escuelas Pías. Tanto él como su hermana, Angélica di Falco, y la familia entera de ambos, mantuvieron siempre desde entonces una amistad profunda y larguísima con el P. José y siguieron siendo los principales protectores benéficos de las Escuelas Pías de la Duquesca. El milagro consistió en la curación instantánea de una llaga que tenía el Sr. Anielo en la pierna, y que no cicatrizaba desde hacía años. El P. José trazó la señal de la cruz simplemente.[Notas 21] Caputi habla también de la conversión de un joven de la familia, llamado Juan Antonio, debida a la intervención del Santo.[Notas 22]

Más sonada y dramática fue, sin embargo, la conversión operada también por el Santo, en el director, dueño y empresario de los locales de comedias, que fueron expropiados para convertirlos en capilla y escuelas, así como en tres de los actores principales. Del primero, llamado don Andrés della Valle, habla Berro, diciendo que algunos años después se hizo sacerdote, viviendo ejemplarmente.[Notas 23] Del mismo y de los tres actores mencionados, llamados Francisco Longavilla, Juan Bta. Raunzino y Horacio Graziullo, hablan Caputi, Bartlik, el teatino Maggi y el dominico Marchesi.[Notas 24]

Notas

  1. Su obra ‘Annotazioni’ está dividida en tres tomos, de los cuales el primero lo revisaba en 1663; en el segundo relata hechos ocurridos en 1664, y en el tercero, hechos de 1665. Murió el l5 de abril de 1666 (BERRO I, p.50).
  2. Ib., p.148.
  3. Cf. SCOMA, I, p.117.
  4. Ib., p.112.
  5. Ib., p.116. Scoma ha conservado esta única carta de Tapia a Alacchi (cf. EC V p.2573-74). Con razón comenta Scoma: 'Mayor parte parece que tuvo en esta fundación el P. Melchor que el mencionado [P. Casani] (ib., p.117).
  6. Cf. MORANDI, ‘Narratione’, I.c., p.15. En otra versión preparatoria se lee el día 4 (RegCal 11).
  7. C.596, fechada en Nápoles a 20 de marzo de 1627.
  8. Cf. ib.
  9. Cf. MoRrNot, o.c., p.15-16.
  10. C.546. El día 17 le había escrito desde Roma: 'Yo pienso con la ayuda del Señor partir mañana, día de San Lucas, en litera para Nápoles, diciendo misa al amanecer, y llegar a Genzano a comer. Si le parece, después de decir misa ahí, venir mañana a Genzano, me gustaría. (c.544)
  11. C.547 . La fecha de llegada del Fundador a Nápoles fue, pues, el 22 de octubre de 1626, jueves, y no eI 23, como se lee en MORANDI, o.c., p.16. Y la salida de Roma, el 18, día de San Lucas, y no el 4, como escribe Berro, quien se quedó corto al decir que le acompañaban sólo tres. En una versión anterior de Morandi (RegCal 11) se lee-: 'il P. Melchior parti I'istesso giorno coi suoi compagni et arrivó in Napoli il martedi allí 20, essendo stato per mare in barca solo dui giorni'. Lo cual explicaría que al llegar el Fundador encontrara preparadas las camas 'a modo nostro', como dijo él mismo (c.547).
  12. C.550.
  13. C.551.
  14. MORANDI, oc., p.16. Según otra relación, las escuelas se abrieron el día 2 de noviembre (cf. PosCas, p.552). Pero no es verosímil, siendo fiesta el día de difuntos. Además, esta relación dice que se empezó a decir misa en la nueva iglesia el día 28 de octubre, después de bendecirla el obispo de Larino, mientras el acta oficial dice que fue el 28 de noviembre (ib., p.551).
  15. C, 560, fechada el 5 de diciembre de 1626.
  16. ' licentiam propterea iisdem supplicantibus concedimus erigendi et construendi eorum Domum et Eclesiam sub titulo et invocatione ‘della Madrfe di Dio delle Scuole Pie’ in loco expresso et nominato in dicto memoriali et in alia quoque parte loci vulgariter nuncupati ‘della Duquesca’ huius civitatis Neapolis' (cf. BARTLIK, o.c.; EphCal 4 [1939] 116).
  17. El Acta está firmada por el obispo de Larino el 9 de diciembre de 1626y empieza indicando la fecha de la bendición: 28 de noviembre de 1626 (Cf. BARTLIK, I.c,. p.117-118, y otra versión idéntica en posCas, p.551).
  18. c.554.
  19. C.563,552,554,556.
  20. C.563.
  21. Cf. EGC III, p.145-146.
  22. Cf. BAU, BC, p.551-552.
  23. Cf. BERRO I, p.148.
  24. Cf. BAU, BC, p.555-558; BARTLIK, o.c.: EphCal 5 (1939) 146.