GinerMaestro/Cap19/06

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19.06. El Colegio Nazareno

Cuando el 2I de abril de 1 622 moría en brazos de Calasanz el cardenal Tonti, nadie hubiera sospechado que sus disposiciones testamentarias, por las que se fundaba el que se llamaría Colegio Nazareno, tardarían todavía ocho años en cumplirse, y que tendrían que pasar nada menos que sesenta y siete años hasta que se convirtiera en sede permanente del Colegio, hasta el día de hoy, el grandioso Palacio que para este fin había comprado a los Caetani el cardenal Nazareno el 29 de enero de 1622[Notas 1]

Las contrariedades hereditarias, provocadas por los parientes y servidores del difunto cardenal por más de medio siglo, no dejan de ser una sarcástica paradoja si se piensa que ya desde 1609, en la época de su máxima fortuna, había conseguido Tonti de Paulo V una concesión especial para poder hacer testamento (‘facultas testandi’) con garantía de absoluta libertad, pero con tales detalles y minuciosidad que parecían quedar resueltas anticipadamente todas las cuestiones, aun las más imprevisibles.[Notas 2] Con todo, quizá lo verdaderamente imprevisto fue su muerte, pues a los cincuenta y seis años no había pensado aún en hacer testamento, por lo que en el último momento y en su lecho de moribundo, rodeado sólo de sus familiares y servidores domésticos, apenas tuvo la debida claridad de mente y libertad de decisión que había querido garantizar con la concesión pontificia de 1609. Más todavía, sus interesados servidores, desoyendo las súplicas del enfermo, que pedía hablar con el P. General de las Escuelas Pías, consiguieron incluso impedir que se hallara presente mientras se redactaba el testamento.[Notas 3]

A pesar de todo, el núcleo de la disposición testamentaria se centró en la fundación del Colegio Nazareno. En efecto, según el texto resumido por Bau, el cardenal testador

'manda que se erija y funde un Colegio que se ha de llamar Nazareno. A dicho Colegio proclama e instituye heredero universal de todos su bienes, muebles, inmuebles y semovientes dondequiera que radiquen de presente y de futuro, de todos sus oficios en la Curia Romana, de todos los lugares.de Montes, de todos sus créditos, derechos y acciones, aun los comprendidos en la donación a favor de la Ilma Srª. Dª. Casandra Tonti, su hermana, que ya revocó a su tiempo; déjale al dicho Colegio toda su herencia (satisfechos antes legados y deudas), cuyas rentas, frutos y emolumentos habrán de ser exigidos y administrados por el Rector del mismo, que habrá de ser elegido entre los Padres de las Escuelas Pías. Llevará sus cuentas aparte de las de su Corporación y las presentará cada año a los Auditores de la Sda. Rota .[Notas 4]

De la cuantiosa fortuna del cardenal lograron sacar buena tajada sus servidores domésticos haciéndose asignar en el testamento pensiones vitalicias o temporales con otras compensaciones. Pero fueron sus sobrinos, los hijos de su hermana Casandra, quienes, no contentos con lo mucho que de él ya habían conseguido, impugnaron el testamento, disponiendo caprichosamente de los bienes testamentarios y poniendo en peligro la posibilidad de fundarse el Colegio Nazareno[Notas 5]

El primer acto oficial por el que se comprometía a cumplir la voluntad del cardenal Tonti, expresada en el testamento, respecto a la fundación del Colegio, lo firmó el P. General de las Escuelas Pías el día 24 de agosto de 1622. Y decía:

'Habiendo dispuesto el Ilmo. y Rmo. Sr. Miguel Angel Tonti, cardenal de la S. I. R., en su testamento del 19 de abril de 1622, que se fundara en su palacio un Colegio llamado Nazareno para educar e instruir a 12 alumnos por ahora, llegando luego hasta 20, bajo la dirección de los Padres Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, según las reglas y constituciones de dichos Padres, a fin que pueda cumplirse tan piadoso deseo del predicho Ilmo. Sr. Cardenal, a tenor de las presentes yo me ofrezco a asumir el cuidado e instrucción de los alumnos, cuando el Colegio cumpla todos los requisitos-según la mente del llmo. Cardenal, con tal que se respete !a pobreza y las Constituciones de mi Congregación. En fe de lo cual, firmo las presentes en Roma, en las Escuelas Pías, a 24 de agosto de 1622. José de la Madre de Dios, Ministro de los Clérigos Pobres de la Madre de Dios>.[Notas 6]

Nada pudo hacerse, sin embargo, por mucho tiempo, pues la pasividad de los albaceas dejó en manos de los nepotes del cardenal el uso y abuso de sus controvertidos bienes, hasta que en 1627, con la intervención del Tribunal de la Rota, se pudo recuperar gran parte de los bienes de la Romaña (Rímini y Cesena). Para su mejor defensa y conservación los albaceas cedieron en 1628 sus derechos y deberes respecto a la herencia al P. General y a su Orden, exigiendo que se mandara a dos religiosos a Cesena para la buena administración de los mencionados bienes, como así se hizo[Notas 7] . No obstante, precisamente en aquellos años no pudo abrirse todavía el Colegio, porque a fines de junio de 1627 la Sda. Congregación de Regulares, acogiendo la petición formulada por Calasanz el mes anterior, le había impuesto que durante los próximos ‘dos años’ no aceptara ninguna nueva fundación.[Notas 8] La prohibición terminaba, pues, a fines de junio de 1629.

A mediados de septiembre anuncia ya Calasanz a los de Cesena: 'En cuanto al Colegio estén seguros que se abrirá pronto, al menos para diez o doce [alumnos]'.[Notas 9] Y el mismo día señala al P. Cherubini la casa donde se piensa instalar el Colegio.[Notas 10] . Estaba situada junto a la iglesia de San Andrés ‘delle Fratte’, formando bloque con el Palacio Tonti, ambos edificios comprados a la vez por el cardenal para futura sede de su Colegio.[Notas 11] Hasta finales de año vuelve a referirse Calasanz en sus cartas a la próxima inauguración, dudando del número concreto de alumnos y pidiendo a Cesena que le manden cosas, pero sobre todo dinero.[Notas 12] El 15 de noviembre concreta ya la fecha de apertura y eI 29 da a los de Cesena casi el programa de la inauguración: “El primero de año, con la ayuda del Señor, en nuestro oratorio de las escuelas [de San Pantaleón], dicha la misa, vestirán ocho alumnos del Colegio Nazareno en presencia de muchos que se han ofrecido para asistir, y concluida la función, les acompañaremos a su caso”.[Notas 13] Y así se hizo el 1 de enero de 1630, fecha histórica del nacimiento del Colegio.[Notas 14]

Las disposiciones testamentarias fundacionales exigían que fueran 12 alumnos, que podrían llegar a un máximo de 20, en régimen de internado; debían ser pobres, pero intelectualmente bien dotados; dos de ellos deberían ser siempre de Rímini; debían ser elegidos y examinados por los PP. Escolapios y presentados en lista a los Auditores de la Rota que entre los presentados escogerían los requeridos según las becas vacantes. El Colegio estaría sometido al Patronato de dicha Rota Romana, mientras la dirección, administración y tareas educativo-docentes las llevarían los escolapios.[Notas 15] Concretamente, Calasanz fue Rector oficial del Colegio desde 1630 hasta 1643, pero entre los religiosos estables de la comunidad había un Superior y aun el propio Calasanz residía a veces en el Colegio.[Notas 16]

Antes de que se inaugurara el Colegio, compuso sus Constituciones o Reglamentos el Santo Fundador de las Escuelas Pías, teniendo en cuenta los usos y costumbres ya existentes en instituciones similares, como había insinuado el cardenal en su testamento;[Notas 17] Leyéndolas hoy parecen más apropiadas para un seminario o noviciado que para un 'internado'. Eran otros tiempos.

El Colegio Nazareno, como institución, era una experiencia nueva en las Escuelas Pías y en un principio no había sido aceptada por Calasanz por parecerle contraria a las Constituciones de la Orden por ser internado,[Notas 18] y por las posibles infracciones a la suma pobreza, dado que debería tener bienes estables con sus rentas fijas, que deberían defenderse mediante inevitables pleitos judiciales.[Notas 19] Pero al fin el cardenal doblegó su voluntad, haciéndole ver que era en beneficio de 'los más pobres y mejor dotados', como se puso de relieve en el testamento y en el Reglamento.[Notas 20] Y para obviar los escrúpulos referentes a la pobreza, sometió el Colegio al patronato de la Rota Romana. Aun el mismo Santo Fundador, al aceptar la dirección, dejó expresamente a salvo la pobreza y las Constituciones de la Orden.[Notas 21]

Otra novedad de la institución era su semejanza con el Colegio Romano en cuanto que no había enseñanza elemental y el Reglamento exigía que los alumnos 'sepan leer y escribir y tengan, al menos, buenos fundamentos para declinar y conjugar los nombres y verbos'.[Notas 22] Este nivel de enseñanza superior permitió que el Santo Fundador pensara, antes de nacer el Colegio, en mandar allí a sus clérigos estudiantes de humanidades, latines y retórica para que se formaran debidamente.[Notas 23] Y así se hizo: iban a clase al Colegio, pero volvían luego a su casa religiosa.[Notas 24]

Por otra parte, el Nazareno estaba llamado a ser una especie de Colegio de los alumnos superdotados de las Escuelas Pías, pues excepto los dos provenientes de Rímini, los demás, para garantizar las cualidades requeridas, 'se ordena -dice el Reglamento-que antes de ser admitidos a dicho examen [de selección] hayan sido alumnos por espacio de, al menos, un año en dichas escuelas [Escuelas Pías], de modo que así llegue a conocer(se) no sólo su ingenio y pobreza, sino también las buenas costumbres'.[Notas 25]

Los bienes testamentarios fundacionales, gravemente esquilmados y depauperados por los sobrinos Tonti, no daban, ni con mucho, lo necesario para mantener el Colegio, por lo que en los primeros años fue muy reducido el número de alumnos y en algunas épocas vivían a expensas de la Orden.[Notas 26] Como remedio, pensó Calasanz enajenar todos aquellos bienes de la lejana Romaña, pero la Curia Romana denegó la petición.[Notas 27] Propuso entonces al papa el traslado del Colegio a Cesena durante un sexenio 'porque dicho orador [Calasanz] teme la total destrucción de dicho Colegio', y se le concedió, reduciendo el sexenio a trienio, pero quedó en letra muerta.[Notas 28]

Como solución de emergencia el Colegio fue ocupando diversas sedes, todas pequeñas, modestas, adecuadas a los pocos alumnos que podían mantenerse, incluso en locales propios de la Orden para ahorrarse alquileres. Así que de la primera sede, junto al Palacio Tonti, pasó al noviciado, cercano ‘alle Quattro Fontane’, en 1634, y de allí, ese mismo año, a una casa contigua, propiedad de los Barberini, como lo era el noviciado. Ambas casas tuvieron que desalojarse por exigencias de la familia pontificia en 1638, estableciéndose las dos instituciones en un edificio cercano a la fontana del Moisés y de la iglesia de Santa María de la Victoria. En octubre de 1638 se cambió el Colegio al palacio del Duque Muti, en los llamados ‘Huertos Salustianos’, desde donde en noviembre de 1644 fue a parar al palacio Rusticucci, junto a S. Pedro. En febrero de 1646 se había trasladado ya al ‘Borgo Nuovo’, cerca de la iglesia vaticana de Santa Ana, y al cabo de un año fue trasferido al ‘Borgo Sant'Angelo’, donde estuvo hasta 1648 o 1649, en que se mudó a la Via de San Onofre o subida al Janículo, donde permaneció largamente hasta 1689. Finalmente, en dicho año tuvo lugar el último traslado al Palacio del Cardenal Tonti, donde quedó establecido definitivamente hasta hoy.[Notas 29] Mientras tanto, en este largo medio siglo, dicho Palacio Tonti había sido alquilado por Calasanz, casi desde el principio, para poder con su renta mejorar las escasas entradas procedentes de los demás bienes fundacionales, dado que era demasiado palacio para tan pocos alumnos.[Notas 30]

También el Colegio Nazareno sufrió una transformación similar a la de las mismas Escuelas Pías, pues habiendo nacido exclusivamente para los pobres, las circunstancias aconsejaron evitar marginaciones y exclusivismos y fueron admitidos también los ricos y los nobles. Pero sí respecto a las Escuelas Pías, en general, se mantuvo para todos la gratuidad de la enseñanza, en el caso del Colegio Nazareno -y los que vendrían luego-, dado su carácter de internado, junto a los becarios, totalmente gratuitos por fundación, fueron admitidos otros internos de pago. Esto empezó a ocurrir en torno al año 1642, en que se habla ya de ‘alumnos’ (becarios) e internos (‘convittori’), aunque ya desde 1634 se proponía la cuestión de admitir a tales internos y Calasanz fue dando largas al asunto.[Notas 31]

Si en todas sus escuelas admitía a toda clase de niños, manteniendo la preferencia por los pobres, lo mismo debía hacer también en el Nazareno, manteniendo igualmente la preferencia por 'los pobres superdotados', exigida además por estatuto testamentario. La plena gratuidad de los becarios se apoyaba en los bienes fundacionales –tan escasos por muchos años-, pero del sustento de los demás internos no hubiera podido responder la pobreza de la Orden. Ni tenía por qué hacerlo, pues los padres de tales internos no sólo tenían medios suficientes, sino que con frecuencia pertenecieron a la nobleza romana, italiana y aun europea, sobre todo cuando en tiempos posteriores el Colegio Nazareno fue considerado como uno de los más famosos no sólo de Roma y de Italia, sino de Europa entera.[Notas 32]

Notas

  1. Cf. P. VANNUCCI, ‘Il Collegio Nazareno’, p.92, n.10 y p.102, n.26.
  2. Ib., p.61. Miguel Ángel Tonti había sido abogado, administrador y consejero de los Borgueses. Al ser elegido papa el cardenal Camilo, con el nombre de Paulo V (16 de mayo de 1605), fue nombrado Tonti 'Auditor general' del cardenal Nepote, Scipione Borghese, creciendo de día en día su influencia, y prestigio y su fortuna. En octubre de 1608 fue nombrado arzobispo de Nazaret, en el sur de Italia-(cf. cap. 16, n.256),y el 24 de noviembre Cardenal, y luego Arcipreste de Sta. María Mayor y Datario. En 1609 le nombró también el papa obispo de Césena, cerca de Rímini, sin obligación de residir en sus sedes. Su poderío lo expresó maliciosamente Pasquino diciendo: ‘Paulo sedente, Tonto regnante’. Mas su excesiva preeminencia le perdió, al sentirse preterido su antiguo protector el cardenal Nepote. En 1612 tuvo que retirarse a su obispado de Cese-na, donde permaneció hasta la muerte de Paulo V (Cf. P. VANNUCCI, o.c., p.37-39).Al volver a Roma para el conclave en febrero de 1621 se quedó en la Curia, conociendo entonces a Calasanz. Moría al año siguiente.
  3. Cuenta Berro que al caer enfermo el Cardenal pidió que llamaran al P. José Calasanz para tratar del testamento, pero sus familiares y servidores domésticos lo impidieron. Ante nuevas súplicas insistentes, llegó el P. José, pero le hicieron esperar con el falso pretexto de que estaban aplicando un remedio al enfermo, encerrándole en una habitación durante cinco horas, hasta que se terminó de redactar el testamento: Al presentarse luego ante el cardenal, se lamento éste de que no hubiera venido antes y le hizo leer el testamento, diciéndole que si no le gustaba lo haría corregir. Pero, dado el estado de gravedad del enfermo, el P. José no quiso disgustarle y nada le dijo de lo ocurrido, aceptando el testamento tal como estaba (cf. BERRO I, p.184-186).
  4. BAU, BC, p.568-569.
  5. Ásegura Berro que la fortuna del cardenal superaba los doscientos mil escudos de capital (recuérdese que la casa de San Pantaleón costó 10.000 escudos en 1612); que instituyó una primogenitura para un sobrino, de 50.000 escudos; que a otro le cedió los derechos de una abadía de 7.b00 escudos anuales; que los sobrios, muerto el cardenal, vendieron por pocos miles de escudos los ganados de sus tierras de Romaña, que estaban valoradas en más de 50.000, además de perpetrar otros desmanes en sus bienes de Roma, Rímini y Cesena. Ni fueron más moderados los servidores domésticos y los ejecutores testamentarios que expoliaron y malvendieron los muebles del palacio y la rica biblioteca del cardenal (cf. BERRO, I,c)
  6. Cf. texto latino en P. VANNUCCI, o.c., p.80-81 con fotocopia del documento original.
  7. Tales fueron el P. Peregrino Tencani y el Hº. Arcángel Sorbino, con quienes empieza el 8 de noviembre de 1628 una abundantísima correspondencia epistolar (cf. c.986, 1065 ). En los años 1632-1638, salvo algunos intervalos, residió en Cesena el P. Cherubini, como administrador de tales bienes (cf. EHI, p.631).
  8. Cf. G. SÁNTHA, ‘Calasanctius et Visitatio Apostolica ’; EphCal 5 (1959) 199, n.38; P. VANNUCCI, o.c., p.82-83).
  9. C.1208.
  10. C.1209
  11. Estaba habitada por el sacerdote don Blas Fattori, uno de los albaceas del cardenal, que le califica en el testamento como 'familiare antico e fedelissimo' (cf. c.1209 y P. VANNUCCT, o.c., p.92, n.10).
  12. Cf. c.1211,1221,1239,1250, 1256, 1260.
  13. C.1282. Como era costumbre en colegios de becarios y de clérigos, los internos vestían hábitos talares hasta los pies, cuya hechura y colores les distinguían de otros. En este caso, sigue el Santo describiendo así el hábito: 'la sottana è pavonazza et la soprana con maniche longhe è lionata con le mostre di color di rosa seca che compariscono molto bene et diversi da tutti li altri collegianti' (ib.). Véase un diseño del hábito en P. VANNUCCI, o.c., p.87.
  14. Cf. Ib.; p.84, 90-94. Berro equivoca la fecha, diciendo que fue 'a 4 ottobre 1630 o pur 1631', así como el número de becarios, que dice fueron 6 en vez de 8 (cf. BERRO I, p.188). De esos ocho primeros becarios dos tenían 14 años; otros dos, 15; y los otros cuatro, 16. De todos ellos, cuatro fueron luego sacerdotes (cf. P. VANNUCCI, o.c., p.92, n.9).
  15. Cf. BAU, BC, p.568-569.
  16. Cf. c.1839, 1842, 1853.En un documento del 17 de mayo de 1630 consta que el P. Francisco Baldi era 'Scholae Praeceptor et Superior dicti Collegi' (cf. P. VANNUCCI, o.c., p.122, n.10). BERRO dice de sí mismo: 'fui il primo Superiore e Rettore di quello' (BERRO I, p.189), pero se confunde de nuevo, porque desde fines de 1628 hasta 1631 estuvo en Poli, desde donde pasó al Nazareno (cf. EHI, p.294. n.1).
  17. Cf. BAU, BC, p.568. VARIOS, ‘I Regolamenti del Collegio Nazareno (Rorna 1979)’ p.37-47. Primera traducción castellana completa en C. VILÁ, ‘El P. Fetipe Scío, pedagogo’: AnCal (1961) n~m. extra., p.179-189 (Appndice tercero: ‘Constituciones del Colegio Nazareno’) Sobre las diversas traducciones y publicaciones del documento, cf,. ib., p. 77. n. 24. Una de las últimas publicaciones en V. FAUBELL, ‘Antología Pedagógica Calasancia’ (Salamanca 1988) p.152-162.
  18. Cf. CC, n. 184. Las excepciones a esta norma fueron aceptadas por Calasanz, casi forzado por Cardenales, como fue el Seminario de Magliano, pedido por Giustiniani, el Nazareno por Tonti y el Colegio-Seminario de Nikolsburg por el cardenal Dietrichstein.
  19. Cf. CC, n. 145-148.
  20. 'elegirán los Auditores por mayoría de votos al más pobre, de más egregia índole y de más ingenio y moralidad' (Testamento: BAU, BC, p.569); 'Para ejecutar la voluntad manifestada en el testamento del Cardenal Fundador, de buen recuerdo, alíjanse los muchachos más pobres del mejor ingenio y de las mejores costumbres (‘Constituciones del Col. Nazareno’: V. FAUBELL, o.c., p. 153, n. 4)
  21. 'alumnorum curam et eruditionem me suscepturum dummodo paupertas Congregationis meae (et) Constitutiones eiusdem in-aliquo non laedaitur' (cf. P. VANNUCCI, o.c., p.81)
  22. Cf. V. FAUBELL, o.c., p.152, n.2.
  23. Con fecha del 15 de diciembre de 1629 escribe: 'Il primo giorno dell’anno pensó che s’aprirâ il colegio Nazareno con otto Alunni solamente dove penso far studiar cinque o sei dei nostri' (c.1275).
  24. Así lo constatan los Prelados de la Visita Apostólica general, el día 17 de mayo de 1630: 'Nella scuola si trovarono insieme con loro (los ocho muchachos) otto chierici studenti delle Scuole Pie, che perd non dimorano nel Collegio, ma dopo la lezione, tornano alla propria casa religiosa' (cf. P. VENNUCCI, o.c., p.I22, n.10).
  25. Cf. V. FAUBELL, o.c., p.153, n.5. Véase la instancia del P. Juan García para que se admita un alumno de Frascati (c.1260).
  26. A los de Cesena escribe Calasanz el 23 de noviembre de 1633: 'Quanto allí alunni li mando adesso a studiar nel noviziato' (c.2140); el 7 de marzo de 1635: 'Quanto al pigliar Alunni sia sicuro che non se ne pigliaranno sin tanto che siano accommodate le cose del Colegio et hora si mantengono li Alunni a spesa della Religione' (c.2344. Cf. c.2264, 2288; EC, p.872, 875 ; BERRO I, p. 189.
  27. Cf. P. VANNUCCI, o.c., p.95-96, n.16.
  28. Ib., p.96. El 27 de mayo de 1634 escribe Calasanz a Cesena: 'Finalmente si è risoluto che si possa trasferir costi il Collegio per tre annb' (c.2236)
  29. Cf. P. VANNUCCI, o.c., p.85-88 y notas correspondientes.
  30. El 7 de enero de 1634 escribía Calasanz: 'Quanto al Collegio io penso affitar il plazzo per poter pagare qui li censi annui' (c.2174) Y el 28 de enero 1634: 'Ora pensó che appigioneremo il Palazzo per 500 scudi alla sisnora Duchesa Cesis con la casetta dove prima stava il Collegio' (c.2187). En un documento latino, posterior al año 1689, se lee: 'Palatium ad annum usque 1689 diversis urbis Patritiis locatum fui ac primo quidem Ducissae Isabellae (Cesi) de Aquasparta [1631-43], deinde Cardinali Bentivoglio [1644], tum Patriarchae Ursinio [1645], postea celebri D. Olimpiae Pamphyliae (1647-1653), hinc Marchioni Aloysio Costaguto [1657-1661], ac demurn praesuli Georgio et comiti Ferdinando Bolosnetti [1661-1689]. nec prius ad idem Palatium rediit Collegium, quam anno 1689' (cf. P. VANNUCCI, o.c., p.103).
  31. En un decreto dado por Calasanz el 1 de octubre de 1642 se lee: 'vobis in Collegio Nazareno de Urbe convictoribus et alumnis' (ib., p.100). Con fecha del 27 de mayo de 1634 escribe a Cesena: 'de convittori si tratterá di poi, che dovendosi pigliar non vi voglio gioveni che passino 14 ó 15 anni' (c.2236).Y el 26 de noviembre de 1639 aún no se había decidido: 'Quanto al negotio delli convittori non si puó imprender seron fussi aprendo le scuole nostre il che per adesso non si puó, peró conviene haver patienza' (c.3205).
  32. En 1948 escribía el P. BAU: 'El Nazareno lleva 318 años de existencia. Han pasado por sus aulas 6 Venerables, 16 sabios ilustres de Italia, 41 Cardenales, 29 Arzobispos, Obispos, Nuncios y Superiores Generales de Ordenes, 13 grandes dignatarios, Ministros, Generales, 51 Caballeros y Comendadores de Malta, 64 Barones, 92 Príncipes, 87 Duques, 325 Marqueses, 412-Condes (BAU, BC, p.568). Cf, más datos de ex alumnos en A PUCCI-A. MANODORO, ‘Il Nazareno’, p.81-161)