GinerMaestro/Cap23

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Capítulo 23: LAS PERTURBACIONES DEL P. MARIO

Valdría la pena, al principio de esta cuarta parte, que hemos titulado ‘El drama final’, seguir el símil teatral, haciendo el 'reparto' de personajes. La mayor parte son nuevos y necesitan presentación. No es fácil, sin embargo, ni lo ha sido nunca, dar a cada uno la justa responsabilidad que le corresponde en este intrincado drama en el que hay víctimas y verdugos, inocentes y culpables, engañados y engañadores, malicia y santidad. Mas el historiador debe intentar buscar las razones objetivas de los hechos, los resortes que movían las acciones y reacciones de los personajes, los antecedentes y consiguientes de algunos de los más comprometidos o responsables. Todo ello le obliga a dar su juicio autorizado y razonado sobre las personas concretas, sin dejar este cometido exclusivamente al lector.

En la larga historia de la biografía calasancia no han faltado autores que, por excesivo pudor o miramiento, no se han atrevido a dar el nombre de todos los actores de éste drama. Quizá el más exagerado fue Armini, que fue capaz de narrar los hechos sin nombran a Mario Sozzi, ni a Esteban Cherubini, ni a Silvestre Pietrasanta, ni a Mons. Albizzi, ni al papa Inocencio X, ni al Santo Oficio, además de otras omisiones graves que apenas si dejan inteligible todo el asunto.[Notas 1]

Más frecuente, sin embargo, ha sido la polémica en torno a la culpabilidad del jesuita Pietrasanta, defendido a ultranza por algunos escritores de la Compañía y unánimemente inculpado por los biógrafos calasancios, escolapios o ajenos a la Orden.[Notas 2] Creemos, no obstante, que esta polémica ha centrado excesivamente la atención en el jesuita, atenuando al mismo tiempo la responsabilidad o culpabilidad de otros personajes, sobre todo la de Mons. Asesor Albizzi que es quien decisivamente mueve los hilos de todo este entramado, y queriendo dejar a salvo el honor del Santo Oficio, hizo recaer sobre él la injusticia y el error. Así lo reconocieron con limpia objetividad los defensores de la causa de beatificación del que sería luego San José de Calasanz, particularmente quien después de haber intervenido en esa causa durante casi medio siglo, como abogado defensor, 'abogado del diablo' y cardenal votante de la Congregación de Ritos, acabó siendo Benedicto XIV y le beatificó.[Notas 3]

Por otra parte, algunos de los actores incriminados tradicionalmente, aunque obraran con malicia manifiesta, quizá fueran más bien marionetas pendientes de los hilos que manejaba con destreza el omnipotente Asesor del Santo Oficio, Mons. Albizzi. Pero sigue siendo ardua la tarea de aclarar penumbras, porque los Archivos del Santo Oficio siguen cerrados al investigador y porque la abundante documentación recogida en el Archivo General de las Escuelas Pías fue expurgada en lo que a este asunto atañía y dolosamente quemada hacia el año 1660; como lamenta muchas veces Berro en sus Memorias.[Notas 4] Con todo, la que se salvó del fuego y la que quedaba en otros archivos es suficiente para formarse un cuadro objetivo y veraz de todo este drama, e incluso para señalar con el dedo a los responsables, sin temor de equivocarse.

Notas

  1. Cf. ARMINI, ‘Vita’,III, c.19-21.
  2. Cf. G. BOERO, ‘Sentimenti e fatti del P. Silvestro Pietrasanta della Compagnia di Gesú in difesa di S. Giuseppe Calasanzio e dell’Ordine delle Scuole Pie’ (Roma 1847); ‘Réponse du Chanoine Timon-David a la brochure intitulé: Le Pére Pietrasanta. Rectification historique par un Pére de la Compagnie de Jésus (Marsella 1890); traducción castellana: ‘Contestación del Canónigo Timón-David al folleto titulado 'El Padre Pietrasanta. Rectificación histórica por un Padre de la Compañía de Jesús'’ (Zaragoza 1905); I. DE RECALDE, ‘Une victime des Jésuites: Saint Joseph Calasanz. Le P. Pietrásanta, S. I. contre les Ecoles Pies’ (París 1929).
  3. Comentando lo ocurrido a Calasanz, escribe: 'Romanae urbis tribunalia, Summorum Pontificum Consiliarii, ipsi Summi Pontifices magnam utiqui adhibent diligentiam, ut ex veritate et justitia prócedant:...sed, Deo ipso permittente, contingere potest (et sane aliquando contigit) ut praevalente hominum malitia, justitia coram ipsis obruatur... et… putantes se iuste procedere, proindeque sine culpa, íniuste nihilominus procedant' (BENEDICTO XIV, ‘De Servorum Dei Beatificatione et Beatorum canonizatione’ [PRATI 1839-1842],.vol III, c.30, n.18). Todo ello ocurrió dice el Decano de la Rota Romana, Mons. Aldovrandi, al dar su voto favorable para declarar la heroicidad de las virtudes de Calasanz 'ad probandam Sui Servi constantiam, et ad patefaciendun illud Sac. Tribunal [del Santo oficio], quamvis alioquin spectabilissimum, non regi ab Angelis, sed ab hominibus. errare aliquando valéntibús in facto minus vere exposito' (S. GINER, ‘El Proceso de Beatificación’, p.341, n.247).
  4. Cf. BERRO II, .p.4, 26, 34, 47, 50, 59, etc.; S. GINER, o.c., p. 102, n.28.