GinerMaestro/Cap23/16

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23.16. La finalidad de la Visita Apostólica

Después de todo lo dicho respecto a Mario y sus trapacerías, no deja de sonar al menos a presunción la carta que escribió a Berro el 23 de mayo, apenas inaugurada la Visita Apostólica, exponiéndole sus ideas de reforma, frente a todo lo hecho por el Fundador y su gobierno desde el principio de la Orden. Léase:

'Desde hace mucho tiempo he deseado que nuestra Orden se librara de tantas solicitudes que impedían el servicio de Dios y del prójimo de la misma orden, y lo que más me afligía el corazón era ver qué poco espíritu había en común y en particular, lo que oprimía los ánimos de tal manera que se llegaba a concluir que ‘era necesario quitarla del mundo por no ser útil a la Santa Iglesia’, con todo y que el Instituto fuera y es santo y bueno, pero ‘no estaba bien guiado’. Ahora, con muchas fatigas mías, espero que se cumplirán mis deseos, que ‘son de dar forma a la orden, porque no se la han dado nunca’, y también para lograr lo que no se ha podido conseguir en 20 años de pontificado, que es la estabilidad de nuestra Orden, ‘y con ocasión de esta Visita se pondrá en orden y se arreglará todo’, con la misericordia de Dios… Yo he pospuesto mis intereses por el bien general de la Orden y ‘seré medio para su arreglo y no para su destrucción, como han ido diciendo algunos espíritus angélicos. El fin alaba la obra. Tenga por cierto que la Orden está tan descompuesta, que lo que se haga será casi un milagro, porque, efectivamente, no encontramos ni principio, ni medio, ni fin.'[Notas 1]

Esta carta nos parece de suma importancia, pues por primera vez se insinúa lo que se pretende con la Visita Apostólica, que no es más que una ‘reforma radical’, no porque haya relajación o inobservancia regular, sino porque se desea 'darle forma' nueva. Cabe suponer que las conversaciones de Mario con Albizzi llegaran a la conclusión de que la idea de Monseñor de 'destruir la Orden' quedara atenuada por la de 'transformarla', pero con una transformación tal que equivale a destrucción. Algunos 'espíritus angélicos' oyeron hablar a Mario del tema y lo interpretaron como 'destrucción', mientras para él era 'un arreglo' (accomodamento). De hecho, ni Albizzi, ni Pietrasanta hablarán nunca de destrucción o extinción de la Orden, sino de 'reducción' al estado primitivo, a congregación sin votos, etc. Esa transformación presentará la oportunidad de revisar puntos esenciales sobre la pobreza, o la limitación del campo de enseñanza, o las mismas Constituciones, etc. Y ello será tema de discusión y de decisiones finales.

Dice Mario que espera que con la visita se cumplan sus deseos, concebidos 'hace mucho tiempo' lo cual da pie para sospechar que si el P. Ubaldini fue destituido, sería porque no estaba de acuerdo con las ideas de Mario,[Notas 2] sobre todo después de haber hablado largo y tendido con el Fundador. Ni estaban tampoco de acuerdo los tres Asistentes, con los que era imposible llevar a ejecución la 'reforma' proyectada por Mario, 'en detrimento y ruina de la Orden' -como dijeron ellos-, y por ello fueron cesados también para dejar las manos libres a Mario y a Pietrasanta, gracias a la turbia intervención de Albizzi, capaz de obtener breves pontificios para legitimar todas las iniciativas. Es curioso, en efecto, que€ Mario comunique a Berro estas ideas el 23 de mayo, es decir, apenas dos semanas después del nombramiento de Pietrasanta. Lo cual sugiere que Mario -conocedor de la Orden- comunicara al nuevo Visitador su plan de reforma y le ganara para su causa, como había ganado ya a Mons. Asesor, a Cherubini y a Ridolfi y a algunos más. Así se explicaría también el interés de Mario en que le sucediera Cherubini, para llevar a cabo su idea de 'reforma', que otros -hasta el fin- seguirán interpretando como 'destrucción'.

Para facilitar y unificar la temática de los interrogatorios personales o comunicaciones escritas, compuso Pietrasanta un listado de 34 puntos.[Notas 3] Y es lógico suponer que para componerlo, no conociendo él afondo las Constituciones, usos y costumbres de la Orden, así como los problemas de observancia, preocupaciones dominantes, etc., se acogiera a los consejos, informes e insinuaciones de Mario, quien tuvo entonces la magnífica oportunidad de plasmar en líneas generales su plan de reforma de la Orden, según lo que acabamos de ver.

a primera observación digna de relieve es que en los 34 puntos no hay referencia alguna expresa al problema de los Clérigos Operarios, ni a 'los reclamantes', ni a las precedencias, lo cual induce a pensar que para los inspiradores del interrogatorio no eran éstos 'los principales problemas de la Orden', ni interesaba tampoco insistir en ellos -aunque luego salgan a relucir-, así como no se insiste igualmente en constatar si hay o no observancia regular. Se centra la atención principalmente en qué piensa la Orden sobre la conveniencia de cambiar ciertas disposiciones de las Constituciones, Reglas y costumbres, con una clarísima tendencia a mitigar la austeridad, moderar la pobreza, aligerar las fatigas diarias, suavizar la vida religiosa, humanizar más la existencia. Y en eso consiste, al parecer, la pretendida reforma.[Notas 4] Eran temas más apropiados pata un Capítulo General que para una Visita Apostólica, y dado que se habían tenido hacia poco dos Capítulos Generales, con una abundantísima temática, parece fuera de lugar intentar imponer desde arriba y por sorpresa, mediante un Visitador, lo que la Orden no había creído conveniente cambiar en sus Capítulos regulares.

Así se comprenden las duras palabras con que califica Berro este interrogatorio, diciendo que es fruto de una 'política maquiavélica' o 'doctrina de algún enemigo de Dios y de su Santa Iglesia', y que con ello intentaba el P. Pietrasanta 'destruere et evellere' [destruir y arrasar] la Orden de las Escuelas Pías.[Notas 5] Esto era, en palabras pobres, corregir la plana al Fundador, y, por tanto, destruir su obra. No obstante, dicho sea en honor de la verdad, que el responsable de este plan o ideólogo no era el P. Pietrasanta, sino. Mario, a cuya voluntad o capricho se inclinaron tanto Pietrasanta como Albizzi. La culpabilidad del jesuita estuvo -podríamos decir- no en imponer su voluntad omnímoda de Visitador, como le permitía el breve de nombramiento, sino en su debilidad de no haber sabido oponerse a la voluntad de Mario, Albizzi, Cherubini y haber tenido que someterse luego a las decisiones de la Comisión Pontificia, obra también de Albizzi.

Notas

  1. EC, p.2539-2540.
  2. El 20 de marzo de 1643, dos días antes de la toma de posesión del Visitador Ubaldini, escribió Mario al P. Apa, diciendo que recurrieran al Visitador sobre todo los que siempre habían deseado no sólo paz en la Orden, sino también 'que se consiga el fin que se desea del arreglo y aumento de la Orden ‘dándole un poco de forma’, que éste ha sido siempre mi propósito' (EC, p.2538).
  3. EC, p.2079-2080, n.2.
  4. De los 37 puntos, unos 20 giran en torno a esos cambios o reformas. Se pregunta sobre la validez de las Constituciones, tener entradas estables, generalato vitalicio o temporal, quién debe nombrar a los superiores, elección y duración de asistentes, suficiencia de medios para llevar una vida de perfección, formación de los religiosos… Se trata de moderar los ayunos, la austeridad en la comida y el vestido, atender mejor a los enfermos, mitigar las fatigas del trabajo diario, se cuestiona el acompañar a los niños a sus casas, tener recreo o descanso suficiente, quedar en la propia Provincia. Lógicamente, se pregunta también si se cumplen los cuatro votos, distinguiendo detalles de cada uno; si hay escándalos, persecuciones… El P. Pedro Casani escribió el 6 de febrero de 1638 que la pobre Orden no tenía mucha forma de Religión (per non haver'ella molto forma di Religíone) (EC, p.581). Pero la figura austerísima y exageradamente exigente en cuestiones de suma pobreza del P. Casani nos obliga a pensar que 'la forma' que él deseaba estaba muy lejos de la intentada por Mario. No es admisible acercar ambos personajes en este sentido (cf. PosCas, p.1196).
  5. BERRO II, p.55; EHI, p.300-301