GinerMaestro/Cap24/01

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24.01. La Comisión Diputada

Uno de los momentos más cruciales de todo este drama que estamos examinando fue, sin duda, la sesión que tuvo el día 15 de enero de 1643 la Congregación del Santo oficio, presidida por Urbano VIII. En ella se promulgó el decreto ‘In causa P. Marii’, en el que se imponía visita Apostólica a toda la orden, se suspendía al P. General y se deponía a sus cuatro Asistentes de sus respectivos cargos, nombrando al P. Mario Primer Asistente. La trascendencia de estas decisiones estaba en que, lo que hasta el momento había sido un problema personal de Mario en relación con las autoridades de la Orden, pasaba a ser un problema de la Orden en sí, pues se la destituía de sus legítimos superiores y se la sometía a visita canónica.

Era explicable que hasta entonces todo el problema estuviera en manos del Santo Oficio, pues en el fondo se trataba de una defensa a ultranza del P. Mario, como favorecido por dicho Tribunal. Pero desde este momento en que 'la causa del P. Mario' se trastocaba en causa o cuestión de toda la Orden, no parecía tan lógico que siguiera en manos del Santo Oficio. Más de un cardenal y prelado de dicho dicasterio debieron de pensar lo mismo, pero uno solo se atrevió a declararlo en una de las sesiones inmediatas, diciendo que no entendía por qué tenía que entremeterse el Santo Oficio en el gobierno de las Ordenes religiosas si había una Congregación especial para ello, o sea, la de Obispos y Regulares. Era el cardenal dominico Vicente Maculano, pero el Emo. Francisco Barberini no le dejó continuar.[Notas 1]

Cuando en 1635 Albizzi fie nombrado Asesor del Santo Oficio, Maculano llevaba ya tres años como P. Comisario, y desde entonces hubo litigios entre ambos oficiales sobre derechos de presidencia en las sesiones ordinarias de censores y calificadores. En 1641 Maculano fue hecho Cardenal y siguió perteneciendo a la Congregación del Santo Oficio y no perdía ocasión de incordiar y entorpecer las iniciativas de Albizzi, quien 'para realizar sus planes hubo de recurrir a la creación de comisiones especiales, presididas por cardenales de su elección'.[Notas 2]

Nada tiene, pues, de extraño, que la mencionada intervención de Maculano -que no ignoraba la preponderancia de Albizzi 'en la causa del P. Mario'- hiciera temer a Mons. Asesor futuras intromisiones del cardenal dominico en los asuntos de las Escuelas Pías. por lo que consiguió, con el probable apoyo del cardenal F. Barberini,[Notas 3] que el papa nombrara una ‘Comisión especial’, compuesta por miembros del Santo oficio, más o menos elegidos por él. Fueron los siguientes: cardenal Julio Roma, Presidente, en cuyo palacio tendrían lugar las reuniones de la Comisión; cardenal Bernardino Spada, cardenal Juan Bta. Pamfili, futuro Inocencio X, que no consta que asistiera nunca a las sesiones; cardenal Lelio Falconieri, que había formado parte -antes de recibir el capelo- de la Comisión Pontificia, que trató los problemas de los 'reclamantes'; cardenal Marzio Ginetti, Prefecto a su vez de la Sda. Congregación de Obispos y Regulares, Vicario de Roma, gran protector y admirador del P. General y de su Orden. A estos cinco purpurados se añadían Mons. Francisco Paolucci, Secretario de la Sda. Congregación del Concilio, que había sido miembro también de la recordada Comisión Pontificia para 'los reclamantes',[Notas 4] y el propio Mons. Albizzi, que se reservó el cargo de Secretario de esta Comisión,[Notas 5] con lo que podría hacer prevalecer más fácilmente sus opiniones.

Para hacer hincapié en el trascendental papel que desempeñó Albizzi en todo este asunto, desde el principio hasta el final, no está de más recordar que sus biógrafos y contemporáneos reconocieron sus excelentes dotes de 'hablador y orador' (loquentissimo dicitore e oratore) y su capacidad de convencer y de imponer su opinión a todos, de modo que 'su irresistible facundia parece haber sido un factor importante de su éxito, incluso en las Congregaciones romanas'.[Notas 6] Lo que tendremos ocasión de constatar en esta Comisión Cardenalicia o 'diputada'

Esta Comisión tenía por cometido examinar la situación de la Orden de las Escuelas Pías, ateniéndose particularmente a los informes del P. Visitador apostólico, y decidir los remedios pertinentes. Según Berro, en agosto de 1643 fue promulgado un breve erigiendo la Comisión y nombrando a sus miembros.[Notas 7] Por esas mismas fechas terminó Pietrasanta su visita a las casas de Roma, y creyéndose ya suficientemente enterado de toda la problemática y situación actual de la Orden, como reconocerá luego,[Notas 8] redactó un largo informe o 'relación' y la presentó a los miembros de la Comisión hacia finales de septiembre, precedida o acompañada de otra relación oral[Notas 9] que lógicamente coincidiría con la escrita.

Notas

  1. BERRO II, p.36. Al morir Urbano VIII habrá otro intento más serio de recurso a la Congregación de Religiosos (cf. G. SÁNTtHA, ‘Card. M. Ginetti et Scholae Piae’: EphCal 3 [1972] 106).
  2. L. CEYSSENS, o.c., p.87-88. Particularmente en la cuestión jansenista.
  3. Berro duda en atribuir la iniciativa entre Albizzi y el cárdenal Bárberini (cf. BERRO II, p.58).
  4. Cf. G. SÁNTHA, ‘Probatio ac institutio juniorum…’: EphCal 6 (1966) 227.
  5. Hasta nuestros días se ha mantenido el error de que el secretario de esta Comisión fue Mons. Paolucci. En 1717 apareció entre los papeles de su archivo particular, heredado por su sobrino Fabrizio Paolucci, un dossier de documentos relativos a esta Comisión, cinco de los cuales parecían ser las Actas oficiales de sesiones, redactadas por él, lo cual indujo a pensar que él había sido el secretario. Con esta convicción las publicó -incompletas- Picanyol (cf. EGC IX, p.134, 177, 210-214) y las ha vuelto a publicar íntegras Tosti, junto con los demás documentos del dossier, manteniendo la opinión de que son las actas oficiales (verbale) y que Paolucci había sido el secretario (cf. PALOLUCCI, p.2, 6, 26, 30-38, 67). Sin embargo, Picanyol, en el citado volumen de 1956 había publicado ya unas cartas en que claramente se decía que Albizzi era el secretario de dicha Comisión (cf. EGC IX, p.152-154) y lo mismo había hecho Sántha en 1959 (cf.EphCal I [1959] 11) y en 1961. En esta última ocasión publicó la interesantisima ‘Acta oficial’ de la sesión quinta, del 3 de febrero de 1646, junto con otros documentos complementarios, en la que firmaba Albizzi como secretario y se demostraba, por tanto, que las actas de Paolucci no eran las oficiales, sino meros apuntes personales (cf. EphCal 1 [1961] 28-30). Otros testimonios del propio Albizzi cf. en EC, p.68-69, n.3 y p.1088.
  6. L CEYSEENS, o.c., p.263. Cita el testimonio de varios autores. Y no sin cierta ironía añade que 'hablando siempre sin escuchar, dándose aires de saberlo todo, incluso en teología y patrología, Albizzi se sobreestimó terriblemente'.
  7. BERRO II, p.58. Sántha supone que fue a principios de septiembre, como dice Bartlik (BARTLIK, Archivum 1 [1977] 26) (G. SÁNTHA, ‘Card. M. Ginetti…’, 1.c., p.105-106). El breve no es conocido.
  8. En la circular del 7 de febrero de 1644 (EC, p.2097), de que hablaremos.
  9. Con fecha del 26 de septiembre de 1643 escribia Calasanz a Berro: 'El P. Visitador ha hecho ya la relación a los Sres. Cardenales diputados' (c.4134); y el 28 del mismo mes escribía Pietrasanta a Apa: 'por orden de N. S. he dado la relación a la Sda. Congregación' (EC, p.2084). Y en la circular del 7 de febrero de 1644 dirá que hizo la relación de viva voz, dejándola también por escrito (EC, p.2098).