GinerMaestro/Cap24/02

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24.02. La Primera Relación del P. Visitador

A nadie se le oculta la importancia de esta Primera Relación, pues en ella se refleja no precisamente el estado real de la Orden en aquellos momentos, sino la idea que se formó Pietrasanta, dados los medios y métodos empleados para informarse. No obstante, 'su idea' fue la que aceptaron los miembros de la Comisión como diagnóstico objetivo de la realidad, y sobre ella centraron sus discusiones y sus decisiones. He aquí una síntesis del larguísimo documento:

A) El Instituto de las Escuelas Pías es laudable y útil, pues

a) referente a la vida religiosa, es de mucha perfección y de pobreza y austeridad muy rigurosas;
b) referente al servicio del prójimo, el ministerio escolar, dicen personas de crédito que tal servicio era necesario en la Iglesia;
c) pero se puede dudar si el rigor de su pobreza y austeridad es adecuado a las fatigas de su ministerio. (Esta salvedad es muy importante, porque en ella se centrará la pretendida reforma institucional, querida por Mario y los suyos.)

B) La corporación -que cuenta con 500 religiosos, de los cuales más de cien están en Roma- tiene la cabeza y muchos miembros del todo sanos, 'siendo el P. General y otros religiosos de gran virtud y de bondad no ordinaria. Pero hay en todo el cuerpo actualmente una notable inquietud', a saber:

a) muchos quieren probar la nulidad de su profesión para marcharse al siglo;

b) un buen número de legos pretenden ser clérigos y luego sacerdotes;

c) estos tales reclaman la precedencia según su profesión. (Y se extiende el Visitador exponiendo las razones, causas y remedios, ya examinados y resueltos en las Comisiones Pontificias que actuaron desde 1641.)

C) Fuera de estos tres grupos de reclamantes 'hay muchos hábiles y muy buenos religiosos, y en lo que atañe al buen olor de la honestidad… encuentro generalmente que no hay nada inconveniente a su estado religioso y conservan en esto el buen nombre y la buena fama'. Pero

a) en los que gobiernan se descubre ambición y que oprimen a los súbditos, siendo muy indulgentes consigo mismos; se nota avaricia en el manejo del dinero, sospechas de beneficiar a su familia y resistencia a rendir cuentas;

b) en los súbditos, hablando en general, se nota que la pasión irascible domina a la razón, abundando las palabras y actitudes de violencia y venganza.

D) Remedios: 'abrir la puerta y dejar salir la sangre podrida e infecta, quiero decir, dar libertad de irse a quienes están a disgusto, quedando los buenos y voluntarios y arreglar la religión'. Pero

a) parecería inaceptable dejar salir a tantos religiosos de votos solemnes;

b) será factible si se acepta la opinión de 'varios y grandes teólogos' de que esta Religión no es verdadera Orden Y, Por tanto, los votos solemnes son nulos;

c) la razón está en que el breve de Gregorio XV con que confirma la Orden y aprueba las Constituciones es subrepticio y obrepticio:

subrepticio por apoyarse en la falsedad de que las Constituciones fueron hechas por el General y sus Religiosos, mientras las hizo él solo;
obrepticio por conceder lo no concedible, es decir, que el General puede despachar de la Orden y dispensar de votos solemnes;

d) por tanto, si es nulo el breve, los votos serían simples, como lo eran en la Congregación Paulina.

E) En definitiva:

a) 'yo debo suplicar, como lo hago humildemente, por la conservación de esta Religión'…, 'pues no es costumbre de la Iglesia disolver o destruir una Congregación religiosa, a no ser que esté toda depravada, de modo que no quede ni la cabeza, ni muchos miembros sanos, como yo afirmo en verdad que hay muchos con Su cabeza y Fundador en esta de las Escuelas Pías';

b) despachando a los miembros podridos se cumplirá la primera parte del programa de la Visita: ‘ut evellas et destruas’;

c) la segunda parte, ‘ut aedifices et plantes’, se obtendrá:

1) intimando un Capítulo General en el que se revisen uno a uno todos los puntos de las Constituciones y se conserven los que son 'provechosos para el fin de su vocación y a la vez practicables y atemperados a los ejercicios y ministerios que les ocupan';

2) que pidan luego al Papa la confirmación de las mismas;

así como un breve que supla las deficiencias habidas, 'fundándolos y confirmándolos de nuevo a gloria de Dios y beneficio de la Iglesia'.[Notas 1]

Presentada así la Relación en sus líneas esenciales, con sus afirmaciones o juicios globales sobre la actualidad de la Orden y sus soluciones a los problemas, cabría aceptarla como positiva, añadiendo además sus ulteriores protestas en propia defensa, de haber 'suplicado con reiteradas instancias por escrito y de viva voz a dicha Sda. Congregación [Comisión Cardenalicia] a favor de Ia conservación y arreglo de la Religión y de la reintegración del P. General en su cargo, quitándosele toda suspensión impuesta por Tribunales Superiores'.[Notas 2] Y no hay por qué dudar de estas palabras del P. Visitador, que le honran. Pero hay que matizar o resaltar los claroscuros que enturbian su Relación, pues indudablemente fue ella la que formó conciencia en la Comisión de que el estado de la Orden era tan lamentable que se podía pensar en suprimirla en absoluto o reformarla sustancialmente.

Lo primero que hay que lamentar es el método de información, que condiciona todo lo referido en la Relación. Pietrasanta lo expone en su 'autodefensa', ya aludida, diciendo que en Roma oyó a todos los que quisieron hablarle y recogió sus deposiciones por escrito, firmadas por los deponentes; no pudiendo salir de Roma, escribió carta circular, invitando a todos a escribirle lo que creyeran conveniente; nombró delegados para que visitaran ciertas casas más problemáticas, y redactó un interrogatorio de 34 puntos como base de información.[Notas 3] Lo cierto fue, sin embargo, que el control estricto que llevaron tanto el P. Mario como sobre todo el secretario de la Visita y redactor de deposiciones, P. Ridolfi, no sólo redujo considerablemente el número de los 'voluntarios' dispuestos a hablar al Visitador por miedo a represalias, sino que los 'voluntarios' mismos fueron amaestrados sobre los temas que interesaban, con miras a la reforma pretendida. Y ese mismo control, por todos sabido, influyó igualmente en las comunicaciones recibidas de fuera de Roma, reduciendo su número y condicionando su contenido.[Notas 4]

Por lo que a Roma se refiere, parece ser que de más de cien religiosos que había, sólo hablaron con el Visitador unos veinticinco.[Notas 5] Y con mucha seguridad afirman algunos que no fueron interrogados ni el P. General, ni los Asistentes viejos o nuevos, que eran los más enterados de todo.[Notas 6] De las casas de fuera de Roma, visitadas por delegados, cita Pietrasanta las de Génova y su Noviciado, Savona, Cárcare, Cáller, Pisa y Chieti, de cuyas actas de visita se sirvió también para componer la Relación -dice en su 'autodefensa' de principios de febrero de 1644.[Notas 7] . Total, siete casas, de las treinta que tenía entonces la Orden, como se recuerda en algunos memoriales.[Notas 8] Pero de esas siete casas, cuando escribió la Relación, en septiembre de 1643, no pudo tener el acta de las de Cáller y Pisa, que fueron visitadas en octubre-diciembre del mismo año.[Notas 9] . Y a duras penas podría valerse de las actas de las otras cinco casas.[Notas 10] De todo lo cual se concluye que, en definitiva, apenas si tuvo otra fuente abundante de información sobre los problemas de la Orden, viejos y nuevos, que el cerrado círculo de Mario, Cherubini y Ridolfi, a más de los pocos que ellos dejaron pasar, indujeron a hablar y amaestraron antes, según sus ideas.

En cuanto al contenido de la Relación hay que lamentar que sus informadores le presentaron los tres temas correlativos de reclamantes como si fueran conflictos actuales, con la virulencia que habían tenido en años pasados, evocando su historia, sus razones y sus causas, sin dejar en claro que ya se habían discutido y solucionado en Comisiones Pontificias especiales. Y si quedaban algunos tercos e impertinentes, no era razón para exagerar, como si nada se hubiese conseguido hasta entonces: 'Estos tres principales desórdenes -escribía- son los que alteran grandemente ahora la Religión de las Escuelas Pías'.[Notas 11] Y dedicó a la exposición de tales problemas y a sus soluciones casi seis de las ocho páginas hoy impresas de la Relación.

Eran problemas y situaciones ya superadas, como reconocían quienes levantaron su voz de protesta contra el Visitador por estas tergiversaciones y demás abusos;[Notas 12] incluso le achacaban haber permitido él y los de su gobierno ordenaciones y promociones al clericato de gente tenida por indigna e inepta en el gobierno anterior.[Notas 13] Volvieron a desempolvarse los decretos clementinos no observados; las ceremonias y exigencias de las Constituciones no observadas; los breves pontificios no atendidos; los salidos per ‘vim et metum’; apoyados en testigos falsos; las acusaciones de falta de selección y formación en los noviciados; el excesivo número de casas sin gente preparada; las dudas sobre la validez de la profesión con las consecuencias de sentirse libres de los votos; se generalizaba diciendo que la obediencia era servil, que la pobreza degeneraba en propiedad y que la castidad no era más perfecta que la de los cristianos célibes o de los ordenados ‘in sacris’, sin sentido religioso alguno.

Todo esto, sin atenuantes, sin explicaciones, sin aducir razones justificantes, ni poner en claro lo que se había resuelto y lo que había quedado aún sin resolver, no podía menos de causar -como un vulgar panfleto- una pésima impresión en la Comisión, aunque luego, tendiendo un velo sobre todo lo dicho, añadiera el Visitador que, salvo las tres clases de reclamantes, los demás eran 'muy hábiles y buenos religiosos… y generalmente -decía- veo que no hay cosa que desdiga a su estado religioso, y conservan su buen nombre y buena fama'.[Notas 14] Mas los miembros de la Comisión se quedaban sin saber la situación real de la Orden.

Uno de los aspectos más interesantes del análisis de esta Relación, considerado como posible causa o raiz de los desórdenes ocurridos, consiste -dice- 'en la cualidad misma del Instituto, que, aun siendo en sí mismo santo, en la práctica no parece discreto, al unir dos cosas difíciles de ir juntas, y son la suma austeridad en la comida y la suma fatiga, siendo su profesión extremadamente trabajosa'.[Notas 15]

Esta idea trascendental le fue inculcada al P. Pietrasanta, sin duda, por Mario y los suyos.[Notas 16] El núcleo de la reforma o reajuste,[Notas 17] pretendido por ellos y plenamente aceptado por la Comisión hasta el final, será precisamente moderar la austeridad de vida y la suma pobreza para compensar y poder soportar la dureza del propio ministerio escolar. Y en esto ciertamente la Historia dio razón a Mario y Pietrasanta, aunque a gran parte de los escolapios contemporáneos les pareciera no una reforma, sino una destrucción. No hay duda de que Mario consiguió -con el control de los que iban a hablar con el Visitador- que éste captara en toda su crudeza la austeridad de vida, como algo odiado por la mayoría. He aquí un párrafo muy realista de la Relación:

'… comúnmente ‘casi todos’ sienten repugnancia por la desnudez de pies y piernas; por la abstinencia y los ayunos que tienen cada semana, uno de ellos a pan y agua; por las tres disciplinas semanales y el cilicio los viernes; por las camisas de sayo y jergones de paja, que no se les cambian quizás en cinco o seis años; por la comida ordinaria muy ligera, que por lo general es de sobras y de géneros no comprados, de modo que con sólo nombrarlos da náuseas, etc. Y todo ello, aun los que quieran perseverar en la Religión, piden que se suavice y modere'.[Notas 18]

Si descentró anacrónicamente el P. Visitador el primer cuadro de desórdenes o inquietudes de la Orden en su Relación, al hablar de los tres tipos de reclamantes, no fue más moderado al presentar el segundo, distinguiendo entre gobernantes y súbditos. No obstante, apenas si supo disimular que la ambición de poder, la avaricia de dinero y despotismo del mando caracterizaban precisamente a los nuevos superiores, empezando por Mario y continuando por aquellos de quienes el propio Mario se lamentaba ante el General en la famosa escena que nos narró el Hº. Lorenzo Ferrari.

En cuanto a la irascibilidad y violencia de los súbditos queda muy claro que el informador principal fue el propio Mario con su Memorial calumnioso, pues tanto en los sucesos de Florencia como en otros se le presenta como víctima inocente, sin aludir a su irascibilidad -reprobada por el cardenal Barberini- y sus demás trapacerías. De otros ejemplos aducidos nos enteramos por Berro que se trataba de un enfermo ‘malenconico assai’ y de un lego indeseable, pero protegido por el Vicegerente Mons. Altieri y por el embajador de Savoia.[Notas 19] Además, la larga alusión a la actitud de protesta de los tres nuevos Asistentes contra Mario y Pietrasanta no necesita comentarios, a no ser lamentar la falta de objetividad del P. Visitador.

Respecto a los remedios propuestos, dos cosas hay que lamentar: la primera, que se pida abrir las puertas para dejar salir a todos los indeseables, 'la sangre pútrida', y aun a todos los que no estén a gusto. Y veremos que ésa será una de las soluciones definitivas. El lamento se refiere al hecho de que tanto el Fundador como los Capítulos Generales habían insistido en que se concediera al P. General usar de la facultad que le concedían las Constituciones de expulsar a los indeseables, 'al menos por una sola vez', como pedían todavía en 1641 al papa y al Cardenal Protector, antes de que se hablara de la Visita Apostólica.[Notas 20] Pero no se lo concedieron.

La segunda queja se refiere a la duda maliciosa de que las Escuelas Pías fueran verdadera y canónica Orden de votos solemnes, intentando probar que el breve de Gregorio XV (31 de enero de 1622) en que se aprobaban las Constituciones era inválido, sin citar siquiera el breve anterior (18 de noviembre de 1621) con el que había sido elevada la Congregación a Orden. Con ello facilitaban la operación de 'reducir la Orden a Congregación'. Pero era una iniquidad.

Con esta Relación Primera de Pietrasanta quedaban inmersos los miembros de la Comisión Diputada en un atmósfera confusa de elogios y vituperios a la Orden, de problemas pasados y presentes, de soluciones y remedios ambiguos, de la que no saldrían ya hasta el final.

Notas

  1. EC, p.2084-2092.
  2. EC, p.2097. Circular de Pietrasanta, del 7 de febrero de 1644.
  3. EC, p.2098. La circular aludida, con el interrogatorio, en ib., p.2078-2080.
  4. Cf. BERRO II, p.5l-53. De todo ello se le acusa en las dos famosas cartas de Baldi (EC, p.205 -207) y Nikolsburg (EC, p. 1079- 1080). No se ha conservado ninguna respuesta al cuestionario.
  5. Cf. EGC IX, p.69.
  6. Cf. EC, p.1079. Pietrasanta afirma en su Relación que habló con el Fundador sobre quién redactó las Constituciones (EC, p.2091). El Fundador escribió el 29 de agosto de 1643 que aún no ha podido hablar con el P. Visitador (c.4125). Quizás Pietrasanta sólo quiso saber de él el origen de las Constituciones. Un mes más tarde, entregada ya la Relación, el Fundador pide a los cardenales de la Comisión que 'se dignen escuchar a los Asistentes viejos y nuevos y a los provinciales informados…'> (EGC X, p.330), con lo que se concluye que no habían sido interrogados.
  7. EC, p.2098.
  8. Cf. PAOLUCCI, p.94, 103.
  9. Cf. EC, p.1508, 1512.
  10. El 11 de septiembre ya tenía las de Savona, pero quizá aún no las de Génova y Noviciado; las de Cárcare aún no se las había mandado el Visitador Gavotti (cf. EC, p.1499). El 12 de septiembre aún no había terminado la visita de Chieti el P. Provincial (cf. EC, p.2083). Y el 26 ya sabía Calasanz que Pietrasanta había entregado la Relación (c.4134).
  11. Relación 1ª. (EC, p.2088).
  12. Cf. Baldi (EC, p.208 y EGC IX, p.68). Pietrasanta dijo que los que querían probar la nulidad de su profesión eran 'molti', 'persone in numero grande' (EC, p.2086). Mons. Paolucci, que fue miembro de la Comisión especial que trató este asunto en 1639, aclara: 'Sunt satis in minori numero, ut alias ponderavi in voto meo 12 maii 1639' (son en número muy reducido) (PAOLUCCI, p.36), y eso entonces, ¡cuánto menos ahora!
  13. EC, p. 1083-1085.
  14. EC, p.2088.
  15. EC, p.2086.
  16. Véase la coincidencia casi literal entre el texto de Mario y el de Pietrasanta: '… con tutto che l’Istituto sia stato et è santo e buono, ma non era ben guidato' (Mario a Berro, en carta del 23 de mayo de 1643: EC, p.2539); 'nasce dalla qualità istessa dell’Istituto, il quale sebene per se stesso é santo, in pratica non pare sia discreto' (Relación 1ª.: EC, p.2086).
  17. Mario lo llama 'accomodamento', 'aggiustamento' (EC, p.2539, 2538).
  18. EC, p.2086.
  19. BERRO II, p.59.
  20. '… que al menos por una sola vez se hubiese podido abrir la puerta a los predichos y a otros semejantes' (EGC X, p.303); 'les parecería muy eficaz por una sola vez ‘(pro úna vice tantum)’ poderse desprender de ‘unos pocos’ sujetos singularmente inquietos y, según su parecer, incorregibles' (ib., p.306). Subrayamos unos pocos para insistir en la idea de que no era una inquietud general, sino cosa de unos pocos inquietos, en 1641. Y tanto la Visita como la Comisión no lo tomaron demasiado en serio, pues nada decidieron sobre el particular.