GinerMaestro/Cap25/06

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25.06. Los que se quedaron

No se había arrancado sólo la cizaña, ni todo el residuo era trigo, pero el campo había quedado esquilmado. No se cerró, sin embargo, ninguna casa, a pesar de la imponente desbandada, pero algunas daban lástima, si no todas. Y los rectores, aunque las casas habían sido declaradas independientes y autónomas, seguían recurriendo al depuesto P. General en demanda de ayuda, pero muchas veces inútilmente.

Desde Pieve di Cento el P. Paoletti escribía al 'P. General': 'con lágrimas en los ojos le ruego y suplico que tenga misericordia de esta pobre casa donde estoy yo solo para servir a tres enfermos en cama, a quienes no puedo dar el socorro que necesitan. Le suplico, digo, que quiera concederme algún Padre o Hermano para ayudarles un poco más'.[Notas 1] El rector de Génova, P. Juan Lucas Rapallo, le escribe el 23 de junio de 1646 diciéndole que en 'esta pobre casa arruinadísima' sólo quedan 10 religiosos, de los cuales 6 sacerdotes, mientras antes eran 20. No obstante, añade, 'hasta las vacaciones se mantendrán todas las escuelas, pero si no viene ayuda, será imposible'.[Notas 2] En noviembre obtuvo el breve y se marchó.

No faltaron dificultades de parte de algunos protectores, como la marquesa de Campi, María Paladini, que al enterarse de que la Orden había sido reducida a Congregación pensó seriamente en expulsar a los escolapios y convertir su casa de Campi en monasterio de monjas.[Notas 3] Pero se consiguió a duras penas mantener la casa.

Más dramática fue la dureza, incomprensión y prepotencia con que fueron tratados los pobres escolapios por algunos obispos locales. Berro hace el recuento de muchas casas, poniendo de relieve la relación de los obispos, y de sus vicarios generales a veces, respecto a cada una de ellas. Por una parte hay que lamentar los abusos, caprichos e intromisiones destempladas del obispo de Conversano en la casa de Turi, así como la de su vicario general y otros personajes de su curia, que se turnaban para pasar semanas y semanas en la casa escolapia a toda pensión gratuita; el vicario general de Frascati, que ordenó sin consideración alguna a Hermanos ignorantes y relajados, que no habían querido ordenar nuestros superiores; el obispo de Savona, que convirtió prácticamente el colegio en seminario diocesano; del cardenal arzobispo de Nápoles y su vicario general se lamenta mucho Berro, que residía entonces en aquella ciudad, y entre sus abusos recuerda el edicto de expulsión de todos los 'forasteros' (no napolitanos), entre los cuales estaban los PP. Berro y Caputi, que se incorporaron a la comunidad de San Pantaleón; igualmente hay quejas contra los obispos de Lecce respecto al colegio de Campi, y de Módena respecto al de Fanano.[Notas 4]

La mayoría de obispos, por el contrario, se comportaron admirablemente con los pobres escolapios de sus diócesis, como se ve por las cartas de éstos al Fundador y por el reconocimiento expreso de Berro respecto a los siguientes: el de Alba en relación al colegio de Cárcare; el cardenal arzobispo de Génova y su vicario general respecto al colegio y noviciado de la ciudad; los obispos respectivos de las casas de Narni, Poli, Moricone, Ancona, Nursia, Chieti, Nocera dei Pagani, Florencia, Pisa, islas de Sicilia y Cerdeña y los correspondientes de Germania y Poloniat[Notas 5] . En algunos sitios no llegó a publicarse el breve de reducción, o por benevolencia de los obispos, como en Florencia, Germania y Polonia, o por la de otras autoridades, como en Sicilia, de la que escribe: 'el Ilmo. y Revmo. Luis Cameros , juez de la Monarquía en dicho Reino [de Sicilia], acogió a todos nuestros religiosos bajo su protección y no permitió nunca que los Arzobispos les pusieran la mano encima, sino que quiso que fueran siempre estimados por todos como verdaderos Religiosos y por tales les mantuvo siempre hasta que el Papa Alejandro VII nos hizo la gracia de la reintegración'.[Notas 6]

La precaria situación en que quedaban las casas a medida que se iban los que conseguían el breve; la disminución de limosnas por el descrédito de la reducción de la Orden; la actitud de algunos obispos y sus vicarios contra los pobres escolapios; las amenazas y rumores que corrían de una próxima extinción irremediable fueron causa de que apareciera otra clase de enemigos preocupantes: 'los herederos'.

El 10 de marzo, seis días antes de que se firmara el breve aciago escribe un Padre de Génova al P. General que los jesuitas han hecho ya un proyecto para transformar la casa escolapia en colegio propio y tienen el dinero preparado para pagar la venta a quien fuere][Notas 7] ; en abril, los agustinos descalzos y el clero local de Nursia se disputan como un despojo la casa escolapia y al año siguiente la pretenden los capuchinos para hospicio;[Notas 8] también los agustinos descalzos presentan sus instancias a la marquesa de Campi en mayo de 1646 para entrar en posesión del colegio escolapio, mientras la marquesa piensa cederlo a unas monjas;[Notas 9] la casa de Cárcare la solicitan los franciscanos conventuales y el P. General escribe al rector, P. Ciriaco Beretta, en marzo de 1647: 'aquí se les ha desengañado, que no piensen en poner pie en ese lugar mientras haya uno solo de los nuestros que quiera quedarse';[Notas 10] también son los conventuales los que recurren al papa pidiendo el colegio de Ancona, y el papa pasa la solicitud a Albizzl quien se encarga de desengañarles;[Notas 11] en Savona son los carmelitas descalzos los que recurren al Senado local para comprar el colegio en septiembre de 1647, pero desgraciadamente el 7 de julio de 1648 explotó el polvorín de la fortaleza de S. Jorge y destrozó gran parte de la ciudad, asolando la casa escolapia, entre cuyas ruinas murieron seis religiosos;[Notas 12] en 1647 los frailes 'mínimos' de S. Francisco de Paula intentan recuperar el convento renovado que habían cedido ruinoso en Cáller para noviciado escolapio en 1645, provocando un escándalo, pero no lo lograron por la intervención de las autoridades[Notas 13] Los de Pieve di Cento temían ser despedidos simplemente por el fundador, el capitán Francisco M. Mastellari, ante la inseguridad del futuro, y se preguntaban con angustia dónde irían, si no querían pasar a otra Religión, y quién les mantendría, si las casas eran autónomas y con derecho a excluir[Notas 14]

Pasados los primeros meses de lamentaciones, humillación y desesperanza, cuando había cesado ya la desbandada, empiezan a reanimarse los perseverantes y a reorganizar sus trabajos y tareas escolares según las fuerzas vivas, y a sentirse más tranquilos y deseosos de vivir mejor su vida de observancia. Son numerosos los testimonios de esta nueva época de paz y tranquilidad, de entusiasmo y optimismo, de espíritu religioso redivivo después de la tormenta de la Visita Apostólica y el breve de destrucción.

Es interesante leer las abundantes cartas que de todas partes llegaban al Santo Viejo en este crepúsculo de su larga vida, con indudable luz de atardecer para él y de amanecer de esperanzas para sus hijos. Veamos algunos párrafos selectos:

De Génova (25 de enero de 1648): 'El Instituto, por la gracia de Dios, se ejercita bien, y aunque es tiempo de escasez, no hemos tenido nunca tanta abundancia de alumnos… En casa se vive con observancia y mediante la protección de V. P. espero ver un día exaltada la Religión'. De nuevo (15 de agosto de 1648): 'Aquí no hay nadie que haga el oficio de perturbador, y pluguiera a Dios que todas las casas tuvieran sujetos tan pacíficos como lo están en Génova, haciendo cada uno su oficio'. De Cáller (26 de enero de 1648): 'desde el tiempo en que se fundó esta casa de Cáller, en cuya fundación estuve yo, no la he visto caminar con mayor observancia de lo que camina ahora'. Y otro (23 de noviembre de 1647): 'las escuelas están, por la gracia de Dios, llenas y florecientes. Y esto es tanto más de apreciar, pues si V. P. supiera las diligencias que hacen los jesuitas para quitarnos los alumnos, se asombraría'. Y el P. Salazar (28 de diciembre de 1646): 'Aquí nadie ha salido ni al siglo ni a los conventos, ni pedido el Breve de 30 que somos…-Yo no he perdido aún la esperanza y sea lo que fuere, espero morir en las Escuelas Pías'. De Pisa escribe Michelini (6 de noviembre de 1646): 'yo no he perdido aún la esperanza y sea lo que fuere espero morir en las Escuelas Pías esta casa de Pisa se ha arreglado muy bien con gente buena y hasta ahora me parece estar en el Paraíso y espero que se siga así… queremos, en cuanto sea posible, hacer una casa de Santos, y los inquietos los mandaremos a otra parte a ejercitar su mal talento.' De Nursia (2 de septiembre de 1647): 'esta casa nuestra… me parece hoy lo mejor y la más hoy la mejor y la más tranquila para quien quiera de verdad atender a la salud de su alma y del prójimo, según profesamos'. De Campi (1 de mayo de 1646): 'las escuelas, por gracia de Dios, van muy bien ahora, y hay más de cien alumnos, no habiendo llegado nunca a tantos'. De Fanano (22 de septiembre de 1646): 'nosotros estamos aún con aquella observancia antigua, o mejor dicho, ordinaria, que la casa de Fanano ha profesado siempre. Aquí no se omite ninguno de los ejercicios de costumbre…'. De Cárcare (30 de mayo de 1646): 'no se omite nuestro acostumbrado modo de vivir, tanto de las escuelas, como del resto. Y así pensamos hacer siempre'. El rector de la Duquesca, de Nápoles (13 de junio de 1646): 'Procuro, para la gloria de Dios, que la casa y las escuelas vayan con toda exactitud en la observancia... El ábaco está llenísimo, con más de setenta muchachos que prometen mucho… y las otras 5 clases bien arregladas, la iglesia bien servida… las limosnas llegan… se está con gran paz'. Y el rector de Puerta Real, de Nápoles también (24 de abril de 1648): 'en cuanto a reanudar el instituto con mayor fervor, en mi casa, por la gracia de Dios, no sólo no se ha interrumpido, sino que se hace con mayor provecho por la diligencia de los Padres y Hermanos, que lo han tomado siempre muy a pecho. En efecto, ha aumentado el número de alumnos… y los oratorios y doctrinas se mantienen, con confesiones, comuniones y con catecismo diario a los alumnos… y la familia es de 23 personas'. Y Michelini, resumiendo (20 de octubre de 1646): 'Espero en Dios, que nuestras cosas, es decir, su obra irá adelante mejor que antes, pues con esta puerta abierta se va purgando la Religión de aquella escoria que tenía infecto todo el cuerpo y lo volvía impotente para acciones virtuosas. No me perturba la salida de la gente, por el contrario, me anima a Ia esperanza o espectación de personas fervorosas, con cuyo ejemplo pueda yo volver o al menos encaminarme mayormente haCia el espíritu de nuestra primitiva iglesia, del cual cuando me acuerdo, suspiro y lloro mi desgracia'.[Notas 15]

Indudablemente, los que se quedaron supieron mantener o recuperar el espíritu de la Orden, cumplir con fidelidad, con esfuerzo heroico y con plena esperanza en el futuro de la misión propia de la Orden, sin cerrar -repitámoslo- ni una sola de las casas en el crítico decenio de la reducción inocenciana. Estas cartas preciosas serían para el Santo Viejo un consuelo para las amarguras de su alma, e incluso un alivio físico para sus dolores de hígado, más eficaz que las placas de mármol que solía aplicarse como remedio.

Notas

  1. EHI, p.1577. Al P. Vicente Paoletti le llama una nota necrológica 'religiosu ejemplar y de eximia caridad con los enfermos'. Murió en 1683, a sus 66 años, rector de Pieve di Cento, de fiebre maligna contraída asistiendo a enfermos (ib., p.1578).
  2. EHI, p.1759-1762 y la carta siguiente, p.1762-1764.
  3. Cf. EHI, p.1383 y 2068; c.4371.
  4. Cf. BERRO III, p.27-68; c.4352.
  5. Ib., p.26-27, 30,69-75, 78-94; BARTLIK: Archivum 4 (1978) 148-151; 167-170. No faltan a veces quejas aisladas contra algunos de estos obispos, que Berro alaba en general, como es el caso del arzobispo de Génova (cf. EHI, p.149), o el de Cáller en 1648N- (ib., p.469-470). Por otra parte, hay también alabanzas al arzobispo de Nápoles en los primeros meses (Ib., p.496-499).
  6. BERRO III, p.85. Se confirma la noticia en CCP, let.96, 97,102. Del arzobispo de Florencia Niccolini dice: 'no podemos menos de alabarlo mucho mucho, porque ni publicó el Breve, ni hizo acto alguno de jurisdicción, dejando a nuestros religiosos en su estado regular, exento de la jurisdicción del Ordinario…' (ib., p.79). De Germania y Polonia dice: 'No faltaron tribulaciones en todas aquellas partes, aunque nunca fue publicado por los Ordinarios del lugar el Breve reductivo de la Orden en Congregación' (ib., p.90).
  7. Cf. EHI, p.1340-1341.
  8. Cf. EHI, p.184 y 2140.
  9. Cf. EHI, p.1385, 1383,2068.
  10. C.4443 y EHI, p.281.
  11. Cf. BERRO III, p.11-12.
  12. Cf. CCP, p.345 y EHI, p.403 y 386. El colegio fue reconstruido por los escolapios.
  13. El P. Battaglione se lo comunicaba a Calasanz en castellano local: 'Seppa, pues, como a los 24 del passado en el amaneçer nos saltearon todos los frayles de San Francisco de Paula con armas y garrotes muy gruessos, dando grandes bozes, diziendo que querían a su Convento…' (EHI, p.205). Más detalles en ib., p.1900-1902.
  14. Cf. EHI, p.1437.
  15. EHI. p. 403-404, 391, 1269, 832, 1898, 1456, 2139, 1383, 1584, 276, 1404, 882, 1434