HB23/BREZNO/SOBRE LOS DIEZMOS

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SOBRE LOS DIEZMOS

Después de que se estabilizó de la manera dicha la situación de los padres citados, tenían que buscarse la manera de vivir, pues no eran suficientes los ingresos de estola, y en otras partes no recibían nada los párrocos, ni en Brezno ni en otros lugares, por lo que había que mirar de conseguir los diezmos, que entonces recibía la Cámara de Banska Bystrica para Su Majestad Imperial, de modo que los diezmos de Brezno los cedieran a los Padres de las Escuelas Pías para su sustento. A petición del P. Provincial, decidió su Majestad Imperial que los diezmos de Brezno se cedieran para el sustento de los Padres de las Escuelas Pías, la misma cosa que pretendían todos los párrocos del condado de Zvolen. Por lo tanto por nuestra parte no se llevó a cabo la resolución, pues los demás párrocos elevaron una petición en el mismo sentido, y a ella se oponía el Sr. Prefecto de la Cámara de Bansca Bystrica, a causa de la incertidumbre sobre si les correspondían a los párrocos o no. Y para tranquilizar a los párrocos, y para evitar a los superiores las molestias de enviar memoriales, hizo una protesta solemne el citado Sr. Prefecto, por medio de dos nobles en el castillo de Turocz, para que los párrocos no se inmiscuyesen en recoger los diezmos, sino que se atuviesen a lo pactado, y envió una carta de inhibición a todas las parroquias en los términos siguientes:

“Yo, el infrascrito, por las presentes me hago cargo del cobro de los diezmos pactados en el Señorío de Lipschen por parte de los Sres. Plebanos y Párrocos, a causa de que, habiéndole pedido al Rvmo. Sr. Archidiácono cartas del archivo del Venerable Cabildo en las que debieran figurar claramente que los diezmos del Señorío pertenecen a las parroquias, no las han presentado. Protestando que si los Sres. Plebanos y párrocos se atrevieran a cobrarlos, sin el conocimiento y el acuerdo de la Cámara de la Sagrada Majestad, sin embargo la Cámara debería colectar los depósitos pactados por medio del Generoso Sr. Vizconde; la Cámara siempre ha estado en condiciones de pagar lo pactado, aunque le resultara difícil. Este negocio ha de tenerlo en cuenta el Rvmo. Sr. Archidiácono, si quiere gozar de los réditos: ha de satisfacer las cargas, y gestionar el cuidado de sus parroquias.
Banska Bystrica, 17 de mayo de 1674. El Consejero de la Sacra Imperial y Real Majestad,y Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica, Juan Jorge Schultz”.

En este tiempo se dio una carta testimonial por parte del Excmo. Príncipe el Arzobispo al Sr. Párroco de Ponika Jacobo Delade, según la cual en otro tiempo en el condado de Zvolen los diezmos correspondían a los párrocos, y que se retiraron sólo en tiempo de su antecesor por parte de los herejes. Se presentó al Mgfco. Sr. Prefecto, quien además recibió otra carta de la Cámara de la Corte para que arreglase este asunto con los párrocos, a los que no quería ceder los diezmos, sino que ofrecía 100 imperiales anuales para sustentar a cada persona, a cobrar de la fortaleza de Lipschen. Pero los párrocos no estaban satisfechos con ello, por lo que recurrieron a la disposición de los superiores. Después de tener una conferencia, delegaron a dos de ellos, a los cuales se añadió un tercero, el P. Nicolás, a causa de los diezmos de la parroquia de Predajna, pero a mitad de camino, por falta de recursos, se volvió. Los restantes Sres. Párrocos entregaron la carta testimonial del Excelso Príncipe, insistiendo en que, de memoria de hombres, en el Condado de Zvolen los diezmos siempre habían correspondido a los párrocos, y me parece que no estará de más copiar el documento correspondiente:

“Nos, Jorge Szelepcheny, por la misericordia divina Arzobispo de la Iglesia metropolitana de Esztergom, a tenor de las siguientes reconocemos que el Archidiácono de Zvolien siempre, desde memoria de hombres, solía ceder y arrendar los diezmos del condado de Zvolen y el Señorío de Lipschen a nadie más que a los párrocos, según lo que se había pactado desde antiguo y siempre se había observado. Sucedió luego que aquellas parroquias y su administración vinieron a párrocos acatólicos, y la Generosa Dña. Catalina Szeczy, viuda del Mgfco. D. Juan Hysty, señora entonces de esta fortaleza y del Señorío de Lipschen, se convirtió. Entonces nuestro predecesor de piadosa memoria Jorge Lipay, arzbosipo de Esztergom, queriendo presionar por medio de este hecho a los párrocos acatólicos, mandó al Archidiácono de Zvolen que los citados diezmos no los cobraran los párrocos acatólicos, sino la citada Catalina Szeczy, como señora temporal. Como Dios ha propiciado que aquellas parroquias volvieran de nuevo al seno de la Madre Iglesia, los diezmos mencionados deben volver a los párrocos católicos, como siempre ha sido. Como por otro lado los citados párrocos apenas reciben ningún salario de sus parroquianos, deben sustentarse de los diezmos. Queda al arbitrio del Archidiácono de Zvolen si aquellos diezmos deben arrendarse a eclesiásticos mejor que a seglares, mediante el testimonio de la nuestra.
En nuestra Curia arzobispal de Bratislava, 24 de junio de 1674.
Jorge Szelepcheny, Arzobispo de Esztergom. Juan Lapszansky la corrigió”.

Esto es lo que se pidió claramente según la carta testimonial por parte del Venerable Cabildo de Esztergom, la víspera de los Santos Pedro y Pablo del año 1674 en Trnava.

Como todos los medios y recursos empleados hasta ahora eran recibidos por oídos sordos, y ya las cosechas estaban madurando, y casi no tenían esperanza, todos los párrocos se pusieron de acuerdo en presentar una nueva instancia, y con los votos de todos se delegó para este asunto al P. Nicolás, quien partió pobre, a pie, confiando mientras tanto las ovejas de su parroquia, en lo que se refiere a sacramentos, a los párrocos vecinos. En cuanto a sacramentales, dio instrucciones a su compañero de misión el H. Lamberto. El cual tuvo que resolver las dificultades normales y las extraordinarias; se vio sometido a peligros al vadear ríos; al peligro de ladrones, salteadores y turcos; molestias del clima… y llegó a Trnava, donde por otra parte con la ayuda del Rvmo. e Ilmo. D. Jorge Porgracz, Custodio del Venerable Cabildo de Esztergom, y del Rvmo. Rodek, Canónigo y secretario, hizo otra copia auténtica del testimonio anterior, con sello, y además pidió al Rvmo. D. Juan Sessy, Archidiácono de Zale, casi ya moribundo, una carta a la Cámara de la Corte que decía lo siguiente:

“Excmos. e Ilmos. Sres. Patronos, de toda mi consideración.
No dudo que Vuestras Excelencias saben lo que la Sacra Imperial y Real Majestad intenta. Pues como la intención de la Sacra Imperial y Real Majestad es volver a instalar la religión verdadera, y para ello ha llamado a los territorios de la Sacra Imperial y Real Majestad a sacerdotes de la S. Romana Iglesia, y les ha pedido que se apresuren con su trabajo, y lo hagan con peligro de su fortuna y de su vida. No sé con qué consejo, en contra del derecho y la intención de la Sacra Imperial y Real Majestad, de cuya clementísima piedad tenemos constancia, el Mgfco. Sr. Juan Jorge Schultz, Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica, sin consultar al propietario de los diezmos del Señorío, que soy yo, el Archidiácono de Zvolen, se atreve a disponer de los diezmos de las parroquias en el condado de Zvolen, y a disponer de las cosas pactadas dependientes, mandando que escriban unas cartas de renuncia los párrocos para que no me paguen a mí los diezmos parroquiales acordados, sino que pasen por medio del vizconde de este condado. Cartas escritas bajo protesta en el condado de Turocz, por lo que si los Sres. Párrocos del Señorío de Lipschen pagasen las cosas pactadas conmigo a ese oficial diputado, sin embargo los diezmos recogidos por la Cámara de Bansca Bystrica, y lo pactado se lo pagaran al vizconde, como esto lo prohíbe expresamente el Estatuto de Bratislava del año 1648, art. 61, y el del año 1550, art. 17, y también el de 1609, art. 17, ruego a Vuestras Excelencias que se dignen ordenar al citado M. Sr. Prefecto citado más arriba que no sólo no impida que se me paguen las deudas que se me deben según lo pactado, sino que procure dar a las parroquias lo que ahora les retiene.
Yo ofrezco mis oraciones por Vuestras Excelencias.
Trnava, 30 de julio de 1674. Servidor en Cristo de Vuestras Excelencias,
Juan Sassy, Archidiácono de Zvolen”.

Provisto con esta carta, el P. Nicolás se dirigió a Bratislava y fue paternalmente recibido por el Excelso Príncipe el Arzobispo, y fue su huésped durante tres días, durante los cuales le concedió todo lo que le pidió, concretamente la confirmación de sus facultades concedidas por el Papa, durante la ausencia de Su Excelencia; leer libros heréticos; y reconciliar en todos los casos en los que no es exigida la unción. Además le entregó graciosamente una carta con su delegación, que decía lo siguiente:

“Excmos., Ilmos., Ilustres y Magfcos. Sres. Encargados, de toda mi consideración.
La Iglesia de Esztergom desde antiguo tenía pactado ceder algunos diezmos a sus párrocos más pobres, y los pactos siguen válidos hasta el día de hoy. Luego ocurrió que cuando los herejes aumentaron su poder, introdujeron predicadores en lugar de los párrocos católicos, los cuales, a causa de aquellos pactos, se apoderaron violentamente de aquellos diezmos. Para evitar ese perjuicio (para no dar a los perros el pan de los hijos) mi predecesor y yo concedimos los citados diezmos a señores terrenos católicos, convertidos entonces. Después que por gracia y obra de Dios los predicadores han sido expulsados, y que párrocos católicos los sustituyeron, la ínclita Cámara de Bansca Bystrica, que recibía los bienes, se niega a devolver aquellos diezmos pactados a los párrocos católicos, no sin grave y evidente prejuicio para la citada Iglesia de Esztergom, la cual es propietaria y señora terrena de aquellos diezmos. Como además conozco la pobreza de los párrocos que se sustentan en aquellos lugares de estos diezmos, exijo su restitución, y pido que se tengan en cuenta los diversos privilegios reales de la Archidiócesis de Esztergom, y que según derecho se cedan los diezmos pactados a los citados párrocos católicos.
Consideré necesario rogar a Vuestras Excelencias, Ilustrísimas, Ilustres y Magníficas Señorías que se dignen pedir al Sr. Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica que el dinero que ha recibido de los diezmos pactados lo entregue a los citados párrocos católicos, según lo pactado y las antiguas costumbres y constituciones, y que les permita disfrutar de los diezmos y otros beneficios, o de lo contrario tendré que recurrir a los tribunales de mi Iglesia, o a otros medios, por lo que no dudo que el citado Sr. Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica no se opondrá, pues oí que declaró que actuaba por mandato de Vuestras Excmas., Ilmas., Muy Ilustres y Magfcas. Señorías, que le informaron a él en ese sentido. Por su favor y benevolencia, quedo de Vuestras Excmas., Ilmas., Muy Ilustres y Magfcas. Señorías su servidor afectísimo,
Jorge Szlepcheny, Arzobispo de Esztergom.”

Provisto de este escrito, el P. Nicolás se puso audazmente en camino hacia Viena, no sin contar con el consejo del Presidente de la Cámara de Hungría el Conde de Kollonitz, que ya otras veces le había disuadido de hacerlo, y le había prometido una carta al Magnífico Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica, para que cediera totalmente los diezmos de Brezno a los PP. de las Escuelas Pías, para que se los devolvieran cuanto antes, a lo cual añadió un libro de sermones en eslavo y doce catecismos. Aseguró que él no sabía anda de un decreto de Su S. Majestad en relación con cedernos los diezmos a nuestra Orden. Declaró que la primera cosa era pedirlo por escrito a la Excelsa Cámara, y prometió su ayuda para conseguirlo. Para no complicar las cosas, esta era la única esperanza para volver a lo pactado; la de Viena era la última piedra a remover, por lo que decidió evitarse problemas. Estando así las cosas, siendo rechazados sus pasos por unos y otros magnates, al fin y no sin dificultades se dirigió con un memorial al Excmo. Sr. Presidente el Conde de Czicendorff, y tras entregarlo recibió la respuesta cinco días más tarde. El memorial decía lo siguiente:

“Excmas., Ilmas., Muy Ilustres y Magfcas. Señorías, patronos de toda mi consideración.
Después de otras súplicas, con las cuales hemos molestado a Vuestras Excelencias, os presentamos las presentes, para conseguir algún acuerdo acerca de que podamos recibir nuestros diezmos, fundados tanto en el derecho divino como en el del Estatuto del Smo. Reino de Hungría, lib. 2, c. 52. Pues nos enteramos que habían sido concedidos por la benigna, clementísima generosidad de su S. Imperial Majestad desde antiguo para mantener la fe verdadera a los que trabajaban en el condado de Zvolen. Sin embargo el Mgfco. Sr. Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica sólo ponía obstáculos para ello, pues decía que no le constaba el fundamento para ello. Necesitábamos un testimonio del Cabildo de Esztergom sobre cómo estaba la cuestión de los diezmos, según el estatuto de Bratislava, en 1648, y cómo solía arrendarlas la Iglesia, para eliminar esta dificultad. Además pedimos una carta al Rvmo. Archidiácono, y para conseguirla enviamos a nuestra costa a dos miembros al Venerable Cabildo de Esztergom, los cuales fueron con peligro de su vida, y de ser cruelmente despojados por los ladrones. Por fin conseguimos los testimonios, sellados, tanto del Excelso Príncipe como del Cabildo. Sin embargo el Mgfco. Sr. Prefecto no quiso saber nada del estatuto citado, pues no convenía a sus intereses, ya que le condena a la doble restitución. Por lo cual no sólo añadió la dificultad en relación con ello, sino que sin el permiso de Vuestra Excelencia, en cuanto Excelsa Cámara Apostólica Real, no sólo no hizo lo que debía, sino que además secuestro los diezmos de las parroquias de Lipchen del presente año, mandándolos llevar al a fortaleza de Lipchen. Por esta orden, lo que nos corresponde a nosotros según el decreto de la S. C. Real Majestad acerca de los diezmos de Brezno que deben ser dados al párroco católico (como lo era el P. Nicolás de la Inm. Concepción, con su compañero el P. Simón del Seráfico S. Francisco de las Escuelas Pías, según la patente legítima de investidura dada por el Excelso Príncipe Arzobispo de Esztergom, e instalado por el Muy Rev. Vice-Archidiácono de Zvolen), de los cuales nunca estuvo en posesión la Ínclita Cámara, sino que a causa de los daños de los bosques se los concedió por un tiempo la Ínclita Cámara de Banska Bystrica, y que él retiene, como propietario abusivo de los diezmos, y también sin conocer apenas al párroco citado, y mezclándose en el tema del contrato que estableció la ciudad de Brezno con los párrocos católicos.
Por lo cual suplicamos humildemente a Vtras. Exclas. que se dignen ordenarle que no retenga los diezmos en especie de este año que nos corresponden a nosotros, que trabajamos con todas nuestras fuerzas en la conversión de las almas, y que nos compense debidamente por los trabajos de este año a los que hemos trabajado tanto en Lypchen como en Brezno. Al Rvdo. Párroco de Lypchen que se le den los diezmos tanto de este año como del pasado, recibidos de los campos entregados por los colonos a la fortaleza, insistiendo en el Decreto de Bratislava de 1563, art. 69 y 70.
Por lo que obtengamos de Vras. Exclas. les devolveremos al máximo nuestros obsequios sacerdotales y religiosos. De Vuestras Excelencias los humildísimos capellanes del Condado de Zvolien”.

Tras entregar todas estas cartas, mientras esperaba la respuesta, era sustentado por la caridad de los PP. Carmelitas.

Amaneció el 30 de julio, y habiendo sido recibida la relación por la excelsa Cámara, benignamente resolvió Su S. Majestad que, en caso de que el primer decreto se hubiera perdido, decretaba un segundo, para que se entreguen los diezmos a la parroquia, y se devuelva lo que se haya tomado, y se considere nulo el contrato con los ciudadanos de Brezno, sino que todo el diezmo se entregue a los Padres Escolapios. Se le informó al P. Nicolás el cual quería llevar una copia al volver sobre cómo se había resuelto el asunto, y para conseguir la copia pagó el P. Nicolás al secretario anticipando el gasto con las limosnas que había recibido, para tener antes la copia, que fue enviada luego a Banska Bystrica, y decía lo siguiente:

“Saludos y pronto servicio por nuestra parte. A propósito del asunto de la devolución de los diezmos en el Señorío de Lipchen a los párrocos católicos, según la auténtica práctica, su Majestad Imperial y Sr. Nuestro clementísimo fue informado. El cual decidió clementemente, a causa de su deseo de promover el culto divino y los intereses católicos por todos los medios, que se consideraran nulos los acuerdos recientes en cuanto a tales diezmos, y que se volviera a la costumbre antigua, y que los diezmos deben devolverse, pues así lo ha ordenado ya Su Majestad Imperial y Real a la Cámara de la Montaña de Banska Bystrica, por lo cual nosotros informamos con esta carta Vuestra Ilma. y Rvma. Señoría Arzobispal, pues nos pareció que debíamos hacerlo.
Deseamos que Vtra. Ilma. y Rvma. Señoría siga con buena salud. En Viena, a 3 de agosto de 1674.
Nos, el Prefecto, el viceprefecto y los demás consejeros de la Cámara de la Corte de la Sacra Imperial y Real Majestad”.

Son de mucho mérito los esfuerzos sangrientos, las fatigas inexplicables, la paciencia adamantina, y el feliz resultado del P. Nicolás de la Concepción de la B.V.M., varón verdaderamente religioso, de mucho mérito tanto para la Orden como para la residencia, pues sus fundamentos se basan en lo que él hizo. Siguen las obras y la habilidad de su compañero el P. Simón del Seráfico S. Francisco, el cual se dedicó a conocer a fondo las cosas, y no creía que ante tanto esfuerzo debiera guardarse silencio. Este padre llegó en 1674, en el mes de enero, el sábado antes del domingo de Epifanía al señorío de Brezno, enviado por una carta obediencial del P. Provincial Pablo de la Natividad de la B.V. desde la parroquia de Mitrika, bastante amplia, y preparado por el tiempo pasado de dos meses anteriormente para llevar a cabo los ejercicios católicos. En primer lugar se propuso que lo que no había podido abolir o introducir el P. Nicolás, tal como se ha dicho más arriba, él lo arrancaría e implantaría con nuevas fuerzas. Así que en primer lugar introdujo los funerales a la manera católica, como se ha dicho antes, en lugar de los sermones fúnebres y los ofertorios de los oficios luteranos, con el uso de campanas; eliminó totalmente las escuelas privadas luteranas, y en ellas promovió las oraciones y la predicación en ellas, introduciendo las escuelas católicas según nuestros instituto, y otras prácticas piadosas, informando de ellos al P. Rector y a los profesores de Brezno y de Bratislava. Ofreció a los matrimonios privados que se presentaran ante la faz de la Iglesia, y consiguió que siguieran el rito católico. Según la orden del P. Provincial, se esforzó en lograr que poco a poco los herejes renunciaran a sus solemnidades fúnebres, y que hicieran los entierros en la parte fuera de la ciudad destinada para ello. Promovió la música en la iglesia; se esforzó y procuró introducir a los estudiantes en las prácticas católicas. Y aunque por ello consiguió la aversión de los acatólicos, sin embargo no omitió nada para intentar con sus argumentos y su soledad pastoral captarse la benevolencia de los ciudadanos. Con su prudente pastoreo consiguió el efecto deseado, como se ve por la correspondencia entre la Ínclita Cámara de Hungría y los ciudadanos, con el mandato de que la ciudad reciba un Notario católico, en respuesta a otra carta en la que decían que no habían encontrado ningún católico susceptible de desempeñar tal cargo entre los ciudadanos. A esta carta, le sucedió la siguiente respuesta:

“Reverendísimo Padre de toda nuestra consideración,
Saludos y pronto servicio por nuestra parte.
Recibimos la carta de V. Pat. escrita en Brezno el 10 de los presentes, en la que nos informaba que el senado de esa ciudad no ve ningún ciudadano católico en ella apto para el oficio de notario. También Vuestra Paternidad reconoció que entre los ciudadanos era difícil encontrar alguno para ese puesto, por lo que requerimos de nuevo a la citada ciudad que para llevar a cabo la deseada restauración encuentren antes de que termine el plazo señalado una persona católica hábil para el cargo, y que Vuestra Paternidad coopere con ellos para lograrlo, buscando una persona hábil para el cargo entre aquellos de ellos más dispuestos a abrazar la fe católica, y esperamos y deseamos que esto se logre.
Bratislava, 22 de febrero de 1674.
Nos, el prefecto y los consejeros de la Cámara Húngara de la Sacra Imp. y Real Majestad”.

Estimulado y como espoleado ardientemente por el fervor de la Suprema Cámara, comenzó a promover la cosa católica, y después de concluir las ceremonias de la Semana Santa, convirtió a casi todo el barrio vecino, principalmente a los oficiales de los montes de la Sta. Imperial Majestad en Benust, Daniel Tayner, anciano de mucha edad, que tenía más de cien años, y su nieto Hronecz o Matías Posch, que aceptó ser puesto en el índice de los neo conversos. Lo confirmó la carta del Sr. Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica, que decía lo siguiente:

“Muy Rvdo. P. en Cristo, de toda mi consideración.
No sé qué responder a su gratísima carta, sino que doy muchas gracias por la gente de Benust y Nigrotonen, cuya conversión me ha alegrado mucho, y en particular la del anciano Tayner, porque no dudo que ahora seguirán todos los demás. Matías Posch y Jeremías Tayner llegan al término de su cargo el domingo próximo; hasta que sean incorporados, deben abandonar el servicio de Su Majestad, tengo otros para ponerlos como maestros en su lugar. Prometí a mis trabajadores la conversión más que notable de los conversos, y se alegraron.
Por lo demás me confío a sus oraciones.
Banka Bystrica, 12 de abril de 1674. A disposición de V. Reverencia, su siervo
F. Jorge Schultz.”

Llegó luego la fiesta de Corpus Christi, para la cual según el rito católico estableció una procesión por la ciudad con el Santísimo con cuatro estaciones adornadas, y también una peregrinación a Polonka, que adornó con todo el aparato y esplendor que pudo. Quizás como fruto de sus labores, por fin le llegó carta con la resolución de su S. Majestad acerca de los diezmos que debían darse a las Escuelas Pías, enviada por el Sr. Prefecto de Su Majestad. Decía lo siguiente:

“Muy Rvdo. Padre en Cristo, de toda mi consideración.
Aquí le envío la resolución de su S. Majestad, en la cual puede ver que Su Majestad manda que ceda los diezmos a los PP. de las Escuelas Pías. Por lo cual V. Paternidad podrá ponerse de acuerdo con la ciudad de Brezno en lo relativo a los diezmos, según les convenga. Por lo demás le deseo que siga bien y me encomiendo a sus misas.
En Banska Bystrica, a 11 de julio de 1674. Servidor de Vuestra Reverencia,
Juan Jorge Schultz”.

La resolución sobre los diezmos dice como sigue:

“Leopoldo, Emperador de Romanos por la gracia de Dios, siempre Augusto.
Querido y fiel, se nos ha presentado una cuestión de nuestra Cámara Imperial sobre la concesión a unos religiosos católicos de los diezmos parroquiales, y de un contrato que se había hecho con la ciudad de Brezno acerca de los daños de los bosques, en marzo de este año 1674, para que se vea qué hacer. Ya antes estudiamos el caso, y después de informarnos bien decidimos clementísimamente que se concedan los diezmos a los Padres de las Escuelas Pías, en tanto instalados como párrocos de Brezno, según la intención del fundador, para que se dediquen a la propagación de la fe católica y la salvación de las almas. En cuanto a los 600 imperiales acordados por los daños de los bosques y que se pueden exigir a la ciudad de Brezno, Nos gracioscísimamente los damos por pagados. Te rogamos que transmitas esta resolución nuestra a los Padres de las Escuelas Pías, y que vigiles para que se cumpla exactamente, y que en el futuro veas tú cómo proveer para los daños de los bosques, de lo que nos informarás debidamente. Esperamos que sigas fiel y exactamente nuestras instrucciones.
En nuestra ciudad de Viena, a 23 de junio de 1674, año 17º como Rey de Romanos, 19º como Rey de Hungría, y 15º como Rey de Bohemia.
Leopoldo m.p. Jorge Luis, Conde de Zinzendorff, por mandato del Clementísimo Emperador.
Esta copia corresponde en todo con el original, cosa que testifico con mi firma. Juan Rochcz, secretario de la Cámara. Jacobo Teoboaldo Mayer, secretario”.

Estando ya la cosa madura y a punto, era necesario pedir un consejo, por lo que envió una carta al Padre Provincial, quien confió el arreglo de la cosa al Magnífico Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica, como patrono de nuestros intereses, de quien recibió la respuesta siguiente:

“Reverendísimo Padre en Cristo, de toda mi consideración,
El juez y el Senado de Brezno me enviaron la carta de Vuestra Paternidad, en la que se ve la confianza que tiene en mí, para ver cómo arreglar la cuestión de los diezmos. Le explicaré francamente mi manera de pensar. A mí me parece que hay que actuar del siguiente modo con estos ciudadanos para que estén contentos con los Reverendos Padres y los admitan y llamen, teniendo en cuenta que algunos de Brezno desean otra cosa, puesto que gozan del derecho de presentación. La Cámara de Banska Bystrica durante dos años tomó una resolución con respecto a aquellos diezmos, que por otra parte los ciudadanos no se preocuparon especialmente por observar, y que consistió en subarrendar los diezmos del primer año por 300 cubos de centeno y otros tantos de avena, y el segundo año (de lo que se quejaron un tanto) por 500 cubos de centeno y 200 de avena. Ahora calculo que ellos ofrecerán a los padres de 400 a 450 FR, quizás hasta 500. A entregarse en Kosice. Y si uno los dos años de de la Cámara, la media, según el precio actual, no pasa de 500 FR. Si los Rvdos. Padres están satisfechos con este acuerdo, les servirá para captar la benevolencia y obtener más fácilmente su estabilización, y no serán perjudicados en el futuro si arreglan ahora el tema de los diezmos, mostrando más interés por ganar almas que por el dinero. Vuestra Paternidad podrá enviar su resolución al P. Simón.
Por lo demás me encomiendo a las misas de V.P. En Banska Bystrica, a 29 de julio de 1674.
Servido obligado de V. paternidad, Juan Jorge Schutz”.

Después de recibir esta información, el P. Provincial vino con el P. Miguel de la Visitación de la B.V.M. su Asistente, y dos Padres, el P. Francisco de S. Wenceslao de Bardejov, y el P. Tomás de Pablonice como compañeros, e hizo un contrato con los ciudadanos de la forma siguiente:

“Yo, el infrascrito, atestiguo con este recibo que llegué a un acuerdo con la Real y Libre ciudad de Brezno en relación con los diezmos del presente año 1674, vendiendo los diezmos por 450 FR en dinero. La ciudad considerará los 7 áureos, gastos del Rvdo. P. Simón del Sr. S. Francisco, párroco actual, por comer en la posada, pagados. A la suma anterior, la Real y Libre añade grano, concretamente 20 cuartales de centeno, 4 de trigo y 12 de avena. En fe de lo cual lo firmé el 13 de agosto de 1674, en Brezno.
Pablo de la Natividad de la B.V.M., Prepósito Provincial de las Escuelas Pías”

Arregladas así las cosas, tal como se ha dicho, se fue el P. Provincial, llevando consigo al P. Simón, a causa de su mala salud. En su lugar le sustituyó el P. Nicolás, que hasta entonces había sido párroco de Lopej. Cuánto agradó la noticia a la ciudad se ve en el detalle de que enviaron un carro para enviarlo a buscar, siendo su compañero el P. Tomás. El P. Provincial confió las parroquias de Lopej y Predajna al P. Francisco, dejando otras disposiciones para más adelante, y fue a Prievidza. Ocurrió esto el 25 de agosto de 1674.

Por estas fechas se ordenó una visita a las parroquias consagradas que habían vuelto al rito católico, por orden de la Sacra I. Real Majestad. El Sr. Comisario de la visita envió la siguiente carta anunciándolo:

“Muy Rvdos. Padres y Venerables hermanos en Cristo, de toda mi consideración.
P.C. Hacemos saber a Vuestras Señorías que por orden de la S.I. Real Majestad comenzaremos la visita de las iglesias de este ínclito condado de Zvolen aquí en Bucza. Por lo tanto Vuestras Reverendas Señorías estén preparadas para que cuando hagamos la visita, según un orden que daremos a conocer, podamos avanzar sin pérdida de tiempo. Anoten el número de almas, desde el más pequeño al más viejo, católicos y no católicos; los bienes e ingresos de la iglesia, tanto los que tenían desde el principio como los alienados; las dificultades encontradas; el exceso de parroquianos y otras cosas necesarias para la visita. Recordarán tener preparada una especia de cátedra, hospitalidad adecuada, recibirnos a toque de campanas.
En Bucza, el 5 de septiembre de 1674.
Servidor de Vuestras Rvdas. Señorías y hermanos en Cristo, de toda consideración,
Benito Vezy, Prepósito de Crodi. Andrés Pesertti, Arcediano de Barsi. Visitadores.
P.S. Nos esperarán los jueces con los jurados y compañía, nos llevarán a su casa y permanecerán en nuestra presencia”.

Terminada la visita y la revisión de las cosas de la iglesia, al día siguiente los ciudadanos informaron al P. Nicolás sobre cómo en el futuro los ciudadanos entregarían los diezmos, en nombre de la ciudad (pues hasta ahora no habían entregado nada). Así arregladas las cosas, los ciudadanos se fueron.

Pasada una semana o dos volvió el P. Provincial, quien a petición de los ciudadanos a causa del celo desagradable del P. Nicolás, lo envió alternativamente a Lopej, prometiendo que a comienzos del año el P. Francisco sería instalado párroco en Brezno, quedando de momento la parroquia bajo la autoridad del superior. Los ciudadanos le pedían con insistencia que nombrara ya al P. Francisco.

[1675]

En el año 1675, para contentar a los ciudadanos, que continuamente pedían al P. Francisco, el día de la fiesta de los Reyes Magos vino de Prievidza el P. Rector, Esteban de la Anunciación, con su compañero el P. Simón, quien se había quedado allí un tiempo para recuperar la salud. Como los ciudadanos esperaban la instalación canónica según la promesa del P. Provincial, para Año Nuevo enviaron a Pedrajna una carroza de honor con cuatro caballos blancos y ciudadanos escogidos, y además prepararon una acogida solemne en la ciudad, y señalaron una comisión de doce personas, de todo estado y sexo, para acogerlo. Pero como se podría hacer de noche y no sabían cuándo iba a llegar, decidieron que sería mejor esperarlo en la cátedra que en la puerta.

Llegó así el día 7 de enero, y el P. Esteban salió de Pedrajna, para acompañar al P. Nicolás que estaba en Brezno. Tomó ese día de descanso, y al día siguiente, 8 de enero de 1675, después de revisar los libros de la casa, y de tomar las decisiones que correspondía para la comunidad, tras cantar las letanías lauretanas y de hacer una exhortación en el oratorio de la residencia, tomó la renovación de votos. Los renovaron el P. Nicolás, el P. Francisco, el P. Tomás y el H. Simón. Antes de salir, escuchó un sermón del P. Francisco, y comprendió por qué los señores ciudadanos lo querían a él, concretamente por su manera familiar de hablar, y por la erudición que tenía en las cuestiones divinas y en el conocimiento de la Santa Escritura. Luego por orden del P. Provincial constituyó al P. Francisco presidente de la residencia, y habiendo cumplido lo que el P. Provincial le había encargado, se fue.

Después que el P. Francisco fue instalado, y comenzó a ejercer el cargo de superior, escribió una carta al Excelso Príncipe Arzobispo de Esztergom, rogando una nueva investidura para sí y para sus compañeros en las parroquias de Brezno, Lopej y Pedrajna, y recordando Valaska, que ya antes había sido confiada a los escolapios. Pedía la aprobación y la facultad para escuchar confesiones para su compañero el P. Tomás. Le informó que habían llegado algunos predicadores a Brezno que bajo la excusa de la protección obligaban a la gente y los mantenían en el error. Suplicaba además que se decidiera si él debía regirse estrictamente en lo referente a la administración de los sacramentales, para no dar escándalo a la gente entendida en las cuestiones católicas, ni alejar a la gente. Acerca de ello, el Excelso Príncipe, por medio de su auxiliar el Ilmo. Sr. Juan Gubasoczy, le escribió su resolución en la misma carta, la cual fue enviada al P. Francisco por parte del citado Vicario, y decía lo siguiente:

“Reverendo Padre en Cristo,
Saludos, y respuesta a sus cuestiones.
Vuestra Paternidad presentó ciertas consultas a Su Exc. Arzobispo de Esztergom. Le devuelvo su carta con las resoluciones tomadas por Su Excelencia. Antes de que su carta llegara a mis manos, ya había confiado la parroquia de Valaska a otro, a petición de la Cámara de Banska Bystrica. Al compañero de V.P. le doy facultad para escuchar confesiones, suponiendo que es idóneo y que V.P. lo ha aprobado tras previo examen.
Por lo demás deseo que siga V.P. bien. En Trnava, a 20 de enero.
Afectísimo de V.P., Juan Gubasoczy, Vicario de Esztergom”.

Así estaban escritas las decisiones del arzobispo, sobre la misma carta del P. Francisco. En lo referente a la investidura y entrega de las parroquias, encargó a su vicario el obispo de Pecs que arreglara el asunto para mayor gloria de Dios. Y puesto que el P. Francisco de S. Wenceslao pedía para su compañero la facultad de confesar, que el Sr. Vicario se la diera. En cuanto a los predicadores que bajo pretexto de ciertas tareas de protección seguían ejerciendo sus tareas de predicadores, los padres debían vigilar atentamente, y si veían que llevaban a cabo tareas de predicadores, debían denunciarlos a la Cámara de Banka Bystrica, para que los prendieran y los llevaran al castillo de la S. Cruz, y allí fueran oficialmente encarcelados. En lo que se refería a bodas, entierros, e introducción en la Iglesia, los padres se esforzarán para promover el culto divino de manera suave, y promover la fe católica, de modo que no se enajenen a la gente, sino que empleen tales medios y empleen tales cautelas que atraigan a la Iglesia a los nuevos, y conserven a los antiguos en la Iglesia. En Bratislava, a 18 de enero de 1675. El arzobispo de Esztergom.

Recibidos estos consejos, con información con respecto a lo anterior, se dedicaron a promover el progreso de la religión católica tal como se les indicaba. Sin embargo, como hasta ahora no había nada seguro en cuanto a la estabilidad de las Escuelas Pías en Brezno, ni era seguro que los esfuerzos hechos iban a garantizar el futuro, buscaban la manera de asegurar la estabilidad. Mientras tanto llegó a Viena el Ilmo. Sr. Coronel Collalto, amantísimo del P. Nicolás y patrono de toda nuestra Orden, al cual el P. Nicolás había presentado la situación actual, y le pedía que fuera a Viena para pedir la confirmación y la estabilidad. El P. Nicolás, tras recibir obediencia, salió hacia Viena, a donde llegó el 23 de febrero, y fue amablemente acogido por el citado Coronel, el cual le entregó la siguiente carta para Su Exc. Arzobispo de Esztergom:

“Excmo. Príncipe, de toda mi consideración.
En mi cargo de superior de Hungría consideré que agradaría a Vuestra Excelencia que algunos ciudadanos notables entregasen las llaves de la iglesia a los Padres de de las Escuelas Pías, puesto que entendía que V. Exc. los apreciaba, y V. Exc. pudo comprobar también mi estima, al proponer dichos Padres para la investidura de la iglesia de Brezno, y otorgando en concepto de limosna los diezmos a estos buenos religiosos, de los cuales es famoso su esfuerzo trabajando en la viña del Señor, e instruyendo a una numerosa juventud en aquella escuela parroquial, a la cual forman según los ejercicios propios de su Orden con ejercicios piadosos católicos, acompañándolos de vuelta a casa. Esta obra me produce una gran admiración y me deleita, pues veo que incita vehementemente a promover el bien, para gloria de Dios y para promover el honor de la S. Virgen. Por lo cual suplico por mi parte que V. Excelencia quiera unirse a mis deseos para promover esta piadosísima obra para gloria de Dios, y entregue una carta de recomendación a la S. Majestad Imperial, para que les conceda la colación perpetua de esa parroquia y la vecina de Valaska con su filial de Lehota. De lo cual se espera que provenga un censo que permita fundar un colegio para doce religiosos, de modo que los citados padres conserven perpetuamente estas parroquias para ellos o por medio de otros que provean al bien de los administrados.
Lo que pido, espero que sea un monumento de la bondad de V. Excelencia para con esos religiosos, y yo me esforzaré para pagarle mis respetos. Cosa que siempre he procurado hacer.
Por lo demás, quedo siervo humildísimo de V. Excelencia,
Matías León Collalto, Coronel de Croatas, m.p.”

El P. Nicolás estuvo tratando este asunto desde el 23 de febrero hasta el 3 de mayo, con la ayuda del citado Sr. Coronel. El 28 de febrero, provisto de la carta anterior, el P. Nicolás fue a ver al Excelso Príncipe, quien le recibió paternalmente, y conversaron acerca de la petición del Sr. Coronel, y prometió su ayuda para conseguir lo que se pedía. Y firmó el memorial que sigue, en el cual se contaba con el apoyo del Muy Ilustre D. Pablo Mednyansky, secretario y consejero de la Ínclita Cámara de Hungría, cofrade nuestro.

“Sacratísima Cesárea y Real Majestad, Señor clementísimo.
Después que fuimos introducidos el año pasado, por la bondad de Vuestra Scma. Majestad y la ayuda del Regimiento de Collalto, por medio de la Cámara Húngara de Vuestra Scma. Majestad en la iglesia de la real y libre ciudad de Brezno, recuperada de los acatólicos, mediante la entrega de las llaves del templo, acudiendo luego al Excmo. y Rvmo. Príncipe el Arzobispo de Esztergom, y obtuvimos del citado Príncipe Arzobispo la investidura de la parroquia, escuela y todo lo perteneciente a ellas, tanto en lo espiritual como en lo material, además de los diezmos, nos hicimos cargo de la cura de almas, y además comenzamos a educar a la juventud en la escuela, en el catecismo y rudimentos de latinidad, según nuestro instituto, de modo que por la gracias de Dios se está dilatando la fe católica.
Por lo demás, hace tres años el Excmo. Príncipe Estanislao Heraclio Lubomirsky, de la Corte del Reino de Polonia y Capitán, nos concedió el beneficio de la parroquia de Bela, uno de los trece pueblos de la Capitanía de Szepes, perteneciente a la diócesis de Esztergom, para apoyar a la desolada fundación del colegio de Podolín, a causa de la depresión y de que en ese lugar no aceptan la moneda polaca, con aprobación del Excmo. Príncipe el Arzobispo de Esztergom. Puesto que hemos entrado recientemente en este reino, suplicamos humildemente a Vuestra Scma. Majestad que se digne por su clemencia que podamos retener las fundaciones de Brezno y Bela, y nos confirme la posesión de las mismas, asegurando la colación según el derecho de patronato real y por facultad apostólica, por medio de su Real y apostólica autoridad, y que expida un decreto confirmando nuestra propiedad sobre la parroquia de Brezno, con los diezmos incluidos. La cual gracia, etc.
Los humildísimos clientes de Vuestra Scma. Majestad de las Escuelas Pías de la Provincia de Hungría”.

El memorial arzobispal decía lo siguiente:

“Recomendando a los Padres infrascritos, piadosísimos y óptimos religiosos.
El arzobispo de Esztergom:
Puesto que en el citado memorial se mencionan los diezmos, el Sr. Secretario áulico D. Jacobo Teobaldo Mayer envió el siguiente mandato al Sr. Prefecto de la Cámara de Banska Bystrica.
Le envío de nuevo la expresa información de que la Scma. Majestad Imperial resolvió clementísimamente, mediante un rescripto imperial y real, dirigido a la Real Cámara de Banska Bystrica, con fecha de 22 de junio del año pasado 1674, en el cual se indicaba que se devolvieran los diezmos a los Padres de las Escuelas Pías, y que ellos dispusieran de ellos libremente en el futuro. Por orden del Consejo de la Cámara de Viena, a 23 de marzo de 1675. Jacobo Teobaldo Mayer, secretario de la Cámara”.

El asunto de la confirmación de las parroquias de Brezno y de Bela fue confiado a la Cancillería Húngara, con un sello impreso de la Cámara de la Corte. Para conseguir el fin deseado y resucitar en dicha cancillería húngara el tema por medio del Ilmo. Sr. Canciller de Hungría D. Tomás Palffy, se envió el siguiente memorial para informar al Excmo. Prefecto de la Cámara Húngara, el Conde Leopoldo de Kollonicz:

“Ilustrísimo Sr Conde, nuestro patrón de toda consideración.
Con este memorial presentamos a Vra. Ilma. Señoría el estado de nuestra petición, que es el siguiente: el Excmo. Príncipe Estanislao Lubomirsky, Mariscal de la Corte del Reino de Polonia y Capitán de Szepes, hijo de nuestro fundador en Polonia, después que nuestras labores en su capitanía de Szepes convirtieran a la fe católica buena parte de las almas de sus trece pueblos, a causa de la exigüidad de la fundación de Podolín de su abuelo y de su padre, nos entregó en patronato perpetuo la parroquia de Bela, que desde hacía un siglo ocupaban impíamente los acatólicos con todos los ingresos parroquiales. Como estos trece pueblos están empeñados a la república de Polonia, consideramos que convenía suplicar a la Scma. Majestad Imperial, en cuanto rey apostólico de Hungría, que por su autoridad real y apostólica se digne concedernos en perpetuidad este don.
Llamados después por el Excmo. Presidente de la Comisión de la Cámara Húngara de Bratislava para la administración en el Dominio de las Ciudades de la Montaña de Banska Bystrica, de las parroquias de las que recientemente fueron expulsados los predicadores, concretamente de Valaska, Lopej, Lythota, Predjana, Jassen y Dubova, con asistencia tanto de los prelados como de los señores seculares de las tierras, fuimos introducidos en ellas por medio de delegados oficiales el 6 de octubre de 1673. Luego, con ayuda del regimiento del Coronel Collalto se recuperaron la iglesia de Brezno, la parroquia y las escuelas, y se nos entregaron las llaves el 19 de octubre de ese año, y fuimos introducidos a vivir en la parroquia mediante el gobierno del Ilmo. Sr. Coronel Collalto, y con el apoyo suyo y de los ciudadanos el 11 de noviembre se pidió la colación de dicha parroquia al Excmo. Príncipe, el cual concedió la investidura el 14 de enero de 1674, por medio del Muy Rvdo. Vicearchidiácono de Zvolen, el párroco de Lypschen y el párroco de Dubovie, y en presencia de nuestro P. Provincial y del pueblo se leyeron en la iglesia las patentes del Excmo. Príncipe Arzobispo, y se hizo la investidura el 4 de marzo de ese año.
Suplicamos en primer lugar a la Scma. Majestad Imperial el derecho perpetuo de los diezmos de la parroquia de Brezno, ya concedido por medio de la Excelsa Cámara, por medio de un diploma regio imperial de la Scrma. Majestad, de modo que podamos sustentarnos para convertir a los acatólicos de aquella parroquia a la fe verdadera, y educar a la juventud en la escuela de la ciudad según nuestro instituto.
Rogamos además y suplicamos que se inscriba en un diploma que el derecho al diezmo de Bela se conceda al P. José de la Madre de Dios, Rector del colegio de Podolín, y a todos sus sucesores que serán nombrados según las Constituciones de la Orden. El derecho al diezmo de Brezno se conceda al P. Nicolás de la Inm. Concepción, superior de la residencia de Brezno y a todos sus sucesores legítimamente nombrados por sus superiores, también de manera perpetua.
Por todo ello estaremos obligados con nuestras oraciones por la Sacrma. Casa Imperial, y obligados a Vuestra Ilma. Señoría.
Humildísimo clientes de Vtra. Sra. Ilma. los Padres de las Escuelas Pías”.

Después de recibir estos documentos, el Ilmo. Sr. Canciller prometió su gracia, y propuso el asunto en el siguiente Consejo al Magnífico Señor Palatino Urban, que en aquel tiempo era secretario de la Corte de Hungría. Tomaron la resolución de presentar una proposición favorable a su Majestad, de modo que dispuso lo siguiente en este asunto de Brezno y Bela, según los artículos del Reino, en el diploma que decía:

“Nos, Leopoldo, elegido por la Gracia de Dios Emperador de Romanos siempre Augusto; Rey de Germania, bohemia, Hungría, Dalmacia, Croacia, Eslavonia; Archiduque de Austria; Duque de Borgoña, de Brabante, de Estiria, Carintia, Carniola; Marqués de Moravia; Duque de Luxemburgo, de Silesia Superior e Inferior, de Witemberg, Teka; Príncipe de Suevia, Conde de Habsburgo, del Tirol, de Ferre, de Kipurg y Gorizia, etc.
A tenor de las presentes queremos que conste a todos a quienes interese.
Que por parte y en nombre de los religiosos de la santa Orden de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías del Colegio de Podolín se nos ha enviado y presentado una carta que contiene otras dos cartas.
La primera es un protocolo de las Causas de la Nunciatura Apostólica, con el sello de Rvmo. D. Francisco Bornisi, Nuncio Apostólico en el Reino de Polonia, que es un documento en el que se menciona una carta del Ilmo. Estanislao Heraclio Conde de Vischniz, y del Príncipe del Sacro Romano Imperio Jaroslao Lubomirsky, Mariscal de la Corte del Reino de Polonia, y Capitán de Szepes, acerca de la entrega de la iglesia parroquial construida en el pueblo de Bela, que antes habían poseído los luteranos, o la colación mediante la cual el mismo Príncipe Lubomirsky entregó la citada iglesia de Bela al mencionado colegio de Podolín, de la citada Orden de las Escuelas Pías, fundado por el difunto Ilmo. Príncipe Estanislao Lubomirsky, Palatino de Cracovia, abuelo suyo, junto con todos los derechos de la iglesia, y sus ingresos y pagos, de acuerdo con la plenitud de su derecho de patronato, y para logar la investidura la pidió al Ordinario del lugar a favor de los Padres de las Escuelas Pías.
La otra es de nuestro fiel y sinceramente amado el Rvmo. Padre en Cristo D. Jorge Szelepcheny, arzobispo de la Iglesia metropolitana de Esztergom, supremo Conde del lugar y del condado, Primado del Reino de Hungría y Embajador nato; Sumo Secretario, Canciller y Consejero secreto nuestro en el Reino de Hungría y Lugarteniente en los juicios; una carta institucional o de investidura, escrita sobre papel, y con su sello mayor y firmada por su mano. Ambas están escritas en latín. En vigor de la última, el mismo Sr. Arzobispo de Esztergom instituyó e invistió a los Padres Nicolás de La Concepción de la B.V.M. y simón de S. Francisco, de la citada Orden de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, en las parroquias de la Libre y Real Ciudad de las Ciudades de la Montaña de Brezno, y de sus posesiones de Predajna, Lehotka y Lopej, que están en el Condado de Zvolen, así llamadas, y les concedió su administración, tanto en los espiritual como en las demás facultades, a su beneplácito, a tenor de lo infrascrito.
La Orden de las Escuelas Pías nos ha presentado humildemente la solicitud a Nuestra Majestad en su nombre y persona esas cartas, tanto la extractual del citado Nuncio Apostólico, con lo que en ella se contiene acerca de la donación, presentación e incorporación del citado príncipe Estanislao Heraclio Lumobirsky, como la institucional o de investidura del mencionado Sr. Arzobispo de Esztergom, de modo que todas y cada una de las cosas contenidas en ellas nos dignemos graciosamente considerarlas ratas, gratas y aceptadas, y las insertemos en una carta nuestra privilegiada, y aprobemos, ratifiquemos y corroboremos lo escrito, de modo que tengan validez perpetua para los citados Padres de las Escuelas Pías y sus sucesores.
Esto es lo que dice la primera carta:
‘El 18 de julio de 1674, en Varsovia, ante mí Notario y Canciller infrascrito, compareció personalmente el Muy Rvdo. P. Antonio de Sta. Catalina de Siena, vicerrector de las Escuelas Pías de Varsovia, y me presentó una carta original que se copia más abajo, y pidió que fuera registrada y que se hiciera una copia auténtica. Decía lo siguiente:
‘Estanislao Heraclio, Conde de Visnitz, y Jaroslaw Lubomirsky, Príncipe del Sacro Romano Imperio, Mariscal de la Corte del Reino de Polonia y Capitán de Szepes. Para conocimiento de todos y cada uno de los interesados.
Ya hace mucho tiempo que teníamos la intención de que nuestra Capitanía de Szepes, posesión nuestra, donde campaban impunemente los herejes y casi todas las iglesias estaban en manos de los luteranos, pasara a la religión romano-católica, y que el pueblo, imbuido en la herejía luterana y redimido por la sangre de Cristo, volviera al ovil y al aprisco del Señor. En su tiempo ya se preocupó de ello el Ilmo. y Excmo. Estanislao Lubomirsky, conde de Visnitz y Palatino de Cracovia, nuestro querido abuelo, y en vida suya, para la recta santificación del Nombre de Dios y propagar la fe católica, extirpando los errores heréticos, llevó a los llamados Reverendos Padres Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías al pueblo de Podolín e hizo una fundación, y los dotó para que con sus obras y trabajos instruyeran a la juventud de aquel lugar, extirparan la herejía, trabajaran por la santificación del nombre de Dios Omnipotente, y por el crecimiento de la Religión Católica Romana.
Dios Omnipotente secundó los deseos de nuestro Ilmo. y Excmo. abuelo, y lo siguió haciendo con nosotros en nuestro tiempo, de reivindicar todas las iglesias de nuestra posesión de la Capitanía de Szepes que tenían y poseían los falsos ministros luteranos y calvinistas, que instilaban en ellas una doctrina contraria a la S. Iglesia Romana, y las recuperásemos de sus manos y las devolviésemos y reintegrásemos a la Santa Religión Católica. Y de hecho, con la bendición de Dios Omnipotente, las reivindicamos y recibimos, y las restituimos y reintegramos para la Religión Católica Romana, y las iglesias luteranas las hicimos, constituimos y convertimos en católicas. De mucha ayuda para promover la fe católica fueron los Rvdos. Padres de las Escuelas Pías del Colegio de Podolín, de la fundación de nuestro Ilmo. y Excmo. Abuelo citado más arriba, los cuales pusieron los fundamentos para la Religión católica con su piedad, modestia, doctrina, evangelizando en ciudades, pueblos, villas e iglesias, incluso luteranas, y convirtiendo al pueblo imbuido en los errores luteranos a la fe católica romana. Para que el cuidado de los Rvdos. Padres citados produzca un mayor incremento de la fe Romana Católica, y pase más gente a la fe católica en nuestra citada Capitanía, y vuelvan en las demás ciudades cuanto antes al redil de Nuestro Señor Jesucristo, tuvimos la idea de entregar la iglesia del pueblo de Bela al colegio citado. Esta iglesia había estado en manos luteranas durante cerca de cien años, y ya es católica, y la quisimos entregar al colegio citado de Podolín con todos sus ingresos, emolumentos y posesiones, puesto que está bajo nuestro patronato, puesto que nosotros recuperamos esa iglesia parroquial de Bela de manos luteranas, y para ello escribimos al citado Ilmo. y Rvmo. Arzobispo D. Jorge Szelepcheny, ordinario de aquel lugar, rogándole se dignara, él mismo o por medio del Vicario General de Su Ilma. y Rvma. Señoría, o de otra persona que tuviera la facultad, que por medio de nuestra presentación, se confíe a los citados Rvdos. Padres de las Escuelas Pías o a otros religiosos de su instituto, bien al Rector del citado colegio de Podolín actual, o a su vicario, por derecho de patronato, aquella iglesia parroquial como hija, y se les entregue la cura de almas y administración espiritual, así como el gobierno de las cosas materiales e ingresos de aquella iglesia y parroquia, que le corresponden por derecho y costumbre.
De acuerdo con los Reverendos Padres de las Escuelas Pías del colegio de la fundación de Podolín de nuestro recordado Ilmo. y Rvmo. Abuelo, pedimos tanto a la Sede Apostólica Romana como al Serenísimo Rey que se dé la confirmación a nuestra unión e incorporación perpetua de la iglesia parroquial del pueblo de Bela al Colegio de Podolín citado, junto con su iglesia que está bajo nuestro patronato, de modo que obtengan en el futuro de manera perpetua la iglesia de Bela, incorporada y unida al Colegio de Podolín de los Reverendos Padres de las Escuelas Pías, y que no pueda separar de él.
Puesto que yo cedo ahora el derecho de patronato sobre esa iglesia parroquial de Bela a los citados Padres, les ruego que de ningún modo descuiden la cura de almas, sino que animen a la fe católica a su pueblo, para que reciban los sacramentos, y que no se produzca ninguna debilidad en la cura de almas y en la administración espiritual. Confiamos que lo harán así fiel y piadosamente. Firmamos las presentes para dar mayor fe a todo lo anterior, y ponemos nuestro sello. En Varsovia, a 16 de julio de 1674.
Estanislao Lubomirsky. Juan Miguel, secretario’.
Tomado del Protocolo de Actas de las Causas de la Curia, de la Nunciatura Apostólica, con el sello del Ilmo. y Rvmo. D. Francisco Bonvisi, nuncio Apostólico en el Reino de Polonia. Andrés Fiesue, Notario con Autoridad Apostólica, Canciller de la misma Curia de Causas’.
La otra carta dice lo siguiente:
‘Jorge Szelepcheny, por la misericordia de Dios Arzobispo de la Iglesia Metropolitan de Esztergom, supremo Conde del lugar y del condado, Primado del Reino de Hungría y Embajador nato; Sumo Secretario, Canciller y Consejero secreto nuestro en el Reino de Hungría y Lugarteniente en los juicios,
A vosotros, honorables y reverendos Padres en Cristo Nicolás de la Concepción de la B.V.M. y Simón de San Francisco, de la Orden de las Escuelas Pía, salud y bendición divina.
A causa de la necesidad, y de la penuria de sacerdotes en el Reino de Hungría, para proveer de manera más fácil a las necesidades de la grey confiada a Nos, decidimos elegir algunos religiosos de esa orden que nos parecen adecuados y estar preparados para ello. Nos hemos enterado de que tenéis el permiso de vuestros superiores para residir, administrar y haceros cargo de la cura de almas en la parroquia de la ciudad libre y real de las Ciudades de las Montañas de Brezno, así como de los lugares de Predayna, Lehota y Lopej que están en el condado de Zvolesn (y que ya han pasado al gremio de la Santa Madre Iglesia).
Así, pues, con nuestra autoridad arzobispal metropolitana, que ejercemos en este Reino de Hungría, os damos y concedemos esas parroquias, y os instituimos e investimos en ellas no sólo para la administración espiritual, sino también la material, según nuestro beneplácito. Queremos que seáis introducidos en esas parroquias por el Rvdo. D. Jorge Colossy, actual párroco de Detu, y Vice-archidiácono de Zvolen, o por otro párroco, el cual se comprometerá a entregaros realmente las pertenencias de las citadas parroquias al introduciros, en vigor de las presentes.
En nuestra curia arzobispal de Trnava, 14 de enero de 1674.
Jorge Szelepcheny, Arzobispo de Esztergom’.
Nos, habiendo recibido la súplica humildísima por parte de los citados padres de las Escuelas Pías, y haber examinado con nuestra regia benignidad clementemente las cartas incluidas y todo lo que contienen, concretamente la extractual y transuncional del Nuncio Apostólico, la de donación, incorporación y de presentación del Príncipe Lubomirsky, lo mismo que la institucional o de investidura del Arzobispo de Esztergom, que no están corregidas ni tachadas, ni son sospechosas en ningún punto, sino libres de todo fallo y sospecha, por la presente carta privilegiada nuestra queremos incluirlas, al pie de la letra, sin disminuir ni aumentar nada de lo que está contenido en ellas, con todas las cláusulas y artículos, tal como fueron legítimamente emanados, y en virtud de la misma las consideramos ratas, gratas y aceptadas, y las aprobamos y ratificamos a favor de los citados padres de las Escuelas Pías y de sus sucesores, con validez para siempre. Salvo el derecho ajeno. Y ponemos nuestro sello secreto que usamos como Rey de Hungría, como fuerza y testimonio de lo escrito.
En nuestra ciudad de Viena, Austria, a 10 de abril de 1675. Año 18º de nuestro Reino de Romanos, 21º de Hungría y los demás. De Bohemia, el 19º.
Leopoldo. Thomas Palffin m.p. Esteban Urban m.p.”

Después de obtener los instrumentos anteriores, y el modo de vida y de permanecer, el P. Esteban de la anunciación de la B.V.M., Rector del colegio de Prievidza, quiso asegurar las cosas de Brezno con el citado P. Nicolás, y en los días últimos de junio de 1675 fue a Podolín con algunos hermanos, dejando en Brezno al P. Nicolás. El P. Esteban, Rector de Prievidza, volvió de Podolín el 25 de julio, proponiendo el siguiente contrato sobre los diezmos del año 1675:

“Yo, infrascrito, habiendo recibido permiso de nuestro P. Pablo de la Natividad de la B.V.M., Prepósito Provincial de las Escuelas Pías, para hacer un contrato en relación con los diezmos con la Real y Libre Ciudad de Brezno, testifico con esta carta que vendí a la Real y Libre Ciudad, con su Senado Amplio, los diezmos del presente año 1675 por 600 F húngaros, pagados en metálico según lo pactado con el Senado, que además entregarán 30 cuartales de centeno, 4 de trigo, 6 de cebada, 10 de mijo y 40 de avena. En fe de lo cual lo firmo en Brezno, a 16 de julio de 1675.
Esteban de la Anunciación de la B.V.M., Rector de las Escuelas Pías de Prievidza.
Francisco de S. Wenceslao, párroco y presidente.”

Una vez hecho esto, salió hacia Prievidza. Finalmente el 12 de diciembre el P. Provincial fue a Prievidza y llevó a cabo la Visita, y una vez terminada salió hacia Podolín con el P. domingo y el H. Lamberto.

[1676]

Llegó el año 1676. Era el tercero desde que el Presidente había sido instalado en la residencia, y ya sabemos cómo ejerció su cargo, como se narra en detalle en nuestro archivo. Este año no ocurrió nada destacado para tejer nuestra historia, sino que llegaron algunas cartas de los superiores, que se guardan en su lugar. Había una del P. General pidiendo un subsidio para la canonización del Venerable P. Fundador; otra intimatoria para el futuro Capítulo Provincial y Local, y para el General al año siguiente.

A finales de este año, con ocasión de renovar el senado y los jueces, y de elegir católicos, llegó una orden de su Majestad Scrma. a los ciudadanos, y una carta al P. Presidente que decía lo siguiente:

“Carta de la Cámara de Hungría al P. Presidente.
Reverendo P. en Cristo, de toda nuestra consideración.
Salud y la oferta de nuestros servicios.
Leímos en consistorio la carta que Vuestra Paternidad me dirigió a mí como Presidente, fechada el pasado 14 de noviembre, y encargamos a D. Jorge Bezek de parte de esta Ínclita Cámara de que lleve a cabo la renovación de los Magistrados de esa ciudad, y que se ponga de acuerdo con Vuestra Paternidad en esa cuestión, para que si es posible todas las personas que se renueven sean católicas, o al menos la mayor parte de ella; dejando aparte el Juez y el Notario, según el benigno mandato de Su Majestad. Escribimos sobre ello a la Augusta Corte, y no dudamos obtenerlo. Mientras tanto, si al final del plazo de la renovación no hubiera recibido ese mandato, Vuestra Paternidad no se preocupe; ya conoce nuestra intención tal como hemos escrito al Sr. Bezegh en lo referente a los magistrados de Brezno, y hagan lo que puedan al respecto.
Mientras tanto deseamos a V. Paternidad que siga bien. Bratislava, 2 de diciembre de 1676.
Nos, Prefecto y Consiliarios de la Cámara Húngara de la S. Imperial y Real Majestad”.

La carta de la Sacratísima Majestad a los ciudadanos de Brezno en relación con los Magistrados Católicos:

“Leopoldo, elegido Emperador de Romanos por la gracias de Dios, siempre Augusto, y rey de Germania, Hungría y Bohemia.
Prudentes y circunspectos, fieles queridos nuestros.
Como se aproxima el próximo año, al principio del cual, según recordamos bien, es la costumbre el renovar los magistrados para nuestro servicio, para que se observe ahí la paz y tranquilidad, con el necesario aumento de bienestar para todos, nos pareció y juzgamos que era expediente que para la próxima renovación de magistrados sea confirmado en su cargo el juez actual, nuestro siempre prudente y circunspecto Tomás Padlicio, y como Notario que siga Emerico Eördöhy, y que en el Senado los cargos de Orador, Capitán de la Cámara, Auditores, Magistrados del Común, primeros oficiales, así como los 24 jurados, y Cien Varones sean elegidos de entre de católicos residentes ahí, y sean nombrados tales, de modo que los cargos que durante muchos años estuvieron en manos de los ciudadanos de la confesión augustana, puedan este año gozarlos los católicos. Por eso os mandamos firmemente que, después de recibir la presente, llegada a comienzo de año como de costumbre la renovación de vuestros magistrados, teniendo en cuenta todo lo anterior, confirméis en sus cargos a los citados juez y notario, mientras que en el Senado los cargos de Orador, el Capitán de la Cámara, los Auditores, los Magistrados del Común, los primeros oficiales, así como los 24 jurados y los Cien Varones sean elegidos de entre de católicos por las razones expresadas, y debéis instalarlos como magistrados. Más adelante os informaremos acerca de nuestra benigna voluntad, como Comisario de la nuestra Cámara Húngara.
Mientras tanto recordad que en Nos tenéis la gracia Imperial y Real.
En nuestra ciudad de Viena, a 22 de noviembre de 1676.
Leopoldo. Tomás Palffy, obispo de Nitra. Esteban Urban, m.p.”

Todo se hizo según el mandato anterior, en la medida de lo posible. Estas son las cosas llevadas a cabo este año dignas de alabanza; las demás odia escribirlas la pluma.

[1677]

Año 1677. Ya se ha relatado antes que llegó una carta al P. Presidente, en realidad el 3 de enero de este año, con la intimación a los Capítulos General, Provincial y Local, que tendría lugar en Prievidza. En Prievidza el P. Presidente fue elegido vocal para el Capítulo Provincial que tendría lugar en Podolín, en el cual con el P. Pablo de la Natividad del Señor fueron elegidos vocales para el Capítulo romano los PP. Miguel de la Visitación de la B.V.M., que volvió nombrado Provincial, y Alberto de Sta. Teresa. Vuelto de Roma el P. Miguel, Provincial, vino desde Prievidza a visitar esta residencia con el P. Rector de aquel lugar el 18 de julio. Terminada la visita, el P. Provincial volvió a Prievidza; mientras tanto persuadió al P. Rector de Prievidza para que instituyera un estudio de retórica en Brezno para nuestros maestros, bajo la dirección del P. Matías de S. Pantaleón, que era párroco de Pedrajna y Lopej. Fue graciosamente persuadido y convencido, agradándole su celo tan ardiente, y aunque la casa era pobre y se encontraba bajo el peso de las deudas, sin embargo pidió el estudio, y para conservar el mejor orden religioso y disciplina, confirmó al Presidente en su cargo. Véase la carta.

“Miguel de la visitación de la B.V.M., Prepósito Provincial de las Escuelas Pías de Polonia y Hungría.
A ti, P. Francisco de S. Wenceslao, profeso en nuestra Orden, la salvación en el Señor.
Como es deber nuestro proveer para las casas y residencias de nuestra Provincia con aquellos que con fe, cuidado y esfuerzo, dirijan todas las cosas en ellas según la santa observancia, confiando mucho en el Señor en tu fe y tu celo por la santa observancia, a tenor de las presentes te nombramos y declaramos Presidente de nuestra residencia de Brezno, a beneplácito nuestro, y te pedimos, para ganar méritos, que aceptes humildemente este cargo en virtud de santa obediencia, y lo lleves a cabo con la vigilancia que puedas, mandando a todos y cada uno de nuestros religiosos que viven en esa residencia que en virtud de la obediencia te reciban humildemente en el Señor, para que de este modo se lleve a cabo unánimemente la obra de Dios al servicio del prójimo, y así podáis esperar el premio de la gloria divina. En nuestra casa de Brezno, el 30 de julio de 1677.
Miguel de la Visitación de la V.B.M., Prepósito Provincial”.

Después de deliberar acerca de la comunidad y los estudiantes de retórica que se iban a enviar, después de deliberar se envió desde Podolín una carta que decía lo siguiente:

“P.C. Envío a V.P. a la Residencia de Brezno una familia bastante numerosa, en comparación con los ingresos con los que puede sustentarse, pero como no puedo hacer otras cosa, confío en la destreza, industria y caridad de Vª Rª, que hará con todo esfuerzo, para gloria de Dios y honor de la Orden, todo lo necesario para que la comunidad pueda subsistir. Debo liberar completamente al P. Mateo de la parroquia, para que los hermanos no estén perdiendo el tiempo. Destino al H. Emerico a Prievidza, aunque si V.R. lo quiere guardar allí, pero lo mismo estaré contento si hay que destinarlo a otra parte, aunque sin embargo yo preferiría que fuera a Prievidza por muchas razones. Juzgué conveniente que el P. Juan Martín se quedara en Podolín, así que espero que V.P. pueda pasarse sin él, al menos por un año. Al H. Simón quise incluirlo en la comunidad de Brezno, aunque el P. Esteban pidió insistentemente que V.R. después de recolectar el diezmo lo envíe a vivir a la comunidad de Prievidza, y que envíe a su residencia al cocinero que está en casa del P. Mateo en Pedrajna. Si no puede pasar sin ese hermano a causa de la economía, vea con el P. Rector de Prievidza lo que más convenga. Como no puedo hacer nada más por mi parte, ayúdense mutuamente, como puedan, con caridad. Por ahora no se me ocurre escribir nada más. Me encomiendo a sus santas oraciones y saludo a todos, tano los nuestros como los buenos amigos, y quedo humilde siervo en Cristo de V.P.,
Miguel de la Visitación de la B.V.M., en Podolín, a 18 de septiembre de 1677”.

Todos se habían reunido para el estudio en el nombre del Señor, y empezaron el estudio con celo ardiente el 24 de octubre. Vistos los registros de ingresos y deudas, vieron que las deudas contraídas superaban a lo que podía esperarse recibir de los diezmos, y cada acreedor acudía allí a cobrarse en dinero o en grano según la deuda. Habiéndose enterado de ello en Podolín el P. Miguel, Provincial, el día último de diciembre salió inmediatamente por la tarde después de vísperas, con su Asistente el P. Francisco de Jesús María y con el P. Juan Martín de la Natividad del Señor, para ver qué podía hacerse y disponerse.

[1678]

Llegó el año 1678, en el cual, después de haber intimado la visita, en la capilla de la casa absolvió del vínculo de la excomunión al H. Ambrosio, que estaba sujeto a él. Terminada la visita, y hecha la deliberación y dadas las órdenes, quería nombrar inmediatamente otro superior, pero se abstuvo, para que luego no se dijera que había actuado con precipitación, y determinó hacerlo más tarde, aunque prometió el P. Provincial que su intención se llevaría a cabo próximamente. El 6 de enero salió hacia Prievidza con su Asistente y el P. Juan Martín de la Natividad del Señor.

Retrasando la deliberación del nombramiento del superior hasta el 26 de enero, llegó el deseado P. Asistente para instalar a un superior que ninguno había sospechado, el mencionado P. Juan Martín de la Natividad del Señor, quien al día siguiente, tras la meditación de la mañana, de la manera acostumbrada en la Orden, tras ser leída la patente del P. Provincial, fue nombrado e instalado como superior. En la misma patente se daba obediencia al P. Francisco. Una vez así dispuestas las cosas, el 30 de enero por la tarde salió el P. Asistente hacia Podolín, llevando consigo al P. Mateo de S. Pantaleón y al H. Gregorio de la Anunciación de la B.V.M. El H. Ambrosio, por orden del P. Provincial y su definitorio fue enviado a Prievidza con el P. Andrés de la Conversión de S. Pablo. El citado P. Francisco, temporalmente fue dejado allí, hasta que pudiera presentar de la manera debida su renuncia a las parroquias de Pedrajna y Lopej, como párroco.

Después de ser instalado el nuevo superior, intentó con todas sus fuerzas arreglar todas las cosas, restaurándolas según la finalidad de la Orden, y en poco tiempo arregló las cosas, con su solo esfuerzo, de manera que se pagaron las deudas que habían vaciado la caja.

Mientras tanto creció la petulancia de los húngaros descontentos, y se rebelaron contra su rey. Enviando sus ejércitos su jefe Emerico Thököly por Szepes, Liptovia, Thurocz y otros condados adyacentes, lo devastó cruelmente todo, especialmente el señorío de Bojnice, del Excmo. General el Sr. Conde Carlos Palffi, fundador de nuestro colegio de Prievidza. Esta población, junto con el colegio, los trató a fuego y hierro, con brutal lujuria, de modo que en los siglos pasados nunca se oyó que ningún malvado príncipe se haya portado de manera tan asquerosa, y la verdad y la inocencia clamaron incluso en las naciones extranjeras contra los crímenes cometidos, semejantes a los que cuenta la historia sagrada de Sodoma y Gomorra. Esta tempestad capturó a dos de nuestros clérigos que se quedaron para defender el colegio del fuego, y para burlarse de ellos los pasearon medio desnudos por el campamento, con los birretes habituales, y los llevaron al malvado príncipe, hasta que un francés llamado Boham, amigo de nuestra Orden en Polonia lo liberó, y una vez liberados los envió con algunos soldados polacos para defender el colegio.

A finales de septiembre llegó a Brezno la fama de lo cruel y tiránicamente que trataban a su patria sus propios habitantes, y cuando se enteró el P. Superior, envió al P. Andrés de la Conversión a Prievidza, el cual tras ver allí los daños, fue a informar al P. Provincial, que estaba en Viena para hablar con el arzobispo, cosa que hizo. El padre no regresó, ya que por orden del P. Provincial llevó a los hermanos del colegio de Prievidza hasta Podolín, pasando por Moravia y Silesia. Allí saludó a los superiores ya estaban informados acerca de la crueldad de Thököly, y no volvió a Brezno, pues había recibido otra obediencia de los superiores.

El superior citado cuando llegó el tiempo del armisticio entre el rey de Hungría y los muchos desocontentos, regresó a vivir a Brezno, y encontró la economía patas arriba, sin continuación, a causa de los peligros no sólo de los ladrones, sino de sus propios hermanos, evitando no menos con paciencia que con prudencia, que los seglares vieran que era perseguido por los miembros de su propia comunidad, con los que compartía la comida dulcemente, e intentaba que se viviera en la casa de Dios unidos y confiados, y con su religiosidad intentaba cubrirse con el palio de caridad de su propio perseguidor (el H. profeso Miguel de la Ascensión, que luego fue expulsado canónicamente). Los ciudadanos, enterados y movidos por la caridad cristiana, avisaron al citado P. Superior. Mientras ocurrían estas cosas, continuaba la persecución de los rebeldes en Lapis Lidius, no sólo contra los seglares, sino también los religiosos, como mostraron los hechos. A causa de lo sucedido, en aquel tiempo el P. Francisco fue llamado a Podolín con el hermano citado, donde permaneció durante algunos días, y luego lo enviaron a Prievidza, donde fue procesado y tenido canónicamente como incorregible, y por este medio, por otra parte, se ordenó mejor la casa y se gobernó pacíficamente, aunque no estaban seguros contra la tumultuosa turba de los descontentos, hasta el año 1681. Aumentó mucho el mobiliario de la casa, de la biblioteca y de la iglesia, y por lo demás vivían los religiosos amablemente con Dios y con los hombres, según las tranquilas costumbres religiosas.

[1681]

Llegó el año 1681, tercero del cargo del superior, y el 23 de enero llegó a Brezno desde Podolín el P. Alberto de Sta. Teresa, Prepósito Provincial de Polonia y Hungría, con el P. José de la Madre de Dios, su compañero de camino, y después de nombrar un secretario para la visita, intimó la visita.

Terminada la visita, el P. Provincial con su compañero de viaje y el P. Juan Martín, que entonces era el superior de esta residencia, salió hacia Prievidza, y desde allí envió al P. Juan Martín, y luego llamó al P. Valeriano de la Inm. Conc. de la B.V.M. y lo envió a Brezno, donde fue nombrado sucesor del superior P. Juan Martín, a quien con acuerdo unánime nombró Rector del colegio de Prievidza, mientras en el de Brezno era nombrado el citado P. Valeriano, mediante patente de obediencia que promulgó el P. Esteban de la Anunciación, anterior Rector de Prievidza.

El autor de la historia ha encontrado lo que sigue escrito en algún libro, en tradiciones y relatos, y también en algunas notas propias tomadas oyendo a aquellos que vivieron y sufrieron los hechos, y que vale la pena recordar y escribir con detalle para conocimiento futuro, y para servicio de la Orden y honor de Dios, ahora que aquello felizmente ya pasó, y fue superado con muchos sufrimientos.

Corría el año 1681, durante el cual se había instalado al nuevo superior, el cual se esforzaba, como buen religioso, por que continuara el orden introducido y por promover la disciplina religiosa. Este año se había firmado el armisticio con los descontentos húngaros, en la Dieta General del Reino de Hungría celebrada en Sopron el 28 de abril del presente año, al principio de la cual fue coronada como Reina de Hungría la tercera esposa de su Scrma. Majestad Leopoldo I, Magdalena Teresa, hija del Príncipe de Neüburg, en presencia de su Majestad imperial y real, y los próceres del Reino. Pero mientras tanto seguía habiendo dificultades y revoluciones en el Reino, mientras se alargaba la comenzada Dieta del Reino, o reunión de todos los estados, y se iba retrasando la solución de los diversos asuntos, y no era posible mantenerlo dentro de los límites de la disciplina militar, por lo que se iba haciendo cada vez más frecuente que ahora aquí, ahora allí, progresivamente comenzaran los latrocinios, y la calamitosa cautividad de personas tanto eclesiásticas, como políticas, como civiles, llevadas como rebaños, siendo las personas tratadas como ovejas. Como estas cosas se hacían cada vez más graves, nuestro padres pensaron que había que aprovechar la ocasión actual de la Dieta del Reino de Hungría, puesto que no veían segura su permanencia en Brezno, y quisieron arreglar la situación para toda la orden en el Reino de Hungría, por lo que decidieron pedir a los Estados y a la Sacrma. Majestad que se incorporara a la Orden de las Escuelas Pías en los registros del Reino, y de este modo saldrían al paso si los ciudadanos de este lugar decidieran deshacerse de nuestra Orden. Por esta razón, después de tomar consejo, el P. Superior con el P. Rector del colegio de Prievidza, el P. Juan Martín de la Natividad del Señor partió con el tantas veces citado P. Nicolás de la Inm. Concepción de la B.V.M., primer encargado de esta Residencia a Sopron, donde sin duda promovieron sus deseos con todas sus fuerzas, acompañados de motivos, argumentos e instrumentos que no nos constan, aunque hicieron todo el trabajo necesario. Una vez dispuestas las cosas propuestas, principalmente para rechazar las impugnaciones de la delegación de los ciudadanos de Brezno, dejando al tanto al citado P. Nicolás, a la espera de la decisión final en el asunto de la Orden, el P. Superior regresó a Prievidza, y pensaba ir a su residencia, como pastor bueno que visita a sus ovejuelas.

Vuelto pues a casa el citado superior de Prievidza, cuando se preparaba emprender el viaje llegaron rumores de que los bandidos descontentos se estaban haciendo fuertes, y se estaban introduciendo gradualmente en los territorios de las Ciudades de las Montañas, de las cuales conocían bien las ciudades, y los pasos cerrados, y que Prievidza estaba preparando fuerzas para defender los lugares asignados. Los rumores eran ciertos, pues los bandidos en una noche desgraciada, la del tercer domingo de julio, que cayó en 18, irrumpieron con gran ímpetu en la ciudad de Brezno, por la puerta superior junto a la iglesia, y después de ocupar el cementerio, se extendieron por todas las partes de la ciudad, y se agruparon en la plaza, hasta que se apoderaron de toda ella. Ocupada la parte civil, fueron a atacar a los soldados que estaban acuartelados en la casa cívica, junto a la parroquia, quienes se defendieron ardientemente. Las casas de algunos ciudadanos más ricos fueron saqueadas, y los ciudadanos llevados a la cautividad; otros continúan saqueando, y matan a los fugitivos. Ni siquiera los pastores quedaron inmunes a la infausta suerte, pues yendo los fugitivos hacia nuestra iglesia, pensando que allí encontrarían protección, cayeron en manos de los bandidos, y fueron llevados a cautividad como inocentes corderos. El P. Esteban de la Anunciación de la B.V.M., el P. Tomás de S. Anselmo y el H. Wolfgang de Sta. Isabel, por segunda vez. Primero los llevaron al centro de la plaza, luego los ataron cruelmente, y los maltrataron duramente, golpeándolos con garrotes, látigos y todo tipo de objetos que llevaban. Una vez depredada la ciudad, y llevados muchos ciudadanos a cautividad, cuando empezaba a lucir la aurora matutina poco a poco, aquellos malvados decidieron abandonar la ciudad, cargando con los despojos, y empujan a los cautivos atados, agrupados en medio, y como no era suficiente el haberlos tenido cruelmente atados durante horas, y azotados, además les hacen cargar con la presa tomada a los buenos ciudadanos, y les urgían a caminar como ovejas que van al matadero. El citado más arriba P. Tomás, que era mayor y estaba enfermo y débil de fuerzas, además de herido por pinchazos en los muslos y en el pecho, además de tener otras heridas, estaba exhausto bajo el peso de dos blancos de cerdo enormes, colgándole uno a cada lado del cuello. Cayendo a menudo, les pedía a los secuestradores que pusieran fin a su vida, pero esperando un rescate, e impidiendo los capitanes que se derramara más sangre católica, pues el martirio satisfaría luego de manera más cruel la avidez de la plebe, no lo hacían. Sin embargo, como se quedó ya totalmente sin fuerzas, un ladrón, movido a misericordia, le quitó los blancos del cerdo y lo dejó en un barranco, diciéndole que estuviera callado allí hasta que pasara toda la horda en dirección a las montañas hacia donde iban, cargados con su presa.

Se quedó allí bajo los árboles, y cuando se presentó la oportunidad, el mismo día hacia las 12 de la mañana, llegó a la ciudad, donde todo eran quejas y lamentaciones, y vio la casa parroquial patas arriba, la iglesia totalmente despojada de los objetos sagrados, vio las señales de los sacrilegios cometidos, las casullas puestas en lugar de sillas sobre los caballos de los correos, extendidas, entre otros sacrilegios devastadores.

Los otros dos, que habían sido llevados cautivos con los ciudadanos y soldados de Prievidza que no habían sido muertos, con las manos cruelmente atadas detrás, como se ha dicho, fueron llevados por montes, valles y precipicios, hacia el norte. Por la tarde, cuando ya llegaba el ocaso, los bandidos con sus cautivos se detuvieron a descansar, y una vez recuperadas un tanto las fuerzas, se pusieron a evaluar la presa de los cautivos, para hacer las partes o como se dice vulgarmente, “kutyäuötyü”. Mientras los bandidos estaban tratando de ello, y ocupados en ver cómo vender las presas, y habían empezado a contar el dinero, el H. Wolfgang, que había previsto aprovechar la oportunidad cuando se presentase, y había hablado de ello con el P. Esteban, con algunos ciudadanos se apartó hacia una parte donde los matorrales eran más espesos, contando con que aunque se dieran cuenta los ladrones no les importaría mucho, porque tenían muchos otros cautivos, y con la protección de las tinieblas, por bosques, valles, cuestas y precipicios volvió hacia la ciudad. De vuelta el afligido hermano con sus compañeros de camino, fue a la casa parroquial, y encontró al Padre Tomás, arriba citado, acostado, y la casa, como hemos dicho, vacía.

Muerte del P. Tomás en Kremnica

Teniendo ya un compañero que cuidara de él, el P. Tomás quería ir a Prievidza, o ser llevado, no sé por qué medio. Encontró un carro que hacía el camino, pero quedándose sin fuerzas por el camino a causa de los golpes, se quedaron a pasar la noche en Kremnica, en casa de los PP. Franciscanos. Tras recibir inmediatamente allí mismo todos los sacramentos acostumbrados, con gran mérito para la Orden se durmió en el Señor, y, tras ser acompañado solemnemente por los religiosos y ciudadanos, fue enterrado allí.

Cruel martirio del P. Esteban

Era ya el tercer día del cautiverio del afligidísimo P. Esteban, el primero después que se escapara el citado hermano clérigo, cuando los injustísimos raptores llevaron a parte de los ciudadanos de Brezno al pobre P. Esteban, tasaron su rescate en 6000 áureos, y cuando entendieron que no podía prometer pagarlos, los cruelísimos carniceros, inflamados en rabia leonina, lo agarraron, lo tendieron en el suelo boca abajo, y empezaron a azotarlo desde la espalda hasta las plantas de los pies, y entre doce con palos golpearon cruelmente al pacientísimo Esteban hasta que se desmayó. Al cesar los golpes, respira un poco después de la multitud de golpes, y de nuevo le piden que prometa pagar el rescate que le habían pedido antes, y como él continúa negándose a ello, de nuevo los ferocísimos leones agarran al pobre padre, que llora con gemidos de las entrañas, y pide con sollozos la misericordia de Dios, con los cuales habría movido a misericordia a las misma piedras. Sin embargo ellos se vuelven por eso mismo más crueles, y le atan sin ninguna consideración con correas y aros de hierro los pulgares de las manos, hasta que le sale sangre debajo de las uñas, a los pulgares de los pies, tumbado en el suelo boca abajo; luego meten una pértiga bajo las ligaduras y lo levantan en alto, produciéndole varias heridas al colgarlo, con la cabeza colgando por debajo del tronco del cuerpo, y con inaudita crueldad comienzan a golpearle con varas las piernas y las plantas de los pies, por lo que duramente torturado, con lamentable clamor a causa del excesivo dolor, completamente deshecho, sangrando por las narices y la boca abundantemente, próximo a la agonía a causa de la asfixia por la abundancia de la sangre, se quejaba con todas sus fuerzas, gritando, pero los cruelísimos carniceros no por eso dejaban de golpearle, sino que cuando unos paraban para recobrar las fuerzas, otros venían y le azotaban en las mismas llagas, y sin duda hubiera exhalado allí el último suspiro si no hubiera sido por los capitanes Racz Adam y Jorge Vernay, alias Schuhayda, los cuales al oír los gritos o más bien sollozos de agonía, y dispersaron a los feroces malvados. Resucitado al fin con una taza de agua fría, y viendo de qué iba la cosa, los capitanes citados le urgían para que prometiera pagar el rescate pedido de 6000 imperiales, o al menos la mitad, asegurándole ellos al pobre bajo su fe que mediante su intercesión lograrían liberarlo sin ningún rescate, pero era necesario hacer la promesa, para saciar la rabia de aquella cruelísima banda calvinista, que exigían que pagara el rescate o si no le quitarían la vida. Desesperando salvar la vida si dudaba en lo de la promesa, y viendo que lo ponía difícil, la turba de ladrones vociferaba más y más, y amenazaba con matarlo, por lo que al fin los capitanes regatearon con suaves medios, y los malvados exactores lo dejaron en 3000, y él lo prometió.

Después de obtener esta promesa, cuatro malvados portadores llevaron a una tienda al rescatado de la muerte, en medio de lamentables sollozos, chillidos, casi frenético, vomitando espuma sanguinolenta, donde curaron al agonizante con los líquidos que tenían a mano, como crema y vino, y agua limpia, y él revivió un poco, para poder descansar por la noche, mientras le curaban las heridas que manaban sangre con crema mezclada con grasa y aceite caliente. Los inicuos torturadores le instaban a que firmara con su propia mano la promesa del rescate, junto con los ciudadanos de Brezno cautivos, a los que habían obligado también a prometer rescates, y quedaron en que a la mañana, por medio de los citados capitanes, le pedirían que pusiera la firma, puesto que ahora, a causa de la durísima tortura causada en los dedos, no tenía fuerza en las manos, y le resultaba imposible escribir. Incapaces de razonar, las feroces bestias urgían con ardor que firmara, y tal vez lo hubieran matado sin no hubiera habido un alboroto a causa de robos cometidos por unos a otros en el campamento. Mientras andan mezclados en esta confusión, y cada parte andaba mirando lo que tenía la otra, disponiéndolo así la divina gracia llega a toda velocidad un correo de su jefe Tököly con una carta en la que ordena severamente a toda aquella banda que deben ir sin perder tiempo, incluso durante la noche, llevando todo el botín y los cautivos indemnes a su campamento. Tras la lectura de la carta todos y cada uno se disponen a partir con su botín y cautivos en la dirección indicada. Así que en lugar del descanso de la noche, urgen al herido, protomártir de nombre y en la realidad, a ir con ellos. Pero él, a causa de las heridas, no era capaz de ponerse de pie. Unos sugieren que se le masacre; otros dejarlo para que se lo coman las fieras; otros lo ponen de pie, le traen unas muletas, y tras ponerle cadenas en los pies quieren que vaya con ellos.

Cuando se hace de mañana, por orden del capitán traen un caballo cojo que le han quitado a un campesino del arado, y lo montan, con las manos y los pies atados, y los pies desnudos, de los cuales manaba continuamente pus mezclado con la sangre, y así llevan los salvajes bandidos al inocente mártir, llenándole de improperios, burlándose de sus llagas, y uno u otro le golpean la piel visible llagada. Llegan a Roznava en la montaña el día 22 de julio, fiesta de Sta. María Magdalena, ciudad dependiente de Tököly, donde se prepara a hacer la confesión en peligro de muerte con el R. P. Balog de la Compañía de Jesús, que goza de una cierta protección de Tököly y por eso sus moradores están seguros. En aquel momento llega la turba de los ladrones a los que en vano intentan detener los capitanes que lo protegían, y lo sacan del pueblo para cortarle la cabeza. Van hacia el campamento, se preparan los carniceros, lo empujan al suelo del jumento en que iba montado, y mientras están deliberando con qué cruel tormento darle fin, se acerca uno del grupo, bien bebido, y les grita (estas son exactamente las palabras que oyó decir el mártir): “Hermanos, ¿de verdad queréis saciaros de la sangre de este sacerdote papista? ¿Acaso ignoráis que Tököly ha dado la orden de que todos los cautivos le deben ser entregados incólumes?” Sin embargo ellos gritan: “¡Lo tenemos que matar!”, y uno saca una espada, otro prepara un garrote; “¡Nada le debemos a Tököly!”, vociferan. Viendo lo que van hacer, él mismo les dice para impedirlo: “Veréis que si matáis a este papista, los germanos matarán a diez de nuestros pastores, dejando a sus mujeres viudas, y tal vez sólo se contentarán con más asesinatos”. Un tanto amansados con estas palabras, montado en un carro bajo el ardor del verano, y conjurando la muerte presente con horror, llevan al herido con ellos al campamento de Tököly, el cual, al enterarse, se lo quitó de las manos a los perversos guardianes y lo hizo llevar a la tienda de los capitanes citados más arriba, donde es curado y tiene un trato delicado.

Se encontraban entonces en la fortaleza de Lubloro, como delegados por ciertos motivos, algunos polacos que habían ido a ver a Tököly que los recibió solemnemente y los acogió amistosamente. Estaban dando una vuelta por el campamento, viendo el botín, y contemplando a los cautivos, entre cuyo número vieron al P. Esteban, en unas condiciones tan miserables, echado y afligido. Los cordiales amigos comenzaron a llorar, por una parte y por la otra; uno por el dolor, y los otros por la alegría de verlo pronto libre. Eran antiguos amigos suyos, y sin necesidad de hablar mucho entre ellos, el corazón de los amigos les mostró lo que necesitaba el afligidísimo Esteban, y su esperanza no quedó frustrada. Pues los mencionados polacos, antes de concluir sus asuntos y marcharse del campamento intercedieron con todo tipo de motivos a favor del pobre P. Esteban, y no querían salir mientras no les concedieran su liberación, por lo que ante sus fervientes peticiones, Thököly prometió concedérsela, dándoles su palabra a sus intercesores, a los que despidió con grandes honores prestados por sus soldados.

Una vez se fueron, fue llamado el pobre padre Esteban, que, aunque no podía ponerse de pie, fue ayudado por algunos pacientes soldados que le sostenían, y llegó a la tienda de Tököly, donde oiría la sentencia fatal o gozosa. Cuando Tököly vio que no podía mantenerse de pie, le preguntó qué miserias le habían hecho pasar, a lo cual respondieron los capitanes citados que le acompañaban. Compadecido el supremo jefe de los bandidos Tököly, le habló en húngaro, pero simulando que no entendía el húngaro, le dijo que no entendía nada. Entonces Tököly le habló en latín: “Te podría llevar al patíbulo, como hicieron los de Bratislava con los pastores de las confesiones augustana y helvética que no querían renegar de su fe”. A lo cual el inocente Esteban respondió: “respondo que en adelante no quiero ser Esteban sólo de nombre, sino de obra; pongo mi vida en las manos de Vuestra Excelencia; yo no renegaré de mi religión”. A lo cual respondió Tököly: “No quiero hacer eso”. Lo que quería hacer, su voluntad, se lo mandó traducir por medio de un joven húngaro, al que él hablaba en húngaro, y el intérprete le tradujo lo que le había dicho. El Excelso Príncipe Tököly dijo que ya había liberado a tres sacerdotes papistas sin rescate (como si con ello hubiera hecho ya bastante), por lo que no pensaba liberar ninguno más; sin embargo, a petición de los polacos que habían estado allí, y que habían suplicado por él, le iba a hacer esa gracia, y le daría la libertad, pero él debía llevar a cabo todo lo que Su Excelencia le pediría. Respondió humildemente Esteban: “Estoy dispuesto a hacer lo que me mande, con tal que sea posible”. Oyéndole, le dijo Tököly: “irás a ver al General Caraffa en Szepes, y después al General Rabatta en las Ciudades de las Montañas, y luego por fin a Viena, a ver al Arzobispo, y les dirás lo que te comunicaré en privado”. Después de oír las condiciones para su liberación, el pobre se excusó, pues le parecían imposibles de cumplir, totalmente débil y pálido, exponiendo su impotencia tanto física como política, para llevar a cabo tanto recorrido. Pues aunque hubiera tenido experiencia, de hecho no podía tenerse en pie, prometiendo que él fielmente escribiría a Caraffa en Kosice, y al arzobispo en Viena, mientras que con Rabatta hablaría personalmente, yendo a las Montañas a hacer lo que le mandara. Tököly aceptó las excusas, y cumpliendo fielmente lo que había prometido, viendo su impotencia, lo retuvo tres días en el campamento para que se recuperara, en la tienda de los citados capitanes, y durante ese tiempo le hacía llegar comida de su propia mesa, y también vino. Pasado ese tiempo, montado en un carro que habían tomado de la aldea próxima al campamento, lo envió hacia las Ciudades de las Montañas, acompañado de algunos soldados para su custodia, encargándoles severamente que lo llevaran de pueblo en pueblo sin entretenerse, observando siempre la requerida hospitalidad. Con esta comodidad llegó a Brezno; desde allí, aprovechando un viaje de grano, llegó a Banska Bystrica, donde expuso al Excmo. General Rabatta lo que tenía que decirle; de que se trataba, nunca lo quiso decir a nade. Finalmente, con la ayuda de este General, el 20 de agosto llegó a Prievidza, y de allí a Bojnice, donde los nuestros, por motivos de seguridad, a causa de las continuas incursiones de los rebeldes, permanecían. Los que estaban allí vieron al pobre cautivo, todo lívido, con la piel de los pies colgando y manado sangre, habiendo perdido el color en todo el cuerpo. Llegado a Bojnice, recuperó un poco las fuerzas en las termas, y con ayuda de algunos protectores salió de Bojnice hacia Podolín con el P. Andrés de la Conversión de S. Pablo el 24 de agosto, todavía enfermo, echando sangre tanto por la boca como por la nariz, no sin gran dolor interno.

Muerte del P. Esteban

En el año 1683, habiendo ido con el Ilmo. Príncipe D. Jerónimo Lubomirsky, nuestro fundador de Rzeszów, al campamento de Viena, con permiso de sus superiores, enfermó de disentería a causa del hedor de los cadáveres y la infección del aire. Fue enviado a Bratislava a casa de los Franciscanos, y en el mes de octubre este benemérito miembro de la Orden se durmió en el Señor. Está sepultado en el cementerio junto al presbiterio, en el ángulo del altar de SS. Fabián y Sebastián.

A pesar de todas estas revoluciones en el reino, en la dieta se iban tratando los temas que debían tratarse. El día 30 de diciembre llegó el tiempo para que los acatólicos presentaran sus quejas a Su Sacratísima Majestad, cada uno de los condados por separado, puntualmente por ciudades y lugares, en orden. En lo que se refiere a las Escuelas Pías de Brezno, esto es lo que dijeron. En primer lugar, que con ayuda de los soldados del cuartel, puestos de acuerdo con el notario y con el juez, católicos, obligaban a los ciudadanos a ir a las procesiones y ceremonias católicas. Segundo, que los mismos soldados del cuartel intentaban golpear con bastones indiscriminadamente a las mujeres y jóvenes que oraban con la cabeza inclinada, quitarles los velos de la cabeza, y en el tiempo del catecismo a quienes no sabían responder según quería el catequista, solían darles bofetadas. Todo ello eran invenciones fabricadas, como se pudo comprobar detalladamente. Sobre esto lo artículos 25 y 26 que tratan sobre las religiones, se concede el libre ejercicio a los luteranos y calvinistas en ciertos lugares señalados en cada condado por comisarios asignados, y algunos templos son restituidos a los herejes. Sin embargo, no satisfechos con la benigna resolución en este sentido de su Sacratísima Majestad, tal como se estableció en la Pacificación de Viena en 1606, protestaron solemnemente en el venerable Cabildo de Bratislava y en el de Nitra para que les dieran más iglesias en todo el reino, además de las que ya tenían concedidas. Aprovechando la ocasión, los señores ciudadanos de Brezno al volver de la Dieta, apoyándose en los artículos citados, que les favorecían mínimamente, presumiendo que se habían escuchado sus protestas, solemnemente trajeron predicadores luteranos a su ciudad, y se apoyaban en la autoridad de nuestros padres presentes allí, concretamente los PP. Valeriano y Wenceslao, que reclamaron y protestaron en vano. Los introdujeron en una casa cívica de ellos, asignada para sus actividades, y pedían siempre que sacaran a los nuestros de la ciudad.

[1682}

Era ya el año 1682. En invierno se observaba un armisticio por ambas partes, durante el cual las Escuelas Pías permanecían pacíficamente en su casa, y los predicadores llevaban a cabo sus actividades en la suya. Pero al llegar la primavera empezó a oírse en todas partes el estrépito de las armas, pues los descontentos húngaros, habiéndose unido sus fuerzas Tököly y los turcos, avanzaban contra Su Majestad Imperial prósperamente en toda Hungría, sin que nadie pudiera resistirles, y esto es lo que querían los herejes. Por esta razón, los señores ciudadanos de Brezno reclamaban que los católicos pagaran a los sacerdotes católicos, y que los luteranos pagaran a los suyos, por lo cual pretendieron no pagar los diezmos. Se confió el negocio de los diezmos que debían ser colectados al P. Andrés de la Conversión de S. Pablo para que lo presentara a Su Scrma. Majestad, el cual con gran destreza presentó cómo estaban las cosas al Arzobispo de Esztergom Jorge Szelepcheny de piadosa memoria, y por medio de él se ordenó severamente a los ciudadanos que correspondía en todo tiempo a las Escuelas Pías recoger el diezmo, pues habían sido introducidos legítimamente como párrocos, sin ninguna parte para los predicadores, que habían sido introducidos de manera ilegítima. Obedecieron el mandato real, y si bien es cierto que los nuestros recogieron los diezmos, sin embargo buscaban la manera de sacarnos de allí, cosa que hicieron en la primera ocasión, como sigue.

Notas