HB23B/1694

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[1694]

El 1 de mayo el P. Rector se enteró por el capitán del lugar que nos daba 6 FR por los barriles de cerveza, escribió una carta de súplica al Excelentísimo para que nos disminuyera el precio (nos cobraba 8 FR y 15 c. por el transporte, que antes teníamos gratis, tanto por parte del proto-fundador como con el Sr. Conde Jaroslao), dando como causa y razón que los objetos dados a la iglesia por el proto-fundador estaban envejecidos y desgastados, y que no había manera de restaurarlos o cambiarlos a causa de la escasez de limosnas y de intenciones de misas, que apenas llegan aquí.

¿Cómo reaccionó Su Excelencia? No queriendo saber nada, respondió con el silencio. Finalmente, después de unas dos semanas envió una casulla negra florida, quizás para que se viera que daba respuesta a la petición. Dicen que vale 40 FR.

En este año el Ilmo. y Excmo. D. Jorge Adán de Martinitz, vuelto al señorío con ocasión de alguna venta que tenía que hacer para pagar algunas deudas contraídas con el Ilmo. Barón Matías Hartman de Carlstein, y que no podía retrasar por más tiempo, llamó al P. Francisco de la Purificación, rector en aquel tiempo, para que fuera a hablar con él en la casa de los PP. Franciscanos, a las afueras de Schlan, y le propuso en secreto lo siguiente: “Padre Rector, de buena gana les aseguraría, y les proveería para el futuro con algún producto de vuestra fundación, no sea que en el caso de que yo muriese y lo pidieseis a mi sucesor no encontraseis quizás otra cosa que algunos cuadros; además el mayorazgo no tiene ninguna obligación con vosotros, pues ni mi señor Padre, mi predecesor, ni yo hemos querido hacernos cargo de ello. Ahora se nos presenta la ocasión: os pagaré vuestro capital, y se lo podéis entregar al Sr. Hartman, que hipotecará sus bienes, y os dará un censo anual, en especie o en dinero, y así en lo sucesivo tendréis algo seguro a lo que recurrir”.

Esta proposición le pareció sorprendente al P. Rector, quien por otro lado sabía lo de la venta a la que estaba expuesto a causa de las grandes deudas contraídas tiempo atrás, de modo que los acreedores tenían previsto acudir a los registros del Reino para cobrarse en un futuro próximo si no les pagaba; y sabía también que quienes entraran en el señorío debían pagar las deudas del censo. Sin embargo, no queriendo alegar nada al respecto, respondió humildemente con pocas palabras que no le correspondía a él tratar esas cuestiones, ni discutir sobre ellas, y mucho menos tomar decisiones, pues eso correspondía al P. Provincial y luego además al P. General. A esto, indignado, le respondió Su Excelencia: “¡Vuestra Reverencia no entiende, no entiende este asunto!”. Se calló ante esto el P. Rector, y no respondió nada, pero para sí pensaba: “¿Que no lo entiendo? ¿Pues por qué me llama a tratar de ello?”

Después de tres días el P. Rector fue llamado de nuevo a Smetzna, donde de nuevo se volvió a tratar el asunto, insistiéndole. Después de varias objeciones, al final el P. Rector, con la debida reverencia dijo lo siguiente: “Excelentísimo Señor, sin duda constara a V.E. lo que está completamente claro para nosotros:

1.Que el piadosamente difunto proto-fundador hizo nuestra fundación en Schlan con el consentimiento de sus otros hermanos, el Ilmo. y Rvmo. D. Benón, y el Ilmo. y Excmo. D. Maximiliano, Conde de Martinitz.

2.Quiso que esta fundación fuera perpetua, como expresamente consta en su última voluntad, donde se dice que, al igual que a los PP. Franciscanos, se provea a ella perpetuamente, y además se añade que, en el caso de que por algún evento inevitable nuestra Orden faltase, o que nosotros espontáneamente nos fuéramos, nos sustituirían los Servitas de la B.V.M., y si estos no quisieran, los PP. Teatinos, y si tampoco quisieran estos, los PP. de la Compañía de Jesús.

De lo cual se deduce claramente que nuestra fundación, con el permiso de Su Imperial Majestad, está hecha a ejemplo de la de los PP. Franciscanos, y por consiguiente, con la dispensa de la S. Majestad, está vinculada al mayorazgo”.

Herido por esta respuesta, inmediatamente dijo: “De ningún modo; convénzase V.R. de que en modo alguno es así”. Calló el P. Rector, quien había dicho esto no sin fundamento, pues él mismo cuando había ido a Praga con ocasión de pedir una dispensa, hablando con el primer empleado del Ilmo. y Excmo. Sr. Conde Wrbna, llamado Leporino, oyéndolo su compañero el P. Leonardo de S. Leonardo, se enteró de que estaba seguramente de acuerdo en el asunto el Rvmo. Sr. Conde Benón.

Después de unas dos semanas, cuando el Excmo. Sr. Conde vino a Schlan para vender aquella finca de la que se ha hablado antes al Ilmo. Sr. Hartmann, llamó al P. Rector, y mandándole subir a su coche, lo llevó consigo a una propiedad vecina, y en el camino, entre otras cosas, le dijo: “Hizo bien V.R. no consintiendo”. Se ignora cómo acabará todo esto.

Desde entonces no ha intentado nada más, sino que a veces se llama censalista, y a veces fundador. Por la reparación de una ventana de la iglesia que da a la plaza pagó 12 FR.

Notas