Igualada (ES) Real colegio Escuelas Pías y santuario Virgen de la Piedad

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Mapa de la demarcación
Patio interior del colegio de Igualada
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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Cataluña

(1732-)

Antecedentes históricos.

La ciudad de Igualada, capital de la comarca de la Anoia, tenía ya más de 2.000 habitantes cuando solicitó la fundación de un colegio escolapio. La guerra de Sucesión, que mantenía Cataluña contra Felipe V, trajo graves trastornos a la ciudad y faltaron los maestros. El Consejo, en sesión del 4-4-1710, decide solicitar del obispo de Vich la fundación de un colegio de las Escuelas Pías. La guerra impidió llevarla a cabo, pero el 1729 se repite la solicitud, que es gestionada directamente en Madrid por el regidor decano, Sr. Juan Riera. Tres años más tarde, el 16-5- 1732, se obtiene el permiso real que permite establecerse en Igualada a cuatro religiosos de las Escuelas Pías, que en calidad de maestros percibirían 200 libras del municipio. Y también 400 libras, fruto de la renta de las propiedades del Dr. Juan Padró Sarrals, sacerdote de la villa. Al mismo tiempo se les prohibía abrir convento según el decreto de Millones.

El P. Provincial de España encomendó al P. Bartolomé Mir, rector de Balaguer, que estipulara con el consejo de la villa las bases de fundación. El 4-9-1732 se firmaron las capitulaciones, según las cuales el ayuntamiento se comprometía a pagar las 200 libras y buscar a los escolapios un lugar adecuado para abrir colegio; éstos se comprometían a enseñar a leer, escribir y contar, además de la gramática, versificación y retórica, y a utilizar el método de Torella para el latín; también se obligaban a no percibir cantidad alguna como pago de las clases, a mendigar una vez al año y a comprar en las carnicerías de la villa. El mismo día, don Juan Padró dejó en usufructo su finca de Odena, llamada «Can Déunosajut», a cambio de la obligación de una misa anual en sufragio de su alma. Asimismo, su tío el sacerdote Ramón Padró entregó a las Escuelas Pías la administración de la capilla de los Dolores, situada al lado del «portal nou» de la villa. El municipio alquiló como habitación y escuela una casa en el extremo de la calle Nueva, junto al portal nou; aunque insuficientes, fueron usadas provisionalmente como tales.

Desarrollo histórico hasta 1835.

La primera comunidad estaba compuesta por los PP. Miguel Picanyol, que fue el superior, Jacinto Tord y Jorge Caputi, junto al H. Tomás Gaspar y al Cl. Martín Verdaguer. El 25 de octubre se celebró la primera comunión solemne con los alumnos, presidida por el bienhechor Dr. Juan Padrós.

La incapacidad del local, donde se impartían las clases, urgió la búsqueda de un nuevo edificio. Las donaciones del municipio y de particulares permitieron levantarlo al lado de la capilla de los Dolores. La edificación del nuevo edificio se realizó no sin conflictos, a causa de la disputa de titularidad de la capilla. Se ponía en duda la legalidad de la cesión a los escolapios de la administración de la capilla de los Dolores por parte de don Juan Padrós; éste era el corregidor de la Congregación de los Dolores, que era a quien pertenecía la capilla, por lo que el acto parecía legal y realizado con el consentimiento del obispo de Vich. Sin embargo, había una cláusula que reconocía el derecho de administrar la capilla a la Orden de los servitas, caso de que decidieran establecerse en Igualada. El pleito estaba abierto, pues tales religiosos se establecieron en Igualada. Parecía que era mejor abandonar y aceptar, por parte de los escolapios, alguna de las otras capillas que ofrecía la parroquia; pero los dos protectores llegaron a un acuerdo. Los escolapios podrían administrar la capilla de «modo precario», sin alterar ningún derecho de la congregación de los Dolores, mientras que los servitas no abrieran casa en Igualada. De hecho nunca lo hicieron.

Mientras, el alumnado aumentaba y era cada vez más necesario el nuevo local: las obras iban a buen ritmo. Así, a comienzos de julio de 1736 los escolapios pudieron trasladarse a la nueva casa. El colegio daba también los primeros frutos vocacionales como los escolapios PP. Tomás Ferrer, Francisco Ferrer, Francisco Morros, José Antonio Abad y Fermín Dardet. De lo hondo que habían calado las Escuelas Pías en Igualada, está el testimonio que recoge el cronista; es la historia de Juan Torelló, un muchacho de cinco años escasos. Nacido en Igualada el 10-1-1733, tercer hijo de padres cristianísimos, quiso vivir como escolapio y murió a los seis años víctima de una enfermedad incurable el 4-2-1739. Dos años antes habían muerto los dos principales bienhechores de las Escuelas Pías, D. Ramón y Juan Padró. El primero quiso ser enterrado en la iglesia de los Dolores, que sería después sepultura de los religiosos. Precedió en doce meses la muerte del tío a la del sobrino.

El progreso de la Escuelas Pías de Igualada hace vislumbrar el futuro con optimismo. El 1738 se abre una segunda aula de gramática dirigida por el P. Juan Llaguna. Los Capítulos provinciales ordenan que los maestros de gramática escriban trimestralmente al P. Provincial en latín sobre los progresos de los alumnos; se recomienda la celebración de certámenes y se confía la confección de un catecismo escolar. No hay constancia de ningún documento sobre la constitución canónica de la casa; si hay la primera patente de rector, la del P. Juan Bautista Vidal, que sustituyó al P. Salvador Llenas que había sido enviado a Mataró a gestionar la fundación de las Escuelas Pías de aquella ciudad; está firmada el 10-3-1739. En este período se construyó el coro de la iglesia.

El P. Jorge Caputi, natural de Lérida, había cantado misa el 9- 6-1734, día del Corpus, en Igualada; era un excelente maestro en gramática. El año 1742 fue nombrado rector y lo sería, después, en otros cuatro períodos distintos. Bajo su mandato se inicia el internado, que obligó a adecentar y blanquear el piso superior; los primeros internos procedían de Puigcerdá, Barcelona y Santa Coloma de Queralt. También se introdujo bajo su gobierno las funciones litúrgicas de desagravio por los días de carnaval, novedad que ninguna iglesia había realizado anteriormente. El 2-4-1744 se vio súbitamente aquejado de una grave enfermedad; desahuciado por el médico y a punto de recibir la extramaunción, se reincorporó con sorpresa de todos; a finales de mayo se fue a Lérida a pasar la convalecencia en casa de su hermana. Allí intervino en la fundación frustrada de un colegio. El año 1746 el P. Jorge es confirmado rector de Igualada, presidiendo una comunidad de once religiosos. Un año más tarde tiene que enfrentarse con el párroco de Odena, Isidro Colomer, que en calidad de Visitador pretendía pasar por la capilla de los Dolores, conculcando así el derecho de exención de los escolapios. El P. Jorge impidió la visita, no entregando la llave de la capilla al Visitador, que la exigía.

El día 5-4-1751 el Rmo. P. General, José Agustín Delbecchi, declara la demarcación escolapia de Cataluña Provincia independiente. El primer Provincial sería el P. Baltasar Toneu y el P. Jorge Caputi será nombrado Asistente provincial, además de continuar como rector de Igualada. De hecho Igualada se convirtió en residencia provincial cuando, en el año 1753, el mismo P. Jorge es nombrado Provincial, sustituyéndole entonces el P. Pedro Roure como rector de Igualada. Fue en Igualada donde se convocó el Capítulo provincial, en que se señaló a Moyá como casa-noviciado y a Mataró como estudiantado y residencia provincial. Cabe destacar que se encargó a pañeros de Igualada la confección de la tela para las sotanas.

Fue rector de Igualada, después del P. Roure, el P. Nicolás Lamarge, siendo sustituido, a su vez, por el P. Jorge al dejar el Provincialato. Una vez más es Asistente, vocal de la Provincia para el Capítulo general en Roma y rector de nuevo en Igualada.

El año 1748 fue el de la beatificación de San José de Calasanz. La comunidad escolapia pidió permiso al obispo de Vich, para abrir una capilla dedicada a San José de Calasanz; la respuesta fue negativa. Era rector de Igualada el P. Leandro Baura cuando, en 1767, tuvo lugar la canonización del Santo; sin embargo, no se guardan documentos sobre los acontecimientos y festejos celebrados por tal efeméride. Consta en este período la vigilancia, realizada por los PP. Visitadores, sobre la doctrina cristiana y las clases, la imposición de un cuarto de hora de plática espiritual los sábados y el cuidado en realizar los diálogos en las clases de gramática. Estas actividades y las «academias» eran urgidas por los Provinciales, como el P. Ildefonso Ferrer.

El año 1777 tiene lugar la compra de la torre que está sobre la Madre de Dios de la Guía -en el carrer de l'Argent- lo que permite la ampliación de los patios del colegio. Son años de intensa actividad pedagógica, en los que no se descuida el valor de los textos a emplear en las clases de gramática e historia, con el objetivo de que sean uniformes. Hasta tal punto influía lo que se estaba haciendo, que recibieron quejas de la Universidad de Cervera por no usar los libros que dicha Universidad editaba en exclusiva.

En el año 1793 el colegio de Puigcerdá había sufrido las consecuencias de la invasión francesa. Por este motivo llegaron el P. Joaquín Tomás, igualadino, y el novicio Buenaventura Selles, huidos de la refriega. Los rigores de la invasión se hicieron notar en el aumento del precio de la carne y en la necesidad de contribuir a financiar el «Somatent», para defender la ciudad, con 10 libras. Era rector en 1799 el P. Tomás Miret que sustituye al dimisionario P. José Pont; consta en Igualada la presencia de novicios durante esta época.

Fueron años difíciles los comprendidos entre el 1800 y 1814. Hay poca información de este período de invasión francesa. Parece ser, que el P. Pedro Freixa perteneció a la Junta igualadina de defensa contra los franceses y que éstos llegaron a la villa el 1-1-1809 obligando a la evacuación de la población. Pasada la contienda no mejoraron las cosas. Se tiene conocimiento de que en el 1821 tuvo que celebrarse el Capítulo local en circunstancias especiales; el superior local fue elegido por la misma comunidad bajo la jurisdicción del obispo de Vich, puesto que el Gobierno había suprimido la exención y había subordinado a los religiosos al Ordinario del lugar. Y en el año 1835, en tiempos de la llamada desamortización, los escolapios se ven en la obligación de abandonar el antiguo colegio, al que ya no volverán más.

Historia del convento y santuario de la Virgen de la Piedad.

En las afueras de la villa de Igualada existía (1347) la capilla de Santa María Egipciaca, fundada por Ramón Sagrera. En 1393, el maestro fray Jaime de Castelló, agustino y Provincial de la Corona de Aragón, la solicitó para convento de su Orden a los regidores de Igualada y al propio hijo de Ramón Sagrera, Francisco. Exhibió, en efecto, una bula del rey Juan I y, como resultado de estas gestiones, los agustinos fundaron un convento el día 19 de julio. Así, aquella casa y capilla que eran empleadas como cárcel por delitos de deudas, se transformaron en un centro floreciente; tuvo especial realce el culto a la Virgen de la Piedad. Según cuenta la leyenda del siglo XV, un peregrino sevillano la había traído en su devoto recorrido por los santuarios marianos de España. De hecho, la devoción estaba extendida por toda la comarca, hasta el punto de hacer olvidar el nombre de Santa María Egipciaca, y era invocada como valedora ante la peste, el hambre o la sequía.

En tiempos del prior P. Pedro Aguilera, en 1483, se levantó una capilla dedicada a la Virgen. Juan Bofill de Tous fue uno de los principales artesanos que trabajaron en el claustro del convento en 1495. En 1574 se funda en el monasterio la cofradía de la Purísima Sangre, que subsiste hasta el día de hoy y está muy arraigada en la población.

El monasterio, con la capilla de la Piedad, estaba situado en el camino real de Aragón, en las afueras de la ciudad, por lo que no es extraño que fuera visitado por igualadinos y caminantes. Tampoco cabe olvidar que los reyes eran recibidos allí por la corporación municipal, a caballo, cuando estaban de paso por Igualada. El mismo José de Calasanz debió visitarlo cuando marchaba hacia Montserrat el 27-10-1585, acompañando al obispo Gaspar de la Figuera.

En el siglo XVII prosiguen las obras de construcción del claustro y del enlosado de la cisterna. Las alas más antiguas de aquél parecen ser la del norte y la del este, que tiene grabada la fecha de 1612. El ala sur, al lado del escudo, tiene grabada la fecha de 1643 y la del oeste la de 1670 con el escudo de armas del benefactor Jerónimo Cornet, quien había legado 75 libras anuales para la enseñanza de la filosofía y la teología en el convento.

En el siglo XVIII, en vez de reformar la capilla de la Piedad, prevalece la idea de agrandar la iglesia conventual y trasladar allí la Virgen de la Piedad colocándola en el altar mayor, en un camarín digno. Esto se realizó en 1786 y el primer domingo de Cuaresma del año siguiente fue trasladada la imagen. El altar fue privilegiado por el Sr. obispo.

El año 1808, con la vorágine francesa cerca de Igualada, el prior Eudaldo Jaumandreu y el lector fray Nicolás Codina son llamados a formar parte de la Junta de la villa para defender la ciudad del ataque francés. Este llega el 1-1-1809 debiéndose evacuar la población. Los conventos también son abandonados y así lo hacen los agustinos, no sin antes haber escondido convenientemente las imágenes del Santo Cristo y de la Piedad. Pasada la ocupación francesa, el monasterio sigue como cuartel, que alberga a 900 hombres a las órdenes de la Junta. Pasados estos primeros momentos, las imágenes vuelven a su sitio (27-6- 1811), a pesar de ser utilizado el recinto del templo como sala de reunión del ayuntamiento.

En el año 1820 se recibe la orden de extinción de las Órdenes religiosas y de su sometimiento al Ordinario. Era un presagio de la dispersión de 1835, cuando los agustinos marcharon de Igualada para no regresar ya más a la ciudad. La imagen de la Piedad se quedó en Igualada, pero trasladada a la parroquia, donde era venerada. En el año 1844 el Sr. Cristóbal Cerdanyons porfió por devolver la imagen a su templo, se encargó de limpiarlo en quince días, y restituyó la Piedad a dicha capilla el 26-8-1844. El Sr. Cerdanyons, juntamente con el Sr. Jaime Padrós, se instalaron en el claustro, incluso con sus talleres, para velarla mejor.

Retorno de los escolapios a la ciudad.

Desde el año 1845 estaba autorizado el retorno de los escolapios a Igualada y el ayuntamiento había solicitado del Gobierno que efectuara la cesión del convento de San Agustín para este fin. Fue dictada la real orden, el 9-6-1849, en la que se recordaba que el administrar el convento de San Agustín llevaba anejo velar el culto de la Virgen de la Piedad, copatrona de Igualada. El ayuntamiento entabló negociaciones con el P. Provincial, Narciso Tarter, a través del alcalde Sr. Antonio Fortuny y del concejal Sr. Pedro Godo. Se estipuló que el ayuntamiento cedería el convento, el huerto y la capilla de San Agustín a cambio de que se impartieran los estudios de primera y segunda enseñanza.

Era preciso adaptar el convento a escuela y esto quedó a cargo del ayuntamiento, que recabó prestaciones de todo el vecindario. El coste ascendió a 10.000 reales vellón y el mobiliario a 14.620; ello obligó al ayuntamiento a presupuestar cada año 10.000 pesetas para devolver los préstamos. El colegio se inauguró el 3-10-1858. Habían sido 23 años de ausencia cuando el P. Juan Renom y cuatro escolapios más se disponían a reemprender la tarea. La inauguración fue solemne, como solemne fue la procesión para trasladar la Eucaristía desde la parroquia a San Agustín.

El plan ya estaba establecido de acuerdo con las bases pactadas con el ayuntamiento. Se impartirían las dos enseñanzas, primaria y secundaria, a las que se destinarían cinco escolapios: tres a primaria y dos a secundaria. El primer año comenzaron sólo con primero de bachiller, para ir aumentando cada año un curso más. Incluso se gestionó el reconocimiento de la enseñanza por parte de la Universidad.

Asimismo los escolapios habían contraído la responsabilidad de velar por la imagen de la Piedad. El P. Renom, presidente de la comunidad, fundó entonces la «Pía Unión», asociación de devotos de la Virgen de la Piedad, que gozaba de las indulgencias concedidas por los obispos de Vich, Barcelona y Gerona. Hizo reimprimir los «goigs» de la Virgen e hizo fundir una campana llamada «Calasancia» que acompañara, en su tañer, a la que existía ya en el santuario, forjada en 1569.

El coro de la Piedad amenazaba ruina y era preciso reconstruirlo, a pesar de que no había fondos. El P; Riera no dio su brazo a torcer y buscó la ayuda de seis familias y el apoyo del P. Provincial, Bernardo Collaso. Y así, en el 1870, se pudo sustituir las vigas carcomidas por otras nuevas. Sin embargo, no fue todo tranquilidad. Igualada era una plaza codiciada por carlistas y liberales. En el año 1874 los religiosos tuvieron que refugiarse en Can Jover -en la calle S. Roque- y en Can Sarrals -en la calle San Jaime- trasladándose después toda la comunidad a Can Fortuny -en la calle San Sebastián-, donde continuaron enseñando, ya que el convento de San Agustín se había convertido en cuartel. Era rector el P. Gabriel Cardona. En este período se retiraron las imágenes de la Piedad y de la Consolación y se confiaron al piadoso igualadino D. Jaime Padrós Tarda, que vivía en la calle San Agustín. Los fieles acudían a su casa a venerar la imagen de la Piedad y era tan grande el número de visitantes que resultaba insuficiente la vivienda.

De esta época es el clérigo Domingo Deop, que murió en olor de santidad.

La comunidad de Igualada tenía un grave conflicto con el Ordinario del lugar; efectivamente, una real orden del 23-7- 1864 había marcado una nueva división eclesiástica en Igualada y la había dividido en tres parroquias; correspondía una de ellas al barrio de San Agustín y, por lo tanto, consideraba como templo parroquial al de la Piedad. Los escolapios, sin embargo, eran quienes habían recibido el mandato de custodiar el santuario no quisieron desprenderse de él. El P. rector, Ramón Artigas, se negó a entregar las llaves del templo, cuando el 28-9-1877 se presentó Mn. Isidro Villar anunciándole la próxima llegada del nuevo párroco. Ante la negativa, el Vicario general de la diócesis exigió la exhibición de los títulos de propiedad. A pesar de que el abogado, Don Emiliano Orpí, los presentó no fueron del agrado de la Curia de Vich, que dio un ultimátum para la entrega de las llaves. Los escolapios habían recurrido al ministerio de Gracia y Justicia, para que modificara la distribución parroquial, y habían ofrecido las llaves al ayuntamiento, como entidad que había cedido San Agustín a las Escuelas Pías. Las llaves quedaron en poder del P. Provincial y la iglesia cerrada ante la sorpresa del vecindario, que no comprendía la causa que había para no poder acudir al templo a rezar. Los escolapios instalaron la capilla en el claustro y trasladaron las campanas hasta que el Ordinario les levantó el «entredicho» y les reconoció sus derechos; era el 23-11-1881. Había sido una medida de fuerza que resultó eficaz. Cinco años más tarde, el 20-11-1886, era recibido en la iglesia de la Piedad el nuevo obispo de Vich, José Morgades, en su primera entrada en Igualada. Era rector del colegio el P. Narciso Cata.

Acontecimientos en el presente siglo.

Durante el rectorado del P. Pedro Villar se procedió a pintar y decorar las paredes de la capilla excepto el altar mayor que estaba ya estucado desde el rectorado del P. Renom. En el año 1903 se inauguró el altar del Sacramento con la primera comunión de 43 niños. La decoración había corrido a cargo del Sr. Carné de Tous. Según la descripción de Roviralta, el templo tenía 23,95 m. de largo y 7,95 m. de ancho; las capillas tenían 3,85 m. de fondo. Estaba decorado según líneas de estilo renacentista, con arco de medio punto y capiteles toscanos. La bóveda estaba dividida por arcos transversales en cinco compartimentos, que presentaban un luneto a cada costado. El ábside era plano y el coro elevado. El retablo mayor era también de gusto greco-romano con pedestal corrido, con tres grandes columnas corintias a cada lado, la del centro más avanzada que las otras. El nicho central deja ver el camarín donde aparece la Virgen de la Piedad y en el nicho superior aparece San Agustín. En 1908 se puso a la iglesia la iluminación eléctrica y, cuatro años más tarde, fueron colocadas en el templo las imágenes de San José de Calasanz y de la Virgen de las Escuelas Pías.

En 1905, gracias a la munificencia del Sr. Eusebio Castells, se convirtió en plaza el terraplén situado delante del colegio y de la iglesia de la Piedad. Tres años más tarde fue inaugurada la fachada nueva que realzaba y dignificaba el conjunto del edificio. Un nuevo piso fue añadido, confiándose la obra al arquitecto Sr. Doménech. Con ocasión de la visita de los infantes de España a la villa, D.ª M.ª Teresa de Borbón y D. Fernando de Baviera, para conmemorar el I centenario de la batalla de Bruc, la fachada del colegio fue iluminada para darles la bienvenida. Asimismo se instaló un reloj de torre, pagado por el vecindario, y cuyas campanas fueron bendecidas el 26-7-1908.

El Sr. Juan Serra y Mercader se encargó de gestionar en Madrid la concesión del título de «real colegio», cosa que consiguió con la orden firmada el 23-6-1910.

Durante el rectorado del P. Juan Vallverdú se fundó la «asociación de antiguos alumnos y amigos de las Escuelas Pías», inaugurada el día del Patrocinio de San José de Calasanz del año 1916, siendo su primer director el P. Antonio Badía. También en el 1916 se fundó la escolanía de la Virgen de la Piedad, con ocasión de la inauguración del nuevo camarín; su primer director fue el P. Calasanz Balañá. Con motivo del III centenario de las Escuelas Pías se celebraron gran cantidad de actos públicos y académicos, en los que participó ampliamente la población; se colocó entonces la primera piedra del casal, que albergaría la asociación de antiguos alumnos. En 1918, una epidemia generalizada de gripe causó gran número de defunciones cada día. Fue tan grave la situación que, el 20 de octubre, se organizó un día de rogativas a la Virgen de la Piedad, participando toda la ciudad. En los días sucesivos fue decreciendo el número de enfermos siendo atribuido a un especial favor de la Virgen.

Asimismo ningún escolapio fue víctima de dicha gripe, a pesar de que asistían a los enfermos cuanto les era posible.

Durante los rectorados de los PP. Ramón Pollina, Pedro Mestres, Agustín Casas y Juan Carné el colegio continuó gozando de prestigio en la sociedad igualadina y eran numerosos los alumnos que acudían a sus aulas. El P. Ramón Pollina suscribió un nuevo contrato con el ayuntamiento, modificando el de 1858, para impartir el bachillerato sólo a cursos alternos y percibir del ayuntamiento 6.000 pesetas, anuales. El P. Pedro Mestres vació la cisterna para dar salubridad al agua y pudo medirse, entonces, su capacidad cifrada en 100 m3. En el invierno volvió a llenarse, permitiendo al vecindario, como era costumbre, llenar sus cántaros y botijos para tener agua potable en buenas condiciones. El P. Agustín Casas construyó un edificio para servicios sanitarios en la parte sur de la casa. Fue no obstante, en los últimos meses del P. Juan Carné cuando se proclamó la República y se perturbó la tranquilidad existente en el colegio. La asamblea nacional prohibió a las Órdenes religiosas ejercer la enseñanza. En el rectorado del P. José Girones no hubo todavía violencias; sin embargo, se implanta un instituto de bachillerato en el edificio García Fossas, próximo al colegio, con un gran número de alumnos procedentes de éste. El alcalde aconseja tal matriculación; sin embargo, por la tarde los mismos alumnos iban a las Escuelas Pías para hacer sus permanencias. Ante esta perspectiva cabía preguntarse si sería posible celebrar el II centenario de la fundación (1732-1932). El 27 de noviembre se tuvo, con toda solemnidad, una ceremonia litúrgica seguida de una velada académica y recreativa; en Navidad se realizó un concurso de belenes y, a lo largo del curso, se dieron varias conferencias. Se clausuró el II centenario con una celebración en la parroquia y un funeral por los maestros difuntos. También se colocó, en el que había sido primer colegio de la calle nueva, una imagen de San José de Calasanz; los escuadrones revolucionarios se encargarían de destruirla. En este edificio existen hoy unas dependencias de la administración.

La imposibilidad de las Órdenes religiosas para poder impartir la enseñanza, obligó a buscar estratagemas para obviar la ley. En septiembre de 1934 tiene lugar la venta del colegio a una entidad llamada «Mutua Escolar Igualadina», nombre que tomó el centro hasta los acontecimientos de 1936. Era su presidente el Sr. José Morera y Mestre; formaban parte de la Junta los Sres. Francisco Ribalta, Manuel Mateu, José Liado, Salvador Cuadras, Antonio Gabarro y Jaime Ortínez. Esto permitió a los escolapios continuar su misión sin necesidad de abandonar el hábito. El 18-7-1936 Cataluña quedaba en la zona republicana e Igualada, desde el día 20, estaba bajo el control del llamado «Comité rojo». En previsión de tener que abandonar el colegio, los religiosos se alquilaron las habitaciones necesarias en la «fonda María»; eran los PP. Antonio Camps (rector), Valls, Figueres, Esqueu, Ullastres, Punset; y ausentes, por vacaciones, los PP. Belart y Ejarque y los Hnos. Vilá e Iriarte.

A las cuatro de la tarde salieron los escolapios de su casa; el P. Valls a casa de Mons. Amadeo Amenos, el P. Amadeo Figueres a la del Sr. Antonio Beltrán y el P. Juan Esqueu a la de la Sra. Teresa Vidal; el joven exalumno Isidro Tomás se llevó a su casa a los PP. Punset y Ullastres; los Hnos. Ignacio Borras y Marqués, con el P. rector, se fueron a la «fonda María». El P. rector, en previsión, sustituyó la Virgen de la Piedad por un facsímil y dejó la auténtica guardada en el jardín que tenía la Sra. Teresa Vidal, sumió la Eucaristía, guardó los libros de escrituras y administración de la casa, así como los ornamentos y objetos de culto. El 21 por la mañana volvió el rector con los hermanos para abrir las ventanas y persianas, cumpliendo con la orden que le dio el comité; aprovechó para decir misa. La comunidad estaba, hasta entonces, a salvo.

Por la tarde del día 21 una chusma incontrolada entra en el colegio; expolia y saquea imágenes, libros, crónicas y ornamentos, y hace con todo ello una hoguera en el centro de la plaza Castellá. El colegio, a partir de entonces, es cárcel, cuartel, grupo escolar, albergue de refugiados y cocina comunal. Durante el trienio de la guerra civil murieron asesinados los PP. Belart, Ejarque y Punset, y por enfermedad el P. Gabarro y el Hno. Borras.

El día 22-1-1939 el colegio fue ocupado por los militares franquistas y lo utilizaron como campo de concentración, a pesar de la diligencia de los PP. Amadeo Figueres y Antonio Porredón en reclamarlo en nombre de las Escuelas Pías. El ayuntamiento les ofreció a cambio el edificio del instituto «García Fossas», pero a los tres días tomó posesión de dicho local un inspector del ministerio de Instrucción y precintó el edificio. Estando así las cosas, el P. rector alquiló al Sr. Torrente -albacea de la Sra. Magdalena Rovira, Vda. de Castells- la casa Rovira (en la calle Nueva, 32) y el propio P. Figueres la ocupa inmediatamente para evitar que se posesionen de ella los militares. Así pudieron reemprender las clases. El 9-3-1939, el P. Amadeo se encargaba de las clases de 1.°, 2.° y 3er grado, junto con los PP. Sebastián Font y José Bisbal y el Hno. Juan Vilá. El 3 de abril se abría la clase de comercio, llevada por el propio P. rector. A finales de abril eran ya 160 los alumnos y el local era insuficiente.

El curso siguiente comienza en la «casa Rovira», pero el 10 de octubre se reciben ya las llaves del colegio y el 6 de noviembre se puede trasladar a él la enseñanza primaria; el 13 el aula de comercio, tras agradecer al Sr. Torrente su generosidad. La imagen de la Virgen de la Piedad, después de ser restaurada por el Sr. Renard (ya que había sido escondida, como se ha dicho, durante tres años en el jardín de la Sra. Teresa Vidal dentro de un cubo de basura) fue colocada de nuevo en su camarín el 23-12-1939. En 1940 se procedió a restaurar el altar mayor, dañado durante la guerra civil. Un año más tarde, el obispo de Vich, Mons. Juan Perelló concedió a la iglesia de la Piedad el título de santuario, con fecha de 12 de octubre.

Igualada estaba sin enseñanza secundaria. El rector, Ramón Segalés, comienza a abrir las clases de bachillerato a cursos alternos; obtuvo la cooperación de profesores seglares, debido al reducido número de religiosos. También se ofrecen estudios de comercio siguiendo los planes de las Escuelas Pías, basados en la teneduría de libros y el aprendizaje de las lenguas.

La vida del colegio tiene también su vertiente creativa y pastoral. En el año 1940 se inicia una sección de aspirantes de Acción católica, vinculada a la parroquia, y dirigida por el P. Ramón Mestre. En septiembre del mismo año se inicia nuevamente, la escolanía bajo la dirección del ya citado P. Ramón. En verano, el colegio facilita una colonia estival para las familias que no puedan disponer de vacaciones.

El año 1948, tercer centenario de la muerte de San José de Calasanz, es solemnizado con la presencia de las Reliquias del Santo, llegadas a Igualada procedentes de Tárrega, siendo rector del colegio el P. Romualdo Duch.

El 20-4-1954, siendo rector el P. José Baburés, tiene lugar la consagración del altar mayor del santuario por el obispo de Vich, Ramón Masnou, y durante el mismo rectorado se impulsaron las actividades al aire libre, fomentando la creación de un grupo scout y la inauguración de una pista polideportiva.

El 11-10-1959, en el rectorado del P. Ramón Segalés, tuvo lugar la solemne coronación de la Virgen de la Piedad, con la presencia del obispo de Vich, del Abad de Montserrat, Aurelio M.ª Escarcé, del Provincial de las Escuelas Pías y del guardián de los PP. capuchinos, junto con el canónigo Mons. Amadeo Amenos. La ceremonia quedó inmortalizada en las pinturas realizadas por el Sr. Torras en el camarín de la Virgen.

El rectorado del P. Jaime Romans se caracterizó por el prestigio pedagógico que adquirió el centro con el reconocimiento oficial que obtuvo del bachillerato elemental en 1963 y el del bachillerato superior en 1966. Asimismo se hicieron obras de mejora en las aulas y dependencias de la casa. En 1968 se comenzó la reconstrucción del claustro para devolverle su primitivo sabor monacal, abriéndose los vanos que habían quedados cerrados y cambiando algunas columnas excesivamente dañadas. El P. Antonio Porredón logra adecentar la iglesia y ponerle calefacción.

A partir del rectorado del P. Jorge Gaza tiene lugar la remodelación del colegio, construyendo un cuerpo de edificio moderno y agradable en el ala sur del claustro, mejorando la cocina y comedores. Las obras se concluyeron, en tiempos del rector P. Ramón Novell, con la inauguración de una renovada pista polideportiva.

El 25-9-1975 tiene lugar la inauguración de un nuevo centro de BUP, nacido de la unión de los colegios religiosos de Igualada; es el colegio Abad Oliva, situado en el convento de los PP. capuchinos. En el rectorado del P. Joaquín Querol, en 1983, se inauguró un pabellón polideportivo cubierto, fruto de la tenacidad de los padres de familia.

Por las aulas del colegio de Igualada han pasado incontables alumnos, de los que se pueden destacar algunos nombres más conocidos: los obispos José Caixal, de la Seo de Urgel, y José Castelltort, de Astorga; muchos sacerdotes como Amadeo Amenos, José M.ª Juncá, José Codol, Ignacio M.ª Colomer, etc; los escolapios como los PP. Castelleví y Castelltort; el general Pedro Vives; los bien conocidos en el ámbito ciudadano como Jaime Boloix, José Cañellas, Gabriel Castellá, Calasanz Martí; el dirigente de organizaciones internacionales católicas y auditor del Vaticano II Ramón Sugranyes, etc.

Superiores

Persona Año
Miguel Picanyol 1732
Salvador Llenas 1736
Juan B. Vidal 1737
Jorgen Caputi 1742
Juan José Ferrer 1748
Juan Balcells 1749
Jorge Caputi 1751
Pedro Roure 1753
Nicolás Lamarge 1754
Jorge Caputi 1757
Jacinto Cruells 1763
Ildefonso Ferrer 1766
Leandro Baura 1766
Jacinto Ricart 1769
Jorge Caputi 1772
Pedro Roure 1775
Cayetano Marú 1778
Sebastián Casas 1781
Mariano Busqué 1784
José Ponsa 1787
Mauricio Bohigas 1790
José Picas 1794
José Pont 1796
Tomás Miret 1799
José Pont 1801
Mauricio Bohigas 1801
Antonio Ros 1804
Francisco Sola 1814
Francisco Raventós 1824
Jerónimo Reixach 1833
Juan Renom 1858
Ramón Busquets 1865
Ramón Riera 1869
Gabriel Cardona 1872
Ramón Antiga 1875
Ramón Riera 1879
Domingo Valls 1881
Narciso Cata 1885
Miguel Cercos 1895
José Arís 1897
Pedro Villar 1900
Juan Vallvedú 1915
Ramón Pollina 1919
Pedro Mestres 1922
Agustín Casas 1925
Juan Carné 1928
José Girones 1931
Antonio Camp 1934
Ramón Segalés 1940
Romualdo Duch 1946
José Poch 1949
José Baburés 1952
Ramón Segalés 1955
Jaime Romans 1961
Rosendo Casallarch 1967
Jorge Gaza 1970
Ramón Novell 1973
Joaquín Querol 1976
Antonio Marcet 1982

NOTA: En el original están mal ordenados los superiores. Hemos procedido a reordenarlos

Bibliografía

  • Archivo Cataluña
  • Archivo de la casa.

Redactor(es)

  • Bonaventura Pedemonte, en 1990, artículo original del DENES I