Morella (ES) Colegio

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Cataluña

(1885-1972)

Antecedentes históricos.

Los hidalgos morellanos Francisco Javier Colomer y Agustina Zurita dejaron encargo a sus albaceas para que erigieran un edificio-seminario en el cual se prepararan adolescentes y jóvenes con los estudios del latín y de la filosofía para ingresar posteriormente en un seminario teológico; tal centro se debería confiar a religiosos. Las mejores masías del entorno -cerca del centenar- eran el lote de la cuantiosa fortuna. A expensas de esas fincas, mejor o peor vendidas, fue levantándose en Morella un edificio grandioso, de piedra de sillería en la parte inferior, de altos techos y magníficas claraboyas en los pisos; el arquitecto fue de la ciudad de Tortosa, que usó del abundante dinero del testamento, pero no tuvo en cuenta el rigor del clima del Maestrazgo. Terminado el edificio en 1883, se llamó para organizar y dirigir el proyectado seminario a los jesuitas, asignándoles una determinada cantidad de dinero, pero manteniendo el albaceazgo la administración de los bienes aún no consumidos. La tirantez económica, la falta de ambiente para su múltiple actividad y la aparición del cólera en 1885 hicieron que los religiosos de la Compañía se desentendieran del compromiso. Fue entonces ofrecido a los escolapios de la Provincia de Valencia, quienes por falta de personal rehusaron la aceptación. El P. Ramón Querol, asistente interprovincial y morellano, no quiso que las Escuelas Pías perdieran tal ocasión y gestionó el intento con la Provincia de Cataluña; logró que la fundación viniera a parar a ésta no en condición de congruas y patronato, sino en pleno dominio y libre administración. Esta suerte fue oportuna años más tarde, cuando la edificación del colegio de Sarria, aportando 50.000 duros.

Desarrollo histórico y pedagógico.

El 16-11-1885, se inauguró la fundación escolapia. Era un colegio sin primera enseñanza; admitía vocaciones eclesiásticas y religiosas en general; formaba en los cursos de latinidad y filosofía, de modo que los alumnos pasaban al seminario teológico de Tortosa. El régimen era de internado o encomendados.

Para los primeros pasos de la fundación fue enviado el P. Leandro Cuxart; la comunidad fundadora estuvo compuesta por los PP. Juan Miracle, rector, Ignacio Gras, luego maestro de novicios, Javier, Rovira, Ramón Antúnez y los HH. Felipe Domingo Sanz y Luis Claret. A los tres años el P. rector abre unas escuelas primarias para la población, y en 1891 el segundo rector, Calasanz Anglada, cediendo a las reiteradas instancias de las autoridades y familias organizó el bachillerato. La fisonomía del colegio fue cambiando día a día con las lecturas públicas de notas, las veladas literarias, los actos académicos, la banda escolar y el batallón infantil. El cultivo vocacional no decreció, ni el ambiente de piedad; la práctica de los ejercicios espirituales al comenzar los cursos, los oratorios dominicales, el esplendor inusitado del culto dieron una fisonomía particular al centro educativo.

A comienzos de siglo la diócesis exigió que los estudios filosóficos se cursaran en Tortosa, siguiendo en el colegio de Morella los de latinidad; así se abrió en dicha casa la «escuela calasancia» o postulantado en 1913 bajo la dirección del P. Enrique Centelles y el H. Juan Vilá. Fue la época de mayor esplendor y mejores frutos, aunque también hay que mencionar la etapa del P. Martirián Masmitjá. Esta escuela calasancia duró hasta 1929 en que se abrió con el mismo fin el calasanciado de Alella tras el ensayo de 1926 en Eucaría.

Desde esa fecha a 1936 funcionó como un colegio cualquiera; la obra relacionada con las vocaciones había desaparecido. Al llegar la contienda civil de 1936-1939 la comunidad hubo de abandonar el edificio y refugiarse en el santuario de Vallivana; también de él tuvieron que escapar para salvar la vida; no obstante los PP. Pascual y Fontanillas y los HH. Alejo y Mayoral murieron víctimas de la persecución. Al ser liberada Morella el 4-4-1938 el edificio se convirtió en hospital de sangre; los años anteriores había sido destinado a escuelas públicas. Tan pronto como pudieron los escolapios se hicieron presentes en la ciudad y los PP. Enrique Centelles y Martirián Masmitjá, quienes habían sido hospedados por caridad en las casas de María Begués y Josefina Gasulla, reemprendieron la tarea escolar. Posteriormente, venciendo toda clase de dificultades, el colegio fue adquiriendo un ritmo ascendente. En el provincialato del P. Julián Centelles, a raíz del renacer vocacional, se volvió a abrir el postulantado, manteniendo las casas de Alella y Morella para tal función; pasadas aquellas circunstancias el postulantado se relegó sólo a la casa de Alella.

Tras la guerra civil se vieron urgentes ciertas obras de restauración, especialmente cubrir con unas claraboyas el primer claustro; en 1965 se cubrió de modo similar el segundo; en este mismo año las fuertes lluvias caídas en Morella ocasionaron el derrumbamiento de la pared que aguantaba la tierra de la parte del castillo; ello provocó el derrumbamiento de una parte del edificio, que hubo de ser restaurado. En los dos primeros casos ayudó eficazmente el colegio de Sarria; en el último la Provincia colaboró a paliar la situación. Cerrado el aspirantado, los locales fueron aprovechados para un internado comarcal; cuando los escolapios abandonaron la obra, los sacerdotes diocesanos que la continuaron mantuvieron abierto el internado por algunos años.

El bachillerato, en modalidad de libre, se estableció con la apertura del aspirantado y del cual se beneficiaron los muchachos de la ciudad; en 1966 se legalizó su situación como «colegio libre adoptado», que fue dirigido siempre por seglares, aunque pertenecía a la Orden.

Datos complementarios.

El recuerdo de los mordíanos hacia las Escuelas Pías ha sido grande, por los muchos exalumnos que de tales aulas salieron. Pronto se organizaron como asociación y como tal desarrollaron actividades culturales en la población; una de las más características fue el cine, primero infantil, y posteriormente como cine-club.

Actividades de connotación religiosa en favor de la población aparecen en los primeros años de la historia del colegio. Así, la devoción a San José floreció con la «asociación Josefina», que tenía un altar en la iglesia del colegio y que celebraba con gran solemnidad sus cultos particulares. Como filial de la misma surgió la llamada «visita domiciliaría de la Sagrada Familia» que acogió a más de 270 familias. La venerable Orden tercera de San José de Calasanz, se erigió canónicamente en 1897, y su rama femenina además de la ayuda personal a cada miembro colaboró y promocionó en la escuela dominical para sirvientas. La «asociación cultural morellana» animada por el P. Juan Vila, se cuidó de las escuelas nocturnas.

La colonia morellana esparcida por diversas poblaciones encontró en los escolapios acogida y comprensión. Así, en Barcelona, se reunieron durante varios lustros en el colegio de Nuestra Señora, donde construyeron dos capillas: una de la Virgen de Vallivana y otra de la Virgen de Montserrat. Similar, la colonia de Tarrasa encontró colaboración en los encuentros celebrados en la finca de Sant Feliuet.

En 1963, con motivo del cincuentenario de la fundación de la «escuela calasancia» se celebró una concentración de excalasancios, entonces sacerdotes escolapios; la misa, tenida en el primer claustro y la homilía del P. Ramón Segalés, exmiembro de la primera comunidad fue el centro del encuentro.

En 1978 hubo un segundo encuentro con motivo del traslado de los restos mortales de los escolapios difuntos desde los distintos nichos a uno solo, restaurado y mejorado; una concelebración en la iglesia arciprestal, un acto en el cementerio y una comida de hermandad unió a la Orden con los mordíanos incondicionales de las Escuelas Pías.

Por el colegio de Morella pasaron personas de valer. Como profesores cabe citarse de los primeros tiempos al P. Tomás Viñas, futuro General de la Orden, y al P.Buenaventura Rigola, futuro Vicario de Cuba. Las primeras vocaciones escolapias fueron los PP. Ramón Pascual, Fernando Folch, Francisco Ibáñez, Juan Batllori, Cándido Rallo, Ramón Puig, Enrique Centelles, Manuel Bordas, José Navarro, José Gasulla y otros muchos. Se aproximan a 60 los religiosos escolapios de la ciudad o alumnos del colegio. Entre otras personalidades se hallan Francisco Maciá, arcipreste de la ciudad; Julio Martí, gran catequista; Ramón Milián, restaurador de la iglesia de San Carlos de la Rápita; Manuel Milián, historiador de arte y vida de Morella; Antonio Royo Marín, dominico; Domingo Palos Ferreres, jesuita.

En 1972,ante los proyectos del ministerio de educación y ciencia para la ciudad y no siendo ya viable la enseñanza primaria en la misma; por otra parte, al erigir un grupo de seglares los cursos de bachillerato, la Orden abandona el colegio asumiéndolo temporalmente la diócesis de Tortosa.

Superiores

Persona Año
Juan Miracle 1885
Calasanz Anglada 1889
Gaspar Gibergas 1891
Pío Galtés 1894
Eusebio Plana 1897
Domingo Ramón 1906
Enrique Centelles 1913
Calasanz Balañá 1919
Ramón Colomé 1922
Fernando Folch 1925
Juan Ziegler 1928
Nicolás Busquets 1931
Enrique Centelles 1940
José Navarro 1943
Antonio Dou 1949
Ernesto Bellés 1958
Clemente Ferres 1961
Ramón Martí 1964
Pedro Parareda 1970
Miguel Pardo 1971

Bibliografía

  • Archivo Cataluña

Redactor(es)

  • Elias Ferreres, en 1990, artículo original del DENES I