MussestiVida/Cap20

De WikiPía
Saltar a: navegación, buscar

Cap19
Tema anterior

MussestiVida/Cap20
Índice

Cap21
Siguiente tema

Ver original en Italiano

Cap. 20. Abandonan el hábito de sacerdotes seculares y lo toman de la forma que se usa hoy. Se funda el noviciado, y nuestro Padre se retira a Narni para escribir las Reglas

Recibido en casa y leído el Breve, trataron sobre el hábito que iban a usar en adelante, y de la manera de vestirse los sujetos que debían servir en el instituto.

Acerca del hábito se pusieron de acuerdo en hacerlo humilde, de paño basto, conforme a la profesión de suma pobreza declarada en el Breve. Todos deberían vestir uniformemente ese hábito, y en ello debía comenzar a darse formalidad y orden de vida regular a la nueva Congregación.

La primera vez por orden del Papa fue vestido con el nuevo hábito el Padre José, fundador, por manos del cardenal Giustiniani. Después lo recibieron de manos del P. José el P. Pedro y todos los demás, hasta un número de quince, que casi todos eran de los de Santa María in Pórtico que se habían quedado con el P. Pedro al servicio y mantenimiento de las Escuelas Pías. Algunos otros todavía siguieron al servicio de las mismas escuelas con el primer hábito, sin tomar el nuevo.

La primera vestición del nuevo hábito tuvo lugar el día de la Anunciación, el 25 de marzo de 1617, tomando también como singular protectora de toda la Orden a la Santísima Virgen, por devoción a la cual el Padre Prefecto cambió su apellido, llamándose en los sucesivo en lugar de José de Calasanz, José de la Madre de Dios, y de este modo se introdujo el cambio del apellido secular por el nombre de algún santo u otro similar.

Determinaron después la introducción del noviciado, y le pareció bien al fundador que el P. Pedro, Casani antes y ahora de la Natividad de la Virgen, tomara el cargo de maestro de novicios, como más práctico en el asunto que ningún otro, además de por su insigne bondad reconocida y apreciada.

Con humildad y prontitud aceptó el P. Pedro, y para comenzar este noviciado de buena manera, tomaron para tal efecto una casa cercana a la fuente de Trevi, donde el P. Pedro con el celo habitual y el fervor que Dios le comunicaba puso manos a la obra.

Los primeros novicios, que abrieron el camino a los demás, fueron los padres Pablo Ottonelli, Viviano Viviani, Francisco Castelli, el Abad Landriani y otros, que entre clérigos y hermanos operarios eran quince o dieciséis en un primer momento, y poco después crecieron hasta un número mucho mayor, porque el buen nombre y la perfección de vida que llevaban aquellos primeros fundadores atraía a muchos a imitarlos, a pesar de que el rigor con el que vivían era durísimo y de auténticos penitentes.

Entre todos los novicios mencionados el más fervoroso y deseoso de perfección era el Padre Abad, como alguien que ya se había ejercitado durante muchos años y había gustado más que superficialmente la suavidad del Espíritu de Dios, y no se saciaba de obrar y padecer por amor suyo hasta morir, y el venerable Padre fundador se hacía muchas cuentas con él, pues conocía por muchos signos manifiestos que era un hombre iluminado por Dios. Se cree que por indicación suya se introdujeron en la Congregación diversos ejercicios de humildad y mortificación, como particularmente el de acompañar a su casa a los escolares pobres, que verdaderamente para quien lo hace de corazón se puede considerar un ejercicio cotidiano de mortificación, de humillación y de caridad al mismo tiempo, tal como deseaba precisamente nuestro venerable Padre.

El cual aproximadamente por este tiempo se retiró a nuestra casa de Narni para redactar allí sin distracciones las Constituciones, habiéndolo ordenado así el cardenal Giustiniani de parte del Pontífice, lo cual prontamente obedeció. Implorando con oraciones, ayunos, disciplinas y otros ejercicios espirituales y mortificaciones la asistencia de la gracia divina por espacio de muchos meses, y habiendo puesto fin felizmente a la obra con la ayuda de Dios, se volvió a Roma, y comenzó a poner en práctica las nuevas Constituciones a fin de que pudieran ser aprobadas con seguridad por la autoridad apostólica.

Notas