Plantilla:Efemérides del 8 de agosto

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  • 1621, Memorial al Cardenal Tonti
Al haber muerto el Cardenal Justiniani. Calasanz se ve desamparado, y con el proceso bloqueado. Decide escribir un memorial al Cardenal Tonti (Bau,159), Presidente de la Congregación de regulares, que se oponía a Calasanz. Se conmueve ante el memorial y cambia de opinión, emitiendo en esta fecha un dictamen en el que aconseja al Papa la elevación a Orden y la aprobación de las constituciones
  • 1621, Memorial al Cardenal Tonti
Cuando el cardenal Miguel Ángel Tonti, arzobispo titular de Nazareth y obispo de Cesena, se opuso a la elevación de la Congregación Paulina a Orden religiosa apoyándose en las Actas del IV concilio de Letrán que prohibía la creación de nuevas Ordenes Religiosas, Calasanz dolido por la negativa escribió un famoso memorial dirigido a Tonti que ha quedado precisamente con ese título, «Memorial al cardenal Tonti». En él el Fundador defiende vigorosamente su obra, el servicio de la educación, e indica los motivos que le han inducido a ella, así como lo que ahora le mueve a pedir su elevación a Orden Religiosa. Resultado de este Memorial fue que Tonti se convirtió en uno de los defensores más acérrimos de las Escuelas Pías. Escuchamos algunos fragmentos de ese memorial.

5. «Y entre estas últimas se cuenta la Obra de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, con un ministerio insustituible en opinión común a todos eclesiásticos y seglares, príncipes y ciudadanos y acaso el principal para la reforma de ¡as corrompidas costumbres; ministerio que consiste en la buena educación de los muchachos en cuanto que de ella depende todo el resto del buen o mal vivir del hombre futuro, según juzgaron acertadamente, iluminados por Dios, los Concilios Calcedonense y Tridentino y los Santos Basilio y Jerónimo, Benito e Ignacio. 6. Por tanto, no se puede dudar de que será favorecida y agraciada con el nombre —teniendo ya la realidad— de verdadera y observante Orden religiosa, título que han recibido hasta este momento tantas otras, tal vez no tan útiles y necesarias, tal vez no tan aplaudidas por todos, tal vez no tan deseadas y sin tal vez, menos solicitadas durante mucho tiempo en comparación de la insistencia con que viene siendo pedido nuestro ministerio en este breve período. Ministerio en verdad, dignísimo, nobilísimo, meritosísimo, beneficiosísimo, utilísimo, necesarísimo, enraizadísimo en nuestra naturaleza, conformísimo a razón, muy de agradecer, agradabilísimo y gloriosísimo. 7. Dignísimo, por girar en torno a la salvación, conjuntamente, de! alma y del cuerpo. 8. Nobilísimo, por ser menester angélico y divino, realizado por los ángeles custodios, de los cuales los hombres se constituyen en esto cooperadores. 9. Meritosísimo, por establecer y poner en práctica, con plenitud de caridad en la Iglesia, un remedio eficaz, preventivo y curativo del mal, inductor e iluminador para el bien, destinado a todos los muchachos de cualquier condición —y, por tanto, a todos los hombres, que pasan primero por esa edad— mediante las letras y el espíritu, las buenas costumbres y maneras, la luz de Dios y del mundo. 11. «Utilísimo, por los numerosos cambios de vida efectuados, como puede comprobarse con frecuencia entre los muchachos, tanto que no se reconocen según eran anteriormente. 12. Necesarísimo para esta corrupción de costumbres y ese predominio del vicio que reinan en los de educación mala y para las necesidades de la Iglesia, a las que se atiende con la oración continua de los niños en el oratorio, por turnos. 13. Enraizadísimo en la naturaleza de todos los hombres, que por instinto quieren la buena educación de sus hijos. 14. Conformísimo a razón, para príncipes y ciudades, a quienes trae mucha cuenta tener vasallos y ciudadanos morigerados, obedientes, bien disciplinados, fieles, sosegados y aptos para santificarse y ser grandes en el cielo, pero también para promocionarse y ennoblecerse a sí mismos y a su patria obteniendo puestos de gobierno y dignidades aquí en la tierra. Lo cual se ve más claro por los efectos contrarios de las personas educadas mal, que con sus acciones vituperables, perturban la paz del estado e inquietan a los ciudadanos. 15. Muy de agradecer por parte de los hombres, que lo aplauden unánimes y lo desean en su patria, presagiando acaso el bien de la reforma universal de las corrompidas costumbres, que es consecuencia del diligente cultivo de esas plantas tiernas y fáciles de enderezar que son los muchachos, antes de que se endurezcan y se hagan difíciles, por no decir imposibles, de orientar; como lo vemos en los hombres ya hechos: pese a toda la ayuda de oraciones, pláticas y sacramentos, cambia de vida y realmente se convierte una exigua minoría. Muy de agradecer también por parte de Dios, mucho más que la conversión de un pecador, aunque ésta da alegría al cielo; porque en la escuela no sóio se arrepienten muchos de muchas ofensas contra Dios, sino que diariamente se conservan otros muchos en la inocencia bautismal, y en consecuencia, se libra de manifiesta condenación la mayoría de aquellos que, de morir en su mocedad, se condenarían por las culpas tal vez cometidas sin escrúpulo y con ligereza, y confesadas sin contricción, si es que no calladas. 16. Agradabilísimo para quien sea llamado a laborear en esta viña y a trabajar en esta mies tan abundante. 17. Gloriosísimo para los religiosos y para aquellos que lo favorezcan y promuevan con su autoridad y mercedes; para el Sumo Pontífice que lo establezca y apruebe como Orden, no menos que la aprobación de las otras Familias Religiosas para sus predecesores: glorioso también para el mismo Dios, porque al ponerse remedio a tantas ofensas dirigidas contra El, al preservar de tantas penas, incluso corporales, al salvar y santificar tantas almas, éstas darán gracias eternas a la nueva Orden y gloria perenne a Dios».

  • 1642, Calasanz llevado al Santo Oficio
El inquisidor Albizzi, en represalia por el registro y engañado por Mario, cuenta todo al Papa. Este, manda conducir preso a Calasanz ante el Santo Oficio. Calasanz y los suyos son conducidos a pie por el centro de Roma, ante la mirada de todos y bajo un sol abrasador al Santo Oficio. A su llegada, Albizzi se retira a comer y no les recibe, por lo que deben esperar. En ese tiempo Calasanz (que confía plenamente en Dios) se duerme. Seis horas después, el Cardenal Cessarini lo saca de allí y Albizzi y el Papa quedan en ridículo. Cessarini los lleva en su carroza de vuelta a San Pantaleo por el mismo trayecto que por la mañana hiciera a pie para que la gente le vea y Calasanz pide que se echen las cortinas pues le da vergüenza que la gente le vea en una carroza tan suntuosa.
  • 1642, Calasanz llevado al Santo Oficio
Sigue el P. Caputi: «A la mañana siguiente —viernes, 8 de agosto-, Mons. Albizzi, muy temprano fue a pedir audiencia al Em. Sr. Secretario, Cardenal F. Barberini. El P. Mario le comunicaba que el P. General y su Curia le habían quitado todas las escrituras del santo Oficio. Esperaba órdenes. El cardenal entró en la alcoba de su tío el Papa Urbano. Narróle la intempestiva embajada de Albizzi. «Vea Vuestra Santidad qué le parece que hagamos». El Papa, anciano de 74 años, estaba todavía en cama. Y comenzó a gritar y a decir: «¡Que sean encarcelados!, ¡que sean castigados sin remisión! Diga a Mons. Albizzi que los castigue severísimamente. ¿Cómo? ¿Y no han tenido pavor ante un Tribunal que hace temblar a todo el mundo? Castigadlos, hacedles castigar sin remedio»... Reunida buena mano de esbirros con su atuendo militar, dióseles órdenes de acordonar s. Pantaleón, tanto la iglesia como la casa. Cumplióse la orden con extrañeza de los transeúntes y mayor desconcierto de quienes desde dentro se apercibieron. Cuando ya estaban todas las posiciones tomadas, llegó en carroza Mons. Asesor. Entró en la Iglesia y se dirigió a la sacristía. Con voz autoritaria y como si a nadie conociese, preguntó: ¿Quién es aquí el P. General? El buen viejo estaba allí, precisamente, sentado en una silla como solía. Levantóse con presteza y preguntó complaciente: Soy yo. ¿Qué desea su llustrísima? Irguiéndose más el Asesor, pronunció solemnemente las palabras rituales: Sois prisionero del santo Oficio. «Heme aquí», se limitó a contestar el P. General... Bajaron el P.P. Casani, el P. J. García y el P. B. Catalucci Asistentes; y el P. J. Bta. de sta. Tecla, procurador. El secretario, P. Bandoni, sin ornamentos, ya estaba allí. Hízoles salir por la puerta grande de la iglesia, para ir a la plaza del Pasquino y encaminarse al sto. Oficio. Iban de dos en dos, y él detrás con sus gentileshombres en la carroza. Pasaron a más de las once de la mañana por los Bancos, que es aquella hora el paraje más frecuentado de Roma por los negocios. Y ante tal espectáculo quedaron todos maravillados y atónitos de ver a un viejo de más de ochenta y cinco años pasar el puente sant'Angelo a la hora más fuerte del día, cuando del reflejo del sol en el agua hasta llega a encenderse la paja que hay sobre el puente, como lo he visto yo muchas veces... Llegados al santo Oficio el P. General se enjuagó la boca en la fontana del patio. Subieron luego al primer piso y se sentaron a esperar en una gran sala. Monseñor, sin decir nada a la llegada, se retiró a sus habitaciones a comer y a echar la siesta. Los Padres, solos en la sala, comentaron parcamente su extraña y humillante situación. El buen viejo, sentado en una silla, se quedó profundamente dormido».