Plantilla:Textos de Calasanz del 29 de enero

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  • En cuanto a las tentaciones, si V.R. tuviera un poco más conocimiento de la asistencia del Ángel Custodio y tratara con él más familiarmente, sentiría muy grandes y evidentes ayudas, pero se requiere gran pureza de corazón. Si cuando el enemigo le sugiere algo grande, lo rechazara pronto y, no pudiendo, recurriera a la ayuda del Ángel Custodio, encontraría remedio; y, mire, no se cumpla aquel dicho «si iniquitatem aspexi in corde meo non exaudiet Dominus». Procure, pues pedir, esa ayuda y nosotros aquí haremos oración por la victoria
(Año: 1633; Nº: 1961; Destinatario: ALACCHI, Melchiorre; Destino: Venecia)
  • Me parece locura muy grande la nuestra si, fatigándonos como nos fatigamos, pretendiésemos la recompensa temporal de los hombres. Por otra parte, si nos dedicamos a este ejercicio, me parece que sería hacer gran ofensa a la divina Providencia, que procura lo necesario a los pájaros del campo, no tener fe en ella, habiendo probado por experiencia durante tantos años el cuidado que de nosotros ha manifestado el Señor
(Año: 1633; Nº: 1961; Destinatario: ALACCHI, Melchiorre; Destino: Venecia)
  • Espero que V.R., junto con los demás Padres, habrá procurado poner orden en las escuelas, de manera que sean pocas pero bien atendidas. Ponga un superior que vigile a los maestros y alumnos, para que se adelante en las letras y en el santo temor de Dios. Otro, sacerdote, clérigo o hermano, que tenga talento y sea celoso de la Obra, que se preocupe de las cosas temporales. Pero el principal de la casa, que vigile las escuelas, que si van bien no sólo cumpliremos con la obligación que tenemos, sino que podremos esperar del Señor los bienes temporales necesarios y abundancia de los espirituales. Así, pues, se debe insistir más en esto que en cualquier otra cosa
(Año: 1637; Nº: 2670; Destinatario: ALACCHI, Melchiorre; Destino: Messina)
  • Desearía que antes el H. Carlos Antonio, aunque tiene la edad (de ordenarse), se ejercitase en el oficio de aprender y enseñar, pues una vez sacerdotes no se preocupan más de estudiar, y al no ser aptos para una escuela, rehuyen la enseñanza y esto causa la ruina de la Religión. Lo mismo digo del H. Antonio de Borzonasca; si hay algún sacerdote que no dé escuela, a fin de que no esté ocioso y deje de merecer, mándele que ayude a recitar en alguna clase o que catequice a los alumnos para que sepan confesarse bien y comulgar, y lo necesario para salvarse. Que nadie tenga escondido el talento
(Año: 1639; Nº: 3027; Destinatario: TOCCO, Giacomo; Destino: Carmañola)