RenanoSuiza/Carta al P. General

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Carta a la Congregación General
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7. Un héroe de la caridad. El P. Bartolomé Nokester de S. Bonifacio, Escolapio (1718-1796)
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Carta al P. General

(Arch. Gen., Reg. Prov. 55, A)[Notas 1]

Reverendísimo P. General[Notas 2]

En una carta enviada recientemente a vuestra Reverendísima paternidad con toda humildad le informaba que había mucha esperanza de que el Serenísimo Elector de Tréveris nos ofrezca una fundación a la Viceprovincia aquí en Tréveris, y le pedía humildemente que me diera por escrito graciosamente la facultad para poder actuar en este negocio. Ahora, en la fecha de la Anunciación, ya estoy informado de que ha sido firmado por el Serenísimo Elector el instrumento de Fundación a nuestro favor, con los votos de todos los miembros de su consejo eclesiástico y cortesano, el pasado día 18, y que el Serenísimo envió el documento para ser revisado por una Comisión constituida por él, considero que debo dirigirme humildemente no sólo a Vuestra Paternidad, sino también a la Congregación General.

Esta fundación es tan importante que hará famosa a nuestra Orden en todo el Imperio. El capital de este Seminario asciende a casi 80.000 escudos, a interés, para recibir y alimentar a algunos jóvenes nobles que están inclinados a abrazar el estado eclesiástico, con los religiosos y criados necesarios. Los demás internos pagan su pensión. Además de tener su propia iglesia, dos huertos adyacentes y su propia farmacia, el edificio es tan grande que puede acoger 100 pensionistas, cada cual en un cubículo separado. Está equipado con todo lo necesario, y tiene una biblioteca completísima. Espero confiadamente que por cada religioso nos pagarán 100 escudos. De lo demás se dará cuenta aparte.

La fundación no consiste en dinero metálico, sino en enormes fincas y tierras, de la Baronía, como la llaman. Pero lo que es más importante para nosotros, y que quieren y auguran ciertamente, es que dentro de no mucho tiempo nos entregarán el enorme colegio de los jesuitas, para que nos encarguemos de todas las humanidades y además enseñemos algunas materias en la universidad de Tréveris. Además del Serenísimo hay muchos en la ciudad que quieren que nos den a nosotros el colegio de los jesuitas. Los consejeros íntimos del Serenísimo me han mostrado tanta confianza que me sometieron antes el instrumento de fundación, con la posibilidad de añadir o cambiar lo que quisiera. Así que vi lo que deseaban hacer tanto el Serenísimo como sus consejeros, y en el mejor latín expliqué lo que se me ocurrió, y el Serenísimo graciosamente lo aceptó diciendo. “está preparado el instrumento de tal modo que no veo que haya que añadir, cambiar o quitar nada”.

Yo, además de mi humilde petición para que me dé la facultad para recibir la fundación, humildemente creo que debo pedirle lo siguiente:

1.Si puede, en el permiso concedido deme el título de Provincial y no de Viceprovincial. Pues al comenzar a tratar este asunto, llegó a las manos del reverendísimo e ilustrísimo comisario principal un documento de la Viceprovincia. Al leer el título de Viceprovincial se quedó sorprendido, y le tuve que explicar que el nombre depende del P. General, que quiere que esta se llame Viceprovincia. Después de darle la explicación, dijo que él quería tratar con el provincial y no con el Viceprovincial. Por ello, tanto en las cartas, como en el instrumento de la fundación, habla de Provincia, y a mí me llama Provincial. Por lo tanto ruego que ningún religioso de los nuestros, ni de fuera, me envíe cartas con el título de Viceprovincial. A mí no me importa; lo hago por el interés de la Orden.
2.Envíense de una vez las patentes de Asistentes y consultores dela Viceprovincia. No hay ninguno de los nuestros que no sirva para ello.
3.Ruega humildemente a Su Paternidad Reverendísima que escriba una carta de agradecimiento al Serenísimo y Eminentísimo Elector de Tréveris y me la envíe, para que yo pueda entregársela.
4.Como hay patrocinadores en este negocio que me están ayudando mucho y yo les estoy muy agradecido, le ruego me envíe tres cartas de hermandad por separado, para que yo pueda entregarlas a quien estime conveniente.
5.Por último le ruego graciosamente concederme que, ya que muchos esperan y quieren que yo me ocupe del seminario, pues soy conocido de los nobles, y les he servido durante muchos años, por la gracia de Dios, con honra para la Orden, yo sea nombrado primer superior del mismo. De este modo me dedicaré a hacer la visita canónica a Tréveris en primer lugar. Al año siguiente visitaré las casas más vecinas, y luego compondré las residencia suabas, que en realidad son más una carga para la orden que una ventaja, pues no hay nada establecido de manera definitiva. Por lo tanto soy más necesario en Tréveris, para poner y establecer todas las cosas en orden. Y luego, aunque no debiera decirlo, esta es una obra que llaman francesa, en la cual hay que conocer bien el lenguaje. Y yo hablo correctamente francés, y entiendo el italiano y puedo también responder. No estoy hablando por interés propio; por lo demás no me va a quedar mucho tiempo libre una vez asuma el cargo de esta casa tan célebre.

No añadiré nada más. Le ruego nos envíen 200 intenciones de misa para aplicarlas por las casas de Italia. Y me encomiendo con sumisión y veneración a su paterna benevolencia,

Reverendísima Paternidad,

En Rastatt, a 27 de marzo de 1776.

Humildísimo y obedientísimo hijo
Burcardo de S. Mansueto
Prepósito Viceprovincial
De Renano-Suabia.

Notas

  1. Original en latín. Traducción: José P. Burgués.
  2. En aquel momento lo era el P. Cayetano Ramo de San Juan Bautista, 1772-1784. (N. del T.)