RenanoSuiza/Copia del acuerdo episcopal para la fundación de Wallerstein de las Escuelas Pías

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Carta del obispo de Augsburgo
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Carta al P. General J.M. Giuria
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Copia del acuerdo episcopal para la fundación de Wallerstein de las Escuelas Pías

Nos, José Obispo de Augsburgo por la Gracia de Dios y de la Sede Apostólica; Príncipe de la S.R.I.; Landgrave de Hesse; Príncipe de Hirschfelden; Conde de Catimelibogi, Diez, Ziegenheim, Nidde, Schaumburg, Isenburg y Budinge, etc.; Abad infulado de Sta. Helena de Foeldvar en el Reino de Hungría; Caballero de S. Humberto, etc., etc. , a todos y cada uno que lean las presentes, salud y bendición.

La Iglesia de Cristo se alegra cada vez que ve que aquellas cosas que fueron debilitadas por las calamidades de los tiempos o depravadas por las violencia de groseros errores, son restauradas y renovadas para bien de la fe de los pueblos. En verdad nunca hubo un remedio más potente contra la creciente maldad del veneno herético que la recta y piadosa educación de la juventud, y su sólida institución en escuelas públicas. Por ello no sin gran alegría veríamos que Su Santidad el Papa Clemente XIII accediera, por su clementísima bondad, a transferir tres beneficios seculares, concretamente de los santos Materno, Gall y Ana, a los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, para que puedan poseerlos y disfrutar de ellos para su conveniente sustento, de modo que ellos puedan mantenerse en Wallerstein, con la condición de que instruyan a la juventud cristiana tanto en los rudimentos de la fe como en las letras humanas.

Nos alegraremos íntimamente mucho de la bondad y generosidad pontificia, pues podemos prever por el celo, industria, prudencia y costumbre de los citados Padres en la formación de los jóvenes producirán ricos frutos en esta vasta diócesis nuestra en la que un enemigo sembró la cizaña con gran éxito, y en la que hace falta mucho sudor apostólico para reparar la viña devastada por el exterminador. Por tanto, en lo que a nosotros respecta, de buena gana accedemos a que se dé la concesión apostólica, de modo que los Clérigos Regulares citados estén sometidos a nosotros como Ordinario en lo que deban estar sometidos. Y rogaremos incesantemente al Supremo dueño de la viña que dé prosperidad a la obra de tan generosos operarios, a quienes impartimos amorosamente nuestra bendición apostólica.

En Dillingen, nuestra residencia principal, a 31 de octubre de 1761.

José Augusto Landgrave de Hesse. L. Kellner, Consejero de la Iglesia y Secretario.

Notas