Reunificacion1868-1906/Tímido acercamiento a Europa Central: viaje de C. Casanovas; apoyo a Cracovia.

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La unidad con España: primeros pasos. Calasanz Casanovas, Capítulo 1869.
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Desarrollo de 1868 a 1906
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Tímido acercamiento a Europa Central: viaje de C. Casanovas; apoyo a Cracovia.

Las provincias de Europa Central estaban en contacto epistolar con Roma, y enviaban sus catálogos y algunas otras informaciones. Y estas no eran nada buenas. El P. Lorenzo Sink[Notas 1], Provincial bohemo, con fecha 27 de diciembre de 1868, le decía lo siguiente: Son tantas las dificultades (causadas por el genio de los tiempos presentes) que afectan a casi todas la órdenes religiosas, que prefiero no enumerarlas. En lo que se refiere a nosotros, en todas partes han disminuido los ingresos, la caridad de alimentos, y sufrimos la falta de un número suficiente de maestros (pues todos los maestros, según el sistema introducido en los territorios austriacos, deben someterse a una Comisión Examinadora para ser aprobados); la situación política hace menos atractivas las órdenes religiosas, por lo cual, como resulta muy fácil hacerlo, muchos maestros de las Escuelas Pías se hacen maestros laicos, lo cual es muy de lamentar, así que tenemos que ir contracorriente.

El P. Jacobo Seidl, Provincial de Austria (de 1852 a 1870), le escribe el 23 de diciembre de 1868 diciéndole que por allí las cosas van mal, y es de temer que empeoren[Notas 2]. En respuesta a la carta que debió enviarle el P. Pes, Asistente General, escribe con fecha 27 de marzo de 1869[Notas 3] que está de acuerdo en que hay que esforzarse por salvar la Orden, y que está dispuesto a enviar todo tipo de información por carta, y a cooperar en lo que haga falta. Sin embargo, no ve posible acudir a Roma o enviar a alguien para un capítulo, pues tienen allí mucho trabajo… En realidad, se sienten muy dependientes del Gobierno, del que esperan que les permitan seguir funcionando. En cuanto a otras Provincias, no están en contacto con Hungría, pero cree que van bien; de Polonia, cree que ya no existe como Provincia. Todavía ese mismo año 1869, en respuesta a otra carta en la que le preguntan de qué manera cree que se podría aumentar la unión con las Escuelas Pías de Roma, responde el 28 de noviembre[Notas 4] diciendo que no sabe qué decir; de momento hay que obedecer los decretos del Imperio. Siempre ha existido un vínculo de caridad con Roma, y seguiré existiendo, pero ellos, para poder sobrevivir, tienen que cumplir las leyes del Imperio. En cuanto a una unión mayor, habrá que esperar al Concilio Vaticano, a ver qué dice.

En cuanto a Hungría, las cosas van mejor. El P. Ferenc Somhegyi (Provincial de 1867 a 1879), escribe el 29 de septiembre de 1869[Notas 5]: Con sumo consuelo para nuestro ánimo puedo informar sobre el buen estado de nuestra Orden en Hungría y en Transilvania, pues el número de sacerdotes, que parece que preocupa a algunos, en nuestro caso se mantiene alto. En el próximo año escolar 1869-70 el número de miembros de la Orden aumentará en 29, que son los novicios que hemos seleccionado y admitido de los 95 candidatos que se presentaron. Esperamos confiadamente que el bache de individuos que afectó a nuestra Orden durante cinco años (de 1848 a 1852) quede compensado en breve, pues el Dios de la Paz no niega sus gracias. En cuanto a nuestros hermanos de Galitzia [región del sudeste de Polonia; se refiere a la provincia polaca] no sé nada. Pues no hay intercambio postal entre ellos y nosotros.

Las noticias sobre Polonia llegan directamente de un padre polaco, Tadeusz Chromecki, que escribe desde Marsella el 26 de febrero de 1869[Notas 6]:

Cuando estuve en Roma hace cuatro años, hablábamos a menudo de recuperar nuestro Colegio de Cracovia, que está totalmente abandonado por los nuestros y es administrado por un sacerdote diocesano designado por el Rvmo. Ordinario del Lugar. Ni yo ni el P. Adam, que reside actualmente en París, podemos ahora ocupar esa casa, pues el Gobierno Austriaco nos tiene prohibido regresar a territorio imperial. Pero en Estrasburgo de Francia reside uno de los nuestros, el P. Matías Casimiro Maliszewski de S. José de Calasanz, antiguo Prefecto de las Escuelas de Varsovia. Este Padre reside en Francia desde el año 1832; nació en Cracovia y tiene 70 años de edad. Está deseando volver a Cracovia y fijar su residencia en nuestra casa; está listo para salir de Estrasburgo hacia allá el primero de abril, y como tiene nacionalidad austriaca, es de esperar que no tenga ninguna dificultad para tomar posesión de nuestra casa. Por este motivo ruego a Vuestra Paternidad que se digne darle obediencia para Cracovia, de modo que en virtud de ella pueda vivir y dirigir legítimamente aquella casa. Como nuestra Provincia de Polonia está prácticamente suprimida, la casa de Cracovia depende directamente de Vuestra Reverencia, y es necesario su permiso para conservar esta última casa en tierra polaca. Por ello recurrimos a V. Paternidad con plena confianza, esperando que en poco tiempo logremos felizmente el objeto de nuestra súplica. Yo sigo en Marsella, profesor de la sexta clase en el seminario menor, y espero salir dentro de poco tiempo hacia Cracovia si el Padre Maliszewski me pudiera conseguir el permiso del gobierno austriaco para residir en esa ciudad. De este modo podríamos conservar nuestra casa, y principalmente la restauración de la Provincia, cuando la Divina Providencia nos conceda ese día favorable a Polonia y a nuestra Congregación.

El P. General reaccionó inmediatamente enviando obediencia al P. Casimiro para Cracovia. Desgraciadamente, falleció al poco de llegar. Pero poco después consiguió regresar también el P. Adam Slotwinski, sobre quien recayó la tarea de recobrar el colegio, y de resucitar la provincia, como veremos más adelante.

Las noticias de Europa, especialmente de Austria y Bohemia, son cada vez más preocupantes. El P. Casanovas no quiere molestar con su presencia, pero al mismo tiempo siente que es deber suyo hacer algo. En 1877 tantea la posibilidad de hacer un viaje para visitar esas provincias. Escribe al P. Juan Bautista Indrak, Provincial de Austria, al que siente un tanto desconfiado o alejado de su persona[Notas 7]:

Eliminemos esta desconfianza. Hace falta que trabajemos juntos por las escuelas de Calasanz, en cualquier situación en que nos encontremos. Y se presenta una oportunidad: está en Roma el P. Jofre, vuelto a España de Cuba, que desea conocer a los hermanos en el Imperio Austriaco, para luego llevar las noticias a la Orden. Me pide que le acompañe en el viaje. ¿Qué te parece si vamos a visitaros? ¿No sería bueno para crear entre nosotros una mayor benevolencia? Puesto que ahora a todas las personas les resulta más común asociarse, ¿por qué no intentarlo también nosotros? Te agradeceré me respondas pronto a esta consulta.

Naturalmente, el P. Indrak le dice que será bienvenido, y así el P. Casanovas y el P. Jofre planean en serio su gran viaje. Ya en una carta de 1875 decía el P. Calasanz al Nuncio de Viena que había tenido intención de visitar Cracovia, pero no lo había hecho por falta de recursos económicos. En 1877 vuelve el deseo de visitar las cuatro Provincias de Europa Central, al menos las sedes de los Provinciales. Y en esta ocasión el viaje se llevará a cabo porque concurren varias circunstancias: la primera, el deseo de conocer aquellas Provincias, intentando llevar a cabo un acercamiento mayor con Roma; la segunda, su estado de fatiga, incluso enfermedad, producido por las tensiones que estaba sufriendo en la Provincia Romana, más concretamente con la casa de Alatri: necesitaba cambiar de aires; la tercera, la presencia en Roma desde hacía unos meses del P. José Jofre, de Cataluña, que había ido a Roma para llevar las resoluciones del Capítulo General español de 1875, y sobre todo la petición del P. Martra en el sentido de modificar el sistema de elección de superiores en España. Posiblemente el P. Jofre le ayudaría también a resolver el problema económico. De modo que en mayo de 1877 pide permiso al Papa para salir de Roma, permiso que el Papa concede.

El viaje comenzó el 17 de mayo[Notas 8]. Antes de llegar a los diferentes lugares, escribe a los respectivos PP. Provinciales[Notas 9]. A todos les dicen que no va como General, que se ha quedado en Roma, sino como dos escolapios españoles que quieren conocerles, y para establecer lazos que puedan ser de común interés. Si pueden se alojarán en casa escolapia; si no, irán a un hotel. El 4 de julio escribe al P. Perrando, dándole noticias de su visita a Hungría[Notas 10]:

Ayer regresamos sanos y salvos de nuestra excursión a Hungría. En esta Provincia he encontrado 202 sacerdotes, 91 clérigos profesos, la mayor parte de votos simples; 13 novicios clérigos y un lego. En total 307 religiosos. Las escuelas tienen muchos alumnos; todos los maestros tienen patente, de modo que en lo que se refiere a la enseñanza, la Provincia de Hungría es floreciente y apreciada por todos. En lo que se refiere a la observancia religiosa, queda algo por hacer, aunque el P. Provincial comenzó a mejorar ya el año pasado el sistema de formación religiosa, y espero que lo mejore aún más después de mi visita, la cual me parece que no habrá sido inútil. A la vuelta visité ayer al Cardenal Arzobispo de Esztergom, Primado de Hungría, que quiere bien a los Escolapios, y apoyará en cuanto pueda en pro de la prosperidad del Instituto. Así que no todo está perdido en estas regiones. El lunes de la semana que viene pienso ir a Praga, y luego habrá terminado el objeto de mi peregrinación al extranjero.

Como vemos, el tema de la observancia religiosa de la provincia húngara aparece ya como un problema, que será mucho más grave en tiempos del P. Mistrangelo, el siguiente General que visitó Hungría. El P. Casanovas visitó también Cracovia, probablemente después de Praga. En el borrador de una carta que escribe probablemente a un “Eminentísimo Príncipe” dice[Notas 11]: El año pasado, de manera totalmente privada, porque de otro modo no lo consienten las leyes del país, al visitar las Provincias de Austria, Hungría y Bohemia, fui a Cracovia para restaurar, si podía, la Provincia de Polonia, y ayudado de la b.m. de Su Santidad Pío IX y de los consejos del actual Nuncio en Viena, reivindiqué para las Escuelas Pías la casa de Cracovia, añadiéndola a la Provincia de Bohemia en cuyo catálogo figura en la actualidad, hasta que haya religiosos polacos formados en el noviciado reorganizado con los que reconstituir la Provincia.

La visita del P. Casanovas, a pesar de ser extraoficial, tuvo sin duda un efecto positivo en el proceso de acercamiento entre Roma y aquellas provincias. Antes de esas fechas sólo dos PP. Generales habían girado visita a Europa Central: uno el P. Giovanni Francesco Foci, en 1695-96; otro, el P. Adolfo Groll, nativo de Germania y que visitó las provincias de Austria, Bohemia y Hungría durante su generalato (1724-30). La visita de otro General, 150 años más tarde, debió suscitar el menos cierto interés por lo que ocurría en el resto de la Orden.

En cuanto a Cracovia, el P. Casanovas hizo lo posible por apoyar la recuperación del colegio, y por medio de ella, de la provincia. A distancia, por correo, hizo todo lo que pudo ante el Arzobispo de Cracovia para que apoyara a los escolapios. Nombró rector con atributos de Provincial al P. Adam Slotwinski, para que este intentara recobrar la casa que se había abandonado a favor de la diócesis. Sin embargo, no se fía mucho del P. Adam, por su pasado nacionalista, y por eso escribe lo siguiente al Nuncio de Viena, quien seguramente le ha pedido su opinión acerca de la devolución de la casa de Cracovia a los escolapios: [Notas 12]

Monseñor, para justificar el deseo de todos los que quisieran restaurar en Cracovia las Escuelas Pías, o sea la Orden de los Escolapios, basta con recordar la historia de la Provincia escolapia de Polonia, donde nuestros religiosos se han distinguido tanto en la enseñanza de las letras en beneficio de la juventud, pero todavía más al servicio del catolicismo mediante el mantenimiento de sus iglesias, por su constancia en combatir los errores mediante misiones y publicaciones, y por la constante adhesión a la Santa Madre Iglesia Romana, a la cual habían servido a entera satisfacción. Con razón, pues, desde que fui nombrado General de la Orden por el Santo Padre Pío IX deseaba se me presentase una ocasión propicia para hacer resurgir las Escuelas Pías de Polonia, y creí que esta ocasión se me presentaba cuando en el 69, primer año en mi cargo, otro P. Adam[Notas 13], sacerdote profeso de las Escuelas Pías, me pedía obediencia para poder ocupar la casa (general, es decir, que siempre había dependido directamente del General Romano) de las Escuelas Pías de Cracovia para instaurar allí el instituto de los Escolapios. En estas circunstancias, en una visita de S.M. Francisco II de Nápoles a Roma, hablando de los Escolapios y manifestándole yo mi deseo de verlos establecidos en Cracovia, Su Majestad me dijo que los escolapios de aquel país habían sido más políticos que religiosos, hasta tal punto que el Gobierno austriaco se había visto obligado a exiliarlos de Cracovia, pero que a pesar de ello, cuando estuviéramos seguros de tener algún religioso con el visto bueno del Gobierno, S.M. nos recomendaría al Emperador, para que permitiera y protegiera el restablecimiento de las Escuelas Pías.

Monseñor, yo siempre he actuado con la idea de que las Órdenes religiosas deben servir a la Iglesia, y no la Iglesia a las Órdenes religiosas, y que la Iglesia tiene su representación natural en los Señores Obispos, con cuyo acuerdo estoy siempre dispuesto a secundar cualquier buena empresa que se confíe a mis religiosos, aunque nunca sin el beneplácito y bendición de los Príncipes de la Iglesia. Así que escribí al P. Adam, enviándole la obediencia para ocupar la casa de Cracovia, reunir a los religiosos dispersos, constituir la comunidad, volver a abrir las escuelas, e incluso el noviciado para restaurar la Provincia, queriendo sin embargo que lo primero de todo se presentase al Sr. Obispo para obtener no sólo su protección, sino para que además hiciera su parte para obtener el necesario permiso del Gobierno imperial, y le decía que sin el beneplácito del Sr. Obispo mi carta de obediencia era nula. Al mismo tiempo escribí al Sr. Obispo, exponiéndole la petición del P. Adam y mi deseo de secundarle, y rogando a Su Excelencia que favoreciera el proyecto con su bendición, y llevara a cabo su parte para obtener la licencia deseada de la autoridad civil. El Sr. Obispo no me respondió, murió el P. Adam[Notas 14], y de los escolapios de Cracovia por entonces ya no se habló más.

Unos dos años más tarde, otro P. Adam, el actual Slotwinski, también me pidió obediencia para ocupar nuestra casa de Cracovia; se la envié, en el mismo tenor que la anterior, y siempre con la condición de que fuera aceptado por el Sr. Obispo y obtuviera su cooperación. A partir de entonces, en los últimos tres años, he recibido visitas y recomendaciones de personas notables de Cracovia y de Roma, con pretensiones e informaciones contradictorias: que el obispo, no siendo favorable a los institutos religiosos, quiere hacer de la iglesia de los escolapios una parroquia; que el Obispo ama a los institutos religiosos, pero que no siendo los escolapios gratos al Gobierno, quiere dar su iglesia a los Resurreccionistas, puesto que ellos se dedican también a la enseñanza; que el P. Adam es un activista polaco, y que sus acciones pueden comprometer incluso a los escolapios de Bohemia y de las Provincias de Austria y Hungría; que el P. Adam ha sido siempre un revolucionario, y que los escolapios supervivientes no están dispuestos a observar la disciplina regular. Por el contrario, que el P. Adam hoy es religiosísimo y amante de su Instituto; que el colegio que ha abierto hace poco en la casa escolapia de Cracovia está frecuentado por la juventud más selecta de la ciudad; que el Obispo ahora quiere bien a los escolapios y al P. Adam; que si este no ha recibido la administración en propiedad de la casa de Cracovia es solamente porque no tiene el título de ciudadano; que es cosa conveniente agregar mediante un decreto del General de Roma la casa de Cracovia a la Provincia escolapia de Bohemia, invitando al Provincial a enviar a Cracovia un religioso que lo represente para recibir en su nombre la casa con las rentas y reintegrarla a las Escuelas Pías. En este sentido me habló aquí en Roma una persona digna de todo respeto venida de Cracovia, y hubiera ido de buena gana a aquella ciudad para ver por mí mismo y organizar en la medida de lo posible las Escuelas Pías, pero careciendo de medios, escasos antes de la supresión de las Órdenes religiosas en Roma, y nulos después de la supresión, me contenté con enviar, hace poco, una nueva carta al Sr. Obispo de Cracovia, conjurándole a restablecer un colegio que me venía pedido por personas nobilísimas de la Ciudad. Y el Obispo no me ha respondido.

Incluso para el permiso para vender al Príncipe Czatoriski una pequeña parte de la casa de Cracovia me han dirigido ruegos aquí a Roma. He respondido que no comprendo por qué se me pide el permiso a mí, cuando no se me permite establecer a mis religiosos en la propia casa, y traspasarles a ellos la administración de los bienes.

En suma, Monseñor, creo, estoy convencido, que el restablecimiento de los escolapios en Cracovia podría ser muy útil a nuestra Santa Iglesia Católica, pero no estoy seguro de que el P. Adam sea el hombre para llevar a cabo tal empresa, ni siquiera si esta es la ocasión para que aquellos escolapios reciban la benevolencia del Gobierno austriaco, incluso uniendo la casa a la Provincia de Bohemia. No habiendo recibido carta del Obispo de Cracovia, sino sólo del P. Adam, y recomendaciones de sus protectores, no he podido formarme un criterio al que ajustar mi conducta de modo que no incurra en responsabilidad ante la Santa Iglesia y ante la misma Orden de las Escuelas Pías. En tales circunstancias, creería la mejor solución que se autorizara al Sr. Obispo de Cracovia a actuar por sí mismo, bajo su responsabilidad, o al menos después de informar y recibir la autorización de V.E. Rvma.

La casa de Cracovia sigue adelante, pero en medio de dificultades que durarán todo el periodo que estudiamos.

Notas

  1. RP 51 B 367. El P. Sink fue Provincial de Bohemia de 1855 a 1875.
  2. RP 53 A 5, 26.
  3. RP 53 A 5, 27.
  4. RP 53 A 5, 29.
  5. RP 54 B 3, 8.
  6. RP 56 B 17, 1.
  7. RP 53 A 5, 41. Fecha: 4 abril 1877.
  8. RG 36 pág. 9. Fecha: 13 de mayo de 1877,
  9. Al de Viena: RG 244 d 3, 6; al de Bohemia RG 244 d 3, 8; 6 julio 1877.
  10. RG 244 d 3, 1.
  11. RP 56 B 17, 48. Sin fecha; seguramente 1878.
  12. RP 56 B 17, 32. Fecha: 13 octubre 1875.
  13. En realidad, como hemos visto más arriba, quien le escribe es el P. Tadeusz Chromecki. No nos consta que la casa de Cracovia hubiera sido “siempre” casa General. Posiblemente es un argumento que emplea para conseguir más fácilmente su objetivo.
  14. Se refiere al P. Mathias Casimiro Maliszenski.