Siena (IT) Colegio Tolomei

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Toscana

(1774-1876)

Historia

Un siglo duró la dirección del colegio Tolomei de Siena por los religiosos escolapios. Se había fundado con la herencia de Celso Tolomei (1628). Se abrió en 1676 y se confió a los Padres jesuitas, en cuyas manos alcanzó elevado crédito. Expulsados estos religiosos, Leopoldo I de Toscana el 1-9-1774 lo confió a los escolapios. Fue su primer rector desde 11-11-1774 el famoso P. Esteban Quadri, que procuró al colegio óptimos profesores. En años sucesivos pasaron por las cátedras del Tolomei escolapios de la talla del P. Miguel Ángel Monti, José Solari, Arcángel Isaía, Urbano Lampredi, y sus lecciones eran recibidas con avidez por estudiantes, hijos de nobles y magnates, de príncipes y caballeros, como en otros tiempos. El 26-5-1798 un terremoto que causó muchas víctimas, sacudió también el edificio del Tolomei ubicado en el palacio Piccolomini; cayeron algunas bóvedas y resultaron heridos siete colegiales, falleciendo uno de ellos, Spannocchi, a los pocos días.

Por ello el colegio se trasladó a Santa Colomba, donde desde 1782 se habían hecho obras de ampliación. Pero muchas familias habían retirado a sus hijos y otras se abstuvieron de mandarlos; sólo un alumno nuevo acudió de Milán a inscribirse en el curso 1798-1799. Santa Colomba era lugar poco sano; así pues el rector P. Cosme Peintinger logró decreto imperial transfiriéndolo a Pisa. Pero el despacho lo volvió a situar en el monasterio de los PP. olivétanos en la misma ciudad de Siena. Al sobrevenir la invasión francesa el colegio se convirtió en cuartel (1799), sufriendo daños por valor estimado en más de 3.000 liras. Mientras el municipio de Siena desoyó las súplicas del rector, P. Peintinger, el general francés Miollis ordenó (7-1-1801) se dispensara al colegio de Siena de todas las atenciones y ayudas que necesitara.

Le sucedieron rápidos cambios políticos: en 1804 los internos obsequiaron a la regente del reino de Etruria, María Luisa, con una de sus famosas academias, de la que quedan abundantes muestras. A estas alegrías de agosto sucedían los temores de octubre ante la fiebre amarilla, que perduró hasta el 21 de diciembre. Cuatro años después salía (21-3-1808) el decreto napoleónico suprimiendo las casas religiosas. Gracias al P. Mauro Bernardi y a D. Neri Corsini los escolapios del Tolomei continuaron en él como profesores adscritos a la Academia de Pisa, colonia de la gran Universidad de París. Se hallaban entonces en él los PP. Eustaquio Fiocchi, Maximiliano Ricca, Eusebio Giorgi, Santos Linari, Celestino Massucco, José Solari, Tomás Péndola, Eustaquio de la Latta, Everardo Luis Micheli, etc. Caído Napoleón regresaba a Toscana triunfante su gran duque Fernando III y en 1818 era objeto de un homenaje de los internos del Tolomei. Correspondió concediendo al colegio una subvención gubernativa anual como indemnización de los daños sufridos, y una serie de facilidades académicas para cursar en el Tolomei algunos de los estudios universitarios. El 11-11-1820 el colegio Tolomei se instalaba en el antiguo convento de los PP. agustinos, previamente adaptado a cuenta del gobierno, que se resarció quedándose con el palacio Piccolomini más adecuado para instalación de oficinas públicas. En el curso siguiente sufrió una terrible crisis su internado, repleto de jóvenes piamonteses y austríacos, pues salió una ley en Piamonte y Austria prohibiendo a la juventud salir de su patria por razón de estudios. Así el curso 1821-1822 sólo tuvo veintinueve internos; en 1824 subían a cuarenta y nueve. Desde 1831 el municipio ayudó al colegio con subvenciones anuales, pues se daba en él enseñanza gratuita a los hijos de la población. Aquí, en esta nueva sede del Tolomei echó el P. Tomás Péndola los cimientos de su famoso Instituto de sordomudos (1828); aquí recibió visitas y protección eficaz del archiduque Leopoldo II (1838), quien en 1843 bautizó la obra con el nombre de «Instituto Regio Toscano». En 1835 se vendieron diversos terrenos propiedad del colegio, pero su producto no se invirtió por los gobernantes en mejoras del mismo, sino que lo ingresaron en el fisco. En 1839 quedaba la dirección del colegio en manos del citado P. Tomás Péndola. Con ayuda de los grandes (Leopoldo II, D. Neri Corsini, Leónidas Landucci, etc.) el 30-10-1840 abría para los pobres una escuela elemental y para los internos un jardín botánico; montó el salón de actos, puso pararrayos, amplió los ya ricos gabinetes de física y mineralogía. Con todo, alguien difamó al colegio y el P. Péndola preparó una Academia, presidida por el soberano y la real familia escoltada de lo mejor de la nobleza y autoridades eclesiásticas, y al final oyó de labios del soberano que «por los hechos, no por los dichos se debía juzgar al colegio» (12-8-1842). Fue su gran auxiliar el P. Miguel Benetti. Cuatro años después publicaba su «Prospecto de la Educación» ya aprobado en este año, 1842. Daba gran importancia a la educación física, pero esta resultaba cara. Leopoldo II asignó una pensión anual al colegio para poder implantar la escuela de equitación. La revolución del 1848 fue sorteada por el P. Péndola y vio acrecerse el número de internos; ayudó también a ello la construcción del ferrocarril. Cuando él editó su obra «El collegio Tolomei di Siena» en 1852, el número de alumnos matriculados, con sus nombres y apellidos, que él publica, era de 3.227 desde su fundación y de 1.814 desde que lo dirigieron los escolapios. A ellos hay que añadir los de otros veinticuatro cursos siguientes, que aún perduró el colegio. Sucumbió al implantarse la supresión de las Órdenes religiosas.

Bibliografía

  • II, 77-78
  • Regestum Provincia, 2.23
  • Péndola, T., Il Collegio Tolomei di Siena e serie dei Convittori dalla sua fondazione e tutto giugno 1852. Cenni storici. Siena, 1852
  • Prospecto dell’educazione religiosa, intelectuale e física data ai convittori. Siena, 1842, hay edición de 1846
  • Esposizione delle legende e dei tipiche osservansi nella medaglia coniata nel 1794 per il premio dei signori Convittori. Siena, 1794.

Redactor(es)

  • Claudio Vilá, en 1990, artículo original del DENES I