ViñasEsbozoGermania/Cuaderno08/Cap54

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Capítulo 54º. Sobre los Rvmos. PP. José Lalli de S. Francisco, Juan Félix Arduini de la Presentación de la B.V.M. (bajo el cual Lituania se separó de Polonia) y José Oliva del Ángel Custodio, Prepósitos Generales de las Escuelas Pías.

José Lalli de S. Francisco vio la luz en Agriano el 30 de enero de 1673; tomó el hábito calasancio el 16 de mayo de 1688. Este hombre admirable ejerció diligentemente nuestro instituto en varias casas de la provincia romana, principalmente en Capo d’Istria, donde se ganó el amor de todos los ciudadanos, y presentó varios experimentos y exhibiciones de matemáticas al Excmo. Senado Veneciano. Vistas sus dotes, lo nombraron rector de aquel colegio, y luego fue consejero del Excmo. Embajador de Venecia ante el Emperador en Viena. Fue sin embargo ejemplar por sus virtudes religiosas entre los cortesanos.

Fue nombrado secretario del P. General en Roma, y luego rector de la casa de San Pantaleo y provincial romano. En el Capítulo General de 1724 fue nombrado Asistente General. En todos esos cargos obró con diligencia, caridad y mansedumbre, hasta que en el capítulo general de 1730 con el consenso de todos los padres fue elegido Prepósito General. Gobernó con afecto por la grey, cortesía, afabilidad, mansedumbre y humildad, como un verdadero padre. En aquel tiempo promovió no poco nuestro instituto, después de superar muchas dificultades, con constituciones obtenidas de la Sede Apostólica para poder ejercer libremente en todas las provincias la enseñanza de las ciencias en las escuelas.

La primera que consiguió del Papa Clemente XII fue la constitución del 1 de mayo de 1731 que comienza Nobis quibus, en la cual, con el consejo de una congregación formada por algunos cardenales, concretamente Próspero Marefuschi, protector de nuestra Orden; Leandro de Nursia y Pedro Luis Carafa, diputados especialmente por Su Santidad, decretaron que correspondía a los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías en primer lugar la enseñanza de las primeras letras, y también enseñar las disciplinas literarias latinas y griegas, y las ciencias mayores a los adolescentes e hijos de nobles y ricos, y recibir a los jóvenes en colegios, seminarios e internados, y fundar además casas regulares sin el permiso de los Regulares.

Y otra constitución, con fecha 30 de junio de 1733, del mismo Pontífice, que comienza: Pontificales officii, con la cual se pone fin a la disputa entre los Clérigos Regulares de la Compañía de Jesús y los Pobres de la madre de Dios de las Escuelas Pías surgida en Vilna a propósito de la enseñanza de ciencias superiores, y con la que confirma lo que había establecido en la anterior: con el consejo de una Congregación particular, formada por los cardenales Leandro de Nursia, Pedro Luis Carafa y Juan Antonio Guadagni, supliendo al citado Próspero Marefuschi, que había fallecido.

En el año 1736 el P. José Lalli fue nombrado Asistente General, por lo que no se retiró a descansar como era costumbre. En el año 1739 fue nombrado además rector del Colegio Nazareno, donde con pesar de todos falleció en el Señor el 23 de enero de 1742.

En el año 1736 fue elegido Prepósito General el Rvmo. P. Juan Félix Arduini de la Presentación de la B.V.M. Había nacido en Diano el 13 de septiembre de 1671; entró en la orden el 22 de noviembre de 1686.

Terminados con gran alabanza sus estudios, fue lector de filosofía y teología en Génova durante varios años. Como rector gobernó diligentemente el colegio de Savona durante quince años, y con su cuidado, habilidad y vigilancia aumentó el número de los internos, además de la fama y la piedad de los estudios. Llevó a cabo la construcción de casi todo el colegio desde los cimientos, y lo adornó con abundantes muebles. Construyó un teatro, con una rica biblioteca con abundantes libros, y con el resto de las rentas anuales enriqueció el sagrario y la iglesia con todo tipo de adornos, y aumentó los censos del mismo colegio. Nombrado rector de la casa de Génova, trató siempre con cortesía a los religiosos, y nunca faltó el ejemplo de las buenas obras. Mereció ser provincial de Liguria tres veces, siempre óptimo. Promovió y llevó a cabo la fundación de Albenga, y se dedicó totalmente a que junto con la piedad se conservaran los mejores métodos transmitidos para los estudios, y en el colegio citado hizo la selección de aquellos que eran considerados válidos para los demás para aumentar la Orden y la piedad.

Fue cuatro veces a Capítulos Generales a Roma; en las últimas fue elegido Asistente General y luego General de toda la Orden, con el acuerdo y el aplauso de todas las provincias; inmediatamente, con el favor de Dios, constituyó a Lituania como nueva Provincia de la Orden, y en las demás provincias con su prudencia y destreza se crearon nuevas casas, o colegios o seminarios. Creó la Caja General para servicio de toda la Orden. En un gobierno tan largo y diverso de la Orden siempre mostró celo por la observancia; gran amor hacia el instituto; benevolencia hacia los jóvenes dedicados a los estudios, especialmente los de buena índole; a los menos probados les mostraba una prudente caridad mezclada con rigor. Nunca ahorró esfuerzos y cuidados; animaba a los religiosos a cultivar las virtudes, y a los que tenían méritos singulares les animaba a dar los mejores frutos. Nunca tuvo acepción de personas, y pagaba las injurias con beneficios. Terminado su generalato, se retiró a Savona, donde pasó seis años dedicado únicamente a Dios, a la oración y a la lectura de textos sagrados, preparándose para una feliz salida de esta vida, cosa que ocurrió el 23 de febrero de 1748. Llevó a cabo la separación de Lituania de Polonia, como se verá más tarde.

José Oliva del Ángel Custodio respiró por primera vez el aire de la vida en Francavilla el 18 de febrero de 1686. Entró en nuestra Orden recibiendo el hábito blanco el 19 de febrero de 1701.

Después de hacer la profesión en Nápoles, se dedicó a los estudios, en los que pronto destacó, de modo que brilló en todas las ciencias. Mostró ser un buen profesor en los colegios de Albano y Urbino. Enseñó filosofía y teología, tanto escolástica como dogmática y moral primero en Nápoles, y luego en Roma, en el colegio Nazareno y en nuestra casa de San Pantaleo, y luego en Florencia, con gran progreso y aplauso de los nuestros y de los de fuera por el serio cuidado para enseñar a los oyentes en público y en particular, y por su singular claridad explicando. Después de ejercer estas actividades por más de veinte años loablemente, fue nombrado rector de nuestra casa de Alatri, y se esforzó mucho por su establecimiento, estabilidad y aumento de ingresos en aquellos tiempos muy difíciles. Destinado al gobierno de su provincia napolitana, promovió admirablemente y aumentó los estudios, y además abrió la casa de Lanciano. Acudió al Capítulo General de 1736, y una vez terminado fue nombrado rector del Colegio Eclesiástico de la ciudad y Procurador General, y luego Rector del Colegio Nazareno, y fue elegido consultor de la Congregación de Sagrados Ritos por el Papa Clemente XII de feliz memoria. Finalmente en el Capítulo general de 1742 fue elegido General de toda la Orden, aunque contra su gusto, pues estaba absorbido por otras dignidades.

En este cargo se mostró prudente, benigno y manso con todos; sin embargo promovió con fuerza la disciplina, con el ejemplo más que con las palabras. Promovió la construcción de los edificios de nuestras casas e iglesias, procurando que todas ellas estuvieran bien dotadas de muebles y ajuar; y enriqueció las bibliotecas con autores selectos. Tuvo tanta caridad hacia los pobres que no sólo les daba generosamente todo lo que estaba a su alcance, sino que para formarlos mejor en la piedad y en las letras hizo construir un nuevo colegio en la ciudad. Trabajó mucho por la causa de la beatificación de nuestro Venerable Padre Fundador, de modo que el 15 de junio de 1745 se tuvo una congregación preparatoria sobre los milagros, con un resultado feliz en lo que podía esperarse. El Papa Benedicto XIV y todos los cardenales, prelados y magnates seculares lo tenían en gran estima, a causa de su doctrina singular, por su carácter y por su candor de costumbres y acciones.

Notas