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'''Año 1603 de Cristo. Séptimo de las Escuelas Pías. Duodécimo de Clemente VIII.
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=Año 1603 de Cristo. Séptimo de las Escuelas Pías. Duodécimo de Clemente VIII.=
  
 
'''Ephemerides Calasactianae II (1933, 51-54)
 
'''Ephemerides Calasactianae II (1933, 51-54)
  
Este año<ref group='Notas'>El editor, como en otros casos, omite lo que el autor ha escrito acerca de los acontecimientos romanos no escolapios. Este año comienza así en el original: Ut externa domesticis proponamus, Romana historia praesente anno meminit inventionis Sanctorum corporum Bonifacii Martiris et Alexii Confessoris. Verba de super sic se habent. Cum anno 1603 Octavius Paravicinus ejusdem Ecclesiae titulo Cardinalis majoris dicta ecclesiae arae instaurandae, exornandaeque operum daret, inventa fuerunt et in ea reposita SS. Bonifacii et Alexii corpora. Et Pancirolus addit: Etiam Beatae Aglaës corpus anno 1603 inventum et repositum fuisse. Vide Bolandu Tom 3 Maii. Fit etiam praeclara mentio novi Ordinis Monacharum Annunciatarum Fundatrice Maria Victoria Genuense, qua prius matrimonio juncta, defuncto autem viro religiosae conversationis habitum candidum cum scapullarium et pallio coloris aetherei de manu Archi episcopi Genuensis accepit; Ordinem vero titulo Annunciatarum insignivit ex respectu ad Mysterium Annunciationes Bae. Virigini ab Angelo facta, cujuc professae moniales ex Instituto pareticulari affectu cultrices esse debent. Traducción: Para contar antes las cosas de fuera que las de casa, la historia de Roma recuerda en este año el hallazgo de los cuerpos de Bonifacio Mártir y Alejo Confesor. Así se cuenta: Cuando en el año 1603 el cardenal Octavio Paravicino, titular de esa iglesia, mandó reformar y decorar el altar mayor de la iglesia, se encontraron y se volvieron a poner en él los cuerpos de S. Bonifacio y S. Alejo. Cf. Bolando, tomo 3, mayo. Panciroli añade: También en el año 1603 se encontró y se repuso el cuerpo de Sta. Aglae. Se hace también mención destacada de la fundación de la nueva Orden de las monjas de la Anunciación, fundadas por María Victoria, genovesa, que primero estuvo unida en matrimonio, pero tras la muerte de su marido tomó el hábito blanco de la vida religiosa con escapulario y palio de color celeste de las manos del arzobispo de Génova. Dio a la Orden el título de la Anunciación por respeto al misterio de la anunciación hecha por el ángel a la Santísima Virgen, al que sus religiosas profesas deben prestar culto con particular afecto como cosa propia de su instituto. </ref> es estéril en lo que se refiere a cosas notables para nuestra historia. Lo único notable es la abundancia de colaboradores de las Escuelas Pías, entre los cuales el primero fue el R. D. Simón de Flores, párroco de Arpinas en Lombardía, quien había antes decidido unirse a D. Gellio Ghellini, y que por fin había renunciado a su beneficio en Arpinas. Cuando se corrió la noticia de que Gellio se había unido a las Escuelas Pías, él mismo fue inmediatamente a Roma, y se unió a la educación de la juventud en las Escuelas Pías, con otros dos, por recomendación de Mñr. Vestri. Entre los que se agregaron con él están el R.P. Domingo Meneghini, de Vicenza, al cual le siguió poco después el R.P. Leonardo Marcucio, y más tarde el R.P. Jerónimo Nicoteras. No creemos que el año presente careciese de buenos resultados en las Escuelas Pías la obra de los citados y de los demás, como venía siendo costumbre, pero no podemos decir nada porque no tenemos nada escrito.
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Este año<ref group='Notas'>El editor, como en otros casos, omite lo que el autor ha escrito acerca de los acontecimientos romanos no escolapios. Este año comienza así en el original: Ut externa domesticis proponamus, Romana historia praesente anno meminit inventionis Sanctorum corporum Bonifacii Martiris et Alexii Confessoris. Verba de super sic se habent. Cum anno 1603 Octavius Paravicinus ejusdem Ecclesiae titulo Cardinalis majoris dicta ecclesiae arae instaurandae, exornandaeque operum daret, inventa fuerunt et in ea reposita SS. Bonifacii et Alexii corpora. Et Pancirolus addit: Etiam Beatae Aglaës corpus anno 1603 inventum et repositum fuisse. Vide Bolandu Tom 3 Maii. Fit etiam praeclara mentio novi Ordinis Monacharum Annunciatarum Fundatrice Maria Victoria Genuense, qua prius matrimonio juncta, defuncto autem viro religiosae conversationis habitum candidum cum scapullarium et pallio coloris aetherei de manu Archi episcopi Genuensis accepit; Ordinem vero titulo Annunciatarum insignivit ex respectu ad Mysterium Annunciationes Bae. Virigini ab Angelo facta, cujuc professae moniales ex Instituto pareticulari affectu cultrices esse debent. Traducción: Para contar antes las cosas de fuera que las de casa, la historia de Roma recuerda en este año el hallazgo de los cuerpos de Bonifacio Mártir y Alejo Confesor. Así se cuenta: Cuando en el año 1603 el cardenal Octavio Paravicino, titular de esa iglesia, mandó reformar y decorar el altar mayor de la iglesia, se encontraron y se volvieron a poner en él los cuerpos de S. Bonifacio y S. Alejo. Cf. Bolando, tomo 3, mayo. Panciroli añade: También en el año 1603 se encontró y se repuso el cuerpo de Sta. Aglae. Se hace también mención destacada de la fundación de la nueva Orden de las monjas de la Anunciación, fundadas por María Victoria, genovesa, que primero estuvo unida en matrimonio, pero tras la muerte de su marido tomó el hábito blanco de la vida religiosa con escapulario y palio de color celeste de las manos del arzobispo de Génova. Dio a la Orden el título de la Anunciación por respeto al misterio de la anunciación hecha por el ángel a la Santísima Virgen, al que sus religiosas profesas deben prestar culto con particular afecto como cosa propia de su instituto. </ref> es estéril en lo que se refiere a cosas notables para nuestra historia. Lo único notable es la abundancia de colaboradores de las Escuelas Pías, entre los cuales el primero fue el R. D. Simón de Flores, párroco de Arpinas en Lombardía, quien había antes decidido unirse a D. Gellio Ghellini, y que por fin había renunciado a su beneficio en Arpinas. Cuando se corrió la noticia de que Gellio se había unido a las Escuelas Pías, él mismo fue inmediatamente a Roma, y se unió a la educación de la juventud en las Escuelas Pías, con otros dos, por recomendación de Mñr. Vestri. Entre los que se agregaron con él están el R.P. Domingo Meneghini, de Vicenza, al cual le siguió poco después el R.P. Leonardo Marcucio, y más tarde el R.P. Jerónimo Nicoteras. No creemos que el año presente careciese de buenos resultados en las Escuelas Pías la obra de los citados y de los demás, como venía siendo costumbre, pero no podemos decir nada porque no tenemos nada escrito.
  
 
Sólo nos queda añadir para completar el año recordar la muerte prematura del Ilmo. y Rvmo. Cardenal Antoniano, que había sido nombrado Visitador de las Escuelas Pías junto con César Baronio por Su Santidad, y habló muy bien de ellas. Al terminar su vida, para que se le recordara, les dejó en el testamento 200 escudos romanos, a los que cada mes (según atestigua una carta de D. Gellio Gheliini a su hermano Pablo Emilio) deberían añadirse diez escudos para los gastos de la casa. Este dulcísimo señor para las Escuelas Pías (así lo llama el citado D. Gellio) descansó en paz bajo tierra en un cementerio junto a San Marcos el 17 de septiembre. Su fallecimiento hizo llorar a Su Santidad, y por aquella época nada peor pudo ocurrirle, como cuenta en su biografía Ciaconio.
 
Sólo nos queda añadir para completar el año recordar la muerte prematura del Ilmo. y Rvmo. Cardenal Antoniano, que había sido nombrado Visitador de las Escuelas Pías junto con César Baronio por Su Santidad, y habló muy bien de ellas. Al terminar su vida, para que se le recordara, les dejó en el testamento 200 escudos romanos, a los que cada mes (según atestigua una carta de D. Gellio Gheliini a su hermano Pablo Emilio) deberían añadirse diez escudos para los gastos de la casa. Este dulcísimo señor para las Escuelas Pías (así lo llama el citado D. Gellio) descansó en paz bajo tierra en un cementerio junto a San Marcos el 17 de septiembre. Su fallecimiento hizo llorar a Su Santidad, y por aquella época nada peor pudo ocurrirle, como cuenta en su biografía Ciaconio.

Última revisión de 17:28 27 oct 2014

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Año 1603 de Cristo. Séptimo de las Escuelas Pías. Duodécimo de Clemente VIII.

Ephemerides Calasactianae II (1933, 51-54)

Este año[Notas 1] es estéril en lo que se refiere a cosas notables para nuestra historia. Lo único notable es la abundancia de colaboradores de las Escuelas Pías, entre los cuales el primero fue el R. D. Simón de Flores, párroco de Arpinas en Lombardía, quien había antes decidido unirse a D. Gellio Ghellini, y que por fin había renunciado a su beneficio en Arpinas. Cuando se corrió la noticia de que Gellio se había unido a las Escuelas Pías, él mismo fue inmediatamente a Roma, y se unió a la educación de la juventud en las Escuelas Pías, con otros dos, por recomendación de Mñr. Vestri. Entre los que se agregaron con él están el R.P. Domingo Meneghini, de Vicenza, al cual le siguió poco después el R.P. Leonardo Marcucio, y más tarde el R.P. Jerónimo Nicoteras. No creemos que el año presente careciese de buenos resultados en las Escuelas Pías la obra de los citados y de los demás, como venía siendo costumbre, pero no podemos decir nada porque no tenemos nada escrito.

Sólo nos queda añadir para completar el año recordar la muerte prematura del Ilmo. y Rvmo. Cardenal Antoniano, que había sido nombrado Visitador de las Escuelas Pías junto con César Baronio por Su Santidad, y habló muy bien de ellas. Al terminar su vida, para que se le recordara, les dejó en el testamento 200 escudos romanos, a los que cada mes (según atestigua una carta de D. Gellio Gheliini a su hermano Pablo Emilio) deberían añadirse diez escudos para los gastos de la casa. Este dulcísimo señor para las Escuelas Pías (así lo llama el citado D. Gellio) descansó en paz bajo tierra en un cementerio junto a San Marcos el 17 de septiembre. Su fallecimiento hizo llorar a Su Santidad, y por aquella época nada peor pudo ocurrirle, como cuenta en su biografía Ciaconio.

Notas

  1. El editor, como en otros casos, omite lo que el autor ha escrito acerca de los acontecimientos romanos no escolapios. Este año comienza así en el original: Ut externa domesticis proponamus, Romana historia praesente anno meminit inventionis Sanctorum corporum Bonifacii Martiris et Alexii Confessoris. Verba de super sic se habent. Cum anno 1603 Octavius Paravicinus ejusdem Ecclesiae titulo Cardinalis majoris dicta ecclesiae arae instaurandae, exornandaeque operum daret, inventa fuerunt et in ea reposita SS. Bonifacii et Alexii corpora. Et Pancirolus addit: Etiam Beatae Aglaës corpus anno 1603 inventum et repositum fuisse. Vide Bolandu Tom 3 Maii. Fit etiam praeclara mentio novi Ordinis Monacharum Annunciatarum Fundatrice Maria Victoria Genuense, qua prius matrimonio juncta, defuncto autem viro religiosae conversationis habitum candidum cum scapullarium et pallio coloris aetherei de manu Archi episcopi Genuensis accepit; Ordinem vero titulo Annunciatarum insignivit ex respectu ad Mysterium Annunciationes Bae. Virigini ab Angelo facta, cujuc professae moniales ex Instituto pareticulari affectu cultrices esse debent. Traducción: Para contar antes las cosas de fuera que las de casa, la historia de Roma recuerda en este año el hallazgo de los cuerpos de Bonifacio Mártir y Alejo Confesor. Así se cuenta: Cuando en el año 1603 el cardenal Octavio Paravicino, titular de esa iglesia, mandó reformar y decorar el altar mayor de la iglesia, se encontraron y se volvieron a poner en él los cuerpos de S. Bonifacio y S. Alejo. Cf. Bolando, tomo 3, mayo. Panciroli añade: También en el año 1603 se encontró y se repuso el cuerpo de Sta. Aglae. Se hace también mención destacada de la fundación de la nueva Orden de las monjas de la Anunciación, fundadas por María Victoria, genovesa, que primero estuvo unida en matrimonio, pero tras la muerte de su marido tomó el hábito blanco de la vida religiosa con escapulario y palio de color celeste de las manos del arzobispo de Génova. Dio a la Orden el título de la Anunciación por respeto al misterio de la anunciación hecha por el ángel a la Santísima Virgen, al que sus religiosas profesas deben prestar culto con particular afecto como cosa propia de su instituto.