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La mera sensatez aconsejaría a Calasanz que consultara su sensación interior con personas expertas en problemas del espíritu. No podía por sí mismo lanzarse a la aventura de un viaje a Roma sin saber para qué. Y lo más acertado es pensar que acudiera a Mons. Capilla, por el hecho de ser un hombre profundamente espiritual, como buen cartujo; por la estima y confianza que siempre le había manifestado desde que le nombró su familiar, y porque, en última instancia, tenía que ser él quien decidiera el viaje, por ser su obispo. Y al menos por esta última razón tuvo que haber forzosamente un encuentro decisivo entre ambos. No sabremos nunca lo que se dijeron. Probablemente reconocieron la realidad de la voz interior y decidieron obedecerla. Algo así como lo ocurrido a San Pablo, camino de Damasco: '¿Qué he de hacer, Señor?' Y el Señor respondió: “Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas” (Hech 22,10). Y así pudo decirle Capilla, en nombre del Señor: “Levántate y vete a Roma, José; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas”.
 
La mera sensatez aconsejaría a Calasanz que consultara su sensación interior con personas expertas en problemas del espíritu. No podía por sí mismo lanzarse a la aventura de un viaje a Roma sin saber para qué. Y lo más acertado es pensar que acudiera a Mons. Capilla, por el hecho de ser un hombre profundamente espiritual, como buen cartujo; por la estima y confianza que siempre le había manifestado desde que le nombró su familiar, y porque, en última instancia, tenía que ser él quien decidiera el viaje, por ser su obispo. Y al menos por esta última razón tuvo que haber forzosamente un encuentro decisivo entre ambos. No sabremos nunca lo que se dijeron. Probablemente reconocieron la realidad de la voz interior y decidieron obedecerla. Algo así como lo ocurrido a San Pablo, camino de Damasco: '¿Qué he de hacer, Señor?' Y el Señor respondió: “Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas” (Hech 22,10). Y así pudo decirle Capilla, en nombre del Señor: “Levántate y vete a Roma, José; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas”.
  
No obstante, lo más natural es que este motivo misterioso y oscuro quedara oculto. No podía Calasanz anunciar aquel viaje imprevisto diciendo a los cuatro vientos que una voz interior le mandaba irse a Roma. Hubo que buscar otros motivos justificantes y los encontraron. El primero era el más común: a Roma se va a pretender beneficios.<ref group='Notas'>El obispo de Jaén escribía hacia 1588: 'teniendo uno un poco de habilidad, sin acabar sus estudios se van a Roma a cursar al Datario y con pocas letras y ninguna virtud les dan los beneficios' (cit. en A. GARCIA-DURÁN, o.c., p.32, n.286).</ref>
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No obstante, lo más natural es que este motivo misterioso y oscuro quedara oculto. No podía Calasanz anunciar aquel viaje imprevisto diciendo a los cuatro vientos que una voz interior le mandaba irse a Roma. Hubo que buscar otros motivos justificantes y los encontraron. El primero era el más común: a Roma se va a pretender beneficios.<ref group='Notas'>El obispo de Jaén escribía hacia 1588: 'teniendo uno un poco de habilidad, sin acabar sus estudios se van a Roma a cursar al Datario y con pocas letras y ninguna virtud les dan los beneficios' (cit. en A. GARCIA-DURÁN, o.c., p.32, n.286).</ref>
  
En efecto, en la primera carta conservada de las que escribió apenas llegado a Roma decía: 'Pretendí luego en llegando un Canonicato de Urgel'.&lt;ref group='Notas'&gt;EGC II, c.3.&lt;/ref&gt; La frase, sin embargo, da la impresión de que no era ése el motivo primario del viaje, pero una vez llegado empezó a pretender. Y la misma impresión produce el testimonio importantísimo del sacerdote Francisco Motes, que en su atestado de 1648 —el primero que habla del tema después de Calasanz— dijo: “Dicen que tenía intención de ir a Roma para obtener alguna dignidad digna (sic) de sus méritos…, luego se fue a Roma… y al cabo de un año o dos oí que había pretendido no sé qué beneficio en su país”.&lt;ref group='Notas'&gt;Cf. texto original en A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.35, n.302; trad. en BAU, BC, p. 174, quien lee ‘suoi oneri’ en vez de ‘suoi meriti’.&lt;/ref&gt; No se lo oyó él directamente el día que pasó por su casa de Pont de Claverol para despedirse, y era el momento más adecuado para decirlo y dar explicaciones de su renuncia a la plebanía de Claverol. Más todavía, parece deducirse que tampoco en su casa, la de los Motes, tuvieron noticia de tales pretensiones hasta un año o dos después de haber llegado a Roma.
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En efecto, en la primera carta conservada de las que escribió apenas llegado a Roma decía: 'Pretendí luego en llegando un Canonicato de Urgel'.<ref group='Notas'>EGC II, c.3.</ref> La frase, sin embargo, da la impresión de que no era ése el motivo primario del viaje, pero una vez llegado empezó a pretender. Y la misma impresión produce el testimonio importantísimo del sacerdote Francisco Motes, que en su atestado de 1648 —el primero que habla del tema después de Calasanz— dijo: “Dicen que tenía intención de ir a Roma para obtener alguna dignidad digna (sic) de sus méritos…, luego se fue a Roma… y al cabo de un año o dos oí que había pretendido no sé qué beneficio en su país”.<ref group='Notas'>Cf. texto original en A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.35, n.302; trad. en BAU, BC, p. 174, quien lee ‘suoi oneri’ en vez de ‘suoi meriti’.</ref> No se lo oyó él directamente el día que pasó por su casa de Pont de Claverol para despedirse, y era el momento más adecuado para decirlo y dar explicaciones de su renuncia a la plebanía de Claverol. Más todavía, parece deducirse que tampoco en su casa, la de los Motes, tuvieron noticia de tales pretensiones hasta un año o dos después de haber llegado a Roma.
  
En el proceso ordinario de 1651 depuso el pintor español Francisco Gutiérrez, quien convivió con Calasanz unos seis meses en 1620: 'Yo he oído que el P. José vino a Roma para pretender alguna cosa eclesiástica…'.&lt;ref group='Notas'&gt;Cf. A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.41; BAU, BC, p.199; S. GINER, o.c., p.82.&lt;/ref&gt; Otro testigo español, Tomás Simón, en el procesó apostólico de 1686, dijo: “Después vino a Roma, donde tuvo la Agencia de aquel Obispo [de Urgel] y por las pretensiones de ser provisto de Beneficios”.&lt;ref group='Notas'&gt;Cf. BAU, BC, p.200 y texto original en EphCal 17 (1948) 118; S. GINER, O.C., p. 158.&lt;/ref&gt; Este último testigo añade otra razón y coloca en segundo lugar las pretensiones. El fidedigno y casi siempre preciso Berro nada dice de la voz interior, pero se expresa así: “… se fue algunos días a su pueblo no para quedarse, sino para arreglar sus cosas con la esperanza de medrar [‘di tirarsi avanti’] en la Corte Romana como le prometían sus virtudes… Llegado a Roma… atendía a toda clase de obras de caridad, dándose cuenta muy bien de que para mayores cosas le había conducido Dios a Roma, que el medrar en dignidades eclesiásticas …”.&lt;ref group='Notas'&gt;BERRO I, p.65-66.&lt;/ref&gt; Luego no eran éstas las que motivaron su viaje a la Ciudad Eterna.
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En el proceso ordinario de 1651 depuso el pintor español Francisco Gutiérrez, quien convivió con Calasanz unos seis meses en 1620: 'Yo he oído que el P. José vino a Roma para pretender alguna cosa eclesiástica…'.<ref group='Notas'>Cf. A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.41; BAU, BC, p.199; S. GINER, o.c., p.82.</ref> Otro testigo español, Tomás Simón, en el procesó apostólico de 1686, dijo: “Después vino a Roma, donde tuvo la Agencia de aquel Obispo [de Urgel] y por las pretensiones de ser provisto de Beneficios”.<ref group='Notas'>Cf. BAU, BC, p.200 y texto original en EphCal 17 (1948) 118; S. GINER, O.C., p. 158.</ref> Este último testigo añade otra razón y coloca en segundo lugar las pretensiones. El fidedigno y casi siempre preciso Berro nada dice de la voz interior, pero se expresa así: “… se fue algunos días a su pueblo no para quedarse, sino para arreglar sus cosas con la esperanza de medrar [‘di tirarsi avanti’] en la Corte Romana como le prometían sus virtudes… Llegado a Roma… atendía a toda clase de obras de caridad, dándose cuenta muy bien de que para mayores cosas le había conducido Dios a Roma, que el medrar en dignidades eclesiásticas …”.<ref group='Notas'>BERRO I, p.65-66.</ref> Luego no eran éstas las que motivaron su viaje a la Ciudad Eterna.
  
Bastarían las primeras cartas romanas escritas al párroco de Peralta de la Sal desde 1592 a 1599 para constatar que en todos esos años intentó Calasanz con ahínco conseguir una canonjía en España, como veremos más adelante y con ulteriores documentos. Pero lo que no acabamos de ver con claridad, ni lo afirman tampoco los testimonios aducidos, es que ése fuera el ‘motivo principal y determinante de su viaje a Roma’, como categóricamente proponen Picanyol, Sántha, García Durán,&lt;ref group='Notas'&gt;Dice Picanyol que de las primeras cartas romanas 'risulta evidente —diciamolo pure senza eufemismi— che il Calasanzio face il viaggio a Roma per ottenere una prebenda ecciesiastica, come tanti altri spagnoli di quei tempi' (EGC II, p.31). Sántha concuerda también en que por dichas cartas 'omnibus facile constat Josephum Calasanctium propterea imprimis ad Urbem appulisse, quo facilius in ipsa Curia Romana Canonicatum quemlibet... adipisci posset' (G. SÁNTHA, ‘De canonicatu Barbastrensi a Sto. Josepho Calasanctio obtento’: EphCal 6 [1957] 138); ID., SJC, p.8, n.27. Y García- Durán: '… una sana crítica… ha demostrado hasta la saciedad que Calasanz fue a Roma en busca de una canonjía' (A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.32-33).&lt;/ref&gt; … entre los modernos historiadores. Más cauto se muestra Poch al proponer otras motivaciones que atenúan el exclusivismo decisivo de tales pretensiones, y que no podemos menos de valorar justamente.&lt;ref group='Notas'&gt;Cf. J. POCH, ‘Mossén Josep Calassanç a la diócesi d’Urgell’: Cat 195 (1977) 28-32.&lt;/ref&gt; Más convincente, empero, nos parece en esta ocasión el crítico Bau, que concluye: 'al lado de estas motivaciones más o menos humanas y aun terrenales, no hay que silenciar otro impulso de otro carácter, quizá menos consciente pero tal vez más eficaz y a la postre más providencial…'.&lt;ref group='Notas'&gt;BAU, RV, p.63.&lt;/ref&gt; Es decir, aquella voz interior que le dijo Ve a Roma…
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Bastarían las primeras cartas romanas escritas al párroco de Peralta de la Sal desde 1592 a 1599 para constatar que en todos esos años intentó Calasanz con ahínco conseguir una canonjía en España, como veremos más adelante y con ulteriores documentos. Pero lo que no acabamos de ver con claridad, ni lo afirman tampoco los testimonios aducidos, es que ése fuera el ‘motivo principal y determinante de su viaje a Roma’, como categóricamente proponen Picanyol, Sántha, García Durán,<ref group='Notas'>Dice Picanyol que de las primeras cartas romanas 'risulta evidente —diciamolo pure senza eufemismi— che il Calasanzio face il viaggio a Roma per ottenere una prebenda ecciesiastica, come tanti altri spagnoli di quei tempi' (EGC II, p.31). Sántha concuerda también en que por dichas cartas 'omnibus facile constat Josephum Calasanctium propterea imprimis ad Urbem appulisse, quo facilius in ipsa Curia Romana Canonicatum quemlibet... adipisci posset' (G. SÁNTHA, ‘De canonicatu Barbastrensi a Sto. Josepho Calasanctio obtento’: EphCal 6 [1957] 138); ID., SJC, p.8, n.27. Y García- Durán: '… una sana crítica… ha demostrado hasta la saciedad que Calasanz fue a Roma en busca de una canonjía' (A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.32-33).</ref> … entre los modernos historiadores. Más cauto se muestra Poch al proponer otras motivaciones que atenúan el exclusivismo decisivo de tales pretensiones, y que no podemos menos de valorar justamente.<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, ‘Mossén Josep Calassanç a la diócesi d’Urgell’: Cat 195 (1977) 28-32.</ref> Más convincente, empero, nos parece en esta ocasión el crítico Bau, que concluye: 'al lado de estas motivaciones más o menos humanas y aun terrenales, no hay que silenciar otro impulso de otro carácter, quizá menos consciente pero tal vez más eficaz y a la postre más providencial…'.<ref group='Notas'>BAU, RV, p.63.</ref> Es decir, aquella voz interior que le dijo Ve a Roma…
  
 
La carrera eclesiástica de Calasanz estaba en plena y rápida promoción, pues a sus treinta y cuatro años recién cumplidos era Oficial eclesiástico y Vicario General de Tremp y Visitador General de cuatro arciprestazgos. ¿Y no era esto mucho más que una canonjía? Y si lo consideraba menos, ¿no podía conseguir un canonicato cuando vacara en meses del ordinario? ¿Quién más dispuesto a favorecerle que Capilla? ¿Por qué arriesgar la renuncia de sus cargos actuales por la esperanza —incierta— de una canonjía que vacara en meses papales?
 
La carrera eclesiástica de Calasanz estaba en plena y rápida promoción, pues a sus treinta y cuatro años recién cumplidos era Oficial eclesiástico y Vicario General de Tremp y Visitador General de cuatro arciprestazgos. ¿Y no era esto mucho más que una canonjía? Y si lo consideraba menos, ¿no podía conseguir un canonicato cuando vacara en meses del ordinario? ¿Quién más dispuesto a favorecerle que Capilla? ¿Por qué arriesgar la renuncia de sus cargos actuales por la esperanza —incierta— de una canonjía que vacara en meses papales?
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09.02. Las pretensiones de canonjías

La mera sensatez aconsejaría a Calasanz que consultara su sensación interior con personas expertas en problemas del espíritu. No podía por sí mismo lanzarse a la aventura de un viaje a Roma sin saber para qué. Y lo más acertado es pensar que acudiera a Mons. Capilla, por el hecho de ser un hombre profundamente espiritual, como buen cartujo; por la estima y confianza que siempre le había manifestado desde que le nombró su familiar, y porque, en última instancia, tenía que ser él quien decidiera el viaje, por ser su obispo. Y al menos por esta última razón tuvo que haber forzosamente un encuentro decisivo entre ambos. No sabremos nunca lo que se dijeron. Probablemente reconocieron la realidad de la voz interior y decidieron obedecerla. Algo así como lo ocurrido a San Pablo, camino de Damasco: '¿Qué he de hacer, Señor?' Y el Señor respondió: “Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas” (Hech 22,10). Y así pudo decirle Capilla, en nombre del Señor: “Levántate y vete a Roma, José; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas”.

No obstante, lo más natural es que este motivo misterioso y oscuro quedara oculto. No podía Calasanz anunciar aquel viaje imprevisto diciendo a los cuatro vientos que una voz interior le mandaba irse a Roma. Hubo que buscar otros motivos justificantes y los encontraron. El primero era el más común: a Roma se va a pretender beneficios.[Notas 1]

En efecto, en la primera carta conservada de las que escribió apenas llegado a Roma decía: 'Pretendí luego en llegando un Canonicato de Urgel'.[Notas 2] La frase, sin embargo, da la impresión de que no era ése el motivo primario del viaje, pero una vez llegado empezó a pretender. Y la misma impresión produce el testimonio importantísimo del sacerdote Francisco Motes, que en su atestado de 1648 —el primero que habla del tema después de Calasanz— dijo: “Dicen que tenía intención de ir a Roma para obtener alguna dignidad digna (sic) de sus méritos…, luego se fue a Roma… y al cabo de un año o dos oí que había pretendido no sé qué beneficio en su país”.[Notas 3] No se lo oyó él directamente el día que pasó por su casa de Pont de Claverol para despedirse, y era el momento más adecuado para decirlo y dar explicaciones de su renuncia a la plebanía de Claverol. Más todavía, parece deducirse que tampoco en su casa, la de los Motes, tuvieron noticia de tales pretensiones hasta un año o dos después de haber llegado a Roma.

En el proceso ordinario de 1651 depuso el pintor español Francisco Gutiérrez, quien convivió con Calasanz unos seis meses en 1620: 'Yo he oído que el P. José vino a Roma para pretender alguna cosa eclesiástica…'.[Notas 4] Otro testigo español, Tomás Simón, en el procesó apostólico de 1686, dijo: “Después vino a Roma, donde tuvo la Agencia de aquel Obispo [de Urgel] y por las pretensiones de ser provisto de Beneficios”.[Notas 5] Este último testigo añade otra razón y coloca en segundo lugar las pretensiones. El fidedigno y casi siempre preciso Berro nada dice de la voz interior, pero se expresa así: “… se fue algunos días a su pueblo no para quedarse, sino para arreglar sus cosas con la esperanza de medrar [‘di tirarsi avanti’] en la Corte Romana como le prometían sus virtudes… Llegado a Roma… atendía a toda clase de obras de caridad, dándose cuenta muy bien de que para mayores cosas le había conducido Dios a Roma, que el medrar en dignidades eclesiásticas …”.[Notas 6] Luego no eran éstas las que motivaron su viaje a la Ciudad Eterna.

Bastarían las primeras cartas romanas escritas al párroco de Peralta de la Sal desde 1592 a 1599 para constatar que en todos esos años intentó Calasanz con ahínco conseguir una canonjía en España, como veremos más adelante y con ulteriores documentos. Pero lo que no acabamos de ver con claridad, ni lo afirman tampoco los testimonios aducidos, es que ése fuera el ‘motivo principal y determinante de su viaje a Roma’, como categóricamente proponen Picanyol, Sántha, García Durán,[Notas 7] … entre los modernos historiadores. Más cauto se muestra Poch al proponer otras motivaciones que atenúan el exclusivismo decisivo de tales pretensiones, y que no podemos menos de valorar justamente.[Notas 8] Más convincente, empero, nos parece en esta ocasión el crítico Bau, que concluye: 'al lado de estas motivaciones más o menos humanas y aun terrenales, no hay que silenciar otro impulso de otro carácter, quizá menos consciente pero tal vez más eficaz y a la postre más providencial…'.[Notas 9] Es decir, aquella voz interior que le dijo Ve a Roma…

La carrera eclesiástica de Calasanz estaba en plena y rápida promoción, pues a sus treinta y cuatro años recién cumplidos era Oficial eclesiástico y Vicario General de Tremp y Visitador General de cuatro arciprestazgos. ¿Y no era esto mucho más que una canonjía? Y si lo consideraba menos, ¿no podía conseguir un canonicato cuando vacara en meses del ordinario? ¿Quién más dispuesto a favorecerle que Capilla? ¿Por qué arriesgar la renuncia de sus cargos actuales por la esperanza —incierta— de una canonjía que vacara en meses papales?

Notas

  1. El obispo de Jaén escribía hacia 1588: 'teniendo uno un poco de habilidad, sin acabar sus estudios se van a Roma a cursar al Datario y con pocas letras y ninguna virtud les dan los beneficios' (cit. en A. GARCIA-DURÁN, o.c., p.32, n.286).
  2. EGC II, c.3.
  3. Cf. texto original en A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.35, n.302; trad. en BAU, BC, p. 174, quien lee ‘suoi oneri’ en vez de ‘suoi meriti’.
  4. Cf. A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.41; BAU, BC, p.199; S. GINER, o.c., p.82.
  5. Cf. BAU, BC, p.200 y texto original en EphCal 17 (1948) 118; S. GINER, O.C., p. 158.
  6. BERRO I, p.65-66.
  7. Dice Picanyol que de las primeras cartas romanas 'risulta evidente —diciamolo pure senza eufemismi— che il Calasanzio face il viaggio a Roma per ottenere una prebenda ecciesiastica, come tanti altri spagnoli di quei tempi' (EGC II, p.31). Sántha concuerda también en que por dichas cartas 'omnibus facile constat Josephum Calasanctium propterea imprimis ad Urbem appulisse, quo facilius in ipsa Curia Romana Canonicatum quemlibet... adipisci posset' (G. SÁNTHA, ‘De canonicatu Barbastrensi a Sto. Josepho Calasanctio obtento’: EphCal 6 [1957] 138); ID., SJC, p.8, n.27. Y García- Durán: '… una sana crítica… ha demostrado hasta la saciedad que Calasanz fue a Roma en busca de una canonjía' (A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.32-33).
  8. Cf. J. POCH, ‘Mossén Josep Calassanç a la diócesi d’Urgell’: Cat 195 (1977) 28-32.
  9. BAU, RV, p.63.