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Aunque N. V. P. Fundador General fuera vejado y vilipendiado en su propia persona y dignidad, y nunca hablaba de esto en su propia defensa; tenía siempre especial deseo y premura de la perfección religiosa de sus Religiosos. Por eso, en todas las cartas nos daba a todos algún consejo particular sobre ella. De casi todas las cartas, y son muchas, escritas o dadas por él, se puede sacar doctrina sobre este tema. Por ejemplo, pondré aquí una, que me escribió a mí, donde demuestra especialmente deseo de interpretar cómo hay que caminar en esto.
 
Aunque N. V. P. Fundador General fuera vejado y vilipendiado en su propia persona y dignidad, y nunca hablaba de esto en su propia defensa; tenía siempre especial deseo y premura de la perfección religiosa de sus Religiosos. Por eso, en todas las cartas nos daba a todos algún consejo particular sobre ella. De casi todas las cartas, y son muchas, escritas o dadas por él, se puede sacar doctrina sobre este tema. Por ejemplo, pondré aquí una, que me escribió a mí, donde demuestra especialmente deseo de interpretar cómo hay que caminar en esto.

Última revisión de 17:38 27 oct 2014

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CAPÍTULO 22 Del deseo De N. V. P. Fundador General [1645]

Aunque N. V. P. Fundador General fuera vejado y vilipendiado en su propia persona y dignidad, y nunca hablaba de esto en su propia defensa; tenía siempre especial deseo y premura de la perfección religiosa de sus Religiosos. Por eso, en todas las cartas nos daba a todos algún consejo particular sobre ella. De casi todas las cartas, y son muchas, escritas o dadas por él, se puede sacar doctrina sobre este tema. Por ejemplo, pondré aquí una, que me escribió a mí, donde demuestra especialmente deseo de interpretar cómo hay que caminar en esto.

Carta

Fuera:

“Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, en las Escuelas Pías. Nápoles.

Dentro:

“Pax Christi

La carta de V. R., de la semana pasada, me la entregaron el domingo; por eso no le he podido responder hasta ahora. Desde ese correo hasta hoy no he recibido ninguna carta. Respondiendo a la suya, le digo que nuestras cosas, hasta ahora, caminan como de ordinario, y las cosas se ordenan como ha visto V. R., en cuanto a la aceptación y misión de los Padres para fundar nuevas casas. Quiera Dios que estas cosas prevalezcan, para mayor gloria de Dios. Yo espero que pronto se vea el éxito.

Deseo de V. R. una información sobre cómo cumplen en esas dos casas, en cuanto a la observancia de nuestras reglas; y si hay algunos que dan mal ejemplo en casa o fuera de casa; porque aquí se habla de forma diferente. Yo pido siempre al Señor les dé a todos espíritu de verdadera observancia.

Cuando tengamos aquí alguna noticia nueva, enseguida informaremos. V. R. no dé crédito más que a lo que yo le escriba, que le diré la pura verdad de cuanto suceda.

En cuanto a decir la misa, hasta ahora la he dicho del oficio ordinario, cuando es doble; si no, de domingo; en el futuro espero hacer lo mismo, si así lo quiere Dios. Es cuanto recuerdo con la presente. El Señor nos bendiga a todos.

Roma, a 8 de julio de 1645.

Servidor en el señor,

José de la Madre de Dios”.

Acerca de su Misa, N. V. P. Fundador General me responde de este modo, porque había venido de Roma a Nápoles aquel P. José [Politi], antes médico, para la fundación de la nueva Casa de Turi, y había difundido que N. V. P. Fundador estaba incapacitado para todo; que ya no decía Misa, a no se la de difuntos; y que ni siquiera veía el cáliz, y mucho menos la Hostia; y que había que ponerle en las manos ambas cosas; y aguantarle el cáliz al hacer las cruces, para que no se le derramara. Y corrieron otras mentiras semejantes, para hacer ver que nosotros lo consideramos inútil para el Generalato, para que se adhiriera al gobierno del P. Esteban [Cherubini], que ellos consideraban tan bueno y útil a nuestra Congregación. Por eso, yo escribí dicha respuesta, que era completamente verdadera. Y me aseguré más, cuando en diciembre de 1646 fui a Roma, y yo mismo vi lo contrario. Porque, con tiempo claro, escribía de su puño y letra líneas de letra cursiva, y siempre firmaba las cartas de propia mano, hasta el final de la carta.

Después yo mismo le ayudé a Misa; no tenían necesidad de ninguna de las dichas ayudas anteriores, y siempre la dijo como me escribió en julio de 1645. La última de su vida, fue en la fiesta de San Pietro in Vincola. Su conversación era magnífica, y de materias escolares, de lo que Monseñor Capra se admiraba mucho

Notas