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Hacía dos meses o poco más que nuestros Padres de las Escuelas Pías habían fundado y abierto casa y escuelas en la ciudad de Cagliari, dentro de la Fortaleza, como dicen ellos, y poco después tuvo lugar una gran tormenta en la ciudad, es decir, en septiembre de 1643, por lo que cayeron muchas viviendas, al estar las tapias hechas de tierra, o arcilla seca no cocida, y unida al mismo tiempo. Entre estos edificios que cayeron había un convento de los Frailes de San Francisco de Paula, porque estaba levantado con dichos materiales, del que sólo quedaron tres pequeñas habitaciones; por lo que los Frailes se fueron. Sus devotos les construyeron un convento en el Malecón de Cagliari, donde viven como Religiosos, y es un lugar muy habitado. | Hacía dos meses o poco más que nuestros Padres de las Escuelas Pías habían fundado y abierto casa y escuelas en la ciudad de Cagliari, dentro de la Fortaleza, como dicen ellos, y poco después tuvo lugar una gran tormenta en la ciudad, es decir, en septiembre de 1643, por lo que cayeron muchas viviendas, al estar las tapias hechas de tierra, o arcilla seca no cocida, y unida al mismo tiempo. Entre estos edificios que cayeron había un convento de los Frailes de San Francisco de Paula, porque estaba levantado con dichos materiales, del que sólo quedaron tres pequeñas habitaciones; por lo que los Frailes se fueron. Sus devotos les construyeron un convento en el Malecón de Cagliari, donde viven como Religiosos, y es un lugar muy habitado. |
Última revisión de 17:40 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 45 Noviciado de las Escuelas Pías en Cagliari Ciudad de Cerdeña [1646]
Hacía dos meses o poco más que nuestros Padres de las Escuelas Pías habían fundado y abierto casa y escuelas en la ciudad de Cagliari, dentro de la Fortaleza, como dicen ellos, y poco después tuvo lugar una gran tormenta en la ciudad, es decir, en septiembre de 1643, por lo que cayeron muchas viviendas, al estar las tapias hechas de tierra, o arcilla seca no cocida, y unida al mismo tiempo. Entre estos edificios que cayeron había un convento de los Frailes de San Francisco de Paula, porque estaba levantado con dichos materiales, del que sólo quedaron tres pequeñas habitaciones; por lo que los Frailes se fueron. Sus devotos les construyeron un convento en el Malecón de Cagliari, donde viven como Religiosos, y es un lugar muy habitado.
El Revmo. P. Fray Lorenzo, Corrector General de dicha Sagrada Orden, con el consentimiento de sus compañeros, y la autorización obtenida por Su Santidad el Papa Urbano VIII, el día 23 de junio de 1633, suprimió los restos de dicho convento del Borgo, y ordenó a sus Religiosos que lo abandonaran, y fueran a otros lugares y conventos a ellos asignados, como aparece en un decreto expedido el día 21 de marzo de 1644.
Escribió también al Revmo. Arzobispo de Cagliari y al Sr. D. Salvador Astraldo que de muy buena gana lo renunciaba y le restituía aquel lugar, dado por él a sus Religiosos, para que hiciera con él lo que quisiera.
Así que dicho Sr. D. Salvador pidió mucho al P. Pedro Francisco [Salazar Maldonado] de la Madre de Dios de las Escuelas Pías de Cagliari que aceptara para su Orden aquel lugar, como en efecto lo hizo el día 29 de enero de 1645, aconsejado también por el Ilmo. y Revmo. Arzobispo y otros Señores de la ciudad, todos los cuales prometieron ayudar con favores y limosnas, como en efecto hicieron. Y todo fue estipulado por las actas del Arzobispo, en presencia del Revmo. General. Y, para dicho edificio, Su Majestad el Rey ordenó se dieran de su real patrimonio seiscientos escudos, con en efecto se recibieron, y con otras limosnas.
Así que en tres años, con mucho trabajo también de los nuestros, se hizo un lugar cómodo con veintidós habitaciones de dormir, y las demás oficinas necesarias, con gran satisfacción del Ilmo. y Revmo. Arzobispo, del Sr. Salvador Astraldo, donatario, y de toda la ciudad; sobre todo del Borgo, todo por la facilidad que tenían para las Misas y Santos Sacramentos, y la utilidad para la juventud, con el ejercicio de la Doctrina Cristiana, que se explicaba en las fiestas.
Después, la limpieza con que era cuidada la iglesia, la casa, y un huertecillo que los nuestros iban haciendo, y ampliando con otro lugar, era causa de que muchos fueran por devoción y recreación, a una casa nueva, sacada de una ruina de edificio. Y los que allí acudían no sólo eran personas ordinarias y civiles, sino también de la nobleza y titulados, tanto seculares como eclesiásticos, y también regulares.
El Ilmo. y Revmo. Arzobispo de la ciudad iba allá con frecuencia, y a invitación suya, aquellos Reverendísimo Canónigos hacía lo mismo. El Ilmo. y Excmo. Sr. Duque de Mont´Alto, Príncipe de Paterno, en el tiempo que fue Virrey de aquel Reino, iba con mucha frecuencia, y allí se entretenía horas; y con tanta familiaridad que parecía uno de nuestros Religiosos, queriendo asistir a los ejercicios espirituales que en aquel tiempo había que hacer. Algunas veces le gustaba también que los Padres le obsequiaran con fruta de nuestro huertecillo; también hacía muchas limosnas; y la Excma. Señora, su mujer, tenía para con nuestros Padres el mismo afecto, y se confesaba también ella con los nuestros.