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El P. Juan Esteban [Spinola] de la Madre de Dios -primer Superior de nuestra casa de San Pantaleón, elegido por el Emmo. Cardenal Vicario de Nuestro Señor, el Papa- renunció a dicho cargo, después del Breve de reducción, a causa de la libertad que particularmente se concedía a uno de nuestros [Hermanos] laicos, querellante, llamado [Juan] Leonardo [Vitali] de Santa Ana, que luego fue sacerdote; y resultó ser tan soberbio y temerario en tal estado, que se convirtió en homicida, como se dice más adelante.
 
El P. Juan Esteban [Spinola] de la Madre de Dios -primer Superior de nuestra casa de San Pantaleón, elegido por el Emmo. Cardenal Vicario de Nuestro Señor, el Papa- renunció a dicho cargo, después del Breve de reducción, a causa de la libertad que particularmente se concedía a uno de nuestros [Hermanos] laicos, querellante, llamado [Juan] Leonardo [Vitali] de Santa Ana, que luego fue sacerdote; y resultó ser tan soberbio y temerario en tal estado, que se convirtió en homicida, como se dice más adelante.

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CAPÍTULO 13 Un suceso de paciencia y predicción En el año 1648 [1648]

El P. Juan Esteban [Spinola] de la Madre de Dios -primer Superior de nuestra casa de San Pantaleón, elegido por el Emmo. Cardenal Vicario de Nuestro Señor, el Papa- renunció a dicho cargo, después del Breve de reducción, a causa de la libertad que particularmente se concedía a uno de nuestros [Hermanos] laicos, querellante, llamado [Juan] Leonardo [Vitali] de Santa Ana, que luego fue sacerdote; y resultó ser tan soberbio y temerario en tal estado, que se convirtió en homicida, como se dice más adelante.

A causa aquella renuncia, fue nombrado Superior de la misma casa el P. Juan [García del Castillo] Castilla, español de nacimiento. Era de una bondad y sencillez grande. Estuvo en el gobierno casi dos años, después de los cuales toda la Comunidad deseó el cambio. Luego de hablar de ello con N. V. P. Fundador, y con su beneplácito, se habló a Monseñor Vicegerente, que era Monseñor Ilmo. y Revmo. Rinaldi, siempre a las órdenes del Emmo. Ginetti, Vicario de Nuestro Señor, el Papa Inocencio X.

Se determinó con su Señoría Ilma. y Revma. el día en el que debía hacerse la elección de nuestro nuevo Superior local. Fue a su tiempo Monseñor; pero, como no quiso permitir que los Hermanos Operarios laicos fueran a la elección, pues pretendían tener en ella el voto de elegir, alegando que el susodicho Emmo. Cardenal Vicario les había concedido aquel favor en la elección anterior, Su Señoría Ilma. tuvo algún disgusto; pero, finalmente, con razones y su autoridad, echó por tierra su pretensión.

Aunque estaba presente en esto, N. V. P. Fundador y General no abrió nunca la boca, manteniéndose como cualquier otro de nosotros; más aún, ni siquiera quiso sentarse en una silla de madera que yo mismo le llevé, sino sobre el banco, como cualquiera otro, ante el rubor de todos nosotros.

Después de esto, se pasó a la elección del Superior, y tras varios escrutinios, no salía nunca la elección, porque ninguno tenía más de la mitad de votos. Por eso, Monseñor dijo: “Ahora, veamos cómo hay que hacer. Y volviéndose hacia N. V. P. Fundador, dijo: “Padre, ¿qué dice usted?” Él respondió con toda humildad, poniéndose primero de pie, aunque le mandó sentarse: “En la otra elección me hicieron nombrar a tres, para elegir a uno de ellos”. Cuando oyó esto Monseñor, dijo: “Usted siempre ha querido hacer los Superiores; pero ya no le toca a usted”. Y otras palabras de mortificación, lo que causó gran disgusto a todos nosotros. Pero nuestro piadosísimo Padre calló, y no dio motivo alguno. Como la cosa se alargaba demasiado, N. V. P., después de un buen rato, pidiendo permiso a Monseñor, se retiró a su celda, adonde fui yo también para ver si tenía necesidad de algo. Su Señoría Ilma., viendo que se hacía de noche, determinó retrasar la función hasta la primera fiesta, y así quedo anotado.

Cuando llegó el día determinado, todos lo estábamos esperando, y se envió a uno a ver si había venido. Mientras estábamos ante esta perplejidad, N. V. P. Fundador me dijo a mí y a otros de los nuestros, que estábamos en su habitación: “Si Monseñor no nombra hoy al Superior, o si Monseñor no viene hoy a nombrar el Superior de Casa, pasará mucho tiempo para que venga”.

Como no fue Monseñor el día señalado, se efectuó y verificó lo que predijo N. V. P. José de la Madre de Dios, nuestro Fundador y General, es decir, que pasaría mucho tiempo antes de que fuera; pues, habiendo sucedido esto en junio o julio de 1648, Monseñor no fue hasta mayo de 1649, e hizo la nueva elección en casa, con votos secretos.

Notas