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− | + | =CAPÍTULO 8 El progreso que se produjo En el Noviciado de Génova [1624]= | |
Aunque al principio, cuando se abrió el Noviciado de Génova, no fuimos más de seis o siete, sin embargo, casi inmediatamente después de Cuaresma, éramos dieciocho personas, y no íbamos a la cuestación más que cuatro días a la semana, porque el jueves, por la comunión, y el sábado, por la cantidad de mendicantes, el P. Pedro [Casani] no quería que se fuera, y se traía poquísimo pan, pues en toda la semana se pasaban sesenta hogazas. A pesar de esto, Dios proveía de otra manera, enviando dinero, u otras cosas para la casa, sin saber quién lo enviaba; y no siempre, sino cuando se terminaba el primer envío, venía el otro. | Aunque al principio, cuando se abrió el Noviciado de Génova, no fuimos más de seis o siete, sin embargo, casi inmediatamente después de Cuaresma, éramos dieciocho personas, y no íbamos a la cuestación más que cuatro días a la semana, porque el jueves, por la comunión, y el sábado, por la cantidad de mendicantes, el P. Pedro [Casani] no quería que se fuera, y se traía poquísimo pan, pues en toda la semana se pasaban sesenta hogazas. A pesar de esto, Dios proveía de otra manera, enviando dinero, u otras cosas para la casa, sin saber quién lo enviaba; y no siempre, sino cuando se terminaba el primer envío, venía el otro. |
Última revisión de 17:37 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 8 El progreso que se produjo En el Noviciado de Génova [1624]
Aunque al principio, cuando se abrió el Noviciado de Génova, no fuimos más de seis o siete, sin embargo, casi inmediatamente después de Cuaresma, éramos dieciocho personas, y no íbamos a la cuestación más que cuatro días a la semana, porque el jueves, por la comunión, y el sábado, por la cantidad de mendicantes, el P. Pedro [Casani] no quería que se fuera, y se traía poquísimo pan, pues en toda la semana se pasaban sesenta hogazas. A pesar de esto, Dios proveía de otra manera, enviando dinero, u otras cosas para la casa, sin saber quién lo enviaba; y no siempre, sino cuando se terminaba el primer envío, venía el otro.
El Sr. Marqués Antonio d´Oria envió una casulla de brocado rojo decorada de seda; y, aunque fue la primera que vino, el P. Pedro no quiso recibirla por estar adornada contra las Constituciones. Iba algunas veces a predicar a las monjas de los monasterios de Génova. Una vez pronunció un sermón en San Donato…en una solemnidad que se tenía por las almas del Purgatorio, y gustó mucho a todo el auditorio. Fue a la procesión de las Cenizas de San Juan Bautista y a la del Smo. Sacramento; y tanto en una como en otra, promovió una gran devoción en la ciudad, por la gran modestia y compostura con que andaba. De tal manera que, si el Ángel Custodio no hubiera avisado a uno de los Novicios, cuando se paseaba en el muelle,
-pues ya había apoyado el pie en falso- se hubiera ido al mar. Se decía públicamente que no se había vista modestia igual en ningún otro noviciado.
Fue a Turín a visitar la Sábana Santa donde estuvo envuelto el Cuerpo de nuestro Redentor, y volvió; pero después de haber dado el hábito en Carcare a un Señor de la Casa Carreti, que se llamó Juan Evangelista [Carretti] de Jesús, quien, al cabo de muchos años, murió en Carcare, siendo Superior de Carmagnola.
Durante el tiempo en que el P. Pedro estuvo fuera, siempre permaneció el P. Francisco [Castelli] de la Purificación. Cuando volvió de Turín, vistieron siete el hábito en Génova, el 14 de julio de 1624; entre ellos estaba un hermano carnal mío, llamado Pedro Pablo [Berro] de Santa María, ahora sacerdote y confesor (luego murió en el incendio de Savona), Juan Domingo [Franco] de la Cruz, que ha sido Provincial en Sicilia, y Maestro de Novicios en Germania (y ha muerto como Provincial de Polonia), y Francisco Tornielli, noble novarés, que había sido alférez de caballería en la Compañía de la que era Capitán el Excmo. Duque Torcuato Conti, romano, y con él había hecho algunas proezas de mucho honor.
Como había otros para vestir el hábito, la casa no tenía capacidad, y algunos novicios habían cumplido el primer año de noviciado, fueron enviados a Carcare para estudiar, bajo la disciplina del H. Juan Francisco Argomenti, romano profeso, quien, aunque no era sacerdote, era muy buen retórico y filósofo. Estaba como Maestro el P. Pedro Andrés [Taccioni] de Jesús. Fue también de Roma a Carcare, el antiguo Capitán Ottonelli, quiero decir, el P. Pedro Pablo de la Asunción, tercer compañero del Fundador. En la Provincia de Génova los tres eran Asistentes de Nuestro Venerable P. José, General y Fundador de la Orden; con lo que quedó solo él en Roma, porque ya había muerto el P. Viviano [Viviani]. Yo acompañé a dicho P. [Pedro] Pablo hasta Savona, quedando en Génova el H. Santino [Lunardi] de S. Leonardo, luqués, que había venido con dicho Padre, para ayudar al P. Pedro en el noviciado. Llegamos al anochecer a Savona. Al saber el P. Francisco [Castelli] la llegada del P. Pablo, salió a la puerta para recibirlo y, abrazándose con gran afecto, hicieron una santa apuesta a ver quién debía entrar primero por la puerta de la escalera; así, arrodillados, estuvieron un rato, cediendo el puesto el uno al otro. Y sólo se levantaron después de un tiempo, manifestando todos señales de gran alegría por la llagada de dicho Padre. A la mañana siguiente, salí, de vuelta a Génova, con otro novicio.
Algunos día después, vistió el hábito para hermano operario uno de los pajes del Príncipe Doria, napolitano, y se llamó H. Antonio de la Concepción. El día de San Miguel Arcángel, 29 de septiembre, el P. Pedro dio también el hábito a otros nueve, entre clérigos y hermanos de varias regiones. Uno era también de la Casa Carretti, que se llamó Pedro Antonio del SS. Sacramento, que vive como sacerdote. Hubo además uno de Casa Imperiali, genovés, que luego dejó el hábito en Roma. Y un alemán, que se llamaba Ignacio; era buen retórico; fue después a Roma, donde se le despojó del hábito por ser muy sospechoso.