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'''Año 1608 de Cristo. Duodécimo de las Escuelas Pías. Cuarto de Paulo V.
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'''Ephemerides Calasactianae III (1934, 11-15)
 
'''Ephemerides Calasactianae III (1934, 11-15)

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Año 1608 de Cristo. Duodécimo de las Escuelas Pías. Cuarto de Paulo V.

Ephemerides Calasactianae III (1934, 11-15)

En el presente año[Notas 1] hubo alguna perturbación doméstica, y me parece que no es diferente de la que puede leerse en el 2º libro de las Crónicas, capítulo 20. Según el texto citado, se reunieron los hijos de Moab y de Amón para luchar contra Josafat; el pueblo de Judá, vista aquella multitud, dijeron a Josafat: “No tenemos fuerza para resistir contra tanta multitud”.

Lo mismo ocurrió en nuestras Escuelas Pías, según entiendo por lo que está escrito. Pues como en aquellos días aumentase el número de discípulos en las escuelas, sintiéndose los operarios sobrecargados de trabajo, se reunieron entre sí y comenzaron a murmurar contra José, diciendo: No tenemos tanta fuerza para poder resistir a tanta multitud. Y aparecieron quejas contra todo. En primer lugar, a causa de la dureza de vida: su cuerpo y su fuerza languidecían, ya que sólo de vez en cuando comían carne durante la semana (como prueba el libro de economía); se alimentaban con provisiones sencillas como verduras, legumbres, pan y queso y un poco de vino. En segundo lugar, el número de los operarios decrecía, pues al no estar atados con votos, sino que se dedicaban al servicio de las Escuelas Pías como voluntarios, quedaba a su arbitrio el quedarse o el irse. En tercer lugar, viendo que tanto para la casa, como para servir a los alumnos, los gastos cotidianos (a pesar de que las limosnas debidas a la liberalidad de los bienhechores ascendieron aquel año a seiscientos escudos) aumentaban, y crecían las deudas de la congregación, los ánimos para perseverar caían por tierra, y con el de los demás también el del anciano venerable Gaspar Dragonetti, que superaba a los demás en el servicio de las escuelas, y que en esta ocasión, no sé por qué tipo de desánimo, mandó a casa a sus discípulos. ¿Qué hizo José en estas circunstancias?

Viendo lo que hacían, oyendo lo que murmuraban, para ir adelante prudentemente hizo lo mismo que Josafat en el caso citado. “Como ignoramos (dijo) lo que debemos hacer ante la queja de tu pueblo, sólo podemos hacer una cosa: dirigir nuestros ojos hacia ti, oh Dios”. Lo mismo que aquel, hizo José en su caso.

Para exhortar mejor a los operarios pusilánimes y desanimados le pareció que servirían los argumentos de Cristo, que ponía como modelo para sus discípulos las aves del cielo y los lirios del campo, y para que las labores se volvieran más llevaderas para sus colaboradores, José les decía que de la misma manera que Cristo trabajó mucho por nosotros, nosotros debemos trabajar un poco por amor suyo, no ignorando que aquellos que se declaran cargados y desgastados por el trabajo, aquellos que no se esfuerzan en el trabajo, los considera como rechazados e indignos de andar con él. Y a los que se quejaban de la escasez de la comida, tal vez les dirigía suavemente este tipo de reflexión: “los ángeles nos esperan a su cena, ¿por qué queremos saciarnos con las legumbres de este mundo? ¡El que está saciado de alimentos materiales, no puede ser invitado del Gran Príncipe! ¿Cómo puede un vientre lleno ser huésped de la Mesa Celestial? Reservemos nuestro apetito para alimentos mejores, y nos saciaremos cuando aparezca su gloria”.

Con estas o similares exhortaciones José consiguió que las querellas y murmuraciones terminaran, y volvió a llamar a los pusilánimes y desanimados. Sin embargo, como parecía que las limosnas ordinarias que suministraban las manos liberales inspiradas por Dios no bastaban, hizo poner una caja de limosnas fuera con la inscripción “Limosna para los pobres de las Escuelas Pías”, y Dragonetti se constituyó en su revisor, con mucho éxito, pues además de algunas sumas menores recogidas en ella, encontró una orden de pago anónima por doscientos escudos romanos a cobrar en el Banco Buonanni. Ordenado Dragonetti que retirara esa suma, para ingresarla en casa, obtuvo los doscientos escudos escritos, sin que pudiera averiguar nada sobre quién había escrito el vale, o quién había dado la orden de realizar el pago. Viendo este asunto tan prodigioso del dinero, se disculpó con Calasanz, y lo tuvo junto con los demás en mayor reverencia que antes, y continuaron dedicándose con suma diligencia al trabajo de las escuelas, movidos por el nuevo signo favorable.

Se ve claramente que aquí intervino el dedo de Dios, para que se confortaran con el milagro los que habían sido tan gravemente debilitados tal vez por la astucia del diablo. Y después, vencidos los de la casa por la curiosidad, algún tiempo más tarde se investigó cuidadosamente para averiguar quién había sido el emulador de Nicolás de Mira, y se encontró que era el Rvmo. e Ilmo. Cardenal de S. César, dignísimo sobrino de Clemente VIII, de lo que se concluyó que el ilustrísimo nepote siguió el ejemplo de lo que veía hacer a su tío cada año.

Por lo demás, soporta, descendencia de las Escuelas Pías, que te haga una pequeña reflexión. Si tal vez consideras que este ejemplo de liberalidad que te ofrecí es un milagro, te ruego que te apartes de lo que escribo, y veas y juzgues sobre prodigios mayores. A nuestros padres les pareció que aquella generosa ayuda era un prodigio, pero cuánto mayor lo es (aunque tú tal vez no te admires ni lo reconozcas) que desde aquel tiempo, en Italia por 100 años; en Germania por más de 70; en Liguria por 80; en el Reino de Nápoles por 76; en Etruria por 72; por otros tantos en Sicilia, si no más; en Polonia por 62; en Cerdeña por 61; en Hungría y en España ya por muchos años, crezcas, florezcas y aumentes en tu estado, gracias a la liberalidad a favor de los fundadores, y de tal favor te vienen a ti no digo doscientos, sino muchos miles de escudos cada año, para que puedas y quieras continuar al servicio de la Orden, por el mérito de los fundadores y para propagar la gloria de Dios. Considera que estas cosas son prodigios certísimos, glorifica a Dios y no te olvides con ingratitud de los píos fundadores[Notas 2].

Notas

  1. Falta el párrafo inicial, sobre acontecimientos de la historia romana: Quia privatis, publica praeferenda sunt, auspicor annum intrantem ab iis quae Urbi Romanae et Orbi universo grade attulerunt decus et ornamentum. Eorum principale est S. Franciscae Romanae Viduae ex Oblatis Sororibus S. Benedictis Vallis Umbrosae canonizatio. Hanc enim crebris miraculis vivam et mortuam per quam illustrem post 170 circiter annos cum aplauso totius Urbis solemnissima pro more Ecclesiae ceremonia Sanctorum in caelis triumphantium catalogo adscriptam in praesentia totius Apostolici Cardinalorum Collegii, et Pontificiae Curiae DDum. Praelatorum adsantibus Regum et Principum, oratoribus populique frequentia Sanctissimus publicavit, et diploma in perpetuam rei gestae memoriam expediri fecit, festum diem asignando illi nonam mensii martii. Bullar. Const. 45. Hoc ipso anno Eccclesiam nobiilitavit novus ordo vel institutus secundum Tamburinum: vel confirmatus secundum Spondanum. Novus in quam ordo Equitum sub titulo Sacrosancti Sanguinis Redemptoris Nostrii Fundatore ejusdem Vicentio Gonzaga Mantuae, Montisque Ferrati Duce. Hoc eodem pariter anno Sacrum opus Agnos Dei in cera signandi, et fractos renovandi ad Religiosos dumtaxat Congregationis Bae. Mariae Juliensis de Urbe in Monasterio Pudentianae, et Prioratu S. Bernardi Cisterciensis ordinis idem Sanctissimus in perpetuum scripsit et statuit pertinere. Traducción: Puesto que los asuntos públicos han de ser presentados antes que los privados, comienzo el año entrante con las cosas que trajeron honor y decoro a nivel de la ciudad de Roma y de todo el universo. La principal es la canonización de S. Francisca Romana, viuda, de las Hermanas Oblatas de S. Benito de Valle Umbrosa. Pues a esta, famosa después de unos 170 años por los muchos milagros que hizo viva y muerta, con el aplauso de toda la ciudad, en una ceremonia solemnísima según el rito acostumbrado de la Iglesia, Su Santidad la declaró adscrita al catálogo de los santos triunfantes en el cielo, en presencia de todos los cardenales del colegio apostólico, y los prelados de la curia pontificia, en presencia de reyes y príncipes, y una multitud de fieles en oración, y mandó publicar un decreto para memoria de lo sucedido, asignándole el 9 de marzo como día de su fiesta. Const. Bulas 45. En este mismo año una orden o instituto, nueva según Tamburino, o confirmada según Spondano, ennobleció la Iglesia. Nueva en cuanto orden de Caballeros con el título de Sacrosanta Sangre de Nuestro Redentor, siendo el Fundador de la misma Vicente Gonzaga, de Mantua, y duque de Monferrato. En este mismo año igualmente Su Santidad ordenó y decretó que la santa obra de firmar los Agnus Dei de cera y renovar los rotos correspondería perpetuamente sólo a los religiosos de la congregación de Sta. María Juliense de la Ciudad en el monasterio de Potenciana, y al Priorato de S. Bernardo de la orden cisterciense.
  2. Falta un párrafo: Praemissis addere plura non occurrunt pro hoc anno. Non omittendum tamen, quasi pro eius coronide, judicavit adnectere quod inter caeteros huius anni benefactores, Rvdus. Dnus. Gellius Gellini ob 40 scuta eleamosinae submissa ex patria Scholarum Piarum memor, in libro oeconomicus spector adnotatus. Traducción: Para este año no hay más cosas que añadir a las anteriores. Sin embargo juzgué que no debía omitir, sino añadirlo casi como su culminación, que entre otros bienhechores de esta año veo anotado en el libro de economía una limosna de 40 escudos enviadas por el Rvdo. Gellio Gellini desde su patria.