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12.06. Cofradía de la Sma. Virgen del Sufragio
Apenas pasados dos meses desde su ingreso en la Cofradía de la Sma. Trinidad, pide Calasanz la admisión en la de Santa María del Sufragio, por mediación de su amigo, colaborador en las escuelas y cofrade de esta Cofradía y de la de la Doctrina Cristiana, el sacerdote florentino Juan Francisco Fiammelli, quien hizo la petición en la congregación del domingo 17 de septiembre de 1600 y fue aceptada. El domingo siguiente, día 24, se consignaba en el mismo libro oficial la entrada de varios cofrades, y entre ellos el 'Rdo. Signore Giuseppe Calasani Urgellensis dioeces.'<ref group='Notas'>La primera dice: 'Domenica, 17 Settembre 1600. Si fece la congretatione et furono dal Rdo. Gio. Francesco Fiammelli, nostro fratello, proposti l’infrascritti per esser de’nostri fratelli, et fra gli altri cioé Don Giuseppe Calesano, quali tutti come religiosi e persone di buona vita et fama per relatione di diversi fratelli furono ammessi viva voce et accettati per nostri fratelli'. Ambas notas fueron sacadas del llamado Libro primo della Banca, lettera A, por un notario con fecha del 26 de octubre de 1698, y su atestado consta en el RegCal XIII, 13. El archivo completo de la cofradía desapareció al ser vendidos sus libros y papeles a peso, por lo que no se pueden comprobar las ulteriores noticias que dieron los testigos y escritores referentes a Calasanz y la cofradía (cf. G. SÁNTHA, o.c., p.334-335, 339, n.26).</ref>.
La cofradía nació en 1592 con la aprobación del Cardenal Vicario y fue confirmada oficialmente por Clemente VIII con bula del 9 de septiembre de 1594, el mismo año en. que había sido instituida también la Cofradía de las Llagas de San Francisco. No parece probable que fuera Calasanz uno de los fundadores, como dijo Berro<ref group='Notas'>Cf. BERRO I, p.68.</ref> y repitió Talenti, añadiendo que ayudó al Cardenal Baronio a componer los estatutos<ref group='Notas'>Cf. TALENTI, Vita, p.74.</ref>, ya terminados en 1594. Es inverosímil que, acabado de llegar en 1592, tuviera tanto predicamento, y, por otra parte, esperara hasta septiembre de 1600 para formar parte de ella. También se dice que intervino decisivamente para conseguir de Clemente VIII para la Cofradía el privilegio de librar un preso cada año, como efectivamente lo concedió el papa con una bula del 10 de marzo de 1603<ref group='Notas'>Ib. y G. SÁNTHA, o.c., p.335.</ref>. Por esas fechas el papa conocía personalmente a Calasanz, pues las Escuelas Pías estaban instaladas en casa de Mons. Vestri, secretario de breves del papa. Es posible, pues, pero no hay confirmación documental.
El hecho de que Baronio fuera uno de los fundadores y el autor de los estatutos de la Cofradía, da pie para pensar que perteneciera también a ella el cardenal Bellarmino, gran amigo de Baronio; y, por tanto, en el ambiente fraterno de la misma pudo entablar Calasanz relaciones amistosas con ambos purpurados<ref group='Notas'>Cf. O. SÁNTHA, I.c.</ref>, contando además con la intervención de los comunes amigos, los PP. Francisco Soto y Juan de Jesús Maria.
La finalidad primordial de la Cofradía era, naturalmente, rezar por los difuntos. Para ello, 'mantiene varios sacerdotes para el culto de la Iglesia, construida a expensas de la misma Cofradía<ref group='Notas'>Se halla desde entonces en Via Giulia, pero la actual fue erigida en 1669 por C. Rinaldi (TCI, Guida d’Italia. Roma e dintorni, p.242-243).</ref>..., los cuales continuamente celebran misas y oficios por los difuntos. Todos los días festivos recitan con voz distinta y alta, pero no cantando, el Oficio de Difuntos... Llevan a la sepultura a sus cofrades... y si son pobres les pagan los funerales, recitando por ellos en el primer día festivo un Oficio solemne. Durante la octava de los difuntos van en procesión todos los días a S. Gregorio y el Viernes Santo a S. Pedro del Vaticano'<ref group='Notas'>C. PIAZZA, Opere Pie di Roma (Roma 1679), p.455-457.</ref>. Pero, además de ello, celebraban las 40 horas cuatro veces al año, en las Témporas; tenían otras procesiones solemnes llevando siempre el propio estandarte con la imagen de Cristo por un lado y San Gregorio por otro; tenían un médico para atender a sus enfermos, a quienes visitaban también los encargados de la cofradía para socorrerles con limosnas, según su pobreza; asistían también a los moribundos<ref group='Notas'>f G. SÁNTHA, o.c. p.334; A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.9O.</ref>.
La cofradía tuvo una aceptación extraordinaria, pues en Pocos años multiplicó sus afiliados, ganándose además la simpatía de los devotos romanos y peregrinos, como lo prueba el hecho de que en 1600, en la visita oficial a las cuatro basílicas jubilares, contaba con 300 cofrades varones y otras tantas mujeres, y le acompañaron 40,000 fieles<ref group='Notas'>Cf. G. SÁNTHA, o.c., p.334-335.</ref>. Roma tenía en 1600, según los datos estadísticos de las parroquias, 109,729 habitantes, sin contar 1,200,000 peregrinos que acudieron para ganar el Jubileo<ref group='Notas'>Cf. PASTOR, o.c., vol. 30, p.325; ID., o.c., vol. 24, p.157-158.</ref>.
La particular devoción que se tenía en esta Cofradía a San Gregorio Magno se explica por la relación que la piedad cristiana puso tradicionalmente entre este papa y los sufragios por las almas del purgatorio, cuya expresión característica eran las misas gregorianas. En este ambiente nació, o se acrecentó sin duda, la devoción personal de Calasanz por San Gregorio, de la que hablan los contemporáneos<ref group='Notas'>Cf. n.56 del cap. anterior.</ref>.