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21.01. Los inobservantes y sus memoriales

Un año antes de que expirara el tiempo del Generalato temporal de nueve años, escribía Calasanz a Nápoles, al P. Cherubini:

Aquí se había tenido una reunión, por no decir conventículo diabólico, de cinco o seis de nuestros jovenzanos, a quienes yo tenía que haber castigado por culpas pasadas la cabeza de los cuales era Francisco Mª, llamado Pavese en el siglo, que vino de ahí con mucha doblez, y no logrando el intento de irse a Génova, había preparado varios memoriales tanto en nombre de esta casa de Roma como de otras casas de fuera, y, según dicen, los ha mandado a otras casas mediante algunos de sus corresponsales y aun lo han tratado con seglares, publicando que yo quería renunciar al Oficio y que era necesaria una visita, etc., y yo por gracia del Señor lo he remediado con demasiada suavidad y he mandado llamar al P. Provincial, no para que se deba hacer nueva elección hasta pasados los nueve años.<ref group='Notas'>Cf. EHI, p.550, n.1. No guarda parentesco alguno con el español P. Juan García del Castillo, llamado comúnmente 'il P. Castiglia'. </ref>

Al parecer, lo diabólico de aquel conventículo consistía en que unos cinco o seis jovenzanos, todavía clérigos, pretendiendo ser la conciencia crítica de la Orden, se habían reunido para examinar la situación y proponer la solución conveniente. Pero los problemas o las denuncias de hechos concretos les parecieron tan graves, que llegaron a pensar que sólo una Visita Apostólica podía solucionarlos, y que el P. General iba a dimitir antes de cumplirse el tiempo señalado por el breve papal. La llamada del P. Casani a Roma creían que estaba relacionada con la anunciada dimisión. Mas no contentos con el conventículo o como resultado práctico de él, habían propalado sus denuncias y sus propuestas con diversos memoriales, mandados a varias casas de la Orden y aun fuera de ella.

El cabecilla del conventículo era el Clº. Francisco Mª. Pavese, que, procedente de Nápoles, debió de llegar a Roma en la primera quincena de enero de 1630.<ref group='Notas'>Cf. EHI, p.535, n.3. </ref> En Nápoles había entonces un grupo de jóvenes inobservantes, algunos de los cuales se distinguirán luego en años inmediatos como partidarios del Clº Juan Francisco Castiglia,<ref group='Notas'>Ib., p.1031, n.31 </ref> Quien, con memoriales calumniosos, llevó sus protestas mucho más lejos que las de Pavese. Tales eran, además de Pavese, los clérigos Benito Verucci,<ref group='Notas'>Ib., p.539, n.15.' </ref> Juan Bª. Carleti,<ref group='Notas'>Ib., p.1227,n. 1. </ref> Pedro Antonio Barone,<ref group='Notas'>Ib., p.579, n.29 y p.537, 549 y 1089, n.6. </ref> Nicolás Mª. Gavotti<ref group='Notas'>Ib., p.536. Fecha: 16 de octubre de 1629. </ref> y los operarios Juan Castiglia, hermano del mencionado Clº. Juan Francisco, y Tomás Mª. Masturzo.<ref group='Notas'>Ib. p.1199. Fscha: 8 de diciembre de 1629. </ref>

De ellos, en términos generales, decía el Provincial Casani: 'estos sujetos que hay aquí tienen necesidad extrema de reforma y me temo que no pueda hacerse sino ‘in virga ferrea’.<ref group='Notas'>Ib. p.522. Fecha: 3 de noviembre de 1629. </ref> El pío P. Josp Freixo, español, escribía al Fundador en su típico castellano: “si como V. P. R. ha sacado desta Casa al fratel Francisco María [Pavese], sacase a fratel Nicoló María [Gavotti] y a fratel Juan de S. Stefano [Castiglia], pienso haría un gran servicio a Dios, porque veo ano [han] menester bien de aiuda de mortificación por sus desembolturas y procederes'. Y añadía, refiriéndose al P. Provincial: “como el P. Pedro [Casani] nunca está en casa y quando está poco be, ban las cosas que si Dios no las remedia.<ref group='Notas'>C.1275. Fécha: 15 de diciembre de 1629. De Pavese vuelve a lamentarse, acusándole de ladrón entre otras cosas, así como de la pasividad del P. Casani (c.1288. Fecha: 5 de enero de 1630). </ref> Ni era más exigente el P. Rector, Cherubini, como decía el joven P. Carlos Casani, comentando una carta que Calasanz había escrito, “en la que le avisa [a Cherubini], que es demasiado severo en mortificar a los de casa, lo que nunca me habría imaginado, ni creído, pues en un año que llevo-bajo su obediencia no he visto todavía imponer mortificaciones, sino muy ligeras; por el contrario, hubiera pensado que lo debía reprender por excesiva condescendencia”.<ref group='Notas'>Cf.. EHI. p.550, n.1. </ref>

Incluso Calasanz aludía a todos ellos, particularmente a Pavese, antes del conventículo: 'el Hº. Francisco Mª.3 [Pavese] que partió para Génova [pero no era cierto] procuraré que vuelva a mis manos para reforzarle un poco en la obediencia, de la que algunos de ahí también tienen gran necesidad, pero a todos llegará su tiempo'. Y de Gavotti decía en la misma carta a Cherubini: “en cuanto al poco espíritu de Nicoló Mª. sé que no se puede esperar de él sino relajación, si no se enmienda”.<ref group='Notas'>Vpase texto íntegro: F. GUILLEN, ‘Memoriale delli Inconvenienti' Archivum 6 (1979) 245-248; PosCas 761-765. </ref>

Ni el Provincial ni el rector osaban exigir observancia a este grupo de jóvenes inquietos. Pero no hay que olvidar que precisamente en octubre de aquel año 1629 se habían descubierto las secretas apetencias pecaminosas de Cherubini con niños, y aunque se procuró que no trascendieran al exterior, apenas si era posible que no llegaran a conocimiento de todos los miembros de la comunidad. Los más afectados por el escándalo serían probablemente los jóvenes clérigos, que esperareían decisiones drásticas de los superiores. Y en este ambiente es fácil comprender que surgieran entre ellos las ideas de necesaria Visita Apostólica y renuncia anticipada del P. General. De modo que, al llegar a Roma en enero el Clº. Pavese debió de comunicar a algunos clérigos de allí lo que pensaban los jóvenes de Nápoles. Es probable que entre los reunidos en aquel 'conventículo diabólico' estuviera también el Clº. Juan Francisco Castiglia, que en esos años reparte su presencia entre Frascati y Roma.<ref group='Notas'>Texto íntegro en EGC V, p.23-24. </ref>

Estos gritos de protesta y demanda de Visita Apostólica, sobre todo con el método tan desproporcionado como era la campaña de memoriales, eran particularmente lamentables por proceder de quienes más necesidad tenían de reforma por entonces y que en los próximos años seguirían dando pruebas de falta de espíritu, forzados algunos a abandonar la Orden por su vida escandalosa. Pero de ello hablaremos luego.

Notas