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Capítulo 51º. Sobre el Rvmo. P. Gregorio Borno de Sta. Teresa, Prepósito General. Sobre los provinciales de Germania y los Viceprovinciales de Hungría.

Antes hemos escrito a propósito de algunos provinciales de Germania y de Hungría; vamos a hablar ahora de otros hasta el año 1721.

Plácido Feir de S. Bernardo, segundo Provincial de Germania, nació en Dürneruti el 20 de agosto de 1654. Ingresó en la Orden el 6 de octubre de 1669. Fue un hombre observantísimo de la vida religiosa, muy meritorio en la provincia de Germania. Desde sus años jóvenes se dedicó a Dios sirviendo en todas las tareas que le confiaron. Enseñó primero letras humanas, luego filosofía y teología en varias ocasiones, en las que era experto, no menos que en matemáticas, y conocía varias lenguas. Vivió muchos años de su vida en Horn, muy querido tanto de la gente humilde como de las personas importantes, y de los fundadores. Allí ejerció el cargo de rector durante mucho tiempo; luego fue Provincial, y durante un sexenio, por especial privilegio, fue asistente general, y en todos los cargos dio muestras de de prudencia, destreza para actuar y celo por la observancia regular. En el Archivo General de Roma se conserva una obra manuscrita de este religioso (1703) titulada Calendario Astronómico-Religioso, indicando mediante el número áureo cómo ocurre su revolución, todos los novilunios y plenilunios astronómicos, y por consecuente la Pascua con algunas fiestas móviles durante 76 años, y a partir de ahí desde el año 1710 todos los años anteriores hasta la creación del mundo, y desde ahí cómo calcularlo con una fácil ecuación casi hasta la eternidad”. Falleció en Horn en 1716.

El P. Bernardo Bartlik de S. Felipe Neri (cuarto provincial de Germania) nació en Straznice el 13 de febrero de 1646. Fue un hombre muy meritorio de la provincia de Germania, que después de dedicarse durante los primeros años a las ciencias humanas y divinas, luego estuvo tiempo enseñando a los niños y dedicado a predicar en la cátedra sagrada. Luego fue llamado al gobierno de las casas, oficio que desempeñó durante muchos años con cortesía, benevolencia, y suavidad de maneras, de modo que se ganó la admiración y amor no sólo de los de fuera, sino también de los de casa. En el año 1700 fue a Roma y durante seis años fue Asistente del Rvmo. P. Pedro Francisco Zanoni de la Concepción de la B.V.M., Prepósito General de la Orden. Vuelto a la provincia, la dirigió sabiamente no tanto con la palabra como con el ejemplo. Durante el tiempo de sus asistentazgo romano a partir del Archivo General escribió en latín, en el año 1703, la Cronología Histórica o Anales de la Orden de los CC. RR. PP. de la Madre de Dios de las Escuelas Pías desde su origen hasta el año 1669, distribuida en seis partes. Falleció en Lipnik el 20 de julio de 1716. De él, y de otros religiosos de las Escuelas Pías, eximios por su brillo en el cultivo de las letras y virtudes, hace mención el R. P. Federico Endl O.S.B. del Monasterio de Altenburg[Notas 1].

El P. Inocencio Braunhoffer de S. Clemente (sexto provincial de Germania) nació en Nikolsburg el 28 de septiembre de 1660. Abrazó nuestra Orden el 13 de noviembre de 1678. Se dedicó con empeño a nuestra Orden, y después de estudiar con provecho la filosofía y la teología, cultivó especialmente la poesía, la elocuencia y la historia. Dirigió varios colegios con insigne prudencia y destreza durante mucho tiempo, hasta que por votación de los padres reunidos en capítulo fue elegido para dirigir la provincia. Muchos escritos selectos de la biblioteca de Nikolsburg le deben su origen como autor; para conservarla y aumentarla dedicó la herencia paterna. Se deben a este religioso Meditaciones piadosas sobre la vida y la muerte de Jesucristo, en forma de sermones separados y relacionados (Viena, 1704, en alemán) y Breves meditaciones sobre los Novísimos (Viena, 1722), distribuidas para cada día del mes, traducidas del italiano al latín, con la Regla para vivir bien en cualquier ocasión. Falleció en el Señor en Nikolsburg, el 28 de mayo de 1728.

El P. Eustaquio Bonn de la Stma. Trinidad (cuarto viceprovincial de Hungría) nació en Varterburg el 6 de octubre de 1673. Se unió a nuestra Orden el 23 de septiembre de 1673. Fue un hombre afable y de excelentes costumbres, quien se ganó la amistad de los patronos que ayudaban a la provincia y a nuestra Orden. Después de estudiar filosofía y teología, enseñó con gran aplauso las letras humanas durante muchos años. Tenía una gran pericia musical. Enseñó filología a nuestros juniores. Fue vicerrector en varias casas, y rector en San Jorge; luego, vicario provincial, y finalmente fue nombrado superior de Beszterce en Transilvania, y desempeñó bien su cargo. Destacó como poeta, de modo que en su tiempo no hubo ninguno semejante a él. El P. Cristian Kátsor Sch.P. reunió algunas composiciones con muchas obras del P. Eustaquio para uso de nuestros juniores, hermosamente reunidas y presentadas, de modo que puesto que durante la vida había trabajado mucho por el incremento de las letras, después de muerto siguió ayudando por medio de sus obras. Entregó el alma a Dios en Beszterce el año 1760.

El P. Leonardo Zajkanyi de S. Eustaquio (último viceprovincial de Hungría, y primer provincial), Demetrio en el siglo, nació en Hacze el 29 de setiembre de 1677. Recibió el hábito de nuestra congregación en Prievidza de manos del P. Lucas Mösch de S. Edmundo el 21 de septiembre de 1698, y profesó en el mismo lugar el año 1700. En el Hemerologio se dice de este hombre: “El 27 de febrero de 1726 falleció en Prievidza de la provincia de Hungría Leonardo de S. Eustaquio, sacerdote, erudito en todas las ciencias, amadísimo por sus dotes peculiares tanto por los de casa como por los de fuera; fue de gran mérito en la provincia de Hungría”. El P. Leonardo de S. Eustaquio, primer provincial de Hungría, merece ser citado entre los hombres ilustres de su provincia. Fue un óptimo varón, cuyas virtudes precedían a su edad, las cuales se pueden suponer o desear en grandes hombres de cabeza cana. A los treinta y cuatro años de edad había dirigido sucesivamente tres colegios con paterna solicitud, admirable paciencia, mansedumbre innata de ánimo y costumbres y amable inocencia de vida, de modo que reunía en sí todas las virtudes, por cada una de las cuales mereció la alabanza de muchos. La viceprovincia se separó de Germania, le nombraron superior de Hungría. Se felicitaron los grandes de Hungría al ver a un hombre tan grande al frente de una nueva provincia, tanto más cuando, como sospechaban, vieron con admiración que actuaba con prudencia y todas las demás cualidades del alma. Bastaría con decir que en todas partes deseaban ardientemente su presencia, y que de la misma manera que se habían tenido envidia unos a otros, cuando murió él todos lloraron abundantes lágrimas. Nuestros padres le temían y le amaban como a un padre. Al final, después de muchas enfermedades, le entró una intensa fiebre, y en el plazo de seis días se consumió, llenó de méritos más que de días. Falleció santamente el 24 de febrero en Prievidza, dejando su deseo entre todos, entre las lágrimas de los nuestros. Su fama era muy grande entre la gente, de modo que a su muerte vino tanta gente que inundaron nuestro colegio, de manera que después de tres días apenas se pudo enterrar su cuerpo. Lo consideraban como un hombre óptimo en la tierra, y como no podían hacer otra cosa, honraron con lágrimas y gemidos a su Padre.

Permítasenos dirigir nuestra atención y poner como corona de esta corona de hombres egregios, y antes de continuar con otros colosos de nuestra Orden, insertando como una piedra preciosa bellísima en su juventud, el padre Valeriano de Santa Teresa.

Nació Valeriano, en el siglo Tomás Francisco Isold, en Golgoczi el 13 de febrero de 1698. Era eslavo-húngaro, de la diócesis de Esztergom. Entró a las Escuelas Pías en Prievidza el 19 de octubre de 1717, recibiendo el hábito de las manos del P. Ignacio de S. José. Emitió allí mismo la profesión en manos del P. Leonardo Zajkanyi de S. Eustaquio el 19 de octubre de 1719. Hombre inocentísimo entre los nacidos, se diría que no había pecado en Adán, y que no conocía el mundo, que no era digno de él. Era humildísimo, dedicado asiduamente a la oración y a la santa contemplación, de modo que los superiores a quienes se les dio dirigir esta santa alma no dudaron que Dios les daba un signo de bendición en su devoción e inocencia. Pero su piedad asidua y el ejercicio de las virtudes no le alejaron un ápice del estudio de las letras; por el contrario, se podría decir que lo mismo que destacaba como santo, brillaba como erudito. En el año 1724 había recibido las órdenes menores. Habiendo terminado los estudios de filosofía, vivía en Nitra, donde era profesor de retórica y poética, y presidente de la Cofradía Mariana a los 26 años. Ordenado sacerdote, formó a los novicios tanto en las letras como en la vida, y ejerció ese cargo con tanta diligencia y provecho de los nuestros que la Provincia se felicitaba mucho por él, de que sus discípulos fueran semejantes a un tal maestro. Pero la envidiosa muerte segó la mies cuando aún era hierba, y el gozo de tantos años terminó en una hora. Una tisis fulminante mató a nuestra florecilla, y nos dejó el aroma de una vida óptima, y abundantes lágrimas. En la hora anterior a su muerte, reunidos los religiosos en torno suyo, les rogó con gran amabilidad que si en algo les había ofendido le perdonaran, y que se acordaran en sus oraciones de su alma pecadora. Por fin, abrazando el crucifijo, llorando lágrimas de gozo celeste, voló al cielo, a los 30 años de edad y 10 de religión, ¡bendita sea su memoria!

Notas

  1. Cf. Die Besiehungen des Stifter Altenburg sowie der umliegenden Stifte, Klöster und Weltpriester-Pfarren etc. zu dem Piaristen-Kollegium zu Horn in Niederösterreich. Separata de Studien und Mittheilungen, año XXIII