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[1696, Mayo]

1 de mayo, de modo que el 2 llegamos para continuar con el trabajo que habíamos dejado pendiente. Pues parecía que aún quedaba mucho hilo por hilar en este encargo, antes de llegar a nuestra morada habitual.

3. Lo primero que pensó el P. Comisario fue ir a preguntar al Ilmo. Scalfino cómo iba nuestro Memorial, pues mientras no tuviéramos noticias de ello, todos nuestros caminos estaban cerrados. Por dos veces sin éxito, lo pedimos por escrito por medio de escribanos al mismo Ilmo. Secretario de la Suprema Cancillería de la Corte.

4. Al día siguiente fuimos a ver al mismo Scalfino preguntándole por la situación de nuestro memorial, y él nos dijo que ya había sido transmitido al Canciller Conde Bucceleni. Sin demora, fuimos a visitarle modestamente.

5. Fuimos recibidos en audiencia favorablemente por él. Ya había entregado dicho memorial suplicatorio en manos del Sr. Eylers, refrendario íntimo de S. Majestad. Nos renovó su afecto, y dijo que ya habían hablado privadamente en la Corte sobre nuestro asunto de manera favorable, pero que no veía claro cuál sería la ubicación más conveniente para las Escuelas Pías en Viena.

6. Fuimos a preguntar sobre el memorial al Sr. Eylers, quien lo buscó entre otros muchos graciosamente y ordenó que se ocuparan de él.

7. Como es intrincadísimo hacerlo avanzar por el camino habitual, consultamos para ver si era posible encontrar un ariete que lo empujara, y para ellos fuimos a visitar al Rvmo. Sr. Prelado Altenburg, que prometió ayudar en nuestro asunto, cosa que benévolamente hizo.

8. Salió el memorial de las manos del Sr. Eylers con esta inscripción por fuera: “firmado: (en alemán). Para el emperador. 7 de mayo de 1696. Juan Eylers”. A mediodía fue entregado al Sr. Grabner, encargado de expedientes de la Cancillería de la Corte, quien a la mañana siguiente lo entregó al Consejo Judicial del Gobierno.

9. La súplica se entregó en manos del Guardián Jurado del Gobierno. A la hora de la comida no había sido llevado al encargado de expedientes del Gobierno.

10. Al día siguiente, tras insistir, fue firmado con esta frase añadida: (alemán).

11. Por lo cual, de la manera más rápida posible, tal como indicaba la sentencia anterior, se hicieron tres copias según el mandato del encargado de expedientes, y volvimos para entregarlas. Debimos admitir las excusas del Sr. encargado por no poderlos expedir tan rápidamente, y por tener que esperar al día siguiente.

12. Se entregaron tres ejemplares, legalizados y firmados, de los cuales uno era para el Obispo de Viena, el segundo para el Sr. Conde de Wöes, y el tercero para el Cónsul Magistrado. El del Sr. Cónsul fue entregado el mismo día, el cual nos recibió amablemente, oyendo nuestras razones y prometiendo su ayuda cuando se presentara al senado.

13. El Ilmo. Conde de Wöes recibió pronto el ejemplar que le enviaron. En cuanto al otro para el Obispo de Viena, aunque antes nos había recibido con amabilidad, esta vez nos recibió con rigidez, a causa de nuestra ignorancia de muchas cosas en relación con la Casa de los Pobres, sobre las cuales quiso darnos su opinión. Él quería informar del asunto a las diversas familias religiosas para que vieran si se podía admitir la petición de las Escuelas Pías sin perjuicio para los mendicantes. Propuso darles un plazo de cinco o seis semanas.

14, 15, 16, 17, 18, 19, 20. Por lo tanto había que respetar las costumbres establecidas, y dejar pasar el plazo señalado. Como no era cuestión de estar sin hacer nada, fuimos a preguntar a la Cancillería de la ciudad, y no vimos nada decidido en relación con nuestro asunto. Tuvo lugar por entonces el Consejo de Protocolos del Reino de Bohemia en Peyraw; el P. Martín, que había ido allí por asuntos relacionados con Brno, preguntó por el asunto y se enteró de que en el plazo de unos días se esperaba un rescripto de los Reales Archivos de Moravia. Tuvimos una conversación privada con el Sr. Ponz, del ministerio de la cancillería de la ciudad, fiel a nuestra causa; sus informaciones sobre lo que ocurre nos fueron muy beneficiosas.

21. Preguntamos al Conde de Wöes qué se había decidido acerca de nuestra súplica a los Sres. Comisarios acerca de la Casa de los Pobres, y nos dijo que se había celebrado una sesión solemne sobre nuestra petición, y que a la mayor parte del grupo de los consejeros de la fundación les parecía que no convenía conceder aquella fundación a nuestro instituto por muchas razones. Las más importantes, que los jóvenes, una vez instruidos, ya no son mantenidos allí, sino por sólo siete años, por lo cual la razón de la instrucción desaparece; que quieren mantener la dirección de la casa en manos de los seglares, mejor que someterlos a los religiosos; que en caso de contagio los nuestros estarían en peligro; que el sitio no ofrece las comodidades necesarias para el instituto; y otras por el estilo que nos quitan toda esperanza acerca de la Casa de los Pobres. Las mismas razones nos dio el Sr. Cónsul cuando le pedimos explicaciones. Este añadió que para que no se perdieran todos nuestros esfuerzos, quedaba a nuestro arbitrio pedir nuestra admisión en otro lugar de la ciudad, presentando otro memorial. Para lo cual consideró que sería oportuno enviar un escrito en ese sentido al Magistrado.

22. Escribí un escrito suplicatorio al Magistrado que decía lo siguiente: (en alemán). P. Plácido de S. Bernardo, Rector de las Escuelas Pías de Horn, Comisionado por le P. General. (Sigue escrito de 2 páginas en alemán[Notas 1]).

Esta súplica fue entregada en manos del Sr. Cónsul, que prometió su ayuda. Añadiendo además la esperanza de que si el instituto se estableciera en algún otro lugar, cabría la posibilidad de que dos o tres fueran a trabajar a la Casa de los Pobres. Con su consentimiento, saludamos al Sr. de Hierneys, Comisario de la ciudad; al Sr. Paizinger y al Sr. Puchenegger, personalidades del senado, quienes recibiendo nuestra recomendación benévolamente y no dejaron de expresarnos sus mejores deseos. Uno de ellos afirmó que inclinaría la corte a nuestro favor, y que la Emperatriz era favorable a nuestra Orden, y consideraba beneficiosa la venida de la misma a la ciudad para la educación de los niños.

23. Fuimos de nuevo a ver al Sr. Puchenegger, y también intentamos poner de nuestra parte al Síndico, para que obtuvieran una sentencia favorable por parte los oficiales del Senado de Viena. También pedimos con el mismo objeto el permiso por escrito del Obispo.

24. Entre otras cosas relacionadas con nuestro objetivo principal, ocurrió hoy que el P. Rector fue a hablar con el Sr. Brokhoff, el Sr. Schik y el Sr. Síndico, y pudo proponerles muchas cosas en una conversación amistosa, sin que por ello mejorara el estado actual de las cosas. Por otra parte, en el asunto de Brno, el P. Martín pudo hacer algunas cosas, mientras el P. Rector presentaba al Sr. Oficial de Passau una súplica en relación con la contribución de los bienes del Colegio de Horn para las necesidades bélicas, que decía lo siguiente:

“Reverendos e Ilustres Oficiales y Venerable Consistorio,
Por medio del mensajero capitular del decanato de Raabs nos han llegado al colegio nuestro de las Escuelas Pías de Horn dos decretos, uno del Augusto Emperador, y otro del Venerable Consistorio, pidiendo los dos la contribución jurídica (que pesa sobre el valor de toda posesión, especificada fielmente en conciencia, a razón de un florín por cada mil). Con los dos decretos nos llega el catálogo de los contribuyentes, en el que veo que estamos dos veces, una por la parroquia de Modregane, que de hecho administramos a medias, y otra por el colegio de Horn. En lo que se refiere a la parroquia citada, apenas recibimos 70 florines renanos al año, lo cual está muy lejos de los mil, por lo cual el mismo decreto imperial clementísimamente nos exime de pagar el impuesto. En lo que se refiere al colegio, nosotros, como los PP. Capuchinos y demás mendicantes estamos exentos por el decreto mencionado, pues nuestra condición en cuanto a las posesiones es la misma, ya que tenemos los mismos privilegios que los mendicantes. Nosotros por fundación tenemos, incluidas las limosnas, una suma de mil seiscientos y algo más florines anuales, que difícilmente bastan para vestido y comida de 19 religiosos, y además para gastos de conservación de los tejados de la iglesia y de la casa, para alimentación de los estudiantes músicos y finalmente para comprar los paramentos de la iglesia, el aceite, las velas y otras necesidades de la misma (y en esa cantidad están incluidas las limosnas por misas manuales). Por lo cual nos encontramos muy lejos de los mil florines, dentro de la exención.
Por lo tanto recurro a Vª Ilma. y Rvma. Señoría y al Venerable Consejo a favor de mi colegio, para que a la vista de nuestra pobreza sea eliminado del número de los contribuyentes, y de hecho no tenga que pagar, apoyándome en el Decreto sobre exención del milenario. Y en lugar de ello prometemos que ofreceremos las armas espirituales de nuestras oraciones, como cada día hacemos con nuestros escolares ante el Santísimo, y seguiremos haciéndolo fervientemente en el futuro por el triunfo del Ejército Imperial en la guerra.
Esperando todo eso de vuestra benignidad, quedo obligadísimo de Vª. Señoría y del Venerable Consistorio,
P. Plácido de S. Bernardo, Rector.”

En lo que se refiere a la otra acción de la Provincia en el tribunal de Brno, fue ya recibida por el Sr. protocolario, y luego el rescripto de Brno fue enviado al Ilmo. Sr. Refrendario.

25. Se hizo de nuevo una instancia al Ilmo. Sr. Cónsul, el cual aprobó el intento de pedir un lugar para el Instituto en el lugar llamado de los Cordeleros; de lo contrario en los suburbios hay otros dos o tres lugares convenientes.

26. El P. Martín encomendó el negoció del registro de Brno al Ilmo. Sr. Hardigg, quien dedicó que en la próxima reunión tratarían de él. También por medio del Sr. Mathei, agente jurado, lo hizo recomendar al secretario del citado Sr. Refrendario.

27. El Sr. Cónsul (que ha trabajado fervientemente por nuestra causa, o al menos ha expresado su inclinación favorable a la Orden) mientras tanto volvió a tratar don el Emmo. Cardenal y con el Conde de Wöes acerca de nuestro asunto. El segundo explicó la pertinacia de los consejeros de la Casa de los Pobres, insistiendo en las dificultades que se ocasionarían, por lo que no puede esperarse nada favorable en relación con la citada Casa.

28. El P. Comisario fue a visitar al Emmo. Cardenal, que estaba ocupadísimo en muchos negocios, por lo cual se le suplicó por medio del ministro de la cámara que se dignara apoyar nuestra causa disponiendo a nuestro favor al Excelso Príncipe Obispo de Viena. Y como el citado Sr. Cónsul, cuyo celo habíamos visto en muchos consejos que nos había dado, nos pidió que escribiéramos sobre el Instituto de las Escuelas Pías,

29. escribimos un breve compendio sobre la Orden, contando el origen y el progreso de la misma, sus ritos, los privilegios concedidos por los Sumos Pontífices y modo de vivir (esto era lo que más importaba). También sobre su fundación, organización, modo de gobierno, constituciones y otros asuntos más importantes.

30. Ofrecimos también al mismo, según su deseo, inclinarnos a los magistrados (en una conferencia privada) y suspender la introducción de nuestra comunidad en el suburbio de los Cordeleros, y seguir por tanto la resolución del Senado, hasta que todo fuera discutido suficientemente, y confirmado de algún modo. Por lo cual se juzgó que no estaría mal considerar el lugar y estudiar bien las condiciones que presenta. Hoy oyó el P. Martín que la otra acción acerca de Brno fue aceptada en el Consejo, y no hay duda que se conseguirá lo pedido, de modo que será confirmada en la Audiencia de Su Majestad y se hará un decreto al respecto.

31. Como se acerca la fiesta de Pentecostés y el P. Comisario tenía importantes asuntos que hacer en su casa, se convino en dejar un apoderado para que se ocupara de nuestros asuntos durante nuestra ausencia. Lo presentamos a la Cancillería de Bohemia y al Sr. Ponz, que lo conocía, para que haga en la Corte lo necesario. Le instruimos para que informara la P. Comisario sobre cada cosa que se hiciera.

Notas

  1. El texto, en alemán manuscrito antiguo, es de difícil comprensión. Básicamente repite la petición del memorial anterior al Emperador. Añade que si no es posible que les concedan la Casa de los Pobres, les permitan construir por su cuenta otra en Viena, que no será onerosa al Estado ni competirá con las demás Órdenes religiosas (N. del T.).