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Cap. 16. Se prepara de nuevo el Padre para presentarse al nuevo Pontífice, Pablo V

Después de León XI fue creado Papa Pablo V, de santa memoria, y ello fue de mucho consuelo a nuestro Padre, porque conocía su bondad, y sabía que él le apreciaba. Con esperanza de poder encontrar gracia ante Su Santidad en el futuro, y conociendo además que este Pontífice tenía una gran devoción a la Madre de Dios (como demostró más tarde en el insigne edificio de su capilla en Santa María la Mayor), se preparó (como había hecho con León) haciendo esculpir otra misteriosa imagen de la Virgen de la santa casa de Loreto (que también describo en otro libro, como la anterior), para presentarse a besar los santos pies y darle a conocer sus deseo, que buscaban la gloria de Dios y le bien del prójimo.

No se conocen con certeza las particularidades que resultaron del encuentro, pero sólo se observaron buenos efectos, porque se restableció la limosna que había asignado Clemente. En otras ocasiones se vio que el Papa tenía mucha estima por el Padre José, como fue en aquella que se lee en el proceso, en el que se narra que viendo el dicho Pablo V al padre cerca de la Redonda, hizo parar su cortejo, llamó junto a sí al Padre, y estuvo charlando con él durante mucho rato muy amorosamente, y los que lo vieron se admiraron mucho al ver al Papa haciendo tanto honor a aquel padre, hacia el cual la gente sintió mucha más estima, puesto que era tan honrado por el Sumo Pontífice.

En este tiempo, después de haber estado las escuelas cerca de siete años en la casa frente a San Pantaleo, se presentó la ocasión par mudarse a la casa en la que están actualmente los padres. Estuvieron en ella durante algún tiempo de alquiler, y después, como resultaba cómoda para obtener la iglesia de San Pantaleo, la compraron con la aprobación del cardenal Giustiniani, protector del instituto, y que contribuyó con una buena limosna a pagarla.

Hay que resaltar aquí la fe que nuestro Padre tenía en la Providencia de Dios, quien sin tener otra garantía que ella asumió la deuda de diez mil escudos que costó la casa, con obligación de pagar un seis por ciento de interés. Su fe no quedó defraudada, porque en pocos años Dios proveyó de tal modo que se pagó la primera, y se compraron y pagaron otras casas contiguas de menor precio.

La compra de esta casa tuvo lugar en 1612, y con ella se logró que las escuelas funcionaran mejor que nunca, y además eran adecuadas las habitaciones de los que vivían con el Padre, porque habían comenzado ya una cierta manera de vivir en comunidad haciendo vida pobre, y conformándose gustosos a la pobreza evangélica de lo que se encontraba y les daban como limosna, sometiéndose a la obediencia del Padre.

En aquel mismo año 1612, el último día de mayo vino a ayudar en las Escuelas Pía el abad Glicerio Landriani, con obediencia del mencionado antes P. Domingo de la Scala, confesor del Abad, asignándolo por orden de Pablo V, y con él vinieron otros cinco compañeros que se sometieron a la obediencia del P. José.

En aquellos primeros tiempos admitía también al servicio de las escuelas algunos con hábito corto, pero quería que llevaran un tipo de sotana que les llegaba por debajo de la rodilla. Uno de ellos fue Cosme Contini, hombre de santa simplicidad y espíritu, en la bondad del cual Dios mostró algunas maravillas, que dejo de lado en este compendio, habiendo escrito de él más ampliamente en otro lugar.

Notas