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Cap. 18. Los padres de Santa María in Pórtico no perseveran en el propósito de mantener las escuelas

Después de haber estado dos años o poco más al frente de las Escuelas Pías, los padres de Santa María comenzaron a disminuir el fervor con el que habían comenzado, no gustando a algunos la vida pobre que llevaban. Dándose cuenta de ello el P. José, Prefecto, intentaba hacer todo lo posible para que no abandonaran la obra. A algunos de ellos les agradaba la idea de la pobreza evangélica que tenía nuestro Padre, y se acercaban a pedirle consejo. Entre estos fue constante el padre Pedro mencionado hace poco. Otros no acababan de decidirse, pero la mayor parte de ellos decidieron volver a su ministerio anterior.

Cuentan que nuestro Padre, no queriendo en aquellos momentos imponerse a los de Santa María, se retiró a Frascati, dejando sin embargo al Abad Landriani en Roma con órdenes de que si los padres hacían alguna novedad y querían dejar las escuelas, inmediatamente le avisara, cosa que ocurrió, y hay una carta del P. Abad escrita al P. José, Prefecto.

Finalmente, después de haber estado irresolutos durante algún tiempo, la mayor parte de ellos decidieron retirarse al estado anterior, y en esa situación es de creer que el instituto estaba en peligro de quedar abandonado. Pero nuestro padre fundador, apoyado en la divina providencia, no perdía el ánimo y continuaba haciendo lo que podía para mantener en pie las escuelas, que vacilaban. El Papa se enteró de esta nueva situación, y benignamente decidió dar permiso a los de Santa María in Pórtico para que volvieran a su antiguo ministerio los que no quisieran quedarse trabajando en las escuelas, y mientras tanto, deseando mantener la obra de las escuelas, buscando la utilidad de los pobres y siguiendo el deseo del padre José, quien era su autor, dio orden a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares para que vieran de qué manera se podría instituir una nueva congregación de varones que mantuvieran las Escuelas Pías, confiando el encargo al cardenal Benito Giustiniani, celosísimo protector de las escuelas, y Vicario suyo.

Notas