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Varsovia (1642)

La fundación de Varsovia es excepcional en el contexto de las Escuelas Pías Ultramontanas. Aunque Calasanz en el Memorial al Cardenal Tonti (1621) decía que las Escuelas Pías habían nacido “para ciudades y personas ordinariamente pequeñas y pobres”, lo cierto es que también aceptó (y buscó) la fundación en las grandes ciudades: en Génova (1624), Nápoles (1626), Florencia (1630), Palermo (1634), Venecia (donde no lo logró)... Su intención de abrir casas en Praga y Viena aparece también poco después de la llegada de los escolapios a Germania, aunque estos dos lugares tendrían que esperar aun bastantes años. Sin embargo logró plenamente su propósito en Varsovia, la capital de Polonia desde 1596 (antes lo había sido Cracovia). Pero es que en Varsovia los escolapios contaban con la alta protección del mismo Rey Ladislao IV (como luego la de su hermano Juan Casimiro, y más tarde, ya en la época final de nuestro estudio, de Juan III Sobieski). Incluso la instalación en Cracovia, como veremos luego no fue nada fácil, aun contando con la protección real (de la Reina, al menos). Pues todas las demás fundaciones escolapias en estas provincias tuvieron lugar en poblaciones que calificaríamos de pueblos grandes o ciudades pequeñas. El colegio de Varsovia por eso juega un papel fundamental en la historia de la Provincia, por ser el más antiguo, el más grande y el más próximo a la influencia real.


Como hemos dicho más arriba, los escolapios llegaron a Varsovia en 1642, después que el Rey Ladislao IV les hubiera invitado, y con insistencia, varias veces, sólo cuando ellos se vieron obligados a aceptar la invitación a causa de la invasión del ejército sueco en Germania. El mismo Ladislao y su esposa Cecilia Renata asumieron el papel de fundadores. Son ellos los que compraron el terreno para el edificio y el huerto contiguo, y construyeron una iglesia que, aunque era de madera, era amplia y cómoda. El Rey constituyó un capital de 30.000 florines polacos de su propio erario, para que produjera un interés con el que pudiera mantenerse la comunidad, y más tarde añadió otra suma igual proveniente de otra fundación que había caído en sus manos. Hubo todavía algunas fundaciones o donativos más, lo que hizo que la situación de la casa de Varsovia fuera bastante desahogada. La iglesia de madera se quemó en la guerra con los suecos en 1656, y se reconstruyó en piedra y ladrillo a partir de 1660.


En el colegio de Varsovia se tenían por separado las siete clases reglamentarias desde leer hasta Retórica; además había otras dos clases de nivel superior, Filosofía y Teología, abiertas a alumnos externos. Esto es realmente una excepción en relación con todas los demás colegios escolapios (Menos Lowicz), pues si en algunos se daban clases de filosofía y teología era solamente a los clérigos escolapios, a título privado. El colegio contaba con más de 800 alumnos en 1890 (Visita General), y como en todos los demás colegios, la clase más numerosa era la primera, la de leer: en Varsovia había ¡300 alumnos! A los que enseñaba el P. Santiago de la Madre de Dios.

Otra singularidad del colegio de Varsovia es la imprenta, de la que dice el P. Antonio del Monte en la Visita de 1696: “Después de comer, vimos nuestra Imprenta varsoviense, verdaderamente célebre por la abundancia y la perfección de sus tipos, puesto que los funde con muchísimo esmero el H. Estanislao de la Anunciación, uno de nuestros Operarios, que ya está enseñando el mismo arte al H. Tomás del Espíritu Santo, también Operario de los nuestros. La materia que se emplea para fundir las letras es tan corrosiva, que casi emborracha al artesano, el mismo H. Estanislao, el cual, a veces, era tachado de ebrio por el P. Francisco [Haligowski] de Jesús María, anterior Rector. Después, él hizo el mismo experimento con su reprensor; con lo cual, fue reprendido por el aprendiz el que reprendía al diligente”. El P. Foci apreció mucho el trabajo de la imprenta, aunque tal vez la vio algo descuidada, pues en la ordenanzas para la Provincia de Polonia, tras la visita, dijo: “Bajo pena de los que alienan los bienes eclesiásticos, según los Decretos de Urbano VIII de feliz memoria, publicados el 7 de septiembre de 1624, prohibimos que nadie, de ninguna dignidad y grado, se atreva a descuidar o disminuir la imprenta de Varsovia ni la botica de Rzeszów, o permitir que se hundan de cualquier otro modo, sino que los rectores de una y otra casa se encargarán de ellas y procurarán que crezcan…”.

Otra característica del colegio de Varsovia, dentro del contexto social de la época, era, según cuenta el mismo P. Antonio del Monte, su reputación “entre los Magnates por la cantidad, selección y nobleza de nuestros estudiantes”. Posiblemente eran sólo los hijos de la nobleza o de la burguesía los que recorrían todo el ciclo escolar en nuestros colegios; los hijos de los pobres, muy numerosos, se conformaban con dos o tres años de escuela, para aprender a leer, escribir, cuentas, catecismo, buenas maneras y quizás algo de latín.

La comunidad de Varsovia, al principio del año 1696, estaba formada por los siguientes religiosos:

P. Benito de S. José, Rector

P. Pedro de la Asunción de la B.V.M., Vicerrector y confesor de monjas, predicador de los domingos
P. Benito de Sta. Catalina V. y M., Profesor de Teología, confesor de los nuestros y de monjas (era el rector nombrado y no aceptado, nombrado luego viceprovincial de Lituania)

P. Domingo de Sto. Tomás Apóstol, predicador ordinario, confesor también de monjas

P. Jorge de la Concepción, profesor de teología, confesor también de los nuestros
P. Wenceslao de S. Francisco, profesor de teología, confesor, presidente del Oratorio de mayores
P. Samuel de Santa Ana, profesor de teología, prefecto de las escuelas, confesor de los nuestros
P. Pablo de S. Pedro, profesor de filosofía, confesor, presidente de controversias
P. Miguel de S. Antonio, confesor
P. Gaspar de S. Andrés, maestro de música
P. Cirilo de Sta. Ana, estudiante de teología y matemáticas
P. Estanislao de S. Sebastián, estudiante de Teología y matemáticas, confesor de monjas
P. Carlos de la Concepción, estudiante de teología y matemáticas
P. Cipriano de S. Lorenzo, estudiante de teología y matemáticas
P. Vicente de Cristo, estudiante de teología y matemáticas
H. Valeriano de S. Jerónimo, maestro de poesía, vicepresidente del Oratorio de jóvenes
H. Paulino de S. Andrés, maestro de sintaxis, estudiante de matemáticas, catequista
H. Estanislao de Sta. Bárbara, maestro de gramática, estudiante de matemáticas
H. Domingo de Santa Ana, maestro de los ínfimos, presidente del Oratorio de pequeños
H. Mauricio de S. José, maestro de la clase de pequeños
H. Cristóbal de Santiago, operario
H. Leopoldo de Santiago, operario
H. Estanislao de la Anunciación, operario
H. Tomás del Espíritu Santo, operario

H. Lucas de Sta. María, operario

Obsérvese que hay unos cuantos Padres que son estudiantes de teología: normalmente eran ordenados sacerdotes después de estudiar la filosofía y varios años de enseñanza; algunos ni siquiera estudiaban la filosofía. Y no todos estudiaban teología.

Notas