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Antes de su gobierno.
El P. Mario Ricci (Leopoldo en su bautismo) nació en Florencia el 14 de junio de 1826[Notas 1]. Cuenta el P. Geronte Cei en su consueta[Notas 2] que sus padres eran modestos pero honrados, y lo enviaron a estudiar a las Escuelas Pías de su ciudad. Allí sintió admiración por sur maestros y deseó seguir su estilo de vida. A los 16 años pidió entrar al noviciado, y al ser aceptado cambió su nombre de bautismo por el de Mauro de S. Leopoldo. Al terminar el noviciado fue enviado a Urbino, donde daba clases de latín y al mismo tiempo continuaba sus estudios de ciencias y filosofía. Al año siguiente el P. Alessandro Checchucci, ilustro profesor, lo tomó como ayudante en sus clases de retórica. En 1847 fue enviado al Colegio Tolomei de Siena a dar clase de gramática latina, y en 1848 fue enviado a Florencia a completar sus estudios. Vuelto a Urbino, enseñó teología durante cuatro cursos. En aquellos difíciles enseñaba que la verdadera libertad no puede ser perjudicial a la Iglesia. Fue tomado por liberal (¡era tan joven!) y como castigo lo enviaron a Cortona, un colegio de menor categoría, donde fue profesor de retórica y prefecto de disciplina. Allí fue ordenado sacerdote y tuvo tiempo para practicar sus aficiones literarias. En 1853 fue enviado a Florencia para sustituir a otro gran profesor escolapio, Jeremia Barsottini. Y allí siguió enseñando italiano, latín y griego hasta 1884, año en que fue nombrado Vicario General de la Orden. Tanto su trabajo de profesor como el de Superior de la Orden lo compaginaba con su trabajo creativo literario. Tuvo un gran empeño en purificar el lenguaje italiano, teniendo en cuenta por un lado el habla de los clásicos y por otra la común del pueblo. Fue muy admirado por su abundante producción literaria, que él mismo ordenó en 16 volúmenes, y muy solicitado para componer epígrafes o sentencias (en latín y en italiano) para ser grabadas sobre mármol en recuerdo de personas o de acontecimientos[Notas 3]. Montó una imprenta en Florencia para difundir más fácilmente las obras propias y otras de finalidad escolar[Notas 4]. Fue nombrado rector de la casa noviciado El Pellegrino de Florencia, y Asistente Provincial. En 1881 fue nombrado Asistente General del P. Calasanz Casanovas, con el que tuvo siempre una excelente relación. Sin embargo, a él ni le agradaba el cargo (que aceptó por deferencia hacia el PP. Casanovas, y porque le habían votado a él en su Provincia), ni le hacía ninguna gracia dejar Florencia. Al aceptar el nombramiento pone la condición de seguir residiendo en su querida ciudad: Ahora que ya he caído en el asistentazgo, no haré el niño: lo acepto. Pero no me agradaría ir a Roma por cumplimiento o para divertirme: cuando sea necesario, escríbanme (con algunos días de antelación) para que vaya, y aunque me cueste la piel, iré.[Notas 5] En realidad, no le hizo ninguna gracia que propusieran su nombre como Asistente General. Como él mismo escribe al P. Casanovas[Notas 6]:
El P. Zini me mostró la nota de las elecciones, que no me consoló en absoluto. Pensé que me permitirían antes hacer alguna observación, ya que debía saberse cuánto me repugnaba la perspectiva lejana de ese cargo, que me repugna más aún ahora que lo veo más cercano. Admitida incluso la concesión de seguir en Florencia (de lo que no se me dice nada), ¿por qué cargarme a mí con este asunto, que tengo ya cargas de sobra, para un oficio para el que cualquier persona honesta de esta Provincia bastaría? Si el Instituto estuviera en condición más próspera de lo que estamos, si tuviéramos un palmo de casa propia, valdría la pena hacer un sacrificio; pero aun concediendo, como lo espero, que Ud. nos entierre a todos, el destino de esta casa ya se sabe. Pretender ahora mantener intactas las formas antiguas de nuestro Instituto con sus cuatro asistentes, mientras que la sustancia del mismo se evapora un poco cada día, puede ser divertido para los que lo ven, pero no es cosa seria para aquellos que deben permanecer en la escena. Yo apareceré por ahí como un viajero encargado de hacer aprobar por la Congregación General las posibles estupideces aprobadas por la Congregación Provincial. Nadie más yo quisiera evitarle el menor disgusto; pero le ruego que considere si sería mejor dejar las cosas como están, o al menos llamar como asistente a alguien que no pierda el sueño, o tomar alguna otra medida menos dañosa y lamentable para mí, que hago aquí, como puedo, el trabajo de más de tres personas. Lo digo con el corazón en la mano y en espera de una respuesta para que el P. Zini omita mi nombre al leer los nombramientos hechos.
Antes incluso de que se pensara en él como Asistente General, ya mostraba su oposición a abandonar Florencia, incluso temporalmente, para cumplir algún encargo en Roma, como lo escribía en la carta siguiente al P. Casanovas[Notas 7]: Quiere Usted conmover hasta el llanto a un hombre de 53 años, que hasta ahora, en la sucesión de muchos consuelos y no pocos disgustos ha tenido la fuerza de hacerse ver siempre con los ojos secos. Recibo este nuevo rasgo de su buen corazón y de su alma verdaderamente calasancia, y el agradecimiento habitual me parece poco. Hasta hoy he permanecido siempre obstinadísimo en no moverme de Florencia, porque (puedo ya hablar a cartas descubiertas) sabía que se me quería mostrar a Pío IX y al Cardenal Franchi, mendigando para mí y mis bienhechores de aquí algo semejante a un obispado. Pero la afectuosa insistencia de Usted me subyuga, y deberé darme por vencido.
El P. Mauro Ricci seguirá siendo florentino hasta el final de su vida, aunque más adelante las obligaciones de su cargo lo lleven a Roma más a menudo de lo que a él le gustaría.
Notas
- ↑ Cf. DENES II; PIETROBONO Luigi, Mauro Ricci. Generale delle Scuole Pie. Ricordato nei solenni funerali celebratigli a Roma il 27 Febbraio 1900 nella Chiesa di S. Pantaleo. Firenze 1900.
- ↑ Ephemerides calasanctianae I (2ª época), 1901. Siena. Pág 7-15.
- ↑ Cf. Apéndice con sus obras, al final.
- ↑ A pesar de que el P. General Calasanz Casanovas le aconsejaba que no lo hiciera: La tipografía en casa hoy día, tal como están nuestras escuelas y con el espíritu de los nuestros, no le traerá otra cosa que fatigas y tal vez incluso gastos: la Provincia podría hacerlo si pudiera ofrecer dos o tres colaboradores para la dirección y colaboradores para la impresión. Me parece que una imprenta normal entre nosotros es como el movimiento continuo: V.R. encontrará la fórmula, pero la materia no se presta. Basta; no quisiera desanimar a V.R. que desde hace tantos años se esfuerza en hacer sudar a las imprentas. RG 249 l 4, 6. 24 enero 1878.
- ↑ RG 245 e 2, 3. 23 diciembre 1880.
- ↑ RG 245 e 2, 67. 3 noviembre 1880.
- ↑ RG 245 e 1,1. Fecha. 3 septiembre 1879.