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General35/Gobierno Vicarial del P. Del Buono
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II. Prepósito General (1929-1947)
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Gobierno Vicarial del P. Del Buono

Durante todo el tiempo que duró la Visita Apostólica el P. Del Buono no tomó ninguna iniciativa de gobierno sin consultar antes con Monseñor Pasetto. De hecho, en su Diario el P. Del Buono menciona (salvo error u omisión por nuestra parte) 306 reuniones con el P. Visitador: 44 de ellas en San Pantaleo, y todas las demás en la residencia del Sr. Visitador en Via Sardegna. Sin contar las reuniones de la Congregación General. Y no fueron más porque, además de las Visita de las Escuelas Pías, el Vaticano encomendó al Visitador otras importantes tareas fuera de Italia: en Grecia, en España e incluso en Etiopía y Kenia, sin contar otros lugares italianos (Cerdeña, Sicilia, Turín…) que le obligaban a pasar largos meses fuera de Roma. De hecho, Mons. Pasetto se encontraba en Etiopía cuando se determinó el final de la Visita. En estos casos el Vicario y el Visitador se comunicaban por carta, y hay que decir, en honor a la verdad, que el correo era más rápido entonces que ahora, al menos en Italia. El P. Del Buono menciona en sus cuadernos 48 cartas escritas por el Visitador y 62 escritas por él al Visitador; cartas de negocios, naturalmente, con consultas o instrucciones precisas. Y como el P. Del Buono era muy minucioso al apuntar los puntos de la conversación, tenemos una información muy detallada de todos los asuntos que trataron. Los cuadernos son también auténticos diarios íntimos, donde el P. Del Buono anota a veces sentimientos, pensamientos y juicios muy personales: no concebimos que los escribiera para que los leyeran otros, sino para su propio gobierno. Por tanto, no creemos que el P. Del Buono omita o altere la realidad voluntariamente, aunque, desde luego, en ocasiones posiblemente yerra en sus apreciaciones personales. Una característica de los cuadernos, tal vez por cuestión estilística o tal vez por pudor personal, es que el P. Del Buono nunca usa los pronombres o los verbos en primera persona: siempre se refiere a sí mismo como “el P. Vicario”, como luego, tras la visita, se autodenominará “el P. General”.

Pero, por cuestiones de gobierno, el P. Del Buono hizo también otras visitas personales. El Papa Pío XI le recibió cuatro veces, en recepciones más bien formales que de trabajo; pero menciona otras 76 visitas a Cardenales, y estas ya eran más comprometidas. Los más visitados fueron el Cardenal Laurenti, Prefecto de la S. C. de Religiosos, y el Card. Pompili, Vicario de Roma y Protector de la Orden. Se entrevistó también varias veces con el Cardenal Mistrangelo cuando venía a Roma por otros asuntos. El tema de estos encuentros a menudo era: “¡Cuándo acabará esta visita!”. Naturalmente, además de estas visitas estaban las de cortesía para felicitar a los nuevamente promovidos al cardenalato, o las de felicitación de Navidades, etc.

Hay que decir del P. Del Buono que se tomó tan en serio su tarea que no quiso que nada le distrajera de ella. Desde que llegó a Roma, apenas viajó. Tan solo menciona unos días de vuelta a Chiavari tras su nombramiento, para dejar en orden las cosas de la escuela, de la que era director y profesor, y dos periodos de vacaciones de unas pocas semanas con su hermano sacerdote en Liguria, y en su colegio, en 1923 y 1924. Pero ya no volvió a ir de vacaciones, porque el P. Visitador, capuchino, era opuesto a las vacaciones, y solo permitía que los religiosos fueran a ver a la familia en caso de gravedad de un pariente próximo, o por prescripción médica.

Una de las tareas pendientes que le dejó el P. Viñas, y que tardaría los seis años de Vicario en resolver, fue la revisión de las Constituciones. Con respecto a este tema, escribe el P. Del Buono en su Diario el 11 de agosto de 1923: “Constituciones de la Orden. Presentadas en 1921 por el P. General Viñas para ser aprobadas por la S. Sede, están en manos de la S. Congregación. Parece que encuentran muchas dificultades para su aprobación, pues de alguna parte de la Orden y del mismo Procurador de la Orden han llegado a la S. Congregación observaciones muy serias y oposición. Parece que el Rmo. P. Viñas, que ha preparado un trabajo complejo, uniendo en un solo volumen las Constituciones propiamente dichas, los Actos Comunes y los Ritos, no ha tenido en cuenta las observaciones que le han hecho los PP. Provinciales y las Congregaciones Provinciales, que en 1919 y 1920 las habían revisado de oficio. Parece también que la S. Congregación no puede aprobar que el P. Viñas reconozca oficialmente al Vicario General de España, de modo que la Orden, que no cuenta con un número muy grande de religiosos, tenga de hecho dos superiores con dos Congregaciones Generales y dos Procuradores”.

El 3 de mayo de 1925 escribe el P. Del Buono: “El Sr. Visitador informa al P. Vicario que le han devuelto de la Congr. de Religiosos las Constituciones presentadas por el Rvmo. P. Viñas para su aprobación. Se desea una nueva revisión de nuestras Reglas, hecha por el Sr. Visitador y la Curia General, y aprobada por el Capítulo General”. Las cosas, como se ve, iban despacio. Mons, Pasetto habla con los Provinciales de España cuando hace su Visita, en 1926. En enero de 1928 el Visitador indica al Vicario cómo deberían hacerse, tras haber hablado con el Prefecto de la Congregación de Religiosos: deberían estar formadas por 1º, Reglas del S. Fundador, que pueden y deben ser conservadas; 2º, la parte mejor de las Notas; 3º, Nuevo Código; 4º, Nuevos añadidos impuestos por las nuevas necesidades de los tiempos. Las Constituciones revisadas no fueron aprobadas hasta el final de la Visita.

Por no viajar, no lo hizo ni siquiera a Florencia cuando fallecieron el P. Ermenegildo Pistelli, escolapio de relieve nacional, o la Madre Celestina Donati, fundadora de las Calasancias, o el P. Giovanni Giovannozzi, su Asistente General. Se despachó en cada caso enviando a alguien que le representara. Por no ir, no asistió ni siquiera al colegio Nazareno cuando al P. Luigi Pietrobono, otra lumbrera escolapia, le concedieron la medalla de oro por méritos educativos. Y tampoco a la inauguración de la Casa de las Calasancias en Pineta Saccheti, y no es porque no tuviera buenas relaciones con las hermanas. No fue a Nápoles, donde su presencia tal vez habría sido útil, ni a otros lugares de Italia, donde era solicitado como Vicario General. Posiblemente estas ausencias no eran debidas a pereza, sino a un exceso de prudencia, a un no querer dejarse ver en unos momentos en que las relaciones entre la Iglesia y el Estado no eran aún del todo fluidas. O para que el Visitador Pasetto no pensara que se tomaba excesivas libertades…

En cambio, en Roma sí se movía. No debió perderse una beatificación o una canonización (la ceremonia de la mañana y la de la tarde) entre 1923 y 1929; tampoco dejó de ir a felicitar a cada nuevo Cardenal, o a los funerales de Cardenales y otras personalidades religiosas difuntas. Debió asistir a la mayoría de “casos de moral” de carácter público que se discutían con un ritmo mensual en el vecino seminario de San Apolinar. En cuaresma asistía a las “estaciones”, si podía diariamente. Visitaba iglesias, asistía a conferencias de todo tipo, salía (posiblemente cada día) a darse largos paseos. Nos causa una gran impresión que en el Año Santo 1925 desde primeros de enero hasta el 22 de febrero hizo 20 veces la peregrinación de las cuatro Basílicas Mayores (San Pedro, San Juan, San Pablo, Santa María). A pie, naturalmente. Y normalmente con frío, y a veces con lluvia. Esto me hace pensar que tal vez no exageraban mucho los que decían que Calasanz hizo el mismo recorrido muchas veces hacia 1600…

En sus cuadernos se percibe que el P. Del Buono estaba interesado, durante este periodo, en algunas cuestiones domésticas más cercanas, en las que el Visitador le había dado libertad de acción. La primera, la restauración de San Pantaleo, y especialmente de la Capilla de la Aparición. Hay que decir que nuestra casa estaba hecha una ruina a principios de siglo XX, además de no ser nuestra. El P. Mauro Ricci, con gran esfuerzo, había conseguido levantar en 1892 una magnífica residencia en un sector nuevo de Roma, en Vía Toscana. Pero el P. Viñas, por razones solo por él conocidas (temor a que se la quitara el Gobierno, continuos roces con la Provincia Romana…) se deshizo de ella, y esa fue una de las causas de su caída. El Papa Benedicto XV (quizás el último de los Papas que ha sido realmente cercano a los Escolapios) animó al P. Viñas a que recomprara el edificio de San Pantaleo para sede central de las Escuelas Pías, e incluso prometió su ayuda económica para la restauración. Y el P. Viñas, cumpliendo su deseo, y aprovechando la coyuntura del cambio político, con el gobierno (Mussolini) más favorable a la Iglesia que el precedente, lo compró, concluyendo la operación cuando ya había sido decidida la Visita Apostólica y a él le quedaban escasos meses de residencia en Roma. Sin embargo, él nunca tuvo la intención de residir en San Pantaleo: siguió viviendo en el apartamento alquilado de la calle Monserrato 152, tercer piso. Al P. Del Buono, sin embargo, le “sugirieron” que fuera a vivir a San Pantaleo, y no le costó mucho obedecer. Ya se habían hecho algunos planes de restauración de acuerdo con el ingeniero-arquitecto G. B. Milani. Y, posiblemente, el P. Del Buono intervino activamente en el diseño definitivo de la reforma, alterando los planes anteriores del P. Viñas. Y hasta es muy posible que fuera idea suya el “lucirse” en la Capilla de la Aparición, solicitando para ello el apoyo económico de toda la Orden. El 24 de octubre de 1925 dirige a la Orden la siguiente circular[Notas 1]:

“Giuseppe del Buono de San Felipe Neri, Vicario General de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, a los queridos hijos en Cristo Vicario General de España, Provinciales, rectores y demás religiosos nuestros, salud en el Señor.

Entre los cuidados principales de nuestro cargo, con razón ha sido siempre considerado, el que nos impelía a todo lo que fuera promover con toda solicitud y aun aumentar la gloria de nuestro amantísimo Padre y Fundador San José de Calasanz. Y, considerando que las demás Órdenes Regulares, incluso las más pobres, se han esforzado en todos tiempos en consagrar y dedicar aquí en Roma algún público monumento a la memoria eterna de sus respectivos fundadores, sin reparar gastos ni dificultades de todo género, para erigirles no ya solo capillas, sino templos magníficos, especialmente si se trataba del lugar que se conservaban sus sagrados despojos, o recordaban acontecimientos especiales y singulares de su vida. En la consideración de todo esto, decimos, nos ha parecido no poder dudar ya de que nosotros nos sentimos obligados a proporcionar una gloria semejante a nuestro Fundador.

Ya sabéis, queridos hijos en Cristo, que esta casa de San Pantaleo, celebrada por tantos y tan insignes de nuestro Santo Padre y que casi hasta los últimos tiempos fue el domicilio de todos los Generales de nuestra Orden, por fin ha vuelto a nuestra propiedad, disponiéndolo así Dios, y con la ayuda del Sumo Pontífice Benedicto XV.

Sabéis y también habéis visto, principalmente vosotros los afortunados Escolapios que de todas nuestras provincias viajasteis a Roma con ánimo alegre para ganar el Jubileo, cómo esta Santa Casa de San Pantaleo, PRIMERA CASA DE LAS ESCUELAS PÍAS, MADRE DE LAS DEMÁS CASAS, PRIMERA CASA DE LA ORDEN, QUE SE EXTIENDE EN LA CIUDAD Y EN EL MUNDO, DE LA CUAL HAN NACIDO LAS DEMÁS CASAS Y COLEGIOS, usando palabras de nuestros mayores, ha sufrido la calamidad de los tiempos, ha sido robada o expoliada de la rentas y mobiliario necesarios y casi abandonada. Ahora, habiendo terminado los trabajos de construcción y restauración, podrá convertirse en adelante en digna Casa General, en la que, constituida en sede firme, el Prepósito General se ocupe tranquilamente de nuestras cosas; en ella desplegarán su prudencia e ingenio los Padres que componen su Consejo; en ella los juniores que constituyen la esperanza del instituto, podrán dedicarse a la piedad y a los estudios para devolver a sus Provincias la prístina disciplina de costumbres y esplendor de las doctrinas; en ella, finalmente, todos los hermanos que vengan de cualquier parte a Roma podrán recibir una honesta hospitalidad, como casa del Padre común.

Visteis también y visitasteis con veneración la pobrísima, aunque fragrante con un aroma casi celestial, celda de nuestro Fundador, y otras reliquias más preciosas que el oro que se guardan en ella, y también inclinasteis humilde y devotamente las rodillas ante sus sagrados restos que se conservan bajo el altar mayor.

¿Qué más? Finalmente, ante vuestros ojos tenéis la antigua capilla que llamamos de la Aparición, joya preciosa de nuestra Orden, lugar sagrado para todos nosotros, en la cual la Santísima Reina de los Cielos se dignó recrear y consolar con una aparición celestial con el Niño Jesús a nuestro Santo Fundador José de Calasanz, como queriendo poner un sello sobrenatural a la institución humanísima y cristianísima al mismo tiempo, fundada por él, que fue saludada como nuevo auxilio para la Iglesia, con el aplauso de todo el mundo.

Pero ¡ay! Ese monumento de piedad, ese regalo tan ilustre de la Santísima Virgen para con nuestro Padre e Instituto, memoria tan querida para todos los Escolapios y también para nuestros alumnos, no se conserva y perpetúa de manera digna como convendría en la capilla actual. No es de admirar, pues, que se haya pensado, con el aplauso de todos, construir otra con toda perfección y elegancia, digna por una parte de tan gran acontecimiento, y que a modo de corona complete felizmente la obra de restauración de la Santa Casa de San Pantaleo.

Por lo cual ahora, hermanos escolapios, queridos hijos en Cristo, queremos tratar con todos vosotros de este asunto que necesita la firme cooperación de toda la Orden para ser llevado a cabo.

Es importante y al mismo tiempo debemos procurar diligentemente, en el mismo lugar en el que la Santísima Virgen con el Niño Jesús se dignó aparecer a nuestro Santo Fundador, según creemos por una piadosa tradición de tres siglos, construir una capilla u oratorio, como dicen, con toda la magnificencia que podamos. Hay que pensar tal obra de modo que convenga a la fama y veneración de un Santo tan importante, que responda regiamente al amor a nuestro Padre bienhechor y a nuestra gratitud hacia él, y, finalmente, muestre nuestro filial obsequio y devoción a la Santísima Virgen Reina de las Escuelas Pías.

Por tanto, os exhortamos a todos vosotros que lleváis el sello querido de nuestra Orden, a llevar a cabo esta obra, para que podamos erigirla como una digna capilla de la Virgen Santísima y de nuestro Legislador. No abrigamos ninguna duda que vuestra piedad filial hará que dicha obra se comience cuanto antes, mas, para que podamos llegar cuanto antes a feliz término, no será poca ayuda la generosidad nunca desmentida de muchos otros, especialmente de nuestros alumnos, y de todos aquellos que nutren sentimientos de devoción para el mismo Fundador, y de benevolencia para con nosotros y nuestra Orden. Esperamos que ninguno de vosotros, queridos hijos, sea menos solicito o poco tenaz, pues se trata del decoro de nuestra Orden, principalmente del honor del Santo Padre José de Calasanz, al que todas nuestras acciones deben tender, y que se supone deben producir suma alabanza y máxima utilidad más que descrédito. Hablamos a los hijos que se esfuerzan por la gloria de tan gran Padre, por lo que no tememos que nadie deje de colaborar generosamente, según sus posibilidades, en una obra tan necesaria y eximia.

Así, pues, Nos, movidos por las exhortaciones de muchos de los nuestros, y movidos por los ejemplos de nuestros antecesores, os dirigimos esta carta de súplica pidiendo vuestra ayuda para construir la capilla u oratorio de la Aparición. No ignoramos que son tiempos poco propicios. Pero también sabemos que la caridad no conoce impedimentos, y que de muchas partículas esparcidas por todas partes se hace una masa considerable.

Por lo tanto os rogamos en el Señor, en cuanto podemos, Vicario General de España, Provinciales, Rectores y demás religiosos de las Escuelas Pías, a hacer cada uno lo que pueda por sí mismo o por las respectivas casas y provincias, y por otros medios con el permiso de los superiores, y se esfuerce en establecer colectas entre los alumnos y ex alumnos para llevar a cabo una obra tan famosa e inmortal, gloriosa para nosotros y para nuestros escolares, en la que se vea, como esperamos, la misma preocupación y esfuerzo, e incluso mayor, que las demás órdenes religiosas muestran para con sus fundadores, y que no parezcamos menos religiosos o amantes de San José de Calasanz nuestro Padre.

Mientras tanto, os prometemos santamente que nos esforzaremos al máximo para hacer en esta Santa obra todo lo que se pueda hacer, diseñando, limpiando, completando todas las cosas elegidas con mucha atención.

Haced, pues, queridos hijos, todo lo que pueda cada uno para ayudar, os lo decimos de nuevo. No penséis que habéis perdido lo que entreguéis para el honor del Padre; más bien, si se pueden aplicar las palabras de Dios, pensad que os dice a vosotros el mismo Calasanz lo que el Señor dijo por medio del profeta Ageo, que animaba al pueblo a la restauración del templo: “Edificad la Casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado. Buscáis mucho, y halláis poco; almacenáis en casa, y yo lo disipé con un soplo. Por cuanto mi casa está desierta”[Notas 2]. Que este santuario, casa en la tierra del Fundador, en la cual descansa su cuerpo y cuyo recuerdo permanecerá para siempre no quede inacabada por más tiempo. Por esta prueba de veneración y como signo de agradecimiento, el mismo Padre desde el cielo con sus oraciones a Dios favorecerá a nuestra Orden, y logrará ciertamente bienes para vosotros, lo que Nos, con paterno amor hacia todos vosotros, rogamos al Señor de corazón para cada uno”.

Mucha gente contribuyó en esta obra, como consta por las cartas enviadas y recibidas. Y vemos que, terminadas las obras, el P. Del Buono menciona muy a menudo la satisfacción de los visitantes al ver el estado del nuevo San Pantaleo, satisfacción que sentiría él mismo en lo más íntimo de su ser.

Otra actividad que menciona a menudo el P. Delo Buono en sus diarios es la del Círculo Militar “San Sebastián”, para el que se habían habilitado un local en el sótano, en la actual biblioteca[Notas 3]. El Círculo había sido creado por el P. Everardo Boschi, Procurador General, que tenía un carisma especial para trabajar con los jóvenes. Estaba formado por jóvenes soldados que estaban cumpliendo el servicio militar en Roma. Algunos de ellos eran sin duda seminaristas (obligados también a hacer la mili); otros eran simples muchachos de convicción cristiana. Tenían una serie de actividades mensuales: una hora santa de adoración, comunión el primer domingo de mes, charlas formativas de todo tipo, salidas a visitar las catacumbas y otros lugares… Estaban integrados en la Juventud Católica Italiana, participaban activamente en las principales fiestas de San Pantaleo, y en otros acontecimientos religiosos romanos (varias veces fueron acogidos en audiencia papal especial). Un escolapio (primero el P. Boschi, luego el P. Maja) era su “asistente eclesiástico”, que les acompañaba regularmente, y para charlas o celebraciones venían a menudo capellanes militares u otras dignidades eclesiásticas. Estaban muy bien integrados en San Pantaleo, y los domingos de comunión (en aquellos tiempos de ayuno eucarístico) después de la misa se les servía el desayuno en el refectorio de la comunidad. Felicitaban al P. Vicario el día de su santo, y en Navidad; se hacían con él la foto de grupo antes de licenciarse (momento extraordinario en aquellos tiempos) y a menudo venían, años más tarde, a saludar al P. Vicario, algunos con sus señoras, otros ya ordenados sacerdotes. Se percibe la satisfacción espiritual que el P. Del Buono experimentaba con este grupo; La actividad terminó con la II Guerra Mundial, en 1943, aunque durante varios años más tarde algunos “sansebastianinos” siguieron en contacto con las Escuelas Pías, en Roma y en Milán.

El P. Viñas había pensado volver a abrir una escuela primaria en San Pantaleo tras la restauración, pero la idea fue pronto desechada por su sucesor (que entendía de escuelas más que él) por “poco higiénica”[Notas 4]. En cambio, había una antigua recomendación de la Santa Sede que sí se pudo llevar a cabo en este tiempo: el establecimiento de un juniorato internacional escolapio en San Pantaleo. El objetivo se pudo cumplir a partir de comienzos del curso 1928-1929, con juniores selectos de las diversas provincias españolas y centroeuropeas, bajo la dirección del P. Francesco Grillo, que además de rector de la casa y maestro de juniores sería el Postulador de la Orden, y aún le sobraba tiempo para estudiar derecho canónico. Hubo que hacer importantes reformas en la casa para preparar adecuadamente sus habitaciones. Quiso además el Visitador Apostólico que vinieran también a San Pantaleo cuatro juniores italianos del juniorato interprovincial de Florencia, para dar un carácter más internacional al juniorato. Llegó así el número de aquellos juniores a unos 18, y la idea funcionó hasta los años 70, y todavía quedan escolapios (brillantes) que estudiaron en aquel juniorato, que luego se trasladó a la casa italiana de Monte Mario, creada por el P. Del Buono.

Pero eso no era todo: en San Pantaleo había un hermano cocinero, claramente insuficiente para una comunidad tan numerosa. Había entonces no pocas comunidades religiosas femeninas al servicio de las necesidades materiales de comunidades masculinas, y ese fue el objetivo durante los dos o tres años anteriores a la apertura de nuestro juniorato internacional: encontrar una congregación de religiosas que aceptaran venir a San Pantaleo para ocuparse de la cocina, el vestuario, el comedor y la lavandería de los religiosos. El problema se resolvió, como veremos más adelante.

El P. Del Buono era un tanto sentimental (recuerda cada año las fechas más señaladas de su vida: salida de casa para ir al noviciado, ordenación sacerdotal, muerte de sus padres…); se explaya en los recuerdos de los “buenos tiempos” cuando vienen a visitarle a Roma antiguos discípulos o conocidos de Chiavari… Y es también profundamente religioso, como deja ver en algunas anotaciones circunstanciales. Y como se nota en la descripción minuciosa de las numerosas celebraciones que tenían lugar en San Pantaleo: triduos, novenas, 40 horas, festividades… No le importa repetir una y otra vez quién celebra Misa a qué hora y dónde, quiénes le acompañan, cuáles son los elementos de las funciones de la tarde, quién imparte la bendición eucarística… Son detalles secundarios, pero que para él tenían mucha importancia.

A lo largo de estos siete años vemos cómo poco a poco, y por necesidad, el P. Del Buono se va soltando en sus actuaciones. De no hacer nada al principio, sino por indicación del Visitador, va pasando a tomar algunas iniciativas, sobre todo cuando, cosa frecuente, el Visitador está fuera de Roma y es necesario actuar. Hay que señalar que el Visitador le había dado facultades para ello. Hasta llegar al año 1929, cuando el Visitador está casi siempre fuera, y es el P. Del Buono el que actúa por sí mismo, o apoyándose en su Congregación General, y luego informa por carta al Visitador de lo hecho. A finales de ese año es nombrado Prepósito General, y termina la Visita; él sigue actuando (en los pocos meses finales del último cuaderno que transcribimos) con el mismo ritmo de vida y de acción de los años anteriores. Eso sí, introduciendo algún importante cambio que antes, bajo la autoridad del Visitador, no hubiera podido llevar a cabo.

El 9 de julio de 1923 Mons. Pasetto le informó sobre los nuevos componentes de la Congregación General: P. Federico Vicente (75 años, España); P. Giovanni Giovannozzi (63 años, Italia). P. Giuseppe Nuvoloni (70 años, Roma); P. Cornelio Szinger (60 años, Hungría). P. Serafino Maja, Procurador General. Procurador para asuntos de España: P. Antonio Guinart, con la obligación de residir en Roma, en San Pantaleo. El P. Giovannozzi puso muchos reparos para residir en Roma y, de hecho, pasaba la mayor parte del tiempo en Florencia, ocupado en sus clases y conferencias. Falleció en 1928. También el P. Szinger puso objeciones a dejar su cargo de Provincial de Hungría para venir a Roma. En septiembre de 1925 presenta su renuncia al cargo de Asistente, por motivos de salud. Para sustituirle es nombrado el P. Francisco Both, que había sido Vicario de Rumania.

Veamos con más detalles algunos de los temas más importantes durante este periodo de Vicariato General del P. Del Buono.

La Visita

La Visita Apostólica constituye el marco general y condicionante de este primer periodo. El P. Viñas no había encajado bien su deposición. Cuando fue a visitarle el P. Del Buono, antes de su obligada partida a España, el ex General le dijo (tenía bastante confianza con él) que se sentía decepcionado por su aceptación del cargo: él esperaba por parte de los escolapios un bloqueo total a las decisiones sobre la Visita… ¡Qué locura!, pensó con razón el P. Del Buono. Esa actitud hubiera puesto a la Orden en una situación mucho más difícil… Y el P. Viñas se mantuvo en esa actitud el resto de su vida, ya no muy larga. Esperaba reivindicarse cuando se celebrara el siguiente Capítulo General, al que él, como ex General (lo mismo que el Cardenal Mistrangelo) tenía derecho a asistir. Pero, claro, esto lo sabían muy bien en el Vaticano, y no estaban dispuestos a que hubiera otro Capítulo General mientras viviera el P. Viñas. Y desde Barcelona el P. Viñas siguió obstaculizando (al menos esa era la impresión del P. Del Buono) la Visita. Se le presentó una buena oportunidad en el año 1928. Ese año se celebraron Capítulos locales y provinciales. Entonces los Capítulos provinciales proponían al P. General ternas para provincial, y binas para rectores. Era el P. General quien nombraba a todos los superiores (de acuerdo con las Constituciones), y generalmente respetaba las propuestas de las provinciales, pero podía también nombrar a otros religiosos no propuestos. El Capítulo de Cataluña propuso ternas y binas formadas exclusivamente por religiosos “nacionalistas” (es decir, partidarios de la unión con el resto de España, opuestos a regionalismo separatista catalán), pero allí el P. Visitador (que conocía a los religiosos españoles mejor que el Vicario, pues él había hecho la visita a España) encontraba a faltar algunos nombres. Y para los nombramientos, además, se sirvió de los consejos del P. Leodegario Picanyol, postulador y archivero, que le había acompañado como secretario en su visita a España. El P. Picanyol era “separatista”, empleando la terminología del P. Del Buono, y propuso como superiores a varios escolapios de su línea. Entre ellos nada menos que al P. Pantaleón Galdeano, navarro, rector del colegio de Sarriá, y que se había destacado años antes por sus esfuerzos para crear la provincia de Vasconia, chocando de frente con el P. General Viñas, que no quería saber nada de regionalismos.

Otro acto hostil del P. Viñas tuvo lugar en 1928. De Propaganda Fide habían pedido a las Escuelas Pías que se nombrara un Delegado para la Exposición Universal Misionera que tendría lugar en Barcelona en 1929. El P. Vicario pidió al Provincial de Cataluña que propusiera un nombre. Y el propuesto fue el P. Viñas, que, contactado por el P. Vicario, no solo aceptó el encargo, sino que escribió el borrador de un libro sobre las Misiones Escolapias en Europa Central en los siglos XVII y XVIII (que yo he traducido del latín con el título Esbozo histórico… y cito más adelante). Sin embargo, en cuanto fue nombrado Provincial el P. Galdeano en 1928, el P. Viñas dimitió de su cargo, alegando que veía difícil poder entenderse con las nuevas autoridades provinciales. Se le aceptó la dimisión, se nombró otro Delegado.

Algunos de los escolapios más prominentes de Italia (que seguían en contacto con el P. Viñas) eran más bien escépticos con respecto a la visita. Así, el P. Luigi Del Buono escribe al P. Viñas el 15 de diciembre de 1924[Notas 5]: “Hace algunos días pasó por aquí un padre joven de esa provincia que iba a Roma para asumir el cargo de Postulador General.[Notas 6] El P. Tiboni fue despedido porque parece que descuidaba las gestiones. Si mis ideas no hubieran sido contrariadas, algún otro padre de España estaría en Italia. Y creo que no se logrará resolver la crisis presente porque aquí en Italia nos falta forma y sustancia. V.P. conoce Nápoles, Roma y Toscana; yo conozco Liguria. Por desgracia, los tiempos han influido y ayudado a la desorganización de los espíritus, pero estos se dejaron desorganizar porque pocos reaccionaron contra la tentación. No sé nada de Roma y del Visitador; parece que él esté mirando si los escolapios saben ponerse en orden por sí mismos o no.

Verdaderamente la Iglesia nunca reformó ninguna Orden religiosa; si ellos mismos no eran capaces de organizarse, al llegar a cierto punto la suprimía. La Iglesia, por medio de alguno de sus miembros puestos en alto, quizás exhorta, pero no hace más. Así que esperaremos”

Casi en la misma fecha, el 17 de diciembre de 1924, vuelve a escribirle[Notas 7]: “Lo que me preocupa es la condición de absoluto silencio en torno a nuestras cosas. Mi sobrino el Vicario no me escribe nada y se ocupa de San Pantaleo. Temo que la Santa Sede está viendo qué hacen los religiosos por sí mismos, y según la impresión que tengan de ellos los Obispos respectivos, hará o no hará. Por desgracia, nosotros vivimos como si fuera un tiempo normal; no se corrige nada real; incluso tenemos la soberbia de decir que somos religiosísimos”. El mismo autor escribe al mismo destinatario el 23 de abril de 1926[Notas 8]: “En cuanto a la Visita, creo que quien piensa en ella tiene la convicción de que se ha paralizado. La incertidumbre es dolorosa. Yo creo que, en el caso de que se retire el Visitador, nadie debe mencionar la existencia del hecho ocurrido. Es un sacrificio que debemos hacer. Luego el Señor dará a cada uno lo que merezca según el sacrificio hecho. Los vivos no deben hablar. He oído decir que el Cardenal Vicario ha dicho que, si se convocara el Capítulo General y alguno de los miembros se atreviera a presentar alguna queja con respecto a la Santa Sede o alguna palabra menos respetuosa, suspendería el Capítulo. Es algo que se repite en las charlas, pero que indica que en la Congregación de Religiosos hay alguna cosa. Es una sospecha mía, pero me temo que el Visitador mismo o la Congregación de Religiosos ha pedido a los Obispos noticias sobre nuestras casas cuando existen en sus diócesis, y estos han respondido dando su opinión”.

No es muy optimista el P. Luigi Del Buono cuando escribe a su sobrino el 8 de abril de 1927[Notas 9]: “Me sorprende que continuemos en el silencio con respecto a nuestras cosas, y temo que la poca vida que tenemos en Italia sea como la del sauce o del chopo abatidos por el hacha y con las ramas cortadas, los cuales, por el poco de savia que les queda en el tronco, echan algunos brotes condenados a morir cuando cese la vida en el tronco”.

El P. Francesco Tiboni, ex Asistente General, escribe al P. Viñas el 5 de abril de 1926[Notas 10]: “Me alegro de que el Sr. Visitador salga de España con buenas impresiones, porque las llevará a Roma y aquí nos aprovecharán. Según he oído, está fuera de Roma; yo no creo que haya salido ya. Todo depende de las condiciones infelices de las Escuelas Pías de Italia, y de la provincia romana especialmente. Si estuviéramos representados en Roma como en Madrid o Barcelona o Zaragoza, las cosas irían de manera bien diferente. Sin embargo, V.P. sabe cómo estamos, y tanto más en comparación con otros institutos religiosos, antiguos y modernos, que están espléndidamente representados. Por eso yo espero que la visita a España hará bien, y Dios quiera que al menos con el tiempo vayan mejor las cosas de Italia”.

Y el P. Adolfo Brattina, ex General, y que también mantiene buena relación con el P. Viñas, le escribe el 20 de marzo de 1925 comentando que el Visitador a puesto el pie en todos los colegios de Italia y de España, constatando que nuestros hermanos llevan una vida de sacrificio que sus mismos hermanos capuchinos admiran. Quizás quiera visitar luego las provincias europeas, y no le sorprendería que fuera a América. Así que tendremos que esperar el final de este triste estado de cosas durante dos o tres años[Notas 11]

La Visita a Italia fue la ocasión para que salieran a flote los diversos problemas que se estaban viviendo. Lógicamente, algunos religiosos aprovecharon para presentar sus quejas, como escribe el P. F. Alberti al P. Del Buono en carta del 31 de marzo de 1924[Notas 12]. Un religioso que se opuso abiertamente a la visita fue el P. Francisco Fábrega, que había sido Vicario Provincial de Cuba. Aceptó de mala gana su nombramiento como Delegado Provincial de Polonia en 1925, y desde allí escribió varias cartas de protesta al P. Del Buono[Notas 13]. Otro religioso, también catalán, que se opuso a la Visita Apostólica fue el P. Juan Comellas, rector de Olot en Cataluña. Escribió una carta a todos los religiosos de la provincia pidiendo que se solidarizaran con él en la protesta[Notas 14]. El P. Del Buono, enterado por el Provincial P. J. Orriols, trata el asunto con Mons. Pasetto el 9 de abril de 1924, pues su carta había tenido repercusiones. El P. Comellas es llamado a Roma por la Congregación de Religiosos “ad audiendum verbum”[Notas 15]. Tras hablar con el Congregación, con el Visitador y con el Viario, pide perdón, arrepentido. Sin embargo, durante un tiempo intenta dejar la Orden, queriendo probar la invalidez de su profesión. Pero no siguió adelante: volvió a Cataluña, y siguió escribiendo libros (que enviaba al P. Del Buono) y cumpliendo el ministerio asignado por sus superiores. Parece que no recibió ningún castigo. También el Padre Fábrega, tras estar un tiempo castigado, también fue perdonado y completamente reintegrado al servicio de la Orden.

El tema más espinoso de la Visita era el de la “vida común”, o vivencia de la pobreza tal como aparecía en las Constituciones. Los religiosos estaban acostumbrados a poseer un peculio personal, fruto de actividades extraescolares (como predicaciones, herencia, pagos de otros servicios). La mayoría obedecieron a una circular en la que se les pedía entregarlo al P. Rector, que vería cómo administrarlo, pero otros no quisieron renunciar a él, llegando hasta pedir la exclaustración. La provincia de Hungría fue la que opuso una resistencia más tenaz a la “vida común” (hasta que la II Guerra Mundial les arruinó por completo). El P. Del Buono hablaba con religiosos de otras órdenes para ver como habían resuelto ellos el problema, cosa que venía exigida por la Sagrada Congregación de Religiosos. El tema no era nada fácil; ni el Visitador ni el Vicario querían enfrentarse a una revuelta general, así que estudiaron las mejores estrategias para cada caso[Notas 16].

El P. Del Buono expuso el tema detalladamente en una circular fechada el 8 de diciembre de 1923 a todos los religiosos de la Orden, aunque al parecer escrita especialmente en los escolapios italianos[Notas 17]. Dice lo siguiente:

“A los PP. Provinciales, a los PP. Rectores y a todos los Religiosos de la Orden. Salud en el Señor.

Desde el momento en que aceptamos de la Santa Sede el oficio de gobernar las Escuelas Pías, prometimos a Dios dedicar todos nuestros pensamientos y todas nuestras preocupaciones al mayor bien de las mismas.

Es deseo nuestro reavivar las Escuelas Pías, hoy tan abatidas en Italia y en algunas otras provincias de la Orden; reavivarlas en esta provincia nuestra romana, madre y cabeza de todas las demás, formada un día por hombres religiosos y valientes, no segunda a ninguna otra; comenzar nuestra obra ante el Vaticano en esta nuestra casa San Pantaleo, testimonio de la obra maravillosa de San José de Calasanz, hogar perenne de esperanzas y de vida, es siempre nuestro pensamiento dominante.

Y para esperar la renovación de las Escuelas Pías nos dan motivos el observar con cuánta benevolencia el Sumo Pontífice Pío XI sigue nuestra Orden, la atención de la Sagrada Congregación de religiosos, que quiere nuestro resurgir, la benevolencia de tantos ilustres prelados y venerables cardenales.

Ahora, para que esta salvación tenga lugar, nos toca a nosotros saber aprovechar la benevolencia, escuchando con docilidad los consejos y las sabias exhortaciones.

Y el ardor por el bien debe encenderse especialmente en vosotros, escolapios italianos, a los cuales el modo particular se dirige esta nuestra invitación, que es una exigencia de nuestras Constituciones, del nuevo Código de Derecho Canónico y querida por la Sagrada Congregación de Religiosos. Y es una invitación a todas nuestras provincias en todas nuestras casas y a todos los individuos a la perfecta Vida Común.

¿Qué es la perfecta vida común? La vida común de los religiosos, a imitación de la vida de los primeros fieles, consiste en tener todos en común la ley, la oración, la mesa, la comida y todo lo que es necesario para la vida, sin que nadie tenga ninguna cosa como propia.

Sabemos que en muchas provincias de la Orden florece está práctica de vida religiosa, pero nuestra llamada se dirige a aquellas en las cuales no existe o solo existe parcialmente. Por lo demás. vosotros no ignoráis que de este punto tan importante de nuestra vida religiosa se ocupó ya el Capítulo General de 1898, y que fue siempre la aspiración de muchos óptimos religiosos que solo veían por este camino la renovación y el reflorecimiento de muchas provincias nuestras que están casi arruinadas o van decayendo rápidamente.

Y, además de que la perfecta vida común corresponde a la voluntad de la Santa Sede y de la Sagrada Congregación de Religiosos debemos preferirla

1)Porque aparta mejor a los religiosos de las cosas terrenas.
2)Porque estrecha más fuertemente los vínculos de la caridad que atan a los religiosos a la propia Orden, y se refuerza más estrechamente el amor de los hijos a la madre, logrando aquella santa y fuerte unión que es propia de la familia religiosa.
3)Porque cerrando los caminos a la fácil introducción y establecimiento de desigualdades personales, une más eficazmente los ánimos religiosos en aquella caridad fraterna que hace buena y dulce a los religiosos el vivir juntos[Notas 18].
4)Porque, considerados los hechos y la experiencia, solo en la vida perfectamente común se realiza la restauración y el florecer de las órdenes religiosas.

Fue a menudo el dinero, fue el peculio particular la funesta causa por la que algunos religiosos se hicieron desobedientes y rebeldes a la autoridad de sus Superiores, e incluso fueron tentados de abandonar a la Madre Religión. ¡Creyeron los locos que serían felices con su dinero, pero todos estos desgraciados terminaron mal! ¡Oh, cómo debemos meditar serenamente las gravísimas palabras del Santo Padre León XIII!: “En primer lugar, como nada se opone más a la pobreza que tener la facultad de peculios privados, conviene vigilar cuidadosamente para que este mal no contamine las casas de los monjes” (Carta a los Abades y a los Priores de los Monasterios de la Orden de San Benito en Austria, 30.12.1888).

Por estas gravísimas consideraciones, la Congregación General, conociendo bien cuánto importa para la restauración de la disciplina regular la observancia de la perfecta o exacta vida común, en cumplimiento de las repetidas invitaciones de la Sagrada Congregación de Religiosos, después de haber discutido la cosa larga y maduramente, establece cuantos sigue:

1)Se ordena que de ahora en adelante se introduzca en todas las provincias y casas de la Orden que aún no la tengan la perfecta vida común.
2)Que tal vida, para ejemplo y estímulo para todos, comience en esta venerable casa de San Pantaleo, madre y cabeza de todas las casas, que vio el heroísmo de San José de Calasanz en el amor a la santa pobreza, y que debe ser hogar perenne de esperanzas y de vida religiosa.
3)Todos aquellos, de cualquier provincia o casa que sea, que emitan de ahora en adelante los votos en nuestra Orden, tanto los simples como los solemnes, están obligados absolutamente a abrazar y observar la perfecta vida común. En los noviciados de la Orden los jóvenes aspirantes serán para particularmente instruidos y formados en este punto.
4)Corresponderá en cada provincia a la Congregación Provincial establecer todo lo que en la respectiva provincia se juzgue prácticamente útil para hacer observar con suavidad y fuerza la vida común, impidiendo que en ninguna casa, por descuido o por mala voluntad, los religiosos se vean privados de lo necesario. Se recomienda con toda fuerza a los Superiores la bondad y caridad con respecto a sus súbditos. En dos cosas no pueden, bajo bajo ningún motivo, mostrarse indulgentes con respecto a los religiosos, a saber: con respecto al honorario y con respecto al peculio privado, por pequeño que sea. El honorario y el peculio no pueden por ningún motivo pertenecer a los religiosos, sino que deben absolutamente entregarse, mezclarse y confundirse con el dinero destinado a las necesidades del de la Casa, de la Provincia o de la Orden.
5)Cada religioso podrá celebrar en cada mes del año dos santas misas a su intención y por las propias necesidades espirituales, pero de ellas no podrá recibir limosna.
6)A los religiosos que hasta ahora no han profesado la vida común perfecta, no se les puede obligar a abrazarla, pero todos los Superiores de la Orden deben, en la medida de lo posible, ponerse de acuerdo con ellos con prudencia y con todo afecto de caridad. Pero esta Congregación General espera que sean pocos los religiosos profesos que no quieran abrazarla, considerando el bien que de ella deriva para sus almas y para la Orden.

Estos son, venerables hermanos, nuestros piadosos deseos y nuestras órdenes, que se apoyan sobre las enseñanzas y las Constituciones del Santo Fundador, que hicieron florecer las Escuelas Pías, y cuya observancia puede y debe tener también hoy el poder de conservarlas. Hace falta por parte nuestra no solo retomar las antiguas prácticas, sino el antiguo espíritu de pobreza y de abnegación, que formó a tantos hombres de nuestra congregación como espejo de perfecta vida religiosa y de santidad.

Es necesario también educar en las Escuelas Pías una multitud de jóvenes sucesores, fuertes en su vocación, en el amor a la Orden y en el puro celo sacerdotal.

Apoyad, hermanos nuestros, estos nuestros buenos propósitos con vuestra docilidad y con las asiduas oraciones a Dios, a María Santísima, Madre y Reina nuestra, y a nuestro Santo Fundador.

Esta es la hora en que todos debemos esforzarnos para sanar las graves heridas sufridas en algunas provincias nuestras de la Orden, para recomponerla como un cuerpo vivo.

Con esta dulce y santa esperanza, os bendecimos con todo el corazón en nombre de nuestro Santo Fundador y Padre.”

En cuanto a España, Mons Pasetto la visitó (en relación con los escolapios, porque viajó también a ella por otros asuntos) a finales de 1925, y luego en 1928, por orden de la Congregación de Religiosos, a causa del conflicto entre “nacionales y “catalanistas”. Es de suponer que los provinciales de España estaban un tanto atemorizados, y esperaban una especie de juez severo que venía a reprenderles. Pero ese no era el temperamento de Mons. Pasetto, y pronto lo descubrieron. Era un hombre dialogante y respetuoso, que hacía cumplir la ley, pero desde la prudencia y la comprensión. Llegó a España, en la primera ocasión, acompañado del P. Leodegario Picanyol como secretario. Y así son varios los provinciales que escriben complacidos al P. Del Buono. Cuando el mismo Visitador comenta sus impresiones con el P. Del Buono (según este anota en su Diario el 12 de abril de 1926), le dice: “Grandes profesores en España. Grandes colegios nuestros. Falta de espíritu religioso, ciertamente por el mucho trabajo. Facilidad para no asistir a los actos comunes. Muchos buscan ganar dinero, y por lo tanto desean estar en los colegios de las grandes ciudades. Objetos de valor en las habitaciones. ¡El famoso peculio, origen de tantos males! El espíritu religioso y de disciplina está en todo su vigor en las casas de noviciados y en los junioratos. ¡Peralta e Irache son admirables! Admiración por el P. Mirats y por los PP. Galdeano (Sarriá) y Caballero (Irache), qué tanto cuidan la disciplina religiosa. El P. Orriols y la finca de Igualada. No es posible en el momento político actual la creación de la provincia de Navarra, que sería sin embargo un gran bien. Manera de pensar del Nuncio Pontificio”.

Va pasando el tiempo, sin que cambien las cosas. El P. Del Buono realiza varias visitas al Cardenal Laurenti, tratando de acelerar el fin de la Visita. Y anota en su diario sus impresiones. Así, el 4 de agosto de 1927 anota: “Al Cardenal (Laurenti) no le parece aún oportuno cerrar la Santa Visita. Tiene ganas de hacerlo, y a este propósito dialogará con el Visitador Apostólico para que busque cómo llegar a conclusiones. Al Cardenal le da que pensar el estado de las provincias de España, en las cuales es admirable el desarrollo del trabajo escolar, pero falta el verdadero espíritu religioso, la verdadera observancia de la pobreza. Es lamentable el espíritu de orgullo y de desobediencia”. El 7 de enero de 1928 anota: “El Cardenal (Laurenti) ha pedido al Visitador un memorial de lo que todavía queda por hacer en la Orden. El lunes partirá hacia Sicilia para la visita apostólica a los seminarios. Un proceso de 4 volúmenes a revisar… Mientras tanto en la Orden se impone la solución del Vicariato de España. ¡De este modo no es oportuno continuar! La cuestión de la provincia Navarra, que tiene buen aspecto, habiendo declarado los que la apoyan que quieren crear una provincia modelo de vida religiosa, sin peculio, etc. condiciones poco buenas de las Provincias de España con respecto a la vida religiosa, peculio, vacaciones y viajes al extranjero… falta de toda obediencia, cartas, capítulos… Los superiores están encerrados en sus círculos… los jóvenes esperan su turno. Partidos y persecuciones a los adversarios… Se niega a menudo, sin motivo, el “bien” y el “loable” para la promoción a los cargos… Nuevas propuestas para el nombramiento de Superiores que en este momento sería peligroso poner en ejecución”. Se ve que el Cardenal estaba muy al corriente de las cosas de la Orden.

El 12 de enero de 1928 anota el P. Del Buono en su diario: “Cuestiones que se imponen al estudio de la S. Visita:

1.Casa de S. Pantaleo.
2.Vicariato español: el nombramiento del Vicario corresponde al General; ninguna jurisdicción; dos Asistentes Generales en la Curia Romana.
3.Nueva Provincia Navarra.
4.Revisión de las Constituciones, principalmente del nuevo sistema de elecciones; sobre el vicariato español; sobre la vida común; sobre la obediencia; sobre los privilegios de Hungría (1912).
5.Nueva casa interprovincial española para estudios de teología. El programa de estudios de los religiosos en España ¿está de acuerdo con lo que quiere la Santa Sede?

En la audiencia del martes 10 de enero el cardenal Laurenti habló al Santo Padre de nuestra Visita Apostólica. El S. Padre dijo que no debía perderse su fruto, y que no terminará hasta obtener el fin deseado. El Cardenal dijo que estaba muy preocupado por nuestra Orden, benemérita de la Iglesia por tantas razones. La Institución de S. José de Calasanz sigue siendo moderna. Preocupaciones por España por el peculio y la indisciplina. Algunos de aquellos religiosos incluso poseen títulos de renta; en América muchos hacen dinero… Y la provincia romana… El actual provincial es poco diverso del anterior… Desobediencia del P. Pusino a las indicaciones del Visitador en relación con el Instituto de los Artesanos… Tras fijar los puntos principales de reforma, se podría reunir el Capítulo General, pero ¿qué podría ocurrir en el Capítulo General si asistiera el cardenal Mistrangelo? Que es ciertamente un varón docto y eminentísimo, pero que no debería inmiscuirse en las cosas de la Orden…”.

El final de la Visita se acerca. Escribe el P. Del Buono el 25 de enero de 1929: “Por invitación recibida el día anterior, el P. Vicario va a ver al Cardenal Laurenti, quien de manera muy reservada le informa que el S. Padre (audiencia del 22 de enero) tiene intención de poner fin a la Visita a la Orden, con las siguientes directivas: nombramiento con R.P. del nuevo General y sus Asistentes, para evitar la convocatoria de un Capítulo, en el que podrían intervenir personas no deseadas. 2º, Vida común recomendada a todos, pero obligatoria para todos los que en lo sucesivo reciban nuestro hábito o hagan la profesión. 3º, nuevas Constituciones aprobadas por el S. Padre para un periodo determinado, hasta que se celebre el primer Capítulo, que les dará la sanción definitiva.

Deseos expresados por el P. Vicario al Card. Laurenti, de los cuales dio incluso una nota escrita:

1.Vida Común perfecta.
2.Ratio Studiorum.
3.Vacaciones y viajes al extranjero.
4.Casa de San Pantaleo.
5.Vicariato Español.
6.Eliminar los privilegios de Hungría.
7.Estatuto y disposiciones de la S. Visita Apostólica.

8.El P. General debe enviar una Relación Anual a la Santa Sede”.

Pasa el tiempo, y los religiosos, que ignoran el estado de las cosas, se impacientan, y algunos escriben al P. Vicario. Como el P. Domenico Mosetti, Provincial de Toscana, que le escribe lo que sigue desde Florencia el 15 de marzo de 1929[Notas 19]:

“Amado Padre Vicario, que todos los hermanos desean recuperar el legítimo General ahora lo sabe todo el mundo. Es una grave humillación para todos el sentirse decir de los religiosos de otras Órdenes: “¿Cómo es que aún tenéis el visitador? ¿Qué gravísimos inconvenientes tienen las Escuelas Pías?” Quizás a usted no se lo dicen por respeto, pero es un hecho que los religiosos gritan y dicen: “¡La culpa en gran parte es nuestra! Los superiores de otras órdenes como los franciscanos, los jesuitas, los dominicos, a esta hora habrían armado un gran escándalo, mientras nuestra Curia General y nuestros Provinciales no se han dignado, después de tantos años, a dar un paso oficial”.

Hace ya tiempo el Cardenal Mistrangelo escribió al nuevo Prefecto de la Congregación de Religiosos el Cardinal Lépicier, amigo suyo, rogándole que haga cesar la visita y el cardenal Lépicier le respondió una hermosa carta que nuestro Mistrangelo me hizo leer en la que aconsejaba que nuestro Vicario fuera a verle para decirle que los religiosos desean ardientemente volver a tener, después ya de un septenio, el legítimo Jefe de la Orden. Hay más. Monseñor La Puma ha prometido todo su apoyo.

Estando así las cosas, ¿cómo es posible que estemos sin hacer nada? ¿Qué imagen daremos ante el cardenal Lépicier y ante nuestros hermanos?

Vaya, pues, a ver al Prefecto de la Congregación, y para que pueda hacer mejor su parte, represente las cartas de los provinciales romano, toscano y ligur, firmadas también por sus respectivos asistentes y consultores.

Ayer el Cardenal Mistrangelo me dijo que le escribiría a Usted y al mismo tiempo al Cardenal Lépicier, avisándole de su visita, así que puede ir tranquilamente.

Si un día monseñor Pasetto por casualidad se enterarse de que nosotros nos hemos movido. ¿Qué habría de malo en ello? ¿Es acaso un delito expresar después de siete años de resignación ejemplar - que otros religiosos difícilmente hubieran tenido - el deseo de volver a tener nuestro General? Todos podríamos decir a Monseñor Pasetto: “No se trata de su persona, por la cual tenemos todos una cierta simpatía, pero si sus Capuchinos se encontraran en nuestras condiciones. ¿No cree usted que se haría un deber personal el defender su causa?”

No añado nada más, porque Usted comprende mejor que yo que ya, por el decoro de la Orden, tenemos el deber de hacernos vivos.

Con la firme esperanza de que sea satisfecho el deseo de todos le saludo fraternalmente…”

El P. Mosetti no estaba al corriente de los movimientos que ya Mons. Del Buono estaba haciendo en Roma para conseguir el final de la visita. Pero, efectivamente, junto a esta carta tenemos las otras tres que indica, firmadas por las congregaciones provinciales de Toscana (15.3.29), de Roma (28.2.29) y Liguria (3.3.39).

Cuando el P. Del Buono comunica al Cardenal Mistrangelo el próximo final de la Visita, este le responde con una carta vibrante, fechada el 15 de julio de 1929[Notas 20]: “Deo gratias! No podía enviarme una noticia más alegre. Yo la esperaba. Tuve la prueba en la última audiencia del Santo Padre, después de haberle rogado por décima vez sacar a las Escuelas Pías de la pesadilla de la Visita Apostólica que ya duraba siete años. Le dije: ‘Santo Padre, sea este el regalo que hace a los Escolapios en su Jubileo’. Y me dio buenas esperanzas, mejores que de costumbre. Después fui inmediatamente a Letrán a ver al Cardenal Lépicier [nuevo Prefecto de la Congregación de Religiosos]. Le hablé de mi audiencia y de mi fundada esperanza, y me encomendé a él, ‘porque el Papa está de acuerdo con el Prefecto de las Congregaciones’. Y lo encontré con una bondad singular para con los Escolapios, y me prometió que la prueba de siete años terminaría pronto. El amable y bravo Monseñor La Puma me había prometido que se ocuparía con amor de la práctica dolorosa, y yo estaba seguro. Deo gratias! Y ahora le ruego que vaya a ver a Monseñor La Puma y le agradezca la premura con que ha querido dar la noticia consoladora. Cuando yo reciba oficialmente la noticia, agradeceré personalmente al Cardenal Prefecto y a Monseñor Secretario en nombre de toda la Orden, pues creo que todos estarán locos de alegría”.

Poco antes del final, y sin que estuviera enterado de su próximo término, el P. Clemente Martínez, Provincial de Castilla, escribe al P. Del Buono el 4 de agosto de 1929[Notas 21]: “Mi manera de pensar es bien conocida; consideré siempre que los puntos capitales de la Visita debían ser la supresión del peculio y el arreglo de la Vicaría de España; lo demás será andarse por las ramas y perder el tiempo. Aplaudí lo primero cuando se hizo en esa casa generalicia y pedí al P. Visitador que se hiciera extensivo a toda la Orden, o al menos a España, y se ha hecho y se lo agradezco al P. Visitador, que era el único que podía hacerlo por la autoridad de que está investido y por lo arraigado que estaba el abuso. Lo segundo, lo de la Vicaría de España, también necesitaba arreglo. Tenía un mal de origen, su implantación fue forzada e inspirada por las ideas liberales de la época y la animadversión de los gobiernos para con Roma, y tenía sus vicios. Falta este punto por resolver y debe terminar la visita una vez resuelto. No soy partidario de la supresión del Vicario en España; sería un mal para todos, pero comprendo que debe modificarse. Si estos dos problemas se hubieran acometido al principio, la visita también hubiera sido rapidísima y no hubiéramos estado tanto tiempo en esta situación humillante.” (…) “La Escuela Pía, al menos en España, estaba al principio, lo mismo que ahora, dispuesta a admitir y acatar una reforma; la pedía, la deseaba”

Por fin llega el Decreto N. 4714/25 del 27 de noviembre con el que se pone fin a la Visita Apostólica de nuestra Orden, y se indican medios para la instauración de la disciplina regular en nuestra Orden.

Otro decreto del 27 de noviembre designa y nombra, por esta vez, para seis años, la nueva Curia de las Escuelas Pías, como sigue:

P. Giuseppe Del Buono, Prepósito General

P. Tomás Garrido, Asistente General

P. Serafino Maja, Asistente General y Procurador General

P. Juan Walter, Asistente General

P. Pasquale Vannucci, Asistente General.

Decreto del 27 de noviembre de la Sag. Cong. de Religiosos aprueba y confirma por 7 años las nuevas Constituciones de las Escuelas Pías.[Notas 22]

Con fecha 23 de diciembre de 1929 el P. Del Buono escribe una carta al Papa, agradeciéndole que haya dado fin a la Visita, e informándole sobre la implementación de las normas dadas a la Orden, en el momento de clausurar la visita. Dice lo siguiente[Notas 23]:

“Santidad.

Besando los augustos pies de Vuestra Santidad, se postra humildemente hoy el Prepósito General de las Escuelas Pías junto con sus Asistentes. A todos nos mueve un común deseo, el de expresar al Santísimo Vicario de Cristo nuestro agradecimiento por el amor verdaderamente paterno con el que se ha dignado poner fin a la Santa Visita, y al mismo tiempo prestar solemne y absoluta obediencia a la Suprema Cátedra de la verdad.

Movidos por un sentimiento filial de benevolencia y observancia, nos presentamos a Vuestra Santidad, con todos los religiosos de la Orden presentes de corazón y en espíritu. Queremos decirle que nosotros, todos los Escolapios, con fortuna próspera y adversa, siempre somos hijos de aquel José de Calasanz que, próximo ya a la muerte, a pesar de tener ante los ojos la Orden completamente destruida, envió dos religiosos a la Basílica Vaticana para que ofrecieran el obsequio del padre moribundo y de su amor a la Sede Apostólica. Obrando así nos dejaba un testamento, por el que dejaba a los suyos su integra e incondicional fidelidad al Vicario de Cristo como derecho hereditario. Es para nosotros una gran satisfacción, viendo la admirable benevolencia de Vuestra Santidad para con nosotros, pues decidió terminar la Visita coincidiendo con los días solemnes de vuestro jubileo sacerdotal, qué presentemos a Vuestra Santidad los gozos propios e íntimos de la familia calasancia, y por ello nuestra alma proclama la grandeza del Señor y exulta en Dios nuestro salvador porque su Vicario ha mirado benignamente la humildad de sus servidores[Notas 24].

Considerando vuestra humanidad para con nosotros, nos reconocemos todos vuestros, y nos profesamos súbitos vuestros como unidos por un vínculo, y nos alegramos de que nuestras alabanzas puedan llegar al Supremo Pontífice, que se ha dignado instruir a los escolapios con su mente y honrarles con su autoridad.

Pues Usted, Santidad, al cerrar la Visita Apostólica, nos dio unos conejos muy oportunos, para restaurar la disciplina regular, y promover el decoro de la Orden Escolapia. Por lo cual nosotros, agradecidos a la intención de Vuestra Santidad, recibimos de buena gana las exhortaciones hechas para nuestro provecho, y reconocemos confiadamente que la Visita Apostólica fue dispuesta por la Divina Providencia por medio de Usted.

Estando así las cosas, es obligación nuestra muy grata el proclamar abiertamente que estamos poniendo en práctica al pie de la letra todas las órdenes dadas por la Sagrada Congregación de Religiosos por orden vuestra, y al mismo tiempo nos es grato, para consolar el corazón paterno, que ya ha hemos publicado los decretos correspondientes a la vida común y a los estudios de nuestros jóvenes que en los últimos años de la Visita, por algunas disposiciones que se fueron dando gradualmente, nos iban mostrando el camino.

Ya antes de comenzar la Visita florecían, y florecen aún más en nuestros días, dos Casas centrales de Estudios para llevar a cabo la formación de los clérigos, la de Irache en España y la de Budapest en Hungría. Desde el año 1927 existe en Italia el Juniorato Interprovincial de Florencia. El año pasado se ha creado en España un nuevo juniorato en Albelda para los estudios teológicos. Finalmente, Santidad, ante vuestros ojos están los jóvenes escolapios, primicia del juniorato internacional, que en octubre del año pasado trajimos a la cuna de nuestra Orden, en San Pantaleo, de modo que juniores adecuados de cada Provincia religiosa, estudien cuatro años de teología en la Universidad Gregoriana. Pues aquí, en la Ciudad Santa, donde la perspectiva de la mente se extiende y amplía; aquí, donde junto a la Catedra Suprema de la Verdad, entre jóvenes que vienen de todas las partes, sacerdotes y óptimos maestros, se fomenta con mayor entusiasmo el deseo de saber; aquí, finalmente, donde el Santísimo Vicario de Cristo y centro indeficiente de la unidad católica, queremos formar a nuestros clérigos, para que arraigue más profundamente el sentido de la fe cristiana y la obediencia al Romano Pontífice y se desarrolle de manera más vehemente.

Santidad, este año 1929, en el que sobresalen entre los acontecimientos memorables vuestro Jubileo Sacerdotal y la Conciliación[Notas 25], las Escuelas Pías viven también un gran gozo, y en todos nuestros Colegios o Institutos, donde nos dedicamos con empeño a la educación e instrucción de la juventud, nos invade un sentimiento de agradecimiento y de gozo a los escolapios. Pues, advirtiendo cuánto rastro de luz y cuánto surco de labor dejas tras de Ti en la historia de la Iglesia y en los anales de la Patria, como consecuencia de uno y otro acontecimiento, de los cuales uno distingue y adorna al otro como piedra preciosa, no podemos dejar de dar gracias a la Divina Providencia, que se ha dignado recrear las angustias cotidianas de la solicitud pastoral con ese tipo de consuelos.

Ciertamente durante este año jubilar se han elevado muchas oraciones en todas las casas escolapias por la exaltación de la Iglesia, comprendido el Romano Pontífice, que en la persona de Vuestra Santidad lleva impresos tantos signos de la Divina Providencia. Por lo cual nos alegramos de ofrecer estas oraciones hechas por todos los religiosos y alumnos, que constituyen ciertamente un humilde pero férvido regalo que los religiosos escolapios, llenos de alegría por vivir cerca del dulce Cristo en la tierra, rodeados e inmersos por su amabilidad y cariñosa amabilidad, al Maestro Universal de la Verdad.

Pero queremos presentar también al Santísimo Padre un don sensible, aunque humilde, que creemos no desagradará al Padre. Este regalo es un don reunido entre nuestros alumnos a favor de las Misiones, que son un objeto agradable del celo apostólico de Vuestra Santidad.

Dígnese, pues, Vuestra Santidad, aceptar lo que los alumnos de las Escuelas Pías, caros a Jesús y a Vuestro corazón Paterno, ofrecen al Vicario de Cristo. Dígnese Vuestra Santidad bendecir a los Padres Escolapios, a sus obras y escuelas, y a sus queridos discípulos. Que Vuestra bendición fecunde, Santidad, y fortalezca la obra calasancia imbuyendo el cultivo de la piedad y las letras, para que reciban del Divino Sol incremento y madurez, para que todos los Escolapios se dediquen en todas partes y con todas sus fuerzas a aumentar la gloria de Dios, y a promover el aumento de la piedad y promover los estudios; y, teniendo siempre en la mente el recuerdo del Santo Fundador, y animados por su mismo espíritu, practiquen los principios de la fecunda pedagogía calasancia para formar más fielmente a los adolescentes, y los expliquen detalladamente, teniendo siempre ante la vista los ejemplos de los mayores, que se esforzaron por ejercer en las escuelas la perfección evangélica, como aquel Beato Pompilio María Pirrotti, al que esperamos ver, Santidad, en la lista los santos, como aquel gran milanés, grato a Ti, el Venerable Glicerio Landriani, a quien toda la Orden se esforzará por ver en el libro de los Beatos.

Santidad, inclinados a besar el pie apostólico, rogamos al Señor que siempre estés en nuestro corazón y en nuestros labios, para que de manera más digna y suave podamos tributar al padre de todos y celestial Vicario del Rey nuestro amor y las pruebas de nuestra obediencia.

En Roma, en San Pantaleo, el 23 de diciembre de 1929. Humildísimo hijo en Cristo.”

El ya Prepósito General Giuseppe del Buono comunicó mediante una circular los decretos de la Congregación de Religiosos a toda la Orden, y de toda la Orden llegaron a Roma expresiones de gozo y de felicitación por el final de la Visita y por su nombramiento. La circular, fechada el 22 de diciembre de 1929, decía lo siguiente[Notas 26]:

“Giuseppe Del Buono, Prepósito General de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, a todos los Religiosos de la Orden, Salud en el Señor.

Queridos hermanos,

Por fin llegó el día deseado, queridos hermanos, en el que, por orden de S.S. Pío XI, felizmente reinante, mediante un Decreto de la S. Congregación de Religiosos, podemos contemplar a nuestra Orden, tras recuperar sus derechos originales, devuelta casi al estado de nuestros mayores. Nos apresuramos a comunicaros este gratísimo anuncio, como es nuestro deber, para que leyéndolo os alegréis, y vuestro gozo sea pleno.

Pero os rogamos, queridos hermanos, y os recomendamos vivamente que, terminada la Visita Apostólica, recibáis esta noticia con modestia de ánimo y paz, como la recibisteis en el mes de febrero de 1923. Ante él y las cosas que contiene, todos los escolapios debemos estar prontísimos a seguir la voluntad de Dios, cada vez que la veamos manifestada a nosotros por medio del Supremo Pontífice de la Iglesia.

Recordemos, pues, que tanto en el dolor como en el gozo somos siempre y en todo lugar hijos dignos, no degenerados, de aquel Padre que, estando para morir, envió a la Basílica Vaticana a dos hijos suyos, para que expresaran su obediencia y amor a la Cátedra de Pedro hasta la muerte.

Como conviene que recordemos con gratitud los beneficios recibidos, os exhortamos, queridos hijos, a dar gracias al Señor, dador de todos los bienes, y renovar nuestros votos de entregarnos a nuestra tarea de educar en la piedad y en la formación de los jóvenes con todas nuestras fuerzas, sin ahorrar fatigas.

Además de a Dios, debemos dar gracias a S.S. el Papa Pío XI, el cual, prescribiendo una Visita Apostólica no quiso humillar nuestra Orden o acusarnos de deshonestidad, sino que movido por solicitada paterna y cuidado pastoral hacia las Escuelas Pías y su sublime ministerio, nos invitó a todos a trabajar, para que asentadas sobre la disciplina regular y la vida común, produzcan ubérrimos frutos. Pues, arraigadas en las inveteradas corruptelas y los abusos continuos, no era fácil para los superiores de la Orden encontrar el camino para ellas, y era necesaria la intervención de la mayor autoridad bajo el cielo; una autoridad, diré, que estuviera por encima de todos, superiores y súbditos, y de la que se pudiera creer sin sospecha que no era movida por humano respeto o por deseo de humillar a nadie. Es decir, la autoridad del Santo Padre, Vicario de Cristo en la tierra, cuya benevolencia para con nosotros nunca podremos alabar adecuadamente.

Y tampoco podemos excluir de ningún modo de nuestro agradecimiento al mismo Visitador Apostólico, el cual nos asoció de manera admirable y suavísima para compartir la difícil tarea a él confiada, compartiendo su celo de obispo y el amor a su Padre Seráfico. Me alegro, queridos hermanos, de que al realizar la visita en todas partes fue recibido con respeto y firme observancia. Pues si en algún lugar se le mostró quizás cierta repugnancia fue para que el respeto y la obediencia de los demás escolapios brillaran con luz más vívida.

Unidos así todos virilmente en las oraciones a Dios y en la continuación de nuestro humilde culto y filial amor a la Sede Apostólica, procuremos, hermanos, poner en práctica sin ninguna restricción mental las órdenes del Pontífice, las cuales, digo en verdad, no contienen nada nuevo, nada ajeno a nuestro Instituto, nada que no desearan antes domo deseo íntimo y anhelo expresado los buenos religiosos que, gracias a Dios, nunca faltaron en la Orden Calasancia.

Ahora queremos rogaros a todos que con vuestras oraciones cotidianas os dignéis ayudarnos a nos y a nuestros Asistentes, nombrados para gobernar toda la Orden por S.S. el Papa Pío XI hasta el próximo Capítulo General. Se nos ha encomendado una tarea nada fácil, principalmente en estos tiempos. Se nos ha ofrecido una corona hecha o de rosas, sino de espinas, la cual, obligados por la obediencia a la Sede apostólica, creemos que debemos llevar. Nadie minusvalore a la Curia actual porque sus miembros no han sido elegidos por votación, ni menos aún diga que no confía en ella. Pues su derecho no se basa en la elección, ni en que responda a nuestro propio arbitrio, sino en el voto de obediencia, al emitir el cual prometimos hacer siempre no lo que nos gustara a nosotros, sino lo que mandara la autoridad legítima; no a la persona, sino a Dios representado en ella.

“Pero como vuestra obediencia - y concluiré con palabras del Eminentísimo Cardenal Mistrangelo, querido por todos nuestros hermanos -, concordia, ánimo dispuesto a abrazar todo lo bueno que se refiere a la mayor gloria de Dios, el esplendor de la Orden y la educación cristiana de los niños, pueden aplastar las espinas del camino, nos encomendamos una y otra vez a vuestra caridad de todos, para que nuestras decisiones y obras al seguir las prescripciones de la Santa Sede aprovechen más a nuestra querida Orden.

Cuyo decoro y prosperidad, todos igualmente solícitos buscamos y pedimos a Nuestro Santo Padre José de Calasanz. Se ruega, pues a todos y cada uno de nosotros que, con nuestras fuerzas unidas, nos esforcemos en trabajar con esfuerzos y lágrimas en la viña de la Iglesia de Dios que se nos ha confiado, para que con nuestro esfuerzo reviva, florezca y en todas partes produzca un fruto legítimo”.

Adhiriéndonos a los esfuerzos y cuidados de nuestro Santo Señor el papa Pío XI, que en estos días celebra felizmente su jubileo sacerdotal, y llegando la fiesta de la Natividad del Señor, que esperamos y rogamos al Niños Jesús sea muy feliz para vosotros, invocamos la bendición celestial para cada religioso de toda la Orden.

En Roma, en nuestra casa de S. Pantaleo, el 22 de diciembre de 1929.

Giuseppe Del Buono de S. Felipe Neri, Prepósito General. Giuseppe Tasca de la Madre de Dios, Secretario”.

Se percibe en la circular un cierto temor a que algunos religiosos mostraran su disgusto hacia la Santa Sede o algunos de sus representantes al terminar la visita. Algo que la más elemental prudencia no podía permitir, y el P. Del Buono era bien consciente de ello.

A pesar de los decretos, el tema del Vicariato español, colea aún durante algunos años. El 28 de enero de 1936 el Cardenal Vicario, protector de la Orden, insiste en que se envíe la petición a la Santa Sede para la suspensión total del Vicariato de España (1929) y de los privilegios de Hungría (1910). La petición se presenta a la Santa Sede al día siguiente (Diario).

Veamos, resumidamente, algunos acontecimientos que se habían ido desarrollando durante este periodo.

Italia

Italia venía sufriendo desde hacía tiempo de falta de vocaciones. Y de religiosos debidamente preparados como formadores. Hasta el punto de que el Provincial de Liguria pide al Vicario General de España dos buenos religiosos para maestros del noviciado y del juniorato. La carta es recomendada, en nombre del Visitador, por el P. Vicario General[Notas 27]. Pero el Vicario le responde que España no puede dar, por falta de individuos, maestro de novicios ni de juniores a Italia. Esto no desagrada al Sr. Visitador, que prefiere que sean italianos.[Notas 28]

No era seguro que el Gobierno Italiano no quisiera incautar otra vez las propiedades religiosas, que generalmente estaban inscritas a nombre de religiosos particulares, con los riesgos y complicaciones que ello representaba. Por eso los provinciales italianos deciden crear una Sociedad Anónima de Bienes Estables en Génova, en la cual se inscriben las propiedades escolapias, incluso San Pantaleo. Las cosas cambian tras los Pactos Lateranenses (11 de febrero de 1929) entre Mussolini y la Santa Sede. Reconocida la personalidad de las entidades religiosas, los escolapios se atreven a reivindicar algunas propiedades incautadas sesenta años antes, con diversos resultados.

Durante estos seis años Las provincias mantuvieron las mismas casas que tenían al principio de la visita, no sin dificultades a veces.

El gobierno del P. Tomek comienza poco después del triunfo del fascismo en Italia. Se trataba de una situación delicada: existía el peligro de que los religiosos se manifestaran y actuaran a favor o en contra. La Santa Sede había dado unas normas precisas al respecto, que el P. Del Buono transmite a los provinciales italianos en una circular fechada el 7 de febrero de 1924, que dice lo siguiente[Notas 29]:

“M.R.P. Provincial, La Sagrada Congregación de Religiosos ha comunicado hoy al P. Procurador General que es preciso que los religiosos italianos, en el momento difícil que atravesamos, se abstengan de tomar parte de cualquier modo en la política, evitando también la simple apariencia de actitudes e inclinaciones políticas. Esta es la voluntad de la Santa Sede manifestada por medio de la Sagrada Congregación de Religiosos cuál da también orden a los superiores provinciales de llamar la atención e incluso castigar a los religiosos que no respeten las reglas de la más estricta prudencia y no obedecieran a las órdenes dadas.

En nombre del Rvmo. Visitador Apostólico ruego a V.P. que notifique las órdenes de la Santa Sede a todos los religiosos de su Provincia”.

San Pantaleo

La primera gran preocupación con que se enfrentó el P. Del Buono fue la restauración de la Casa Madre de S. Pantaleo, que el P. Viñas había comprado poco antes de su deposición. Tan pronto como tomó posesión de su cargo comenzó a actuar. Y así a finales de ese primer año puede escribir, con no poca satisfacción, en su Diario (31 de diciembre de 1923): “Este año 1923 será también memorable para siempre en los anales de la Orden porque el 12 de abril se recuperó San Pantaleo para la Orden, para cuya compra el Santo Padre Pío XI, habiendo conocido la promesa hecha por su predecesor Benedicto XV, entregó la suma de 200 mil liras italianas. En el mes de mayo de este año se dio comienzo a la restauración general de la antigua casa de S. Pantaleo por el Arq. Prof. Giov. Battista Milani. Tenemos motivos para lamentarnos, pero tenemos otros muchos para alegrarnos por nuestras cosas y mirar con confianza el porvenir”.

Quedaba un serio problema: la evacuación de la Sociedad de los Excombatientes de las Batallas Patrias “G. Garibaldi”, que ocupaban dos salas de la planta baja, y no querían irse. Al final, tras el pago de una fuerte compensación económica por gastos de desplazamiento e instalación en su nueva sede, se fueron.

Las obras comenzaron por el piso más alto, y luego fueron descendiendo. Lo primero que se hizo fue convertir el tejado en terraza. El 23 de abril de 1924 escribe el P. Del Buono en su Diario: “A las 6. Sobre la nueva terraza de S. Pantaleo. ¡Qué vista y qué sonrisa de cielo!”

Roma estaba creciendo, se abrían nuevas calles, se modificaban otras. Entonces el P. Del Buono escribe: “El P. Vicario escribe, en nombre de la Curia General, una carta al R. Comisario de Roma para pedir que una calle de Roma se llame de San José de Calasanz. Se desearía que la calle estuviera cerca de San Pantaleo, que es el campo de su apostolado con los jóvenes; pero si ello no es posible, que al menos le fuera dedicada una en el nuevo barrio de Monte Mario, dedicado a los ilustres educadores italianos…”[Notas 30]. No tarde en recibir respuesta: “El Dr. Pietro Sommariva, jefe de oficina en la Banca de Italia, visita al P. Vicario en San Pantaleo para comunicare que ayer, 15 de abril, la comisión para la nomenclatura de las calles, ha decidido dar el nombre de San José de Calasanz a la Vía de la Posta Vecchia que va de Sediari a Piazza Massimi. La calle es humilde, pero está en la zona en la que el Santo fundó la obra, con lo que el recuerdo se mantiene más vivo. Orazio Marucchi hizo notar que la calle dedicada al gran santo era demasiado humilde, pero Corrado Ricci, que presidia la sesión, señaló que por eso se adecuaba más a la gran humildad del Santo”[Notas 31]. La placa de la calle se inauguró el 11 de noviembre de 1925.

Otro motivo de gozo para el P. Del Buono fue la instalación del Archivo Histórico, que había estado rodando de casa en casa, por fin quedara bien instalado en San Pantaleo. Escribe el 6 de noviembre de 1925: “Ordenación de nuestro Archivo General en S. Pantaleo. ¡Cómo exulta el ánimo al contemplar finalmente, después de tantas aventuras, todo el material del Archivo, ordenado en las estanterías decorosas y cerradas con cristales! Las estanterías han costado 17 mil liras. Es un gasto importante, pero por fin el Archivo tiene una sede decorosa. Trabaja en la ordenación con entusiasmo el P. Leodegario Picanyol”.

Un objetivo más arduo fue conseguir una comunidad de religiosas para hacerse cargo de las tareas domésticas en San Pantaleo (cocina, lavandería), donde el P. Del Buono, de acuerdo con el Visitador, tenía intención de instalar un Juniorato Internacional, otro de sus grandes logros. Y comenzando por las Calasancias, fueron muchas las comunidades contactadas. Las Calasancias se negaron apoyándose en el expreso deseo de su fundadora, indicado en las Constituciones, de no servir a sacerdotes. Contactó directamente, o por parte del Procurado General Serafino Maja, una veintena congregaciones femeninas[Notas 32]. La mayoría alegaron no disponer de personal. Había una dificultad suplementaria: el Cardenal Vicario no quería que vinieran más congregaciones femeninas a Roma, por lo que había que buscar una congregación que estuviera ya presente en la ciudad. Al fin pudieron nuestros Padres ponerse de acuerdo con las Hermanas de Nuestra Señora Coronada de Mantua, que ya tenían una casa en la ciudad y aceptaron enviar cuatro religiosas para atender a los servicios pedidos. Naturalmente, hubo que prepararles su apartamento (zona actual de comedor, cocina y lavandería), y además abrir una puerta especial a la calle sin pasar por la clausura de los religiosos. Y ahí tenemos la puerta ahora siempre cerrada entre la Vía de la Cucagna y la Plaza de San Pantaleo al pie de la escalera de caracol de la iglesia, por donde las religiosas deberían subir a su apartamento. Otra cosa es que realmente la usaran… Hubo monjas en San Pantaleo hasta los años 80, cuando el P. General Balcells introdujo notables cambios estructurales y personales en la casa.

Una vez terminadas las obras, y con una comunidad femenina de 3-4 religiosas para las tareas domésticas, San Pantaleo estaba listo para acoger el juniorato Internacional. Se enviaron circulares a los provinciales de España y Europa Central para que enviaran algunos juniores, los mejores. Y para que el juniorato fuera más internacional, del juniorato interprovincial italiano de Florencia vinieron también cuatro juniores, que seguirían sus estudios en la Universidad Gregoriana. A primeros de noviembre todo está listo para inaugurar una nueva vida en San Pantaleo.

Y, dentro del conjunto de las obras, la Capilla de la Aparición fue un empeño particular del P. Del Buono. Quiso que fuera un lugar hermoso, además de histórico. Con el arquitecto Milani contrató a quienes fabricaron el artesonado, pusieron mármol en el suelo, hicieron los bancos con madera de nogal, y al pintor Antonino Calcagnadoro, que pintó los tres cuadros nuevos que se ven hoy en sus paredes. Todo esto supuso un gasto extraordinario, que el P. Del Buono quiso compartir con toda la Orden, así que escribió una circular a todas las casas pidiendo una contribución económica. Y fueron muchas las casas y los religiosos que respondieron, aportando lo que podían[Notas 33]. Se hizo una instalación eléctrica adecuada a las necesidades, y en 1929 se instaló un aparato telefónico. Se compraron los últimos espacios para completar la casa (la actual habitación de huéspedes entre la pinacoteca y el ascensor). No fue posible comprar las tiendas de la planta baja en la Vía de la Cucagna, que nunca habían sido de los escolapios.

Provincia Romana

La Provincia Romana tiene dos conflictos con la Congregación General. Uno se refiere a la propiedad de la Casa de San Pantaleo, que había sido comprada en 1923 con dinero proveniente de la venta de la casa de la Curia General y Romana en la Vía Toscana. La Provincia Romana había contribuido fuertemente a la compra del terreno y construcción de la casa querida por el P. Mauro Ricci; en consecuencia, se consideraban propietarios (al menos en parte) de la Casa de San Pantaleo. Ni la Congregación General ni el Visitador Pasetto les reconocieron nunca tal derecho, pero esta falta de entendimiento había sido una de las causas, al parecer, de la Visita Apostólica. Así que había que resolver el conflicto. Al final se encuentra la fórmula, abonando San Pantaleo una suma a la Provincia Romana. Escribe el P., Del Buono en su Diario el 13 de julio de 1929: “Gracias a Dios, se soluciona la controversia de la Generalidad con la Provincia Romana. La Curia General pagará a la Prov. Romana la suma de 125 mil liras. Declaración del Provincial Romano. ¡Alabado sea el Señor, a quien damos las gracias!”

Otro tema de conflicto entre las dos entidades fue el hospicio que el P. Provincial romano, V. Pusino, se empeñó en abrir en un lugar llamado Erzegovina, cerca de Frascati. Sin recibir la autorización del Visitador ni de la Congregación General. Se trataba de un orfanato, en el que había 16 aprendices y dos máquinas para la tipografía. Había que pagar varias deudas, y además la Provincia Romana andaba escasa de personal. Tras numerosos enfrentamientos, y no pocos conflictos económicos, los escolapios dejan la obra. Escribe el P. Del Buono el 18 de junio de 1928: “La acostumbrada cuestión de la Erzegovina. Los PP. Del Signore y De Vito han ido a ver al Sr. Vis. Ap.: carta del P. Pusino al P. Provincial con la que se pide un aplazamiento del cierre del Instituto para aclarar las cuestiones económicas. ¡Una pérdida de 400 mil liras! Los escolapios han devuelto más de 100 mil liras”.

Pero el tema más difícil era el mantenimiento del Colegio Nazareno. Cuando la supresión de las órdenes religiosas en 1866, el Nazareno había seguido funcionando normalmente, porque no era propiedad (y sigue sin serlo) de los escolapios. Según el estatuto de su fundación en 1630 por el Cardenal Tonti, se ocupaban de él los escolapios, pero había al frente un Consejo de cinco personas (de las cuales una era un escolapio) que tomaba las decisiones importantes. El P. Luigi Pietrobono (1863-1960) había estado al frente de él durante cuatro décadas, pero le llegaba la edad de retirase. El Colegio Nazareno ya no era bien visto en el Vaticano, pues tenía un aire demasiado “modernista”. Algunos miembros del Consejo pedían que no hubiera misa diaria obligatoria para los estudiantes, cosa inaudita en un colegio escolapio de aquel tiempo. Era difícil mantener el equilibrio entre Iglesia y Gobierno en aquellas circunstancias, un verdadero quebradero de cabeza para generales y provinciales romanos.

El verdadero peligro llegó en 1926, cuando el Senador L. Montresor, Presidente de la Comisión Administrativa del colegio Nazareno, llama la atención del P. Vicario sobre dos proyectos que se ventilarán por la Comisión Administrativa: el primero, la venta del actual Colegio Nazareno (por 14 o 15 millones) y construcción de un nuevo magnífico instituto en la periferia de la ciudad. Segundo, la parificación del Liceo y Gimnasio. El liceo, a causa de los exámenes que los alumnos deben sostener fuera del Instituto, va disminuyendo y esta disminución preocupa a los profesores y a la administración.[Notas 34] Lo relativo a la parificación podría ser una buena cosa (ajustarse al plan de estudios oficial, con profesores titulados, y de este modo los alumnos recibirían diplomas reconocidos). Pero en cuanto al desplazamiento del colegio Nazareno a otro lugar, los escolapios no querían saber nada. Estaba asociado a la persona del mismo Calasanz, que había sido su rector durante 13 años. Una empresa ofrecía construir un colegio nuevo, con más espacio, en el barrio Nomentano, Vía 21 Ap. Podrían ganar dinero con el cambio. El nuevo colegio sería entregado en 1932[Notas 35]. También el P. Pietrobono era opuesto al proyecto, y para bloquearlo recurrió a sus exalumnos situados en altos lugares, quizás al mismo Mussolini. Y el proyecto quedó bloqueado. El Nazareno siguió funcionando airosamente hasta finales del siglo XX. Pero luego, poco a poco, fue perdiendo alumnos hasta desaparecer, en su aspecto formal. No podemos saber si otro colegio moderno y más amplio, en una zona más populosa de la ciudad hubiera tenido una vida más duradera…

El Colegio Nazareno celebra el III Centenario de su creación en 1930. Escribe el P. Del Buono en su diario el 18 de diciembre de ese año:

“Conmemoración del III Centenario del colegio Nazareno en el Augusteo (a las 17), a la que asiste toda la Curia General y los juniores de S. Pantaleo. Telegramas del S. Padre, de S. M. el Rey y del Duce. En la conmemoración, que resulta espléndida verdaderamente por la participación de tantas personalidades, alumnos y exalumnos, asiste S. Em. el Cardenal Lorenzo Lauri. Hablaron un alumno de 3º de Liceo, el Sr. Giuliano Friz; el prof. Mario Maria Martini, mutilado de guerra y exalumno, e hizo el discurso del III Centenario el P. Luigi Pietrobono. Director Académico”.

Puede verse que el Nazareno gozaba de un gran prestigio en Roma, a pesar de las observaciones negativas que llegaban de vez en cuando del Vaticano.

Nápoles

En la provincia napolitana eran pocos religiosos, y divididos. Sin embargo, se atrevieron a reabrir el Colegio Calasanzio (Largo Donnaregina) para establecer al menos las escuelas primarias. Por supuesto, dada la escasez de personal, el proyecto solo se podia llevar a cabo con la ayuda de profesores seglares, con un escolapio al frente. El 17 de octubre de 1927 escribe el P. Del Buono en su Diario: “¿Cuál será el porvenir de aquella Provincia si los religiosos no se ponen de acuerdo de una buena vez? ¿Y cuál porvenir de la nueva casa de Donnaregina, abierta en octubre de 1926? ¡O las otras casas de Bellavista y Campi, que tienen los medios, ayudan, o bien se hará necesario el cierre con esa magnífica impresión que dejarán los escolapios de Nápoles!” La escuela se abrió y, como veremos más adelante, la provincia de Nápoles levantó cabeza durante varias décadas.

Toscana

La provincia de Toscana tenía varios problemas planteados. El principal, conseguir un nuevo local para las Escuelas Pías Florentinas. La provincia se había visto privada de su edificio tradicional (heredado de los Jesuitas) cuando la supresión de las Órdenes religiosas. Habían comprado un edificio, el Cepparello, que adaptaron como escuela, pero, necesitados de dinero, lo habían vendido, y ahora lo alquilaban. El contrato terminaba en 1925 y debían abandonarlo. Era necesario buscar otro local. Lo encontraron en la Vía Cavour, donde se encuentra ahora. Pero había que gastar dinero en comprarlo, adaptarlo, construir las ampliaciones necesarias… El proyecto salió adelante, porque Florencia siempre vio con agrado a los escolapios, y los florentinos ayudaron a los escolapios.

Pero fuera de Florencia las cosas no iban tan bien. En 1727 la Congregación Provincial había decidido cerrar las casas de Empoli y Volterra, por dificultades económicas (eran deficitarias) y de falta de personal. El P. Del Buono escribe en su Diario el 17 de octubre de 1927, tras una conversación con el P. Provincial de Toscana: “Observaciones generales sobre la Provincia. Sin contar el Instituto de Siena, son 24 los religiosos que pueden trabajar, que dentro de 10 años se podrán reducir a 12. ¿Qué hacer? ¿Se debe continuar con la política pasada de la aquiescencia, o se deben tomar medidas radicales? No basta con cerrar Empoli y Volterra; sería oportuno transformar la Badía Fiesolana y colocar allí los juniores, los novicios, y los postulantes, con filosofía interna y la teología con los Dominicos de Sto. Domingo de Fiesole. El Pellegrino se podría alquilar o vender…” Como cada vez que los escolapios deciden abandonar una obra, se produjeron fuertes reacciones de las poblaciones contra el cierre. Se buscaron nuevos acuerdos con los municipios… Volterra estaba unida a la memoria de nuestro alumno Pío IX; pero al final se abandonó en 1934. En Empoli aún siguen los escolapios en 2021.

Otro problema era el de dar cumplimiento a las órdenes de la Congregación de Religiosos para que las provincias italianas tuvieran un noviciado y un juniorato comunes. El 15 de octubre de 1924 el P. Del Buono comunicó a los Provinciales italianos la decisión adoptada. Decía los siguiente:

“M.R.P. Provincial,

Con decreto del 24 de julio del año corriente, la Sagrada Congregación de Religiosos ha establecido que en Italia las Escuelas Pías tengan por ahora un solo noviciado y un solo juniorato. El primero continuará su vida en Finalborgo, en la Liguria occidental. El segundo en estos días será trasladado a Génova, a los locales alquilados a los PP. Carmelitas junto al convento de Santa Ana. Los jóvenes profesos asistirán a las clases de filosofía y de teología del Seminario Arzobispal y no volverán a la provincia hasta después de la ordenación sacerdotal, después de terminar los estudios, para prepararse allí a obtener aquellos diplomas u otros títulos de estudio que sus Superiores se estimen necesarios.

No se le ocultará a V. R. el gran provecho espiritual que debemos esperar para nuestras Escuelas Pías en Italia con esta nueva organización. Por ello todos debemos esforzarnos para la ejecución exacta de los deseos y de las órdenes de la Sagrada Congregación de Religiosos, con la certeza de que nuestros jóvenes educados seriamente en la piedad, en la disciplina y en los estudios religiosos, darán aquellos buenos frutos y que no se darían ciertamente si se aplicaran como en el pasado casi exclusivamente a los estudios profanos, en abierta contradicción con el espíritu de N.S. Fundador.

La nueva organización y los nuevos cambios de locales implican necesariamente nuevos gastos, que ciertamente no son pequeños, especialmente por el alquiler de los locales y equipamiento del juniorato de Génova.

No es justo que deba hacerse cargo de todo la provincia de Liguria, que ya debe retirar de la escuela y de los colegios a los mejores religiosos y pensar en la creación de un nuevo aspirantado.

Por tanto, es deseo de esta Congregación General que las provincias de Italia, que se aprovechan de esta nueva organización del noviciado y del juniorato, participen en los gastos en el modo que su caridad considere oportuno.

No dudamos de la acogida benévola de nuestros deseos y de nuestras propuestas por parte de V.R., y con benevolencia fraterna rogamos a Dios que por intercesión de N.S. Padre bendiga a V.R. y a sus religiosos”.

Liguria

La Provincia de Liguria no tiene especiales problemas durante este periodo. Sufre, como las demás provincias italianas, la escasez de vocaciones, para va saliendo adelante. Participa, con Toscana en la acogida de los novicios (Finalborgo) y juniores (Génova) italianos. Pero se trata de una situación provisional. Está muy lejana de las provincias del sur y de la Curia General, que quisiera tener más cerca estas casas de formación que, por ser interprovinciales, dependían directamente del P. General.

Europa Central

Bohemia

Era la provincia en una situación más apurada. Escribe el P. Del Buono en su diario el 23 de febrero de 1925: “La prov. de Bohemia envía al P. Vicario por medio del As. de Hungría un catálogo de los religiosos. Son 14 religiosos, de los cuales dos están fuera de la Orden, con 7 casas. Están muriendo… No es posible pensar una vía de salida de esta situación, que es muy anterior a la Guerra Mundial… Son todos de edad, menos uno que tiene 35 años. Los días pasados tuvieron la Visita Apostólica, por un redentorista”. El Gobierno se ha quedado con los centros educativos, al ver que los escolapios no pueden llevarlos adelante. Excepto el Colegio Lauretano de Nikolsburg, con unos 20 alumnos internos, fundado por el Cardenal Dietrichstein de acuerdo con Calasanz. De vez en cuando venden un colegio, como en 1926 el de Benesnov, a la Curia Arzobispal de Praga[Notas 36]. Así pueden ir saldando deudas.

Hungría

La provincia pasaba momentos difíciles. La guerra les ha dejado sin fuerzas, como escribe el P. Provincial Hám a Mons. Pasetto[Notas 37]. Se sienten honrados por el nombramiento del P. Cornelio Szinger como Asistente General, pero lo necesitan en la provincia porque tiene buenas autoridades con las autoridades, y confían en que él pueda salvar el Custodiato de Mernye, una finca de la que hasta entonces la provincia sacaba abundantes recursos para su mantenimiento. En las casas de Eslovaquia y la de Yugoslavia no pueden enseñar los escolapios húngaros, y han sido llamados de vuelta a Hungría. En Rumania pueden continuar trabajando, como una nueva provincia, pero Hungría debe apoyarles económicamente, cosa nada fácil.

Pero el principal problema que tiene la Provincia es la aceptación de la “vida común”, o vivencia de la pobreza según las Constituciones. El P. Szinger, Asistente General, expresa su temor al P. Del Buono de que Roma quiera imponer la Vida Común en Hungría, cosa que, en su opinión, sería la muerte de aquella provincia. Escribe el P. Del Buono: “El buen Padre Szinger no puede entender cómo se puede introducir la vida común en nuestra Orden, en la que ya no entraría nadie más”.[Notas 38]

El Cardenal Laurenti está preocupado por los religiosos de Hungría, como también el P. Vicario. Este procura hablar con quienes pasan por Roma, escolapios (entre ellos el P. Vicente Tomek, que acompaña un grupo de universitarios; el P. Juan Walter, que será Asistente General por muchos años, el P. J. Lukács…) o no (el P. Scredi, General de los Dominicos), sobre el tema. El P. Del Buono trata varias veces del tema con Mons. Pasetto. Escribe en su Diario el 13 de mayo de 1928: “El P. Vicario tiene una larga conversación con Monseñor sobre nuestros religiosos en Hungría. Buenas noticias de aquellos Padres, y especialmente de los más jóvenes. Monseñor espera y desearía que el nuevo Provincial fuera el P. Francisco Sebes de Sto. Tomás de Aquino[Notas 39]. Monseñor recomienda al P. Vicario que sería oportuno que los PP. de Hungría, además de ser maestros, se dedicaran también a la pastoral, y se ocuparan de congregaciones marianas, como hacen los jesuitas, los benedictinos y los premonstratenses en Hungría. Escolapios y jesuitas en Hungría”.

Rumania

La Provincia de Rumania había sido erigida el 20 de junio de 1921, por presiones del gobierno rumano. Con solo cuatro colegios (más noviciado y juniorato) tenían dificultades de personal, pues algunos religiosos húngaros deseaban volver a su patria, mientras que a los rumanos que se encontraban en Hungría el gobierno no les permitía volver[Notas 40]. La primera idea era que constituyeran una viceprovincia dependiente de Hungría, pero el gobierno rumano no la aceptó. Debían constituir una entidad libre de cualquier injerencia extranjera. El obispo de Timisoara pretendía que le pasaran a él la posesión del colegio, para que no lo confiscara el gobierno. Los escolapios no aceptaron la propuesta. En realidad, como se ha visto durante el tiempo del comunismo y después, los obispos rumanos han sido fieles custodios de nuestras casas, que estarían dispuestos a devolvernos si un día nosotros pudiéramos regresar a ese país.

Eslovaquia

Muy pronto el Gobierno Checoslovaco comenzó a intervenir en relación con las casas de Eslovaquia. Escribe el P. Del Buono en su Diario el 10 de abril de 1924: “A las 19 h el Ministro Plenipotenciario de la R. Checoslovaca ante la Santa Sede visita al P. Vicario en San Pantaleo para pedir que nuestros religiosos eslovacos no dependan de Budapest, sino del P. Provincial de Praga”. Existe dudas al principio con respecto a esta posibilidad. La Provincia de Bohemia estaba dispuesta en principio. El P. Provincial de Hungría, A. Hám, escribe al P. Del Buono que creen que la SS no permitirá la anexión a Bohemia, pues apenas pueden mantenerse ellos solos. Son muy débiles. Pero tampoco creen que se oportuno crear una nueva provincia, pues no se reúnen las condiciones necesarias (personal). Por eso proponen que convenza a la Santa Sede que la mejor solución es que sigan en posesión de la provincia de Hungría.[Notas 41] Pero esta es la solución que el gobierno checoslovaco no quería admitir. Y el mismo P. Hám escribe a la Santa Sede el 21 de julio de 1924 pidiendo que, lo mismo que se creó la Provincia de Rumania con 4 casas de Hungría en 1921, se cree la viceprovincia de Eslovaquia con las casas de allí. La provincia de Bohemia no puede asumirlas, por su debilidad, y pasarían a poder del Estado. De las 8 casas, 4 ya han sido cedidas: Podolin y Ruzomberok, al obispo de Szepes; Sabinov a la ciudad; Leva a la comunidad católica de la ciudad[Notas 42]. Eslovaquia será erigida como Provincia independiente, con cuatro casas, en 1930.

Austria

En Viena se presenta una buena oportunidad en 1926. Escribe el P. Del Buono en su Diario el 14 de abril de 1926: “El municipio de Viena ha cedido a los Padres los locales para la escuela elemental, que es necesario restaurar. Es una ocasión que no hay que dejar escapar, porque otra más favorable no se volverá a presentar. Hay entusiasmo en la voluntad de los Padres. Proyecto mínimo de gasto: 50 mil chelines (en liras italianas, 175 mil). Se tiene esperanza: primero, en el Santo Padre; segundo, en un préstamo; tercero, venta de terrenos propiedad de la provincia de Austria”. El P. Provincial Teodoro Till viene a Roma para proponer el proyecto, que al Visitador parece bien. El 20 de abril Mons. Pasetto presenta el proyecto al Papa, que dice que hará lo que pueda, pero desea que el Padre Provincial se dirija también a las casas de la Orden con una circular enviada por el P. Vicario. La ayuda del Papa nunca llegó; el P. Del Buono envió una circular a los cuatro provinciales de España pidiendo que cada provincia contribuyera con al menos 15.000 pesetas. No sabemos si esta ayuda llegó; por suerte los escolapios de Austria consiguen un préstamo en Viena mismo para realizar los arreglos necesarios, y las escuelas primarias de Maria Treu se ponen en marcha.

Polonia

La situación en Polonia no se presentaba tan mal. Con el renacimiento de la nación tras la I Guerra Mundial, había un ambiente de optimismo, abundaban las vocaciones (aunque el discernimiento no fuera siempre el adecuado). El P. Juan Borrell había levantado y mantenido la provincia desde 1903 hasta 1925, pero los superiores ya no se fiaban de él. El P. Viñas había informado negativamente a su sucesor, y este tampoco tenía muy buena opinión sobre él. Los escolapios polacos, por su parte, iban madurando y haciéndose capaces de dirigir las casas y la provincia. Viendo que era necesario tomar alguna medida, en 1925 el Visitador envió como superior a Polonia al P. Francisco Fábrega, de Cataluña, que había sido Vicario Provincial en Cuba de 1919 a 1925, y lo había hecho bien. A finales de octubre de 1925 el P. Fábrega llega a Cracovia, y hace algunas propuestas, como la vuelta del P. Borrell a Cataluña. Se muestra lleno de esperanza y de buena voluntad. Sin embargo, las dificultades del clima, el idioma y el régimen alimentario resultan insuperables para el P. Fábrega, y a los pocos meses de llegar presenta su dimisión, y expresa su deseo de volver a España (como tantos otros españoles antes que él). En su mente surge la idea de que le han enviado a Polonia como castigo, y reclama que hizo su profesión para trabajar en España o en territorios dependientes de España (como Cuba), pero no en otros países. En su obcecación entabla una larga correspondencia con el Visitador y con el Vicario protestando contra la Visita, amenazando con recurrir ante la Santa Sede, hasta que los superiores se ven obligados a sacarlo de Polonia, pero no para que vuelva a España, sino a Cornigliano en Italia, como una especie de castigo. Consigue volver a España a causa de la grave enfermedad de su madre, pero el Visitador ordena que se le envíe a un colegio rural, privado de voz activa y pasiva, y bajo control estricto del rector, que debe controlar su correspondencia y otros contactos. Sólo después de terminada la visita, y tras mostrar su arrepentimiento, se levantaron los castigos al P. Fábrega, que volvió a ser Vicario de Cuba en 1931-34.

Tras la partida del P. Fábrega, (que, por cierto, se retractó con respecto al P. Borrell, cuando ya le habían enviado la obediencia de vuelta a Cataluña, y pidió que se quedara, porque podría hacer un buen servicio con las confesiones), fue nombrado superior provincial el primer padre polaco de la nueva generación, Tomás Olszówska (1926-1931). Y los escolapios recuperaron dos casas que habían pertenecido a los escolapios antes de la invasión rusa, y que ahora se encontraban en territorio nacional: Lida y Szczuczyn (en la actualidad, en Bielorrusia). El P. Borrell, por razones de necesidad, fue nombrado maestro de novicios, y en Polonia siguió hasta su muerte en 1943, consecuencia de la II Guerra Mundial.

España

Durante la Visita Apostólica ocurren varios acontecimientos de importancia en España. El primero es la supresión de la Vicaría General de España. El P. Antonio Mirats (1848-1928), último Vicario General, presentó su dimisión por motivos de edad en 1925. Aprovechando la ocasión, la Sagrada Congregación de Religiosos acepta la dimisión y disuelve la Congregación Interprovincial de España, pasando todas sus atribuciones al Visitador. En principio pareció una buena solución, pero pronto los provinciales vieron que era necesaria una persona que les coordinara y representara ante el Gobierno. La necesidad se hizo más patente cuando se intentó crear un segundo juniorato, de teología, en España. Sin embargo, esta era una de las causas de la Visita, así que mientras duró no se hizo nada al respecto. Ya en 1930 es nombrado Vicario General el P. Valentín Caballero, aunque con unas facultades disminuidas con respecto a sus predecesores. El 14 de febrero de 1930 el P. General Del Buono decreta “Algunas normas referidas al Vicario General de España”[Notas 43], que establecen lo que sigue:

I.La Circunscripción Española, asignada al Vicario General como Delegado del Supremo Moderador, por Decreto de la S. Congregación de Religiosos, 27 de noviembre de 1929, se extiende también a las Viceprovincias de América, por lo que, cuando convenga, se le puede llamar también Vicario General de España y Ultramar.
II.Aunque la propia jurisdicción de Vicarios se limita a los asuntos que se refieren en común a las provincias españolas, sin embargo en cuanto verdadero Delegado del Prepósito General representa a su persona, y en todas las casas de España en las que resida puede impartir la bendición y dirigir la comunidad, a no ser que esté el Prepósito General o algún miembro de la Curia General, y todos los religiosos españoles deben tratarle con el título de Reverendísimo.
III.Todos, tanto los clérigos como los hermanos operarios, antes de ser admitido al hábito y también antes de emitir la profesión, tanto simple como solemne, serán inscritos en un libro especialmente dedicado para esto, y firmarán esta fórmula ante el superior y si puede ser dos sacerdotes testigos: “Prometo de todo corazón y sin ninguna restricción mental, ante Dios y ante los hombres, que abrazaré la perfecta vida común, renunciando a todo peculio incluso tolerado bajo cualquier pretexto, y que todo lo que adquiera de cualquier manera en el futuro pasará a ser bien de la Orden, según los Sagrados Cánones y según el Decreto de la Sagrada Congregación de Religiosos del 27 de noviembre de 1929, por orden de Su Santidad Pío XI, para los religiosos escolapios”.
IV.En las nuevas Constituciones, nº 55, se establece: “En las provincias donde el Gobierno exige diplomas para enseñar, se dispongan de tal manera los estudios que, observando lo que se pide a los clérigos, terminado el curso los alumnos estén preparados para acceder a exámenes públicos, a los que se presentarán en el momento establecido por los Superiores”. El decreto del 27 de noviembre de 1929 establece que “Durante el currículo de estudios de filosofía y de teología los juniores se dediquen diligentemente a esos estudios que están prescritos en el Código de Derecho Canónico. Una vez completado el currículo, lleven a cabo los estudios que parezcan necesarios para la enseñanza o para adquirir los diplomas necesarios”. Como las Constituciones y el Decreto están sancionados por la misma autoridad, la consecuencia es que no prescriben cosas contradictorias. Los decretos no suprimen las disciplinas de bachillerato tal como se estudian en España hasta ahora. Sin embargo, hay que procurar que los jóvenes no se dediquen a estudiar con tal energía que peligre su salud. Por lo tanto, no todos deben someterse indiscriminadamente a los exámenes del liceo, sino solamente aquellos que, dotados de buen ingenio, puedan superar felizmente el peligro citado.
V.Las palabras añadidas al primer decreto: “Será tarea del Vicario General cuidar todas las cosas que se refieran a favorecer los estudios de los religiosos españoles” se refieren directa e inmediatamente a organizar un programa orgánico de estudios para los nuestros, dispuesto desde el mismo postulantado hasta terminado el cuadrienio de teología, con todos los estudios de los nuestros, de modo que que respondan al mismo criterio y al mismo objetivo. Por lo tanto, corresponde al Vicario visitar los postulantados, establecer la disciplina que los postulantes deben seguir y establecer las normas que es se observen uniformemente en todas las provincias acerca de admitirlos, despacharlos y dirigirlos. Sin embargo, los noviciados, a no ser que sean interprovinciales, como los novicios allí no se dedican a los estudios, dependen directamente de los Provinciales.
VI.En lo que se refiere a los estudios superiores de los nuestros, después de terminar el cuadrienio teológico y recibido el sacerdocio, a no ser que trabajen en las casas centrales, será asunto de los provinciales, los cuales pagarán los gastos de los suyos como gastos de la provincia.
VII.En lo que se refiere a la enseñanza primaria de los niños, el Padre General desea que, de acuerdo con los principios de la pedagogía calasancia, se llegue en la medida de lo posible a la unidad orgánica de los programas de estudios, abarcando textos, métodos, procesos y formas que sirvan para producir frutos en la piedad y en las letras que la Iglesia y la sociedad esperan de las Escuelas Pías. Se deja a la prudencia del Vicario General que decida, con los consejos de los Provinciales, de qué manera y en qué tiempo esto se deba llevar a cabo.
VIII.Según las nuevas Constituciones, los rectores de las casas interprovinciales y los noviciados, junto con los maestros de novicios y juniores, son nombrados por el Padre General, a quien también compete el programa de estudios. Pero en España estas cosas corresponderán en adelante al Vicario, a quien compete también designar los profesores de las casas centrales. Además, él tiene el derecho de pedir a los Provinciales las personas para ocupar esos oficios que considere más idóneas para el cargo.
IX.El Vicario General visite al menos una vez al semestre a los estudiantes sobre comportamiento y doctrina, pidiendo para su gobierno relaciones juradas de los prefectos y maestros o profesores, con la información verídica de los demás vocales de aquella casa a los que haya interrogado. Procurará enviar al General un acta con los exámenes y relación de las profesiones.
X.El Vicario, si le parece oportuno, podrá nombrar un Secretario o un ecónomo que lleve vida común en cualquier lugar a donde se dirija, y que celebre la misa a intención del rector de la casa, El Vicario recordara los domingos aplicar la misa por el pueblo por las casas interprovinciales, no por todas las provincias de España.
XI.A los religiosos que quieran viajar de una provincia a otra en España, el Padre Vicario podrá concederle permiso”.

En 1940 es nombrado Vicario el P. José Olea Montes, quien, en 1947, con el P. General Vicente Tomek, ve reducido su cargo al de Delegado General de España, simple representante del P. General en España.

Cuando Mons Pasetto se reúne con los Provinciales de España en 1926 les hace ver la necesidad de un segundo juniorato, de teología. Los provinciales ofrecen las casas ya existentes: el de Castilla propone Celanova, Monforte, Yecla… pero no eran casas nuestras, y resultaba arriesgado invertir en su reforma. A Mons. Pasetto le agradó la oferta de Archidona, pero los provinciales la encontraron muy lejana, como las tres anteriores. El provincial de Valencia propone Eliana, cerca de la ciudad, pero tampoco es aceptado. El de Aragón propone Peralta, pero la carencia de espacio y de agua hacen que la propuesta sea desestimada[Notas 44]. Propone luego la finca de Cascajo, junto a Zaragoza, y la propuesta satisface a todo el mundo. Ya estaba aprobada e iban a comenzar las obras cuando el P. Valentín Caballero informa sobre una nueva oferta, que será la definitiva, Albelda de Iregua, localidad próxima a Logroño. Es una amplia finca de regadío con dos edificios ya construidos, que pueden ser adaptados. A principios de 1928 se compra la finca, y el P. Patricio Mozota, provincial de Aragón, se encarga de prepararla para que ese mismo año acudan allí los primeros 50 juniores, que comenzaron el curso el 1 de octubre, tras acomodar el primer edificio. La construcción quedó terminada el 12 de junio de 1931.

Veamos a continuación algunos temas que surgieron en este periodo en las provincias españolas.

Aragón

Durante este periodo se erige en Aragón el colegio de Logroño (1927), el mismo año que el de Río Cuarto en Argentina. El de Santiago, en Chile, pasa a ser formado, independiente del de Talleres Providencia.

Hay una tensión más o menos visible que afecta durante todo este tiempo, y es la deseada creación de la provincia de Vasconia. Aunque la Sagrada Congregación de Religiosos había dado una respuesta negativa a la propuesta, los religiosos que la habían presentado no quedaron satisfechos. Tanto el P. Vicario como el Visitador estaban a favor de ella, pero comprendían que en las actuales circunstancias (Dictadura de Primo de Rivera) no era viable. Representaba, en la Exposición presentada años antes, el ideal de reforma que la Visita pretendía para toda España, y para toda la Orden. Pero habría que esperar mejores tiempos para llevarla a cabo, y allí estaban el P. Tomás Garrido (Asistente General) y el P. Valentín Caballero para recordarlo. Pero el P. Del Buono no esperó tanto tiempo para corregir otros abusos, y al poco de ser nombrado General reivindicó la persona del P. Caballero nombrándole Vicario General de España; hizo volver de Cuba al P. Picanyol, primero a Cataluña y en 1931 a Roma; al P. Galdeano lo nombró primer Provincial de Vasconia en 1933.

Cataluña

En Cataluña se iba formando un sentimiento regional muy fuerte. Y crece la tensión entre los “españolistas” y los “catalanistas”. Un ejemplo de esta tensión es el incidente sobre la manera de pronunciar el latín. El P. Provincial, Ramón Castellví, escribe el 25 de noviembre de 1926 a Mons. Pasetto diciendo que quiere mantener la pronunciación tradicional, española, del latín; algunos en Cataluña quieren cambiarla por razones políticas, y no se puede tolerar.[Notas 45] Muy poco tiempo después, llegan protestas a Roma, como la del P. Alberto Bertomeu, fechada el 10 de diciembre de 1926[Notas 46]. En Cataluña, dice, se usa más la pronunciación romana, recomendada por las autoridades eclesiásticas. “Se nos quiere convertir en miembros de la “Iglesia española”. Se nos quiere “escolapios españoles”. Y son muchos los que solo se sienten miembros y ministros de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana; son muchos los que se sienten escolapios y como tales miran a Roma y ven en Roma el centro de su unidad”. Esperan un remedio. Sobre este asunto, naturalmente, el Visitador no podía pronunciarse. Lo único que molesta a Mons. Pasetto es que el Provincial hubiera enviado una circular sin someterla antes a su censura.

El incidente más grave que se produce en Cataluña (y en toda España) durante este periodo es la exigencia, por parte de la Secretaría de Estado del Vaticano, de la renuncia del P. Provincial Pantaleón Galdeano y otros dos rectores, que habían sido nombrados en el mes de agosto. Mons. Pasetto, que los conocía de su visita a España dos años antes, y que había consultado en Roma con quienes también los conocían (el Asistente General Tomás Garrido y el P. L. Picanyol) les había nombrado pensando simplemente en el bien de la Provincia. En cuanto llegó noticia a Cataluña del nombramiento como Provincial del P. Galdeano, tiempo les faltó a los “nacionalistas” (algunos sospechaban que incitados por el mismo P. Viñas) para denunciar a las autoridades civiles de Barcelona (estamos en tiempo de la dictadura del General Primo de Rivera) a varios superiores “separatistas”. Vía Nuncio, las denuncias llegaron al Vaticano, y Pío XI dio un tirón de orejas al pobre Visitador, al que mandó ir inmediatamente a Barcelona a comprobar la veracidad de las acusaciones, ya que era él quien había nombrado a los superiores[Notas 47]. Algo de fundamento había en la denuncia, algunos “descuidos” en el uso de las banderas o de los himnos en ceremonias escolares, algunos discursos, algunas actitudes…[Notas 48] Las consecuencias fueron fulminantes: se exigió la dimisión del P. Galdeano a los pocos meses de estrenar su provincialato, y la de otros rectores sospechosos; se exigió la salida de Roma del P. Picanyol (pero no para quedarse en España: lo desterraron a Cuba).[Notas 49] Y de paso lograron desterrar también al P. Valentín Caballero, dignísimo rector de Irache, a Jaca. E hicieron todo lo posible (en particular el Provincial de Aragón, P. Patricio Mozota) por quitar como Asistente General por España al recientemente nombrado y notable P. Tomás Garrido (catalán de Guadalajara) porque años antes había sido otro de los cabecillas del intento de la creación de la provincia de Vasconia. Pero contra el P. Garrido no pudieron, que en Roma siguió como Asistente General hasta su muerte en 1937, gozando del total aprecio del P. Del Buono.

Castilla

La provincia de Castilla tiene durante este periodo un buen número de religiosos para asistir a sus casas de la península. Pero existe el deseo de tener fundaciones en países americanos, como las provincias de Aragón y Cataluña. Les llegan ofertas para fundar en México (Toluca y S. Luis de Potosí). Pero la cosa no va adelante. Sí hace Castilla dos nuevas fundaciones en España: en Granada, Colegio Buen Suceso (1924-1944) y en Santander (1926).

Valencia

De Valencia llegan varias denuncias a la Congregación de Religiosos diciendo que en esta provincia no se vive la vida común. Los superiores guardan mucho dinero. Las comunidades, escandalizadas, sufren hambre. Las Congregación pide información sobre esta acusación al P. Del Buono[Notas 50]. El P. Del Buono responde diciendo que por desgracia las denuncias tienen fundamento, y muchos religiosos, también en otras provincias de España, se quejan de que se da poca importancia por muchos religiosos al voto de pobreza[Notas 51]. En Valencia existe una fuerte división en dos grupos. Tras el capítulo provincial celebrado ese año, Mons. Pasetto y el P. Del Buono están un poco perplejos: no ven a quién nombrar Provincial. Al final se deciden por el P. José María Soto, buen religioso, que hará un buen papel en varios mandatos (1928-1931; 1934-1936; 1939-1946), consiguiendo una paz interna que, superada la Guerra Civil, devolverá la tranquilidad a la provincia.

Familia Calasancia

El P. Del Buono tiene abundantes entradas en su Diario en la que habla de las Calasancias, a las que ayuda a instalarse en Roma. Trató personalmente con Celestina Donati cuando ésta vino a Roma para comenzar la fundación, que al final se llevó a cabo en la zona de Pineta Sacchetti. La primera misa en la capilla de esta obra se celebra el 8 de junio de 1928, y es un escolapio, el P. Alessandro Turchi, capellán de las religiosas, quien la celebra.

Se mantienen buenas relaciones con los Padres Cavanis de Venecia, que cada vez que vienen a Roma se hospedan en San Pantaleo. El P. Del Buono no menciona relaciones con otras congregaciones de la Familia Calasancia. Sale a flote, incidentalmente el tema de la Tercera Orden Escolapia (que podría considerarse precedente de las actuales Fraternidades). Escribe el 2 de marzo de 1926 en su Diario: “El P. Vicario visita al profesor Giulio Salvadori de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, convaleciente de gripe. Charla interesantísima. La Orden Tercera de San José de Calasanz. Necesidad de que resurja en San Pantaleo. Su constitución por obra del P. Filippo Rolleta en San Lorenzino (Testa Spacata) y su vida de pocos años de duración, porque faltó la persona que se ocupase de ella. El P. Rolleta estaba ocupado en otras cosas, especialmente en las nuevas Constituciones de las religiosas Calasancias de Roma. Pertenecían a la Tercera Orden en Roma, entre otros, Monseñor Faberi, Monseñor Enrico Salvadori, prof. Giulio Salvadori, Com. Giuseppe Fornari; el Sr. Franchi de los Cavalieri (Instituto Arqueológico); prof. Pietro Fedele; prof. Constantini (traductor de las epístolas de San Pablo). Las fichas de la Tercera Orden de Roma están en manos del prof. Giulio Salvadori”.

En resumen, podemos valorar positivamente estos 6 primeros años de gobierno (subordinando) de la Orden por el P. Giuseppe Del Buono. Como era un religioso sencillo y bueno, sin ambiciones, se adaptó perfectamente al papel que la Santa Sede le había atribuido en 1923. Se entendió estupendamente con Mons. Lucas H. Pasetto, que era también un hombre amable, muy preparado y que amaba a las Escuelas Pías. Ciertamente la Visita Apostólica resultó un episodio penoso y un tanto vergonzoso para la Orden, que tal vez el P. Viñas hubiera podido evitar actuando con un poco más de prudencia, pero la Visita llegó. Es cierto también que su duración resulto un tanto excesiva, y por eso resultó más dolorosa, pero “los asuntos de palacio van despacio”, y más si es el palacio de Roma. Había que vencer algunas resistencias, como la renuncia al peculio en toda la Orden, y a la supresión de la Vicaría General en España. Había que revisar la adaptación de las Constituciones al nuevo Derecho Canónico; había que implementar la censura en todas las casas. Y para lograr estos objetivos era necesario tiempo.

Además, todo este tiempo sirvió para preparar al P. Del Buono como General de la Orden. Él nunca lo hubiera deseado, pero cuando el Papa le impuso el cargo, lo aceptó con humildad y obediencia. Estaba listo para servir a la Orden durante 17 años más.

Notas

  1. RG 320 B.
  2. Ag 1, 8-9.
  3. Cf. BURGUÉS J., “El Grupo Militar ‘San Sebastián’: una actividad pastoral específica (1923-1943) en San Pantaleo, según el Diario del P. Giuseppe Del Buono”, en ASP 86 (2019), pp. 191-218.
  4. Diario, 8.6.23: “He hablado también con Mons. Serafini (secretario de la S. Congregación de Religiosos) de la restauración de S. Pantaleo y de la dificultad para establecer tantas obras en la casa como se indica en la Circular del Rmo. P. Viñas (12 de abril). y especialmente de las escuelas. Los locales de la planta baja no son adecuados higiénicamente, y establecer las clases en el 3er piso presenta otros graves inconvenientes para la tranquilidad de la Casa General. Dificultad para tener buenos maestros, pues la Provincias ciertamente no enviarían a s. Pantaleo a sus mejores maestros. Por desgracia, aún no se ha olvidado cómo funcionaba didáctica e incluso espiritualmente la escuela primaria de Vía Toscana, en la cual algunos de los niños (como cuentan en el Vicariato) no sabían ni siquiera el Ave María (?!). ¡Y eso que estaba presente allí el P. General! ¿Y si, por ventura, ocurriese algún hecho de inmoralidad justamente en la escuela de la Casa General? ¡Todo puede ocurrir entre hombres! He dicho a Mons. Serafini que para mí era suficiente con instalar en S. Pantaleo la Curia General y, si se puede, el juniorato. Mons. Serafini ha aprobado, y comprendido mis observaciones y temores, y me ha respondido textualmente: “¿Qué quiere, Sr. Vicario?... Han llenado toda Roma con las obras que se se harán en S. Pantaleo, como si quisieran hacer un nuevo Colegio Romano. Tiene Ud. toda la razón, siga su camino y sin decir sus intenciones, haga lo que le parezca mejor en el Señor pro el bien de la Orden. Pero no hable de ello, que todos querrían echarle encima la cruz…”
  5. AGSP Reg. Gen. 257 b, 34.
  6. Se refiere al P. Leodegario Picanyol.
  7. AGSP Reg. Gen. 257 d, 121.
  8. AGSP Reg. Gen. 257 d, 63.
  9. AGSP Reg. Gen. 257 e, 24.
  10. AGSP Reg. Gen. 257 d, 69.
  11. AGSP Reg. Gen. 260 d, 11. Mons. Pasetto no visitó las casas de Europa Central ni las de América.
  12. AGSP Reg. Gen. 257 be, 14. “El objeto de mi carta es la Visita Apostólica. Yo ya sospechaba que las Escuelas Pías estaban en cierto peligro, pero nunca hubiera imaginado que los habitantes se pusieran a destruir su propia casa. Ya antes de que llegará el Visitador, algunos decían abiertamente y con maligna alegría que los nudos vendrían al peine. Yo creía que bromeaban, pero la cosa iba en serio. Interrogados primero los mayores, cada uno terminó ríspidamente. Luego, cuando llegaron los jóvenes, con media hora para cada uno no hubo bastante. Incluso uno (Parodi) le dijo tantas cosas que Monseñor le echó en cara que estaba exagerando. El otro quiso que llamaran de nuevo a uno (Oberti) para que lo confirmara. Otro (Grillo) removió el último capítulo, etc. Varios, entre los cuales los nombrados y otro, (Irione) hablaron de superiores impuestos a las Casas (Carcare, Savona, Finale) como traslados honoríficos (promoveatur ut amoveatur). Hablaron contra el venerando Provincial y casi presumían de ello en público, en la mesa, en presencia del Rector, el cual, en lugar de hacerles callar, con su bondad se puso a reír”.
  13. Ya antes de partir hacia Cracovia, escribió desde Barcelona una carta de respetuosa protesta el 2 de octubre de 1925 (RG 263 a,56): “Mi venerado Padre y amado hermano: con un pie en el estribo para ir de Delegado Provincial a Polonia, le mando estas líneas en que le abriré mi corazón de católico y escolapio. A los pocos días de recibir este escrito, cuando yo esté en Cracovia, deseo que lea a Mons. Pasetto o que le comunique cuanto escribo aquí con cristiana libertad. Acepté pronta y humildemente la obediencia para Polonia, pero dudo aún ahora que en conciencia se me pudiere obligar a tanto. En principio no soy partidario del Vicariato de España, y menos ahora que no ha servido para nada. Pero cuando procesamos existía la Vicaría de España, y tácitamente pensábamos ir a Roma, España y América. Yo estaré ya en Cracovia, si Dios quiere, cuando esta carta sea leída o expuesta al Visitador, con lo que demuestro que personalmente sé obedecer, pero a un hombre asmático, friolento, que ha trabajado 17 años en Cuba por la Iglesia y la Escuela Pía, ni el Visitador ni nadie tiene facultad para quitarle el derecho de renunciar la Delegación Provincial de Polonia, como se me ha hecho a mí. Yo entré en la Escuela Pía porque en ella regía el espíritu amplio, afectivo, sencillo y paternal de S. José de Calasanz. Si pretenden gobernarnos por métodos fascistas, según las palabras de un arzobispo italiano perteneciente a los Salesianos, quizás yo y muchos otros que callan y piensan como yo deberíamos buscar la tranquilidad fuera de la Escuela Pía gobernada por un espíritu que es muy diverso del nuestro, teniendo la plena convicción de que en España la Escuela Pía no necesita visita, no obstante lo que sostengan en contra los Pietrasanta y los Mario. Si el Visitador es un hombre superior de hecho y en realidad, no verá en mi un rebelde, sino un escolapio que lamenta ser gobernado por un capuchino - a quien acato pero no ama - por confidencias y a discreción, y sin ningún conocimiento concreto de los lugares y personas. Quizás no faltará quien me presente al Papa para hablar así, cuando Dios crea llegada la hora; mientras tanto, y no pudiendo renunciar una patente que acato, pero no amo, deseo que vea Mons. Pasetto, a quién acato y a quien personalmente tengo todo el respeto debido, que opino que el mejor paso para la tranquilidad de la Orden es que a los Escolapios los gobiernen Escolapios y no un religioso que no puede entendernos, por lo mismo que su modo de ser es diametralmente opuesto al nuestro. Su Excelencia el Visitador, V. Paternidad, el P. Mistrangelo, varios Obispos y yo mismo sabemos lo que pasa en Roma, y no ignoramos que nuestro Santísimo Padre el Papa no está en el detalle de muchas cosas que pasan en la Iglesia. Al Papa estamos dispuestos a darle la sangre del corazón. Por eso voy a Polonia, porque amo a Cristo y a su Vicario el Papa. Pero a los Pietrasanta y Mario los detesto, y a los que inconscientemente quizás hacen su juego y les ayudan a conturbar y escandalizar las almas pusilánimes, hay que hacerles ver el terreno que pisan. Hoy hablo en nombre mío solamente, tratando de abrir el corazón a los Superiores para que no me tengan más adicto de lo que soy. Me parecería innoble recibir una patente firmada por Mons. Passetto sin decirle que en mi fuero interno no me gusta ser gobernado manu militari, sin derecho a nada, en nombre de Cristo, por un hijo de San Francisco. Si Mons. Pasetto no me hubiera negado el derecho a renunciar, sin derecho para negármelo según mi parecer y el parecer de algunos religiosos y prelados, le habría presentado mi renuncia basada no en motivos de salud, y los tengo reales, sino en la repugnancia que siento a recibir cargos de un superior no escolapio, que gobierna por confidencias, a discreción y manu militari. Si no quiere leer esto a Mons. Pasetto, como es mi deseo, pida audiencia a nuestro Santísimo Padre el Papa, y el Papa, con la luz de lo alto, no verá un rebelde en estas palabras, sino un pobre y miserables religioso, vil gusanillo de la tierra, mil veces pecador, que llora porque los soberbios hacen sufrir a los humildes en nombre del Padre Común de los pequeñuelos. Besando humildemente su mano, me reitero su hermano en S. José de Calasanz. Francisco Fábrega de San Pablo Apóstol.” Una vez en Cracovia, su postura se fue endureciendo, como podemos ver en la cartala fechada en Cracovia el 10 de marzo de 1926 (RG 261, 1926, 2: “La robustez de mi fe no me permite confundir el Papa con el Papado, ni las Sagradas Congregaciones con los miembros que las componen. Dios permitió en tiempo del Santo Padre que el Papa suprimiese la Escuela Pía y que en nombre del Papa un Santo fuese atropellado por el famoso Asesor, pero esto no significa que el Papa y el Asesor y los perseguidores directos del Santo Padre no debiesen luego dar cuenta a Dios, unos de su imprudencia y celo indiscreto, y otros de su malicia. Ahora digo lo mismo: de la Visita que padecemos darán cuenta a Dios desde el Papa para abajo, cada uno según su mayor o menor responsabilidad. Pido constantemente a Dios y al Santo Padre y al B. Pompilio y a la Virgen que me iluminen y que no permitan que me engañe. Estoy tranquilo y en mi corazón no hay hiel para los hombres, sino para sus malas acciones. Tengo motivos internos para pensar que no me busco a mí mismo, pero cuanto más deseo ante Dios y la Virgen evitar lo que no les sea grato, tanto más siento en mí una fuerza viva que me impulsa a respetar las intenciones y, al mismo tiempo, a combatir una Visita que para mí es de Dios como lo fue la del tiempo del Santo Padre. Por eso deseo presentar mi renuncia formalmente, porque me repugna tener un cargo recibido de la Visita. De particular, quizás estaría más tranquilo de conciencia y podría más fácilmente dejar de expresar mi pensar respecto de nuestra triste situación. Cuanto más tiempo pasa, más me repugna todo lo que veo. No exponer mi situación de espíritu me parecería una traición. Sigo en mi cargo por fuerza sin dejar de cumplir con mi deber. Pienso más en la historia que en los tiempos presentes; Dios quiera que la Visita, que hasta ahora no ha hecho sino derribar y descorazonar a los buenos y decapitar la Orden en Italia y en España, dé frutos que me hagan cambiar de pensar. Cuanto escribo puede enseñarlo al Visitador. Como hombre y como religioso respeto su persona y no juzgo sus intenciones. Si es nuestro amigo y ama nuestra Corporación, como dice, que haga como el P. Agustín Ubaldini de la Congregación Somasca, y no pasará a la historia de nuestra Congregación como un Visitador de proceder dudoso, por lo menos”. Tres años de Visita a una Corporación sin crimines son demasiados años. Ahora en Cataluña, y en otros partes quizás, dicen que el P. Comellas no debía decir lo que dijo, pero que alguien con más autoridad, diciendo lo mismo, habría expresado el sentir general.”
  14. Diario, 3.4.24.
  15. Diario, 29.7.24.
  16. Diario, 9 de noviembre de 1923: “En esta sesión se ha hablado también de la introducción de la Vida Común. El Sr. Visitador recordó a los Padres de la Curia que la S. Congregación de Religiosos [mandó] que esta sea introducida en todos los noviciados y junioratos en los que nos observe aún. En el futuro no se podrán abrir casas de noviciado o de juniorato si en ellas no se observa la perfecta Vida Común. Finalmente, el Sr. Visitador recomendó a los Padres de la Curia que prepararan las notas para escribir una carta circular a todos los religiosos de la Orden para explicar, recomendar y ordenar la perfecta vida común.
  17. RG 320 B.
  18. Sal 133, 1.
  19. RG 320 B.
  20. AGSP Reg. Gen. 257 g, 60.
  21. AGSP Reg. Gen. 262 i, 16.
  22. Los dos decretos con que se cerró esta Visita Apostólica el 27 de noviembre de 1929 se encuentran anexos en la Circular del P. Prepósito General Giuseppe Del Buono de fecha 22 de diciembre de 1929 anunciando el final de la Visita Apostólica. Dice el primero: “De la S. Congregación de Religiosos. Nº 4714/25. DECRETO. Como ya ha terminado la Visita Apostólica a la famosa Orden de las Escuelas Pías, esta Sagrada Congregación de Religiosos, para proveer al gobierno de la citada Orden para conservar la disciplina regular según las normas de las Constituciones, después de pensarlo maduramente, por mandato de Su Santidad, por esta vez, ha considerado necesario elegir directamente los Superiores u Oficiales que constituyan la Curia General. A tenor del presente Decreto, se designa y elige: Como Prepósito General: al Rmo. P. Giuseppe Del Buono. Como Asistentes Generales: por la Provincia Romana, al Rvmo. P. Pasquale Vannucci; por las Provincias Italianas, al Rmo. P. Serafino Maja; por las Provincias de Europa Central, al Rmo. P. Juan Walter; por las Provincias de España, al Rmo. P. Tomás Garrido; como Procurador General, al mismo P. Serafino Maja. Todos ellos permanecerán en el cargo durante un sexenio, según lo indicado en las Constituciones, y se esforzarán cada uno en su oficio, para que se observe lo prescrito en el Código y en las Constituciones, de modo que brille el antiguo decoro de la muy ilustre Orden de las Escuelas Pías y todos estén cada vez más imbuidos del espíritu de su Santo Fundador. En lo que se refiere al Vicariato General en España, para que se consolide plenamente la unidad del gobierno según las normas de los SS. Cánones, su Santidad Nuestro Señor el Papa Pío XI, a cuya augusta aprobación se ha sometido todo lo contenido en este Decreto, en audiencia benignamente concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 27 de noviembre de 1929, mandó lo que sigue, para ser observado exactamente: Abrogado el Motu Proprio ‘Singularitas regiminis’ de S.S. Pío X, de fecha 23 de junio de 1904, el Vicario general de España, que debe ser español, será elegido por el Prepósito General con el consenso de sus Asistentes, por mayoría de votos, y permanecerá en su cargo durante un sexenio como Delegado del Prepósito General, y tendrá las facultades sobre las casas de España que le fueren otorgadas por la Congregación General. Quedan bajo la especial vigilancia del Vicario General las Casas Interprovinciales de estudios, y será tarea suya organizar y favorecer todo lo que corresponda a los estudios de los religiosos españoles. Asimismo, moderar lo que se refiera a las provincias españolas en común, con el consejo de los Provinciales españoles; gestionar la administración de los bienes temporales del Vicariato; y por último prestar auxilio y protección a todas las casas, incluso las relacionadas con el gobierno civil. El Vicario General asistirá por derecho y oficio al Capítulo General, para dar cuenta de su oficio al Prepósito General; su puesto estará después de los Asistentes y del Procurador General. En toda la Orden solo habrá un Procurador General. El Vicario General, durante su cargo, tiene el primer lugar en la Circunscripción española; terminado su sexenio, gozará de los privilegios del ex Provincial en su provincia. Todos los religiosos de las Escuelas Pías, incluso los que hicieron sus votos antes del motu propio Singularitas regiminis, deben obedecer por el voto de obediencia solamente al Prepósito General de S. Pantaleo en Roma. Todo lo que no consta en estas normas o estatutos, considérese plenamente abrogado, a pesar de todo lo que se oponga, incluido lo especialmente digno de mención. El presente Decreto crea derecho público, y un ejemplar auténtico debe guardarse en el Archivo de la Orden cuidadosamente. En Roma, Secretaría de la S. Congregación de Religiosos, en la fecha de arriba. H. Cardenal Lépicier, Prefecto”. El texto del segundo Decreto dice lo siguiente: “De la S. Congregación de Religiosos. Nº 4714/25. DECRETO. A causa de las peculiares circunstancias en que se encontraba la Orden de las Escuelas Pías, fue sometida a una Visita Apostólica durante varios años. Pero en los últimos tiempos han rogado tanto y tanto el Rvdmo. Visitador y los Superiores de la Orden que han devuelto la Orden al régimen de prístina y normal observancia regular, de acuerdo con las Constituciones. De modo que el infrascrito Cardenal prefecto de la S. Congregación de Religiosos sometió el asunto a la augusta consideración de S.S. Nuestro Señor el Papa Pio XI, en audiencia del 24 de junio, y Su Santidad permitió que se cerrara ya la Visita Apostólica, aunque con los remedios necesarios y oportunos a poner en práctica para instaurar la disciplina regular y consolidar el bien de la citada Orden. Tras pensarlo detenidamente, la S. Congregación, con la aprobación del Sumo Pontífice, a tenor del presente Decreto pone fin a la Visita, y ordena observar lo que sigue: Obsérvese en toda la Orden la vida común, sin ningún vestuario, como lo llaman, ni uso de peculio o paga, según lo prescrito por el Código del Derecho Canónico, de modo que todo lo que los religiosos adquieran se una a los bienes de la Orden. Esta perfecta vida común esté vigente de manera especial en todas las casas de noviciado y de estudios, y no se admita a nadie al hábito de la Orden si no acepta esta perfecta vida común. Durante el currículo filosófico y teológico de estudios, dedíquense los juniores a estudiar diligentemente los que está prescrito por el Código de D.C. Una vez completado el currículo, hagan los necesarios que parezcan convenientes para enseñar u obtener diplomas. Para seguir perfectamente el currículo filosófico y teológico de estudios, institúyanse casas de estudio provinciales o interprovinciales, a no ser que ya existan; se recomienda especialmente la Casa Internacional de Estudio de S. Pantaleo en Roma, a la que todas la Provincia deben enviar algunos estudiantes. Procuren además los Superiores que los juniores, durante el currículo filosófico y teológico no se distraigan con otros estudios ni den clases en escuelas. Los Superiores vigilen mucho al conceder las vacaciones, que se prohíben absolutamente durante el curso escolar, incluso a la casa de sus familiares. Obsérvese en todas las casas de la Orden los prescrito por los SS. Cánones con respecto a la clausura. Finalmente, para mejor consolidar la tranquilidad de los ánimos, esta S. Congregación ha decidido que la Provincia Romana se aparte de la Casa Generalicia de S. Pantaleo en Roma, una vez los superiores hayan resuelto las cuestiones económicas. Sometidas de nuevo estas disposiciones a la Augusta aprobación de Su Santidad Nuestro Señor el Papa Pío XI, en audiencia celebrada el 27 de noviembre de 1929 concedida benignamente al infrascrito Cardenal Prefecto, Su Santidad se dignó aprobarlo todo. El Rmo. Prepósito General de la Orden haga publicar este Decreto, y procure conservar diligentemente un ejemplar auténtico en el Archivo de la Orden. No obstante todo lo que haya en contra. Roma, Secretaría de la S. C. de Religiosos, en la fecha de más arriba. H. Cardenal Lépicier, Prefecto”.
  23. RG 320 B.
  24. Alusión al Magnificat de María (Lc 1, 46-48).
  25. Los Pactos de Letrán, entre le Gobierno Italiano y el Vaticano.
  26. RG 320 B.
  27. Diario, 11 de septiembre de 1923.
  28. Ibidem, 16 de enero de 1924.
  29. RG 320.
  30. Diario, 27 de marzo de 1925.
  31. Diario, 16 de abril de 1925.
  32. Franciscanas Elisabetinas de Padua, Hermanas de la Caridad de la Ven. Capitanio de Milán, Franciscanas del Niño Jesús, Hermanas Natistinas, Hermanas Pobres de Siena, Hermanas de los Pobres de Santa Catalina, Hermanas del Calvario (Brignolinas), Hermanas de la Caridad del Monte Calvario, Hermanas de San José, Hijas de la Piedad (Santa Clara en Asti), Hermanas de Santa Marta, Religiosas de Savigliano, Hermanas de la Divina Voluntad (Vicenza), Misioneras de María de Turín, religiosas de la Purificación, de la Caridad de Santa María. La mayoría de ellas alegaban falta de personal para justificar su rechazo. Las Calasancias de Florencia, que tantos favores debían a los escolapios en Roma, respondieron que ese no era su carisma: las constituciones les prohibían hacer ese servicio.
  33. Por la casa de San Pantaleo el P. Viñas había pagado al Ayuntamiento 150.000 liras, y otras 19.000 por diversos derechos y tributos (Cf. G. SÁNTHA, Vida del P. Tomás Viñas, en Archivum).. El Papa Benedicto XV había prometido al P. Viñas 200.000 liras para la restauración de San Pantaleo, que luego entregó Pío XI. El arquitecto Milani se queda sombrado al saber que la la Caja Genera sólo dispone de la suma de 550 mil liras depositadas en el Vaticano, producto de la venta de la casa de Vía Toscana. Es mucho menos de lo que él había pensado gastar, por lo que el proyecto de obras debe reducirse. Las estanterías para el archivo costaron 17.000 liras. El pintor Calcagnadoro pide 39.000 liras por los cuadros de la Capilla de la aparición. Las losas de mármol del suelo cuestan unas 25.000 liras, y otro tanto los umbrales en piedra para los marcos de las puertas. Los bancos, de madera de nogal, cuestan 50.000 liras. Estaban además el altar de mármol, los artesonados del techo…
  34. Diario, 23 de marzo de 1926.
  35. Diario, 2 de septiembre de 1929.
  36. RG 308 b, 77. 30.8.26.
  37. AGSP Reg. Gen. 307, 6. 10 de diciembre de 1923.
  38. Diario, 7 de noviembre de 1923.
  39. Efectivamente, fue Provincial de 1928 a 1940.
  40. Diario, 25 de febrero de 1924.
  41. AGSP Reg. Gen. 307, 15. 16 de mayo de 1924.
  42. AGSP Reg. Gen. 307, 16.
  43. RG 320 B.
  44. Sin embargo, el 29 de julio de 1927 se había ya tomado la decisión de establecer el juniorato en Peralta. Decía así la circular dirigida por Mons. Pasetto a los Provinciales de España (RG 320): “A los RR. PP. Provinciales de las Escuelas pías en la circunscripción de España. Cuando por fin brilla la esperanza de completar nuestro juniorato interprovincial en la circunscripción española, por graves causas y con gran daño de la disciplina y formación de los estudiantes, lleva muchos años sin terminar, Nos, con el voto a favor de los cuatro provinciales de España y tras haber pensado y discutido maduramente el asunto con nuestro Vicario General y su Consejo, ordenamos que se lleve a efecto lo que sigue. 1. Constrúyase un nuevo colegio teológico interprovincial el nuestro lugar de Peralta de la Sal. A nadie se le oculta cuánto aprovecho producirá a nuestros juniores el completar el currículo teológico en la misma casa en la que nuestro Santo Fundador nació, y donde se percibe la fragancia de sus sublimes virtudes. 2. Reúnanse cuanto antes los cuatro provinciales españoles con los Padres Clemente Martínez de San José Esposo, Ataúlfo Huertas de la Inmaculada Concepción y Valentín Caballero de San José Esposo en Madrid o en Zaragoza, y de común acuerdo elijan y nombren a dos religiosos escolapios que supervisen la construcción del colegio asiduamente, de modo que responda perfectamente a las normas de la vida religiosa y a las leyes escolares e higiénicas. 3.
  45. AGSP Reg. Gen. 313, 29. El nuevo colegio este separado del Noviciado, de modo que no tenga ninguna comunicación con él. 4. Los gastos necesarios para la obra los debe cubrir la caja del Vicariato de España en San Antonio de Madrid; por ello ordenamos al ecónomo del Vicariato que esta primera vez prepare cuanto antes una suma de 200.000 pesetas. Sin embargo, los Provinciales procuren que no todo el peso de los gastos recaiga sobre la caja del Vicariato, de modo que preparen en las casas y en las escuelas de la propia Provincia contribuciones o colectas, y oportunamente pidan auxilio pecuniario a personas benévolas. 5. Todos deben esforzarse a una para que el nuevo colegio se abra al comienzo del curso escolar de 1928. 6. Mientras tanto, los provinciales de la circunscripción española, teniendo ante la vista las cartas apostólicas de N. S. el Papa Pío XI “Officiorum Omnium” del 1 de agosto de 1922 y “Unigenitus Dei Filius” del 19 de marzo de 1924, preparen el programa de estudios y nos lo envíen. 7. Infórmennos los Provinciales de la ejecución de las presentes órdenes. Rogamos a Dios Omnipotente que, por intercesión de la dulcísima Madre de Dios, Patrona de las Escuelas Pías, y de nuestro Padre José, todo se lleve prósperamente a cabo”.
  46. AGSP Reg. Gen. 262 h, 21.
  47. Diario, 19 de septiembre de 1928: “En la nota a la Santa Sede Mons. Vis. Ap. es acusado de haber hecho nombramientos en Cataluña de separatistas (P. Provincial y algunos rectores), si bien todas las binas estaban formadas por nacionalistas. Los principales religiosos acusados de separatismo en la nota a la S. Sede son el P. Prov. Galdeano; el P. Enrique Murt, rector de Villanova; el P. Alberto Bertomeu, rector de Sarriá; el P. José Tous y otros dos o tres, cuyos nombres no recuerdo”.
  48. Diario, 5 de noviembre de 1928. Mons Pasetto a P. Del Buono: “Hay hechos externos que comprometen al nuevo P. Provincial. Reparto de premios en Sarriá sin poner la bandera nacional. Informe del año escolar… de Cataluña, de España y de otras naciones. Otros repartos de premios: bandera y canto del himno catalán, pero no se toca el himno nacional. El Alcalde retira a su hijo de Sarriá a causa de los sentimientos poco patrióticos que se inculcan allí… Están comprometidos el actual rector de Sarriá y el de Olot. El P. Picanyol y su acción separatista antes de venir a Roma. Elección del Provincial Orriols. Su correspondencia nutridísima (¿?) desde Roma con los separatistas. Divulgación en España del Decreto del 27 de agosto”. Conversación del Sr. Visitador, especialmente con el Cap. General. El Gobierno de España quiere la intervención de la S. Sede para el castigo y alejamiento de los separatistas. Las autoridades no tienen dificultad para un eventual nombramiento del P. Vives.
  49. Diario, 7 de diciembre de 1928: “¡Dura necesidad! La Secr. de Estado ha dado orden al Sr. Visit. para que quite al Prov. de Cataluña P. Galdeano. Y con él, los rectores de Sarriá y de Olot. El Sr. Vis. ha escrito pidiendo sus dimisiones. Se esperan las respuestas. El Sr. Vis. tiene la intención de nombrar Prov. al P. Juan Vives, que está bien visto por las autoridades civiles. El Sr. Vis. explica al P. Vicario la necesidad de obrar así, pues los religiosos incriminados han cometido actos que dan, al menos hacia fuera, apariencia de antinacionalismo. El Sr. Visitador, durante su investigación en España, ha podido ver los documentos secretos, las denuncias (desgraciadamente de escolapios) en los cuales se indicaba la mano oculta que en Roma operaba de acuerdo con los separatistas (P. Picanyol). Por desgracia en Cataluña un pequeño grupo de religiosos ha continuado la persecución contra el nuevo Prov. de Cataluña, P. Galdeano, al que el mismo Capitán General ha definido como “hombre de talento y de gobierno”. Historia del discurso del Bachillerato (1927), cuya publicación no fue censurada por el Capitán General. Sin embargo, ha dado lugar a nuevos rumores, como que está en contra del nuevo plan de estudios del Gobierno. El P. Galdeano habló no tanto en nombre propio cuanto en nombre de la Orden”.
  50. AGSP Reg. Gen. 318, 27. 4 de noviembre de 1926.
  51. Diario, 17 de noviembre de 1926.