General35/La Orden que encontró el P. Del Buono en 1923

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Gobierno Vicarial del P. Del Buono
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La Orden que encontró el P. Del Buono en 1923

El P. Del Buono no había salido de Italia (y tampoco saldrá durante su generalato), y el único conocimiento que tenía de otras provincias escolapias no italianas era a través del trato con los capitulares del capítulo general de 1919, al que asistió como vocal de Liguria. Necesitaría tiempo para ponerse al corriente de los asuntos de las diversas provincias escolapias. Por lo demás, las provincias se comunicaban normalmente con Mons. Pasetto, que le transmitía la información a él cuando lo consideraba conveniente.

Aunque canónicamente estaban unidas a Roma todas las provincias, en la practica la Orden estaba dividida en tres bloques, y cada uno vivía circunstancias diferentes.

El bloque italiano

Estaba formado por cuatro provincias: Liguria, Toscana, Romana y Nápoles, además de la Casa de San Pantaleo. Las dos primeras provincias se encontraban en circunstancias mejores. Las otras dos luchaban por su supervivencia. La primera contaba con ocho casas[Notas 1], la segunda otras ocho[Notas 2]. En general se trabajaba bien en los colegios, pero tenían que luchar duramente para conseguir acuerdos con el municipio, que a veces era dueño de los edificios escolares, y con las autoridades de Educación, para conseguir que los centros fueran reconocidos, con capacidad de impartir enseñanzas y diplomas al final de los estudios. Estos centros, además, presentan otra dificultad: la aceptación de niñas en las clases de secundaria, especialmente cuando no había un centro femenino en la localidad. Los escolapios eran opuestos a la admisión de maestras y de niñas en las escuelas, y hacían todo lo posible por mantenerse en esa situación, claramente señalada en las Constituciones escolapias, pero también, en sentido contrario, en las leyes estatales de educación para centros reconocidos (y financiados) con fondos públicos. En Liguria los colegios más famosos eran los de Cornigliano, Savona, Chiavari y Carcare. En Toscana, las Escuelas Pías Florentinas y la Badia Fiesolana.

Pero el problema más grave en Italia era el vocacional. Había pocas vocaciones, y no todas ellas firmes. No pocos jóvenes pedían la dispensa de votos cuando habían recibido ya una formación a nivel de liceo, o incluso la secularización tras la ordenación sacerdotal. Ya para estas fechas en Italia era claramente imposible mantener un profesorado religioso al 100% en los colegios (cosa que aún se lograba en colegios de España y Hungría), por lo que en el capítulo de gastos había que añadir el salario de los profesores, que representaba una carga considerable. Dada la escasez de vocaciones (y el problema era mayor en las provincias más meridionales) los provinciales italianos comprendieron que no podían tener en cada provincia un noviciado y un juniorato, y decidieron tener casas de formación comunes, para ahorrar personal y dar una mejor formación, con maestros selectos. Los postulantados, en cambio, se formaban en centros propios de cada provincia. Pero entonces surgía otro problema: ponerse de acuerdo en el nivel de formación para acceder al noviciado. Los provinciales, en su deseo de obtener religiosos formados y disponibles, a veces eran poco exigentes en la admisión de los novicios, y algunos llegaban con una base cultural escasa, lo cual causaba no pocos problemas a los formadores más tarde. El P. Del Buono resolvió en buena parte el problema años más tarde con la creación del Calasanctianum de Monte Mario, en Roma.

La provincia de Nápoles tenía solo tres casas[Notas 3], y la Romana seis[Notas 4]. Estas provincias tenían los mismos problemas que las anteriores, pero con una mayor escasez de personal. En Roma era famoso el colegio Nazareno, aunque era gestionado por un Consejo Estatal del que uno de los miembros, de un total de cinco, era escolapio. Dada la oposición entre Iglesia y Estado (antes de los Pactos Lateranenses de 1929), su dirección no era cómoda: era difícil agradar a la vez al Vaticano y al Gobierno Italiano. El colegio de Alatri tenía también cierto renombre. En Nápoles el único colegio que llamaba la atención era el de Bellavista, siendo más bien pequeño.

El bloque de Europa Central

Las Escuelas Pías habían alcanzado un notable desarrollo en Europa Central durante el siglo XVIII, pero los acontecimientos políticos truncaron su desarrollo a finales de ese siglo y tuvieron que pasar muchas dificultades para sobrevivir. Y no todas las provincias lo consiguieron… El P. Del Buono estaba bien enterado, porque en el periodo que estudiamos ahora los provinciales enviaban suficiente información sobre obras y personas cada año.

La provincia más antigua, Bohemia, es la que se encontraba en peor estado. Después de la I Guerra Mundial el Gobierno Checoslovaco había requisado los colegios escolapios que, por lo demás, estaban en franca decadencia desde tiempos anteriores. Los escolapios conservan la propiedad de las iglesias y atienden el culto, pero los religiosos son pocos y van envejeciendo. Tienen algunas vocaciones, que no llegan hasta el final. Se trata de una provincia en franca decadencia, que acabará desapareciendo tras la II Guerra Mundial.

La provincia de Polonia, tras haber casi desaparecido en la segunda mitad del siglo XIX, había resurgido gracias a la voluntad de dos escolapios polacos y otros españoles que habían venido a ayudarles. Su situación había mejorado notablemente tras la I Guerra Mundial, al poder recobrar algunas casas. Las casas de Cracovia y Rakowice, esta un magnífico colegio, gozaban de prosperidad. Esperaban recuperar algunas casas que habían sido expropiadas por los rusos, en territorio ahora polaco. Sin embargo, tenían no pocos problemas internos, por la manera de gobernarla el P. Borrell (que acabó desesperando al P. Viñas), y cuestiones económicas pendientes. Pero Polonia era un país de abundantes vocaciones, y tanto Mons. Pasetto como el P. Del Buono decidieron apoyarla en lo posible, con el envío de nuevos refuerzos extranjeros (P. Fernando Fábrega). Polonia era, además, un país de un catolicismo “sólido”, fiel a Roma, sin los problemas que originaban otras provincias más liberales como Austria y Hungría.

La provincia de Austria había conocido una fuerte crisis desde finales del siglo XIX. Tenía un problema interno: los religiosos no querían aceptar la vuelta a la observancia, respetando la “vida común” relacionada con el voto de pobreza. Habían conseguido mantener las casas de Viena (Maria Treu con el colegio Löwenburg, alquilado a la ciudad; Santa Tecla), Horn y Krems, pero con poca actividad académica. Austria necesitaba ya ayuda de la Orden, y se buscaba recomenzar la historia con una casa de formación en Krems donde reinase la observancia.

La provincia de Hungría era la que más había sufrido con la I Guerra Mundial. El territorio nacional había quedado reducido a la tercera parte. De los 24 colegios que tenía la anteriormente potente provincia, con más de 300 religiosos, solo habían quedado en la nueva nación 10, mientras 4 habían pasado a la nueva nación Rumania, 9 a Checoslovaquia y 1 a Yugoslavia. La guerra, además había arruinado el país; se produjo una tremenda devaluación de la divisa nacional. Los escolapios húngaros, que habían vivido en la abundancia e incluso con cierto lujo antes de la guerra, se vieron obligados a pedir ayuda al resto de la Orden para poder sobrevivir. Los colegios seguían funcionando, pero con grandes apuros, pues las subvenciones del gobierno, también empobrecido, no daban para cubrir los gastos[Notas 5]. Sin embargo, los escolapios húngaros se esforzaron y consiguieron recobrar una situación confortable hasta que llegó la II Guerra Mundial.

Al crearse el estado de Rumania, las autoridades respetaron los colegios religiosos. Pero pusieron la condición de que no dependieran de autoridades religiosas extranjeras, por lo que en 1921 se creó la provincia independiente de Rumania, con los cuatro colegios que se encontraban en el país[Notas 6]. Con el tiempo, como el título de Viceprovincial no satisfacía mucho a las autoridades, hubo que convertir la Viceprovincia en Provincia independiente, aunque no reunía las condiciones para ser una provincia formada, en 1925. Como había un cierto número de escolapios que habían nacido en el país, la provincia mantuvo una cierta lozanía hasta que llegó la II Guerra Mundial, y el país cayó luego en manos del comunismo.

La situación en Eslovaquia era más compleja. Se encontraban en este territorio los colegios más antiguos de la antigua provincia de Hungría[Notas 7]. El gobierno checoslovaco prohibió la enseñanza en húngaro, que se llevaba a cabo anteriormente. Numerosos religiosos se retiraron a Hungría, de modo que los restantes solo podían hacerse cargo de cuatro casas: Nitra, Prievidza, Trencin y Sváty Jur. Cedieron alguno a los obispos para que se hicieran cargo de ellos otros religiosos, vendieron otros. La primera idea que ocurrió al Nuncio de Checoslovaquia en Praga fue que esos colegios se unieran a la Provincia de Bohemia, pero ni esta tenía fuerzas para absorberlos, ni los eslovacos querían saber nada con Praga. Los escolapios de Hungría, legítimos propietarios de los colegios de Eslovaquia, tampoco querían desprenderse de ellos. Consideraban estos cuatro colegios como una Delegación Provincial de Hungría, pero al final tuvieron que ceder a las presiones políticas, y así nació la Provincia independiente de Eslovaquia (que tampoco reunía las condiciones canónicas para ser una provincia formada) en 1930.

El colegio de Nagy Becskerek, en terreno yugoslavo, simplemente fue abandonado.

El bloque español

España contaba en 1923 con cuatro sólidas provincias: Aragón[Notas 8], Cataluña[Notas 9], Castilla[Notas 10] y Valencia[Notas 11]. De la primera dependía además la Vicaría de Sudamérica, con casas en Argentina[Notas 12] y Chile[Notas 13]; de Cataluña dependía la Vicaría de Cuba[Notas 14]. La vida de las provincias españolas se puede calificar de próspera en este periodo anterior a la llegada de la República (1931). El país estaba a punto de vivir bajo la dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930), y bien controlado desde entonces por las autoridades políticas y militares, aunque no faltaban aspiraciones regionalistas en algunos territorios del país, especialmente en Cataluña y el País Vasco. Tensiones que se repercutían en los religiosos de estos países. Pero no faltaban tampoco otro tipo de tensiones: por ejemplo, en Castilla entre los escolapios “burgaleses” o del norte, que acostumbraban a gobernar por ser mayoría, y los “andaluces” o del sur, que manifestaban de vez en cuando su indignación e incluso soñaban con la creación de una provincia sureña (que tardaría décadas en llegar, pero al fin llegó). En Aragón y Valencia existían tensiones entre el grupo “tradicionalista” o de escolapios mayores y el grupo “liberal” de los jóvenes; a menudo llegaban a Roma denuncias de abusos de unos y otros.

Pero el mayor conflicto que había en España al comienzo de la Visita Apostólica era el de los religiosos vasco-navarros y su fallida tentativa de crear una provincia separada de Aragón. Los provinciales de Aragón se habían opuesto siempre a la creación de una provincia nueva con las casas de Navarra y Tolosa en Guipúzcoa, a la que se uniría Bilbao, perteneciente a Castilla y una de sus joyas. Un buen número de religiosos vasco-navarros habían intentado en 1921-1922 la creación de esta provincia, argumentándola con razones de peso. Estas razones aparecían en una Exposición al P. General Tomas Viñas, redactada por el P. Veremundo Erdozain y revisada por los PP. Pantaleón Galdeano, Valentín Caballero, Gonzalo Etayo y Tomás Garrido. Se imprimió en Barcelona en 150 ejemplares, que se enviaron a los religiosos vasco-navarros en octubre de 1921, con la instrucción de que la firmaran y la enviaran a Roma, al P. General Viñas[Notas 15].

El P. Viñas se opuso tenazmente a la creación de la Provincia, posiblemente porque veía que no era el momento apropiado para alentar ideas separatistas en España. Pero llegaron recursos a la Sagrada Congregación de Religiosos, y este pudo ser uno de los argumentos que pesaron a la hora de decidir la Visita Apostólica.

Cuando el P. Del Buono llegó a Roma, la causa estaba (temporalmente) cerrada, pero las tensiones subsistían. La prueba es que el P. Valentín Caballero, Rector de Irache y Maestro de juniores, incardinado en Aragón y originario de Tolosa, en una de sus primeras cartas al P. Del Buono, fechada el 19 de noviembre de 1924, le dice[Notas 16]: “Aprovechando esta ocasión, hablaría a V. P. de nuestro asunto como vasco-navarro, pero temo pueda serle molesto y me abstengo de ello. Lo que sí puedo decir a V. P. es que nuestras intenciones son muy santas. Habrá quienes tengan quizá fines no tan rectos, pero en la inmensa mayoría se persigue el mayor bien de la Escuela Pía en esta región, donde, aparte del crédito que hoy no tenemos, conquistaríamos muchísimas vocaciones”. Idea que repite más adelante, el 2 de febrero de 1926[Notas 17]: “Respecto de nuestro asunto, le vimos (a Mons. Pasetto) muy favorablemente dispuesto; sino que surgen dificultades, siendo quizá la principal, esto es, la que más daño puede hacernos ante el gobierno civil, la acusación calumniosa de que somos separatistas. A Dios gracias, no es verdad y apelan a ese artificio [los escolapios que se oponen] como último recurso, pues ya habían dicho antes que, si de Roma venía la concesión de la nueva Provincia, acudirían al Gobierno y al Rey, acusándonos de separatistas. Deseo que sepa que no hay nada de eso: yo soy español y muy español, y así los demás. Si hubiera alguno, sería una excepción. (…) Buscamos solo la prosperidad de la Escuela Pía, y esa será grande en este país donde salen tantas vocaciones. Por eso todas las órdenes religiosas establecen esta provincia, como los Jesuitas, Franciscanos, Capuchinos, Pasionistas etc. y últimamente los Corazonistas del V. Padre Claret”.

Fue uno de los problemas que el P. Del Buono encontró a su llegada a Roma. En aquel momento trabajaba en Roma como archivero el P. Leodegario Picanyol, destacado catalanista, con gran autoridad histórica, que gozaría de la confianza del P. Del Buono. Tal vez por recomendación suya fue elegido Asistente General por España el P. Tomás Garrido, uno de los promotores de la creación de la provincia vasca, aunque él era de Guadalajara y estaba incardinado en Cataluña.

Notas

  1. Carcare, Savona, Chiavari Della Torre, Finalborgo, Ovada, Chiavari Sordomuti y Artigianelli, Génova Sordomudos y Cornigliano.
  2. Florencia Escuelas Pías, Florencia Pellegrino, Florencia San Giovannino, Florencia Santa Isabel, Badia Fiesolana, Siena Sordomudos, Volterra y Empoli.
  3. Campi Salentina, Calasanzio de Nápoles (con la iglesia de S. Carlo) y Bellavista.
  4. S. Lorenzo in Piscibus (Roma), Nazareno (Roma), Frascati, Poli, Rieti y Alatri.
  5. Los colegios de Hungría en 1923 eran Veszprém, Vác, Kecskemét, Budapest, Debrecen, Szeged, Magyaróvar, Nagykanizsa, Tata, Sátoraljaújehly, y la estación de Mernye.
  6. Cluj, Carei Mare, Sighetul y Timisoara.
  7. En 1923 existían los colegios de Podolin, Prievidza, Sváty Jur, Nitra, Ruzomberok, Sabinov, Semelcbánya, Trencin y Levice.
  8. Aragón tenía en 1923 14 casas: Barbastro, Peralta de la Sal, Daroca, Alcañiz, Zaragoza, Jaca, Tamarite de Litera, Sos del Rey Católico, Molina de Aragón, Tolosa, Tafalla, Vera de Bidasoa, Estella y Pamplona.
  9. Cataluña tenía 20 casas: Moyá, Balaguer, Puigcerdá, Igualada, Mataró, Barcelona – San Antón, Sabadell, Calella, Olot, Tarrasa, Villanueva y Geltrú, Tárrega, Morella, Barcelona – Calasancio, Barcelona – Sarriá, Castellar, Barcelona – Balmes, Caldas de Montbui, Barcelona – Diputación, y Alella.
  10. La Provincia de Castilla tenía en 1923 16 casas: Madrid – San Fernando, Getafe, Villacarriedo, Madrid – San Antón, Archidona, Yecla, Granada, Alcalá de Henares, Celanova, Sanlúcar de Barrameda, Toro, Monforte de Lemos, Sevilla, Bilbao, Linares y Madrid – Calasancio.
  11. Valencia tenía en 1923 10 casas: Albarracín, Valencia, Masía de la Godelleta, Gandía, Yecla, Utiel, Alcira, Castellón, Algemesí y El Grao.
  12. Casas de Buenos Aires, Córdoba – Santo Tomás, Pontevedra y Córdoba – Escuelas Pías.
  13. Casas de Concepción, Santiago – Talleres Providencia y Santiago – Hispano-Americano.
  14. Casas de Camagüey, Guanabacoa, La Habana, Pinar del Río y Cárdenas.
  15. Tenemos un ejemplar en AGSP Reg. Gen. 58 B, 3. Dice lo siguiente: “RMO. P. PREPÓSITO GENERAL DE LAS ESCUELAS PÍAS Rmo. Padre: Un pensamiento, en nuestro concepto noble y elevado, embarga desde hace tiempo las almas de los Escolapios que hemos nacido en el solar de la Vasconia: el de la creación en este país de una provincia escolapia independiente. Para nadie es un secreto la grandeza y sublimidad de la misión escolapia en la sociedad: la modelación de los pueblos según el corazón de Dios por medio de la modelación de la base de los mismos: la niñez. El Ángel de las Escuelas, Santo Tomas de Aquino, había ya demostrado en su Summa Theologica que la enseñanza y educación cristianas eran la primera entre todas las obras de caridad. Y San José de Calasanz tuvo la gloria de implantar en la sociedad la primera institución permanente, por la que los pueblos disfrutasen de tan inmenso beneficio. Aspirar al fomento, difusión e intensificación de la Escuela Pía es, por consiguiente, uno de los anhelos que más deben ennoblecer a toda alma cristiana, e inmensamente a todo religioso escolapio. Para que tal fomento y difusión puedan alcanzar los efectos más seguros y permanentes, se hace imprescindible el concurso de dos circunstancias: la primera es el anhelo ardiente de todos los individuos, sobre todo de los Superiores; la segunda, el mayor grado posible de consonancia entre la sociedad y el conjunto de elementos factores destinados a efectuar la supradicha difusión, por la índole especialísima que a la misión escolapia distingue entre las demás. Toda empresa benemérita de la sociedad, sea humana, religiosa o mixta, tiene como origen y término al mismo Dios; pero es indudable que para su desarrollo cuenta el mismo Dios con el factor humano, al que por lo mismo ha dotado de inteligencia, libertad e iniciativas, dignificándolo con la categoría de causa segunda. Este factor humano, en sus manifestaciones, no está dotado de la uniformidad de la masa total de los hombres, porque no es otra cosa que un conjunto complejo de energías y fenómenos psicológicos, que aparece sumamente variado en las distintas razas y naciones, y aun entre las distintas regiones de una misma nación. Si todos los hombres gozasen de tal uniformidad, una sola legislación bastaría en el mundo; no siendo así, resulta muy natural la variadísima organización de los hombres en nacionalidades y agrupaciones societarias tan distintas como el modo de ser de cada una, restante de a sangre o raza, cultura, idioma, historia, tradición, costumbres y temperamentos. La iniciativa de una empresa de carácter social parte ordinariamente de uno o de un corto número de individuos, fermentando al principio, por necesidad, con cualquier clase de elementos. Al iniciarse su difusión por regiones de distinto ambiente o modo de ser, es evidente que, si se trata de comunicarle un impulso de difusión intensa, se conseguirá mucho más fácilmente con elementos peculiares de cada región, como mejor acomodados al modo de ser de la misma y dotados de esa uniformidad y convergencia que suma las energías; como resultaría lenta y precaria tal difusión empeñándose en poner en acción elementos divergentes que restan energías y producen quizá la paralización o la destrucción de la empresa. Estos impulsos autónomos, no difiriendo entre sí en la esencia, sino en la forma de aplicación de los medios más aptos, pueden muy bien conducir por diversos caminos al fin común, que es el máximo desarrollo de la empresa. Por consiguiente, la multiplicación de provincias religiosas en una Corporación, basada en las consideraciones antecedentes, es evidentemente uno de los medios más poderosos para la difusión de la misma; por el contrario, dejar de realizarla cuando las circunstancias proporcionan ocasión oportuna, por consideraciones o intereses de nivel menos elevado, es trabajar en su propio perjuicio e impedir la realización de esperanzas seguras y de éxitos halagüeños. Los escolapios vasco-navarros, después de haber meditado larga y concienzudamente sobre los extremos de la presente exposición y convencidos de hallarse en trance oportuno para presentarla a sus Superiores Mayores con la esperanza de una protección y éxito favorables, se han decidido a exteriorizar de este modo sus deseos de prestar un gran servicio a la Corporación con la creación de una Provincia escolapia independiente en la región que por el momento llamamos Vasconia y que comprende las actuales provincias españolas de Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra, con elementos propios de la misma y a base de las Casas escolapias en la referida región existentes. Vasconia es un país esencialmente regional; es el pueblo peninsular de caracteres más distintivos e inconfundibles con los del resto de la Península por su raza, idioma, historia, tradiciones, costumbres y temperamento. La división regional ha sido el sello permanente de la Historia Española, sello que no se ha borrado jamás, ni es fácil que se borre a pesar de los tiempos y del progreso, estrellándose siempre contra él los esfuerzos centralistas de varias centurias. Ese modo de ser reconoce causas tan profundas que permiten asegurar que la organización regional será siempre en España el mejor sistema para el progreso de su Historia en todos los órdenes de la vida. Por esta razón, Vasconia es el país más respetado en sus fueros por los mismos poderes del Estado. Existen en la actualidad elementos propios más que suficientes en Casas y personal para organizar una provincia independiente en la Vasconia, país de extensión y población bastantes para desarrollarla con brillantez en lo futuro. Cataluña comenzó a vivir con seis casas y cincuenta y seis religiosos; Castilla con cuatro casas; Valencia con tres, Vasconia podría contar con seis Casas y más de cien religiosos. Es un rasgo de los más característicos del pueblo vasco-navarro el cariño, interés y confianza singular con que mira todo lo suyo, así como el recelo para con lo que no lo es. El día que viera educando sus niños a escolapios nacidos en su solar amado, abriría su alma y corazón a la Escuela Pía, considerada desde aquel momento como cosa suya y como elemento el más poderoso para su desarrollo. Las clases acomodadas darían sus hijos a vestir la sotana calasancia, como los han dado siempre a la Iglesia y a las demás Corporaciones ante la perspectiva de verlos brillar dentro de los confines del solar vascongado. Está hoy reconocida por todos los pedagogos la necesidad de introducir las lenguas regionales en la enseñanza de los primeros grados. La mitad de Vasconia habla el euskera, habiéndose iniciado por todos los elementos culturales un formidable impulso para extenderlo y cultivar su literatura, precisando por esta razón maestros euskaldunas. Es positiva la tendencia de la pedagogía moderna a nacionalizar la enseñanza. Es igualmente una realidad notoria el impetuoso movimiento regionalista y nacionalista de los pueblos, del cual participa la Vasconia. La enseñanza y educación cívicas, parte integrante de toda misión educativa, por necesidad han de ser ejercidas por los hijos del propio país. Es el punto principal, la razón más poderosa que inclina la balanza en pro de nuestra aspiración, porque toca en lo íntimo del corazón de un pueblo, a quien se trata de educar. Un país, un pueblo, jamás puede comprender en este punto a un pueblo distinto, porque para comprenderlo necesita partir de su propio modo de ser como norma para juzgar al otro, y siendo distintos, equivaldría a medir extensiones con el kilogramo, sería semejante a la paradoja de encargarse de enseñar la Historia Sagrada o la Doctrina Cristiana a los ateos, de cuyos labios saldrían aquéllas convertidas en vilipendio. Es imposible a los extraños enseñar o infundir amor a un país que no es el suyo, infundir cariño a sus fueros, devoción a su historia y a sus héroes, perseverancia en sus seculares tradiciones y costumbres, respetar su temperamento, siendo por el contrario un fenómeno de la realidad el que un extraño trabaja consciente o inconscientemente en violentar el carácter de sus educandos para acomodarlo al suyo propio, originando conflictos entre maestros y discípulos y entre los mismos maestros cuando conviven de países diversos, conflictos que no pueden producir sino resultados desastrosos. La era de progreso general en que la Vasconia ha ingresado en nuestros tiempos permite considerar el momento presente como el más crítico y oportuno para realizar nuestra aspiración. Todavía no existe en ella Corporación alguna docente formalmente extendida y que sea genuina del país; más tarde, llegaríamos a deshora, impidiéndose de este modo un rápido progreso de la Escuela Pía. Abrigamos la convicción íntima de que Vasconia llegará en época no muy lejana a ser uno de los florones más preciados de la Escuela Pía. Vasconia es un país de vida religiosa intensa en la masa total de sus habitantes. Desde las cumbres de Begoña, Aránzazu y Aralar, atalayas celestiales de la Euskalerría en que la Reina de los cielos y San Miguel in Excelsis defienden y vigilan los ámbitos todos de Vasconia, hasta la humilde ermita que reposa tranquila sobre la loma en cada una de sus innumerables aldeas, todo respira fe, religiosidad humilde, sólida y sincera, todo respira el perfume de sus tiernas costumbres patriarcales. El turista despreocupado y escéptico se conmueve y emociona, como transportado al centro de los tiempos medievales. El sacerdote es el rey de sus feligreses. Diríase que la majestad de sus montes enseña a sus moradores una perpetua y profunda veneración a la Majestad de Dios; que el amor con que aquellos acogen en su regazo los pintorescos y apacibles valles les inspira una confianza segura y un tierno amor a la Divinidad y a sus semejantes. Tan sólida religiosidad es la base formidable del sinnúmero de vocaciones que siempre ha dado, está dando y dará a la Iglesia de Dios y a todas la Corporaciones existentes. Y la Escuela Pía sería por consiguiente el muro inexpugnable que guardaría para siempre el país contra las asechanzas de la impiedad que intentase invadir sus fronteras. Aragón, en cuya provincia viven adscritos la mayoría de los Escolapios vasco-navarros, es un país que, en su modo de ser, no tiene nada de común con la Vasconia, si no es lo poquísimo que resulta de la comunidad de sus fronteras. Las pocas veces que en el decurso de la Historia se han unido ambos países, ha sido con unión puramente político-feudal sin injerencias mutuas de carácter. Uno de estos dos pueblos no puede tener nunca la disposición y adaptabilidad necesaria para acomodarse al modo de ser del otro. Un individuo en particular podrá llegar a conseguir esto y hasta llegar a ser muy benemérito del otro país; todos en masa jamás alcanzarán este resultado sin dejar de ser lo que son, esto es, sin identificar su modo de ser con el del otro pueblo, resultado imposible cuando no existe entre ambos otra comunicación que la de educadores con educandos. Por esto, la Escuela Pía de Aragón en su país; la de Cataluña, Castilla y Valencia en el suyo, ha realizado progresos que hoy todos admiramos; como los obtendría en Andalucía con andaluces, en Galicia con gallegos y en Vasconia con vascongados. De haber actuado siempre con elementos extraños, más todavía con elementos mezclados, no hubieran producido sino la languidez, la paralización o quizás el exterminio. Si la historia del pasado ha de ser maestra del porvenir, la creación de la provincia de Vasconia es un corolario sencillo de la marcha progresiva de la Escuela Pía. San José de Calasanz, primer modelo a imitar en este punto como en todos, organizó cuantas Provincias le fue posible, apenas dispuso del mínimum de elementos en Casas y personal en los distintos países regionales de Italia y de fuera de Italia: Roma, Nápoles, Génova, Cerdeña, etc. Los PP. sardos, ayudados por elementos españoles, fueron los fundadores de los primeros Colegios de España. Nadie ignora los rozamientos y disgustos consiguientes acaecidos en los albores mismos de la Escuela Pía española, debido en gran parte a esa mezcla de elementos cuyo desenlace fue el abandono de España por los Padres sardos y la resurrección de la Escuela Pía por la abnegación de los españoles en pro de su patria y en medio de las mayores dificultades. De haber hecho caso en todo a los PP. sardos, no existiría la Escuela Pía de España. Una Circular del Rmo. P. General Antonio Ginés en 1711 declaró a España Viceprovincia independiente. En 1731 un Decreto del Rmo. P. General Juan Crisóstomo Plana, a instancia de todos los españoles, la erigió definitivamente en provincia; todo sin rozamientos ni resquemores de ninguna especie. Extendida después la Escuela Pía por diversas regiones, los PP. de Cataluña presentaron al Segundo Capítulo Provincial de España celebrado en Madrid en 1741 razonada exposición por la cual pedían la creación de una viceprovincia independiente con las seis Casas y los cincuenta y seis religiosos de su región. El capítulo, presidido por el M.R.P. Agustín Paúl, nemine discrepante, accedió a sus deseos, decisión confirmada por el Capítulo General Romano de año siguiente 1742. En el Capítulo General de 1751 fue decretada su elevación a provincia. El año 1753 un Decreto del Rmo. P. General Paulino Chelucci separó de Aragón los cuatro Colegios de Madrid, Villacarriedo, Getafe y Almodóvar, erigiendo con ellos la provincia de Castilla, cuyos religiosos agenciaron esta determinación acudiendo directamente al Prepósito General de la Orden. La forma del procedimiento originó largos y serios contratiempos entre ambas provincias por parte de los empeñados en oponerse a un hecho que ahora miramos como muy natural y que la final tenía que suceder. Finalmente, en 1826 una Circular del Rmo. P. Vicario General de España Joaquín Esteve formó, contando con la voluntad de los religiosos, la Viceprovincia de Valencia, erigida en provincia (1830) por otra circular del Rmo. P. Ramo, Vicario General de España, sin contratiempos de ninguna especie. Del breve bosquejo histórico anterior se puede fácilmente deducir: 1º Que todas las provincias españolas pueden considerar, venerar y respetar a la provincia de Aragón como núcleo y madre de todas ellas, de la que, sin embargo, se separaron como los hijos mayores de edad se separan de la tutela paterna. 2º Que los individuos de una región peculiar han tenido siempre una aspiración natural a emanciparse, aspiración secundada con agrado por los Superiores Mayores de la Orden, como medio para hacer prosperar la Corporación. 3º Que los únicos contratiempos han venido solamente por apreciaciones erróneas de mal concebidos intereses, celos mal entendidos, conservación de intereses creados y otras semejantes. 4º Que sobre las varias razones en que se pudieron basar los religiosos para la separación de las provincias aparece una capital, más o menos velada por la delicadeza y el respeto: la razón de la diferencia de caracteres entre los individuos de distintas regiones, como obstáculo insuperable para el desenvolvimiento de nuestra misión. El ejemplo de la táctica que otras Corporaciones vienen observando en la región de Vasconia debe pesar mucho en el lado favorable de nuestra aspiración. Sin ser tan decisiva la influencia de otras Órdenes religiosas en la sociedad en lo referente a la índole de su misión especial, varias de estas (PP. Capuchinos, Redentoristas, etc.) han constituido provincias independientes en Vasconia; y otras que no han llegado a este extremo procuran, en sus posibles, formar sus comunidades con religiosos del país, poseedores del euskera. A principios de la presente centuria formaban los PP. Capuchinos una sola Provincia con Vasconia, Aragón y Cataluña. Cataluña y Vasconia aspiraron simultáneamente a separarse, y bastó una simple manifestación de voluntades para realizarse la separación sin el menor incidente, quedando Vasconia independiente con una sola Casa en Aragón por tres o cuatro individuos de este país. Para nadie es un secreto la vida próspera, la estimación general, el ingreso en ella de los hijos de las familias más acomodadas, la vitalidad con que se desarrolla en el país vasco-navarro la Orden de los PP. Capuchinos. La separación de Vasconia no puede suponer perjuicio ni desdoro para Aragón, su provincia madre, ni en el orden económico, ni en sus intereses morales. Según lo expuesto, sus intereses morales pueden quedar hasta en vías de mejorar; en el orden económico puede quedar en el mismo estado, pues la importancia de las Casas separadas no aventaja a la del resto de la provincia; el número de individuos en disposición de separarse guarda relación exacta con el de las cinco Casas de la Provincia sitas en Vasconia; ambos números son el 23% del total de la Provincia; a separarse lo hacen con los correspondientes derechos, cargas y obligaciones. Vasconia tomaría a su cuenta a manutención y demás obligaciones para con los vasco-navarros del postulantado, noviciado y juniorato. Los gastos hechos por Aragón con ellos hasta el momento de la separación quedarían compensados más o menos con la cuota contributiva que estas Casas de Vasconia habrá proporcionado en la cantidad que les correspondía antes de la separación; además, por algo se han de apreciar los servicios de gran número de vascongados prestados a Aragón durante veinte años sin haber invertido esta provincia gasto alguno por ellos en la carrera. Mas, si se demuestra resultar ser deudora de alguna cantidad, Vasconia no se negaría a una justa compensación. La Casa de Bilbao, de la provincia de Castilla, podrá pertenecer a Vasconia, después de resolver las dificultades que por su situación especial podrían surgir en este punto. Declaramos en conciencia ser las que anteceden las únicas razones que nos mueven a hacer la presente exposición. Manifestamos nuestra confianza en que ellas pesarán sobremanera en el ánimo de todos nuestros Superiores, en especial en el de nuestro Rmo. P. Prepósito General, para realizar un designio cuya perspectiva aliviará su corazón y el de la Escuela Pía entera, a la cual representa, atribulados por las catástrofes escolapias de Hungría, Bohemia, etc. S. José de Calasanz desde el cielo se alegrará a ver que, si se han cerrado las puertas escolapias a tantísimos inocentes niños de las naciones oprimidas por tanta desventura, se preparan en compensación horizontes halagüeños para su amado Orden en un país feliz hasta el presente por la misericordia de Dios, donde los niños vascos a una con sus maestros calasancios darán frutos exuberantes y gloria a Dios y a la Escuela Pía. Nos conforta la esperanza de que los Superiores presentes no se dejarán superar en tan noble emulación por aquellos antiguos organizadores de las ilustres provincias españolas, sino que removerán o evitarán con suavidad cuantos tropiezos pudieran atravesarse don peligros más graves, si cabe, que los que entonces pudieron surgir. Concretamos, finalmente, nuestra exposición, suplicando con la debida humildad y respeto, pero al mismo tiempo con la convicción íntima de la justicia que nos asiste, al Rmo. P. Prepósito General de las Escuelas Pías, nos atienda benignamente y realice las gestiones necesarias ante la Santa Sede para conseguir para la fecha de los Capítulo Provinciales próximos de España la creación de una provincia escolapia independiente con los Colegios de Pamplona, Tolosa, Tafalla, Estella, Vera y Bilbao, sitos en el país vasco-navarro y con religiosos naturales del mismo país que tengan voluntad de pertenecer a la misma. Dios guarde a S. Rma. por muchos años. Los religiosos vasco-navarros”.
  16. AGSP Reg. 264 a, 10.
  17. AGSP Reg. 264 a, 12.