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Schlackenwerth (fundada en 1666)
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HB23B/Historia de la Casa de Schlackenwerth
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Historia de la Casa de Schlackenwerth

(Arch. Gen., Reg. Prov. 52 B)

Después que el Serenísimo Duque de Sajonia-Lauenburg, Julio Enrique, emigrara de Sajonia a Schlackenwerth (ciudad situada en Bohemia), tras haber obtenido el derecho hereditario después la muerte de su hermano mayor en la guerra con los suecos en Sucidnicin, quiso construir un mausoleo en una parte de la fortaleza y el jardín donde corrían admirables cursos de agua, donde en el futuro descansaran sus huesos y los de sus descendientes, y sobre este mausoleo mandó construir una capilla. Se trata de la Capilla de la Santa Cruz, consagrada por el Eminentísimo Arzobispo de Praga el Cardenal Ernesto de Harrach el día de la Exaltación de la Santa Cruz del año 1663 con el título de la Santa Cruz, para dar culto a Dios en primer lugar, y luego celebrar la memoria del Serenísimo perpetuamente, con una misa cada viernes del año. Para esta carga hizo una fundación que da 39 Florines de modo que un sacerdote celebrase la misa, y después de él la paguen los herederos. En principio pensaban que esta tarea con la carga se la podrían encargar al cura del lugar, pero al final ocurrió que la esposa del Serenísimo Duque, Ana Magadalena Popplin, oriunda de la serenísima familia Lobkoviz, decidió construir junto al templo una casa para religiosos que cuidaran del mismo y además propagaran la fe católica.

Los primeros que llegaron en el mes de mayo de aquel año fueron los Padres Capuchinos. Su Padre Provincial fue a ver el lugar y la capilla, pero tenía que hacer un largo viaje, así que el negocio no se concluyó. Mientras tanto el Serenísimo Duque enfermó gravemente y para recuperar la salud pidió que lo llevaran a las termas de Kirschberg, y en el camino su Serenísima Esposa se desvió a la fortaleza de Suolinives, que está a media milla de Schlan, y Doña Margarita Polexyna Fitz Kauin de Liliengerg, meritoria patrona de nuestra fundación, pidió a nuestros Padres de Schlan que fueran a prestarle los auxilios espirituales al Serenísimo Duque. Cosa que se hizo inmediatamente, pues, en aquel lugar el P. Agustín de S. José, con el cual el Serenísimo habló abundantemente de nuestro Instituto, y como corona de lo hablado, el huésped dijo: “Considero que vuestra Congregación de las Escuelas Pías es digna de que en nuestro siglo alguna persona prudente la favorezca, proteja y propague”. Estas palabras tuvieron un gran influjo en el ánimo de su Serenísima Esposa, que pensó en fundarnos a nosotros en lugar de los Capuchinos. Luego el P. Agustín, para ganarlo más a favor suyo y de nuestro Instituto, pidió permiso tanto a sus superiores como al Excmo. Conde Martinitz, nuestro fundador de Schlan, para acompañarle a las termas de Kirschberg.

Aconsejaba además como gran patrona para nuestro Instituto a la Serenísima Dñª. María Benigna, viuda del Príncipe Piccolomini e hija de nuestros Serenísimos Fundadores, de la que nuestro P. Agustín era confesor, como de su Serenísimo Padre Julio Enrique, la cual había sido persuadida por las palabras de su difunto esposo el Príncipe Piccolomini a que pensara en hacer una fundación para nosotros en Nachovia, y le prometió que le recomendaría con todas sus fuerzas en que pensara en esa fundación. Ocurrió además que la Regente Doña Margarita Polexyna Fitz Kauin de Liliengerg, mujer sagaz y prudente, aunque favorecía muchos a los PP. Capuchinos, comparándolos con nuestro Instituto, intentó persuadir a la Serenísima Fundadora a favor de las Escuelas Pías. También nos favoreció y colaboró mucho con nosotros D. Juan Gaspar Wedl, chambelán del Serenísimo Duque y más tarde senador y cónsul de Schlackenwerth, el cual paseando por el condado al Serenísimo Duque a solas con el P. Agustín en una antigua carroza, hizo todo esfuerzo para convencerlo a favor nuestro, y para desviar de la ciudad a los PP. Capuchinos mendicantes.

Así, pues, con estos favores y en primer lugar con la ayuda de Dios, de vuelta a la citada fortaleza de Suolinives, dijeron que querían hablar y hacer muchas preguntas a nuestro P. Provincial acerca de nuestros ejercicios y fundaciones. El P. Carlos de Santa María, Provincial de Germania, llegó poco después para satisfacer el deseo principalmente de la Serenísima, pero de nuevo se puso gravemente enfermo el Serenísimo, que residía en Praga, por lo que el deseado diálogo tuvo que posponerse. Mientras tanto, como al P. Provincial le reclamaban otros asuntos de la Orden, le pareció conveniente encargar al P. Agustín del asunto cuando fuera el momento oportuno.

El Serenísimo recobró la salud y volvió a Schlackenwerth, y después de pedir consejo al Eminentísimo Príncipe y Arzobispo de Praga el Cardenal Ernesto Harrach, quien le dio un honorífico testimonio a favor nuestro, decidió fundar las Escuelas Pías. Por ello mandó venir al P. Agustín con la Sra. Regente Fitz Kanin a Schlackenwerth y no para ver los jardines, sino para comunicarles su decisión, y al día siguiente, en presencia de la Sra. Regente fue admitido a un coloquio con la Serenísima y le comunicó su deseo de hacer la fundación de las Escuelas Pías con un número de 12 religiosos. Él dio la grata noticia al P. Provincial, quien para evitar que se comprometiese con unas condiciones desfavorables, interrumpió por un tiempo su viaje. Inmediatamente envió para hablar con el P. Agustín con instrucciones para aceptar la fundación al P. Miguel de Sta. María, Rector de Nikolsburg y Asistente Provincial, hombre muy entendido en cuestión de arte y arquitectura. Apenas llegan a Litomysl oyen que el Serenísimo Duque, octogenario, acaba de ser llevado de entre los vivos, y tras oír ese fatal anuncio el P. Miguel pensaba volverse. Pero el P. Agustín le persuadió para que continuara su camino, de modo que el 9 de diciembre de 1665 llegaron sanos y salvos a Schlackenwerth, donde poco después de anunciar su llegada fueron llevados a la corte y recibidos amablemente y opíparamente instalados por D. Fernando Adán Rakl, Prefecto Mayor de la corte. Al día siguiente el P. Miguel fue presentado a la Serenísima viuda, y tras ofrecerle el pésame por la dolorosa muerte, le entregó una carta de nuestro P. Provincial. Después de leerla, como la Serenísima estaba ocupada con los funerales y no podía entretenerse en tratar en detalle de la fundación, para dar fe de su deseo de fundar redactaron un documento por escrito en alemán, que fue firmado por ambas partes, y se le pusieron los sellos. Mientras tanto, por deseo de la Serenísima el P. Miguel visitó el lugar para hacerse una idea de dónde se harían las diversas construcciones, y tras poner por escrito todo lo necesario para una iglesia y una casa, preparó un documento (dejando sólo la biblioteca a su discreción), que fue entregado y aceptado.

Arregladas las cosas de este modo, y después de recibir un generoso viático, el P. Miguel y el P. Agustín se pusieron en camino con las alegres noticias hacia Nikolsburg en enero de 1666 para informar al P. Provincial. Al ser publicado el testamento del Serenísimo con las disposiciones que nos favorecían, surgió algún retraso nacido del desacuerdo interpuesto por parte de los principales herederos, el hijo mayor Francisco Edmundo y el menor Julio Francisco. Mientras tanto, aunque el P. Provincial había sido llamado a Schlackenwerth y era esperado para obtener el fin deseado después de resolver el pleito, a causa de la muerte del P. Alejandro, Rector de Schlan, tuvo que ir a Schlan y permanecer allí ocho días. Recibió allí el 19 de abril de 1666 una carta más alegre, con la cual se dirigió a Schlackenwerth con el P. Agustín, donde fue honrosamente recibido por la Serenísima por medio del más arriba alabado Sr. Wedl, que al día siguiente lo llevó ante ella y hablaron durante mucho tiempo sobre la nueva fundación.

Como le parecía que la Serenísima pedía muchas misas de difuntos, dejó al P. Agustín que discutiera con ella estas cláusulas de la fundación. Eran muchas, demasiadas, las cosas que la Serenísima pedía, y poco convenientes para nuestro Instituto. Para que no pareciera que el P. Provincial negaba pertinazmente todo lo que se le pedía, al final accedió a que se celebraran dos misas cotidianas perpetuas en agradecimiento. Pero ni siquiera esto removió todos los obstáculos, pues la Serenísima pretendía imponer una nueva carga a nuestro Instituto: que nuestros religiosos recitaran en el coro cada día alguna parte del Oficio de Difuntos. Como el P. Provincial le dijo que ello no era posible, tanto por las bulas de los Pontífices como por los privilegios de los Mendicantes, poco contenta con ello pidió que al menos se recitara de manera solemne este oficio por los nuestros el viernes. Para librarnos de esta carga, al P. Provincial ofreció cantar una misa de Réquiem en lugar del oficio de los viernes. Con ello se conformó la Serenísima Fundadora. De este modo se escribió el contrato de fundación, que fue solemnemente firmado por la Serenísima Fundadora y por el P. Provincial, que pusieron sus sellos, y luego fue confirmado por los dos Ilustres Varones citados más arriba, y finalmente honrosamente aprobado por el mismo Eminentísimo Príncipe Arzobispo de Praga el Cardenal Ernesto Harrach.

Se pusieron, pues, los cimientos para la casa y luego para la iglesia, avanzaban las obras y aumentaba el número de alumnos. En el año 1670, el 5º después de nuestra llegada (durante ese tiempo el citado P. Agustín, que había sido confesor de los Serenísimos Fundadores, fue el primer Rector de esta casa), el 20 de noviembre, después que el P. Provincial nombrara al P. Andrés de S. Francisco sucesor del primer Rector, el P. Agustín, éste convocó a sus religiosos y alumnos, y en una procesión solemne se trasladaron al nuevo colegio, y comenzaron a vivir en él, pues desde el día en que habían aceptado la fundación habían vivido en la casa que llaman la Capellanía, junto a la iglesia, en la ciudad.

El año 1672, el día de la fiesta de la Epifanía del Señor, tuvo un feliz comienzo la Cofradía de los Difuntos, inaugurada solemnemente, cuyo fundador y procurador Juan Gaspar Wedl, el chambelán del Serenísimo Duque y cónsul de la ciudad de Schlackenwerth emitió solemnemente la profesión de fe católica en la capilla de nuestra iglesia, ya terminada entonces.

El 16 de septiembre de 1674 fue consagrada solemnemente la iglesia del colegio de Schlackenwerth, dedicada a la Anunciación de la Virgen por el Excmo. Príncipe S.R.I. el Arzobispo de Praga Mateo Fernando de Bilenberg. Se venera en esta misma iglesia una estatua de la Virgen María a la vienen a ver muchos peregrinos, a causa de que así cumplen votos hechos, y suelen dar diversas ofrendas. Esta imagen la recibimos de nuestra Serenísima Fundadora Ana Magdalena, quien la había pedido y obtenido en 1654 de entre otras muchas otras imágenes sagradas guardadas en la sacristía del que fue monasterio de religiosas de Eisdorff, que luego ocuparon los luteranos, y las expulsaron, y ahora lo ocupan ellos; está situado a unas siete millas en la Baja Sajonia. La imagen fue luego trasladada a Schlackenwerth, y guardada por algún tiempo por la Serenísima Fundadora en su habitación, hasta después de la muerte del Serenísimo Duque Julio Enrique, que falleció el 20 de noviembre de 1665, y en 1666 fue expuesta al culto público en la capilla ducal.

Desde aquella fecha esta imagen está entre nosotros; de año en año crece su culto, y de ella reciben muchos y famosos beneficios los fieles que vienen aquí a pedirlos. Entre otras la Serenísima Francisca Sibila Augusta, esposa del Serenísimo Marqués de Baden Baden Luis Guillermo, atribuye después de a Dios a la Santa Madre de aquí la celebérrima victoria que el Serenísimo Luis obtuvo en Salankament en Hungría, como a menudo ha confesado a nuestro P. Clemente, Rector de Schlackenwerth, con cuyo fin construyó un altar suntuoso a la Madre Milagrosa, al que regaló diversas piedras preciosas y otros regalos con cuatro candelabros de plata.

La misma Serenísima Francisca Sibila Augusta al amanecer del día de los Santos Inocentes del año 1691, hacia las 6, hubo un incendio en su fortaleza, e hizo el voto a Dios de que si le libraba misericordiosamente del incendio construiría en acción de gracias una capilla a San Florián en la ciudad de Schlackenwerth. Y el 14 de abril puso manos a la obra, para levantarla desde los cimientos en nuestro terreno, de modo que el 24 de abril del mismo año se puso la primera piedra, que bendijo el P. Rector Clemente, observando el rito prescrito. A esta capilla vienen a misa el día de S. Florián, 4 de mayo, en procesión gentes de Schlackenwerth, Joachimowall, Lichttenstadt y Schömvald, a cuyos párrocos se les ofrece un almuerzo religioso en nuestro comedor, por el que el tesorero de Schlackenwerth paga 24 florines. Más tarde, para ampliar el culto a la Cruz, entre otras devociones creó una cofradía de la Santa Cruz en la capilla. Algunos años más tarde surgieron envidias e iniquidades por parte de sus dirigentes, por lo que la administración de la capilla nos fue quitada y entregada al párroco del lugar. Pero, disponiéndolo así Dios, después de la muerte de la Serenísima madre, el actual Serenísimo Marqués Luis Jorge nos volvió a confiar a nosotros la capilla con todos sus derechos, entradas y autoridad.

El 26 de junio de 1710 se puso la primera piedra para una capilla de Loreto de Einsiedeln construida en honor de la B.V.M. por la Serenísima Dña. Francisca Sibila augusta, Marquesa de Baden, nacida Duquesa de Sajonia-Lauenburg, hija de Luis Jorge, y para entregarla al cuidado de los Padres Escolapios. Trabajaron aprisa a petición de la Serenísima, de modo que el 8 de septiembre ya estaba terminada, y comenzaron a celebrar misa allí.

Esta casa ha tenido hombres famosos por sus virtudes y ciencia, dignos de gran alabanza. Entre ellos el citado P. Agustín de S. José, que fue el primer Superior, y que fue muy apreciado por los Serenísimos Fundadores por su candor de vida y singular prudencia, y a quien se debe especialmente el crecimiento de esta fundación.

El primer Rector de la casa fue el P. Andrés de S. Francisco, el cual después de la bula de Inocencio X aceptó la dispensa como otros y volvió al siglo, y gracias a un pariente suyo prelado en un monasterio de Praga, obtuvo una parroquia en Austria Superior, y allí estuvo durante trece años trabajando con gran piedad y fervor trabajando por las almas, y después de ser restaurada nuestra Orden volvió a ella con un rico ajuar. Fue un hombre de rígida observancia y costumbres ordenadas, paciente en la enfermedad, que purificado por ella como si fuera el fuego del purgatorio, voló a los cielos el 20 de agosto de 1674.

El P. Alejo de S. Onofre gobernó esta casa como Rector, y no queda atrás con respecto a los anteriores en observancia regular, celo, piedad y buenas letras.

El P. José de Santa Catalina fue Rector de esta casa. Fue un hombre famoso por su ciencia admirable, insigne por su vida de piedad, y que también fue apreciado por el Serenísimo Duque Julio Francisco como capellán castrense.

El P. Clemente de S. Felipe Neri fue también Rector de esta casa. Fue un hombre de singular discreción, famoso por su celo, piedad y elocuencia, que como el anterior fue al campamento con el Duque Julio Francisco a Hungría, a luchar contra los turcos. En las exequias del mismo Serenísimo dijo el sermón fúnebre a la gente, el cual se imprimió más tarde.

Entre los hermanos operarios insignes de esta casa se encuentra el H. Esteban de S. Federico, profeso operario, que enseñó aritmética durante muchos años en esta casa.

También el H. Gabriel de Sta. Catalina, que sirvió fielmente como sacristán, y que construyó elegantemente en un monte cercano al colegio los misterios del domingo de la Pasión, que son visitados por mucha gente en tiempo de Cuaresma.

El H. Marcos de S. Antonio cultivó infatigable en el huerto de la casa varios árboles raros, frutales y hortalizas.

Notas