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El P. Ricci convoca Capítulos Generales; Ephemerides Calasanctianae; la casa de Roma. Celebración de los 300 años. Beatificación de Pompilio M. Pirrotti.
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Reunificacion1868-1906/El P. Mistrangelo visita las provincias; intervención de la S. Sede. El monumento de Peralta.
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El P. Mistrangelo visita las provincias; intervención de la S. Sede. El monumento de Peralta.

El P. Mistrangelo era un hombre práctico y experimentado. Sabía que tenía poco tiempo para cumplir el objetivo específico que le había confiado el Papa: lograr la reunificación de la Orden. Por eso quiere aprovechar los cuatro años de que dispone (sin abandonar su servicio prioritario a su importante archidiócesis) visitando a la gente, mejor que escribiendo cartas. Tenía a su favor su cargo de Arzobispo de Florencia, que le abría todas las puertas y le daba un prestigio moral que ningún General anterior había tenido. Y además una personalidad amable y un trato distinguido, tras el que sabía ocultar sus propios sentimientos e ideas. Era un magnífico diplomático, sin que esto haga desmerecer en absoluto su gran amor a las Escuelas Pías.

Tras un primer contacto y diálogo con todos los Provinciales y con el Vicario General de España y sus Asistentes, consideró que las cosas estaban a punto para la celebración del Capítulo General en 1904, y el 11 de junio de 1903 envió la circular intimándolo. En ella decía[Notas 1]:

Puesto que el año próximo debe celebrarse Capítulo General para elegir al nuevo Prepósito General, y para otras cuestiones relativas a nuestra Orden, tras pedir el permiso el 6 de mayo de 1903 a S.S. el Papa León XIII por medio de la S. Congregación de O. y R., convocamos el Capítulo Provincial para elegir dos vocales, y llevar a cabo todo lo demás, según la manera acostumbrada, y los Capítulos Locales en cada casa que goce de este derecho, para elegir un vocal para el Capítulo de la Provincia.

A vosotros, queridos hijos que vivís fuera de Italia, por la presente os invitamos al Capítulo General, en el cual intentamos eliminar las innovaciones que puedan turbar la dorada concordia de los hermanos, y que debiliten el fruto de nuestro Instituto, con un sentimiento de acerbo dolor por parte de todos. Será bueno recordar que Mauro Ricci, de feliz memoria, en su carta de fecha 25 de marzo de 1892, dijo que era la intención de la Sagrada Congregación que vinieran todos los delegados al Capítulo, incluso los del extranjero. Nadie puede vaticinar qué beneficios saldrán de él, pero confiemos todos en que le mayor beneficio que puede venir a una hermandad religiosa es que todos tengan la misma intención, el esfuerzo por conservar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz.

No parecería que cumplo con mi deber si no agradeciéramos, como ya contamos antes, a los hermanos de España, por la benevolencia y singular amabilidad con que estas florentísimas provincias de las Escuelas Pías de ese reino nos acogieron, y por ello lo hacemos con mucho gusto. Comprendisteis la necesidad de acudir al próximo Capítulo General que se celebrará en Roma, y aceptasteis hacerlo cuando en la reunión que tuvimos en Zaragoza los días 17 y 18 de octubre de 1900, con asistencia de los PP. Vicario General de España, el ex Vicario General y Asistente General por las Dos Castillas, y los Asistentes Generales de Valencia y Aragón, los Procuradores Generales de Roma y de España, y los cuatro Provinciales de España, decidisteis responder a la primera de nuestras nueve proposiciones, que tras acceder a la congregación general intermedia, asistirían por España al Capítulo General Romano el P. Vicario General u otro delegado por él, uno de los Asistentes Generales y el Procurador General que reside en Roma, cada uno de los tres gozando de voz activa y pasiva. La gran fama, nunca puesta en duda, de que gozáis tanto en enseñar las disciplinas escolares, acomodadas a las difíciles exigencias de los estudios modernos, como en la recta observancia de las Constituciones, ciertamente al venir a Roma os acompañará; de modo que pueda beneficiar esta parte de la familia Calasancia al bien común de toda la Orden.

Ni callaremos las múltiples muestras de amor sincero y profunda reverencia que nos han llegado de vosotras, nobilísimas Provincias ultramontanas, que trabajáis esforzadamente en la piedad y cultura de los adolescentes. ¿Por qué no íbamos a esperar de vuestra generosidad el que deseáis satisfacer de buena gana nuestros deseos? Pues, como bien lo sabéis, la condición de los tiempos es tan inicua que ha llevado la guerra a los Institutos Religiosos. Y máxime nosotros, que intentamos oponernos a los impíos intentos, debemos mantener tenaces nuestro vínculo y nuestras fuerzas, en la medida de lo posible, con la prudencia en el actuar y la constancia ante las adversidades. El hermano que recibe la ayuda de un hermano, es como una ciudad sólida. Hoy que la distancia entre los lugares ha desaparecido gracias a los progresos modernos, será para Nos un gozo inefable, y un beneficio enorme para toda la Orden, si se produce el concurso de tantos hombres insignes por la piedad y los conocimientos.

Sin embargo, la respuesta que recibió de España, en la circular del P. Llanas que hemos copiado parcialmente al comienzo de esta obra, y por parte del P. Magyar, provincial de Hungría, no fueron en absoluto entusiastas, de modo que se dio cuenta de que, a pesar de las buenas palabras, las uvas no estaban aún maduras en España ni en Hungría para la celebración del Capítulo General de la unión, por lo que, de acuerdo con el Papa, decidió posponerlo hasta 1906.

Que la circular del P. Llanas no alegró en absoluto al P. General Mistrangelo, lo podemos ver en la carta que escribe al P. T. Viñas[Notas 2]: Me comunica hoy el P. Homs la muerte del P. Vicario Llanas. Rezo por él y adoro los decretos de Dios que todo, incluso los dolores, regula y dirige para bien de sus creaturas y para cumplir sus santísimos fines. Ciertamente el último acto del pobre P. Llanas fue inusitado, irracional e inexplicable. Pero Dios así lo ha dispuesto: sea siempre bendito.

Y como él tenía que volver a sus ocupaciones arzobispales, y ya no podía hacer mucho más, propuso que un nuevo General, Adolfo Brattina, se dedicara sobre todo a preparar el ambiente, con nuevas visitas a las provincias más reluctantes a la unión. Pero, para dejar las cosas bien atadas, al menos con respecto a España, consiguió de Pío X el Motu Proprio Singularitatis regiminis de Pío X, con el que se restablecía la unidad de toda la Orden. En realidad, el Motu Proprio llevaba la fecha del 29 de junio de 1904, pero por alguna razón sólo se entregó a la Orden el 19 de julio. Dice, en resumen[Notas 3], lo siguiente: en el siglo pasado la Sede Apostólica tuvo que acceder a que cambiara la unidad del gobierno normal de las órdenes religiosas en España, por diversas razones, y a causa de ello han sufrido numerosas dificultades, por lo que la mayoría de ellas se han esforzado por volver a la unidad con Roma. Ahora, en virtud de Santa Obediencia, ordenamos que lo hagan los Franciscanos Menores y los Escolapios. Y se especifica, concretamente, que

I.El Vicario General de España es en verdad un Vicario General del Prepósito General; se usan adecuadamente esos títulos.
II.Se elige en el Capítulo Interprovincial español. Se tiene este capítulo cada 6 años.
III.Los Asistentes interprovinciales se eligen en ese Capítulo.
IV.Ni el Vicario ni los Asistentes pueden estar más de 6 años, sin permiso de la S. Sede.
V.La autoridad del Vicario General de España es sobre las tierras españolas; y tienen autoridad delegada para las fundaciones ultramarinas.
VI.Para gobernar esas casas ultramarinas se pondrán de acuerdo General y Vicario.
VII.La celebración y confirmación de los Cap. Interprovinciales de España compete al General.
VIII.Las órdenes de Roma a España se darán a través del Vic. General. El General no dará ninguna obediencia para salir de España sin consultar al Vic. General. Sin permiso del General, ningún religioso puede venir a Roma.
IX.Al General se reservan las fundaciones de nuevas casas, las expulsiones de la Orden, la ejecución de los rescritos, etc.
X.El Vicario General tiene derecho a visitar las casas de España. Pero el General tiene también derecho a visitarlas.
XI.Los escolapios españoles pueden ser llamados a cualquier cargo en la Orden, incluido General. Y tienen derecho a un Asistente General. El Vic. General puede proponer un viceprocurador en Roma por un trienio.
XII.La profesión se haga en manos del Prepósito General.

XIII.Los actuales Vicarios Generales permanecerán en su cargo, por esta vez, por dos años; luego tendrán capítulo interprovincial.

Se sanan defectos posibles anteriores.

Al entregar el Motu proprio, se hacen además una serie de aclaraciones suplementarias, específicamente para los escolapios, que ya hemos reproducido al principio de esta obra. En el momento de su despedida como General, un mes más tarde, el P. Mistrangelo escribe una vibrante circular a toda la Orden, en la que pone de relieve el logro de la unidad durante su mandato, y exhorta a todos los escolapios a esforzarse por mantenerla, como principal objetivo[Notas 4]:

Estando para dejar el gobierno de la Orden que me confió León XIII de santa memoria, me viene espontáneamente a los labios una humilde y profunda acción de gracias a la bondad divina que se complació, a pesar de mis deméritos, en bendecir mi obra y venir en ayuda de mi debilidad.

Además de a la misericordia de Dios, a la especial predilección de la S. Virgen por el Instituto de las Escuelas Pías, que es obra suya, y a los insignes méritos de nuestro S. Fundador, que vertió tantos sudores y tantas lágrimas por la Orden, tengo motivos para creer que a la constante rectitud de mis intenciones, al vivo y único deseo del bien y del incremento de nuestro Santo Instituto, única norma de mis pensamientos y mis actos, debe atribuirse la gracia de ver hoy despuntar una flor de nueva vida de los noviciados y junioratos para reavivar las Provincias de Italia, resurgir Cerdeña, volver a florecer Toscana, reforzarse Liguria con fuerzas jóvenes, exultar España, Austria, Moravia, Silesia, Bohemia, Hungría, Polonia, a la vista del Padre común, San José de Calasanz, que visita finalmente a sus hijos, elimina las barreras que los dividían, los invita a la unidad de los ánimos, de las voluntades, de los entendimientos y de los corazones y, bajo la bandera de la unidad, predicada por Jesucristo, querida por el Santo Fundador, aconsejada por la sabiduría humana, hecha indispensable por las necesidades de la sociedad, por las necesidades de la defensa común, santificada y llevada a cabo por el Vicario de Jesucristo, el inmortal Pío X, graciosamente reinante, puede dar a todos los miembros de las Escuelas Pías, esparcidos por el mundo, hijos de un solo padre, S. José de Calasanz, atraídos todos por una sola meta, la educación cristiana de la juventud; aspirando a un solo premio, el cielo; fieles a la ley de la disciplina espontáneamente jurada, avanzad unidos, con valor; ya amanece para vosotros una nueva jornada, se instaura una nueva era, y, vencedores de las dificultades que la maldad de los tiempos y de los hombres pone en derredor vuestro, ¡continuaréis siendo los ángeles de la juventud, el instrumento de la Iglesia de Dios!
Si yo pienso de hecho que, débil de fuerzas intelectuales y físicas, cargado ya con el cuidado de una diócesis vastísima, me fue posible soportar el peso del gobierno de la Orden que me habían impuesto a pesar mío, a pesar de las amarguras inevitables a quien debe guiar a los hombres, tan diversos de pensamientos y de deseos, y a menudo a causa de la humana debilidad convertidos gratuitamente en injustos y enemigos de quien les dirige y guía, yo me maravillo de mí mismo y no encuentro otra explicación que la bondad vuestra con respecto a mí, y las abundantes bendiciones descendidas sobre mí y sobre la pobre obra mía que mi obediencia a la voluntad el Vicario de Cristo, mi abandono total en sus manos, mi absoluta confianza en su gracia, y estoy obligado a repetirlo, “A Domino factum est istud, et est mirabile in oculis nostris”[Notas 5]. Sí, diré, verdaderamente admirable, especialmente en lo que se refiere al último acto solemne del Sumo Pontífice, que coronaba mis deseos, y los muchos otros buenos escolapios, a saber, el ver el día en el que las Escuelas Pías fueran, como deben ser, no una unidad de nombre sin sustancia, sino una sola familia bajo un solo Padre, un solo ejército bajo un solo caudillo. Y a pesar de que mis hechos y mis esfuerzos contribuyeran a alcanzar esta meta, que todos los hombres de sentido común y de auténtico espíritu escolapio reconocerán deseable y santa, e intentaran alcanzarla con sinceridad de corazón, a pesar de las razones y de los derechos de algunos, sin embargo, debo confesarlo, estaba lejos de creer que la Providencia haría converger hacia el santísimo fin mi humilde buena voluntad, los errores de los hombres y el favor de las circunstancias. Y, sin embargo, así sucedió, queridos hijos. Inducido por mis plegarias el Sucesor de León XIII a desistir de la idea de confirmarme en el cargo de Prepósito General, hecho ya insoportable a causa de mis ocupaciones, tras intimar el Capítulo General yo me preparaba a poner la gravísima tarea del gobierno de la Orden en las manos de quien, elegido por vuestros sufragios, debiera sucederme, cuando un temor tan vano como injustificado hizo surgir una voz que, haciendo cambiar de golpe y de improviso el curso de las cosas, provocó el acto solemne que con tanta sabiduría, prudencia y caridad vuelve a dar hoy a la Orden de las Escuelas Pías su unidad antigua y original, hace completo y total nuestro reconocimiento al Señor por la alegría de la unión.
Y, puesto que se ha pospuesto hasta 1906 el Capítulo General en el que se deberán reunir todos los Provinciales y los Vocales de todas la Provincias, y elegir al nuevo Prepósito General y su congregación, ahora, en virtud de las facultades concedidas por la inmerecida y verdaderamente suma confianza del Santo Padre con el Documento que en su tiempo os hemos transmitido, nombramos hasta el próximo Capitulo:

Prepósito General: P. Adolfo Brattina.

Asistentes Generales:

por la Provincia Romana, P. Raffaele Cianfrocca;

por las demás Provincias italianas, al P. Egidio Bartolotti;

por las Provincias austro-húngaras, al P. Gerardo Vary;

por las Provincias españolas, al P. Manuel Sánchez.

Procurador General: P. Calasanz Homs.

Insigne por su afecto a nuestro Instituto, por su fidelidad al Sumo Pontífice, por sus virtudes religiosas, por su celo en la educación de la juventud, y por su competencia en las disciplinas matemáticas y físicas y en el gobierno de uno de nuestros más ilustres colegios de Etruria, germano de origen, romano de Provincia, el nuevo General viene a vosotros en nombre de Dios y de S. José de Calasanz, deseoso de llevar a cabo con la ayuda de nuestra buena voluntad y nuestra obediencia, la obra providencial comenzada con tan felices auspicios. Los Asistentes Generales, representantes de las diversas Provincias, todos ellos famosos por sus virtudes escolapias, por los cargos desempeñados y por su notable prudencia, le ayudarán en su tarea con sus luces y consejos, velando cada uno por el bien moral y material de las provincias que les han sido especialmente asignadas, y todos, según el deseo del Sumo Pontífice, por el bien de toda la Orden, la observancia de la disciplina regular, de la vida comunitaria, del reflorecer de esta bella planta que Calasanz hizo surgir en la mística viña de Jesucristo.
Vosotros, hijos y hermanos queridos, superiores y súbditos, jóvenes y ancianos, mostraos dóciles, buenos y obsequiosos a los amorosos cuidados, y pensad que la Orden que os tomado en brazos, os ha educado con tantos sacrificios, os ha crecido con tantos sudores, tiene derecho a vuestra gratitud, a vuestra obediencia, dedicación, esfuerzo, y que seréis indignos de la estima de los hombres y de la protección del cielo si, olvidando vuestros deberes, os portáis como hijos ingratos y rebeldes. No haya entre vosotros más que un pensamiento y una voluntad, el pensamiento y la voluntad de vuestro Superior, que es el de Dios, y consiste en la solicitud por conservar la unidad en el vínculo de la paz.
Pero, puesto que todos nuestros esfuerzos serían inútiles si el Señor no nos asiste con su gracia, pongámonos con confianza filial en sus paternos brazos, y bajo el manto misericordioso de nuestra Madre María. A este fin ordenamos que toda la Orden se consagre al Sagrado Corazón de Jesús. ¡En aquel Corazón Santísimo nos sentiremos verdaderamente hermanos, hijos todos de un mismo Padre, y respiraremos en la unidad de su amor divino la verdadera vida! Por tanto, el próximo 11 de septiembre, fiesta del Santo Nombre de María, en todas las casas de la Orden reciten todos los religiosos en el oratorio o en el templo el Acto de Consagración ante el Santísimo Sacramento, según aparece en la formula adjunta que enviamos.
Rogad, hermanos queridos, por mí, para que Dios no me tenga en cuenta cuanto de malo he hecho, ni el bien que he dejado de hacer durante mi gobierno, si he causado amargura a alguien; pero, considerando que a nadie quise hacer mal, y a todos bien, concededme el atenuante de la debilidad humana, inseparable de mis mejores intenciones. Os abrazo y bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Alfonso Mistrangelo…

Esta carta, tan pronto como sea recibida será leída en todas las comunidades de la Orden, para que sea conocida de todos los religiosos, sacerdotes, juniores y hermanos, y luego se conservará en el Archivo.

Como consecuencia de la visita del P. Mistrangelo a España, y concretamente a Peralta de la Sal, patria de San José de Calasanz, surgió un proyecto que tuvo repercusiones para toda la Orden, pues en todos los lugares escolapios sintieron interés por él: la construcción de un monumento a S. José de Calasanz, que luego se completó con la ampliación de la capilla dedicada al Fundador en el mismo lugar. Y el P. General Mistrangelo lo acogió con entusiasmo, porque en él vio un símbolo de la unión de la Orden que él quería llevar a cabo, como antes lo había visto el P. Ricci en la construcción de la casa nueva de Roma.

La idea de construir algo grande en Peralta de la Sal venía ya de tiempos del P. Ricci: el P. Juan Crisóstomo González, de la Provincia de Castilla le había propuesto la idea de construir allí una grandiosa basílica, mayor que la de Loyola en honor de S. Ignacio[Notas 6]. No había que temer a los gastos: todo era cuestión de un poco de imaginación para recaudar fondos. El mismo padre siguió con entusiasmo la fiesta de la inauguración del monumento y la capilla en 1902, fue luego a Peralta a hacer ejercicios y entonces concibió de manera detallada su grandioso proyecto, que publicó en Madrid en 1917. En él aparecían dos pabellones para la comunidad y casa de ejercicios; una grandiosa basílica neogótica en el centro, con dos torres. La construcción ocuparía un rectángulo de 113 x 82 m. La financiación debía provenir de limosnas recaudadas en todos los colegios de la Orden, de rifas, de donativos de exalumnos y amigos… ahora que los tiempos era favorables. Los Superiores no acogieron su proyecto. Entre otras cosas, porque para empezar a realizarlo había que comenzar arrasando todo lo que estaba construido. En cambio la propuesta de hacer algo más sencillo sí salió adelante.

El proyecto del monumento venía, al menos, de 1897, cuando el alcalde de Peralta, Sebastián Alabán, informa al P. General que, celebrando el tercer centenario de las Escuelas Pías, quieren hacer fiestas especiales en Peralta, y construir un monumento. Pide que la Orden contribuya[Notas 7]. Por las mismas fechas, y también con ocasión de la preparación de las fiestas del III Centenario, el P. Gaetano Sodini, Provincial romano, sugiere que sería bueno permitir asociarse a los jóvenes católicos universitarios; entre todos se podría ayudar mejor a los de España que quieren hacer una estatua al santo en Peralta.[Notas 8] El P. Eduardo Llanas, Vicario General de España, en su circular del 27 de diciembre de 1900 informa sobre los planes de Peralta[Notas 9]:

Derribada la casa donde nació San José de Calasanz, erigióse en su lugar una modesta Capilla, y se procuró que la hornacina central del altar, ocupada por la imagen del Santo, correspondiera al aposento donde aquel vio la luz primera. Teníamos ya a la vista otro monumento erigido a la memoria de nuestro Fundador. Pero, no sin pena, vimos que la sencillez de la Capilla y su carencia absoluta de ornamentación desarmonizaban con la grandeza extraordinaria y los trascendentales destinos del glorioso Patriarca. Y para mayor desconsuelo, observamos que los muros del sacro recinto, atacados por filtraciones salitrosas, pedían con urgencia una reparación y exigían importantes obras de defensa contra las humedades.

Por último, en medio de la plazuela del colegio y frente a la ruinosa Capilla, contemplamos un grandioso y severo pedestal, que hace años espera paciente y silencioso la estatua de San José de Calasanz que debe coronarlo. Los recursos aprontados por la Provincia de Aragón y por el Colegio y pueblo de Peralta sólo permitieron hacer el modelo de yeso de la estatua de bronce y el pedestal que debe sostenerla. El Gobierno, por indicación de S.M. la Reina Regente, interesada en este asunto por el Rmo. P. Mistrangelo, ha ofrecido las cinco toneladas de bronce necesarias para la fundición de la estatua.

Pero, añade el P. Llanas, hace falta más dinero para terminarlo todo. Nos toca a los escolapios españoles contribuir. Hoy podemos. El P. General ha invitado a todas las provincias de la Orden a contribuir, con una circular de fecha 28 de noviembre de 1900. Invita a provincias, casas, y religiosos a contribuir; a hacer colectas entre los alumnos, etc. el P. Mistrangelo, en efecto, había enviado la siguiente circular a toda la Orden[Notas 10]:

Alfonso Maria Mistrangelo de la Madre de Misericordia, Prepósito General de la Orden de las Escuelas Pías, Arzobispo de Florencia.

Al Rvmo. P. Vicario General de España, a todos los Provinciales, Rectores y Religiosos. Paz y bien en el Señor.

Deseando cumplir nuestra tarea con la mayor seriedad, y para cumplir nuestro deseo de venerar la cuna de Calasanz y las provincias ibéricas, emprendimos el largo viaje a España, queridos hermanos, y con la ayuda de Dios, lo hemos completado felizmente hace poco. El cual, a decir verdad, si parecía novedoso y pesado para Nos, creo, sin embargo, que resultó sumamente útil para toda la Orden, y estuvo lleno de gozo y consuelo para Nos.

Por lo cual doy gracias primero a Dios, de quien procede todo lo bueno, y luego a vosotros, hermanos españoles e hijos queridos, pues nos recibisteis en todas partes amablemente, y una vez recibidos con fraterna caridad y toda benevolencia, nos quisisteis enriquecer además con vuestros dones.

Por lo cual, entre otros, queremos comunicar a todos como fruto de nuestra peregrinación algo que sin duda llenará de gozo a vuestro amor por el Santo Padre y nuestro Instituto, y es el anuncio de que, en la plaza de Peralta, ante la casa de Calasanz, pronto se erigirá un monumento, adornado con una estatua de bronce de gran tamaño de San José de Calasanz, bellamente esculpida.

Y pues, tras recibir benignamente nuestra petición, la piadosa Reina de España donó las quince mil libras de cobre necesarias, ya se está fundiendo en Barcelona la estatua.

Y como para completar el monumento hay que hacer gastos, y no pocos, os pedimos por la presente vuestra valiosa colaboración y la de vuestras provincias y casas. Y eso no es suficiente. Pues aquella venerable casa, que visitamos reverentemente, convertida hace ya tiempo pro los hermanos españoles en oratorio, a causa de la humedad que hay por todas partes, se va degradando poco a poco. Es urgente que cuanto antes se hagan las reparaciones oportunas, se revista de mármol por dentro, y la decoremos mostrando nuestra piedad para con un santuario tan importante de las Escuelas Pías.

Así, pues, a la obra, hermanos. Recoged ofrendas en todas partes; pedid donativos a los niños; presentad la obra a los amigos, a los exalumnos, para lograr el piadoso fin. Que estimule la vergüenza, que provoque la piedad, que aumente el amor, las fuerzas y el ánimo. Pues nada mejor podemos hacer que, celebrando la casa santa donde nació un tal Padre, brillen con honor y refuljan con nitidez los primeros prodigios y los primeros signos de su santidad, por nuestro cuidado y solicitud.

Que se levante pues en Peralta, en este venerable lugar, este monumento de piedad y gratitud al gran Calasanz; que brille la casa paterna adornada por las manos de los hijos; y que quede como un claro ejemplo de nuestra concordia, de unidad y caridad como estirpe calasancia, de modo que pueda decirse con razón de nosotros “En ellos había un espíritu y una fe”.

Aprovechando esta ocasión, queridos hermanos, os recomendamos a todos la disciplina regular, que es la principal, si no la única, custodia y firmamento de todas las Órdenes Religiosas.

Haga Dios que los ejemplos de vida regular y demás virtudes que vimos recientemente al visitar las provincias españolas, podamos admirar en las vuestras, cuando vayamos a visitaros.

Movidos por esta dulce esperanza, os bendecimos en el Señor con caridad paterna. Florencia, 28 de noviembre de 1900.

Los rectores de las casas envíen las ofrendas recibidas a los Provinciales, los Provinciales de España, al Vicario General, y los demás a Nos, que las enviaremos al mismo Vicario.

Y, efectivamente, la Orden respondió con generosidad, cada cual según sus posibilidades, que eran muy diferentes. Así, el P. Basil Kabrhel, Provincial de Bohemia, envía desde Praga 200 libras. Son pocos y pobres, y además el Gobierno prohíbe hacer colectas entre los niños[Notas 11]. El P. Antonio Brendler, Provincial de Austria, explica lo mismo, y envía 410 coronas[Notas 12]. En Nápoles están envueltos en deudas, pero el P. Giannini ofrece desde Pompei 30 liras[Notas 13]. Al año siguiente, en una nueva circular el P. Llanas informa sobre el proyecto Peralta[Notas 14]. Dice que la realidad ha superado sus esperanzas. Se han recogido 65.847 pts; de ellas, 19.333 de Aragón y América; 16.390, de Castilla; 13.103, de Cataluña; 5000, de Valencia; 2724, de las Casas Centrales; 6795, de las provincias de fuera; 2500, del Obispo Alonso Salgado, escolapio. Añade, además, que

Contando con tan importantes donativos, emprendimos animosos, no ya la restauración, sino una verdadera reconstrucción de la antigua Capilla, a la cual se ha añadido un coro espaciosísimo (…) El aspecto general de la Capilla resulta verdaderamente bello y suntuoso. Frente a la puerta lateral de la misma, se eleva, sobre elegante y robusto pedestal, la estatua de bronce del Fundador de las Escuelas Pías, obra verdaderamente artística, defendida y autorizada por una verja, también de bronce. Y no menos artística que la estatua. El monumento es digno del héroe a quien está dedicado. (…) Está ya completamente terminado, y fue bendecido solemnemente el día 13 de septiembre por el Ilustrísimo Sr. Obispo de Astorga. (…)

Y pasa luego a describir las fiestas de bendición de la capilla. Llegó una felicitación de León XIII. Digamos, como epílogo, que durante la guerra civil española (1936-39) el bronce de la estatua y la verja volvió a convertirse en cañones. Después de la guerra, estatua y verja fueron reconstruidas, pero en hierro, material más humilde que aquel bronce original.

La visita del P. Mistrangelo a España debió servirle, entre otras cosas, para pedir ayuda personal a sus Provinciales para no pocos lugares en que era necesaria. Y pronto empezaron a llegar escolapios españoles hacia las provincias italianas y centroeuropeas. A pesar de que la actitud de algunos religiosos no siempre era todo lo acogedora que podría esperarse, como podemos ver en una carta que el P. Bertolotti, Asistente General, escribe al P. Mistrangelo[Notas 15]:

Ayer hacia las 14 llegaron felizmente los Padres de España, que fueron bien acogidos por el P. Provincial y por esta comunidad, y debo decirle que la impresión que me causaron fue óptima. Pero no le escondo que la posición tanto del P. Provincial[Notas 16] como mía es bastante difícil y crítica para conseguir que sean bien vistos y considerados por los nuestros, y no como forasteros. Aquí en Roma, por razón no de los individuos, sino de la nacionalidad, los españoles no gozan de simpatía, y se está en guardia y se teme mucho que vengan para gobernar. De hecho, los dos que están en S. Pantaleo no son muy bien vistos, y principalmente el P. Homs, que tiene un adversario fuerte también en el H. Gaetano, famoso por su lengua suelta. Esto no sería igual en otras provincias, y de hecho en Liguria tuvimos un Provincial español, que fue el P. Escriu, al que siempre consideramos ligur.

Un tema conflictivo en aquellas circunstancias y en la Provincia Romana era si los españoles debían participar o no en el Capítulo que iba a celebrarse aquel año. Pues pertenecían a la Vicaría General española, que no estaba jurídicamente unida a las Escuelas Pías de Italia. Por fin la Congregación General decidió que los españoles que estaban en San Pantaleo debían ser considerados miembros de aquella casa, y por tanto con los mismos derechos que los demás. Participaron, y la consecuencia es que el P. Calasanz Homs, de la Provincia de Cataluña, fue elegido en la terna de los provinciables, y como los otros dos religiosos, romanos, no quisieron aceptar el provincialato, fue él el nombrado Provincial, cargo que, muy a su pesar, ejerció de 1901 a 1904.

Los españoles no eran bien vistos por que en general eran más exigentes en la observancia que los demás religiosos. Un junior romano, Benedetto Pinelli, escribe una carta a sus padres quejándose de la dominación española en Roma: controlan a los juniores, no les dejan hablar en la mesa, les obligan a ponerse cilicio un día a la semana… pero pronto su dominación va a terminar, con el próximo Capítulo, Por desgracia (o por suerte) para él, la dominación acabó mucho antes: interceptaron la carta, y lo expulsaron por rebelde[Notas 17]. Los padres polacos de Cracovia, que conocen cómo funcionan las cosas en Liguria, pues algunos se han formado allí, critican la manera española de dirigir el internado del P. Borrell (les hacía levantar a las 5 de la mañana), y piden que allí se siga el estilo italiano[Notas 18]. Los ejercicios espirituales (10 días) a la manera española les parecen demasiado largos: en Liguria el día de empezar ya contaba[Notas 19]. El P. Mistrangelo aconseja al P. Borrell que les haga alguna concesión, porque lo mejor es enemigo de lo bueno[Notas 20]. Piden un sistema de disposición de dinero personal a la manera de Liguria, y no según la “vida común” que impone el P. Cuixart[Notas 21]. El P. Cuixart cede en parte: en lugar de 40 coronas mensuales para vestuario, les concede a regañadientes 12[Notas 22].

A pesar de todo, los españoles son muy solicitados en muchas partes. Además de los españoles llegados a Cracovia (los PP. Cuixart y Borrell, que sacarán adelante la casa y luego la Provincia), hemos visto el peso de los escolapios en San Pantaleo, capitaneados por el P. Homs, a quien se unirán luego los PP. Ferrándiz y Calasanz Alcantarilla; el P. Tomás Viñas, que vendrá como archivero y redactor de Ephemerides Calasanctianae, y terminará siendo General de la Orden. También está en Roma unos años el P. Melitón Rueda, como ayudante del P. Homs, y luego Secretario General. La Congregación General pide al P. Vicario General de España que envíe dos religiosos a Krems para resucitar la provincia de Austria[Notas 23]; el P. Marcelino Ilarri, de Aragón, llega a Finalborgo para sustituir al P. Tiboni como maestro de novicios en aquella casa, que acoge también novicios de otras provincias italianas.[Notas 24] El P. Gianinni, Provincial de Nápoles, dice al P. General que, para salvar el colegio Calasancio de la ciudad, si pudiera darme como rector algún padre español enérgico y de pulso firme que, de acuerdo conmigo, guiase a puerto esta nave desvencijada, podría ser nuestro resurgir.[Notas 25] El P. Gandolfi, cuando está aún en Pompei, pide para esta casa la ayuda de un hermano, mejor si es español.[Notas 26] Para la misma casa de Pompei, también el P. Giannini pide repetidamente el envío de un padre español, que puede dirigir el hospicio o los talleres.[Notas 27] Más adelante pide un padre concreto de España, Luis Fabregá, que está dispuesto a venir.[Notas 28] Y así, otros más.

Notas

  1. RG 24 12, 52.
  2. RG 252 n, 9. 18 julio 1904.
  3. EC 1994, pág. 114.119.
  4. Fechada el 27 de agosto de 1904 en Florencia. Traducimos el borrador italiano, manuscrito por el P. Mistrangelo. La versión latina impresa, obra de algún secretario suyo, resulta mucho más ampulosa y complicada.
  5. Es el Señor quien lo ha hecho, una maravilla a nuestros ojos. Sal 118, 23.
  6. RP 63 199. 17 julio 1898.
  7. RG 249 f 1, 29. 25 marzo 1897.
  8. RG 249 l 12, 6. 22 abril 1897.
  9. RP 63, 486.
  10. RG 24 12, 51. 28 noviembre 1900.
  11. RP 51, 456. 2 mayo 1902.
  12. RP 53 9, 3. 20 diciembre 1900.
  13. RG 250 c 1, 2, 7 enero 1901.
  14. RP 63, 487. 20 septiembre 1902.
  15. RG 250 e 1, 10. 17 enero 1901.
  16. Luigi Meddi, 1900-01.
  17. RG 3, 441. 6 julio 1904.
  18. RP 57 6, 45. 15 septiembre 1904.
  19. RP 57 6, 43. Agosto 1904.
  20. RP 57 6, 46. Sin fecha.
  21. RP 57 6, 7. 4 marzo 1903. 10 (4 abril 1903).
  22. RP 57 6, 11. 7 abril 1903.
  23. RG 21, pág. 30-31. 27 diciembre 1902.
  24. RG 250 a 3, 96. 14 octubre 1903.
  25. RG 250 c 1, 32. 9 octubre 1901.
  26. RG 250 c 1, 51.
  27. RG 250 c 3, 14. 20 (12 agosto 1903). 36 (22 noviembre 1903).
  28. RG 250 c 4, 9. 21 febrero 1904.