GinerMaestro/Cap11/08

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11.08. En el círculo e los santos

Es admirable que este hombre, preocupado durante estos años por dignidades, canonjías y dinero, se vaya introduciendo en ambientes cláustrales diversos en que se respira austeridad, reformas, espiritualidad religiosa, y entable amistad con tantos personajes ilustres de la Roma de entonces, entre los que predominan los españoles. Empieza el desfile con los dos futuros Generales de los Conventuales, PP. Bagnacavallo y Larino; siguen los tres carmelitas descalzos, Generales también de su Congregación reformada, PP. Pedro, Juan y Domingo; se añaden otros egregios religiosos, el carmelita P. Jerónimo Gracián y el oratoriano P. Francisco Soto.

Pero sobre ellos destacan algunos más, cuatro al menos, los cuatro

canonizados y los cuatro fundadores, cuya santidad corre pareja con la suya propia, de lo que tenemos razones suficientes o testimonios fidedignos de que se conocieron, se trataron o incluso colaboraron en la viña del Señor. De dos ya hemos hablado: San Juan Bautista de la Concepción, reformador o fundador de los trinitarios descalzos,<ref group='Notas'>La primitiva Orden de los Calzados siguió independiente hasta 1894, en que se extinguió. Su último superior, P. Antonio Martín Bienes, zamorano, prefirió ceder a los dominicos y no a los trinitarios descalzos el convento romano de Via Condotti, última casa que quedaba (cf. V. GINARTE, ‘La Orden Trinitaria’ [Salamanca 1979] p.179-180).</ref> y San Felipe Neri.

Gran amigo de San Felipe Neri fue San Juan Leonardi desde su primera visita a Roma en 1584.<ref group='Notas'>Cf. V. PASCUCCI, ‘S. Giovanni Leonardi’ (Roma-1963), p.35-36; PASTOR, o.c., vol. 24, p.65-66; PosCas, I, p.41-43, con bibliografía referente a Leonardi y su congregación.</ref> La congregación de 'Sacerdotes reformados de la B. Virgen', que había fundado en Lucca, en 1574, fue aprobada por Clemente VIII en 1595, y después de una efímera unión con las Escuelas Pías, promovida por el mismo Calasanz, emprenderán su propio camino como Ordenes de Clérigos Regulares. Pero antes de esta unión, ambos fundadores habían sido amigos y habían también colaborado en ciertos momentos iniciales de la naciente obra de las Escuelas Pías. Y esa amistad fue muy íntima y debió de empezar muy pronto, como recordaba Calasanz en sus declaraciones para el proceso de beatificación de su amigo.<ref group='Notas'>'… affermo haver conosciuto et haver havuto particolare familiaritá col P. Gio. Leonardi di santa memoria… Dico haverlo conosciutó nel tempo di Clemente VIII col quale ho havuto prattica intrinseca mentre egli é stato in Roma sino alla sua morte' [ocurrida en 1609] (cf. C. VILÁ PALA, ‘Escrito de N.S.P.: Archivum 4 [ 1978] 277, 280.</ref> En su parca información sobre sus virtudes y milagros, quizá la mejor síntesis y el elogio más lapidario -incluso hasta genial- fue el siguiente: “De sus milagros en concreto no puedo dar relación con la certeza con que lo harán otros, pero me parece un gran milagro toda su vida”.<ref group='Notas'>'De miracoli particolari non posso dare relatione con quella certeza che alcuni altri potranno dare, ma mi pare un miracolo grande tutta la vita sua' (ib., p.277). La declaración la hizo Calasanz el 14 de septiembre de 1639.</ref> No quiso decir mucho, pero no pudo decir más. ¡Ni más hermoso! Y lo que de él pensaba su amigo Leonardi nos lo dijo una testigo del proceso de Calasanz, en 1651:

Entiendo por pública voz y fama la acción que corre de boca en boca como ocurre con la opinión de santidad del sobredicho P. José. La cual la veo esparcida comúnmente entre personas nobles, devotas y de espíritu como ha sido entre otros mi confesor, el P. Juan Leonardo, Fundador de la Religión de Santa María in Pórtico. Era mi confesor, antes de confesarme yo con el P. José. Y el dicho P. Juan Leonardo me decía que el P. José era un gran santo y un gran siervo de Dios, y contaba cosas grandes de sus virtudes, pero yo no las recuerdo, porque es cosa pasada de más de cuarenta años'.<ref group='Notas'>Cf., BAU, BC, p.238. La declarante era doña Laura Gaetani della Riccia, que vivía cerca de San Pantaleón. Efectivamente, eran cosas de más de cuarenta años antes, pues Leonardi murió en 1609.</ref>

Otra de las grandes figuras contemporáneas que llenaba Roma de pasmo por su heroica caridad era San Camilo de Lellis, fundador de los Ministros de los Enfermos, también él penitente y dirigido de San Felipe Neri, al menos desde 1575, y que desarrolla su actividad bienhechora en los hospitales de Roma, hasta su muerte en 1614, a sus sesenta y cuatro años. Tenía siete más que Calasanz. En la epidemia de 1590-91, en que murieron 30.000, o quizá 60.000 si no exageran algunos, Camilo y sus hijos dieron pruebas de heroicidad, muriendo 25 de ellos, la mayor parte jóvenes, además del ejemplar jesuita San Luis Gonzaga (21 de junio de 1591).<ref group='Notas'>Cf. A. PRONZATO, ‘Todo corazón para los enfermos. Camilo de Lellis’ (Sígueme, Salamanca 1985) p.188.</ref> Cinco años más tarde, en el verano de 1596, se declaró otra peste, llamada 'fiebre pútrida', y de nuevo Camilo y los suyos se lanzan a la calle y recorren los hospitales para asistir a los enfermos. Y en esta ocasión “le hace… competencia otro gigante de la caridad, San José de Calasanz, el cual, además de ayudar a los apestados, asegura el transporte de los cadáveres a sus espaldas”<ref group='Notas'>Ib., p.296, n.2.</ref> De ambos santos escribió Armini, a propósito de esta peste:

… no perdió [Calasanz] tan buena ocasión de ejercitar su gran caridad con los enfermos, tan numerosos, y especialmente en la parroquia de los Santos Doce Apóstoles, encomendada al Sr. Cardenal Cólonna-, de quien era teólogo.<ref group='Notas'>'El papa Clemente VIII ordenan a los cardenales que se ocupen de la asistencia en los alrededores de sus respectivos palacios. El papa se reserva a sí mismo el barrio del Borgo… O mejor, lo confía a Camilo' (A. PRONZATO, o.c., p.295).</ref> En lo cual imitaba perfectamente los ejemplos del P. Camilo de Lellis, Fundador de los Ministros de los Enfermos, de quien fue amigo muy querido, y que en tales coyunturas demostraba con estupor de todos una caridad jamás vista, y en varias ocasiones le fue diligente y fervoroso compañero en semejantes obras de caridad'.<ref group='Notas'>ARMINI, ‘Vita’, p.56. La citada testigo, doña Laura Gaetani, habló ya de esta peste, y dijo que 'essendosi ammalati tutti o quasi de quali ne morì gran parte, non havendo chi li governase, il detto P. Gioseppe in compágnia del Beató Camillo delli Ministri dell'infermi andava a governarli portandoli sommarelli carichi di pan grattati el altri cibi per I'ammalati, et li consolava áiutandoli a ben morire' (ProcIn, p.334; BAU, BC, p.238).</ref>

Y mucho antes había escrito Berro sobre la asidua asistencia de Calasanz a los hospitales de la urbe, donde forzosamente tenía que encontrarse con el P. Camilo de Lellis -aunque no lo diga nuestro cronista- y entablar amistad con él: 'visitaba los hospitales sirviendo a los enfermos con mucha caridad en todos los menesteres necesarios, haciéndoles la cama, limpiándoles la cabeza y los vasos inmundos y haciéndoles todo lo que le pedían, refrescándoles también con cualquier cosa que suele gustarles, según el tiempo'.<ref group='Notas'>BERRO I, p.68 (corrección del texto impreso con otra versión más íntegra). Uno de los hospitales más famosos de Roma era el de ‘Santo Spirito’, que aún existe, 'generalmente definido como ‘palestra de caridad, chrístianae caritatis gymnasium’. Los papas lo llaman ‘Hospitale Nostrum’. El hospital está abierto a cualquiera que desee ejercítarla, [la caridad]… Allí pueden verse sacerdotes, religiosos, seglares, médicos, hombres de letras, artesanos, doctos y analfabetos, santos y penitentes. EI ‘Santo Spirito’ es una corte real, un templo, un purgatorio, un lugar de delicias celestiales (M. VANTI). Lo han frecuentado… personajes como Cayetáno Thiene, Felipe Neri, César Baronio, Carlos Borromeo, José de Calasanz, Juan Léonardi, Juan Bta. de Rossi, Vicente Pallotti, Juan Bosco, sor Agustina Pietrantoni…' (y naturalmente, Camilo de Lellis) (A. PRONZATO, o.c., p.133-134).</ref>

En la catastrófica inundación del Tíber, en las Navidades de 1598, volverían a encontrarse ambos amigos, rivalizando en caridad y heroísmo y llenando una página más del espléndido 'Libro de la Vida' (Flp 4,3) y de sus biografías.<ref group='Notas'>Cf. A. PRONZATO, o.c., p.297-298; TALENTI, ‘Vita’, p.62-63; BAU, BC, p.280-282</ref> Pero de ello ya hablaremos más adelante.

Todavía hubo otro santo contemporáneo, cuyo nombre y fama, por su ciencia y su ejemplaridad, le pusieron en primer plano en la Roma de entonces. Fue el jesuita y cardenal Roberto Bellarmino, profesor por muchos años en el colegio Romano y rector del mismo desde el año que llega Calasanz a Roma (1592-94), teólogo del papa (1597-99) y cardenal (1599-1621).No faltan indicios de que Bellarmino y Calasanz pudieron conocerse, tratarse y aun admirarse mutuamente. Salvo sus dos breves ausencias como Provincial de Nápoles (noviembre 1594-enero 1597) y arzobispo de Capua (abril 1602-marzo 1605),<ref group='Notas'>Cf. A. M. FIOCCHI, ‘S. Roberto Bellarmino’ (Isola del Liri 1930)</ref> Bellarmino coincide con Calasanz en Roma desde 1592, en que llega el segundo, hasta 162I en que muere el primero. Y parece inverosímil que en esos veinticinco años no se hubieran encontrado nunca, siendo dos personalidades tan relevantes en el mundo eclesiástico y curial de Roma. Pero hay más, naturalmente.

Entre las amistades profundas del cardenal Bellarmino hay dos que nos sugieren la probabilidad de un acercamiento con Calasanz. La primera fue con el P. Juan de Jesús María, el carmelita descalzo de Santa María de la Scala. 'Era pública en Roma la estrecha amistad que unía al sabio cardenal jesuita y al místico teólogo carmelita, las frecuentes visitas que se hacían y lo mucho que se estimaban'.<ref group='Notas'>P. FLORENCIO DEL NIÑO JESÚS, o.c., p.107</ref> En ambos se advierte una preocupación especial por la educación cristiana de los niños. Bellarmino baja de las cumbres de la altísima especulación y controversia teológica, manifestada en su ingente producción editorial,<ref group='Notas'>Cf. Una lista de sus obras en A. M. FIOCCHI, o.c., p.505-507</ref> y escribe dos catecismos, uno para niños y otro para maestros o catequistas, editados sucesivamente en 1597 y 1598,<ref group='Notas'>‘Dottrina cristiana breve, perchè si possa imparare a memoria [Roma 1597]; Dichiarazione più copiosa della Dottrina Cristiana’ (ib., p.505)</ref> precisamente en los años en que Calasanz empieza su actuación educadora en Santa Dorotea. Y el P. Juan de Jesús María, bajando también de las alturas de sus disquisiciones ascético-místicas, escribe en 1606 su ‘Liber de pia educatione seu cultura pueritiae’ “para complacer con ello al Prefecto de las Escuelas, P. José Calasanz, varón dignísimo de toda alabanza por la insigne perfección de su vida cristiana”, como dice en el prólogo.<ref group='Notas'>Cf. C. VILÁ ‘Fuentes inmediatas de la pedagogía calasancia’, p.12.</ref> ¿Y es verosímil que no hablaran entre sí de semejante “varón dignísimo de toda alabanza”, que estaba realizando en Roma una experiencia nueva con los niños, por cuya educación cristiana se preocupaban los dos? Si eran frecuentes las visitas de Bellarmino al convento de la Scala, ¿no coincidiría alguna vez con Calasanz, Que era también tan asiduó visitante y amigo de los tres grandes carmelitas Pedro, Juan y Domingo?

La segunda amistad profunda de Bellarmino, de todos conocida, era el cardenal Baronio.<ref group='Notas'>Cf. A. M. FIOCHI, o.c.,p.287-291.</ref> Y ocasión tendremos de ver a este ilustre purpurado visitando las escuelas de Calasanz, acompañado de otra gran lumbrera de la época y eximio pedagogo, el cardenal Silvio Antoniano. ¿Y es verosímil que no tratara Baronio con Bellarmino sobre el tema de esas escuelas y no hablara del 'varón dignísimo de toda alabanza', que conocía sin duda por referencias personales de su compañero de comunidad y amigo de Calasanz, el p. Francisco Soto?

Hay todavía un tercer indicio del más que probable trato personal entre Calasanz y Bellarmino: ambos pertenecieron, junto con Baronio, a la Cofradía romana de Nuestra Señora del Sufragio.<ref group='Notas'>Cf. G. SÁNTHA, ‘Operositás atque industria Calasanctií in Archiconfraternitatibus SS. Stigmatum, SS. Trinitatis Peregrinorum atque convalescentium el B. Mariae Suffragii de Urbe’: EphCal 9-10 (1959) 355.</ref> . Por lo demás, Calasanz exigió en sus Escuelas Pías como libros de texto los dos catecismos de Bellarmino, de los cuales el pequeño, para los niños, estaba prescrito en los Estados Pontificios por breve de Clemente VIII, de 1598, y vivamente recomendado a toda la Iglesia.<ref group='Notas'>Cf. A. M. FIOCHI, o.c., p.302-303. Fue traducido a cincuenta y seis lenguas.</ref> Es lógico, pues, que Calasanz lo exigiera en Roma y en otros colegios del Estado de la Iglesia, pero no faltan testimonios de que también-lo recomendara en otros lugares.<ref group='Notas'>Escribe a Palermo: 'li nostri non eccedano li termini et limiti della Dotrina Christiana composta dal cardinale Belarmino', (c.2577) y a Genova: 'quanto alli giovinetti, inoltre la Dottrina christiana del Cardi. Bellarmino si doverà insegnare i ‘Misteri della vita e passione di Christo e gli Essercitii spirituali per li Giovinetti delle Scuole Pie’ che sono stampati in Roma', y de ambos libritos él era el autor (c.2916). De Alemania le piden que les mande los dos Catecismos de Bellarmino (cf. EEC, p.619 y 1211)</ref>

Es maravilloso constatar esas constelaciones de santos que –como signos del zodiaco- se suceden ininterrumpidamente en la Ciudad Eterna, engarzando unas con otras. A José de Calasanz le tocó vivir en el círculo compuesto por Felipe Neri, Juan Bautista de la Concepción Juan Leonardi, Camilo de Lellis, Roberto Bellarmino..., y sobre todo ellos aleteaba fecundo el Espíritu de Dios.

Notas