General29/Provincias europeas

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Provincias europeas

La Emperatriz María Teresa de Austria (que gobernó de 1740 hasta 1780) había sido una gran protectora de los Escolapios en el Imperio, pero su hijo y sucesor José II (1780-1790) terminó con este tipo de privilegios e introdujo el “josefismo”, o línea política por la que en los territorios del Imperio los temas religiosos quedaban también bajo la autoridad civil. Ello hizo que en la práctica las provincias centroeuropeas dejaron de estar sometidas a las autoridades escolapias de Roma desde 1783, por un decreto imperial, no eclesial. Polonia, por su parte, estaba sufriendo la partición del territorio entre sus vecinos, y estuvo a punto de desaparecer como provincia en la época que nos ocupa, como veremos luego. No era este el caso de las provincias españolas: aquí era la Santa Sede (bajo la impresión de los Borbones, y seguramente también de no pocos escolapios) la que decretó la separación mediante la Bula Inter graviores en 1804. En ella se reconocía que habría un Superior General y un Vicario General, que se alternarían en el título en Italia y en España. Y esta es la situación que existía al comienzo del generalato del P. Casanovas, que había sido escogido por el Papa Pío IX precisamente para tratar de reunificar las Escuelas Pías.

Una consecuencia de esta separación es que el sistema de elección de Asistentes Generales representantes de las diversas zonas geográficas europeas, y que había funcionado desde 1677, quedó interrumpido en 1790. En 1784 fueron nombrados los últimos Asistentes Generales no italianos: el P. Feliciano Pieskowski de Polonia y el P. José Jericó de Aragón (sustituido a su muerte en 1786 por otro aragonés, Cayetano Ramo). Hubo que esperar hasta 1904 para volver a ver Asistentes Generales no italianos: los PP. Gerardo Vary de Hungría y Manuel Sánchez de Valencia. Durante más de un siglo el P. José Calasanz Casanovas fue el único escolapio no italiano llamado a ejercer un cargo de responsabilidad en Roma.

Aunque las leyes imperiales eran las mismas para las tres provincias de Bohemia, Austria y Hungría, su manera de reaccionar ante ellas no fue la misma. Por diversas razones, que intentaremos comprender, las dos primeras empezaron a decaer sensiblemente, precisamente en la época en que el P. Calasanz Casanovas comenzó su generalato; la provincia de Hungría, por su parte, no sufrió ninguna decadencia; por el contrario, fue consolidándose como la provincia más sólida de la Orden, situación de la que fue privada por las consecuencias de la I Guerra Mundial, y la división del territorio del antiguo reino de Hungría en varios países, lo que dio lugar a dos nuevas provincias escolapias, mucho más débiles: Eslovaquia y Rumania. Veamos a continuación la evolución de cada una de estas provincias.

Bohemia

Según el catálogo de 1870, esta es la situación oficial de la Provincia de Bohemia, Moravia y Silesia (denominación oficial)[Notas 1]:

Casas Religiosos Alumnos

1.Nikolsburg 17 232
2.Straznice 9 168
3.Lipnik 21 446
4.Litomysl 15 738
5.Slany 8 543
6.Schlackenwerth 8 182
7.Kremsier 21 1063
8.Nuevo Boleslav 3 183
9.Altwasser 5 65
10.Freiberg 11 522
11.Beneschau 8 236
12.Reichenau 5 202
13.Weisswasser 5 65
14.Freudenthal 4 446
15.Praga 21 1154
16.Budweis 11 842
17.Haida 5 70
18.Trubau 13 566
19.Brux 9 180
20.Duppau 8 167
21.Gaya 8 224
22.Nepomuk 8 269

23.Res. Brandeis 4 160

24.Beraun 56

Fuera de comunidad 6

TOTAL 234 8879

En el catálogo elaborado por la misma Provincia en 1868, las cifras son similares: se citan las mismas 24 casas, en las que hay 135 sacerdotes, 70 juniores, 2 hermanos y 17 novicios (226 religiosos en total), con 9162 alumnos. Al enviar el catálogo, el P. Lorenzo Sink, Provincial de Bohemia, anuncia que van a tener Capítulo Provincial en 1869[Notas 2]. Él lleva ya muchos años de Provincial y se cansa[Notas 3]. Hemos visto más arriba, al hablar de las relaciones del P. Casanovas con las provincias centroeuropeas, los tonos oscuros con que pinta la suya. Con todo, dice al P. General:

Por lo demás, nada dejaremos de hacer yo y los hermanos de mi Provincia, con ayuda de la gracia divina para sanar las heridas infligidas a la Orden por los tiempos, a remover los impedimentos que obstan para su salud, a recuperar las fuerzas debilitadas, de modo que seamos dignos obreros de la viña del Señor, seamos reconocidos como intrépidos defensores de la verdad y (como auténticos hijos de S. José de Calasanz), no sólo parezcamos Doctores en Piedad y Letras, sino que lo seamos en verdad.

Unos meses más tarde vuelve a escribirle el P. Sink, informándole de que ha sido reelegido Provincial[Notas 4]. Y lo mismo sus Asistentes y Consultores. El P. General le había pedido noticias de las provincias vecinas, y le responde que de Hungría las únicas noticias que tiene son las del catálogo para el año 1869, pero como está en húngaro, no lo entiende. No sabe nada sobre Polonia y Lituania: desde el tiempo de la separación no hay contacto con ellas.

Pero no es el P. Provincial el único que envía noticias de Bohemia a Roma. El P. Octavio Sofka le envía una larga carta de 10 folios, como también hemos visto antes, recargando las tintas.

A principios de 1871 el P. Sink envía el nuevo catálogo de la Provincia, y se queja de las nuevas dificultades que se presentan para la supervivencia de la Provincia[Notas 5]. Entre ellas:

1.Las leyes escolares del Imperio, que son muy difíciles de cumplir para nuestras escuelas, y sin escuelas propias no podemos sobrevivir. Difícilmente se tolera a los sacerdotes católicos como maestros en las escuelas.
2.Las leyes del Imperio, que permiten a cualquiera, incluso sacerdotes, abandonar las Órdenes. Últimamente se nos han ido dos sacerdotes y un junior de solemnes. Y el Provincial no puede hacer nada contra ello.
3.No tenemos maestros con títulos para enseñar. Tenemos ya 50 maestros seglares en nuestras escuelas, que van a su aire y nos calumnian.
4.La pobreza de la provincia; hemos perdido muchas rentas y posesiones. Todos sufrimos estrecheces; no es extraño que el año pasado se fueran 18 juniores, y que luego no entre ningún novicio.

Por ello tiene poca esperanza en el futuro.

Y los datos le dan la razón. A principios de 1872 envía el nuevo catálogo, y en él se ve la disminución de religiosos: en el año 1871 han disminuido de 209 a 168[Notas 6]. No queda ningún novicio, y sólo 4 juniores (que sin duda se irán, añade). El tono de la carta que acompaña al catálogo no puede ser más pesimista. Viene a decir el P. Sink: Me temo que llega el final de la Provincia. Ya expliqué las causas el año anterior. Lo único que nos consuela es que no es culpa nuestra. Llevo 16 años de Provincial, en este tiempo se han perdido 3 colegios, y otros se abandonarán este año. Haré lo que pueda para impedir la ruina, pero la esperanza es mínima, casi nula. Faltan maestros aptos para las escuelas (y la Orden no puede sobrevivir sin escuelas); faltan medios para sustentar a los maestros, faltan apoyos amigos… falta todo lo necesario para preparar una situación mejor para la Provincia. Y según tengo entendido, el estado de la Orden en Austria es también bastante triste.

La misma canción (lo llamaríamos un “blues” triste) se repite con el envío del catálogo para el año 1873[Notas 7]: Desde 1868 mi Provincia está sufriendo muchos daños (por diversas razones, como decía en 1871), y se teme que el año 1873 va a ser peor. Se han ido los religiosos jóvenes; sólo quedan, como puede verse en el catálogo, los de 50, 60 y 70 años, que ya no pueden atender a las escuelas. A causa de ello los ingresos son escasos, y es difícil mantener a los mayores y enfermos. Sólo confían en Dios. No se puede esperar mucho ni del gobierno, ni de los obispos (que tiene sus propios problemas con los curas que se van), ni de las almas caritativas, que pierden la religiosidad. Le cuentan de Viena que la suerte de las Escuelas Pías en Austria es triste.

Y sigue la misma música al año siguiente[Notas 8]: No puedo ofrecerle consuelo: nuestras cosas van cada vez peor. Siguen las mismas dificultades, aún mayores. Sin candidatos que vengan, no podremos conservar las escuelas. Otros monasterios ricos tampoco tienen candidatos, y el clero secular, pocos. No tienen medios para sustentar a los religiosos, mientras que los sacerdotes jóvenes y los juniores encuentran trabajo sin dificultad en otras escuelas, sin necesidad del permiso del Provincial. Las leyes del Imperio favorecen este éxodo. A pesar de ello no desesperamos, sino que confiamos en Dios. Además, el espíritu de los tiempos hace que se pierda la vocación para trabajar duro en la escuela. Según noticias de la Provincia de Austria, ya está en gran parte destruida; muchos religiosos se han pasado al clero secular o a otros institutos, o enseñan como maestros seglares.

En el año 1875 se celebra Capítulo Provincial. De nuevo es reelegido el P. Sink, pero, fatigado, rechazó el cargo, así que eligen un nuevo Provincial, el P. Ambrosio Maly[Notas 9]. El nuevo Provincial es más optimista que el anterior. Aunque reconoce las dificultades y la disminución en números, cree en el futuro de la Provincia. Es cierto, escribe al P. Casanovas[Notas 10], que algunos se han ido porque no tenían vocación, y no los echan de menos. Pero en general en nuestros colegios están vigentes la disciplina religiosa, el amor al estudio y el fervor en la instrucción religiosa de la juventud cristiana, la santa obediencia y el respeto hacia los superiores. En consecuencia, se reconoce el mérito de nuestra Orden tanto por parte de la gente como del C.R. Gobierno. Por lo que no entiendo cómo puede decir el Eminentísimo Cardinal Arzobispo Schwarzenberg que la Orden de las Escuelas Pías está próxima a su desaparición en nuestra Provincia, como si ya estuviera derribada por tierra. Termina diciendo que no saben si el Instituto desaparecerá en el futuro de los territorios austriacos, pero ellos harán todo lo posible por salir adelante. Hablando de otra cosa, está de acuerdo con que el colegio de Cracovia se una a la Provincia de Bohemia, como le ha pedido el P. Adam Slotwinski. A propósito de esta unión, en un correo posterior[Notas 11] escribe que, tal como él había sospechado, la unión no duró mucho. Envió a un padre como rector, pero al llegar allí el P. Adam dijo que sólo tendría autoridad hacia fuera (pues él, no teniendo residencia en territorio austriaco, no podía ser el representante oficial). El P. Adam pedía dinero constantemente; no dio ningún cargo en el colegio al Padre que envió… Así que hizo volver al Rector nombrado, harto de aquella situación. Y por lo tanto le sugería unir la casa de Cracovia a otra provincia, por ejemplo, la húngara.

La comunicación entre Bohemia y Roma sigue mediante el envío regular de catálogos anuales, y las respuestas que va enviando el P. Casanovas, dando algunas noticias del resto de la Orden. En el año 1877 el P. Casanovas se decide a hacer una visita a estas provincias centroeuropeas. Más adelante hablaremos de este viaje. De momento el P. Maly le dice que se alegra mucho del anuncio de su visita[Notas 12]. Le dice además:

Por lo demás, el aspecto externo de nuestras cosas en los territorios austriacos es diferente a lo que es y fue en las provincias de España e Italia. Entre nosotros hay otras costumbres, otras condiciones de vida, otras necesidades, que no podemos cambiar. Es cierto que no afectan a nuestra vida interior, que permanece incorrupta. Y tenemos sumo interés en conservarla de este modo. En cuando a lo que tú, Reverendísimo Padre, propones de adquirir nuevas escuelas y abrir internados, se presentan enormes dificultades en los territorios austriacos. Mientras tanto, puesto que es un asunto importante, lo comunicaré a la Congregación Provincial y les pediré su consejo, y cuando llegue el momento discernirá el Capítulo Provincial. Intentamos conservar las escuelas que tenemos actualmente, y no renunciaremos a ningún colegio nuestro salvo caso de urgente necesidad o especial conveniencia para la Orden.

Tenemos que sufrir las decisiones de las leyes y magistrados, a quienes todos debemos obedecer, y con las cuales el Imperio se muestra favorable a los profesores de las Escuelas Pías. Por lo cual propone a nuestros maestros con título oficial para enseñar que vayan a enseñar a las escuelas públicas, pagándoles un sueldo del erario público. Y las leyes interconfesionales austriacas prohíben impedir este modo de actuar.

En lo que se refiere al colegio de Praga, viven allí con nosotros cuatro ancianos, dos profesores y dos catequistas que trabajan en varios gimnasios públicos de la ciudad, y los otros ocho enseñan en nuestras escuelas materias elementales y civiles, algunos ya con el diploma para enseñar y otros preparándose para el examen. No podemos quejarnos del orden que existe en esta casa. Se provee a las necesidades de los hermanos, como en los demás colegios nuestros, no de manera lujosa, pero sí suficientemente. Hace ya muchos años que existe una caja especial para los enfermos, ancianos y para otras necesidades de la Provincia. De manera que nos esforzamos para que cuando lleguen tiempos mejores el Instituto calasancio al menos tenga sanas las raíces, de modo que, con la ayuda de Dios, puedan brotar nuevos tallos.

Según los datos del catálogo de 1876 la Provincia de Bohemia, Moravia y Silesia había sufrido una importante disminución de efectivos con respecto a 1870[Notas 13]. Desaparecen de la lista cuatro casas (Freiberg, Budweiss, Haida y Beraun); de 234 religiosos se desciende a 105, y de 8879 alumnos, a 2366. Posiblemente la pérdida no ha sido tanta, si como decía en su carta el P. Octavio Sofka, los datos que enviaba el P. Sink estaban alterados. Es posible que la disminución hubiera empezado antes.

Y las cifras siguen cayendo. El Arzobispo de Olomuc Friedrich von Fürstenberg (sucesor del Cardenal Dietrichstein, que en 1630 pidió a Calasanz que enviara escolapios a Nikolsburg), escribe al P. Calasanz Casanovas, preocupado por el colegio de Lipnik[Notas 14]. Le dice que el colegio, fundado en 1634, ha estado funcionando bien por siglos. Pero ahora la Orden está desapareciendo de la diócesis de Olomuc. Ya no tienen ningún colegio; los maestros son laicos. Las causas de esta decadencia de las Escuelas Pías: están separados de Roma; se dedican a enseñar en gimnasios en lugar de escuelas primarias, por lo cual los juniores tienen que estudiar mucho más y se desaniman. Además, se ha perdido la estricta observancia, la humildad, la piedad, la abnegación. Por ello pide que escriba al P. Provincial para que envíe al P. Florencio, rector de Atwasser, con otros dos compañeros para que vivan en Lipnik, admitan novicios que preparen con pocos estudios, y se ocupen de las escuelas primarias, simplemente. De este modo las Escuelas Pías se salvarán en su diócesis. El P. General le responde[Notas 15]:

Eminentísimo Príncipe. La divina providencia hizo misericordiosamente que Vuestra Eminencia, siguiendo los pasos de vuestro Eminentísimo Predecesor que, viviendo aún el Santo Fundador, instituyó las Escuelas Pías en la Archidiócesis de Olomuc en Germania, quiera conservarlas en la misma Archidiócesis de Vuestra Eminencia. Esta Provincia, aplastada por las nuevas Leyes Confesionales, se está desmoronando hoy en día verdaderamente, y pide la valiosa protección de las autoridades sagradas para evitar la ruina inminente, y poder mantener lo que queda en su pureza original. Por ello agradezco a Vuestra Eminencia que señale como causa principal de su ruina el hecho de que esa Provincia esté separada de Roma, de donde recibió la vida y la razón de vivir, y por ello vaya declinando paulatinamente en cuanto a las normas del instituto propio y se debilite la observancia original de las Constituciones; sin embargo, me parece que la Provincia ha conservado el espíritu del Instituto en cuanto a las escuelas. Pues el Instituto del divino Calasanz, que está dedicado a la educación de los niños, no excluye a los jóvenes, para cuya instrucción fue declarado idóneo por muchos Sumos Pontífices, y la misma Iglesia no ha desdeñado llamarlo un nuevo subsidio para educar a la juventud en el espíritu de la inteligencia y la piedad.

Si a causa de las presentes leyes de instrucción pública los maestros sólo pueden prepararse para enseñar en las escuelas superiores de los Gimnasios y Liceos con mucho esfuerzo y un tiempo más largo, nada obsta para que nuestros religiosos se conformen con las escuelas primarias, para las cuales se pueden preparar más fácilmente, esperando tiempos mejores para subir a las escuelas superiores. En definitiva, cualquier tipo de escuela se trate, es de máximo interés que se recupere y se consolide la observancia religiosa según la norma de nuestras Constituciones, pues si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles.

En cuando al interés de Vuestra Eminencia por restaurar la casa de Lipnik, no omitiré nada par que, con la ayuda el Señor, se cumpla vuestro laudable deseo. Puesto que Vuestra Eminencia merece tanto agradecimiento ya de nuestra Orden de las Escuelas Pías, todavía merecerá aún más si se pone de acuerdo con el P. Provincial de Bohemia para que designe al P. Acadio y le envía con obediencia como Rector a esa casa, y junto a él otros dos o tres compañeros religiosos de buen espíritu con título para enseñar, de modo que instaure, de acuerdo con el P. Provincial y con la bendición de Vuestra Eminencia, las escuelas y la casa. Si lograra hacer venir esos compañeros fieles de vocación entre los muchos que están fuera del claustro, no hay duda de que el P. Provincial de buena gana llevaría a cabo los deseos de Vuestra Eminencia. Pero si por el contrario a causa de las gravísimas circunstancias de los tiempos el P. Provincial no pudiera ayudar a llevar a cabo la cosa, podría el P. Acadio explicar todo el asunto al P. General, el cual tal vez podría interponer el caso ante la Sagrada Congregación de los Obispos y Regulares, para que el mismo P. General, con el apoyo de Vuestra Eminencia, pudiera tratar con el P. Acadio, de modo que la Santa Sede, si así pareciera oportuno, pudiera nombrar a Vuestra Eminencia Visitador Apostólico con jurisdicción sobre los colegios de Moravia que se encuentran en su diócesis.

El Arzobispo de Olomuc informa unos meses más tarde al P. General sobre sus gestiones con el P. Provincial de Bohemia para reabrir el colegio de Lipnik, cerrado en 1874[Notas 16]. Le dice que escribió al Provincial, pidiéndole gente. Este le escribió una carta que él copia, en la cual explica que no puede este año enviar a nadie, que espere al próximo, que habrá Capítulo. Explica el P. Provincial que en 1870 tuvieron que dejar ir a todos los religiosos jóvenes, para sacarse titulo civil y enseñar en las escuelas públicas, según las leyes interconfesionales del Imperio. Y han tenido que dejar todos los colegios menos 4: Praga, Nepomuk, Gaya y Beneschau. Los demás los ha ocupado el gobierno. Quedan pocos religiosos y viejos. El arzobispo no está muy de acuerdo con lo que dice. En estas condiciones es muy difícil que la Orden conserve el colegio de Lipnik, donde aún hay algún sacerdote manteniendo la iglesia. El P. Casanovas le responde agradeciendo su carta, esperando que en efecto el año siguiente pueda reabrirse el colegio. De todos modos, la Orden le está agradecida por su protección. Las esperanzas del Arzobispo y las del P. General no se realizaron. El Colegio no se reabrió; en 1884 una heredera del fundador reclamó el edificio, puesto que ya no servía para la finalidad con que fue entregado a la Orden. Y así sigue hasta hoy, vacío y casi en ruinas.

En el Capítulo Provincial de 1884 es elegido un nuevo Provincial, el P. Ernesto Miebes. Ese mismo año es nombrado Vicario General de la Orden el P. Ricci. Tenía este la intención de celebrar un Capítulo General en 1885 en Roma, al que acudieran representantes de todas las provincias escolapias. Pero los escolapios de España dijeron que no querían ir, y los de Europa que no podían, así que retrasó el Capítulo hasta el año 1886, que en realidad no fue presencial, sino tan solo electivo mediante papeletas de voto enviadas a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, y en él fue elegido General el mismo P. Ricci. A la carta de invitación, el P. Miebes le respondía[Notas 17] que no podía enviar un “religioso apto” al Capítulo. Desde 1848 habían perdido 9 colegios; de más de 300 religiosos habían disminuido a 91 en 1884. Muchos viven en lugares remotos, enseñando en escuelas públicas, y no pueden ausentarse de ellas. Quedan 53 viviendo en colegios, de los cuales 26 son mayores o enfermos; quedan 27. De ellos la mayor parte están encargados de clases, o parroquias, sólo quedan 4 disponibles. Pero además pide que el vocal sea “apto e idóneo”, y además hace falta que hable latín o italiano, pero de esos 4 (y de los demás) nadie habla italiano; el latín lo tienen olvidado, y no son muy experimentados. ¿Cómo elegir un vocal? Además, están los gastos del viaje, 200 Florines Renanos, que no tienen.

El P. Ricci pedía además ayuda a todas las Provincias para la Provincia Romana: quería comprar un edificio nuevo para instalar allí la Curia General, el noviciado, juniorato, etc. Dice el P. Miebes que tampoco en esto puede responder favorablemente, pues desde 1848, cuando cambiaron las leyes, habían perdido las rentas de las fundaciones, junto con los colegios; y estaban muy apurados económicamente. Le dice literalmente: Si nos muestras como ejemplo la Provincia de Hungría, no existe semejanza entre ellos y nosotros. Pues en aquella Provincia, aunque cambió la forma de gobierno, las rentas de las fundaciones de los colegios de las Escuelas Pías permanecieron íntegras, y allí hay 25 colegios nuestros apoyados por las rentas anteriores, y con unas leyes mucho más suaves en su territorio que las que existen en los territorios germánicos de Austria. La relación entre la provincia de Hungría y las de Bohemia y Austria es la misma que si comparas la provincia de Etruria con la suerte de las demás provincias de Italia. Yo, siguiendo tu mandato, pedí subsidios a cada colegio y a cada hermano, pero, tal como imaginaba, fue como pedir agua a la piedra pómez. Me dices claramente que nuestra Provincia es hija de la Provincia Romana. Y nosotros recordamos bien nuestro origen… El P. Miebes recuerda la historia, comenzada en 1631. Pero, añade, los herederos de aquellos bienhechores ahora nos quitan lo que nos dieron entonces: en 1884 el cardenal se quedó con el colegio, la iglesia y la fundación de Lipnik, y mandó a casa a los 5 sacerdotes que estaban allí, 3 de ellos octogenarios. Y lo mismo está intentando hacer ahora con Nikolsburg.

Añade el P. Miebes que, por lo demás, lo que se diga en el Capítulo General no va a cambiar las leyes contrarias italiana ni austriacas. Y dice: Nuestras provincias, como la Romana y las demás italianas excepto Etruria, necesitan subsidios más que consejos. Y tampoco podemos enviar a nuestros jóvenes de Bohemia a Roma para estudiar, por falta de dinero para los gastos del viaje, cuando apenas podemos mantener a los estudiantes de teología en la próxima universidad de Praga, su patria. En resumen, se excusa por no enviar esta vez vocal al Capítulo, y por no poder ayudar a la provincia romana. Le ruega que lea esta carta en el Capítulo.

Para 1886, ya al final de nuestro periodo de estudio, las cifras han seguido en declive[Notas 18]:

|-

|Colegio||Padres||Juniores||Hermanos||Novicios||Alumnos


|-

|Praga||10||3||||||370


|-

|Slany||1||1||||||


|-

|Beneschau||3||2||||||172


|-

|Duppau||1||||||||


|-

|Brandeis||1||||||||


|-

|Nuevo Boleslav||2||||||||167


|-

|Brux||2||||||||


|-

|Litomysl||4||1||||||


|-

|Reichenau||2||||||||


|-

|Nepomuk||3||3||||||332


|-

|Straznice||3||||||||


|-

|Altwasser||1||||||||


|-

|Trubau||3||||||||


|-

|Gaya||2||||1||||


|-

|Nikolsburg||4||||||||


|-

|Freudenthal||1||||||||


|-

|Weisswasser||1||||||||


|-

|Fuera comunidad||30||||||||


|-

|TOTAL ||74||10||1||||892


Vemos la dramática situación de la Provincia: son muy pocos (y mayores) los religiosos, y además están muy dispersos; tan sólo quedan cuatro colegios, con un número reducido de alumnos. Sin embargo, hay aún diez juniores, que mantendrán viva la Provincia durante unas cuantas décadas más.

Provincia de Austria

Estos son los datos referentes a la Provincia de Austria en el Catálogo de 1870[Notas 19]:

Casas Religiosos Alumnos


Viena Löwenburg 15 118


Viena Col. Josefino 25 1383


Horn 8 223


Widense 9 826


Freystadt 4 202


Krems 26 860


Academia Militar 9


Fuera de comunidad 4


TOTAL 100 3494


Son datos muy similares a los que ofrece el Catálogo de la Provincia del años 1868[Notas 20]; en este se especifica que hay 79 sacerdotes, 16 juniores y 3 novicios. Seguramente uno de esos tres novicios era Anton Maria Schwartz, nacido en 1852, que había vestido la sotana escolapia en Krems en 1867, y permaneció en las Escuelas Pías hasta que en 1871, viendo el poco futuro que tenían los escolapios en Austria, sus superiores le recomendaron que fuera al seminario diocesano. Cosa que hizo; en 1875 fue ordenado sacerdote. En 1889 fundó la Congregación de Obreros Cristianos de San José de Calasanz, “Kalasantiner”. Falleció en 1929. En 1998 el Papa Juan Pablo II lo proclamó Beato.

A finales del año 1868, el P. Provincial Jacobo Seidl[Notas 21], como era costumbre, envía la felicitación para el año próximo, y el catálogo de la Provincia[Notas 22]. Es pesimista: dice que las cosas van mal, y es de temer que vayan peor cada año. El P. Casanovas le responde, en latín, cono nuevo General de la Orden[Notas 23]. Después de cuatro meses ocupándose de los asuntos de Italia, quiere conocer también el estado de las otras provincias de la Orden, y por eso envía sus saludos. Explica que la situación de las provincias españolas por ahora es aceptable, aunque corren peligro; el estado de las italianas es muy triste, especialmente el de las tres del sur. Pero Dios nos ayudará si nos mantenemos unidos y rezamos. En definitiva, intenta darle ánimos. Además, por medio del Asistente General Francesco Maria Pesce, le anima a buscar medios para estar más unidos a Roma y al resto de la Orden. Recibe su respuesta, en la que de manera traducida y resumida viene a decir[Notas 24]:

He recibido tu carta, llena de prudencia y ardor. Nadie duda que haya que intentar salvar la Orden. Estamos dispuestos a describirte nuestra situación por carta, para que estemos más unidos y luchemos contra los enemigos. Aquí la gente nos acusa y persigue, a pesar de que trabajemos bien. Dependemos mucho del Estado, del que esperamos que nos permita seguir viviendo y formando a nuestros juniores. Después de la división del Imperio, ignoramos cuál es la condición de las Escuelas Pías de Hungría, aunque parece que están prósperas. De Polonia no sé nada; dudo que exista la Provincia.

Estoy de acuerdo con tu Asistente en que busquemos una mayor unión, y que nos consultemos para cuestiones de la Orden. Ya dije que estaba dispuesto a dar todo tipo de información con respecto a esta Provincia. Y a cooperar en lo que haga falta por carta. En cuanto a ir a un Capítulo, o enviar a alguien, no lo veo posible, pues tenemos mucho trabajo por aquí y no podemos ausentarnos por largo tiempo. Por lo demás aceptaremos lo que los demás decidan.

En una carta posterior, da más detalles de la difícil situación que están viviendo la Provincia de Austria, sobre todo a causa de las recientes leyes educativas del país[Notas 25]:

Recibí tu carta llena de piedad y ardor. (…) Por lo demás, tenemos prohibido reunirnos con otras provincias de la Orden. Nuestra Orden está en diferentes condiciones que en Italia y en España. Nuestros juniores antes de poder enseñar, después de la filosofía y la teología tienen que estudiar 3 años en una escuela pública, y luego pasar un examen riguroso. No se libran de la mili. Antes el Provincial podía ocupar a algunos no aprobados; ahora obligan a los nuestros a ir a escuelas públicas. Y el salario que pagan es escaso, apenas para comer y vestir. Tenemos internados, pero disminuye el número de alumnos, y además son de familias medias que no pueden pagar mucho. Me pides que te explique nuestras cuentas: las tenemos bien controladas en los Capítulos; nos controlan de fuera, todo está bien.

El P. Casanovas responde, y le pide que indique vías posibles para una mayor comunicación. Recibe una respuesta poco animadora[Notas 26]: He recibido tu carta en la que me propones de qué manera pienso que cada provincia puede unirse más con el General de Roma. No sé qué decir, aparte de lo que está decretado. Siempre ha existido el vínculo de caridad, y seguirá. Pero nosotros debemos obedecer a las leyes civiles, para poder sobrevivir. En cuanto a una unión mayor, habrá que esperar al Concilio Vaticano, a ver qué dice. Envío catálogo para 1870. El año próximo tendremos capítulos locales y provincial.

El nuevo Padre Provincial, Karl Beitz, elegido en 1870, informa sobre la situación de la Provincia, poco alentadora tras la aplicación de las nuevas leyes de educación[Notas 27]: El año pasado cambiaron las leyes en relación con las escuelas. Ahora cada ciudad y cada pueblo administran los impuestos para pagar las escuelas, y tienen el derecho de elegir a sus maestros, pagándoles. Así que Viena, Krems, Horn y Freistadt asumieron la administración de las escuelas, y todos los juniores de votos simples se fueron de la Orden. No tuvimos ningún novicio. Sin embargo, el P. Beitz no pierde la esperanza: Se puede esperar que de nuevo jóvenes buenos y capaces, renunciando al siglo, sigan el egregio ejemplo de nuestro Santo y consagren sus fuerzas y su vida a nuestros Instituto. Yo mis hermanos recibiremos gozosos a estos jóvenes y los formaremos e instruiremos en la regla de S. José de Calasanz.

Se presenta un problema nuevo: ante la abundancia de demandas se exclaustración por parte de los escolapios de Austria, el Prefecto de la Congregación de Obispos y Regulares se opone a concederlas. Tanto el P. Provincial de Austria como el P. General piensan que, aunque lamentable, hay que conceder la exclaustración para evitar males mayores. El P. Provincial Beitz justifica su postura[Notas 28]: Aquí durante dos siglos hemos trabajado con esfuerzo y méritos en la educación, pero las leyes civiles han cambiado, de manera que ahora las escuelas elementales dependen de los municipios y las medias de las provincias. Y piden título para enseñar, de manera que los que no pueden sacar el título, han de buscarse la vida fuera de la Orden, como sacerdotes. Prometo que, si las cosas cambian, volveremos a aceptar novicios, pero ahora no podemos sino ayudar a los que se quieren ir.

El P. Casanovas informa con mayor detalle a la Sagrada Congregación, abogando por la concesión de las demandas presentadas[Notas 29]:

Por medio de una carta recientemente recibida del P. Provincial de las E. Pías de Austria me he enterado de la condición miserable a la que han sido reducidos los religiosos de nuestra Orden a causa de las nuevas leyes sobre la educación pública aprobadas por el Gobierno. Casi todas nuestras escuelas de Austria ya no siguen los estatutos de los antiguos fundadores, sino que han pasado a ser municipales o del gobierno. Incluso nuestros religiosos que no tienen la patente de enseñanza concedida por el gobierno no pueden enseñar en ellas, y los que sí tienen ese título, son enviados según el deseo del municipio o del gobierno a enseñar a otros lugares. Así que los religiosos que no pueden enseñar, o aquellos a quienes por cuestión de salud no les conviene el lugar al que los envían, piden la secularización. Y lo mismo los que enseñan en lugares alejados, a quienes el salario, viviendo solos, apenas da para vivir. Por ese motivo el Cardenal Arzobispo, viendo que el número de sacerdotes diocesanos desciende, quiere enviar a los escolapios a las parroquias, para que no se vayan a las nuevas sectas que van apareciendo hoy día [con las leyes interconfesionales]. Por lo cual, de acuerdo con el Provincial, con el Arzobispo y con el Nuncio, el que suscribe no se opone a esas secularizaciones, para evitar daños mayores.

En el año 1876 es elegido un nuevo Provincial en Austria, el P. Juan Bautista Indrak. Parece que ha habido algún malentendido con él a causa de una carta que le escribió, en la que mostraba su desagrado por el abandono de la casa de Freystdat. Sintiendo el malestar, y queriendo eliminarlo, el P. General concibe (junto a otros motivos) el proyecto de visitar las Provincias de Europa Central. Escribe al P. Indrak[Notas 30]:

De tu silencio deduzco o que mi carta se ha perdido, o que no te gusta lo que dije sobre mi desaprobación de abandonar Freystadt, a pesar que te di facultades para que te pusieras de acuerdo con el obispo para decidir en el Señor lo más conveniente. No me has enviado el catálogo de este año, ni me has indicado nada sobre la provincia austriaca, en el caso de que no hayáis publicado el catálogo. Por ello temo que me has entendido mal, y que mi carta te indujo a no comunicarte más conmigo. Eliminemos esta desconfianza. Hace falta que trabajemos juntos por las escuelas de Calasanz, en cualquier situación en que nos encontremos. Y se presenta una oportunidad: está en Roma el P. Jofre, vuelto a España de Cuba, que desea conocer a los hermanos en el Imperio Austriaco, para luego llevar las noticias a la Orden. Me pide que le acompañe en el viaje. ¿Qué te parece si vamos a visitaros? ¿No sería bueno para crear entre nosotros una mayor benevolencia? Puesto que ahora a todas las personas les resulta más común asociarse, ¿por qué no intentarlo también nosotros? Te agradeceré me respondas pronto a esta consulta.

El P. Provincial, naturalmente, le responde que será bienvenido. Poco después de su llegada a Viena, escribe la carta siguiente al P. Provincial, en la que, tras conocer in situ la situación de la Orden en el país, le ofrece una serie de ideas para fortalecerla y restaurarla[Notas 31]:

Cuanto mayores son nuestras dificultades, mayor debe ser nuestra confianza en Dios, y lo mismo deben ser nuestra solicitud al actuar. Por eso cuando te oí decir “soy escolapio, y no dejaré de hacer nada por el bien de mi Orden en Austria”, me alegré y creció mi esperanza en el futuro. Por eso te envío mi opinión en la carta adjunta; te ruego la leas atentamente y me des tu opinión. Cópiala, y devuélveme el original, para presentarla al Nuncio.

“Puesto que la Orden de las Escuelas Pías no ha sido suprimida en Austria, algunas casas nuestras pueden ser mantenidas por el P. Provincial, bien como escuelas municipales, bien como escuelas propias, o incluso sin escuelas. Allá donde el Municipio quiera confiar sus escuelas a la Orden de los Escolapios, puede tratar con el P. Provincial sobre el número de maestros necesarios, y del estipendio o salario a pagar por cada maestro. Una vez firmado el contrato, de los ingresos del contrato se podrá mantener la familia religiosa, es decir, el Superior, los maestros y los religiosos que el P. Provincial envíe a esa casa. Las escuelas se regularán según lo prescrito por la ley; en la comunidad, según la disciplina regular conveniente a los religiosos, y que estaba vigente en la Provincia de Austria.

Donde el Municipio no quiera confiar las escuelas a los escolapios, y la casa sea propia, el P. Provincial puede abrir una escuela gratuita para los pobres, en las cuales se cobrará un estipendio mensual a quienes lo puedan pagar. Con estos pagos y con los ingresos, si los hay, provenientes de las fundaciones originales, se puede mantener una comunidad religiosa.

Por el bien común de la Provincia el P. Provincial podría asumir o crear un internado escolapio privado, en el cual la instrucción y la educación de los internos fuera confiada bien a maestros nuestros, bien a maestros de fuera, si fuera necesario, elegidos por el P. Provincial. En esta provincia vienesa el nombre mismo de escolapios tiene un gran prestigio, y ante los padres es una garantía de seriedad en la formación del espíritu de la juventud en piedad y letras, por lo cual es de esperar que esta iniciativa no sólo serviría para el sustento de los religiosos, sino para conservar y dar estabilidad al Instituto de las Escuelas Pías, con ayuda del Santo Fundador.

Finalmente, allí donde de ningún modo sea posible establecer escuelas, el P. Provincial podría procurar que uno u otro de los sacerdotes prestara su servicio en la iglesia, y para mantener la casa hasta que vengan tiempos mejores; los sacerdotes podrían ganarse la vida con el servicio del altar y algo de rentas de la fundación, y así el P. Provincial conseguiría conservar para la Provincia las casas que ha heredado.

Para lograr esto, es necesario ante todo que los religiosos con diploma de maestro, si están dispersos, vayan a las casas y escuelas donde el Provincial crea que son más útiles. Aquellos jóvenes nuestros que carecen de título para enseñar, deben ir a estudiar, para obtener el diploma.

Debe crearse una Caja común a la cual cada una de las casas contribuya con las sobras de cada año, y lo mismo todos los religiosos que reciben algún tipo de paga por cualquier trabajo que hagan. Con pequeñas cantidades se consigue una suma importante.

El Provincial debe concentrar todos sus esfuerzos en la reapertura del noviciado, en el cual cada año los jóvenes aprendan seriamente la disciplina de la vida religiosa, y lleven a cabo estudios que los hagan capaces de enseñar en escuelas primarias; los profesos de simples, se preparen para enseñar en escuelas técnicas y gimnasios, y por fin para los liceos. De este modo, tras la profesión solemne y la ordenación, proveerá a la provincia de los religiosos bien preparados en materias eclesiásticas y pedagógicas.

¡Padre Provincial! Los tiempos son muy difíciles, pero sean como sean, los padres siempre apreciarán la buena educación de sus hijos, y cuanto mayor es el libertinaje de la juventud, más necesidad sienten de que se eduquen sus hijos según los principios católicos para conseguir la tranquilidad doméstica. Por ello la Orden de las Escuelas Pías, con ayuda del Santo Fundador, podrá sobrevivir a las tormentas, si quienes la dirigen, sin estar aterrados ante las dificultades, la conducen hacia la estrella que es María, sin relajar nunca las instituciones regulares. Donde hay caridad, todas las cosas van bien a todos, jóvenes y viejos, profesos y novicios; pongamos nuestras preocupaciones en el señor, y El nos ayudará.

Cuando estaba en Roma, veía los asuntos referentes a esa provincia con pesimismo; pero después de conocer a los religiosos de esa casa, creció mi esperanza, y me atrevo a soñar un mejor futuro, pues veo que tienen buena índole, son dóciles a los superiores, dispuestos a servir, bien preparados, con ganas de enseñar, firmes en la fe. Hay algunas cosas que se pueden mejorar, como las clausura en la vivienda religiosa y en aquellos lugares que pueden ser administrados por hombres; mantener el hábito, tanto en casa como fuera, allí donde sea posible; donde no sea posible, que lleven una sotana negra; fuera de casa pórtense de manera digna del clero; cumplan lo mejor posible los actos comunitarios; y con respecto a los alumnos hagan lo posible para que quienes lo deseen puedan asistir a misa cada día, y al oratorio con catequesis los días de fiesta, y práctica de los sacramentos al menos una vez al mes.

Dios sabe que no es mi intención haceros reproches; seguramente actuaréis mejor cuando los tiempos mejoren. Lo que sí te pido, antes de volver a Roma, es que me redactes una breve exposición presentando el estado actual de esta provincia, de cada casa, de nuestras escuelas, que nunca dejen de ser Pías, porque en ellas los maestros aprovechen siempre las oportunidades para educar a los jóvenes en la piedad. Muéstrame también qué te parece oportuno para que la Orden de las Escuelas Pías se afirme en esta Provincia, pues me consta que el Emperador quiere seguir protegiendo a los Escolapios, y conservar nuestro Instituto, con tal que los nuestros cumplan las leyes de educación. Lo mismo desea el Papa, que fue alumno nuestro, que os extiende la bendición por medio del Nuncio”.

Lo leí. Juan B. Indrak, Provincial.

El P. Provincial es menos optimista, pues conoce mejor la situación. Le responde, también por escrito, al P. General, que aún está en Viena, en resumen[Notas 32]: Leí la tuya del 17.6.77, y me alegro de que tengas tan buena opinión nuestra. Te enviaré cuanto antes el informe de la Provincia que me pides. Será difícil explicarte de qué modo gestionamos las escuelas. Tú crees que son, como antes, Escuelas Pías. ¡Ay, no lo son! Los escolapios no tienen ni una escuela, ni pública ni privada; todos los escolapios que se dedican a la educación son maestros en escuelas estatales o municipales. El Gobierno sólo permite abrir gimnasios; pasó el tiempo de hacer contratos para las escuelas elementales. Pero no tenemos suficientes religiosos para ello; sólo nos queda abrir el noviciado y esperar. No puedo prometerte nada más.

El P. Casanovas, para facilitar la idea de la Caja común, le ofrece un reglamento en 12 puntos[Notas 33]. Le explica que en Liguria de este modo han comprado una casa y fincas; así están seguros de tener un refugio para el futuro. Y lo mismo hicieron en Toscana, donde han comprado dos villas, y han abierto un internado en una abadía. En España, en muchas grandes ciudades hay internados de los que se mantienen los nuestros, y las escuelas gratuitas. Además, tienen contratos con los municipios para ocuparse de las escuelas. Espera que con estos medios las Escuelas Pías puedan superar estos tiempos de tribulación.

Las cifras de la Provincia de Austria siguen disminuyendo. En el catálogo de 1874, aunque siguen apareciendo siete casas, el número de religiosos ha disminuido a sólo 57 (Aparecían 100 en el de 1870). En el de 1883 aparece una casa menos (Freystadt), y los religiosos son 44; de ellos 5 son juniores, y 1 novicios; hay 8 fuera de comunidad.

En 1882 es elegido un nuevo Provincial, el P. Francisco Javier Benda[Notas 34]. El P. Casanovas responde a su comunicación, felicitándole y animándole en su tarea, y a seguir admitiendo novicios. Le ofrece alguna información: Nuestros padres de España durante el tiempo de vacaciones van a aprender lenguas, algunos a París, otros a Londres. Quizás podrían enviar dos a Viena para aprender alemán. Si es así, te recomiendo que cuides de ellos, para que no hagan el viaje en balde. Ya te escribiré más ampliamente sobre nuestras cosas en Italia, cuando me lo permita la enfermedad. Saludos al P. Indrak, y demás.

La Provincia siguió mermando, pero se mantiene viva hasta el día de hoy. Casi todos los Superiores Generales han hecho esfuerzos de todo tipo para mantenerla en vida, a pesar de la escasez cada vez mayor de vocaciones nativas.

Hungría

Es la Provincia que se muestra más vigorosa durante todo el tiempo del Generalato del P. Calasanz Casanovas. En el Catálogo de 1870[Notas 35] figuran en esta Provincia 29 casas (Nagy B., Beszterce, Brezno, Buda, Korpona, Cibniense, Cluj, Kalocsa, Debrezen, S. Jorge, Nagykanizsa, Nagy Karoli, Kekskemet, Levice, Nitra, Magyarovar, Pest, Podolinec, Prievidza, Rosenborg, Schemnice, Szeged, Sigheteul, Tata, Temesvar, Trencin , Satoral J., Vac y Vezsprem), 272 religiosos y 5934 alumnos.

El Provincial de turno (Ferenc Somhegyi, desde 1867 hasta 1879; Andra Kalmar, desde 1879 hasta 1891) envía puntualmente el catálogo anual, con cierta satisfacción, aunque a veces se quejan de que el gobierno se vuelve más exigente con los títulos, o que las condiciones económicas son más duras. Pero, como veremos en las estadísticas, Hungría atraviesa sin mayores dificultades este periodo, y no será realmente incomodada hasta bien avanzado el siglo XX, y por razones ajenas a su propia evolución: las dos Guerras Mundiales.

En 1869 escribe el P. Provincial Somhegyi[Notas 36]: Te puedo expresar con gozo que nuestra Orden goza de buena fama en Hungría y Transilvania, y que el estado sacerdotal, excepto por algunas excepciones, se mantiene en su prístino estado. Para el próximo curso escolar 1869-70 el número de individuos de la Orden aumentará con los 29 novicios que ha admitido la Congregación Provincial de los 95 candidatos que se presentaron. Es de esperar que la pérdida de individuos que se produjo durante cinco años, desde 1848 hasta 1852, sea compensado en breve, si el Dios de la Paz no nos niega su gracia. No tengo ninguna noticia de nuestros hermanos de Galitzia[Notas 37], puesto que no tenemos ninguna relación epistolar con ellos.

Más adelante hace una sugerencia al P. General[Notas 38]: Las cosas en Hungría, aunque no están tan mal como en Italia, se van poniendo más difíciles. Las novedades agitan toda Europa, y estas nuevas maneras de pensar pueden significar la ruina de la Orden, pues hay gente que nos ataca. Por eso le parece necesario reivindicar la acción de los Escolapios, educando a los jóvenes en Hungría desde hace dos siglos. Habría que publicar libros y documentos mostrando que las Escuelas Pías han contribuido desde hace siglos a la educación de la juventud, de manera generosa. Y también habría que escribir una biografía crítica de nuestro Fundador, aceptable incluso para los que no creen. Ya se ha escrito mucho, pero hace falta más seriedad crítica. Hay que publicar las cartas de Calasanz, que están guardadas en S. Pantaleo y en otras casas. El P. Guido Nicht ya hizo su esfuerzo en 1772, y también el P. Urbano Tosetti. Seguro que los escolapios de España pueden escribir también sobre el tema, como otros antes que ellos han hecho. Recibimos la obra enviada por el P. Jofre desde Cuba, y le enviamos la obra del P. Alejo Horanyi sobre escritores escolapios.

El P. General desea conocer personalmente la realidad de la Provincia, y de su viaje a Hungría, como luego veremos, quedó muy satisfecho. Sin embargo, sus esfuerzos para lograr un acercamiento de Hungría y Roma también resultaron vanos: los húngaros, como los bohemos y austriacos, tenían miedo a violar las leyes imperiales con respecto a la autonomía nacional de las instituciones religiosas. En el catálogo de 1878 vemos que el estado general de la Provincia ha mejorado en cuanto a cifras[Notas 39]:

Casas Religiosos Alumnos

1.Budapest I 5 182
2.Budapest IV 31 497
3.Debrezen 4 77
4.Kekskemet 38 252
5.Kis-szebeni 8 71
6.Kolosvar 12 579
7.Lévai 9 180
8.Magyarovar 9 108
9.Marmaros-szigeti 6 109
10.Nagy-becskereki 3 169
11.Nagykanizsa 13 332
12.Nagy Karoli 12 851
13.Nitra 39 339
14.Podolinec 7 49
15.Prievidza 8 248
16.Rózsahegyi 4 159
17.Satoral J. 6 499
18.Selmeczbányai 4 140
19.Szeged 18 760
20.S. Jorge 7 60
21.Tata 9 148
22.Temesvar 7 344
23.Trencin 8 201
24.Vac 32 178

25.Vezsprem 10 280

Fuera de comunidad 3

TOTAL 312 6713

Aunque se han abandonado cuatro casas con escasa presencia de religiosos, el número de religiosos ha aumentado en 40, y el de alumnos en cerca de 800. Y este ritmo creciente se mantiene en el catálogo de 1884-85: el número de colegios es 24; los religiosos, 328, y los alumnos 7039.

El P. Casanovas intenta reforzar los lazos institucionales con el nuevo Provincial, Endre Kalmar. Le invita a que envíe algunos jóvenes a estudiar a Roma. Pero este no parece estar muy animado a hacerlo. Le responde[Notas 40] que le encantaría poder enviar un par de los 80 juniores que tienen a estudiar a Roma, pero el problema es que tienen muchas escuelas, necesitan muchos maestros, y no les llega el dinero para pagar a seglares. Siguen las comunicaciones entre Roma y Pest en el mismo tono formal de informaciones. Incluso cuando el P. Ricci es nombrado Vicario General, y busca un acercamiento con todas las provincias, la respuesta es fría[Notas 41]: le dice que no podrá ir al Capítulo General, por diversas causas. Entre otras que ese año también tendrán el Capítulo provincial en Hungría durante las vacaciones, y eso requiere muchos preparativos. En cambio, muestra buena voluntad para ayudar a comprar una casa propia en Roma, y anuncia que va a pedir la colaboración de casas y religiosos. De hecho reúne 2250 Liras, que envía[Notas 42]. Se vuelve a excusar por no enviar juniores a estudiar a Roma: los estudios de los juniores en Hungría son muy largos, y cuestan muy caros. Por eso andan escasos de personal y no pueden enviar a nadie. Cuando más tarde el P. Ricci le comunica que el capítulo General tendrá lugar al año siguiente, y que si no pueden ir pueden votar por el nuevo General por correo, el P. Kalmar se excusa diciendo que, después de haberlo pensado mucho, han decidido que, puesto que no conocen a los eventuales candidatos, no van a votar. Y aceptarán al que elijan los demás.

Provincia de Polonia

De la Provincia de Polonia ni se habla en los catálogos de este periodo. El P. Casanovas encuentra la Provincia al llegar al Generalato en un estado lamentable. De hecho su predecesor el P. Perrando la daba por extinta, cuando responde al P. Casanovas, que le pide información acerca de ella, y de un religioso en particular[Notas 43]:

El Provincial de Polonia sólo una vez, en agosto de 1861, me envió información sobre los nuevos superiores de aquella provincia nuestra, elegidos en un Capítulo sin yo saberlo y sin el aviso preventivo de mi predecesor. Después no recibí ninguna carta más, ni respuesta a las que yo escribí en varias ocasiones. Un religioso nuestro polaco, emigrado de Varsovia cuando la última revolución de Polonia, me pidió desde París una carta de recomendación y la facultad para dar pasos con el fin de recuperar nuestro colegio de Cracovia. Yo, para tener información e su Provincial, le escribí, e incluso pedí a los Provinciales de Austria y de Hungría que hicieran llegar a su colega de Varsovia mis cartas, pero siempre en vano. Como V.P. Rvma. puede comprobar, no puedo darle ninguna información sobre los religiosos polacos. Durante el tiempo de mi gobierno no mi llegó ni siquiera un catálogo con los religiosos que componían aquella Provincia. Sé que el Gobierno la consideraba como destruida, e incluso esta noticia no me llegó de nuestros religiosos, sino de Mons. Palau.

El P. Calasanz Casanovas había ya recibido noticias por medio de un escolapio polaco, el P. Tadeusz Chromecki[Notas 44], que le escribe (en latín) desde Marsella, el 26 de febrero de 1869[Notas 45]:

Cuando estuve en Roma hace cuatro años, hablábamos a menudo de recuperar nuestro Colegio de Cracovia, que está totalmente abandonado por los nuestros y es administrado por un sacerdote diocesano designado por el Rvmo. Ordinario del lugar. Ni yo ni el P. Adam, que reside actualmente en París, podemos ahora ocupar esa casa, pues el Gobierno Austriaco nos tiene prohibido regresar a territorio imperial. Pero en Estrasburgo de Francia reside uno de los nuestros, el P. Matías Casimiro Maliszewski de S. José de Calasanz, antiguo Prefecto de las Escuelas de Varsovia. Este Padre reside en Francia desde el año 1832; nació en Cracovia y tiene 70 años de edad. Está deseando volver a Cracovia y fijar su residencia en nuestra casa; está listo para salir de Estrasburgo hacia allá el primero de abril, y como tiene nacionalidad austriaca, es de esperar que no tenga ninguna dificultad para tomar posesión de nuestra casa. Por este motivo ruego a Vuestra Paternidad que se digne darle obediencia para Cracovia, de modo que en virtud de ella pueda vivir y dirigir legítimamente aquella casa. Como nuestra Provincia de Polonia está prácticamente suprimida, la casa de Cracovia depende directamente de Vuestra Reverencia, y es necesario su permiso para conservar esta última casa en tierra polaca. Por ello recurrimos a V. Paternidad con plena confianza, esperando que en poco tiempo logremos felizmente el objeto de nuestra súplica. Yo sigo en Marsella, profesor de la sexta clase en el seminario menor, y espero salir dentro de poco tiempo hacia Cracovia si el Padre Maliszewski me pudiera conseguir el permiso del gobierno austriaco para residir en esa ciudad. De este modo podríamos conservar nuestra casa, y principalmente la restauración de la Provincia, cuando la Divina Providencia nos conceda ese día favorable a Polonia y a nuestra Congregación.

El P. General envía la obediencia al P. Matías, nombrándolo además Comisario General con la misión de restaurar las Escuelas Pías en Polonia, pero este se encuentra con una dificultad: el gobierno austriaco no le da permiso para volver. Al parecer el Vicario Apostólico de Cracovia no tiene ningún interés en que vuelvan allí los escolapios; prefiere quedarse con su casa. Por lo que el P. Tadeusz vuelve a escribir el 18 de julio al P. General[Notas 46], rogándole que insista, ante el Nuncio, ante la Curia o ante el Papa si hace falta, para recobrar la única casa que queda de la antaño floreciente provincia. Copiamos un fragmento de la carta:

… Somos tres sacerdotes de la provincia polaca que podemos y debemos ocupar esa casa: el Obispo no tiene ningún derecho a despojar a nuestra Congregación de esa propiedad. En el actual estado de cosas recurrimos a Vuestra Paternidad suplicando que interceda en Roma para obtener los que necesitamos: 1º, que se permita al P. Matías Casimiro Maliszewski de S. José de Calasanz ir a Cracovia y fijar allí su residencia; 2º, eliminar las dificultades que pueda ponernos el Rvmo. Gatecki, Vicario Apostólico de Cracovia, y en especial para que el P. Comisario Casimiro pueda fijar su residencia permanente en Cracovia. (…) Toda relación de los nuestros que residen en Polonia y están dispersos por parroquias con gente de fuera está prohibida por el gobierno de Moscú, bajo pena de deportación a Siberia, así que por ese lado no tenemos ninguna esperanza. Por lo tanto, si nosotros no defendemos la única casa aún no suprimida, nuestra causa en estas provincias estará perdida dentro de poco. Confiando plenamente en la bondad y en la protección del Rvmo. Padre General, esperaremos carta de Vuestra Paternidad indicándonos qué más podemos hacer, qué podemos esperar.

El P. General se pone en contacto con el obispo de Cracovia, que se encuentra en Roma asistiendo al Concilio Vaticano I. Por fin el P. Matías Casimiro puede viajar a Cracovia, pero el Vicario no le permite entrar en el colegio, y tiene que ir a vivir en casa de unos parientes. Para colmo de desgracias, el 13 de marzo de 1870, a los 71 años de edad, fallece. La causa parece perdida. El P. Tadeusz, al comunicar la noticia al P. General, le insiste para que trate personalmente con el obispo. Mientras tanto él y el P. Adam Slotwinski intentarán conseguir permiso del gobierno austriaco para volver a Cracovia.

Por fin, ambos consiguen el permiso para regresar. Y a partir de ese momento, quien toma la iniciativa de la recuperación de la casa y restauración de la Provincia es el P. Adam Slotwinski[Notas 47]. El 15 de diciembre de 1872 escribe al P. General desde Cracovia[Notas 48], informándole de su llegada a la ciudad, donde ha obtenido permiso para celebrar misa, pero vive en una casa particular. Le pide el nombramiento de Rector, para seguir reivindicando la propiedad del colegio y poner en marcha el proyecto de restauración. El P. Tadeusz, que también ha vuelto a Polonia, escribe al P. General en 1873[Notas 49] contándole que el P. Adam ya reside en el colegio, donde el Vicario le ha cedido una parte para residencia suya y de unos cuantos muchachos internos que tiene. Le explica que el Vicario no les quiere ceder la casa mientras no tengan la nacionalidad austriaca, y para obtenerla necesitarán residir en la Polonia austriaca durante dos o tres años. Él, mientras tanto, prefiere quedarse trabajando en una parroquia de una diócesis cercana, hasta que las cosas estén más seguras.

El P. Adam pide varias veces al P. General que le envíe la obediencia y el nombramiento oficial de Rector para reivindicar el colegio[Notas 50]. El P. Casanovas, que conoce el pasado político un tanto turbulento del P. Adam, es un poco reticente a nombrarle rector, pues teme que un nuevo posicionamiento nacionalista eche por tierra todas las posibilidades escolapias de futuro. Acabará enviándole el nombramiento, pero no sin recordarle que debe ser muy prudente, de modo que no se vea en el colegio un carácter político o nacionalista. No debe aceptar sólo estudiantes nobles, sino también pobres[Notas 51].

El P. Casanovas muestra su perplejidad cuando responde al Nuncio de Viena, quien seguramente le ha pedido su opinión acerca de la devolución de la casa de Cracovia a los escolapios: [Notas 52]

Monseñor, para justificar el deseo de todos los que quisieran restaurar en Cracovia las Escuelas Pías, o sea la Orden de los Escolapios, basta con recordar la historia de la Provincia escolapia de Polonia, donde nuestros religiosos se han distinguido tanto en la enseñanza de las letras en beneficio de la juventud, pero todavía más al servicio del catolicismo mediante el mantenimiento de sus iglesias, por su constancia en combatir los errores mediante misiones y publicaciones, y por la constante adhesión a la Santa Madre Iglesia Romana, a la cual habían servido a entera satisfacción. Con razón, pues, desde que fui nombrado General de la Orden por el Santo Padre Pío IX deseaba se me presentase una ocasión propicia para hacer resurgir las Escuelas Pías de Polonia, y creí que esta ocasión se me presentaba cuando en el 69, primer año en mi cargo, otro P. Adam[Notas 53], sacerdote profeso de las Escuelas Pías, me pedía obediencia para poder ocupar la casa (general, es decir, que siempre había dependido directamente del General Romano) de las Escuelas Pías de Cracovia para instaurar allí el instituto de los Escolapios. En estas circunstancias, en una visita de S.M. Francisco II de Nápoles a Roma, hablando de los Escolapios y manifestándole yo mi deseo de verlos establecidos en Cracovia, Su Majestad me dijo que los escolapios de aquel país habían sido más políticos que religiosos, hasta tal punto que el Gobierno austriaco se había visto obligado a exiliarlos de Cracovia, pero que a pesar de ello, cuando estuviéramos seguros de tener algún religioso con el visto bueno del Gobierno, S.M. nos recomendaría al Emperador, para que permitiera y protegiera el restablecimiento de las Escuelas Pías.

Monseñor, yo siempre he actuado con la idea de que las Órdenes religiosas deben servir a la Iglesia, y no la Iglesia a las Órdenes religiosas, y que la Iglesia tiene su representación natural en los Señores Obispos, con cuyo acuerdo estoy siempre dispuesto a secundar cualquier buena empresa que se confíe a mis religiosos, aunque nunca sin el beneplácito y bendición de los Príncipes de la Iglesia. Así que escribí al P. Adam, enviándole la obediencia para ocupar la casa de Cracovia, reunir a los religiosos dispersos, constituir la comunidad, volver a abrir las escuelas, e incluso el noviciado para restaurar la Provincia, queriendo sin embargo que lo primero de todo se presentase al Sr. Obispo para obtener no sólo su protección, sino para que además hiciera su parte para obtener el necesario permiso del Gobierno imperial, y le decía que sin el beneplácito del Sr. Obispo mi carta de obediencia era nula. Al mismo tiempo escribí al Sr. Obispo, exponiéndole la petición del P. Adam y mi deseo de secundarle, y rogando a Su Excelencia que favoreciera el proyecto con su bendición, y llevara a cabo su parte para obtener la licencia deseada de la autoridad civil. El Sr. Obispo no me respondió, murió el P. Adam[Notas 54], y de los escolapios de Cracovia por entonces ya no se habló más.

Unos dos años más tarde, otro P. Adam, el actual Slotwinski, también me pidió obediencia para ocupar nuestra casa de Cracovia; se la envié, en el mismo tenor que la anterior, y siempre con la condición de que fuera aceptado por el Sr. Obispo y obtuviera su cooperación. A partir de entonces, en los últimos tres años, he recibido visitas y recomendaciones de personas notables de Cracovia y de Roma, con pretensiones e informaciones contradictorias: que el obispo, no siendo favorable a los institutos religiosos, quiere hacer de la iglesia de los escolapios una parroquia; que el Obispo ama a los institutos religiosos, pero que no siendo los escolapios gratos al Gobierno, quiere dar su iglesia a los Resurreccionistas, puesto que ellos se dedican también a la enseñanza; que el P. Adam es un activista polaco, y que sus acciones pueden comprometer incluso a los escolapios de Bohemia y de las Provincias de Austria y Hungría; que el P. Adam ha sido siempre un revolucionario, y que los escolapios supervivientes no están dispuestos a observar la disciplina regular. Por el contrario, que el P. Adam hoy es religiosísimo y amante de su Instituto; que el colegio que ha abierto hace poco en la casa escolapia de Cracovia está frecuentado por la juventud más selecta de la ciudad; que el Obispo ahora quiere bien a los escolapios y al P. Adam; que si este no ha recibido la administración en propiedad de la casa de Cracovia es solamente porque no tiene el título de ciudadano; que es cosa conveniente agregar mediante un decreto del General de Roma la casa de Cracovia a la Provincia escolapia de Bohemia, invitando al Provincial a enviar a Cracovia un religioso que lo represente para recibir en su nombre la casa con las rentas y reintegrarla a las Escuelas Pías. En este sentido me habló aquí en Roma una persona digna de todo respeto venida de Cracovia, y hubiera ido de buena gana a aquella ciudad para ver por mí mismo y organizar en la medida de lo posible las Escuelas Pías, pero careciendo de medios, escasos antes de la supresión de las Órdenes religiosas en Roma, y nulos después de la supresión, me contenté con enviar, hace poco, una nueva carta al Sr. Obispo de Cracovia, conjurándole a restablecer un colegio que me venía pedido por personas nobilísimas de la Ciudad. Y el Obispo no me ha respondido.

Incluso para el permiso para vender al Príncipe Czatoriski una pequeña parte de la casa de Cracovia me han dirigido ruegos aquí a Roma. He respondido que no comprendo por qué se me pide el permiso a mí, cuando no se me permite establecer a mis religiosos en la propia casa, y traspasarles a ellos la administración de los bienes.

En suma, Monseñor, creo, estoy convencido, que el restablecimiento de los escolapios en Cracovia podría ser muy útil a nuestra Santa Iglesia Católica, pero no estoy seguro de que el P. Adam sea el hombre para llevar a cabo tal empresa, ni siquiera si esta es la ocasión para que aquellos escolapios reciban la benevolencia del Gobierno austriaco, incluso uniendo la casa a la Provincia de Bohemia. No habiendo recibido carta del Obispo de Cracovia, sino sólo del P. Adam, y recomendaciones de sus protectores, no he podido formarme un criterio al que ajustar mi conducta de modo que no incurra en responsabilidad ante la Santa Iglesia y ante la misma Orden de las Escuelas Pías. En tales circunstancias, creería la mejor solución que se autorizara al Sr. Obispo de Cracovia a actuar por sí mismo, bajo su responsabilidad, o al menos después de informar y recibir la autorización de V.E. Rvma.

En definitiva, el P. Casanovas se resiste a tomar la patata caliente, que quema demasiado. El P. Adam le pide además que dé obediencia al P. Tadeusz para ir a Cracovia, pues ya su posición en el colegio se va fortaleciendo, y él necesita ayuda. Sin embargo, el P. Tadeusz no llegará hasta finales de 1879. Antes llega a Cracovia, en una visita privada de un par de días, el P. Casanovas, en el verano de 1877, acompañado del P. José Jofre. Durante todos esos años el P. Adam se esfuerza para sacar adelante el colegio, aumentar el internado, buscar vocaciones… Son años difíciles, de intensa lucha, hasta que en 1878 consigue por fin la nacionalidad austriaca y puede hacerse cargo del colegio, sin más obstáculos por parte de la diócesis. Pero el colegio está hecho una ruina, y hay que restaurarlo. No tiene dinero, y pide ayuda a la Orden, que le ayuda generosamente por medio del P. Jofre, que sensibiliza a todas las provincias españolas[Notas 55]. Vende parte del colegio al Príncipe Ladislao Czartowski, que establece allí su museo, aún existente, pide préstamos… y en 1882 el nuevo colegio está ya en condiciones de habitabilidad. En 1879 profesa el primer novicio polaco, Gustavo Kalman, que es enviado a estudiar la teología a Roma, y regresa en 1883.

Así describe el P. Adam el nuevo colegio[Notas 56]:

El P. Adam Slotwinski, después de haber recuperado la iglesia escolapia de S. Juan en Cracovia, se propuso restaurar el antiguo colegio. Pero cuando vio que para la modificación del colegio que quería llevar a cabo los muros antiguos no servían, lo vendió al Príncipe Ladislao Czartowski, para su Museo, y propuso construir un colegio nuevo en la parte occidental, que pudiera satisfacer todas las exigencias higiénicas y pedagógicas de nuestro tiempo, pues la idea del P. Slotwinski era, según la costumbre de los escolapios, que el colegio fuera un internado para la juventud estudiantil. El edificio se levantó en relativamente poco tiempo. En la planta baja hay un gran comedor; en el primer piso, los dormitorios, la escuela, salones para la esgrima, etc. Las camas son todas de hierro con sus complementos simples. Junto al dormitorio está la sala para lavarse, con duchas, grifos, fuentes, etc., de modo que los muchachos después de levantarse de la cama se pueden refrescar enseguida con agua fría. En resumen, aquí hay todo lo que puede desearse en una casa de educación. La educación de los jóvenes internos de los PP. Escolapios, tal como hemos podido comprobar, se lleva acabo al mismo tiempo con energía y con suavidad. Los muchachos tienen un discreto reparto del tiempo entre el estudio y el recreo, tan necesario para los jóvenes. Se ha introducido la costumbre de leer libros durante el tiempo de la comida, cuyo contenido puede servir para elaborar los sentimientos de ciudadano.

Pero no todo es de color de rosa. El P. Adam tenía un temperamento muy vivo, muy autoritario sin duda. Conseguía el apoyo de los nobles polacos que conocían su pasado y su espíritu nacionalista, pero su actitud con respecto a sus súbditos escolapios debía ser bastante autoritaria. El P. General había intentado que la Provincia de Bohemia echase una mano a Cracovia, pero el proyecto falló porque el P. Adam no aceptaba dejarse dirigir por un extranjero (“¿Qué pensarán los nobles padres de nuestros alumnos si ven que confiamos la educación de sus hijos a un extranjero?”). El P. Tadeusz y el P. Kalman tienen muchas dificultades para convivir con él, e incluso piden abandonar Cracovia, y hasta la Orden. Sin embargo, vuelven a casa, porque no se trata del P. Adam: comprenden muy bien que se trata de la Provincia de las Escuelas Pías de Polonia, y que por ella bien valía la pena sufrir algunas contrariedades.

A partir de ahora la comunicación entre Cracovia y Roma es regular. Con altibajos, la Provincia va resurgiendo, aunque necesitará aún ayuda posterior de la Orden. Pero no se puede negar el enorme mérito que tienen estos primeros escolapios polacos de la “resucitada” provincia.

Viaje del P. Casanovas a las Provincias Centroeuropeas

Puesto que se trata de un viaje importante del P. Casanovas que afecta a las cuatro Provincias, hemos preferido tratar este asunto tras la presentación de las mismas.

Más arriba vimos cómo ya en una carta de 1875 comentaba al Nuncio de Viena que había tenido intención de visitar Cracovia, pero no lo había hecho por falta de recursos económicos. En 1877 vuelve el deseo de visitar las cuatro Provincias de Europa Central, al menos las sedes de los Provinciales. Y en esta ocasión el viaje se llevará a cabo porque concurren varias circunstancias: la primera, el deseo de conocer aquellas Provincias, intentando llevar a cabo un acercamiento mayor con Roma; la segunda, su estado de fatiga, incluso enfermedad, producido por las tensiones que estaba sufriendo en la Provincia Romana, más concretamente con la casa de Alatri; la tercera, la presencia en Roma desde hacía unos meses del P. José Jofre, de Cataluña, que había ido a Roma para llevar las resoluciones del Capítulo General español de 1875, y sobre todo la petición del P. Martra en el sentido de modificar el sistema de elección de superiores en España. Posiblemente el P. Jofre le ayudaría también a resolver el problema económico. De modo que en mayo de 1877 pide permiso al Papa para salir de Roma, con las siguientes palabras[Notas 57]:

José Calasanz Casanovas, Prepósito General de las Escuelas Pías, expone con todo respeto a Vuestra Santidad que, con motivo de su mala salud, después de haber estado durante nueve años sin salir de Roma, ha recibido el consejo de cambiar de aire durante algún tiempo. Por ello ha decidido hacer un viaje hasta Viena para conocer a los religiosos de aquellas Provincias de Austria, aunque no como General, ni como Visitador, sino simplemente como particular, dejando la autoridad de Prepósito General de la Orden a la Congregación General, a tenor de las Constituciones. Por tanto ruega a Vuestra Santidad le conceda amablemente el permiso para ausentarse de Roma para viajar por Italia y Austria con el fin indicado.

Por supuesto, se le concede el permiso inmediatamente. Antes había consultado la oportunidad del viaje al P. Provincial de Austria, Juan Bautista Indrak, pues pensaba hacer de Viena la base desde la que se desplazaría a las otras provincias[Notas 58]. Naturalmente, tambiénel P. Indrak le respondió que le recibirían con gusto.

El viaje comenzó el 17 de mayo[Notas 59]. Antes de llegar a los diferentes lugares, escribe a los respectivos PP. Provinciales[Notas 60]. A todos les dicen que no va como General, que se ha quedado en Roma, sino como dos escolapios españoles que quieren conocerles, y para establecer lazos que puedan ser de común interés. Si pueden se alojarán en casa escolapia; si no, irán a un hotel. En primer lugar se dirigen a Florencia, para visitar los colegios escolapios de la ciudad. El P. Perrando desde Roma acusa su cuarta carta el 31 de mayo, y le dice que se alegra de su buena salud, y de la acogida de los padres de Florencia[Notas 61]. El 15 de junio le escribe el P. Bellincampi, con acuse de recibo de su carta anunciando la llegada a Viena, con buena salud[Notas 62].

El 4 de julio escribe al P. Perrando, dándole noticias de su visita a Hungría[Notas 63]: Ayer regresamos sanos y salvos de nuestra excursión a Hungría. En esta Provincia he encontrado 202 sacerdotes, 91 clérigos profesos, la mayor parte de votos simples; 13 novicios clérigos y un lego. En total 307 religiosos. Las escuelas tienen muchos alumnos; todos los maestros tienen patente, de modo que en lo que se refiere a la enseñanza, la Provincia de Hungría es floreciente y apreciada por todos. En lo que se refiere a la observancia religiosa, queda algo por hacer, aunque el P. Provincial comenzó a mejorar ya el año pasado el sistema de formación religiosa, y espero que lo mejore aún más después de mi visita, la cual me parece que no habrá sido inútil. A la vuelta visité ayer al Cardenal Arzobispo de Esztergom, Primado de Hungría, que quiere bien a los Escolapios, y apoyará en cuanto pueda en pro de la prosperidad del Instituto. Así que no todo está perdido en estas regiones. El lunes de la semana que viene pienso ir a Praga, y luego habrá terminado el objeto de mi peregrinación al extranjero.

De la visita a Budapest tenemos más información, gracias a una copia del libro de crónicas del colegio, enviada traducida más tarde, en la que se narra la visita del P. Casanovas[Notas 64]. Dice lo siguiente:

Antes de tratar de la situación de nuestro convento y de sus entradas y salidas desde el 6 de mayo del año pasado, me siento obligado a contar brevemente un hecho memorable por su rareza en nuestros anales. José Calasanz Casanovas, Prepósito General de toda la Orden de los Escolapios partió con José Jofre, magnánimo español, de su residencia de Roma para ver a sus hermanos, y visitándolos, confortarlos en el camino de sus vocaciones. Y desde luego había que ver a estos dos religiosos, adornados de todas las virtudes de su estado, a las que unían una santa simplicidad y humildad de corazón para nuestra mayor edificación y ejemplo. Desde Viena Casanovas escribió una carta en la que decía que quería visitar Budapest, pero no de manera oficial, ya que decía que “había dejado al General en Roma”, y anunciaba como día de su llegada el 25 de junio. El Provincial de Hungría se reunió con otros miembros del convento, y decidieron recibir al Reverendísimo General con toda la pompa posible. Y la decisión se puso en obra cuando llegó con un vapor al puerto de Budapest. Después de una breve alocución del Superior, fueron presentados todos los miembros de la Orden, a los cuales el General saludó con suma dulzura y confianza.

El 26 de junio ofreció con suma devoción el Santo Sacrificio. En cada ocasión mostraba su excelente sabiduría y cordial bondad, especialmente cuando fue a visitar en su lecho a nuestro moribundo hermano Juan Szaiff. Mostró un afecto muy especial a nuestros alumnos, porque, como dijo, esto renovaba en él todos los recuerdos de su vida cuando estaba dedicado a la educación de los hijos de los nobles. Nuestro Superior hizo todo lo posible por hacer agradable el tiempo de su visita, y tuvimos la suerte de poder disponer aún de la presencia de nuestro huésped por tres días más con nosotros. Pero durante ese tiempo el Prepósito General siempre estaba ocupado en las múltiples tareas de su cargo, así que sólo salió dos veces para ver nuestra capital y la isla de Sta. Margarita.

El tercer día que estuvo con nosotros entregó en manos del Superior con suma benevolencia y magnanimidad varios regalos, entre los que se contaban 56 napoleones de oro, cuatro reliquias del cuerpo de nuestro Santo Fundador y ocho magnificas imágenes de Su Santidad. Era difícil pensar cómo recompensarle y agradecerle unos regalos tan valiosos, hasta que decidimos entregar a nuestro benigno padre un pacificale[Notas 65] de plata que había pertenecido a nuestro hermano Luigi Szepiro, quien lo había recibido de Su Eminencia el Cardenal Magnalilla. Con estos magníficos regalos todavía no terminó la magnificencia de nuestro amable padre, pues al día siguiente dio otros 25 napoleones de oro al P. Rector para los jóvenes estudiantes de la Orden, con tanta amabilidad y cortesía que no se podían rechazar sin ofender al espléndido donante.

Finalmente, el 2 de julio por la mañana antes de irse el Prepósito General hizo sus visitas de despedida en el mismo orden que cuando había venido. Tuvo una palabra amable para cada uno, y especialmente para los jóvenes, a los cuales recomendó cálidamente la oración y la virtud. La despedida general fue a las 2 de la tarde. En esta ocasión con palabras conmovedoras agradecimos a nuestro padre el amor que nos había mostrado. Al final siguió una escena muy entrañable, cuando el Provincial y nosotros besamos la mano del General, y este nos bendijo a nosotros y a la Provincia, y nos despedimos también del P. Jofre, que con su piadosa devoción y amabilidad para con todos edificó grandemente a sus hermanos, que no se cansaban de contemplar todas las virtudes de este excelente religioso de la provincia catalana de España. Su vida totalmente consagrada a las almas tenía muchos episodios dignos de aplauso, entre ellos su misión en América durante 18 años. Ahora pone todo su esfuerzo en el estudio especialmente de la historia de su Orden, del cual ni siquiera sus viajes lo distraen. Los dos expresaron sus sentimientos de gratitud por el amor que se les había mostrado, cosa que el Prep. General expresó luego en una magnífica carta después de su llegada a Viena, pidiendo la bendición del cielo para sus hermanos, que nunca olvidaría (Traducción de Barach Semel del Colegio de Propaganda Fide)

El P. Casanovas visitó también Cracovia, probablemente después de Praga. En el borrador de una carta que escribe probablemente a un “Eminentísimo Príncipe” dice[Notas 66]: El año pasado, de manera totalmente privada, porque de otro modo no lo consienten las leyes del país, al visitar las Provincias de Austria, Hungría y Bohemia, fui a Cracovia para restaurar, si podía, la Provincia de Polonia, y ayudado de la b.m. de Su Santidad Pío IX y de los consejos del actual Nuncio en Viena, reivindiqué para las Escuelas Pías la casa de Cracovia, añadiéndola a la Provincia de Bohemia en cuyo catálogo figura en la actualidad, hasta que haya religiosos polacos formados en el noviciado reorganizado con los que reconstituir la Provincia.

De vuelta a Italia, el P. Casanovas pasa por Liguria, para visitar la mayor parte de las casas de la Provincia. Escribe el P. Escriu el 9 de noviembre de 1877[Notas 67]: Desde el jueves tenemos aquí al P. General. Mañana lo acompañaré a Sasello. Sasello era el pueblo del P. ex General Perrando, que pasaba en su casa buena parte del año desde que había dejado el generalato. De Génova regresa a Roma probablemente por mar, pues no tenemos noticias de que pasara de nuevo por Florencia. En la crónica de San Pantaleo se lee[Notas 68] que El 29 de septiembre de 1877 el Rvmo. P. José Calasanz Casanovas regresó a Roma después del viaje hecho a Austria, Bohemia, Polonia, Hungría y Transilvania, visitando las casas escolapias que le fue posible y que consideró oportuno visitar.

Después de este viaje, sólo otra vez salió de Italia, en 1882, para pasar unos meses en España, con intención de ver a su familia y amigos y recobrar su salud un tanto maltrecha. En agosto da noticias de su viaje al P. Angelo Bellincampi, al que ha dejado al frente del gobierno de la Orden[Notas 69]:

Querido P. Asistente Bellincampi (…) Anteayer vine a las aguas sulfurosas del establecimiento llamado La Puda, por el mal olor del agua que se siente dentro. Espero que el agua y los baños me ayuden para la salud, si Dios quiere. Al escribir me doy cuenta de que no he ganando nada en la vista, pero las piernas las tengo algo menos hinchadas, el catarro me molesta menos, y también la cabeza me duele menos cuando fijo la atención en los objetos. No he leído absolutamente nada excepto el Breviario y el Misal, y no he escrito otra cosa que la presente. Basta de hablar de mí, y de charlas. Espero que V.R. vaya llevando y llevará nuestras cosas del mejor modo que permitan las circunstancias de dentro y de fuera, y que cuando yo regrese, dentro de tres meses, siga así, pues mi cabeza se puede levantar, pero no quedarse libre. Lo que Dios quiera.

El P. Casanovas escribe una segunda carta al P. Bellincampi desde Sabadell, el 19 de octubre, y le dice que la escribe[Notas 70]:… en casa Manent, una posesión rural de mi familia, donde estoy convaleciendo de una enfermedad que me tuvo en cama quince días. Ya paseo por el bosque, con el P. Agustín y mi sobrino José, y cada día me siento con más fuerzas. Hemos quedado con el P. Carbó y con el P. Llanas que seguiré en el campo hasta Todos los Santos; ese día y el de Difuntos estaré en Sabadell en el colegio, y al día siguiente iré a Barcelona a preparar la maleta para Roma.

En una tercera carta escribe al P. Bellincampi[Notas 71]: Mañana lunes, con el favor de Dios, me pondré en viaje hacia Roma. Primer tramo, hasta Marsella; el segundo a Savona, desde donde escribiré a V.R.

Este viaje, de unos cuatro meses, tuvo un carácter estrictamente familiar y terapéutico. Tan sólo visitó, de manera extraoficial algunos colegios de Cataluña, pero pasó con la familia la mayor parte del tiempo. Ya no les volvería a ver.

Dalmacia

En Dalmacia, en territorio hoy croata, hubo dos fundaciones escolapias: Ragusa (hoy Dubrovnik, 1777-1854), y Zara (1824-1854). Dependían de la Provincia Romana en su fundación, pero en 1821, por razones políticas, se convirtieron en un Comisariado Independiente. En la época que estudiamos las comunidades habían dejado de existir, pero aún quedaban algunos escolapios que a veces se ponían en contacto con el P. General, por lo que diremos algunas palabras sobre el final de estas presencias.

En realidad, estos contactos se llevan a cabo solamente para resolver situaciones personales de escolapios que han servido en alguno de esos dos colegios. En concreto suelen pedir permiso para ayudar económicamente a sus familias, o para hacer testamento a favor de ellos. Es el caso del P. Giuseppe Petris[Notas 72], que pide información desde Cherso (Croacia) sobre su posible contribución a la Caja General. El P. Antonio Perko desde Capodistria (Eslovenia) pide permiso para ayudar a la familia de su hermano[Notas 73]. Cuando estaba en Ragusa, ayudaba a su madre. El P. Casanovas informa a la Congregación de Religiosos sobre un escolapio, el H. Ignacio Matutinovich, que quería disponer de su peculio en el testamento. Y de paso da algunas informaciones sobre el colegio de Ragusa- Dubrovnik[Notas 74]: El colegio de las Escuelas Pías de Ragusa pertenecía a esta Provincia Romana, que con gran interés lo había fundado, y fue disuelto en el año 1854 por un acuerdo del Obispo de Ragusa con el Gobierno de Austria. Algunos religiosos volvieron a Italia; otros fueron autorizados a quedarse en Dalmacia, y entre ellos el Hermano Operario Ignacio. En realidad, a los escolapios les habían confiado el colegio de Ragusa en el momento de la expulsión de los jesuitas, 1777. Se creó allí un noviciado para vocaciones nativas (y seguramente esos son los religiosos que fueron autorizados a quedarse en su país al ser los escolapios desposeídos del colegio). El colegio de Zara era el primero de una serie de los que pensaban abrir en el país. Pero en 1854 el colegio de Ragusa fue devuelto a los jesuitas por orden de las autoridades, y se acabó la historia de Dalmacia.

Notas

  1. Reg. Rel 7.
  2. Reg. Prov. 51 B, 367. Fecha: 27 diciembre 1868. La carta está escrita en latín.
  3. Fue Provincial de 1855 a 1875.
  4. Reg. Prov. 51 B, 368. Fecha: 10 abril 1869.
  5. Reg. Prov. 51 B, 370. Fecha: 23 enero 1871.
  6. Reg. Prov. 51 B, 371. Fecha: 23 enero 1872.
  7. Reg. Prov. 51 B, 372. Fecha: 24 enero 1873.
  8. Reg. Prov. 51 B, 373. Fecha: 14 enero 1874.
  9. Reg. Prov. 51 B, 374. Fecha: 21 abril 1875.
  10. Reg. Prov. 51 B, 375. Fecha: 19 enero 1876.
  11. Reg. Prov. 51 B, 386. Fecha: 28 septiembre 1878.
  12. Reg. Prov. 51 B, 380. Fecha: 13 julio, 1877.
  13. Reg. Rel. 33.
  14. Reg. Prov. 51 B, 393. Fecha: 2 marzo 1830. Probablemente escribió la carta estando en Roma.
  15. Reg. Prov. 51 B, 394. Fecha: 5 marzo 1830.
  16. Reg. Prov. 51 B, 392. Fecha: 2 octubre 1880.
  17. Reg. Prov. 51 B, 405. Fecha: 6 marzo 1885.
  18. Reg. Rel. 33
  19. Reg. Rel. 7.
  20. Reg. Rel. 32.
  21. Provincial de 1852 a 1870.
  22. Reg. Prov. 53 A 5, 26. Fecha: 23 diciembre 1868.
  23. Reg. Gen, 246 f 23-80. Sin fecha. (Principios 1869).
  24. Reg. Prov. 53 A 5, 27, Fecha: 27 marzo 1869.
  25. Reg. Prov. 53 A 5, 27, Fecha: 13 junio 1869.
  26. Reg. Prov. 53 A 5,29. Fecha: 28.11.69.
  27. Reg. Prov. 53 A 5, 32. Fecha: 4 junio 1872.
  28. Reg. Prov. 53 A 5, 33, Fecha: 4 junio 1872.
  29. Reg. Prov. 53 A 5, 34. Fecha: 28 enero 1873.
  30. Reg. Prov. 53 A 5, 41. Fecha: 4 abril 1877.
  31. Reg. Prov. 53 A 6, 1. Fecha: 17 junio 1877. También: Reg. Gen. 244 d 3, 7.
  32. Reg. Prov. 53 A 6, 2. Fecha: 7 julio 1877. También: Reg.Gen. 19, pág. 7.
  33. Reg. Prov. 53 A 6, 3. Fecha: 10 julio 1877.
  34. Reg. Prov. 53 A 6, 9. Fecha: 4 junio 1882.
  35. Reg. Prov. 7.
  36. Reg. Prov. 54 B 3, 8. Fecha: 29 septiembre 1869.
  37. Territorio de Polonia ocupado por Austria. Fue Provincia de 1797 hasta 1810.
  38. Reg. Prov. 54 B 3, 13. Fecha: 23 febrero 1874.
  39. Reg. Rel. 34.
  40. Reg. Prov. 54 B 5, 4. Fecha: 13 febrero 1880.
  41. Reg. Prov. 54 B 6, 4. Fecha: 18 enero 1885.
  42. Reg. Prov. 54 B 6, 5. Fecha: 25 marzo 1885.
  43. Reg. Gen. 242 B e, 34. Fecha: 23 septiembre 1971.
  44. 1836-1901. Fue maestro de novicios en Opole, en 1861. Intervino en la insurrección de 1863, y tuvo que emigrar a Francia. Volvió a Polonia; fue maestro de novicios (1879) y rector de Cracovia. Fue luego nombrado Provincial, cargo que ejerció desde 1888 hasta 1901.
  45. Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-1.
  46. Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-3. Traducción del latín: José P. Burgués.
  47. 1834-1894. Ordenado sacerdote en 1858. Ejerció cura de almas en Opole, Łuków y Chełm y al mismo tiempo desplegó actividad social y política; encarcelado por el gobierno ruso; exiliado. A su regreso tomó parte en la insurrección de 1863. Por algún tiempo fue jefe clandestino de la ciudad de Cracovia por parte del gobierno insurrecto. Amenazado por el Gobierno de Austria, huyó a Francia y ejerció la cura de almas en Saint Germain des Prés y en la Asociación de sacerdotes polacos. En el asedio de París de 1870 por los prusianos actuó como capellán del ejército. Vuelto a Cracovia, recuperó el colegio; fue Rector con jurisdicción de Provincial, abrió el internado a pesar de las grandes dificultades que le opuso el gobierno. Trasladó la urna que guardaba el corazón del P. Estanislao Konarski de Varsovia a la iglesia del colegio de Cracovia y la colocó en un mausoleo (1882).
  48. Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-15.
  49. Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-16.
  50. Carta del 6 de febrero de 1873, Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-19; carta del 27 de marzo de 1873, Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-22.
  51. Carta del 15 de noviembre de 1873, Arch. Gen., Reg. Prov. 56 B, 17-19.
  52. Reg. Prov. 56 B 17, 32. Fecha: 13 octubre 1875.
  53. En realidad, como hemos visto más arriba, quien le escribe es el P. Tadeusz Chromecki. No nos consta que la casa de Cracovia hubiera sido “siempre” casa General. Posiblemente es un argumento que emplea para conseguir más fácilmente su objetivo.
  54. Se refiere al P. Mathias Casimiro Maliszenski. Ver cartas anteriores.
  55. Reg. Gen. 245 a, 162. Sin fecha. Así dice la circular enviada a los rectores de Cataluña: Carísimo P. Rector de ( ): he recibido carta del P. Rector de Cracovia Adam Slatowinski, cuyo buen espíritu tuve el gusto de conocer cuando acompañé a nuestro P. General a las provincias del Norte. En dicha carta, después de recordarme la historia de aquel colegio, salvado como casa generalicia por la firmeza de nuestro P. General Romano y pronto a reconstituirse por el celo de dicho P. Rector, dice que tiene ya abierto noviciado con cuatro novicios y principiado un seminario con 26 colegiales. Este colegio es la esperanza de los padres de Polonia, una de las más florecientes desde el principio de nuestro Instituto hasta hoy, y que puede volver a serlo el día que la Rusia levante o afloje, como esperan, las cadenas con que oprime a aquella nación. Pero el edificio es antiguo, y necesita reparaciones, es pequeño por haberse vendido la mitad en tiempo de Napoleón I y es necesario agrandarlo, y uno y otro no pueden hacerse sin grandes cantidades. En este caso, el citado P. Rector, después de haber recogido al efecto en su país y algún otro punto cuanto ha podido, y faltándole todavía una gruesa suma, acude a nuestra generosidad y suplica le enviemos algún apoyo pecuniario para llevar a cabo la obra. No ignoro que algunas casas de la provincia están escasas de recursos, mas considerando por una parte que Dios aprecia y bendice lo que se da, no por la cantidad que se da sino por la buena voluntad con que se ofrece, y que por lo mismo nuestra generosidad aunque sea de poco puede ser madre de mucho para nosotros mismos, y considerando por otra que reunidos los pocos de algunos con los más de otros pueden formar una cantidad que contribuya a terminar felizmente aquella obra y levante más todavía el buen concepto que los padres de aquella provincia tienen de nosotros, me ha parecido invitar y con las presente invito a V.R. y a los Padres de esa Comunidad a ofrecer al referido objeto lo que su buena voluntad y circunstancias le inspiren, sea del fondo de la casa, sea del peculio de los individuos. Y del resultado espero que V.R. me dará oportunamente aviso. De V.R. affmo. Dando cuenta del dinero enviado, el P. Jofre señala (Reg. Gen. 245 a, 163; 13 abril 1880) que la Provincia de Castilla ha sido particularmente generosa.
  56. Reg. Prov. 56 B 18, 1. Fecha: 22 enero 1882. Lo traduce del polaco al italiano Gustavo Kalman; posiblemente modifica la construcción gramatical, en el uso de las personas verbales.
  57. Reg.Gen. 2 B, 358. Fecha: 11 mayo 1877,
  58. Reg. Prov. 53 A 5, 41. Fecha: 4 abril 1877.
  59. Reg. Gen. 36 pág. 9. Fecha: 13 de mayo de 1877,
  60. Al de Viena: Reg. Gen. 244 d 3, 6; al de Bohemia Reg. Gen. 244 d 3, 8; 6 julio 1877.
  61. Reg. Gen. 244 d 3, 63.
  62. Reg. Gen. 244 d 3, 68.
  63. Reg. Gen. 244 d 3, 1.
  64. Reg. Prov. 54 B 3, 23.
  65. Se trata de un objeto litúrgico, normalmente una tablilla con una imagen sagrada, usado de los siglos XIII al XVIII. Se utilizaba para llevar la paz, o más bien el beso de paz, antes de la comunión, al coro y a determinadas personas que asistían a Misa.
  66. Reg. Prov. 56 B 17, 48. Sin fecha; seguramente 1878.
  67. Re. Gen. 244 c 3, 27.
  68. Reg. Gen. 19, pág. 1.
  69. Reg. Gen. 246 a, 70. Fecha: 10 agosto 1882.
  70. Reg. Gen. 246 a, 72.
  71. Reg. Gen. 246 a, 69. Fecha: 12 noviembre 1882.
  72. Reg. Gen. 242 B g, 5. Fecha: 15 diciembre 1874.
  73. Reg. Gen. 243 B c, 1. Fecha: 15 mayor 1870.
  74. Reg. Gen 244 d 2, 89 (borrador sin fecha).