GinerMaestro/Cap12/02

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12.02. Cofradía de los Doce Apóstoles

Fue instituida en tiempos de Pablo III (1534 - 49) por San Ignacio de Loyola y otros padres de la Compañía en la iglesia del Gesú con el fin de que doce de sus socios recogieran limosnas con ocasión de los sermones solemnes que se tenían en dicha iglesia, y las distribuyeran luego a los pobres. Pero ya antes de 1565 cambió de sede, a raíz de que el P. Félix Peretti (futuro Sixto V), gran predicador, atraía multitudes en la propia iglesia de los conventuales, la basílica de los Doce Apóstoles. Y una vez papa, elevó la Compañía a Archicofradía, uniéndola a la del Smo. Sacramento, que existía ya en dicha basílica, y en 1588 se compusieron y editaron sus Estatutos<ref group='Notas'>Cf. G. SÁNTHA, De S. Fundatoris nostri in Archiconfraternitate SS. XII Apostolorum praesentia et opera: EphCal 7 (1958) 179.</ref>.

Según ellos, su particular finalidad consistía, además de honrar y venerar al Smo. Sacramento, en 'proveer con toda piedad, honestidad y secreto posible a las personas pobres, y más aún a las familias que sufren enfermedad, miseria y necesidad y ni pueden valerse por sí mismas ni merecen verse mendigando, sobre todo las que estuvieron otrora en mejor estado y han venido a menos y están en peligro de lo peor, de modo que, según indicaciones del prior, se les procure y distribuya limosnas tanto espirituales como corporales, animándolas a la paciencia y al bien vivir, apartándolas del vicio y encaminándolas a la virtud, disipando las discordias y recuperando la paz entre los parientes'<ref group='Notas'>Cf. A. GARCÍA-DURÁN, Itinerario espiritual..., p.62-63.</ref>.

No era tan sencilla, pues, la misión. Ni se trataba sólo de repartir limosnas, que en realidad es halagador y dignificante. Ni eran todos los pobres 'fáciles' de socorrer, y quizá lo más pesado era escuchar sus lamentaciones, sus quejas, sus recuerdos de días mejores, sus desesperanzas. Más todavía, tenían que estar dispuestos a pedir limosnas los mismos cofrades para distribuirlas luego, con las consiguientes humillaciones, burlas y desplantes<ref group='Notas'>'Per tener essercitati et humiliati Ii fratelli nell’opera della caritá, et accioché si possa sovvenire alli bisogni delli poyen, che continuamente occorrono, si ordina che siano tenuti andar cercando per la cittá eiemosine quante volte dal Priore et Congregationesará ordinato...' (ib., p.62, n.395).</ref>.

Cada año se elegían doce visitadores o diputados que debían visitar dos veces por semana a los pobres o enfermos de su barrio, acompañados de uno o dos coadjutores. Y debían asistir también a las reuniones semanales de los dirigentes y a la general de cada mes. Calasanz fue visitador ininterrumpidamente durante seis o siete años<ref group='Notas'>'... conóscendo la povertá grande che vi era [en Roma] per haver jo visitato essendo della compagnia delli SS. Apostoli sei o sett’ anni tuttj i rioni di Roma' (Calasanz a Berro, 20 de mayo de 1644, c.4185).</ref>. La última vez que se le nombra en los libros de la cofradía es el 2 de agosto de 1601. Luego era ya visitador al menos en 1596 o 1595. Efectivamente, la primera vez que se le nombra como tal es el 27 de mayo de 1596. No aparece, sin embargo, en el Registro de Inscripciones que comprende los años 1560-1595 por indudable y lamentable descuido. Puede suponerse que pasara al menos un año entre la fecha de inscripción y la elección para visitador, dada la diligencia y esmero con que se hacían esos nombramientos, con lo que es muy probable que ingresara en la Cofradía en la primera mitad de 1595<ref group='Notas'>Cf. G. SÁNTHA, oc., p.181. Recuerda Sántha que los antiguos biógrafos Berro, Caputi, Armini y Talenti tienden a adelantar el ingreso de Calasanz en las cofradías romanas. Pero, aun siendo ésta la primera a que se adhirió, no es probable que lo hiciera antes de 1595.</ref>. Los libros nos aseguran que Calasanz asistió como visitador a 239 reuniones de la Cofradía y repartió 539 escudos en las 157 visitas realizadas, cuya frecuencia disminuye progresivamente y aun drásticamente los últimos años —como veremos— porque le absorbe su nueva ocupación: las Escuelas Pías<ref group='Notas'>Ib., p.182-183.</ref>.

Esta fue la primera Cofradía en que se inscribió, cuando andaba todavía preocupado y esperanzado por conseguir una canonjía. Fue una experiencia única y riquísima, pues le puso en contacto directo con la cruel realidad de la pobreza y la miseria, cuya solución —en una intuición genial— creyó encontrar en las escuelas gratuitas populares.

Notas