GinerMaestro/Cap13/09
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13.09. El paso del Rubicón
En el informe de 1623 escribió Calasanz: 'desde Santa Dorotea, a principios del Año Santo ya pasado de 1600, fueron llevadas las escuelas dentro de Roma a una casita cerca de la fonda del Paraíso, por la que se pagaba de alquiler 56 escudos al año. Y como los alumnos crecían en gran número, fue menester alquilar otra vecina por cien escudos anuales, a la que acudían en torno a 500 muchachos. En estas dos casas estuvieron las escuelas casi dos años'.<ref group='Notas'>EGC II, p.170.</ref> Admirable concisión y precisión de datos, pero nada dice de las razones del traslado.
Unos veinte años más tarde, en carta a Berro, daba algunos detalles más: 'cuando murió el párroco -dice- me decidí … a meterlas [las escuelas] en Roma, conociendo la gran pobreza que había, por haber visitado todos los barrios de Roma, siendo de la Cofradía de los Santos Apóstoles seis o siete años, y de los compañeros que tenía en el Trastévere sólo me siguió uno, y fue puesto el Instituto en Roma'.<ref group='Notas'>C.4185, fechada el 20 de mayo de 1644.</ref> Berro, por Su parte, pasados otros veinte años, anotaba en sus Memorias que, al morir el párroco de Santa Dorotea, “muchos pensaron e hicieron diligencias para que se diera la parroquia a nuestro don José pero no quiso aceptarla en modo alguno… respondiendo que por la parroquia hubiera tenido que dejar las Escuelas Pías”.<ref group='Notas'>BERRO I, p.73.</ref> Y enriqueciendo un poco las noticias que había recibido en la citada carta, proseguía Berro:
- … el buen olor de las Escuelas Pías se había esparcido de tal manera en toda Roma, que era indecible el número de muchachos que de todas partes iban a Trastévere, por lo cual nuestro D. José, compadeciendo por una parte a los muchachos que acudían de tan lejos y pensando por otra, en dar mayor gloria a S. D. M. y ser de mayor provecho al prójimo, en ocasión también de la muerte del dicho párroco, decidió pasar las EscueLas Pías a Roma…, pero sólo le siguió uno de los operarios que le ayudaban en las Escuelas Pías del Trastévere. Mas no perdió por ello el ánimo viéndose con un solo operario, sino que confiando en S. D. M. procuró y encontró óptimos colaboradores para tal empresa'.<ref group='Notas'>Ib., p.73-74.</ref>
La ocasión fue, pues, la muerte de don Antonio Brandini, ocurrida el 26 de febrero de 1600. Calasanz perdía un amigo, un protector y venerable colaborador<ref group='Notas'>Fue enterrado en su parroquia. En 1748, a raíz de la beatificación de Calasanz, se añadió a su epitafio: 'Vetus monumentum Antonii Brandani qui Scholis Piis instituendis B. Josephum Calasanctium hospitio recepit et adiuvit' (cf. C. VILÁ, ‘La iglesia de Sta. Dorotea’, p.467-468). Su nombre ha sido recordado siempre entre los escolapios con veneración y-gratitud (cf. C. VILÁ, ‘Galería de escolapios 'seculares'’: Archivum 14 (1983) 264-265. M. PÉREZ, ‘Corona Calasancia’ [Madrid 1865] I, p.45-47; E. LLANAS, ‘Escolapios insignes’, I, p.151-153; J. JERICÓ, ‘Varones insignes’, p.19-20).</ref>. Y si es verdad lo que dice Berro, el motivo determinante del traslado sería que el sucesor de don Antonio exigió que le dejaran libres las dos salitas que servían de escuela.<ref group='Notas'>'… morí il Paroco et il successore volendo libere le due stanze si pensó del rimedio' (BERRO, ‘Vita’ breve en CAPUTTI, ‘Not. Hist.’, IX, f.6v).</ref> Pero aunque no influyera la supuesta decisión del nuevo párroco, había sobrada razón para el cambio. El propio Calasanz sabía por experiencia personal las incomodidades de acudir todos los días -mañana y tarde- a la escuela del Trastévere desde los barrios alejados de la otra orilla del río, pues él residía en el palacio Colonna. Y era un hecho que a Santa Dorotea llegaban los pobres muchachos desde todos los rincones de Roma. Por otra parte, Trastévere era ciertamente un barrio pobre, pero pobres los había en todos los barrios, y él lo sabía por su condición de visitador de la Cofradía de los Apóstoles. No había que dudar, pues. Habló con sus colaboradores y debió de sentir en el alma el impacto de la negativa general. Sólo le siguió uno: Marcantonio Arcangeli. Pero los niños pobres… le siguieron todos.
Pasaron el Puente Sixto por última vez y quizá aquel día el Tíber le pareció el Rubicón al decidido Calasanz. Era ciertamente un paso decisivo y arriesgado. En cierto modo rompía amarras y se lanzaba a la aventura. Bastaba mirarse en torno: ¿qué iba a hacer con tantosnniños y un solo colaborador? Pero, en realidad, quienes pasaron el Puente Sixto aquel día no fueron simplemente Calasanz, Arcangeli y unos centenares de niños, sino el Instituto de las Escuelas Pías. Y Dios con él: ‘auctore Deo institutae’, como dirá Pablo V.<ref group='Notas'>Cf breve ‘Cum pridem’ (24 de marzo de 1607) en Archivum VIII (1943) 23. Leyendo la carta de Calasanz a Berro, de 1644, parece deducirse que una de las causas determinantes del traslado sería el poder eliminar a los de pago definitivamente, cosa que no había podido conseguir por completo viviendo Brandini (cf. A. GARCÍA-DURÁN, o.c., p.87-88). Escribió, en efecto, Calasanz: 'io mi ritrovai con altri dui o tre della Dottrina Christiana che andavano in Trastevere a fare certe scuole che si facevano in Sta. Dorotea nelle quali perché gran arte delli scolari pagavano ogn'uno tanto al mese e delli compagni chi veniva la mattina chi veniva la sera, mi risolsi quando morse il Parocchiano… di metterle in Roma' (c.4185). Una interpretación estricta del párrafo nos llevaría a la conclusión de que efectivamente 'las metió en Roma porque gran parte de los niños pagaban un tanto al mes y él conocía la gran pobreza que había…' Pero el párrafo es inconcluyente, pues no dice cuál fue su solución: ¿eliminó por completo a los que pagaban o simplemente se contentó con invertir los términos, haciendo que gran parte de los niños no pagaran, pero algunos sí…? Para descifrar la ambigüedad basta recurrir al Informe hecho por Calasanz mismo unos veinte años antes, forzosamente más claro y veraz por su carácter de informe público o histórico y por más cercano a los hechos. Y en él dice expresamente que ‘ya en Santa Dorotea’ consiguió eliminar 'a los ricos' [los de pago] y admitir 'sólo a los pobres' (cf. texto correspondiente a la n.47 de este cap.).</ref>
Santa Dorotea quedaba atrás. Pero tanto Calasanz como su Orden y la historia recordarán siempre que 'el instituto de las Escuelas Pías -como repetía de nuevo en 1625 el Fundador en un memorial-, introducido en Roma desde principios del Año Santo de 1600, tuvo principio on la iglesia de Santa Dorotea, junto a la puerta Settimiana'.<ref group='Notas'>Cf. EGC II. p.344-345.</ref>