GinerMaestro/Cap14/05

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14.05. De nuevo la sombra del diablo

En junio de 1602 se colocó en el palacio Vestri una campana para regular el horario de las clases. Fue un acto solemne, pues la bendijo Mons. Leonardo Abela, obispo titular de Sidón y vicegerente del papa.<ref group='Notas'>G. Ghellini dice: 'Mons. di Sidonia venne come suffraganeo di N. S. a benedir la campana nostra et restó compitamente sodisfatto' (EC III,-p.1552, fechada el 20 de julio de 1602). Cf. ‘Dizionario Biografico degli italiani’, I, 46-47.</ref> Al cabo de un año tuvo que subir a arreglar algo -quizá se había roto la cuerda simplemente- el P. Prefecto Calasanz, todavía robusto con sus cuarenta y seis años, pero dio un traspié y cayó desde la altura al patio. Para matarse, pero no llegó a tanto; sólo fractura de pierna y cadera. Naturalmente, había para maravillarse, y surgió en el aire la convicción de un milagro: el demonio le había querido matar, pero Dios no lo consintió. Incluso algunos dijeron haber visto una mala Sombra que le empujaba. La Sombra del olivar de Peralta volvía; esta vez la iniciativa era suya…

La narración de Berro es una página con tonos épicos, en la que se combinan con nerviosismo la acción diabólica y la arción-permisión divina, pues al fin de cuentas, nada puede ocurrir en la vida de los santos sin el querer de Dios. He aquí el relato de Berro, podado un poco de barroquismos:

Habiendo el enemigo del género humano… visto que por medio de las Escuelas Pías se hacía daño grandísimo a su tartáreo reino… pensó en matarle [a Calasanz]… Y así queriendo Dios, para hacer conocer mejor tanto la virtud de este gran siervo suyo como que la obra de las Escuelas Pías era suya –[‘auctore Deo’, dirá Pablo V]- y no de hombre, hizo que mientras nuestro D. José estaba arreglando una campanita para las señales de las escuelas y de sus devociones, sobre un tejadillo a cielo descubierto, fue visiblemente cogido por una Sombra (como afirmaron los vecinos) y lanzado a plomo en el patio de las escuelas, y la altura era tal que hubiera tenido que reventar en el aire; dio tal trompazo en tierra que al grito y voces de quien lo vio, acudieron todos los de casa y aun los vecinos. Por gracia de Dios encontraron a nuestro Luchador Vencedor del demonio por la paciencia, pero con una pierna y cadera rotas y de tal manera, que llevado a la cama y venidos los médicos creyeron imposible que se pudiera arreglar en un hombre de su edad'.<ref group='Notas'>BERRO I, p.76.</ref>

En una nota marginal añadió Berro que 'esto sucedió en casa de Mons. Vestri… y el hermano de una señora que vio la Sombra me lo dijo a mí, y el mismo P. José me dijo que sucedió arreglando la campanita para las señales'. A pesar del testimonio de las “vecinas videntes”, quizá el milagro estuvo no en el empujón –más bien imaginado-, sino en no haberse matado. Pero le quedó el recuerdo para toda la vida, pues sentía dolores en las piernas de vez en cuando.<ref group='Notas'>'Guari finalmente, ma S. D. M. per occasione di maggior suo merito di tempo in tempo li ha mandato alcuni dolori in tutte due le gambe con risipola che spesso pativa' (ib., p.78). En sus cartas alude Calasanz a veces a ello: 'Io non posso venir costi (Frascati) per l'indisposizione della gamba' (c.844, fecha 13 de mayo de 1618); 'Io per avere il piede da 4 ó 5 di sono gonfio assai, non posso andare a cavallo (a Frascati)… ' (c.1405, fecha 3 de junio de 1630).</ref>

En otra nota marginal nos dio Berro este dato interesante: 'Dicha caída de D. José sucedió en 1603, por lo cual nombró Prefecto de las Escuelas Pías al Sr. D. Andrés Basso de Aquila, que ayudaba como Operario'.<ref group='Notas'>Ib., p.77, n.3.</ref> Si puede uno dudar de que apareciera aquella mala Sombra sobre los tejados, no tiene por qué poner en duda las consecuencias de la caída. Y la inmediata fue quedarse clavado en cama por varios meses y luego necesitar muletas para recuperar el ejercicio. Todo ello lo hace notar el analista.<ref group='Notas'>'Cominciò scendere di letto dopo alcuni mesi, et se bene andava con la stampella non cessava giá d'impiegarsi nell'aggiuto delle scuole' (ib., p.78)</ref> Las escuelas seguían su ritmo, y no podía él dirigirlas desde el lecho. Fue necesario, pues, nombrar responsable a otro. Y además del testimonio repetido de Berro,<ref group='Notas'>Además de la nota marginal citada, anotó también en sus dos ‘Relaciones’ el hecho, citando el libro B autógrafo de Calasánz: 'Li successe, come si è detto, la cascata in accomodar il campanello delli segni communi, et per questo si vede nel libro B in questo tempo nominari Prefetto delle Scuole Pie il R. Don Andrea.Basso, che seco viveva et era asalariato; a questo, anche dopo che fu guarito, lasciò il maneggio della Casa et il titolo; con tuto ciò vi durò poco in si Santa Opera, perche alli 7 ottobre 1604 li fu per regalo dato dieci scudi e pari per la sua patria' (BERRO, ‘Relación B’, p.383-384; cf. ‘Relación B’, p.386).</ref> hay otros documentos que nos presentan a este prefecto interino.

Efectivamente, a finales de 1603 manifiesta deseos de trabajar en las Escuelas Pías el sacerdote don Jerónimo Nicotera, maestro titular de la escuela del barrio de Sant Angelo. Pero pone ciertas condiciones, como mantener la titularidad de su escuela y vivir con el grupo de Operarios del palacio Vestri, antes de que decidieran llevar vida común. Fue don Andrés Basso quien presentó el caso a Mons. Vestri para que consiguiera del papa un Breve a favor de Nicotera, firmando la solicitud con estas palabras: 'De V. S. Rma. indigno prefecto Don Andrés Basso'.<ref group='Notas'>G. SÁNTHA, ‘Sac. Hieronymus Nicotera…’, p.344-345, n.6. La solicitud no lleva fecha, pero en la minuta del breve se lee la siguiente: 'Die 23 Martii' y el breve lleva la del '13 Aprilis 1604)' (ib., p.346-348).</ref> El Breve se concedió a mediados de abril de 1604 y probablemente Nicotera se incorporó al grupo en seguida, mas no duró mucho, pues su nombre no aparece en las listas de 1605. Lo más probable es que abandonara las Escuelas Pías en octubre de 1604, junto con Andrés Basso.<ref group='Notas'>Ib., p.341.</ref>

El 27 de abril de 1604 firmaba Calasanz un atestado de buena conducta del sacerdote don Simón Fiori y empezaba así: 'Nos, Andrés Basso y los demás Operarios de las Escuelas Pías…' y concluía así: “Yo, José Calasanz, lugarteniente del antedicho Prefecto ausente, firmé”.<ref group='Notas'>Cf. C. VILÁ, ‘Garleria de escolapios 'seculares'’, p.302</ref> Es el último documento en que consta que Basso seguía siendo prefecto. Las notas de Berro no aclaran cuándo dejó efectivamente el cargo, que sin género de duda lo pone en relación con la invalidez temporal del prefecto Calasanz. Vimos antes que el 14 de julio de 1604 se tuvo la trascendental reunión en que “se decidió que los Operarios de las Escuelas Pías viviesen en común”.<ref group='Notas'>Cf. ‘Relación B’ p.385.</ref>. Lo cual nos hace suponer que por esas fechas habían vuelto a las manos de Calasanz las riendas de la Cougregación. La prefectura de Basso fue, pues, un paréntesis ocasional, desde que al trasladarse las escuelas “dentro de Roma, fue elegido superior por todos los operarios el sobredicho José de la Madre de Dios”.<ref group='Notas'>-Cf. EGC II, p.170. Creemos, por tanto, inaceptables, por falta de apoyo documental convincente, las opiniones de C. Vilá sobre la movilidad del cargo de Prefecto desde 1600 a 1604, que sería elegido año por año, así como las referentes al protagonismo de Marco Antonio Arcangeli frente a Calasanz desde Santa Dorotea, o la transformación de-la prefectura de anual en perpetua, por obra de Juan Leonardi (cf. C. VILÁ, ‘Las Escuelas Pías seglares’; ID., ‘Galería de escolapios 'seculares').</ref>

Notas