BerroAnotaciones/Tomo3/Libro3/Cap18
CAPÍTULO 18 Carta de N. V. P. Fundador A Su Majestad el Rey y al Reino de Polonia [1647]
Aunque creemos que a nuestro aprecio hacia Vuestra Majestad y la de todo el Reino ya nada más se puede añadir,- a tanto ha llegado el cúmulo de la beneficencia regia- sin embargo, bien pronto hemos advertido habernos equivocado en nuestra apreciación, porque últimamente, la casi inmensa piedad de Vuestra Clemencia para con Nos se ha incrementado tanto, que vemos claramente, no sólo estar más protegido, sino también abrumado, con sus insólitos beneficios.
Por eso, no sólo nos alegramos inmensamente con la singular beneficencia de tan gran Príncipe (a quien, en medio de las cosas adversas, nuestra insignificante Orden considera como nuestro único Aquiles y Mecenas), sino que confesamos deberle tanto, no diría cuanto los hombres deben a Dios, sino todo lo que se debe al mejor de los padres; pues, lo que hasta ahora somos, o seamos en el futuro, después de Dios, debemos afirmar que todo ha sido recibido de él.
Por consiguiente. Serenísimo Rey, no hay nada que no debamos a vuestro favor y al de vuestro Reino. Lo que hagamos, será con tanto fervor como lealtad. Ojalá podamos hacer tanto como queremos, de forma que entre todos los que somos agradezcamos la mínima parte de vuestros méritos. Todos nosotros, digo, aunque los más insignificantes, confesamos de nuevo debérselo a Vuestra majestad. Y agradeceremos siempre, de la misma manera, la generosidad de ánimo de su piedad regia, y siempre también la predicaremos. Pero no dudamos poder daros las gracias que no podemos darle en este momento.
Quiera Dios Óptimo Máximo se cumplan en esto las frecuentísimas peticiones de todos nosotros, y él defienda y conserve por larguísimo tiempo a Vuestra Majestad florecientísimo en todas las cosas, y coronado de gloria, en perennes victorias de su felicísimo reino.
Roma, a 18 de septiembre de 1647
De su Serenísima Majestad
[José de la Madre de Dios]
No pongo la firma, porque, de hecho, no tengo ninguna nota de ella, ni recuerdo con seguridad cómo fue. Dada la humildad y resignación a la voluntad divina y a la Santa Sede Apostólica de N. V. P. Fundador, se ve que fue hecha en común, y no sólo con su nombre; si la encuentro, la pondré después.