ViñasEsbozoGermania/Cuaderno02/Cap13

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Capítulo 13º. Sobre los hechos del Ven. P. Pedro Casani en Germania.

Como he dicho antes, el 12 de mayo de 1638 el P. Pedro Casani llegó a Nikolsburg con sus compañeros.

“Después de una semana de descanso, y tras publicarse las patentes de los cargos, mientras se prepara para ir con los compañeros citados a Straznice, recibe una carta del Ilmo. Fundador de la casa de Straznice, D. Francisco de Magnis, Conde del S.R.I., por las cuales se puede ver cuánto amor y cuánta estima tenía al Siervo de Dios. Así decía la carta:

“Muy reverendo y veneradísimo padre,
Tú eres Pedro y en verdad la única Piedra que debería ser a mi juicio la piedra de fundación en estas partes. Te rogaré que ilumines la cima y el firmamento de tu Orden que casi está cayendo. Abrazando a vuestra paternidad en el espíritu, con afecto tiernísimo y alegrándome por adelantado, deseo vivamente su venerada presencia: venga, venga pues vuestra paternidad tan deseada, y aquí (en Straznice) veneraré su presencia, cosa que haré con mucho gusto y me servirá de inmenso gozo. Por lo demás, beso devotísimo su mano bendita. Devotísimo siervo de vuestra paternidad, Francisco Conde de Magnis”.

“Así invitado, llegó a Straznice, donde Dios quiso que prosperase e hiciese milagros. Pues en Straznice reinaba una terrible sequía, de modo que durante un semestre y más casi no había caído una gota de agua. Se temía una gran carestía de alimentos. Bajo la amenaza de esta desgracia, el conde escribió a nuestro Venerable Siervo de Dios el Padre Pedro, cuya fama de santidad era ya conocida, y le invitó, como dijimos más arriba, para que fuera a su residencia, y él en cuanto pudo se puso en camino y bendijo las tierras afligidas por la sequía, de modo que cayó una lluvia abundante, que regó abundantemente los campos y los prados. Qué agradecido le quedo el Conde, se puede deducir a partir de este milagro”.[Notas 1]

Después de saludar al Fundador de Magnis, regresó a la casa de Nikolsburg, donde después de tomar consejo con el P. Onofre, la designó para que estudiaran los jóvenes, por ser más capaz y más libre para los ejercicios que el noviciado. Que el consejo era óptimo se vería más tarde. Entonces decidió ir a Lipnik. Lo que allí vio, nos lo muestra la carta que escribió al Padre José, y que muestran ampliamente al mismo tiempo la eximia caridad del P. Pedro y su amor hacia los novicios del instituto:

“La Paz de Cristo. Pasamos en Lipnik cuatro días enteros, pues llegamos el 26 de mayo y salimos el 31.
Encontramos la casa muy apta para educar novicios; por su soledad, ya que se encuentra a las fueras de la ciudad, y por la salubridad del aire, ya que entre las diversas casas que tenemos en Moravia, me parece la más saludable; y finalmente por la amplitud del huerto, y por el libre uso de las fincas del Príncipe contiguas a la nuestra, lo que hace que los novicios tengan suficiente y más que suficiente espacio para pasear dentro del recinto cerrado, y caminar como les guste. Sin embargo es pequeña para contener muchos novicios, así que deberíamos, y sería una cosa sencilla si tuviéramos dinero, ampliarla. También sufren escasez de agua, en especial en estos tiempos, que son muy áridos. Se podría extraer fácilmente de una cisterna más grande.
Los encontré a todos (así me lo pareció entonces) contentos, tranquilos, modestos, humildes, dedicados a la oración y deseosos de alcanzar el culmen de la perfección religiosa. Excepto uno, que por ser más joven y menos listo, vacila un tanto en su vocación. No sé cuántos hay exactamente; quizás el P. Onofre podrá informar al Vuestra Paternidad acerca del número; a mí me dan gran esperanza.
Quiera Dios que no nos decepcionen. En este lugar me he dado cuenta de lo necesaria que es en estas regiones la lengua latina, pues si cada cual hablara su lengua materna, no se entenderían unos a otros, pues hay algunos bohemos, otros germanos, otros polacos y algunos, finalmente, de Panonia, cuyos idiomas son tan diferentes entre sí como del italiano, por lo que es necesario que todos hablen latín. Para que conozcan bien la lengua decidí hablar con y a los nuestros siempre en ella, con un estilo llano y sencillo, como conviene hablar y escribir con familiaridad. Por lo que me obligado a utilizar la barbarie cuando hablo con uno y digo Vos, Paternidad, Reverencia, Vuestra Señoría etc., para que no se me trate de poco educado. Esto me resulta duro, como lo prueba la experiencia cotidiana, pues muchas veces al hablar vuelvo a caer en hablar en latín clásico.
En cuanto al estudio de las humanidades cambiamos de opinión, obedeciendo el padre Juan Francisco al decreto del Capítulo General de no sacar a los novicios del noviciado; así pues dejamos al citado Padre Francisco en el noviciado para que enseñe allí a los que acaban de profesar y a los que ya llevan un año en el noviciado. Y no encontrando nada que enmendar en cuanto al funcionamiento de la casa y la disciplina doméstica, nos permitimos ir a Olomuc, la capital de Moravia, el que escribe con el P. Alejandro, y allí fuimos a visitar a un canónigo benemérito de nuestra religión, y al mismo tiempo dimos gracias al Ilmo. sufragáneo, que próximamente, con el lapso marcado de los días, ordenará a tres de los nuestros en ese tiempo a las 4 órdenes menores, y al subdiaconado. Aquí fuimos a casa del Barón Bacciolino de Pistoia, en cuya casa pernoctamos y fuimos bien tratados. Pasando por Sokolnize saludamos a la Sra. Condesa viuda de Straznice, y allí la señora quiso que yo celebrara la solemnidad del Santísimo Sacramento, y llevar el Santísimo en procesión pública. De allí fuimos a la ciudad en la que el príncipe nos construye un colegio desde los cimientos. El príncipe no estaba allí, pero el encargado de los asuntos del gobierno de la ciudad nos enseñó la casa con el arquitecto, y ciertamente cuando esté acabada no habrá nada más que pueda desearse para una casa religiosa. Por ahora quizás está construida menos de la mitad.
Lo único que temo para esta casa es la dureza del cielo, a causa de la cual han sufrido mucho este año, principalmente el arquitecto, que no acaba de reponerse de una larga enfermedad; los ciudadanos piensan que esto ocurre sólo este año a causa de la extremada sequía.
Hoy por la mañana salió de aquí el P. Carlos de Sta. Cecilia llamado por vuestra paternidad a Roma, al cual se une como compañero el H. Antonio Calaber, pues lo pidió con insistencia. Los demás quedamos con buena salud en esta casa de Nikolsburg hasta que Dios quiera. En la octava del Santísimo Corpus Christi asistiremos a la acostumbrada procesión, y al mismo tiempo celebraremos la solemnidad de S. Juan Bautista, que es el patrón de nuestra iglesia. Dios sea propicio a Vuestra Paternidad.
Benedícite. En Nikolsburg, 8 de junio de 1638. Hijo y siervo en Cristo de Vuestra Reverencia, Pedro Pobre.”[Notas 2]

Conviene ahora recordar un acontecimiento memorable que el mismo P. Pedro narró a Roma en un latín admirable:

“La Paz de Cristo. El primero de julio hacia las 22 horas[Notas 3] entró en Nikolsburg el siempre augusto Fernando III con su Seren. hermano Leopoldo Guillermo, obispo dimisionario de nuestra diócesis de Olomuc, como ya anuncié a vuestra paternidad. Había innumerables carros, caballeros y gente a pie que le seguían, con los cuales la ciudad quedó atascada, hasta tal punto que apenas se podía caminar; aparte de frecuentes heridas menores, calculo que más de 50 hombres fueron empujados de las murallas. Entonces el emperador prosiguió en derechura hacia Sta. María de Loreto, en el interior de la cual se encontraba el Rvmo. Prepósito vestido con sus canónigos. Junto a la puerta de la casa, que fue construida según el modelo de Loreto en Italia, ya que hace tiempo el eminentísimo fallecido hizo construir una capilla a la Santa Virgen semejante a la Santa Casa. A la izquierda estaban los capuchinos, y nosotros a la derecha, para reverenciar todos a su Majestad. En aquella ocasión se supone que le hablarían de nosotros. Al entrar a la capilla se puso de rodillas, y después de él su hermano, orando. Entonces los músicos cantaron de manera sublime las letanías lauretanas, con voz y con instrumentos; mientras tanto él estaba todo el rato de rodillas con su hermano, orando. Una vez terminadas las ceremonias sagradas, ambos se retiraron al castillo en carroza. Al día siguiente, a las 9 hora germana, que es la tercia antes de mediodía, los dos volvieron a la capilla.
Allí se celebró solemnemente la misa, a la que asisten todo el tiempo de rodillas (según me enteré); se cantan en misa las letanías, y continúan. Entonces, después de la misa, se dirigen a nuestra iglesia y allí llego a ver mejor al Emperador, y todo sucede según mis deseos, pues apenas puso el pie en la capilla, en cuanto llegó el César al lugar en el que yo permanecía, poniéndose de rodillas, volvió los ojos hacia mí durante un rato, y ni siquiera al levantarse los apartó, parecía que lo hizo a posta para que yo pudiera verle mejor. De allí bajó a la iglesia contigua de los capuchinos, y yo le seguí. Allí llegando el guardián de los capuchinos le presenta en un hermoso paño flores del jardín para venerar a su Majestad, quien tomándolas las pasó a alguien cerca de él. Por fin después de salir de la iglesia, con los caballeros en parada, volvió con su hermano al palacio al instante para comer, y durante el tiempo que quedó de luz se dedicaron a la caza y a la pesca. Al ejemplo de su padre (según dicen) ambos hermanos se deleitaron estupendamente con estos ejercicios, especialmente con la caza. Volvieron al atardecer, ya algo tarde. Nosotros acabábamos de retirarnos a nuestras habitaciones cuando al principio de la noche oímos llamar fuertemente a nuestra puerta una vez. Acudió el portero, preguntó quién era, y le respondieron que el limosnero del Emperador, que llame al superior de la casa, para entregarle 25 áureos, como los llaman los húngaros, por deseo del Emperador. Vienen a mí, me levanto del catre, me pongo la sotana, escribo un recibo, lo entrego y con el P. Ambrosio voy a ver al limosnero, recibo el dinero, le doy gracias, y volvemos. A la mañana siguiente después de la oración pido que todos digan unas ciertas oraciones por el Emperador, dándoles a conocer lo que él generosamente nos entregó. Cuando el P. Onofre se enteró de ello, aconsejó que fuera a ver al Emperador para darle gracias por el dinero recibido. El P. Ambrosio no estaba de acuerdo, y yo me encontraba dividido, más inclinado a la opinión del P. Ambrosio, porque sabía que yo era indigno de presentarme ante el Emperador. Además quizás esto ocasionaría retraso y molestias a su Majestad, y aún más, porque nuestro Príncipe nos lo habría sugerido, si lo hubiera aprobado. Sin embargo el P. Onofre insiste, y a escondidas nuestras envía al anciano P. José para tratar del asunto con el Príncipe. Aquel aprueba el consejo, lo alaba, le anima, y se obliga a ir con él a ver al Camarero mayor, para ser admitidos. Poco después me ordenó ir ante la capilla lauretana, mientras termina la misa, pues el Emperador asistía a ella. Me dirijo allí inmediatamente con el P. Onofre, encuentro la misa empezada, y cuando termina, después de recitar las letanías, los cortesanos salen, les sigue el Emperador, yo me hago visible; él se detiene y cuando quiero ponerme de rodillas para venerar a su Majestad, él, un tanto inclinado, me tiende su mano, y sonríe un poco. ¿Qué haré? Porque nunca habría sospechado tal benignidad en un príncipe tan alto. Me pongo colorado, me oprime el estupor, apenas puedo hablar, me pongo a temblar y, cuando recobro el ánimo, le doy gracias por la limosna. Le encomiendo vehementemente nuestra Orden, y le digo que rezaremos perpetuamente por su Majestad. Y esto es lo único que dijo el César: ‘Oren por mí’. Al instante subió a la carroza y se dirigió a Brno. Mientras venía a Nikolsburg recibió por el camino una carta en la que se le informaba que cuando los holandeses sitiaban estrechamente Amberes, y ya escalaban los muros con escalas, fueron derrotados por el ejército imperial dirigido por Piccolomini, y ocho mil de a pie fueron miserablemente masacrados.
Por lo demás todos nosotros, con la ayuda de Dios, estamos bien; mañana, con la ayuda de Dios, iré a Straznice. Demos gracias a Dios, Benedicite. En Nikolsburg, 5 de julio de 1638. Hijo y siervo en el Señor de Vuestra Muy Reverenda Paternidad, Pedro Pobre”.[Notas 4]

El P. Pedro, Asistente, no quiso estar ocioso. Pues en el año 1639 fue el primero en enseñar a los nuestros la Suma del Doctor Angélico en Straznice. Aunque antes había sido un gran defensor de la enseñanza del Doctor Sutil (Duns Scoto), cuando se dedicó a profundizar en la teología se aficionó al divino Tomás de Aquino, que resuelve claramente todo tipo de dudas, por lo que se sintió invitado a abrazar la doctrina tomística, y desde entonces se mostró un acérrimo defensor suyo. Toda la Orden de las Escuelas Pías siguió su ejemplo, y decretó en capítulos generales[Notas 5] que todos los profesores de ciencias mayores sigan íntegramente la enseñanza del Angélico, especialmente lo referente a la premoción física y la gracia eficaz, bajo pena de inhabilitación para enseñar (Domest. Ephem. Calasanct.).

Creo que vale la pena copiar la carta enviada a Calasanz en la que nuestro Pedro le da las gracias por haberle conseguido el permiso para leer libros de los herejes, en la que narra que se dedica a enseñar Dialéctica con gran provecho:

“La paz de Cristo. Ayer por la tarde, mientras cenaba, me entregaron la carta de Vuestra Paternidad, tanto más querida por cuanto son escasas, por la que me enteré de que se me concede permiso para tener y leer libros de los herejes, el cual, según me dijo el provincial dominico de Bohemia que pasaba por aquí y se desvió para saludarnos, en su opinión no era necesaria en estas tierras, ni era costumbre arraigada guardar y leer ese tipo de libros, para que no ocurriera que algunos se condenaran a causa de los errores expuestos en ellos. Lo cierto es que, para tranquilidad de nuestra conciencia, tan pronto como llegué a Viena inmediatamente obtuve del Nuncio Apostólico para mí y para el P. Lucas un permiso general sin ninguna limitación (lo cual era raro). Sin embargo no está de más la que envió Vuestra Paternidad, pues el agua que mana de la misma fuente suele ser más pura y saludable que la de los arroyos.
En lo que se refiere a los estudios de Dialéctica, el 30 de mayo comencé a explicar las Instituciones de la Universidad de Alcalá, que se llaman Súmulas, a cinco de los nuestros, entre los cuales quiso ser admitido el mismo padre superior, el cual a causa de las ocupaciones de su oficio se dedicó al estudio un poco superficialmente, y como haciendo otra cosa. Los demás, cada cual según su propia inteligencia, han aprovechado mucho, y trabajan diligentemente. Hay dos de ellos, uno un sacerdote polaco, y el otro un clérigo moravo de Nikolsburg, que confío que harán muchos progresos en Filosofía y Teología, y al terminar sus estudios estarán muy preparados para enseñar a otros. Terminé las Instituciones en unos quince días. Si tuviéramos aunque sólo fuera dos ejemplares de la Universidad de Alcalá, los discípulos podrían aprovechar mucho más, pues las cosas que escuchan en clase podrían meditarlas tranquilamente en la habitación, por lo que procuré que me enviaran de Venecia algunos ejemplares, pues en estas regiones no se encuentra ninguno a la venta. Y también decidí no comenzar el Organum de Aristóteles hasta tener algunos ejemplares más. Mientras tanto, para no perder el tiempo sin hacer nada, pedí al clérigo moravo, en presencia mía y de los otros, que explicara las Instituciones tal como las había entendido, lo cual hizo de manera clara y rápida, con dos lecciones al día, para que de este modo pueda tener en los estudios el mérito no de un recluta, sino de un soldado veterano. Finalmente como los ejemplares no han llegado aún, y tampoco nos los han traído hoy, comencé a enseñarles como pude las cuestiones introductorias y lo que antecede al texto de Porfirio. Estos buenos padres son prolijos, pues quieren que se recuerden todas las cuestiones metafísicas que se refieren a ello, aunque sea indirectamente. Y como empecé a explicarlas el primero de junio, apenas podré terminar la lección siguiente. Cuando lleguen los libros, andaremos escasos de tiempo, como no nos dediquemos simplemente a leer al pie de la letra los comentarios de los autores citados (…)
Hijo y siervo en Cristo de vuestra Muy Reverenda Paternidad, Pedro Pobre.
Straznice, solemnidad del Apóstol Santiago de 1639.”[Notas 6]

De las demás cosas que hizo el P. Casani en Germania se hablará en el lugar oportuno; ahora dirijamos nuestra atención a la vida del Ven. P. Onofre del Stmo. Sacramento.

Notas

  1. Domesticae Ephemerides Calasanctianae. Año III, bim. V, Florencia 1895, pág. 75.
  2. Romana seu Lucana Beatif. et Canoniz. Positio super introductiones Causae. Roma, 1915.
  3. O sea, unas dos horas antes de ponerse el sol. N.del T.
  4. Archivo General de Roma, plut. III, 226-58.
  5. Capítulos generales de 1677 y 1692; Constituciones de las Escuelas Pías, parte II, cap. IX, not. (133), let. B, E.
  6. Romana seu Lucana Beatif. et Canoniz. Positio super introductiones Causae. Roma, 1915