DelMonteVisitaGeneral/1696-09

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[1696, Septiembre]

Día 1 de septiembre de 1696. En el camino. Fuimos hacia San Pietro del Fiume, llamado vulgarmente el Sieve, para comer allí. Desde allí, el P. General envió una carta, por otro de nuestros cocheros, al P. Rector de nuestro Noviciado florentino, en la que le anunciaba su próxima llegada hacia las 22 horas; así que fuimos amablemente recibidos. Y como estábamos fatigados y exhaustos, por haber aguantado los calores del viaje, que no habían sido excesivos pero sí duraderos, nos quedamos en nuestro noviciado algunos días para recuperar las fuerzas.

No quiero omitir que en todo este camino, casi de un año completo, el único peligro digno de ser contado, lo evitamos, gracias a Dios, un poco antes de llegar a Florencia. Y es que, al dormirse el cochero, los caballos giraron a la izquierda y la rueda de aquel lado del carro ya miraba al precipicio. El primero en advertirlo fue el P. General, y luego yo, que comenzamos a dar voces. Los caballos se detuvieron, y el cochero se despertó; con lo cual, gracias a Dios, por medio de la poderosa intercesión de la Virgen, y las súplicas de los Santos Abogados y de los Ángeles de la Guarda, nos salvamos. Luego llegaron al Noviciado el P. Provincia, el P. Rector, el P. Segismundo [Baronovoski] de Sal Silverio, y el P. Andrés, Lector de Teología, y cenamos juntos.

Día 2 de septiembre de 1696. En Florencia. Allí nos detuvimos, para descansar del camino, y para rehacernos de nuestras ocupaciones. Mientras tanto, vinieron muchos de nuestra casa profesa a saludar al P. General, que afirmaron que volvía más sano y fuerte que cuando se había ido al otro lado de los montes.

Día 3 de septiembre de 1696. En Florencia. Aún en el Noviciado, no faltaron algunos de los nuestros que fueron desde Florencia a hablar con el P. General.

Día 4 de septiembre de 1696. En Florencia. Seguimos aún en el Noviciado, etc. A causa del calor, etc.

Día 5 de septiembre de 1696. En Florencia. Después de decir las Misas, y dejando en el Noviciado al P. Provincial de Polonia, el P. General, conmigo, Secretario, con el compañero y con el P. Segismundo, se traslado en coche a nuestra Casa Profesa florentina. Después de comer, el P. General, con el P. Segismundo y conmigo, fue en el coche a visitar al Gran Duque de Etruria. Y, desde el coche, directamente, sin tardanza, fue admitido con honores al salón de la audiencia, donde habló no poco con el Príncipe, paseando con la cabeza cubierta. Después, con los mismos Padres, fue a la villa de nuestra casa florentina, llamada La Fantina, del apellido de nuestro bienhechor testador, Juan Bautista Fantini.

No fue pequeña la alabanza de nuestros Religiosos de Florencia, que el Gran Duque hizo ante el P. General, por el Instituto y por su ejemplaridad. En aquella misma villa pernoctamos, a poca distancia de la ciudad de Florencia. Tiene capacidad para diez Religiosos, distribuidos en distintas celdas, recientemente dotadas con muebles muy cómodos, por el actual P. Provincial Juan Domingo [Rossini] de San Vicente. Allí suelen residir nuestros convalecientes.

Día 6 de septiembre de 1696. En Florencia. Este día nos quedamos en la misma villa, para recuperar las fuerzas y él ánimo, después de tanto camino.

Día 7 de septiembre de 1696. En Florencia. Celebramos las Misas en la capilla de dicha Villa, y el P. General salió con el P. Provincial de Florencia, P. Segismundo [Coccapani], y conmigo, Secretario, a visitar al Arzobispo de Florencia, Morigia, milanés, varón de fama íntegra, muy estimado por sus costumbres y claridad de doctrina, y amigo especial de nuestra Orden. Y, desde allí, también en coche, fuimos a la insigne iglesia de la Santísima Anunciación, perteneciente a la Orden de los Servitas, celebérrima por la frecuencia de peregrinaciones a ella, y por la devoción general.

Luego visitó al Ilmo. Señor Tomás Vidoni, Nuncio Apostólico, con autoridad de Legado ad Latere ante el Serenísimo Gran Duque de Etruria. Y desde allí nos volvimos a la casa profesa. Después de comer, el P. General revisó las clases; y casi en todas fue obsequiado con homenajes métricos y sueltos. La escuela distan un poco de nuestra casa. El edificio donde se encuentran nos lo ha concedido el Serenísimo Gran Duque para escuelas. Hay en él dos Oratorios muy hermosos. Las clases son también muy hermosas y ornamentadas, con gran número y calidad de alumnos.

Día 8 de septiembre de 1696. En Florencia. El P. General distribuyó la Comunión a los alumnos del primer Oratorio de nuestro Colegio, elegantemente construido y adornado; y después de la Misa les dio una conferencia. Terminada la comida, como era la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, el Ilmo. Arzobispo de Florencia fue a visitar nuestra Iglesia, donde se celebra como si fuera la fiesta titular el Nombre de María, y se acercó a la habitación del P. General, con el que tuvo un largo coloquio. Vino también a nuestra Iglesia el Serenísimo Gran Duque, con su hijo, el Príncipe Juan Gastón, al que el P. General recibió con sobrepelliz.

Día 9 de septiembre de 1696. En Florencia. Como celebrábamos la fiesta del Santísimo Nombre de María, el P. General recibió, sucesivamente, en nuestra iglesia, a los susodichos Ilmos. Arzobispo y Nuncio Apostólico, y en ella celebraron. Él, en cambio, presidió la Misa solemne. Después de comer, en un coche del palacio del Gran Duque, con el P. Provincial, el P. Segismundo y conmigo, visitó al Serenísimo Príncipe Juan Gastón, quien lo recibió sin tardar, con todos los honores, y escuchó cómo le encomiaba nuestro Instituto y a nuestros Religiosos. Volvió de nuevo el Príncipe con su Padre a nuestra Iglesia, y lo recibió como ayer. Por orden del Serenísimo Gran Duque, se nos ofreció el coche del mismo Serenísimo que habíamos usado hoy fue puesto a disposición del P. General, mientras esté en Florencia, como había hecho con otros Padres Generales, como el P. José [Fedele] de la Visitación.

Después el P. General, con el P. Provincial Florentino, conmigo, y con el acompañante, en el mismo carro fue conducido, de vuelta, a nuestro noviciado, donde, al terminar la oración de la noche, pronunció una sustanciosa exhortación, en la que explicó el significado del Nombre de la Virgen María. Y como era el Domingo 13 después de Pentecostés, cuyo Evangelio decía: “Id y mostraos a los sacerdotes”, dijo que el nombre de Religioso debe ir unido a las obras, principalmente como total holocausto de la voluntad propia. Recibió la Profesión del Hermano Miguel.

Día 10 de septiembre de 1696. En Florencia. Después de pronunciar ayer la conferencia habitual, hoy el P. General ha celebrado la Misa y, a continuación, ha comenzado la visita de nuestro Noviciado de Florencia, empezando por la personal de los novicios, y encomendando a los Padres Provinciales de Florencia y de Polonia la visita local y real, es decir, de los libros. Después de comer, asistimos privadamente, en la Iglesia, a una Academia de nuestros juniores con los novicios que estudian Humanidades superiores, dedicada al Santísimo Nombre de María, y en honor del P. General.

Día 11 de septiembre de 1696. En Florencia. Después de las Misas, el P. General, con el P. Segismundo, conmigo, Secretario, y con el Acompañante, volvió en un coche a Florencia, a nuestra casa Profesa, a recoger las cartas y responderlas. Sobre todo el Emmo. Cardenal Imperial, Legado de Ferrara, le había enviado dos cartas, en las que hablaba del reciente exceso de los nuestros de Pieve di Cento, y afirmaba que él no había procedido a castigar a los acusados, aunque tenía facultad para ello, por el mal efecto que hubiera causado a nuestra Orden; y solicitaba la admonición por parte de su Rector. Después de comer respondió a variadas y muchas cartas, aunque no pudo satisfacer a todos por la escasez de tiempo. Yo, Secretario, a quien el P. General, hoy por la mañana, a instancia del P. Segismundo de San Silverio, y del P. Rector del noviciado, me había mandado que enseñara a nuestros juniores y novicios algo de griego, al anochecer me fui al noviciado, para empezar a hacerlo a la mañana siguiente, con dos de los nuestros que me envió el P. Rector, para que me acompañaran. Por la noche el P. General recibió de nuevo en nuestra Iglesia al Serenísimo Gran Duque y al Príncipe, su hijo.

Día 12 de septiembre de 1696. Visita de nuestro Noviciado de Florencia. Después de casi dos meses de sequía y de intenso calor, esta noche sólo ha llovido un poco, aunque ha habido muchos truenos; y el viento soplaba tan fuerte, que hasta los racimos de las uvas se desprendían de las vides, y, de repente, el verano se tornaba en otoño con aquel primer viento tan fuerte. Por la mañana ya empecé la primera lección de lengua griega. El P. General, de regreso de Florencia, con el P. Provincial de Florencia y el compañero, llevó al noviciado en el coche los regalos que le había enviado el Serenísimo Gran Duque, como señal de benevolencia, llevados por siete porteadores cargados, y presentados por un cortesano del Serenísimo: vinos selectos, pollos, queso, dulces, confituras; todo lo cual los nuestros lo consideraron como un honor especial. La verdad es que en ninguna parte, en un viaje tan largo, el P. General había recibido semejante muestra de amor de ningún otro Príncipe. De regreso, pues, al noviciado, el P. General prosiguió la visita personal de los novicios y de los Profesos.

Día 13 de septiembre de 1696. Visita del Noviciado de Florencia. El P. General administró la Comunión a nuestros Clérigos y HH. Operarios, y continuó la visita personal.

Día 14 de septiembre de 1696. Allí mismo. Prosiguiendo la visita, el P. General ordenó destinar un libro para recoger los secretos de las visitas cuatrimestrales del noviciado, en el cual quedara constancia de los defectos encontrados en la visita, y las ordenanzas para la formación de los novicios, tal como se comenzó a hacer en esta visita; y nombró una por una las amonestaciones privadas, resultantes de la visita. Después de la oración de la noche, y de una conferencia sobre las Reglas, el P. General tuvo para los novicios y profesos el Capítulo de culpas, y corrigió muchas imperfecciones públicas.

Día 15 de septiembre de 1696. Allí mismo. El P. General examinó de Humanidades a los Profesos y Novicios, en presencia de los Padres Provinciales susodichos, del P. Rector del noviciado, de mí, Secretario, y del P. Bernardo, su Preceptor. Después, convocó a la Comunidad, la bendijo, y le aconsejó que, durante la semana siguiente, cada uno de los nuestros procurara ser absuelto por los confesores de la Casa, de los casos y censuras reservadas por las Reglas. Hacia mediodía, volvimos en coche a Florencia, en donde el P. General escribió cartas de respuesta a diversos lugares, y notificaciones a los Provinciales, para los sufragios por el alma del H. Norberto de San Juan, Operario, muerto el día 30 de junio de 1696 en Radom, en la Provincia de Polonia. En nuestra iglesia escuchamos un sermón del P. Pablo del Nombre de María, Rector del Noviciado, quien, desde hace ocho años, cada sábado cumple con esta tarea. Es, ciertamente, un sólido orador sagrado.

Día 16 de septiembre de 1696. En Florencia. El Ilmo. Señor Alejandro Guadagni, pariente del H. Melchor de la Concepción, novicio, insigne por su nobleza, costumbres y edad viril, envió regalos, es decir, vino y aves, al P. General. El P. General acudió a nuestras Academias públicas en el Oratorio segundo, donde dio luego la Comunión, y les dio una conferencia, acomodada a su capacidad.

Día 17 de septiembre de 1696. En Florencia. Ayer por la tarde, el P. General tuvo la conferencia dominical con los nuestros de la casa profesa florentina: “Nadie puede servir a dos señores”, del Domingo 14 de Pentecostés. Dijo que la mejor manera de servir únicamente a Dios, es la observancia de nuestras Constituciones. Y, al final, anunció que, a la mañana siguiente, comenzaría la visita de esta casa. Por eso, este día, después de leer la meditación matutina, y para que las Misas no se retardaran, el P. General visitó, como de costumbre, las sepulturas, el Santísimo Sacramento, y los Santos Óleos. Luego encomendó al P. Provincial de Florencia, y a mí, Secretario, que continuáramos la visita local, lo que cumplimos. Después, durante casi todo el día, el P. General se dedicó personalmente a la visita, empezando por los ínfimos. Al terminar de comer, fue a visitar al Ilmo. Señor Alejandro Guadagni y a su Ilma. esposa, consolándolos por la vocación de su hijo, admitido a nuestro hábito. Luego, en el coche con el P. Provincial de Florencia, con el P. Segismundo, y conmigo, Secretario, visitó a la Ilma. Sra. María Constancia Boromei Strozza, penitente del P. Provincial, bienhechora y devota especial de nuestra Orden. Hoy por la mañana, el Ilmo. Nuncio Apostólico ha venido a visitar al P. General, a quien el P. General había visitado el día 7 de éste.

Día 18 de septiembre de 1696. En Florencia. El P. General prosiguió la visita personal; después de comer, escribió muchas cartas de respuesta a varios sitios, y fue visitado por el Ilmo. Señor Carlos Strozza, quien, en nombre de toda su familia, agradeció al P. General, sobre todo en nombre de su Madre, la visita de ayer. Mientras tanto, el P. Provincial de Florencia y yo, Secretario, nos dedicamos, según el mandato del P. General, a la visita local y a la revisión de los libros de la Iglesia, haciendo de Secretario suplente el P. Juan Gualberto de San Segismundo, Rector de esta Casa.

Día 19 de septiembre de 1696. En Florencia. Mientras el P. General proseguía la visita personal, el P. Provincial de Florencia y yo, Secretario, examinábamos los libros de economía y terminábamos la visita local.

Día 20 de septiembre de 1696. En Florencia. Se entregó al H. Lorenzo de Santa Teresa, de la Provincia de Génova, estudiante de Teología en Florencia, la dimisoria para el subdiaconado. El P. General continuó la visita personal; y, después de comer, asistió en nuestra Iglesia a la defensa de conclusiones públicas sobre toda la Filosofía, bajo la dirección del P. Anastasio, profesor, y de su alumno, D. José Medina Ilarrea, dedicadas al Serenísimo Cosme III, Gran Duque de Etruria, quien gobernaba, en cuyo nombre asistió el Ilmo. Sr. Marqués Struffa.

Día 21 de septiembre de 1696. En Florencia. El P. General nos llamó, para sacar notas de las Actas de la visita, para hacer las amonestaciones públicas y privadas. Después de comer, asistió al Círculo público de Filosofía, en el cual había defensa de tesis sobre toda la Filosofía, dedicadas a Fernando, Serenísimo Príncipe de Etruria, defendidas por D. Juan Francisco Fernando Paur, florentino, quien, con apenas 15 años, las argumentó magníficamente, casi como un profesor, bajo la dirección del P. Anastasio [Lanzoni] de San Vicente. Presidió, en nombre del Serenísimo Gran Príncipe, el Ilmo. Conde Flaminio Bardi.

Día 22 de septiembre de 1696. En Florencia. Por la mañana, el P. General se dedicó a hacer amonestaciones privadas, según las notas de la visita personal. Después de comer, envió cartas de respuesta a varios sitios.

Día 23 de septiembre de 1696. En Florencia. Próximo a partir, el P. General fue de nuevo a visitar al Ilmo. Nuncio apostólico y al Arzobispo, de los que ya se habló el día 7 de éste, etc. Antes, visitó al Ilmo. Obispo de Fiesole, Felipe Neri Altoviti, en el coche enviado del Palacio del Serenísimo Gran Duque, acompañado del P. Provincial de Florencia, del P. Segismundo y del compañero. Mientras tanto, yo, Secretario, fui invitado al segundo Oratorio, donde celebré la misa del último domingo del año escolar, pronuncié una alocución espiritual, e impartí la bendición de la Santísima Virgen a los discípulos, como es costumbre. Después de comer, el P. General visitó a la Ilma. Sra. Marquesa de Santa Cruz, hermana del Ilmo. Nuncio Apostólico ante Su Majestad Imperial. Visitó también a los Padres de San Felipe Neri, algunos de los cuales le habían visitado a él. Y al Sr. Conde Carlos Bardi. Tuvo la conferencia y el Capítulo de culpas.

Día 24 de septiembre de 1696. En Florencia. Ayer por la noche el P. General tuvo con la Comunidad de Florencia, además de la exhortación dominical, el Capítulo de culpas. Hoy, en cambio, ha proseguido las amonestaciones privadas, resultantes de la visita personal. Después de comer, fue, por segunda vez en el coche, junto con el P. Provincial de Florencia, el P. Segismundo, y conmigo, Secretario, a visitar al Serenísimo Gran Duque, al que presentó la Carta de Hermandad de nuestra Orden, que dice:

“Al Serenísimo Cosme III, Sexto Gran Duque de Etruria.

Juan Francisco de San Pedro, Prepósito General de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías.

Serenísimo Príncipe:

La piedad Real de tus Mayores, y su patrocinio a favor de toda la Orden de las Escuelas Pías, han concedido a ésta innumerables y máximos beneficios. Y Tú mismo, el más piadoso y munificentísimo de todos, se los acrecientas diariamente a nuestra Provincia de tu Etruria. Todo lo cual exige, con absoluto derecho y mérito, que también ella se deba por completo a Ti y a tu Real Casa, y se ofrezca para siempre.

Por lo cual, lo que ya antes hicimos, queremos hacerlo de nuevo con la mayor liberalidad, y que quede constancia perpetua de ello con este presente testimonio escrito. En él, por medio mío, se pide para Ti, para Tus Mayores, y para todo el Reino de los Tuyos, a Dios, justo e inmortal Remunerador, humildemente y de todo corazón, la gracia, bien merecida, de la participación en todos y cada uno de los bienes espirituales de nuestras obras.

Y, de la misma manera que esta Orden se ha mantenido, gracias a tus Mayores, en los tiempos más adversaos, y gracias a Ti se incrementa en los prósperos, queremos, igualmente, que sus súplicas, y votos públicos por el Reino, y la felicidad privada de Tu Regia Majestad, se conserven y crezcan lo más posible.

Dado en Florencia, en nuestra Casa Profesa de las Escuelas Pías, en los Dominios de Su Majestad, el día 24 de septiembre de 1696.

Juan Francisco de San Pedro, Prepósito General.

Leopoldo [Soteler] de San José, por mandato”.

Es él [el P. Leopoldo] quien la había escrito en pergamino, con el escudo del Gran Duque, dibujado artísticamente en la parte superior, pues el P. Leopoldo es un artista del dibujo; por eso es Maestro en la Academia de Jóvenes Nobles, y de externos, bajo el Serenísimo Gran Príncipe.

El Serenísimo Príncipe besó la Carta de Hermandad, y mostró su gratitud al P. General. Y, después de varios coloquios, paseando, sobre todo acerca del Emmo. Sacripente, hacia quien mostró gran benevolencia y estima, el P. General fue despedido. El que no pudo asistir fue el Serenísimo Príncipe hijo, porque se encontraba en la susodicha Villa Pratolini.

Visitamos después el cuerpo Sagrado e incorrupto de Santa María Magdalena de Pazzis, que nos mostraron en un arcón cristalino, bajo el altar mayor de la Iglesia de sus Monjas. Luego, la Iglesia de la Asunción; y nos volvimos a casa. Vino el Ilmo. Arzobispo del que hemos hablado antes a visitar al P. General Hoy ha recibido dones del Ilmo. Nuncio Vidoni, es decir, vino, dulces, salados y conejo, que le han traído cuatro servidores, acompañados por un Cortesano. El P. General se dedicó después a sus amonestaciones privadas, resultantes de la visita personal.

Día 25 de septiembre de 1696. En Florencia. Visitó al P. General el Ilmo. Obispo de Fiesole, a quien había visitado el día 23 de este, y el Muy Reverendo Sr. Juan Guarino Guarriri, íntimo del serenísimo Príncipe Fernando, primogénito Del Serenísimo Gran Duque de Etruria, Alumno del P. Andrés [Boschi] de San Sebastián, nuestro profesor de Teología. Este Señor Juan procuró del Serenísimo Gran Duque los principales honores al P. General.

Visitó también al P. General el P. Zenobio Berardi, varón de la preclara nobleza florentina y de gran virtud, de la Congregación de San Felipe Neri; con él estuvo también el P. Lorenzo Carelli de la misma Congregación, quien, siendo aún filipino, estudió Filosofía bajo la dirección del P. Ricardo [Bacci] del Salvador, y Teología, bajo el susodicho P. Andrés. Lo visitó también el Ilmo. D. Juan Bautista Guadagni, hermano de nuestro novicio, el H. Melchor de la Concepción, los cuales obsequiaron al P. General con frutos especiales y caros. Y Las monjas Benedictinas de Santa María de las Murallas, con obsequios hechos por las mismas monjas. Visitó también al P. General la Ilma. Marquesa Trugliona, y el Ilmo. Sr. Abad Valignani.

El P. General se dedicó también a las moniciones privadas, igual que ayer. Sin embargo, después de comer visitó a la susodicha Marquesa y al Abad consanguíneo de ella, en el coche del Palacio del Gran Duque. Después fue a la Iglesia de Santa María del Monte Carmelo, de los Padres Carmelitas calzados, a ver el sagrado cuerpo incorrupto de San Andrés Corsini; y, aunque se acercó a la Iglesia el Secretario del Ilmo. Marqués Corsini, con otra llave que se guardaba en casa del mismo Marqués, sin embargo, como dichos Padres no habían sido prevenidos a tiempo, para poner un pedestal alto, y poder ver el sagrado Cuerpo, no lo pudieron ver, sino que lo veneraron solamente.

Hoy, el P. General se ha dedicado a responder cartas a varios lugares. Después de las letanías y del examen de conciencia de la noche, el P. General autorizó de viva voz, en el Oratorio a los confesores de los nuestros a que, durante la semana siguiente, o a la otra, pudieran, para tranquilidad de las conciencias, absolver a los nuestros de todas las censuras y casos de cualquier manera reservados, según las Reglas; esto, como suplemento de la habitual absolución del final de la Visita. Y añadió que estaba dispuesto a audiencias inmediatas, si alguno de los nuestros quería decirle algo, porque al día siguiente iba a salir. Antes de la cena el P. General completó las moniciones privadas en su habitación.

Las Ordenanzas de la visita, como no eran muy largas y se podían enviar por carta, las envió desde Roma el P. General para toda la Provincia de Etruria.

Día 26 de septiembre de 1696. En el camino. Celebradas las misas a buena hora, y firmados por el P. General, por el P. Provincial de Florencia y por mí, revisores de la Comisión del P. General los libros de la Iglesia y los de economía de nuestra casa Profesa de Florencia, cuando vimos que cesaba un poco la continua y fuerte lluvia matutina, el P. General impartió la bendición a toda la Comunidad. Luego, hacia las 14, con una lluvia que comenzaba a caer de nuevo, salimos de Florencia. Íbamos en tres coches de dos ejes. En uno iba el P. General y el P. Provincial de Florencia; en otro, el P. Benedicto [Fantucci] de San Víctor y el H. Francisco María, el Acompañante; y en el tercero, El P. Andrés [Boschi] de San Sebastián, Lector de Teología y Asistente Provincial, y yo, Secretario. Llegaron después otros dos coches. Entonces, el P. General y el P. Provincial de Florencia, se añadieron al coche del P. Rector de la casa de Florencia, Juan Gualberto de San Segismundo y el P. Vicerrector Juan Bautista [Chirra] de la Natividad de la Virgen; y en el segundo iban el P. Félix [Marciecidrini] de Santo Domingo, el P. Segismundo de San Silverio, el P. Nicolás [Patriarchi] de San Francisco, y el P. Anastasio [De Caro] de San Vicente. Nos detuvimos fuera de las puertas, en el suburbio de San Nicolás, y despedimos a los nuestros. Tras este intercambio de viajeros en los coches, proseguimos el camino en tres coches solamente, como se dice arriba. Llegamos a comer a una posada llamada “Piano delle Fontane”, y, al anochecer, al albergue de postas, llamado “Levane”, donde pernoctamos.

Día 27 de septiembre de 1696. En el camino. Salimos de mañana hasta Arezzo, una ciudad más antigua que Florencia; allí, los que quisimos, celebramos en la iglesia principal, cerca del hospicio de la posta, donde comimos, con el P. José [Tauler] de Jesús María, Rector de Castiglion Fiorentino, que había salido a recibir al P. General. Hoy por la mañana hemos tenido poca lluvia, no como ayer por la mañana. Salimos de allí comenzando a llover, pero duró poco, y hacia el final del día llegamos a Castiglion Fiorentino, ciudad amurallada, donde fuimos recibidos con singulares muestras de cariño.

Día 28 de septiembre 1696. En Castiglion Fiorentino. Por la mañana, el P. General inspeccionó, y consideró los planos de la Iglesia y de la casa que los nuestros querían construir. Después de comer, con el Provincial y muchos otros de los nuestros, sobre todo con el P. Rector, Lorenzo [Renti] de San Miguel, fue a ver la casa de un Señor, D. Fabio Cotta, sobre la que se quería a construir nuestra iglesia y acomodar la casa; pero, como había distintas opiniones de los nuestros, en cuanto al lugar escogido, al volver a casa, el P. General tuvo Congregación sobre este tema con el P. Provincial y el Capítulo de la casa, Hoy por la mañana ha llovido muchísimo.

Día 29 de septiembre 1696. En Castiglion Fiorentino. Por la mañana estuvimos esperando, a ver si se serenaba el tiempo, para emprender el viaje hacia Narni. Después de comer, el P. General, con el P. Provincial y otros de los nuestros, fueron a nuestra residencia rural de Beruardi, próxima a Castiglion Fiorentino; y de allí, a nuestra propiedad, cerca del horno, de la herencia de un cierto Cotti.

Día 30 de septiembre 1696. Allí mismo. Aunque había amanecido un día sereno, el P. General continuó en cama, debido sus indisposiciones, hasta una hora en que ya no era oportuno emprender camino hasta Perugia, y retrasó la salida hasta el día siguiente. Mientras estuvo en Castiglion Fiorentino fue visitado por muchos.

Notas