General31/Valoración del Generalato.
Valoración del Generalato.
Dijimos ya antes que el generalato del P. Mistrangelo se preveía breve y “de transición”: transición de unas Escuelas Pías separadas a unas Escuelas Pías reunidas. Hacía falta para ello un hombre con prestigio eclesial, y al fallecer de manera inesperada el P. Mauro Ricci, el P. Mistrangelo se encontraba providencialmente en ese puesto, y por eso fue elegido por el Papa León XIII para llevar a cabo un objetivo que ya había intentado realizar, sin éxito, su predecesor Pío IX.
Por lo tanto, si hemos de valorar este breve generalato por el objetivo que tenía planteado al principio, diremos que fue un éxito total: el P. Mistrangelo logró que se volvieran a unir las provincias escolapias. Y lo logró no por medio de circulares y recomendaciones de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, como había intentado su predecesor Mauro Ricci, sino por medio de su trato personal, esforzándose por visitar las provincias españolas y centroeuropeas, y ganándose las voluntades de la mayoría con su actitud paternal y su talante jovial.
A un nivel más concreto, señalaremos también su buena gestión en algunos casos concretos, como el fortalecimiento de la casa Cracovia, que permitiría más tarde la resurrección de la provincia de Polonia, mediante el envío de las personas adecuadas, algo que no habían sabido hacer ninguno de sus dos predecesores, Casanovas y Ricci, a pesar de que también a ellos les habían llegado gritos pidiendo auxilio desde Cracovia. Supo también apoyar el resurgir de la presencia escolapia en Cerdeña, con la ayuda de la Provincia de Liguria.
Se esforzó también en dar algunas directivas concretas para mejorar la formación de los jóvenes escolapios, en particular de los novicios. Y para ello no dudó en pedir ayuda a otras provincias cuando fue necesario.
Se encontró, sin embargo, con dos escollos que no fue capaz de superar: uno fue el de la Provincia de Nápoles, con una casa de Pompeya que era una carga y un colegio de Nápoles que los escolapios no lograban hacer funcionar bien. Hicieron falta varios años más para salir adelante. Otro problema fue el de la Provincia Romana, donde varias casas estaban bajo su directa autoridad, pero él raramente venía a Roma, por lo que la provincia, sin un liderazgo claro, se vio metida en varios problemas graves de los que también tardó años en salir.
Más arriba insinuamos que tal vez el retraso en recibir el capelo cardenalicio, a pesar de lo elevado de la sede de la que era titular, quizás se debió a la falta de decisión para reprimir a algunos escolapios “liberales” de Florencia y Roma, cosa que desagradó a los Pontífices León XIII y Pío X. Si así fue, este sacrificio personal a favor de sus hermanos merecería el mayor elogio que podemos dar a un Superior Escolapio.
Por citar también una posible “sombra” de nuestro General y Cardenal, reproducimos a continuación unas frases del Diario del P. Giuseppe Del Buono, su sucesor al frente de la Orden desde 1923 hasta 1947:
“22 enero 1942. 20º Aniversario de la muerte de la s. m. de Benedicto XV, el 22 de enero de 1922. Hace ya 20 años que se apagó el Papa de la “Gran Guerra”. Sin embargo, aunque casi ha pasado una generación, su nombre permanece en el recuerdo y la admiración. En el recuerdo y la admiración de las Escuelas Pías permanece el gran Papa que dio el primer Cardenal a la Orden en la persona del P. Mistrangelo, Arzobispo de Florencia; quiso la compra del viejo S. Pantaleo y su restauración para que continuase siendo una sede digna de la Curia General de la Orden, y que a quien le proponía una Visita Apostólica a las Escuelas Pías después del Capítulo General de 1919, en el cual había sido reelegido el P. Viñas, cosa que no deseaba el Papa, rechazó hacerla, pues no quería de ninguna manera humillar a la Orden, por la cual sentía estima y bondad. Hoy he ido a las grutas vaticanas a rezar en la tumba del Papa Benedicto XV”
El P. Del Buono había asistido al Capítulo General de 1919, como Provincial de Liguria, y sabía muy bien lo que había ocurrido en él. Fue precisamente el Cardenal Mistrangelo quien “forzó” (en contra del Cardenal Pompili, Vicario y Protector de la Orden, que quería cumplir la voluntad del Papa) la reelección del P. Tomás Viñas, su protegido, que él había traído de España, y a quien había confiado varias misiones importantes. Un año después de la muerte del Papa Benedicto XV ocurrió lo inevitable, puesto que el P. Viñas seguía mostrando una actitud un tanto autónoma con respecto al Vaticano: costó poco a los Cardenales que habían querido la Visita Apostólica antes convencer al nuevo Papa Pío XI para que la impusiera. Mistrangelo se quejaba (en cartas a Viñas) de que no le hubieran consultado a él… Y por mucho que rogó e insistió para que concluyese la Visita, que él consideraba, como antes Benedicto XV y entonces muchos escolapios, una humillación para la Orden, nada consiguió hasta después del fallecimiento del P. Viñas en febrero de 1929. Resulta sorprendente que un hombre hábil como el P. Mistrangelo no viera lo que estaba en juego cuando defendía apasionadamente al P. Viñas, frente a otros Cardenales con más poder que él en el vaticano. Pero nadie es perfecto…