General34/Reforma y restauración de la Provincia de Polonia

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Intento de reducir la observancia regular a su primitivo estado.
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Reforma y restauración de la Provincia de Polonia

Qué y cuánto hizo el P. Viñas por la restauración de la provincia de Polonia ya desde el mes de diciembre de 1902 hasta su elevación al Generalato, ya lo hemos expresado suficientemente al hablar de su labor antes de ser General. Durante el primer septenio de su generalato el P. Viñas continuó con paterna solicitud y enorme paciencia la obra comenzada por él mismo y sus predecesores. Pero ciertamente era muy difícil restaurar o al menos poner en el camino de la restauración a la provincia polaca, reducida a principios de siglo a la única casa de Cracovia, con solo seis Padres. Y no solo a causa de los problemas de disciplina, sino principalmente por las enormes dificultades económicas en que se encontraba la casa de Cracovia junto con el internado de Rakowice.

Desde la última Visita del P. Viñas en noviembre de 1910 a Cracovia, las dificultades económicas habían empeorado, pues después de la compra de un terreno había que proceder a la construcción del colegio y el internado según los planes del P. Amadeo Ponz. Pero los gastos para la nueva casa superaban con mucho el límite del préstamo de 200.000 coronas permitido por la Santa Sede en el año 1910, de modo que el Delegado General, P. Álvaro Monfil, viniendo a Roma, en el mes de agosto de 1911 pidió y obtuvo permiso de la Santa Sede para contraer una nueva deuda hasta la cantidad de 925.000 coronas, aunque el Gobierno redujo la suma a sólo 200.000 coronas. Pero la deuda ya contraída, que alcanzaba una suma de 965.188 coronas, superaba con mucho nuestras posibilidades económicas. Enterados de ello los acreedores, intentaron una acción común contra nuestro delegado y agente, un cierto Sr. Olkusznik, que administraba infielmente capitales ajenos, de modo que se temía que nuestra casa de Cracovia iba a ser inmediatamente cerrada, con gran escándalo de todo el pueblo cristiano y gran vergüenza del Ordinario del lugar, Adam Stefan Sapieha, y de nuestra Orden. Por lo cual el obispo informó al Nuncia apostólico de Viena, en una carta de fecha 25 de octubre de 1912 sobre el deplorable estado de nuestras cosas. Este informó sobre todo el asunto a la Sagrada Congregación de Religiosos el 26 de octubre[Notas 1].

El P. Viñas, informado del problema por cartas del P. Amadeo Ponz y Juan Borrell enviadas desde Cracovia en mes de octubre, pidiendo su pronta intervención[Notas 2], volvió de nuevo a Cracovia el 9 de noviembre de 1912, para ver por sí mismo cómo estaba la cosa[Notas 3]. Tras una breve visita, el P. Viñas se dio cuenta de que los nuestros no entendían nada de cuestiones económicamente, y se habían dejado engañar torpemente por el Sr. Olkusznik. y que había que pagar rápidamente al menos una parte de las deudas, para evitar consecuencias peores[Notas 4]. Depuso inmediatamente al Rector de la casa, el P. Antonio Bartolomé Barreneche y le mandó volver a su Provincia, a Zaragoza[Notas 5]. De vuelta a Roma, informó sinceramente de este serio asunto a la congregación General, la cual, tras oír el informe del P. General, determinó enviar una suma de 50.000 liras, necesaria para mantener los pleitos y pagar deudas, a condición, sin embargo, de que esa cantidad se enviaría como una hipoteca de los bienes de aquel colegio a favor de la Caja Generalicia[Notas 6]. Pocos días después esa suma fue realmente enviada[Notas 7], aunque apenas bastaba para nada. En el mes de febrero de 1913 el P. Viñas hizo otra visita a Cracovia, y se dio cuenta de que hacían falta al menos otras 200.000 liras para salvar nuestra casa de Cracovia de la ruina económica y librar a nuestros Padres de la ignominia[Notas 8]. Entonces el P. Viñas, tras pedir antes permiso a la Santa Sede, decidió que se suministrase todas esta suma a la casa de Cracovia por la Congregación General[Notas 9], y para poderlo hacer, el 26 de febrero de 1913 envió una circular a los Provinciales de Italia y de España para que prestaran una cantidad de al menos 100.000 liras a la Curia General[Notas 10]. Así, gracias a la generosa respuesta de las provincias a la petición[Notas 11], fue enviada a Cracovia una suma de cien mil liras en marzo de 1913, y otra de 50.000 en abril, para ser gastadas bajo la supervisión del abogado Tadeo Iskrzycki y del Delegado General[Notas 12]. Tras enviar esta suma a Cracovia, la Caja Generalicia, que ella sola prestó 100.000 liras a la casa de Cracovia, quedó reducida a casi nada, lo cual fue el origen de muchas dificultades, que no se resolvieron fácilmente con la Provincia Romana, pero que al menos resolvieron nuestros problemas económicos en Polonia.

Para que no se repitiera la pésima administración económica y para que floreciera cada vez la disciplina regular en la casa de Cracovia, el 11 de febrero de 1913 el P. Viñas fue a Cracovia, llevando consigo al P. Soler Biel, que poco después, el 14 de abril de 1913, fue nombrado Delegado General para Austria y Polonia, como hemos dicho anteriormente. También en esas fechas llegó a Viena, destinado a Cracovia a petición del P. General, el P. tito Bianchini, de la Provincia de Liguria, para ocuparse de las cuestiones económicas de la casa de Cracovia y nombrado Rector en lugar del P. Antonio Barreneche, que ya había sido depuesto en noviembre de 1912[Notas 13]. Continuó Provincial como antes el P. Juan Borrell.[Notas 14] Poco después el P. Viñas se dirigió de nuevo a Cracovia, pero desanimado por el estado miserable en lo económico y en lo moral de la casa, se fue pronto[Notas 15], y vuelto a Roma informó a la Congregación General sobre las precarias condiciones de la casa de Cracovia, de manera que en la sesión del 31 de mayo se decidió “que se suspendan las medidas para enviar a ella tres religiosos de España hasta que los acontecimientos indicaran otra cosa, o nuevos arreglos aconsejaran lo contrario”[Notas 16]. Sin embargo, no mucho después el P. Viñas se mostró más tranquilo y procuro que fueran enviados dos Padres de España[Notas 17]. Por aquellas fechas la Congregación General, en sesión celebrada el 14 de agosto de 1913, di permiso al P. Delegado General para que, desposeyendo de sus cargos a los Padres Juan Borrell y Tito Bianchini, encomendara al P. Amadeo Ponz el gobierno y el cuidado de todos los asuntos, como Superior de Cracovia y Presidente del colegio de Rakowice, para que arreglara los asuntos pendientes contrayendo una nueva deuda de 50.000 coronas. Con lo cual, si surgían nuevos problemas, a la Congregación General no le quedaba sino permitir nuestro abandono total de la casa de Cracovia[Notas 18]. De este modo tomó a su cargo nuestras cosas en Polonia el P. Amadeo Ponz, que no destacaba ni por su vida religiosa, ni por su experiencia pedagógica ni por una verdadera pericia didáctica. Sin embargo, con sus “espléndidos” planes pedagógicos y económicos indujo al error a los Superiores, y a la ruina de nuestras cosas en Cracovia. Mientras tanto, llamados de España llegaron a Italia dos Padres, José Olea Montes de la Provincia de castilla y Romualdo Ilzarbe de la de Aragón, que de allí continuaron viaje a Cracovia[Notas 19]. Los cuales, llegados a principios de septiembre de 1913 a Cracovia, apenas conocieron cómo estaba las cosas en Polonia, el 17 de septiembre, sin permiso de los superiores, se volvieron a su patria[Notas 20]. De este modo cayó por tierra completamente el propósito de los Superiores de ayudar y sanar la casa de Cracovia y el internado de Rakowice. Poco después también abandonó Cracovia el P. tito Bianchini, que regresó a Italia[Notas 21].

Mientras tanto, a causa de la enorme deuda contraída y de los nuevos gastos hechos para terminar el internado de Rakowice, las condiciones económicas de Cracovia se siguieren agravando, de manera que en octubre de 1913 el P. Viñas se vio obligado a volver, primero a Viena y luego a Cracovia, para ver si había alguna solución para este estado desesperado de cosas[Notas 22]. En Viena entregó una súplica al Ministro del Culto, pidiendo una intervención favorable del gobierno, aunque para ello el mismo gobierno Austriaco se hiciera cargo de la Administración del colegio[Notas 23]. En Cracovia[Notas 24] mantuvo un largo coloquio con el Obispo Adam Stefan Sapihea el 16 de octubre, en el cual hizo dos propuestas al P. Viñas: 1ª, que el Prepósito General concediera otro crédito de 210.000 liras a la casa de Cracovia, o bien, 2ª vender cuanto antes la casa de Cracovia. El P. Viñas no consintió lo uno ni lo otro, y, vuelto a Viena, por intercesión del Arzobispo, consiguió una declaración del Gobierno por la cual este nunca permitiría la venta de la casa de Cracovia, prohibida por las leyes austriacas. Sin embargo, el Obispo de Cracovia el 3 de diciembre de 1913 informó del asunto a la Santa Sede, y el mismo día envió una carta también al P. Viñas, urgiéndole 1º a que enviara un subsidio de 210.000 liras cuanto antes a Cracovia; 2º, si no se concedía este subsidio, se vendiera cuanto antes la casa de Cracovia; 3º, se preparar un plan lógico y bien pensado para resolver los problemas de Cracovia. El 18 de diciembre de 1913 se preguntó al P. General por medio del Procurador General por qué motivos la Congregación General no quería responder favorablemente al deseo del Obispo[Notas 25]. Por lo demás, ya la misma Congregación General, en la sesión del 17 de diciembre de 1913, con gran amargura de corazón, decidió: “Dígase a la Congregación de Religiosos que reconozca benignamente que después de todo lo hecho por el Generalato de la Orden de las Escuelas Pías con respecto a la casa de Cracovia, le resulta imposible a la Orden entregar nada más a favor de aquella casa; y que se digne por medio del Nuncio apostólico ante el Gobierno Austriaco o por el Arzobispo de Viena, o por el Consistorio Episcopal de Cracovia, buscar y hallar una solución definitiva del asunto, incluso si los Religiosos de las Escuelas Pías deben abandonar Polonia; pues es de desear que, aunque ocurra algo desesperado para la Orden, al menos termine el martirio que está sufriendo el Generalato”[Notas 26].

A comienzos de 1914, cuando el P. Viñas se enteró de que se urgía de nuevo desde Cracovia a la Santa Sede para que obligara a la Curia General a pagar las deudas de la casa de Cracovia, respondió al P. Delegado General que estaba dispuesto a abdicar de su cargo antes que a hacer nuevos gastos por Cracovia, y acusó abiertamente al P. Egidio Bertolotti y a los Asistentes de su tiempo, que en el mes de agosto de 1911 habían dado imprudentemente permiso para contraer una deuda de 925.000 liras[Notas 27].

Durante el año 1914 las cuestiones económicas de Cracovia, a pesar de que el asunto no había sido llevado a pleito, no iban mejor que antes, tanto por la manera temeraria de obrar del P. Amadeo Ponz, cuanto por las discordias intestinas de los nuestros[Notas 28]. En el mes de mayo de 1914, como la queja de algunos acreedores llegó hasta Roma, la Congregación General decidió en la sesión del 27 de mayo de 1914 pedir de nuevo la intervención del Nuncio Apostólico de Viena y del Obispo de Cracovia, para que encontrasen alguna solución para los asuntos de Cracovia[Notas 29].

Por lo demás, comenzada la guerra y a causa de la inepcia pedagógica del P. Ponz[Notas 30], no se pusieron en práctica los planes del colegio e internado de Rakowice según el programa establecidos antaño para el Colegio de Nobles por el P. Konarski[Notas 31], de modo que en el año 1915 el P. Delegado General concedió ya su acuerdo para vender todo lo que teníamos allí[Notas 32]. Sin embargo, la venta no se llevó a cabo a causa de los tristes acontecimientos de la guerra, entonces en todo su furor. Por la misma causa, poco a poco cesaron las quejas de los acreedores y los clamores de los adversarios. Finalmente, a finales del año 1917, cuando el furor de la guerra estaba ya bastante mitigado y se sentían vivamente sus graves efectos, la miseria universal y la carencia de todo, y los mismos ciudadanos de Cracovia comenzaron a mostrar mayor humanidad, el Sr. Tadeo Divernicki, nuevo abogado de la casa de Cracovia, encontró una solución eficaz para el arreglo con nuestros deudores: la venta de 42 acres en Rakowice y Dabie, y un nuevo préstamo con un interés más bajo a amortizar en 40 años, que la Congregación General aprobó plenamente en la sesión del 14 de diciembre de 1917[Notas 33]. Al día siguiente se obtuvo el permiso de la Santa Sede para vender los citados 42 acres[Notas 34].

Tras vender 42 acres y lograr un nuevo préstamo del Banco de la Guerra, las condiciones económicas de la casa de Cracovia comenzaron a mejorar, de modo que el P. Viñas en su relación económica propuesta al Capítulo General de 1919 pudo mostrar con derecho y mérito su esperanza de que en un futuro próximo se devolvería a la Caja General el préstamo de 200.000 liras[Notas 35].

Así, por fin, la dificilísima y gravísima cuestión económica de la casa de Cracovia se pudo arreglar; sin embargo, nunca estuvo separada de las cuestiones disciplinares, morales y personales de aquella comunidad. Aunque el P. Viñas como visitador ya había dado algunos preceptos en relación con la observancia regular en los años 1902 y 1910, a causa de la debilidad y candidez del P. Borrell, de la ausencia del P. Delegado General, que residía en Viena, y de los defectos personales del P. Amadeo Ponz (que más tarde, en el año 1916 pidió la secularización, que obtuvo en agosto de 1921[Notas 36]), casi nunca habían sido observados. El intento del P. General de renovar el espíritu religioso con nuevos religiosos de España resultó vano tras la fuga mencionada de los dos Padres y a causa de las dificultades del idioma. En todo este asunto el P. Viñas tampoco tenía completa libertad de acción, ya que no pudo sacar a los Padres involucrados en cuestiones económicas sin gran peligro, e incluso un escándalo mayúsculo[Notas 37]. De modo que en tiempo de guerra no sólo estaban silenciosas las Musas, sino también la disciplina regular. Sin embargo, en el Capítulo de la Delegación General celebrado en Cracovia los días 5 a 9 de agosto de 1915, a propuesta del P. Soler Biel, Delegado General, se aprobaron algunas proposiciones acerca de la observancia de la observancia regular y de la recta administración económica, como que se hiciera al menos media hora d meditación por la mañana y se recitaran en común las letanías de los santos por la tarde, y sobre todo que se llevaran bien los libros de administración doméstica y provincial[Notas 38].

Terminada la guerra, en el mes de junio de 1918, después de la Visita Canónica a la casa de Cracovia, el P. Delegado General intentó reducir a 25 puntos la observancia regular según la disciplina calasancia original, encomendando a los religiosos en especial la perfecta vida común, los actos de piedad en común, el diligente ministerio económico y la recta y ordenada administración económica[Notas 39].

De este modo llegó el tiempo del Capítulo Provincial celebrado en mayo de 1919 en Cracovia, en cuyas actas se ve que marcha mejor la vida de la Provincia, que según el Catálogo hecho con fecha 20 de mayo de 1919, consta de 16 religiosos, además del Delegado General: 8 padres (de los cuales dos eran capellanes militares y uno, el P. Floryan, residía en España), un junior, tres hermanos y 4 novicios; en el mismo año 1909 el número de novicios aumentó hasta 10[Notas 40].

Ponderando todas las cosas, tantos esfuerzos y sudores sufridos por el P. Viñas para salvar la provincia de Polonia (en el primer septenio de su generalato fue cinco veces a Cracovia[Notas 41]), se puede decir que no resultaron en absoluto inútiles, sino más bien fructíferos y saludables. La selección de colaboradores para llevar a cabo una obra tan difícil no fue siempre afortunada, pues aparte del Delegado General, del que ya hemos escrito, tan solo el P. Juan Borrell, hombre alabado por todos por su observancia regular y santidad de costumbres, mereció la total confianza del Supremo Moderador. Pero tampoco este era un hombre nacido para gobernar y dirigir. Ignoraba casi por completo las cuestiones económicas; su innata honradez le llevó más de una vez a ser engañado por otros, y con el simple ejemplo de su propia vida no pudo corregir la ignorancia y maldad de muchos. Los demás religiosos que en este septenio 1912-1919 gestionaron los asuntos de la casa de Cracovia y del colegio de Rakowice no fueron en absoluto grandes hombres; el P. Viñas, tal vez engañado en un primer momento, lo comprendió muy bien después. Pero, en parte por las implicaciones de los asuntos económicos, que sólo ellos conocían, y en parte por la falta de otros religiosos que, asustados por las dificultades del idioma y por la precariedad de los medios económicos, no querían ir a Cracovia, no podía cambiarlos. A pesar de todo ello, el P. Viñas, que sabía muy bien que a menudo es más difícil reformar que formar algo nuevo[Notas 42], especialmente tratándose de una Orden unida por un vínculo tan frágil[Notas 43], ayudado fielmente, aunque quizás no siempre eficazmente, por los PP. Soler Biel y Borrell, tras sembrar en tierra polaca, no sin sudor y sangre, semillas de esperanza, al final del primer septenio de su generalato pudo ver con gozo brotar las primeras espigas de una ubérrima cosecha futura. ¡Tanto costó reformar y resucitar la provincia de Polonia!

Notas

  1. Se encuentra copia de esta carta en RG 64 1,10, y dice lo siguiente: “Nunciatura apostólica de Viena, 26 de octubre de 1912. A su Eminencia Rma. Sr. Cardenal vives y Tutó, Prefecto de la S. Congregación de Religiosos, Roma. Eminencia Reverendísima, me apresuro a enviar a V.E. Rma. adjunta una súplica del Sr. Obispo de Cracovia, relativa al gravísimo peligro de quiebra que amenaza al Colegio de los PP. Escolapios de Cracovia. V. Eminencia verá por lo expuesto por el Rmo. Prelado la urgencia de una actuación a propósito, urgencia que se hace más manifiesta por el hecho que me ha comunicado de palabra el mismo Mgr. Sapieha después de haberme expedido la súplica. El hombre de negocios de los PP. Escolapios ha sido arrestado bajo la imputación de malversaciones graves, y la policía ha ordenado una perquisición en casa de los Padres. Este hombre es un aventurero de primera clase: gozaba de la confianza de los Padres, que se han empeñado por una cantidad de 370.000 coronas como garantía suya. Este arresto podría acelerar, según parece, la quiebra del Instituto, lo que produciría un enorme escándalo y un daño incalculable a la Iglesia. Inclinado al beso de la Sagrada Púrpura… Copia de la carta del Obispo al Sumo Pontífice: “Santidad, el infrascrito Príncipe Obispo de Cracovia humildemente expone la siguiente causa. El colegio de los Padres de las Escuelas Pías que existe en Cracovia desde tiempos antiguos y es hoy el único en el territorio de la antigua Polonia, se encontraba hasta hace unos años, a causa de las desventuras nacionales, en una ruina casi completa. Desde hace algunos años, después que vinieron por voluntad de sus Superiores algunos sacerdotes de esa Orden de España, comenzó a brotar una nueva vida en la antigua casa. El internado de los Padres, antes casi completamente abandonado, poco a poco se iba repoblando con los jóvenes que venían para recibir una educación buena y cristiana, lo cual por otra parte es el objetivo y tarea fundamental de la Orden. Como el edificio en que se encuentra ahora el colegio era demasiado pequeño para el internado, se pensó construir al lado un edificio nuevo más amplio. Pero luego se presentó la ocasión de comprar una finca en Rakowice, lugar que se encuentra a 2 kilómetros de Cracovia, finca que constaba de un gran jardín, campos y prados, en conjunto más de 25 Has., y se creyó oportuno aprovecharla. Sin embargo, el colegio no tenía a su disposición medios suficientes para la compra de la propiedad citada, por la que se pedía la suma de 203.000 coronas austriacas. Pues el colegio, aparte de la casa de Cracovia, bastante modesta, y la villa de Dabie cerca de la ciudad, con 7 Has. y un capital de 28.000 coronas colocadas en valores, no tiene ninguna otra fortuna. El convento de los Padres Escolapios sin embargo compró la finca de Rakowice después de obtener el permiso de hipotecar sus bienes por 200.000 coronas. La Congregación de Religiosos concedió el permiso el 14 de octubre de 1910 (nº 4912/10), y también, teniendo en cuenta las leyes del Estado austriaco, de la suprema autoridad gobernativa. Sin embargo, todo esto no bastaba. Era necesario tomar prestada otra suma considerable para construir una casa nueva en el terreno recientemente comprado. Para conseguirlo, se presentó una petición a la Congregación de los Religiosos por el Delegado General Álvaro Monfil de la Virgen del Pilar. La Congregación, con fecha 16 de agosto de 1911 (nº 4422/11) permitió un préstamo de hasta 925.000 coronas sin pedir la opinión o parecer del Ordinario de Cracovia. Mientras el Gobierno, tras conocer el estado financiero de los Padres Escolapios, les daba permiso para tomar un préstamo de sólo 200.000 coronas, estos, que había comenzado ya la construcción del nuevo colegio, construcción que les debía costar hasta 400.000 coronas, comenzaron pronto a contraer deudas aquí y allá, firmando pagarés, de modo que hoy la suma de todas sus obligaciones llega a un montante de 965.188 coronas. En consecuencia, las condiciones del convento pueden considerarse hoy más que difíciles, incluso críticas, pues los acreedores se preparan para seguir la vía judicial y puede ocurrir que toda la propiedad sea judicialmente vendida. Tras recibir esta noticia, he creído deber mío informarme lo más rápidamente posible sobre cómo están las cosas, e informar fielmente a Vuestra Santidad. Estoy convencido íntimamente de que esto ha sido un error mayúsculo de la autoridad de la Orden, que después de una breve estancia del Delegado General en Cracovia y juzgando las cosas muy superficialmente, sin pedir su opinión al Ordinario, obtuvo el permiso citado para un préstamo tan grande que no guarda ninguna proporción con el valor de todos los bienes del Convento. En el mes de octubre del año pasado, los peritos estimaron que las propiedades de Cracovia, Dabie y Rakowice, tomadas juntas, valían 614.495 coronas. Puede ser que hoy, después de un año, haya aumentado. Según la opinión de los Padres, el valor de todas las propiedades de la comunidad sería de más de un millón de coronas. Después de este breve informe, el infrascrito suplica humildemente a V. Santidad que no se pierda de vista el peligro que amenaza a la casa de los Padres de las Escuelas Pías de Cracovia. Es absolutamente necesario que se envíe de Roma cuanto antes un delegado especial con autoridad plena y los recursos pecuniarios necesarios para reconocer al detalle el estado de cosas y aplicar rigurosamente todo lo que crea oportuno para evitar la inminente ruina del colegio y alejar el escándalo hasta ahora nunca oído en nuestra diócesis, que causaría un grave daño a nuestra Santa Iglesia. Cracovia, 25 de octubre de 1912. Adam Stefan, Obispo de Cracovia.”
  2. Cf. las cartas de estos Padres al P. General a finales de octubre en RP 64, 1.
  3. Llegó a Cracovia el 10 de noviembre, como consta en una carta escrita al P. Cianfrocca con esa fecha (RG 252 i, 2): “Sería alargo explicar lo ocurrido aquí. Parece que nuestro célebre administrador formaba parte de una sociedad con objeto de lucro, y hasta a hora, nada malo. Pero el citado señor tomó para un negocio particular suyo cantidades propias de aquella sociedad, no con la intención de defraudar, sino para devolverlas íntegramente. Mientras tanto otro miembro de la sociedad, un cierto Lauer, judío fanático, enemigo de los cristianos, se dio cuenta y aprovecho la ocasión para aniquilar a su compañero. Sabiendo que este administraba nuestras cosas, y que se había servido de nuestro dinero para el mismo negocio, nos acusó de complicidad en el asunto. De ahí el pleito. El peligro de vernos envueltos en la causa casi ha desaparecido. Hace falta ahora: 1º, encontrar 30 o 40 mil liras para cubrir las deudas más apremiantes, y luego encontrar 200.000 liras (¡solamente!) para terminar nuestro colegio de Rakowice. Nuestro abogado ha dicho que ciertamente encontrará las 200.000 liras, y el Obispo ha ido a Viena para ver si puede conseguirnos las 30.000. Sé esto por el superior. Ayer fui a ver el nuevo Colegio, que está casi terminado por fuera; falta el interior. Es verdaderamente hermoso y hecho según las modernas exigencias pedagógicas. Tiene un hermoso porvenir. Creo que convendrá dejar terminar a estos buenos Padres, pero luego, dejándoles aquí, darles Superiores menos poéticos y más administrativos. El único que vale mucho es el P. Amadeo”.
  4. Cf. la carta anterior.
  5. Así consta en las notas del P. General (RP 66, Polonia): “El día 14 entregué la Obediencia al P. Antonio Bartolomé Barreneche (de Cracovia a Zaragoza)”.
  6. Cf. Actas de la Congregación General, 23 de noviembre de 1912, RG 22, f. 246.
  7. Cf. la carta del P. Viñas al abogado Tadeo Iskrzycki con fecha 23 de noviembre, en RP 64 1, 22. Cf. también la relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, f. 21.
  8. Cf. la relación indicada en la nota anterior, f. 16; cf. también la carta del P. Viñas enviada al P. Comaplá desde Cracovia el 11 de febrero de 1913 (RG 252 i, 1).
  9. Se obtuvo el permiso de la Santa Sede el 23 de febrero de 1913.
  10. Cf. el texto de esta circular en Libro de Actas del Secretario de Oficios Generales (RG 22 c) f. 167 ter.
  11. Cf. Actas de la Congregación General, 31 de mayo de 1913, RG 22, f. 258.
  12. Cf. la relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, f. 21-22.
  13. El P. Tito Bianchini ya había sido recomendado en la relación enviada por el P. Antonio Gandolfi en 1911 (RP 53 9, 24).
  14. Cf. Actas de la Congregación General, 4 de agosto de 1912, RG 22, f. 222.
  15. Cf. las Notas sobre la reforma de Austria en RP 66, Austria.
  16. Cf. Actas de la Congregación General, 31 de mayo de 1912, RG 22, f. 257-258.
  17. El 11 de junio de 1913 había prometido tres. Cf. la carta de ese día al P. Delegado General (RG 252 j, 14).
  18. Cf. el acta de esta sesión en Libro de Actas del Secretario de Oficios Generales (RG 22 c) ff. 77-78; cf. también la carta del P. Viñas al P. Delegado General con fecha 15 de agosto de 1913 (RG 252 j, 39).
  19. Cf. su carta de fecha 28 de julio de 1913 enviada desde Génova al P. General en RG 252 b 2, 4, y otras enviadas desde el mismo lugar en días sucesivos.
  20. Cf. la carta del P. Delegado al P. General enviada desde Viena el 18 de septiembre de 1913 (RG 252 g 2, 11): “Ayer recibí un telegrama del P. Ponz que decía: ‘Romualdo llega mañana por la mañana, carta. Ponz”. Y ha llegado, efectivamente, el P. Romualdo, más muerto que vivo, enfermo material y moralmente, después de ni comer, ni beber, ni celebrar, ni salir de su habitación. El P. Bianchini dice que es preciso remitirlo a España; yo creo lo mismo. Le decía que esperase aquí unos días para reponerse un tanto, pero él por Dios y por los santos todos dice que le permita marchar. Yo no me creo con facultad para ello, pero no creo tampoco prudente esperar, pues o muere o se pone loco si sigue aquí, y por lo mismo hoy marchará. Le advierto que él no exige, se ha portado debidamente y dice que, si no puedo yo dejarle marchar, él se quedará contento esperando el permiso de V.P. y al mismo tiempo la muerte, que llegará con el permiso o tal vez antes. La parte moral influye más que el estado físico en su enfermedad… ¡Ahora viene la gorda! Ayer el P. Olea acompañó a la estación al P. Romualdo. Este, viendo que el tren estaba a punto de salir, le dijo: ‘¿Qué espera usted? ¡Mire que el tren va a salir!’. El P. Olea repuso: ‘¡Pero si es que yo también me marcho! ¿Ve usted? Aquí está el billete’ Y tan campante y tranquilo se ha marchado a Madrid sin permiso de nadie, sin pasar por Viena. ¡Y qué cosas contará! ¡Ahora sí que quisiera ser General cinco minutos!”.
  21. Cf. la carta del P. Tito Bianchini al P. General con fecha 13 de septiembre de 1913 sobre su próximo retorno (RG 252 h 2, 38).
  22. Salió de Roma el 7 de octubre de 1913, como consta en su diario de este viaje (RP 64 1, 55).
  23. Cf. la relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, ff. 22-24.
  24. Llegó a Cracovia el 12 de octubre, a las 23.30. Cf. su diario de este viaje (RP 64 1, 55).
  25. Para ver este asunto con claridad, es necesario ver los documentos adjuntos a la relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, ff. 24-29.
  26. Cf. Actas de la Congregación General, 17 de diciembre de 1913, RG 22, ff. 287-288; Cf también la citada relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, ff. 26-29.
  27. Cf. la carta del P. Viñas enviada el 17 de diciembre de 1913 desde Zaragoza al P. Delegado General (RG 252 j, 25): “Acerca de Polonia debo decirle que presiento un serio disgusto, si se verifica lo que V. me indica. Que los Superiores de Roma fueron ligerísimos en las concesiones de Polonia, que los héroes de Polonia abusaron de las pocas concesiones y desobedecieron, todo es cierto; pero también lo es que hacer extensivo a toda la Orden el mal y pretender que yo recoja nuevas cantidades es del todo inútil. Si los de Cracovia escriben a la Santa Sede para que me obligue a pagar, después del Memorial que escribí en defensa de mis gestiones, yo no tendré más remedio que renunciar al Generalato, y pedir a la Santa Sede que nombre Vicario General al P. Bertolotti y Cía, quiero decir que dé al P. Bertolotti y los Asistentes que tuvo: ellos lo consintieron, ellos lo arreglen. Yo he cumplido sobradamente con mi deber”.
  28. Ni siquiera había verdadera concordia entre los Padres soler Biel y Borrell, como puede verse en la carta del P. Soler Biel al P. Viñas con fecha 11 de enero de 1914 (RG 252 g 3, 46), en la que propone que se venda la casa de Rakowice y se saque de Polonia al P. Borrell; ni entre los Padres Ponz y Borrell (cf. la carta del P. Borrell al P. Soler contra el P. Ponz, con fecha 14 de marzo de 1914, RG 253 h 1, 19).
  29. Cf. Actas de la Congregación General, 27 de mayo de 1914, RG 22, f. 296.
  30. Cf. la carta del P. viñas al P. Soler Biel de fecha 24 de junio de 1913 : “He recibido el Programa del nuevo colegio de Rakowice: es una muy pequeña cosa; no sé como programa, pero como réclame de una Orden es para mí una miseria. Me refiero, por supuesto, a las explicaciones-prólogo. Si no hubiera en la portada “Pijarów”, no se sabría que es un colegio de las Escuelas Pías; ni María, ni S. José de Calasanz. Del P. Konarski han tomado el solo párrafo que se refiere a la Religión, que será la católica; menos mal. Hágase mandar uno con la traducción española del P. Borrell. Haga ver que nada sabe: V. verá qué elegancia, qué conceptos, qué… qué… Y luego dígame su parecer, caro P. Soler… ¡Oh, qué gente, qué gente!”
  31. Cf. Actas del Capítulo de la Delegación General de Polonia de 1915, en RP 64 2, 12.
  32. Cf. Bases a que se ha de atener la venta de Rakowice, definidas y firmadas por el P. J. Soler Biel el 17 de agosto de 1915, en RG 253 h 1, 16.
  33. Cf. Relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, ff. 30-31. Cf. también Actas de la Congregación General, 14 de diciembre de 1917, RG 22 a, ff. 27-29.
  34. Cf. Libro del Procurador General, el 17 de diciembre (RG 61).
  35. Cf. Relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, f. 31.
  36. Se incardinó en la diócesis de Varsovia el 6 de marzo de 1922 (RP 64 2, 28).
  37. Cf. Relación sobre la administración de la Curia General en lo referente a la casa de Cracovia en RL-Sc. 370, ff. 26.27
  38. Cf. Actas del Capítulo de la Delegación General de Polonia de 1915, en RP 64 2, 12.
  39. Cf. Actas de la Visita Canónica a la casa de Cracovia en 1918, en RP 64 2, 21.
  40. Cf. Actas del Capítulo de la Delegación General de Polonia de 1915, en RP 64 2, 12.
  41. Concretamente en noviembre de 1912, y en febrero, marzo, mayo y octubre de 1913. Antes de ser General había ido cuatro veces a Cracovia: en 1902 y 1910, solo; en 1904 con el P. Mistrangelo y en 1906 con el P. Brattina.
  42. Se leen estas palabras en una carta enviada por el P. Melchor rodríguez al P. General el 7 de enero de 1913 (RG 252 l 2, 12): “Es más fácil fundar una Orden que reformarla”.
  43. Cf. la carta del P. Viñas al P. Comaplá, de fecha 29 de marzo de 1913 (RG 252 i, 6): “Estamos siempre en lo mismo, querido P. Ramón, en nuestra Orden no hay unidad, ni alteza de miras”.