General35/Vicario General

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La visita Apostólica a la Orden
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La Orden que encontró el P. Del Buono en 1923
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Vicario General

Así cuenta el P. Del Buono su nombramiento como Vicario General[Notas 1]: “Me encontraba en mi segunda hora de clase, explicando a mis alumnos de 4º de Gimnasio la Égloga IV de Virgilio[Notas 2]. El primer correo me traía dos cartas del Sr. Visitador. La primera me venía dirigida como P. Provincial de Liguria, y decía así:

“Roma, 9 de mayo de 1923. M.R.P. Provincial.

Le remito el Decreto adjunto con el cual, después de aceptar las dimisiones del P. General, los Asistentes Generales y el Procurador General de las Escuelas Pías, se provee al gobierno provisional de la Orden. Se ruega a V.P. lo comunique a todas las casas de su Provincia, para que todos sus religiosos sean informados.

Reciba mientras tantos la expresión de mi profunda estima, con la cual me profeso…”

La segunda carta que recibí esa mañana del 11 de mayo decía lo siguiente:

“Roma, 10 de mayo de 1923. Rmo. P. Vicario General.

Al presentarle mis más vivas felicitaciones por el alto oficio que la confianza del Santo Padre se ha dignado benignamente encomendarle, le ruego que venga inmediatamente a Roma y se establezca provisionalmente en la casa de S. Pantaleo.

Para conocimiento suyo, le adjunto el decreto que ya ha sido comunicado a todas las Provincias de la Orden de las Escuelas Pías.

Reciba la expresión de mi profunda estima con la que me profeso… L. Ermenegildo Pasetto.”

El decreto de la Sagrada Congregación de Religiosos, con fecha 3 de mayo de 1923, decía lo siguiente:

“Habiendo S.S. el Papa Pío XI aceptado la renuncia espontáneamente ofrecida del Rmo. P. Prepósito General y de sus Asistentes Generales, además de la del P. Procurador General de la Orden de los Clérigos Regulares, en manos del Rmo. Visitador Apostólico, su Santidad, en audiencia del 3 de mayo de 1923, se ha dignado disponer para el gobierno de la misma:

1.La autoridad del Rmo. Prepósito General pase al Visitador Apostólico Rmo. Ermenegilo Pasetto, Obispo T. de Gerra, al cual se le asigna el R. P. Giuseppe del Buono como Vicario General.
2.Se designa al R. P. Boschi, provisionalmente, para gestionar los asuntos ante la Santa Sede, como Procurador General.
3.El Rmo. Visitador Apostólico, tras oír el consejo del Vicario General, proponga a esta S. Congregación los nombres de cuatro religiosos idóneos según las Constituciones para el cargo de Asistentes Generales, para que esta S. Congregación pueda nombrarlos.
4.Permanecerán todos en los cargos citados hasta que la misma S. Congregación juzgue oportuno que se debe proceder a la convocatoria de un Capítulo General para hacer las elecciones según indican las Constituciones.

A pesar de todo lo que vaya en contra. En Roma, Secretaría de la S. Congregación de Religiosos, 3 de mayo de 1923. C. Cardenal Laurenti, Prefecto”.

Muy sorprendido debió quedar al P. Del Buono. Sorprendido y atemorizado, por lo que, antes de nada, fue a hablar con su tío Luigi a Cornigliano, quien le aconsejó que obedeciera y fuera a Roma. Y hacia Roma partió el 15 de mayo. Tenía 50 años de edad, y una apariencia juvenil.

Llegado a Roma, fue a visitar a Mons. Pasetto, y con él al Cardenal Laurenti. Quedaron satisfechos con él, un religioso sencillo, obediente y culto[Notas 3]. El 18 de mayo va a visitar al Cardenal Pompili, Protector de la Orden, acompañado del aún Procurador General, P. Boschi[Notas 4]. Visita también al Vicegerente de Roma, Monseñor Giuseppe Pulica, y al Secretario de la Congregación de Religiosos, Mons. Abad Mauro Serafini. Y al Vicesecretario Mons. Vincenzo La Puma, “que me ha acogido con mayor expansión y yo diría cordialidad. Es siciliano. Entre otras cosas me ha dicho que no hiciera como el P. Viñas, que nunca había obedecido a las órdenes de la Congregación. No he entendido a qué se refería… ¡Qué triste está mi alma!”

Fue también a visitar al P. Viñas, que vivía en un apartamento de la Vía Monserrato, y que se quejó amargamente de las medidas tomadas contra él. Debía abandonar Roma próximamente, y antes transmitirle a él todas las informaciones necesarias para el ejercicio de su cargo. Una primera visita más oficial, con Mons. Pasetto, tiene lugar el 17 de mayo[Notas 5]. El 20 de mayo, antes de la partida del P. Viñas (que tendrá lugar el 1 de junio), va a visitarle otra vez, en esta ocasión solo[Notas 6]. Y todavía le hace otra visita, el 21 de mayo, en la que el P. Viñas, más tranquilo, le da importantes informaciones para el gobierno de la Orden. Lo encuentra amable y afectuoso, cuando está a solas con él[Notas 7]. El 22 de mayo tiene lugar una tercera charla a solas entre el P. Viñas y el P. Del Buono[Notas 8].

El P. Del Buono recibe la visita del arquitecto Giovanni Battista Milani, que estaba preparando los planos de renovación de San Pantaleo, y con el que tanto trabajará más adelante, en Monte Mario y en el Nazareno. Le causa buena impresión[Notas 9].

Con Monseñor Pasetto decidieron los nombres de los nuevos Asistentes Generales. El P. Del Buono sospechaba que le habían nombrado a él Vicario por sugerencia del Cardenal Mistrangelo, pero el Visitador le dijo que no; el Cardenal de Florencia no gozaba de muchas simpatías en Roma por su excesiva (¿?) injerencia en asuntos de las Escuelas Pías. No le convenía decir que era amigo suyo…

Tras otras visitas y arreglos, el P. Del Buono regresa a Chiavari el 24 de mayo, donde tenía que dejar las cosas preparadas para su sucesor en la dirección del colegio. Vuelve a Roma el 1 de junio, para comenzar su servicio como Vicario General de la Orden. Todavía volvería varias veces más a Chiavari. Y conservó durante varios su cargo de Director del colegio, porque era un título oficial que no quería perder, en caso de que su cargo de Vicario durase poco tiempo, como era de desear. Todo el mundo esperaba que la visita durase poco tiempo, unos meses, para aclarar y arreglar los problemas que vivía la Orden. Por fin, viendo que la cosa se alargaba, presentó la renuncia a la Dirección, para que la ejerciera otro escolapio realmente presente en Chiavari. Otro motivo para volver a Liguria es que allí tenía a su único hermano, sacerdote, Don Nicolò, párroco de Terzo, en la diócesis de Acqui, en el Piamonte. De vez en cuando, raras veces, iba a pasar unos días con él.

A su regreso a Roma, una de las primeras cosas que hizo fue visitar al Cardenal Laurenti, que le dio una serie de recomendaciones[Notas 10]. Se trata luego de nombrar a los Asistentes Generales[Notas 11]. Los elegidos serán finalmente los PP. Giuseppe Nuvoloni por la provincia romana; Giovanni por Italia, Federico Vicente por España y Cornelio Szinger por Europa Central. Permanecerán en el cargo, excepto el P. Szinger, que dimite por motivos de salud, y es sustituido por el P. Francisco Both, hasta 1928. Es nombrado Procurador General el P. Serafino Maja.

El 9 de junio de 1923 el P. Del Buono es recibido por primera vez en audiencia por el Papa Pío XI. Resulta muy gratificado, y sin duda fortalecido para la tarea que le espera[Notas 12].

Notas

  1. Diario, 11 de mayo de 1923.
  2. En la famosa Égloga IV (Bucólicas) se anuncia, acudiendo a la Sibila de Cumas, que el nacimiento de un niño conllevará la vuelta a la Edad Dorada del hombre bajo el reino de Saturno, lo cual ha sido interpretado por numerosos autores cristianos como la llegada a la Tierra de Jesucristo, quien librará al ser humano de todo pecado y se abrirá una etapa de fertilidad y prosperidad en el planeta. El P. Del Buono unía Piedad y Letras.
  3. “De su visita al Cardenal Laurenti escribe el P. Del Buono en su Diario el 16.5.23: “Tras las acostumbradas expresiones de respeto y de agradecimiento por el honor que me había hecho con el nombramiento del 3 de mayo, con lágrimas en los ojos imploré a S. Em. que me librara de tanto peso y de un cargo tan difícil, para el que no estaba preparado ni tenía las dotes requeridas. S. Em. me escuchó con mucha bondad y luego comenzó a animarme a la obediencia, que obra milagros en todo, y a aceptar la voluntad de Dios, que se había manifestado a través de la expresa voluntad del Papa. Luego me pregunto: “¿Ama Usted a su Orden?” “Sí –respondí -, Eminencia; amo mucho a mi Orden que me ha dado todo, el alimento del espíritu y el del cuerpo…” “Pues bien – continuó con gran bondad el Eminentísimo-, si Usted ama de verdad a su Orden, acepte el cargo impuesto por la obediencia, y con su obediencia procurará un gran bien a la Orden tan benemérita de las Escuelas Pías. Recuerde, Rev. Padre, que la Orden de las Escuelas Pías es una Orden rebelde a las directrices de la S. Sede, y que en este momento las Escuelas Pías están separadas de la Santa Sede. Le corresponde a Usted la santa tarea de unirlas y de mostrar todo el obsequio filial para con la Sede Apostólica. Obedezca, le ruego, al Visitador Apostólico; le obedezca filialmente en todo, incluso en aquellas cosas que según su propio juicio le parezcan poco útiles para el bien de la Orden. Por lo demás, Mons. Pasetto es prudente y sabio, y hará bien a las Escuelas Pías. Sígale, y quiérale. Por lo demás, la S. Sede ha actuado con gran respeto a su Orden, al imponerle no un Visitador cualquiera, sino nombrando a un religioso, adornado con la dignidad episcopal, y que ya antes había sido Predicador Apostólico. Y ahora pida audiencia al s. Padre, para presentarle sus respetos y su perfecta obediencia, y para agradecerle el insigne hecho de haberle nombrado Vicario General. Pero no diga nada más al S. Padre, y no haga como el P. Viñas, su predecesor, del cual el S. Padre dijo que había ido a asaltarle”. Después de hablarme así, me abrazó como un padre amoroso abraza a su hijo predilecto. Salí de mi primera conversación con el Card. Laurenti confuso por las graves expresiones con respecto a la Orden (rebelde y separada de la Iglesia), pero confortado por las palabras y la bondad del Prefecto de los Religiosos”.
  4. Escribe el P. Del Buono en su Diario: “A las 10, acompañado del P. Boschi, he ido a visitar al Cardenal Vicario, Protector de la Orden. S. E. tenía aquella mañana pocas visitas, y nos ha recibido casi inmediatamente en su estudio. La imponente figura del Cardenal impone respeto y sumisión. Observa a sus visitantes con dos ojos escrutadores. Pero en su trato muestra bondad, o una cierta benevolencia. He presentado mis respetos y mi obediencia al Purpurado, el cual casi sin las acostumbradas frases de agradecimiento y de conveniencia ha comenzado a hablar con palabras candentes contra las Escuelas Pías, el P. Viñas y el Cardenal Mistrangelo. En las Escuelas Pías, especialmente en las de Roma, lamentó la falta de orden y de espíritu religioso, y tuvo palabras muy duras contra el Colegio Nazareno y se puede decir que contra todos los Padres de las Escuelas Pías romanas. Peor las palabras más ardientes fueron contra el P. Viñas, desobediente siempre a las órdenes de los Superiores, y que gobernó con el bastón. Señaló que él, en tantos años de Vicariato, nunca había suspendido un sacerdote suyo. “Y, ¿sabe, Padre General, añadió, cuánto tiempo hace que no veo en mi presencia al Superior de las Escuelas Pías? … ¡Dos años! ¡Dos años, digo! ¡Y yo soy el Cardenal Protector de la Orden! ¡Menudo Protector estoy hecho! Y aquel buen hombre del Cardenal Mistrangelo que ha arruinado la Orden queriendo mezclarse siempre en sus asuntos. En el último Capítulo General me la ha pegado, y ha logrado con sus intrigas hacer elegir al P. Viñas, que no era deseado ni por el Papa, ni por los suyos…” Y, cuando Dios quiso, el Eminentísimo puso fin a sus improperios, y levantándose para acompañarme, me dijo estas palabras textuales: “¡Bah, anímese, de todos modos no logrará hacer nada!” Yo era ya consciente de mi propia nulidad, pero Su Eminencia en aquel momento fue muy cruel. Pero, como todos saben, en aquel momento estaba muy enojado contra el P. Viñas y contra el cardenal Mistrangelo. Cuando en el mes de enero anterior los dos Padres Tito Bianchini y Francesco Cibarelli habían venido a Roma desde Nápoles para acusar al P. General que les había suspendido a divinis porque no habían querido obedecer sus órdenes, se presentaron al Cardenal Pompili, se lamentaron ante S.E. y, apenas oyó de que se trataba, dio un fuerte puñetazo sobre la mesa y dijo: “¡Es la última que hace el P. Viñas!” Y escribió una carta a la S. Congregación de Religiosos, pidiendo que se pusiese fin de una vez por todas al gobierno de las Escuelas Pías… Y la Congregación puso en marcha la Visita Apostólica… ¡Y así las Escuelas Pías pueden estar agradecidas al Cardenal Protector por el regalo que les hizo! Llegado a la sala del Trono, a donde el Cardinal suele acompañar a sus visitantes, me he echado a llorar, pues las palabras del Cardenal, aunque no iban dirigidas a mí, golpeaban a nuestra Orden, por la cual mostraba en aquel momento tener tan poca estima".
  5. Diario: “A las 9 el Sr. Visitador ha venido a S. Pantaleo y he ido con él a Vía Monserrato a ver al Rmo. P. General, que me ha entregado la Caja, el Archivo, etc. Durante la transmisión el Rmo. P. Viñas estaba muy ceñudo. Ha entregado al Visitador la llave de la caja de los depósitos, que Monseñor me ha entregado a mí. Después de la entrega, el P. Viñas ha pedido al Sr. Visitador permiso para hablar, para presentar, en presencia del Visitador y del nuevo Vicario, su protesta foral. Y ha protestado contra el modo como ha sido inmerecidamente tratado por la S. Congregación, que le ha obligado a presentar la dimisión sin darle la posibilidad de defenderse, y ha protestado con mucha fuerza contra la conducta del P. Asistente Rapp y del Procurador P. Boschi, que le habían traicionado y con sus manejos había arruinado a la Orden. Y quería presentar su protesta ante el Visitador porque no convenía que los dos religiosos fueran conservados en el gobierno de la Orden, y si eso hubiera ocurrido, habría debido protestar altamente ante la Santa Sede… El Sr, Visitador se mantuvo impasible durante la viva protesta del P. Viñas. Yo temblaba, y estaba asustado, pues temía que de un momento a otro el Padre, en su exasperación, pudiera decir palabras ofensivas con respecto al S. Padre y el Visitador Apostólico. Como había sido nuestro huésped en Chiavari, yo sé que el P. Viñas a menudo es demasiado violento. No veía el momento de salir de aquella entrevista. Y cuando hemos salido de la puerta, el Sr, Visitador me ha dicho: “Padre, ¿porque muestra tanto miedo al P. Viñas? No debe temerle; usted debe recordar que a partir de ahora es el Superior de la Orden, y el P. Viñas es un súbdito suyo, como los demás religiosos”. Le he respondido que no quería dar la impresión durante la entrevista de tener miedo, sino una gran lástima por el pobre Padre que, tal vez, había caído de su alta dignidad no por culpa suya, y que su estado actual me daba mucha compasión. “Eso no habría ocurrido, Padre, si hubiera obedecido a las órdenes de la Congregación, y hubiera comprendido las intenciones de la S. Sede. Con su gran ingenio, el P. Viñas no ha comprendido ni Roma, ni la posición de General…”
  6. Diario: “A las 8 ½ voy a Vía Monserrato y tengo la primera conversación a solas con el Rmo. P. Viñas. La langa conversación con el pobre Padre, que al verme se echó a llorar, me ha conmovido profundamente, y no puedo recordarla al detalle. El P. Viñas ha vertido muchas lágrimas en mi presencia, conociendo bien la veneración y afecto que siento por él, como por lo demás sienten todos los religiosos de Liguria. Durante la larga estancia que hizo en Chiavari en otoño de 1915 pude conocer bien las hermosas prendas intelectuales de nuestro P. General, y también sus defectos. Al P. Viñas le ha faltado un amigo que en su momento y lugar le supiera decir la palabra fuerte y persuasiva que le hubiera permitido evitar muchas actuaciones que han ocasionado reproches al P. General y desgracias a nuestra Orden. Pero, por desgracia, esa es la suerte que nos toca a nosotros, pobres Superiores, a los que nadie dice la verdad de las cosas o de nuestros errores; pocos os ayudan y la mayoría se mantienen alejados de nosotros, teniendo casi temor del Superior. Entre otras cosas, en este coloquio íntimo el pobre P. Viñas me ha dicho cosas muy amargas de los PP. Boschi y Rapp, que le han traicionado y le han hecho mucho daño. “Que vaya, que vaya –me ha dicho- el P. Boschi a Toscana, y no será recibido en ninguna casa nuestra de la Orden, porque es verdaderamente el nuevo P. Mario de la Orden”…Se ha lamentado de la S. Sede, que no le han comprendido, porque él era y se sentía verdaderamente romano en el espíritu, en el corazón, de lo que había dado muchas pruebas en sus composiciones métricas y en sus obras. Me ha contado su visita al S. Padre Benedicto XV después del Capítulo de 1919 (llamó simple al General), y con más detalle la que hizo al actual pontífice Pío XI después de la intimación de la S. Visita a la Orden, el cual no le quiso escuchar. No puedo recordar lo que dijo contra los PP. Bianchini, Caponio y Cibarelli y de sus quejas contra él ante la Congregación de Religiosos y el Cardenal Protector. “Ellos son la causa de la Visita Apostólica y de mi caída”. Pero deben ser castigados severamente… “Me voy de Roma, expulsado como un perro, pero volveré para el Capítulo General para defenderme…” El pobre Padre no ha dicho siempre cosas justas, como cuando me ha dado a entender que habría deseado que yo no hubiera aceptado el cargo, y que todos hubiesen hecho obstrucción a las recomendaciones de la Congregación, un verdadero bloque de oposición a la Santa Sede, para que toda la Orden mostrase su desaprobación a lo que se había cometido contra él. ¡Ciertamente el Padre en su dolor no raciona, pues no ve a qué daño expondría a la Orden, que se convertiría verdaderamente en una Orden rebelde! Y lo que me ha causado una impresión más dolorosa en el coloquio y me ha dolido en lo más profundo del corazón es cuando me ha dicho: “¡Pero Usted se enterará de ello, y verá cómo le acogerán, especialmente en España y en Hungría!...” “No me duele por mi persona –le he respondido-, sino por nuestra Orden, pues yo no he sido elegido por los religiosos, sino que he sido llamado a este cargo directamente por el S. Padre. Si los religiosos hacen cualquier acto de rebeldía contra mí, lo harán contra la Santa Sede, y la Orden pagará las consecuencias”.
  7. Diario: “A las 9 ½ he ido a ver al P. General y he tenido una segunda conversación muy importante para mí con respecto a la Orden. Me ha hablado de S. Pantaleo y de la compra que se hizo el 12 de abril de los corrientes al Ayuntamiento de Roma. La compra había sido aconsejada al P. General por medio del P. Procurador Boschi por el mismo Sumo Pontífice Benedicto XV. Verdaderamente al principio el P. General no estaba muy convencido de hacer un buen negocio, por las condiciones verdaderamente miserables en que se encuentra en este momento el edificio de S. Pantaleo, hecho una ruina en el pleno sentido de la palabra. Pero ahora se alegra, pues todos han aprobado su decisión y espera que la restauración, confiada al Ingeniero Arq. G. B. Milani, lo que da garantía de que quedará bien, pues Milani ha hecho en Roma otras restauraciones de edificios antiguos. He hecho notar al P. General que no ha dio una óptima decisión poner la compra a nombre de dos Padres romanos (los PP. Pusino y Bianchi-Cagliesi), pues se podría pensar que se reconocía que S. Pantaleo no pertenece al P. General, sino a la Provincia Romana. Hubiera sido oportuno que uno de los propietarios fuese un religioso de otra provincia, para mantener la idea de que verdaderamente S. Pantaleo pertenece al General, es decir, a toda la Orden. El P. General, al oír mi observación, me ha dicho que verdaderamente había perdido la cabeza, pero que no se debía temer nada, siendo los dos religiosos propietarios buenos religiosos y devotos a la Prepositura General. Pero me parece que el P. General exagera en cuanto a las finalidades de S. Pantaleo, pues en la Casa Madre de la Orden, que por otra parte no es un gran edificio, debe tener su residencia la Curia General y el juniorato italiano. Y además se deben abrir escuelas primarias, con un seminternado e incluso una doposcuola. Me ha hablado luego de la Provincia Romana de la cual me ha indicado no solo la pobreza numérica en individuos sino también la falta en ellos de cualquier tipo de piedad, disciplina y observancia religiosa. Los Padres de Roma están en este momento en grave conflicto con el P. General por la venta desastrosa de la Casa General de Vía Toscana 12. Incluso me ha dicho que algunos Padres no saludan al P. General cuando lo encuentran por la calle. Ciertamente son miserias que no honran a esta provincia nuestra. De la Provincia de Nápoles, naturalmente el padre General habla amargamente. Acusa a los Padres de Nápoles, los PP. Bianchini, Caponio y Cibarelli, de haber provocado la Visita Apostólica. Aquí lamenta que con su declaración, haya sido el mismo P. General quien ha salido peor librado, y no ellos. Recordando la traición del P. Bianchini, a quien él consideraba un amigo fidelísimo, el P. General se ha conmovido hasta las lágrimas, y dice que no quedará tranquilo hasta que sean castigados los tres religiosos que han causado tanto daño a la Orden. El P. General continúa hablando de Hungría. Es la provincia que le resulta más querida, porque es obsequiosa con el P. General, y declara que desearía que todas las provincias fueran como la provincia húngara. Asegura que Bohemia no dará ningún fastidio al Superior, pues es una provincia que muere por falta de individuos y de energía. Y el P. Viñas tampoco tiene mucha esperanza en Austria, donde los Padres no tienen ninguna escuela. Hay algunos Padres jóvenes, que se han formado en España, pero teme que terminarán como los demás”. Ha interrumpido toda relación con la Provincia de Polonia, pues aquel cabeza vacía de P. Borrell, que es su Superior, hace lo que le da la gana, y no obedece nunca”.
  8. Diario: “A las 10 tengo una tercera charla con el P. Viñas, que me habla del Padre Pietrobono y de su exclaustración no querida por el P. General, para la que puso el veto. Pero el P. Pietrobono estaba protegido por el Cardenal Vicario Pompili, por recomendación, según parece, del mismo Papa Benedicto XV. La voluntad del P. Viñas, que tenía toda la razón, no fue tenida en cuenta, e incluso le tachan de desobediente. ¡Pobres Superiores! Luego el P. Viñas se me ha quejado del Visitador, que quisiera la supresión del Vicariato General de España, y que la Provincia Romana deje de tener su Asistente. Defiendo las ideas del Visitador, que apruebo plenamente. Con el Vicario de España tenemos dos Superiores Generales en una Orden que apenas llega a los 3000 religiosos. Es una separación perjudicial para la Orden. En cuanto a la Provincia Romana, ya no se ve la necesidad de que tenga un Asistente. Se podía entender en otro tiempo, cuando tenía gran importancia, con un gran número de casas, que llegaban hasta Ancona y Dalmacia. El P. Viñas habla del respeto y la veneración debidos a la Provincia Madre, pero verdaderamente ella no ha sido para el P. Viñas una madre, sino una madrastra. Pero en este momento el Padre, que por desgracia siempre ha hablado demasiado mal de la P. Romana, siente la pasión contra la Visita Apostólica, que, en mi opinión, da un buen consejo”.
  9. Diario: “A las diez me han presentado al Arquitecto Profesor Com. Giovanni Battista Milani, profesor en el Politécnico de S. Pietro in Vincoli. Tiene su estudio en Vía Balbo 121. Comprada la Casa de S. Pantaleo para la Orden el 12 de abril de 1923, en la parte que era propiedad del Municipio Romano, excepto las dos salas que están a la derecha de la entrada, que estaban ocupadas por la Sociedad de los Excombatientes de las Batallas Patrias, el P. General Viñas confió la restauración del viejo y arruinado edificio al Ingeniero Milani, que había sido recomendado por los Comendadores Romolo Vannicelli y Giulio Amori, que nos habían ayudado mucho en la compra de S. Pantaleo. El Arquitecto Milani ha presentado ya a la Curia General un proyecto de restauración en líneas generales, pero no lo ha completado en detalle, ni ha presentado un presupuesto. Ya ha comenzado a trabajar, pero no en la verdadera restauración del edificio, sino en la preparación de las habitaciones del noviciado encima de la iglesia para los religiosos cuando comience la verdadera restauración, y en la limpieza y restauración de los locales debajo de la iglesia, que el P. Boschi ha obtenido del P. General para prepararlos para su Círculo Militar “San Sebastián”. El Arquitecto Milani me ha causado la impresión de ser un caballero y una persona muy seria. Me ha prometido que me pondría al corriente del proyecto que estaba preparando”.
  10. Diario, 3.6.23: “Durante ella me pide noticias del Padre Viñas, lamentando que al salir hacia España no fuera a visitarle, sino que tan solo le envió una nota de despedida. Le habría recibido bien, pues admiraba mucho su ingenio. Quizás por su temperamento no era la persona más adecuada para un cargo tan delicado como el de Superior General. Pasando a otras cuestiones, el Cardenal me recomienda un programa mínimo. Es deseo de la Santa Sede que se introduzca en la Orden la vida común, pero no siendo una cosa fácil de llevar a cabo, recomienda que al menos haya una casa de observancia en cada Provincia. Tiene una imagen poco buena de la Provincia de Roma y de a de Nápoles, en la cual el escaso número es un obstáculo también para la disciplina y la observancia regular. Recomienda empezar por S. Pantaleo, e introducir en ella la disciplina y la observancia regular. “El Santo Padre –dice el Eminentísimo- ve Roma y un poco Italia”. De la Provincia de Hungría tiene a idea de que en ella no hay ninguna observancia. Son religiosos que viven juntos como seglares”. Hablando de España, dice que le dan más miedo las Escuelas Pías de España que las de Italia.
  11. Escribe el P. Del Buono en el Diario el 8 de junio de 1923: “Hemos hablado otra vez sobre la composición de la nueva Congregación, del nombramiento de los Asistentes. Me he permitido decirle que, mientras aprobaba el nombramiento de los PP. Cornelio Szinger (Hungría) y Giovanni Giovannozzi (Italia), no me parecía oportuno el nombramiento del P. Antonio Mirats, actualmente Vicario General de España. En primer lugar, porque el P. Mirats, nombrado Asistente, descendía un grado, pues el Vicario General de España viene en orden inmediatamente después del P. General, antes de los Asistentes Generales. En segundo lugar, si el P. Mirats continúa en su cargo, su adversario el P. Viñas no podrá hacer nada, o poco, para mover España contra Roma. El P. Viñas, al irse de Roma, había dicho que volvería a Roma al Capítulo General para presentar su defensa. Naturalmente, intentará explicar a su manera a los Padres de España los últimos acontecimientos, por los que ha tenido que presentar su dimisión a la Santa Sede. Esta segunda razón impresiona mucho al Visitador Apostólico, que estaba preocupado por lo que el P. Viñas podría hacer en España. Me recomienda que piense en otra persona, e incluso me dice que pida consejo a mi tío, del que sabe que es prudente y conoce bien la Orden. Peor me prohíbe hablar de ello con otros o escribir a España. Con respecto al Asistente romano, propongo al Visitador el nombre del P. Bianchi-Cagliesi, Rector de Poli. Mi tío siempre me había hablado con mucha deferencia de este religioso. Pero el Visitador me dice que no vale nada, y que ni siquiera es capaz de poner en su sitio a los dos religiosos que tiene consigo en Poli (P. Angiuli y P. Cangelmi)”.
  12. Diario: “A las 11.45 tengo audiencia privada con el Santo Padre. He sido introducido en la biblioteca privada de S.S. por Mons. Carlo Gonfaloniere, Camarero Participante. Tras hacer las tres genuflexiones rituales, estoy a los pies del S. Padre, sentado en su escribanía, quien me da la mano para que la bese mientras me ruega que me siente cerca de él, con la ritual expresión italiana “¡Acomódese, P. Del Buono!” “¿Es Usted romano?”, comienza preguntándome el Santo Padre.“No, Santidad, no soy romano; soy oriundo de la ciudad de Savona, en la Riviera occidental”. “Es cierto, es cierto; encontré Del Buonos en Savona cuando investigué en los archivos de aquella hermosa ciudad, pues fui dos veces a Savona con motivo de mis estudios”. Observo que el S. Padre en la conversación no usa el “Nos” mayestático. Tras darle las gracias por haberme nombrado Vicario de las Escuelas Pías, y añadir que seguiría en todo las directrices de la Santa Sede para el bien de la Orden, siguiendo y cooperando en la obra del Sr. Visitador Apostólico, el S. Padre añadió que esperaba un buen resultado del trabajo del Visitador Apostólico Mons. Pasetto, que es un buen siervo de Dios, y del Eminentísimo Cardenal Prefecto de la Congregación de Religiosos. “¡Ánimo y confianza en Dios!”, me dice el S. Padre, del cual, al igual que de sus palabras, emana la bondad y la benevolencia de un verdadero Padre. Dice que conocía bien a los PP. de las Escuelas Pías, maestros de escuela excelentes y apreciados, que él había encontrado en Polonia cuando fue Nuncio, y también en Hungría, durante sus viajes a aquel reino. Incluso añade que había estudiado matemáticas con un libro de los Escolapios A y C (¿?). Me ha preguntado cuántos religiosos éramos, y le he respondido que unos 2050; se ha sorprendido mucho y me ha dicho que no creía que fuéramos un número tan importante. El S. Padre ha comentado que las Escuelas Pías eran florecientes, según había oído decir, por número y por escuelas, y así hemos hablado de las Escuelas Pías de Hungría, que, siendo florecientes por las instituciones y por los resultados en los estudios, no tenían el espíritu ni la observancia de las Escuelas Pías de España. “Los religiosos de Hungría tienen un temperamento muy diferente del nuestro, y es difícil poderlos reducir a nuestra manera de pensar y de actuar, y con ellos hay que obrar con mucho tacto. Pero ciertamente vendrán, pues tienen el sentimiento de Orden y de respeto a la autoridad establecida”. Se ha referido también a las escuelas Pías de Polonia, decaídas de su antiguo esplendor, y que al resurgir darán aún muchos signos de vitalidad. Al preguntarme qué ocurría en la Orden, le he respondido que nos estábamos ocupando del nombramiento de la nueva Curia. El S. Padre, interrumpiéndome, me ha dicho: “De esto ya me informará el Cardenal Prefecto”. Hemos llegado al momento de las bendiciones a la Orden, a los alumnos, a todas mis intenciones… Después de besarle la mano, cuando iba a hacer la primera genuflexión ritual, el S. Padre me ha dicho que quería decirme algo. Y, de hecho, me ha preguntado: “¿Dónde está el P. Viñas?” al responderle que había vuelto, como ordenan las Constituciones, a su Provincia de Cataluña, el S. Padre ha añadido: “¡Me alegro de ello!”. No diré las dulces impresiones incluso de consuelo espiritual que he experimentado y experimento tras la primera visita al Santo Padre. El camino de que debo recorrer me parece más fácil, y me anima a trabajar hasta el final por las Escuelas Pías la bendición que me ha dado con tanta bondad el Papa. He estado unos veinte minutos con el Papa”.