BerroAnotaciones/Tomo2/Libro2/Cap15

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CAPÍTULO 15 De cómo los Eminentísimos Consideraron válidas las Profesiones [1644]

No obstante la malicia del demonio, utilizada al exterior por los nuestros anteriormente citados a favor del infierno en peligro de las almas, mediante la práctica de las susodichas cavilaciones contra la validez de nuestras Profesiones, y, en consecuencia, anulando aquéllas, para declararla destruida, y que nunca fuera ya más ´Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías´, Su Divina Majestad quiso, mediante la intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora y Protectora, dar ánimo a los nuestros, pobres Padres abatidos, para oponerse a tales furias infernales.

Pidieron escritos a los principales Juristas, Canonistas y Teólogos de Roma, quienes, con bellísima y más que sólida doctrina, todos defendieron que eran válidas, firmes, solemnísimas, y sin ninguna nulidad, todas las Profesiones hechas desde 1622 hasta 1637, como también todas las demás, hasta aquel año de 1644.

Pero nuestros adversarios, no tranquilos con tan sólidas doctrinas, no queriendo quitar los escrúpulos o dudas de la mente de los Religiosos, sino, más bien, imbuirlos de su falsa doctrina, -para que los imitaran también en sus inveteradas y pésimas costumbres de propiedad e impureza- encargaron escritos también ellos, siempre sobre puntos sofisticados y cosas impertinentes, y encubiertos bajo el celo de la salvación de las almas y la tranquilidad de la conciencia.

Así que fue necesario ex profeso informar a los Emmos. Cardenales, e Ilmos. Prelados delegados, acerca de los asuntos de las Escuelas Pías, lo que supuso dinero, trabajo y tiempo. Todo fue estudiado con mucha prudencia, consideración y estudio por la Sagrada Congregación[Notas 1]. Y después de mucho tiempo, dichos Emmos. Señores Cardenales delegados, juzgaron que ´todas nuestras Profesiones eran válidas desde el mismo principio, y sin defecto de nulidad´. Así se podría ver en el mismo Decreto; pero yo dejé muchas copias de los mismos escritos en aquellos cajones, de los que otras veces he hablado con lágrimas, y temo hayan sido quemadas. Con esto tengo que poner fin a este capítulo

Notas

  1. Hay una nota que dice; “Escribió a nuestro favor el R. P. Tomás del Bene”.